Siempre me han gustado las mujeres mayores
De como empece en el sexo con maduras, con una amiga de mi prima mayor (Parte 1)
Nunca me he caracterizado por ser una persona de las que llaman normal, siempre he sido una persona curiosa que me ha gustado explorar y llevar las cosas más allá, de hecho detesto y aborrezco a las personas conformistas. Esta descripción me hace recordar situaciones pasadas que escribiré en los siguientes relatos.
Lo primero es describirme soy una persona de Granada de unos 30 años y aunque mi cuerpo no es el de un adonis siempre he tenido bastante aceptación entre las mujeres. No soy ni muy alto ni muy bajo, 1,78 de alto, en torno a 90kg, moreno con ojos marrones y bastante labia.
Esto que detallo me sucedió hace tiempo, en los llamados tiempos del “IRC” y el “Messenger”. Para quien no conozca esta época era un tiempo pre-Tinder y pre-Facebook donde conocías a las personas solo con escribirle y rara vez te enviaban una foto con una calidad ínfima y tenías que confiar en que aquella descripción o aquella foto se parecieran mínimamente a la realidad, lo cual ocurría contadas veces.
Una noche chateando conocí a una mujer mayor de un pueblo de Granada, empezamos a hablar y tras describirnos y darnos nuestros datos resulto que era amiga de mi prima mayor lo cual me inspiro mucha más confianza y decidimos quedar.
“Que pequeño es el mundo”, pensé yo.
Como he dicho antes era una época de móviles prehistóricos sin Whasapp y sin fotos, donde las llamadas no eran gratuitas y los SMS costaban 25 céntimos por lo que debías afinar muy bien si no querías dejarte el saldo chateando con alguien para nada.
En aquel entonces tenía poco más de 18 años estaba mucho más delgado y llevaba unas mechas que la verdad me quedaban bastante bien, fue una época en la que era bastante adicto al sexo y solo podía pensar en eso debido a que anteriormente había tenido una novia de mi edad durante bastante tiempo y también a distancia por lo que cuando nos juntábamos era una bomba sexual, follabamos en todas partes y a cualquier hora, siempre que nos quedábamos solos y si no estábamos solos también, recuerdo que más de una vez y de dos y de tres estuvieron a punto de pillarnos tanto sus padres, como los míos, como los guardas de seguridad de un conocido centro comercial, que no dejamos rincón sin mancillar, ni un cine de su ciudad sin que nuestras manos recorrieran nuestros cuerpos a medio vestir o su boca terminara engullendo mi polla tapada por una chaqueta que ilusos de nosotros, parecía ser la cuarta pared de un teatro.
Nuestro deseo era tal que una vez en una casa de campo que tenía, mientras sus padres y su hermana estaban en la cocina, ella saco mi polla y empezó a masturbarme por debajo de las enaguas de la mesa, yo ruborizado porque nos pillaran intente apartarla de mi diciendo si estaba loca, pero su intención no fue quitarse ni mucho menos y ni corta ni perezosa se recogió el pelo, se relamió y bajo su cabeza, después abrió su boca y engullo mi verga casi hasta el completo y eso que a modo descriptivo decir que no es pequeña ni mucho menos, pero el hambre de esta bruja era aún más grande, recorría toda mi polla desde la base hasta el glande con su lengua y cuando llegaba a este succionaba, así una y otra y otra vez, lo que sumado al morbo de que nos pillaran estaba a punto de hacerme correr. Ella seguía y seguía sin parar hasta que sin poder remediarlo me corrí llenando por completo su boca, la cual se tragó agradecida hasta la última gota.
Nada más terminar y como avisados por la magia, su madre entro al salón donde estábamos, si llega a entrar cinco minutos antes nos hubiera pillado con la boca en la masa.
Esa misma noche nos acostamos en camas separadas como era normal en la época en personas que casi se empezaban a conocer, pero al estar en una casa de campo antigua todas las puertas suenan y cuando escuchamos la última puerta cerrarse ella salió corriendo por el pasillo y se vino a mi cama, como he dicho las puertas se escuchaban mucho y nada más entrar en mi cama se presentó su madre en mi habitación, menos mal que aún no estábamos haciendo nada, su cara de sorpresa fue increíble pero aun así no le quedó más remedio que aguantarse y retirarse a su cuarto.
Una vez su madre se fue comenzó el ritual de apareamiento base en personas de 18 años con la virginidad recién perdida. Teníamos puesto el pijama, sin nada debajo y empezamos a besarnos y magrearnos por encima de él, lo que ahora se llama Petting pero que antes no teníamos ni idea.
Mis manos se deslizaron por debajo del pijama y empezaron a acariciar sus pechos, apretarlos y acariciar sus pezones que cada vez se ponían más y más duros, entre el frio y mis caricias.
Nuestras lenguas empezaron a recorrer cada surco de nuestros labios y nuestra boca, y una vez entrados en calor se quitó la parte de arriba dejando libres sus grandes y redondos pechos, casi no me cabían en la mano y guiñándome, se le ocurrió decirme aquello de “Teta que la mano no cubre, no es teta sino ubre.” Una vez desprendida de aquella prenda mi boca instintivamente bajo de la suya por su cuello, mordiéndolo y haciéndole un gran chupetón (En esta época teníamos un reto de ver quien hacia el chupetón más grande, spoiler gane yo), mi boca finalmente llego a sus pechos los cuales devore con ansia, mordiendo con mis labios, succionando sus pezones y lamiendo hasta el último rincón de aquellas ubres. Decir que soy muy pasional y algún bocado también se me escapó a aquellos pezones, lo cual hizo que diera un respingo entre dolor y morbo.
Ella me dijo “No estamos en igualdad de condiciones” y a continuación me quito la parte de arriba del pijama y no contenta con eso hundió su mano en mi pantalón y agarro una vez más mi polla, le encantaba cogerla y jugar con ella.
Empezó a subir y bajar mi piel descubriendo mi glande hasta que se me puso muy dura y se me salió del pantalón, aprovechó ese momento para bajar su cabeza y empezar a chupármela otra vez como antes, que bien lo hacia la cabrona.
Yo como podía intente hacer lo mismo, meter mi mano en su pantalón y empezar a masturbarla, humedeciendo mis dedos con mi saliva y recorriendo sus labios exteriores, y jugando con su clitorix, moviendo primero suavemente mis dedos, subiendo y bajando hundiéndolos en su coñito y subiendo hasta acariciar su clitorix. Hasta que ya no pudo más y llego al orgasmo.
Yo tenía gana de más y ella se subió encima de mí, cogió mi polla con su mano y lo apunto a su entrada, empezó a restregarse mi polla por su coñito y se lo hundió poco a poco, sintiendo como iba abriéndose paso por ese estrecho y húmedo conducto.
Cuando ya me tuvo totalmente dentro empezó a mover sus caderas despacio primero y una vez acoplada cada vez más y más fuerte de adelante hacia atrás y de arriba abajo, aunque recién desvirgados la fogosidad de esta Escorpio la hacía parecer una experta, continuo un rato, bastante rato cabalgándome (Nuestros polvos, salvo los aquí te pillo aquí te mato no bajaban nunca de la hora, sobre todo cuando nos dio por probar el sexo tántrico) cambiando de posturas, hasta que ya no pude aguantar más y explote dentro de ella, llenándola por completo de mi semen que fluía con bastante cantidad.
Este fue uno de los primeros momentos, algo light para ir calentando motores, pero mi vida sexual da para escribir un libro, “¿Qué paso con la amiga de mi prima y mi iniciación con las mujeres mayores? Eso lo desvelaremos en posteriores relatos.