Siempre Tú IV

Esa que tienes dibujada en tu rostro. ¿Con quién estabas? Dudo mucho que haya sido con una de tus amiguitas habituales. A ver. Hizo una pausa y se quedó pensando. Se supone que irías a una fiesta con Clara y después... Hizo una pausa nuevamente, reaccionó y pegó un grito. ¡No puede ser!

Espera. Dije y la besé. Colocó sus manos alrededor de mi cuello y correspondió a mi beso.

Separó sus piernas, sin dejar de besarme, hasta quedar de frente a mí.

Nos besábamos lentamente, con pasión y sin prisa. Su lengua y la mía iniciaron un baile, mordía mis labios y yo los de ella. Su boca era insaciable, sus labios exquisitos y su lengua me llevaba a otro nivel. Me desconecté por completo. Quería disfrutarla, recorrer cada centímetro de su cuerpo y guardar ese momento para siempre en mi memoria.

Besé su cuello y pude sentir como se erizaba. Le quité la blusa, continué besándola hasta quitar su brasier, quede anonadada sus senos eran perfectos, redondos y el tamaño ideal. Me detuve por un instante.

¿Que sucede? Preguntó

Nada. Es que... No me dejo terminar y siguió besándome. Baje de nuevo hasta llegar a sus senos y les di pequeñas lamidas. Ella se sobresaltó un poco y abrazó mi cabeza como señal de aceptación.

Vamos a mi cuarto. Decía entre jadeos. Se levantó, tomo mi mano y me guió al cuarto. Una vez allí, me quitó la camisa sin parar de besarme, colocó sus manos en mi cintura y me pegó mas a ella, yo tome su cuello y lo acaricié hasta llegar a sus senos, se deshizo de mi brasier y comenzó a besar mi cuello. Comencé a desabrochar su short y ella mi pantalón. Empecé a besar su abdomen hasta llegar a su vientre, le quité el short completamente y le daba besos por encima de la tanga, ella apretó un poco mis cabellos, estaba muy húmeda. Terminé de desvestirme hasta quedar desnuda frente a ella. Acarició mi abdomen.

Ven aquí. Dije, la tome de la cintura y la cargué. Ella me abrazó con sus piernas y se pegó a mí. Me besó nuevamente pero más apasionada. La tumbe sobre la cama y comencé a descender sobre su cuerpo, la besaba, la acariciaba y se estremecía.

Llegué hasta su vientre, le quité la tanga y me sumergí en su sexo, estaba tan mojada, comencé a lamerla una y otra vez, lento y después más y más rápido; ella tomó mis manos. Sentía su clítoris endurecerse, quería comérmela, le di pequeñas mordidas, introducía y sacaba mi lengua rápidamente, quería que se corriera en mi boca, tener sus fluidos, probarla y descubrir su sabor. Ese sabor, que por razones absurdas, me negaba a probar.

Sigue, sigue, sigue así Gabriela. No te pares. Mmmmm Pude ver como mordía su labio inferior. Mmmmm Ahhhhhh! Escuche, hasta que se corrió.

Mmmmm siiii, que rica estas. Dije. Me incorporé y me senté en el centro de la cama, ella se sentó encima de mí, entrelazamos nuestras piernas y nuestros fluidos se funcionaron, me excitaba tanto.

Comencé a acariciar su sexo con mis manos, estaba tan mojada que mis dedos entraron sin objeción alguna y comencé a moverlos sin parar. En un instante ambas iniciamos un vaivén, saqué mis dedos y nuestros sexos chocaban el uno con el otro, yo la pegué mas a mí y ella me apretaba. Pude sentir como sus uñas se clavaban en mi espalda.

Acabamos al mismo tiempo. Nuestros cuerpos se relajaron poco a poco. Estábamos un poco sudadas. Ella unió nuestras frentes, sin dejar de abrazarme.

¿Estás bien? Le pregunté.

Mejor que nunca. Respondió con una sonrisa.

La alejé de mí y le pedí que se acostara boca abajo. Comencé a besar sus hombros, aparte su cabello y empecé a besar cada centímetro de su espalda. Llegué a sus glúteos y los mordí, le di nalgadas y los apreté. Levanté un poco su cadera y le di, sin ofender y como dicen algunos, literalmente, "una comida de coño", que la hizo estremecer una vez más.

Subí lentamente y ella iba girando su cuerpo. Tomo mi rostro entre sus manos y me besó. De repente mi celular comenzó a sonar.

¿Que? ¿Quién te llama a esta hora?

¿Que hora es? Le pregunte.

4:30 a.m. Respondió.

No contestes, por favor. Dijo suplicante.

Puede ser importante. Le dije. Dame un minuto para ver quien es. Me levanté de la cama.

Aló! ¿Que sucede? ¿Estás bien?

Si, si estoy bien. Es que mi turno terminó temprano y pensé que tal vez podrías venir a buscarme. ¿Puedes?

Si, está bien. En 20 minutos llegó. Dije y colgué.

¿En serio tienes que irte? Dijo Clara.

Si mi amor. Lo siento. Le dije mientras comenzaba a vestirme. Era Bárbara.

Ah, Bárbara. Dijo en un tono que no pude descifrar.

Necesita que la vaya a buscar al hospital, su carro está en el taller.

Entiendo.

¿Que te parece si vengo por ti, a eso de las 8:00 a.m., para ir a desayunar?

Está bien, te esperaré. Me acerqué a ella para despedirme.

Gracias por esta noche. Dije.

Quédate. Yo la besé.

Nos vemos a las ocho, te lo prometo. La besé nuevamente, le guiñe un ojo y me fui.

Llegué al hospital y allí estaba Bárbara esperándome.

¡Ay! Gracias a Dios llegaste. Dijo mientras se subía al carro.

¿Tan mal estuvo la espera?

Malísima. ¿Y esa sonrisa?

¿Ah? ¿Que sonrisa? Dije haciéndome la loca.

Esa que tienes dibujada en tu rostro. ¿Con quién estabas? Dudo mucho que haya sido con una de tus amiguitas habituales. A ver. Hizo una pausa y se quedó pensando. Se supone que irías a una fiesta con Clara y después... Hizo una pausa nuevamente, reaccionó y pegó un grito. ¡No puede ser! Estabas con ella. Cuéntamelo todo. Se acostaron, ¿cierto? No te atrevas a mentirme Gabriela, porque te conozco muy bien.

Yo solté una carcajada. Primero cálmate para que me puedas oír.

Sí, estaba con Clara y sí, estuvimos juntas.

Lo sabía. Sabía que se acostarían. Pero explícame en que quedaron.

Debo informarte que ya no estoy disponible. Clara y yo somos novias oficialmente.

¿De verdad? Me alegro por ustedes ya era hora. Esto hay que celebrarlo.

Si, pero será otro día. Quedé con ella para ir a desayunar y tú necesitas dormir. Llegamos a su departamento.

Ella rió. Si tienes razón. Dijo mientras se bajaba del auto.

Espera, déjame ayudarte. Ella llevaba un bolso grande, bajé del carro para ayudarla. Ella abrió la puerta del departamento y coloqué el bolso en el sillón. Me acerqué para despedirme.

Adiós. Dije y la abracé.

Adiós. Respondió. Espera, hizo una pausa, solo para aclarar eso quiere decir ¿Que ya no tendremos sexo y que debemos despedirnos con besos en la mejilla? Yo reí.

Exactamente. Nada de sexo.

Te extrañaré. Dijo en un tono dramático.

Ja Ja Ja Ja. Vete a dormir. Nos vemos.

Me fui del departamento. Llegué al mío y el reloj marcaba las 5:30 a.m. Tenía unas pocas horas para dormir y necesitaba aprovecharlas. Al acostarme una sensación de alegría me invadió, pensé en Clara y me quedé dormida.

La alarma me despertó, mire el reloj y marcaba las 8:00 a.m.

Ay! No. No puede ser. Llegaré tarde.

De camino a casa de Clara me detuve por unas rosas. Si llegaba tarde, al menos debía llevarle algo. Toqué la puerta y está se abrió. Yo sólo estire las rosas sin percatarme de quien estaba del otro lado.

Lo siento.  Sé que dije a las 8:00 pero se me hice un poco. Y además tú tienes parte de la culpa.

¡Clara! Le escuche decir y aparté las flores rápidamente. Era Diego, su hermano y amigo de mi socio.

¿Que sucede? Pregunta mientras se acercaba a la puerta. Estaba tan hermosa, radiante.

¿Me puedes explicar que significa esto?

Hola, mi amor. Dijo ella ignorando sus palabras y acercándose a mí para besarme.

Ven conmigo. Dijo él la tomó del brazo y fueron a lo que parecía un estudio.

Espera aquí, ¿si? Ya vuelvo. Me dijo. Por cierto están hermosas.

Si. Respondí mientras entraba. Le dirigí una sonrisa y me fui a la cocina.

De un momento a otro pude escuchar como discutían. No pude evitar y me acerqué a escuchar.

¿Es que acaso ella es otro de tus experimentos? ¿Sabes la fama que tiene esa mujer? ¿O es que pretendes "reformarla" para luego dejarla como las otras? Le escuche decir a Diego. Y al mismo tiempo Clara lo abofeteo.

Gabriela es diferente. Respondió ella.

Siempre dices eso. Replicó él. Esto te traerá muchos problemas con papá.

De papá me encargo yo.

¿Estás segura? Clara piénsalo bien aun estas a tiempo. Déjala dile que solo es algo pasajero.

No vuelvas a decir eso.

Bueno hermanita será por las malas entonces. Te recuerdo que tú tienes un compromiso con la familia Iriarte, específicamente con mi amigo Carlos. No lo puedo creer ahora resulta que este es amigo de Carlos. Pensé.

Soy feliz con ella y ahora que tengo una oportunidad con ella no lo voy a arruinar.

Papá te desheredará, lo sabes ¿no?

Eso nunca me ha importado.

Piénsalo bien. Aún estas a tiempo. Además Gabriela no vale la pena, te dejará por otra. Ya lo verás. Ella no te merece. Al escuchar sus palabras una extraña sensación me invadió, era una mezcla de rabia y tristeza. No podía seguir escuchando, me alejé y me salí de la casa. Encendí el auto y arranque a toda mecha y pude ver por el retrovisor a Clara asomándose a su puerta.

No sabía a dónde ir. Y decidí irme a la oficina, dicen que el trabajo es la mejor distracción. Y es algo verídico. Las palabras de Diego retumbaban en mi cabeza "ella no te merece". Simplemente tome una carpeta y comencé a hojear algunos archivos, hasta que desaparecieron sus palabras. Duré todo el día revisando documentos, ni siquiera desayuné o almorcé y la verdad no me importaba. Apagué mi celular y me entregué por completo a esos papeles. Sin darme cuenta llegó la noche.

Alguien abrió la puerta de la oficina.

Rosa, ya le dije que se podía ir. No hace falta que... Me interrumpió.

Lamento decepcionarte pero no soy Rosa. Contestó Clara con una sonrisa perfecta en su rostro.