Siempre llega 1 primera vez, si hay deseo y playa

El final de verano de se acerca y cada año puedo aprovechar dos o tres días de playa cuando todo el mundo ya ha vuelto al trabajo. Aprovechando que ya hay poca gente, ayer salí a dar un paseo por la mañana que terminó de forma sorprendente, al menos para mí.

El final de verano de se acercaba y el sol dejaba respirar un poco. Yo siempre vuelvo al trabajo a finales de septiembre, soy siempre el último en empezar vacaciones y el último en terminarlas, de manera que siempre puedo aprovechar dos o tres días de playa cuando todo el mundo ya ha vuelto al trabajo. Los apartamentos se quedan muy vacíos en el pueblo y es más fácil aparcar a pocos quilómetros, al lado de la playa. Suelo despertarme temprano y, aprovechando que a esa hora en la playa no hay nadie, ayer salí a dar un paseo por la mañana que terminó de forma increíble.

Me llamo Juan y tengo 46 años, vivo cerca de Barcelona y estoy casado desde hace muchos años con Berta. Llevamos juntos muchos años y no he estado con nadie más desde que Berta y yo nos casamos hace veintitantos años. En alguna ocasión le he planteado medio en broma ir a un lugar de intercambio de parejas o hacer algo un poco fuera de lo común, pero ella siempre se ha negado. En la cama nos lo pasamos en grande y no echo en falta nada, la verdad, pero hace un par de días tuve una experiencia espontánea en la playa que me ha dejado un poco fuera de lugar. Mi mujer y los niños se fueron hace un par de días para empezar en la escuela y yo aproveché para ir a darme uno de los últimos baños del verano. Aparqué en la misma playa de siempre y empecé a caminar sin prisa. Normalmente nos quedamos en la playa larga, la más ancha y grande. Ese día me apetecía andar, me quité la ropa y me quedé en bañador, un slip que nunca me pongo porqué me queda ajustado y mis hijos dicen que es anticuado. A mi me gustan más que los que lleva la gente hoy en día, tan anchos que no se marca las formas del cuerpo. Eso sí que me parece antiguo, pero bueno. Siempre me quitan algunos años porqué tengo un aire juvenil y me cuido, hago deporte y como sano. Tengo buenas piernas y estoy fibrado y en mis tiempos jóvenes, yo había tenido mucho éxito en la playa, con eso de las miraditas, etc. Supongo que para recordarlo, ayer me lo puse de nuevo. Me sentía bien, estaba sólo y no tenia que justificarme ante nadie. El slip era negro y me marcaba bien los glúteos. Por delante era bajo y permitía ver un poco de bello y la forma marcada del pene. Salí de casa a las siete cuando salía el sol. Al llegar a la playa me puse a andar escuchando música y seguí caminando hasta una zona de rocas donde ya no se puede pasar más, y que coincide con el final de la población. Es una cala que queda más reservada y llega poca gente. Es la zona nudista desde hace muchos años, lo se no por haber ido sino por haberlo leído en la prensa local. Tendí la toalla, era muy pronto, debían ser las 7 y media de la mañana. No había nadie y se estaba muy tranquilo. Con la música me quedé dormido al poco rato y cuando desperté había un par de parejas a unos metros. Me pareció raro que hibiese gente tan temprano. Los saludé con la mano y para despejarme me fui a dar un chapuzón. El agua estaba calmada y fresca pero no fría. Al salir me di cuenta que los cuatro estaban jugando a las cartas e iban desnudos. Una de las chicas me saludó con la mano y me preguntó que si quería una cerveza. Respondí que por qué no y me acerqué a ellos. Me presenté y les di la mano a todos: Albert y su novia Rosa y Pau y su mujer Eva. Habían salido de noche y en lugar de ir al hotel, prefirieron terminar la fiesta disfrutando de la playa a primera hora, antes de ir a descansar. Me invitaron a una birra y esperé a que acabaran la ronda. Me di cuenta que jugaban en serio cuando al terminar la ronda al cabo de 5 minutos, Eva -la chicha que me había invitado- ganó y pidió como premio que ya que yo estaba con bañador, me lo quitase para ir todos iguales. Llevaban unas cuantas copas, era obvio. La verdad que en otra ocasión me hubiera cortado pero estando solos, no me lo pensé dos veces y me quité el bañador. Tenía la polla bien tranquila y me la toqué un poco como para dejarla más libre. Todos rieron. -No te preocupes, Juan, me dijo Albert, no hace falta presumir. -No, si no es por presumir, dije sonriendo, pero es que con el bañador se me quedó pegada Todos reímos y continuamos jugando. La verdad es que parecía un juego bastante adolescente y me recordó a tonterías que hacíamos de jóvenes con nuestro grup de amigos. Quien ganaba hacía una pregunta un poco picante y los demás respondíamos. Pau ganó la última mano y como trofeo pidió que todos compartiéramos aluna fantasía sexual. Todos me miraron directamente a mi y me puse un poco colorado pero me tiré a la piscina. -La verdad es que he pedido a mi mujer un par de veces ir a un club de intercambio. ¿Eso sirve? -Pues claro, sí, respondieron todos -Pues eso -añadí-.. -No hombre, dijo Pau, queremos saber más detalles. Venga... -No sé, la verdad, no lo tengo muy elaborado. Supongo que lo que he visto en el porno, eso de llegar a un club y ir a ese espacio donde hay muchas parejas a la vez, me da morbo. Todos a la vez, sin tabús ni prisa, en ese ambiente permisivo. Mientras lo explicaba se me puso morcillona y por acto reflejo intenté taparme juntando las piernas. Albert se percató y dijo que no pasaba nada, que era natural y no tenía que esconderlo. - A mi también se me ha puesto alegre -dijo, mostrando su pene erecto, sin ningún tapujo. Rosa, su novia, le cogió el pene e imitó el movimiento de una paja, de forma que creció incluso más y todos reímos. Me pareció estar viviendo yo mismo una película, en ese ambiente tan desinhibido y simpático. Siguió Eva, quien dijo que tenía la fantasía de follar en su oficina, que viniese un jefazo y la empotrara en el despacho encima de la mesa por sorpresa. Rosa compartió que a ella le gustaría follar con una pareja de raza negra brasileña, ser su juguete sexual durante todo un fin de semana y dio detalles de cómo se lo imaginaba. Finalmente Albert dijo que eso él ya lo había hecho, ser el juguete sexual de una pareja. Sólo yo me extrañé, los demás sólo pidieron detalles. Él nos contó que durante el servicio miliar, se hospedó durante un año en una habitación que un matrimonio le alquiló en Cartagena los fines de semana y que un día la mujer se le insinuó y follaron en la ducha, y que otro día pilló por sorpresa al marido viendo porno en el comedor y terminaron los dos pajeándose. Poco a poco y de forma natural, él terminó teniendo sexo con los dos por separado o juntos y cada fin de semana era una fiesta. Me sorprendió con que naturalidad hablaban todos del sexo y de sus experiencias bisexuales. Después compartió su fantasía: ir con su pareja a un masaje tailandés y follar con el masajista. -Bueno, dijo Pau. Me doy por satisfecho. Todos habéis compartido vuestra fantasía! -Bueno, no se si por satisfecho, dijo Rosa -señalando la polla de Pau, totalmente erecta- A lo mejor podemos hacer algo para satisfacerte un poco más. En un momento, y sin esperármelo, eso se convirtió en un volcán. Las dos parejas se pusieron manos a la obra. Las dos chicas en el suelo y los dos chicos encima. Yo me quedé boquiabierto, sólo miraba y a pesar de que me sentí raramente a gusto, lógicamente me estaba también excitando. Parecía que no fuera la primera vez que veía a dos parejas follar delante mío en la vida real. En poco más de media hora había pasado de estar tranquilo frente al mar a estar a estar viendo esta secuencia de película deltante mío. En unos segundos, fue Albert quien antes de empezar a comerle el coño a su novia, me invitó a unirme a ellos. Sin dudar, me puse a sobarle las tetas y a besarla. Estuve un buen rato y terminé totalmente estirado en la toalla gigante. Le pasaba la lengua por esos pezones inmensos y tersos y esos labios rosados e introducía mis cuatro dedos de forma acompasada. Pasados unos minutos noté como alguien me empezó a masturbar. Di por echo que era Rosa pero al girarme me di cuenta que era Pau. Quedé mudo y srorpendido pero, ante su buen hacer, me dejé llevar. Estaba en el cielo, comiendo un coño, con las dos manos en los pechos suaves y me estaban comiendo el rabo a la vez. Al rato fue Eva quien se puso de pie y ofreció su coño a Rosa, que empezó a chuparlo mientras era cabalgada por su novio. Finalmente los cuatro terminaron follando cada uno con su pareja y diciéndose guarradas para calentarse aún más. Era bestial. Terminaron corriéndose ellas, sacando sus pollas de sus novias ellos y como colofón- supongo que para incluirme a mi- nos pusimos los tres chicos a pajearnos juntos delante de ellas hasta que nos corrimos.. Eran sólo las 8 y media y acababa de tener una experiencia que jamás no hubiese ni imaginado vivir. Me invitaron a irme con ellos al hotel, donde dormimos y por la tarde nos bañamos en la piscina. Estábamos en la gloria. Finalmente Albert y Rosa subieron a cambiarse y allí mismo nos despedimos. Era la última noche que estaban en la ciudad y tenían una mesa en un restaurante en el puerto martítimo. Nos intercambiamos los números de teléfono por si alguna vez iba a Sevilla, donde vivían. Eva y Pau habían subido antes a descansar. Subí a despedirme de ellos en la habitación y recoger mi ropa para cambiarme. Estaban a punto de entrar en la ducha. -De verdad que te queda bien este bañador dijo Eva. ¿Verdad, Pau? - y se quitó el albornoz mientras entraba al baño. -Yo prefiero lo que hay debajo, dijo Pau, mientras venía por detras y me cogió por la cintura junto a él. Empezó a besarme la espalda y noté como su polla presionaba mi bañador. Poco a poco fue bajando mi bañador por detrás y con las dos manos separó mis nalgas para de nuevo comerme el culo. La despedida fue apoteósica. Eva salió del baño y se agachó para hacerme una espectacular mamada mientras su marido me comía el culo y jugaba con su lengua. Al rato, cuando vieron que estaba a punto de correrme, se pusieron los dos delante para que los duchase con el esperma. Y después fui yo quien les comí el rabo y el coño por turnos hasta que los dos hicieron lo mismo conmigo. Incluso me atreví a limpiar lentamente todo el semen con mi lengua mientras nos besábamos los tres, cosa que siempre me había dado repelús cuando lo veía en el porno. Allí descubrí que a veces nos disgusta algo cuando lo vemos por pantalla pero que después, cuando lo vemos in situ, nos sale de forma espontánea. Nada como estar abierto a lo que nos depara la playa y el deseo. ¿Qué os parece? Juan cuttbcn@gmail.com