Sicarius: Mucho para mí
Este trabajador del crimen sabe también disfrutar.
Entrar de matón al servicio Fabricio Monteleoni era algo parecido a los contratos supermillonarios del fútbol. Si la Hermandad o el Sindicato del Crimen querían contar con el más eficaz y limpio de los aniquiladores algo sustancioso habían de ofrecer a cambio. ¡Sustancioso! Esa era la palabra.
Mantuve una entrevista con su segundo, ya sabéis, su mano derecha, el "director técnico" digamos. Intenté disimular cuál era mi debilidad y fuimos directamente a la parte económica, que era importante pero no definitiva. Quería sobre todo un trabajo claro y preciso, sin fisuras contractuales, quería tiempo, no injerencias, autonomía, poder de decisión, porcentajes y poco más.
¿Y de mujeres qué me dice Giulianni? pregunté.
Los hombres de nuestra famiglia no echan de menos la compañía de una hembra respondió.
Hembras aclaré-, hembras.
Comprendo asintió Giuliani, que cumpliría la orden del capo de contratarme a toda costa.
Me gustaría firmar el acuerdo celebrando una fiestecita.
¿Algo en particular?
Tres o cuatro chicas generosas en sus formas, nada de escuálidas, ¿comprende?
-Perfectamente. Esta tarde las tendrá aquí cerró aquel negociante firme y sabedor de lo que era tener satisfecho a un trabajador.
Como no podía ser de otro modo, cumplió con su palabra y tres horas más tarde llegaron las cuatro chicas. Eran tal y como yo las había requerido y sabían perfectamente cuál era la tarea que debían desempeñar. Pero no había prisa, teníamos todo un fin de semana por delante.