Siempre llena

En este relato cuento como me dan un par de machos sin lastima en una oficina.

Siempre llena

Ya me conocerán de mis relatos anteriores.

Como era de costumbre en la tranquilidad de la fabrica, de transformarme en Julieta se fue haciendo más común, y el personal de seguridad ya esperaba mi llegada.

Esta noche tenía unas ganas incontenibles, y mucho tiempo a mi disposición. De manera que con paciencia y trabajo, me maquillé completamente. Agregado a esto la enorme capa de base, el polvo y el rubor. Me pinté los ojos con delineador líquido, curvé mis pestañas con rimmel y me pinté los labios con un lápiz uva que no se corre ni mancha, es decir, queda permanente durante muchas horas. Luego de eso me vestí. Me puse algo más llamativo, un portaligas con medias rojas y vivos azules de lycra y un pequeño vestido muy ajustado de color azul de lycra sumamente escotado y sandalias de acrílico de taco aguja de unos quince centímetros.

Me miré al espejo y me encanto, estaba muy feliz. Comencé a pasear por él deposito, para ver quien me encontraba. Juro que no vi de donde salieron, pero de repente tenía a mi lado a tres muchachos jóvenes que me propusieron hacerlo.

Fue curioso verlo a uno de ellos tomar una paja de una escoba, y partirla en tres de distinto tamaño, para decidir quien sería el primero, el segundo y el último.

La suerte me favoreció integralmente. El primero si bien era alto, también era delgado y en verdad cuando vi que se bajaba el pantalón y el calzoncillo, casi doy un suspiro de alivio porque su pene era más bien pequeño, pero con una gran cabeza.

Yo me dirigí a un lugar que ya conocía, a una oficina no muy grande que había varios metros más adelante.

La oficina estaba apenas amueblada con un viejo escritorio y un par de destartalados sillones. El chico se me acercó blandiendo su pequeño pene que se balanceaba y me pidió -Dame una chupadita primero.

Me agaché delante de él y le mamé el pene, y pronto estaba listo para acabar, de modo que me hizo parar, diciéndome -detente o voy a acabar antes de metértela.

Me puse boca abajo, sobre un escritorio y acercándose me fue introduciendo su pequeño pene y quejándose, gimiendo, se fue moviendo sobre mí, agarrado de mis hombros, mientras sus largas bolas, bailaban entre mis mulos abiertos y rascaban mi entrepierna dándome un placer extra.

No tardó en venirle el disparo de modo que ni siquiera alcancé a hacer los movimientos necesarios para coger mi propio pene y masturbarme al unísono con su vaivén.

-Ahh, Ahh, Ahh, exclamaba mientras eyaculaba dentro de mí, quedándose echado encima de mí. Dijo -Si no estuvieran los otros esperando, te echaba otro.

Yo sentía que su semen empezaba a salírseme y a correr por uno de mis muslos.

Rápidamente se acomodó la ropa y se fue hacia donde estaban los otros dos. Y de inmediato apareció el otro. Venía ya con los pantalones abiertos y enseñaba un pene corto pero grueso, con una enorme cabeza roja y brillante y alrededor del grueso pene se dibujaba una red de hinchadas venas.

Sin que me lo pidiera, me lo metí en la boca. Sentía que debía lubricarlo muy bien antes de ser penetrada por ese enorme instrumento que me partiría el culo si no empleaba experiencia.

Luego de una buena mamada, que hice durar lo más que pude, con tal que luego eyaculara rápido, le lamí los huevos casi lampiños, y su hermoso tronco.

Quedó fascinado con la mamada, pero cuando le pregunté si prefería acabar mientras se la mamaba, él insistió en que quería penetrarme porque nunca lo había hecho así y ya tenía ganas de saber como era acabar de ese modo.

Me recosté en el escritorio con el culo levantado y ofreciéndolo, se me acercó con el pene en la mano, caminando ridículamente con los pantalones en los tobillos.

Flexioné las piernas y así me acomode la punta del gordo pene, pero resultó más fácil de lo que temía porque al dolerme mientras me penetraba, bastaba que me levantara un tanto para sacarme la molestia, y poco a poco, los dos al mismo tiempo, como si fuéramos una pareja experimentada, me fui tragando el grueso miembro que en unos minutos lanzó un largo suspiro e hinchando aun más su herramienta se descargó dentro de mí exclamando:

-La puta, esto si que es rico.

Luego, dirigiéndose donde estaban sus compañeros dijo -te toca el turno, a ver que haces porque te lo dejé más abierto que un túnel.

Pero él último dijo -Ya niños, ahora le toca a su padre.

Este vino donde estaba yo, curiosamente no venía con los pantalones abajo ni siquiera la cremallera abierta, cosa que no duro mucho. Pero sí se entreveía un buen bulto delante.

Cogiendo mi mano me la llevó a su pene, que yo ya sentía en mi vientre, duro, suave y mojado.

-No sabes lo que esperaba este momento, decía, mientras seguía acariciando todo mi cuerpo, me hubiera gustado hacerlo solos tu y yo, pero la suerte es la suerte. Ahora te tengo para mi solito. Bueno y otras tonterías mas con tal de agradarme.

Y así caímos sobre un sillón, me sentía en la gloria, pese al ardor de mi culo, con el peso de ese macho sobre mí, besándome, caliente, pero tierno y gentil que me trataba como si fuera una mujer.

-¿Qué quieres que te haga? Preguntó.

-No se, lo que tú quieras.

Al parecer esto le gustó porque empezó a acariciar todo mi cuerpo. Me mordió y me besó los muslos, y luego metiendo su lengua entre mis nalgas la paseó desde mi entrepierna a mi cintura, intentando meterla en mi culo. Se tendió sobre mí diciéndome al oído palabras cariñosas.

Me tenía a mil... y yo sentía que su pene húmedo y duro sobre mi espalda.

-¿Acabaste?, Pregunté.

-No, mi amor, eso lo dejo para después, dentro de tu culito. ¿quieres? ¿O prefieres que acabe en tu boquita? ¿Te gustaría? ¿Qué te gustaría más, mi leche en la boquita o en el culito? Dímelo, yo te voy a complacer.

Abrazándolo fuertemente y besándolo le dije: -donde té de más gusto, amor.

-Entonces en tus dos hoyitos...

-Primero por detrás le dije, después por delante porque entonces te vas a demorar más y mi culito no aguantará tanto rato. la tienes muy grande.

En verdad su pene era enorme. Largo y grueso. Lo sentía duro, aunque suave y tierno. Y de su boquita no paraba de fluir líquido.

Se incorporó y se puso al lado del sillón, me hizo sentar en el borde y me pidió que se la mamara un poco, yo lamí sus peludos muslos, mordí sus velludos, hinchados y suaves huevos, recorrí con mi lengua sus ingles, su tremendo miembro desde la base a la punta y luego me lo introduje hasta la garganta.

El estaba a punto de correrse. De modo que me hizo parar y tendiéndome, cariñosamente en el sillón, me puso boca a bajo, con una almohadón en la cintura y mientras con los brazos por debajo de los míos me cogía por los hombros, sus piernas separaban las mías y su glande buscaba mi entrada. Bastaron sus líquidos para lubricarme y empecé a sentir como lentamente, mientras se movía poco a poco hacia delante y hacía atrás, hacia dentro y hacia fuera, su enorme pija me iba entrando más y más adentro hasta que, aun cuando yo me movía para sacarla y sentir como me la volvía a enterrar, ésta no alcanzaba a salírseme del todo. Entonces inicia él y yo un movimiento frenético, haciendo crujir el sillón.

De pronto abrió violentamente mis piernas con sus rodillas y me lo clavó hasta casi hacerme entrar sus huevos, sentí la clavada hasta en el cuello, su tremenda verga aumentaba de volumen y sus movimientos se aceleraban. Su orgasmo era inminente y me preparé a recibirlo. Incliné mas mi cuerpo para que la penetración fuera más profunda. Él me tomó de las caderas y empujó todo su cuerpo contra el mío, sentí su verga como palpitaba y sus venas engrosaban dándome la sensación de que iban a reventar. Aflojé todo lo que pude mis músculos anales y entonces dando una tremenda arremetida, se desbordó en un torrente de semen.

¡Que cantidad tan exagerada de esperma me inyectó!. Parecía que su potente eyaculación no tenía fin. Sentía como los chorros de rica leche se proyectaban en mis intestinos como si fuera una manguera de alta presión. Solo emitió un grito. Se quedó quieto con su verga aun a su máxima extensión, saboreando y disfrutando la hermosa cogida que me había dado. Yo estaba casi inconsciente pues había tenido un orgasmo y cuando sentí sus chorros de semen tuve uno mas que quedé seca.

Su divina verga, casi sin perder su dureza, aun estaba bien clavada entre mis nalgas. Recobrando un poco la conciencia me di cuenta que masajeaba mis glúteos, como si no quisiera perder su posesión. Por instinto apreté mi esfínter pues sentía que la tremenda cantidad de semen que había depositado en el interior, buscaba la salida. Pero interpretó esto como una señal para que siguiera cogiéndome y retomó la marcha, yo no podía creer, pues a pesar de que estaba verdaderamente exhausta, sentir su pene moviéndose en mi interior me hizo reaccionar. Con la exagerada lubricación y la relajación de mi culo, la verga entraba y salía completamente de mi orificio. Esto producía un sonido por demás erótico a la vez que bombeaba aire a mi interior. No podía apretar pues estaba completamente dilatado mi esfínter, así que dejé que hiciera todo el trabajo. Sus manos en mis caderas no permitían que yo hiciera ningún movimiento, él llevaba completamente el ritmo. Una vez más, me la clavó totalmente, a la vez que se venía en otro orgasmo ya no tan abundante, pero esta ves unos segundos antes fue rápidamente a mi boca. Su verga perdió rápidamente su tamaño, el que expulsó torrentes de semen acompañados de aire fue mi culo.

Se tendió, exhausto a mi lado.

Si les gusto espero respuesta a arde-julieta@educ.ar

Julieta 6