Si o no.
Las dudas
Ya anochecia, yo allí en mi oficina, en la empresa del padre de la que en breves días sería mi mujer, mi teléfono sono. Era Yiyi, mi amiga de correrías de no hacía mucho tiempo.
- Hola puta, que pasa? Desde que te has vuelto hombre, no quieres saber nada de las amigas.
Yiyi era así, decía lo que pensaba sin tapujos, no pensaba en consecuencias, era auténtica.
Joder, Yiyi, como no me voy a acordar de ti, serás mi mejor amigo siempre.....
Hey, alto, que tu te consideres ahora un machito, no te da derecho a meterme a mi en el mismo saco. Supongo que te arrepientes de haber sido una locaza hasta casi prácticamente ayer, pero claro ahora eres el Sr. Juan, ya no eres Joana, la mariquita travestida con la que yo y sus amigas conquistaban el mundo tranx. De verdad te crees que eres un hombre? Te aseguro que en menos de un año, estarás arrepentida de lo que vas a hacer, y me llamaras llorando, diciéndome que eres una mariquita loca con aspiraciones de ser mujer....
Yiyi, he cambiado, quiero a mi novia, mi vida ya es otra.... Me gustaría que cambiará tu actitud hacia mi. Y sigo insistiendo que me haría muy feliz que todo el grupo asistierais a mi boda.
Pero podemos ir como somos, de chicas?
—Ya lo hemos hablado, tendréis que ir de chicos, es lo que sois.
—No te reconozco Joana, que tu me digas eso, te recuerdo querida, que a parte de amigas, somos lo único que tienes, ni familia, ni nadie más, y que encima nos quieras ocultar, no hace que no existamos. Pero bueno, tu sabrás... Las chicas y yo estaremos esta noche en Cambal, nos gustaría ver a Joana, si es Juan el que va a venir, mejor que se quede en su casa jugando a ser un hombre, un beso querida.
No pude responder, me colgó. Vi la hora y decidí, dar mi jornada por terminada. Mi teléfono volvió a sonar, era mi novia esta vez.
—Juan, cariño, al final me voy a quedar aquí en la finca con mis padres a pasar el fin de semana, volveré el lunes, te importa?
—No cielo, como me va a importar, además el fin de semana que viene, ya serás mía, todos los días, disfruta tus últimos días de soltería.
—Eres un cielo, el mejor hombre que he conocido, te quiero.
—Yo también te quiero.
Intercambiamos algo más de conversación, hablando de nuestro próximo enlace y nos despedimos.
Al salir a la calle, vi que aunque ya anochecia, el calor era intenso, decidí ir dando un paseo hasta mi piso, no tenía ningún plan. Mi novia no estaba y mis amig@s, no querían saber nada de mi yo actual. A Lola, mi novia, la había conocido un año antes, cuando me entrevistó para el puesto que tenía actualmente en la empresa de su familia, por supuesto yo no la conté, que era una CD casi a tiempo completo, y que para la entrevista me había vestido de hombre, y que salía con chicas como yo, todas las noches, tampoco le pude contar, que hacía tiempo que había perdido la cuenta, de cuantos hombres me había tirado. Nos caímos bien de inmediato, Lola, era un mujer grandisima, de más de 1,80 de estatura, ancha de caderas, con grandes pechos, un culo enorme, no era especialmente guapa, pero su sonrisa hipnotizaba. También era muy dominante, y había algo en ella que me atraía, tal vez la veía como un referente protector, si ella estaba conmigo, nada me podría pasar. Yo era 10cm más bajito que ella, y extremadamente delgado. Cuando llevábamos 2 meses de novios, hicimos el amor por primera vez, por iniciativa de ella, para mí estaba resultando traumatico, pero cuando tomo ella el mando de la situación aquello cambió, fue dominante y enérgica, y lo que no conseguí hacerla gozar con mi patética poyita lo hice con mi lengua siguiendo sus instrucciones. Nuestra vida sexual era así, yo devoraba su coño, hasta hacerla correr, y después ella hacía que la metiera mi colita, y expulsará dentro de ella mi insípido semen. Yo me conformaba con eso y ella al parecer también. Yo que había tenido, noches y días de desenfreno totales con hombres de todas las condiciones, con uno, con dos a la vez y creía recordar que mi máximo habían sido cuatro al mismo tiempo. Ahora era un novio atento, dispuesto a crear una familia, y a dirigir en el futuro la empresa familiar.
Llegue a mi piso, y fui soltando todas mis prendas por el suelo, quería ducharme y desprenderme de aquel calor tan pegajoso. Puse el agua casi fría, y comenze e enjabonarne. Mi cuerpo no tenía ni un solo vello, tantas depilaciones láser, habían tenido éxito, mis aureolas y pezones eran exageradamente grandes para ser un hombre, mis pechos también tenían algo más de tamaño, todo era debido a aquellas hormonas de progesterona que comenze a tomar para transformarme y que luego deseche, mi culo era alto y duro, y aún a pesar de mi pequeña altura, mis piernas eran largas, y ni un solo hueso asomaba en ellas, recordaba que un amante que tuve, decía que muchas mujeres envidiarian mis piernas.
Me entretuve mucho lavando mi ano, tal vez por la costumbre que tenía de tenerlo siempre dispuesto para la guerra. Hacía más de un año, que nada entraba por él, pero se estímulo rápidamente con mis dedos, y sin querer, allí los sumergia yo, recordando antiguas batallas.
Decidí no secarme. Hidrate bien toda mi piel, como hacia, tiempos atrás. En mi rostro no había ni un ápice de barba, recogí mi pelo rubio en una coleta, y decidí no vestirme, estaba solo, nadie podría verme. Rebusque en el congelador, y saque una pizza, un rato en el horno y podría cenar. Recogí mi ropa, la interior y la camisa junto con los calcetines fueron al cesto, el traje, ese de hombre, iba en el armario, lo puse en su percha y al colgarlo intente no mirar detrás del resto de trajes, allí estaba aquella maleta, roja, inmensa. En su interior, había prendas delicadas, preciosas, sexys, eroticas, maquillajes, pintalabios, sombras de ojos, aquellos zapatos de tacon de aguja que me encantaban, altísimos, brillantes, solo los había usado una vez, también estaba aquella gargantilla de perlas, que tanto me gustaba, fue un regalo, de un señor mayor que fue mi amante por un tiempo.
Cerré el armario, y calle aquella voz, que me decía que cogiera la maleta y la abriera. Lo que tenía que hacer, era tirarla ya. Me casaba la semana que viene y aquello no estaba bien que lo tuviera un hombre en su casa. Sono el horno, fui a por la pizza y me serví una generosa copa de vino tinto. Buscaba en la tv, algo que me hiciera evadirme de las cosas que pensaba, pues justo fui a encontrar una película antigua que llevaba mucho sin ver, Madame Buterflay, la historia de un diplomático y una espía tranx, yo había llorado con esa película, y el mando de TV, no me obedecía cuando quería cambiar, lo juro. Traje la botella de vino y me serví otra generosa ración. Me acomode en el sofá, y volví a comtemplarme, realmente mi cuerpo era muy poco masculino, si escondía mi glande entre mis muslos, parecía el cuerpo de una mujer, con poco pecho, pero con muchas curvas. Maldita sea, la maleta me volvía a llamar, tenía que ignorarla. Eran las 11 de la noche, mi vida había comenzado muchas veces a esas horas, Yiyi o alguna de las chicas me llamaban y me arreglaba como una verdadera puta para salir de caza. Pero no, mi vida ya no era esa, ahora era un hombre. La película acabó, y con ella la segunda botella de vino, estaba como en una nube, a la pizza solo la faltaba una pequeña porción, estaba borracha, ya hablaba de mi en femenino, como estaba la maleta encima de la cama y abierta? Me mire en el espejo del tocador y vi que ya estaba maquillada, mi pelo suelto, peinado hacia atrás, mi melena descansaba en mis hombros, ufff que dilema, para acostarme debía de tocar la maleta, que bonito body negro asomaba en el exterior, jamás lo había estrenado, el relleno en sus copas me hacía un pecho muy bonito, y el vestido blanco de licra supercortito, que dejaba mis hombros al aire, me daba aspecto de mujer fatal. Bueno, me pondría aquellas medias de red, y los zapatos, pero solo un rato.
Ufff, estaba impresionante, podría ir un rato a Cambal, tomar algo con mis amigas, bailar un rato y al volver, tirar la maleta y romper con todo esto. No tarde 2 minutos en estar en la calle y coger un taxi. Le indique la dirección y vi por el retrovisor como sonreía, a pesar de ser mayor, vi que era un hombre atractivo, y yo le debi de gustar también, porque sus miradas hacia mi se volvían más incisivas, también colabore, he de decirlo, al abrir todo lo que pude mis piernas y mostrarle que no llevaba bragitas. Lástima que llegamos pronto a la puerta de la disco, sino hubiéramos terminado en cualquier callejón, yo subida encima de él y su pene en el interior de mi culito.
Había muchísima gente por entrar en la Disco, pero es ser clienta de tantos años, hizo que el jefe de porteros, me llamará y me hiciera entrar para cabreo de la gente que quería entrar desde hacía rato.
Vi al momento a Yiyi y a las chicas, desmelenadas en la pista, bailando como si las fuera la vida en ello. Tenían moscones a su alrededor, pero ninguno de ellos tenían clase para acercarse a ellas, nuestra regla era ser selectas y no irte con cualquiera, desperdertarte borracha y follada por un tío horrendo estaba prohibido. Aunque muchas veces ocurría, había que ser sincera. El alcohol y las luces de una discoteca, distorsionan mucho la verdad..
Las chicas me abrazaron con muchísimo cariño, nos comíamos de amor. Yiyi lloraba, y me decía lo putisima que me había vestido y que nunca sería un hombre. Le conté mi plan, era mi última vez, esa noche lo tiraría todo. Ella se reía a carcajadas, no llevaba ni una hora allí y ya me había tomado 3 copas, su efecto más el vino, me tenían en una nube. Yiyi me dijo que fuera con ella al baño, pero no sé cómo, desaparecio de mi lado. Aún así fui al baño, e inspeccione pero en el de las nenas no estaba. Al salir, e incorporarme a la oscuridad, tropeze con un hombre algo más alto que yo, con tripita y poco pelo, me ayudo para no caer, y vi unos preciosos ojos celestes, mi color preferido.
—Gracias, si no es por ti me mato. Soy Joana.
—Soy Luis, que casualidad, me deslumbraste cuando te vi entrar en la Disco, luego bailando con tus amigas y ahora de cerca veo que eres guapísima.
Me sonreí, y le dije que estaba buscando a una amiga, Luis me dijo que había visto a Yiyi entrar en el baño de chicos de la mano de un señor. Oh Yiyi, por lo menos usa condon, pensé.
Luis, me invito a otra copa, y me propuso charlar con el en un pequeño reservado enfrente de los baños y así esperar a Yiyi. Acepte y allí estuvimos hablando de él, de mi, de Yiyi, y no se como surgió, pero hablamos de Lola.
—Pues no te veo como hombre, íntegro, pulcro y casado. Al contrario, veo a una mujer, bella, delicada y con grandes cualidades para hacer el amor.
—No, Luis, esto que ves, desaparecerá en unas horas, dejaré de ser Joana y volveré a ser Juan. Y todo este envoltorio irá a la basura. Nunca más.
—Entonces, no vas a rematar hoy como mujer, mira que lo echaras de menos pronto.
—Me estás proponiendo algo Luis?
—Pues me gustaría, que ya que vas a romper hoy con esta magia, ser yo el último hombre que te haga el amor.
No sé si fue, el alcohol, la situación, sus ojos celestes, o mi verdadero yo, pero al momento estaba con mi boca abierta y la lengua de Luis recorría todo su interior. Me invito a ir a su casa y no lo dude un instante. Al levantarnos abrazados como dos enamorados, vi a Yiyi, salía del baño, acompañada por el jefe de los porteros, estaba completamente despeinada, la follada que la habían dado había sido importante. Con su mirada me lo dijo todo, eres lo que eres. Me despedí de ella con mi mano, y deje que Luis tirara de mi, abrazándome por la cintura.
Fuimos a su casa caminando, vivía muy cerca de la disco, por el camino nos comimos a besos, yo iba encantada, volver a sentir las manos de un hombre recorriendo mi cuerpo, me lleva a la felicidad absoluta. Y que mis manos tocarán, ese instrumento de carne y musculo, duro, grande, hacia que mi alma rebosara de felicidad.
Al cruzar el umbral de su apartamento, le rogué, le suplique, quería que me la metiera ya, no podía esperar más. Luis no dudo, saco ese rabo de considerables proporciones y lo introdujo de un solo golpe en mi ano. El dolor se fundió, con el placer, en ese mismo instante tuve mi primer orgasmo, grite, chille, gemi, le pedí más, mi lado más puta y sumisa salió de mi. Me arrodille, introduje aquel aparato en mi boca y lo chupe, con ansia, sabía a semen, sabía a mi, todo daba igual, quería que llegara al fondo. Una vez que conseguí que Luis se corriera, lo tomamos con más calma. Tomamos una copa, recompuse mi maquillaje, ajuste mi ropa, e intente volver a ser coherente, debía de irme, pero la forma de hablarme Luis, sus caricias, sus besos y sus ojos celestes, me forzaron a estar más con él. Esa noche Luis me hizo el amor infinidad de veces. Nos despertamos a mediodía, preparamos algo de comer, e hizimos más veces el amor. Decidí irme al día siguiente cuando amanecierá. Amaneció, Luis dormía, decidí hacerle la última mamada, se despertó y volvió a penetrarme. Me rogó que pasara el día con él, accedí. Le exprimi, todo su jugo. Debía de irme, le bese, me despedí, en la puerta, hice una llamada.
—Lola, tengo que hablar contigo....
Cerré la puerta, me desnude, y me arroje a los brazos de Luis.....