Siempre tendremos París I

Reedición de una serie de relatos publicada en 2012 y remasterizada para 2015...

Mis estimados y estimadas... despues de mucho pensar y leer grandes relatos,  he decidido volver a contarles esta, mi historia... Estoy abierto a sus criticas y comentarios para mejorar. No hay sexo, es solo la contextualización... espero les guste...

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Acababa de abrir los ojos al mundo del día de hoy cuando escuché la señal de haber recibido un mensaje a través de whatsapp, él  tiene la perfecta habilidad para sincronizar la diferencia horaria con mis horas de sueño y vigilia. Hay seis horas de diferencia entre el País Vasco

y Caracas, más de 6.100 Kilómetros de distancia entre ambas ciudades y sin embargo no hay un minuto en que no piense en él.

Me saluda con típicas expresiones en euskera que después debo buscar en el traductor de google para ver si en alguna me dice que me extraña, que me quiere, que me sueña… pero no dejan de ser saludos amables, amistosos, cariñosos, pero hasta ahí.

Hace casi cuatro años que se fue a España a probar suerte y le ha ido bien, la última vez que nos vimos fue cuando estuvo de visita por Caracas hace poco menos de un  año, fue cuando le prometí irle a visitar y tras una maravillosa tarde compartiendo historias, poniendo al día nuestras vidas, recordando viejos tiempos nos fundimos en un abrazo, que aun hoy al recordarlo me eriza la piel. Sentí la dureza de los músculos de su espalda, la fuerza de sus brazos, la llanura de su abdomen solamente interrumpida por el par de montañas de granito que tiene por pectorales, su olor, él huele a mar, a fresco, a limpio; aproveche para acariciarle el rostro en una muestra de amor fraternal, me raspo su barba, era todo tan perfecto, lo malo es que se trataba de la despedida, ya regresaría a España y quedamos en reencontrarnos en Bilbao el próximo año y prometió llevarme al Guggenheim! Esa fue la tarde en que comenzó esta larga agonía.

Hola, me llamo Eduardo, tengo 25 años, moreno, cabellos y ojos negros como el azabache, hay quienes dicen que tengo un aire moro, delgado, 1.79 de estatura, impecablemente bien vestido, todos alaban mi estilo y gusto, buen cuerpo, pero que como todo ser humano si como y tomo mucho, engordo, así que hay que cuidar la dieta y en las mañanas matarme con el footing porque detesto un gimnasio, la verdad es que debo confesarles que le tengo envidia rastrera a quienes comen de todo y en cantidades industriales sin engordar un gramo, maldito metabolismo. Así es él, Isaac, un majo espectacular, de mirada y rostro de niño bueno, cabello castaño y ojos café, con un cuerpo que parece cincelado por un artista del renacimiento, delgado pero fuerte, tenuemente musculado, una sonrisa que enmudece con sus dientes blancos perfectos, grandotes, acompañados por sus labios y  los rasgos finos de su rostro… un espectáculo de hombre, pero que en el fondo es un niño, carente de afectos, lejos de su familia y sus amigos, sensible, una muy buena persona.

Estudiamos juntos en la universidad hasta el tercer año de la carrera cuando Isaac nos dijo que se iba a España a probar suerte, que quería trabajar, hacer algo distinto y que en Venezuela no veía oportunidades claras, además iba a aprovechar el origen español de sus abuelos para solicitar la residencia y ciudadanía española. Hasta ese momento todo bien, el era un amigo más que se iba, como muchos otros, como después hice yo al terminar la carrera e irme a Buenos Aires para estudiar mi postgrado. En ese entonces Isaac era un buen amigo, solo eso.

Al experimentar estar fuera y alejado mis afectos me interesé un poco más en Isaac, comprendi lo ruda que puede ser la soledad y la distancia, transcurrido el tiempo retomamos el contacto y siempre nos escribíamos, para contarnos nuestros días e historias, nos hicimos mas íntimos y cercanos, bueno lo que la distancia física permite… Su última visita fue clave, me sentí emocionado por nuestro encuentro y el abrazo de despedida, ese abrazo fue determinante, ese día me jure que haría hasta lo imposible por ir a visitarle a Bilbao. Enrique, un amigo que presenció la despedida me comentó al rato que parecía que ninguno de los dos quería soltarse de ese abrazo , yo sonreí algo nervioso y desvié la conversación, pero desde entonces quedé atrapado en una historia que me he inventado yo solo, me he enamorado de una ilusión recreada por mi mente traicionera que me hace creer que él me quiere, me piensa y anhela igual que yo estar juntos…

Desde ese día no paramos de escribirnos, el intercambio de mensajes se hace constante, fotos con lo que estamos haciendo, desde lo que comemos, los cafés que nos tomamos, los lugares que conocemos, hasta imágenes de las calles lluviosas que recorremos mientras vamos de regreso a nuestras casas… Más de una vez me ha dicho que me quiere, que está ansioso por mi visita y hace unos días me confirmó que logró cuadrar sus vacaciones y que nos encontraremos en Paris para luego recorrer Roma y Madrid juntos, y desde que lo sé mi mente fantasiosa se ha desplegado en miles de historias, estériles todas porque podría apostar minombre a que a él nole van los chicos y que me quiere como un gran amigo. Mientras tanto, recreo cómo le confieso que me gusta a los pies de la Torre Eiffel, como nos entregamos el uno al otro en el hotel en Roma y la triste despedida en Madrid con la esperanza de poder continuar nuestra idílica historia alguna otra vez o quizás en alguna otra vida… cada noche me duermo pensando en cómo será nuestro encuentro y así es como lo imagino:

París, Julio 2012:

Eduardo:

Desde hace más de 25 minutos que doy vueltas en el lobby del hotel mientras espero que Isaac llegue, se supone que en cualquier momento entrará por esa puerta sonriendo y con sus brazos abiertos… Estoy despierto desde las seis de la mañana tratando de decidir que ropa ponerme, quería lucir fresco, con un look veraniego, pero memorable, y creo que por lo que veo en el espejo de la recepción he logrado un buen efecto final: una bermuda de vestir a cuadros grises, que me permitía mostrar mis torneadas y depiladas piernas (siempre me he sentido orgulloso de mis piernas, son gruesas y fuertes pero sin la definición muscular de un maratonista, digamos que más bien parecen de futbolista, que al depilarlas y ponerlas a llevar un rato sol se ven de muerte, o eso me han dicho), a las que para hacerlas lucir más “provocativas” frote en el baño de la habitación, que por cierto es pequeñísimo como todo en París,  con un poco de aceite para piel de bebés que siempre cargo para este tipo de artimañas. Una camiseta de algodón de cuello en “v” ancho, color blanco impoluto, que aunque no queda ajustada es lo suficientemente slim para hacer notar la estrechez de mi cintura y que contrastaba con el moreno de mi piel, una bufanda de primavera rayas blancas y grises, mi cabello descuidadamente peinado al estilo de Robert Pattinson, mis lentes de aviador y mis zapatillas convers grises…

-          Bueno, al menos por la mirada fija de la recepcionista y por la forma como se erectan sus pezones a través de la blusa que lleva, debo verme bien… y a qué horas piensa llegar Isaac… rumiaba para mis adentros… CALMATE - escuche la fastidiosa voz de mi conciencia represora - respira profundo, que nadie note que estas desesperado por verle, actúa natural y relajado, no te muerdas mas el labio que te lo vas a destrozar y deja las manos quietas… ocúpate en algo…

Decidí aprovechar la conexión WiFi para escribir por mi teléfono a través de las cuentas de twitter y facebook, que ya estaba en París, que todo estaba bien, que el clima era esplendido y que pronto les informaría de mis paseos por la hermosa ciudad luz…. En eso estaba cuando note su presencia, acababa de entrar al hotel y mis ojos, ocultos tras mis infaltables lentes de aviador lograron recorrerlo de pies a cabeza y coincidir en los suyos mientras notaba como me miraba con una expresión perturbada, especialmente fijo en mis piernas, fue solo cuestión de segundos, pero sirvió para darme cuenta que había acertado con el look… Decidí sacarlo de sus pensamientos, levanté el rostro, hice saberle que le miraba y desarrolle mi mejor sonrisa (la que llamo la Nro. 8), la encantadora….

- Bienvenue à Paris, monsieur, il est temps de profiter de la ville de lumière – Le dije en un francés que llevada días ensayando…

Me acerque a él, que solo sonreía como tonto, y en silencio nos fundimos en un cálido abrazo, y ahí estaban de nuevo, su espalda ancha y fuerte, sus brazos, su barba que raspa, su olor a mar…

Isaac:

- ¡Joder! A buena hora se me ocurrió venirme en tren y metro desde el aeropuerto, ya voy retrasado y seguro Eduardo se ha desesperado mientras espera… Pero bueno ya falta poco, dos cuadras más y llego.

Eduardo es alguien muy especial para mí, es ese amigo que siempre recuerda mis fechas y cosas importantes, que se preocupa y me llama cuando me enfermo, que siempre está pendiente de mí, me escribe, la verdad es que lo hace más que mi propia familia, y eso en estas soledades se agradece y aprecia. Es muy majo y siempre lo he admirado por sus logros, me ha encantado el plan de su visita y que recorramos Europa juntos… Vamos que, a veces me sorprendo pensando en él más de lo que debería y últimamente he optado por no escribirle tanto, siento emociones extrañas con respecto a él, creo que es un gran cariño, un cariño especial, eso es lo que siento por él…

- Creo que este es el hotel…. Dijo que me esperaría en el lobby y… ¿Ese es Eduardo?...

Por un momento sentí que me faltaba el aire ante semejante visión, Eduardo estaba sentado en una de las poltronas del lobby, revisaba su teléfono o algo así, parecía sacado de una revista de modas, una estampa perfecta, pero lo que me dejó sin aliento eran sus piernas, morenas, sin rastro de vellos, torneadas y con una piel brillante… Vamos que si no fuera por el impacto me le habría abalanzado encima…

Levantó la mirada, me tomo una fotografía con el flash de su armoniosa sonrisa, me dijo algo en francés que no pude captar por el estado de shock en el que estaba, caminó hacia a mí,nopude dejar de notar su paquete,vaya que selemarcaba en esas bermudas y me abrazó… y pude sentir la proximidad de su cuerpo, me gusta esta cercanía, además es tan tibio y agradable, y su exquisito olor a Allure de Channel… no quería que aquello terminara, entre otras cosas porque habían pasado casi veinte segundos y no había podido articular palabra… Eduardo se dio cuenta de mi silencio y con su típica soltura venezolana me dijo

-¿Niño ya ti que te pasa?, ¿te comieron la lengua los ratones?...

Y a mí lo que me provocaba decirle era que lo que quería era meter mi lengua en su boca y saborear esos labios carnosos y carrubios, quiero besarle sin importar la gente que nos está observando, quiero… PERO QUÉ DEMONIOS ME PASA… Dí algo…

- Aquí estoy hermano, listo para emprender la aventura –dije. Hermano, eso es Eduardo un hermano, mi gran amigo… ¿por qué pienso todas esas cosas sobre él?

Eduardo:

Claro que está impactado, pero la confusión de su rostro no es normal, la sorpresa agradable del principio se convirtió en una expresión de confusión y de ¿terror?... Es hora de aceptarlo, con Isaac no tengo el más mínimo chance… ¡Hermano, me dijo hermano!… QUE YO NO QUIERO SER TU HERMANO, a menos que te vaya el incesto… CALMATE (otra vez la voz), te lo dije, que fastidio con tus ilusiones, ahora recoge los vidrios, sonríe y que el show continúe…

-          Pues en marcha, dejemos tus cosas en la habitación y salgamos de acá que París nos espera… Por cierto – le decía mientras subíamos por las escaleras- recuerdas lo que te comenté sobre la reserva de la habitación, pues así fue, nos dieron una habitación con cama doble… así que espero que no ronques, ni hables dormido, que no te muevas mucho y te portes bien, porque nos tocará dormir juntos mientras estemos aquí…

-          Jajajajajajaja –Rió Isaac mostrando su perfecta dentadura -  Tío que yo duermo fatal… terminaremos a golpes, ya verás, o como mínimo amaneceremos abrazados y yo con mi pierna sobre ti…

-          Anda! Vale, perfecto, pero al menos la noche anterior invítame unos tragos en el Moulin Rouge y haz el intento de enamorarme, no es por hacerme el estrecho pero si me vas a tratar como a tu chica, al menos ten la delicadeza de comportarte como un caballero… JAJAJAJAJA---

¿De dónde se me ocurrió la respuesta? Ni yo mismo lo sé, lo cierto es que el rio tanto como yo y me guiño el ojo… me sentí desfallecer… tragué grueso y pensé

-Esto no pinta fácil y apenas comienza el viaje…