Si, mi capi...

Un capitán de la Fuerza Aérea le inculca disciplina a una civil, que en verdad lo necesita... (relato spank, nick nalguitas)

alv790@hotmail.com CASA DE LOS AZOTES

TODORELATOS

EDO SPK

YAHOOGRUPONALGADAS

" SI, MI CAPI ... "

En aquel tiempo trabajaba yo en una institución militar, específicamente en la Fuerza Aérea. Un tío había dado fe de mi conducta y tras los exámenes médicos de rigor, más la correspondiente certificación de los antecedentes familiares , fui aceptada como un administrativo mas del sistema.

Adentro todo era órdenes, "atención" "si, mi...." eran las frases mas comunes. Los civiles estabamos un tanto alejados de esto, sin embargo había que cumplir con la tediosa rutina de "la cuenta", una especie de revista al iniciar la jornada. Otras exigencias menos desagradables pero no por ello simpáticas eran las de asistir a reuniones de carácter social consideradas como parte del servicio, así como mantener una sonrisa y presentación impecables a toda hora.

Definitivamente yo no estaba hecha para eso, mi inherente rebeldía afloraba por cada poro minuto a minuto, de nueve a cinco...

Nadie parecía notarlo, salvo un teniente, que desde que llegó a la base me tiraba indirectas acerca de alguna mancha de sopa en la blusa, haber llegado tarde a la cuenta. Se puso peor cuando pusieron a su cargo la jefatura de mi departamento. A esas alturas yo podía percibir perfectamente cómo controlaba mi horario, mis deberes, mi aspecto desaliñado.

Llegó la temporada de evaluación, cada funcionario se hacía una revisión de salud preventiva, se le consideraban las amonestaciones acumuladas en el año, se perfilaba quien permanecía y quien sería despedido. Yo era económicamente sostenida por mis padres, aportando con mi sueldo sólo un mínimo que servía para la crianza de mi hijo, próximo a convertirse en escolar. Me di cuenta de la probabilidad grande de perder el empleo. Para colmo la calificación dependía del ahora capitán (el tenientito había ascendido). Este, con su nuevo rango, incrementó la presión; solía reprenderme por descuidos como dejar la luz encendida al irme o el par de sucesos en que extravié las llaves de la oficina. Más de una vez me dijo

"Usted no tiene la disciplina que corresponde a esta unidad"

Suponía, entonces, que mi situación laboral era irremediable, así que me relajé... un poco más de lo conveniente.

Las severas miradas del capitán, (corrigiendo mi tipeo defectuoso en los informes, las infaltables gotitas de café manchando alguna circular), me causaban una extraña sensación en el estomago. Diría que deseaba experimentar aquello con frecuencia. Me encantaba verle estallar en silencio, buscando las palabras adecuadas para una "señorita", porque doy por cierto que si hubiese sido un cadete a su mando no habría aguantado tanto.

Para mi era todo simple, quedaría cesante "por culpa de ellos", obtendría camita calientita hasta avanzada la mañana, algún pariente me conseguiría cuña para otra pega.

Sin embargo, la sonriente carita de mi niño preguntando por sus útiles para el colegio, que en sólo un mes empezaría, me llevó a la reflexión: mi hijo sufriría debido a que le faltarían aquellas cosas que mis padres se esforzaron por darme. Y resolví hacer el intento de mantener el empleo en la Fuerza Aérea.

Primero conseguí una nota de un colega de mi hermano, recién egresado de medicina, en que afirmaba que yo estaba en perfectas condiciones físicas, aunque sabíamos que por mi vicio del cigarro se verían claras huellas si se me examinaba el pulmón. Empecé a usar ropas holgadas para evitar que se notara el sobrepeso del que había sido advertida al ingresar. Creí que la parte médica estaba lista.

La segunda parte era ablandar al capitán. Aquí debo confesar algo... uno de los motivos que me hizo aceptable el hecho de convivir a diario con militares era la excitación que significaba verlos lucir en sus uniformes tan varoniles. El capitán era un hombre joven, bien parecido ¡y piloto!. En ocasiones me pille soñando con volar un Mirage conducido por él; poco a poco fui tomando conciencia de que el susodicho concordaba perfectamente con algunas de mis fantasías. No sé si decir que me enamoré, pero sí que hacía meses que su figura me provocaba reacciones físicas , algo vergonzosas. Considerando a todos los hombres en el mismo saco actué coqueta y provocativa cuando la ocasión de estar sola con él se presentaba. Parecía no hacerle mella.

El lógico tercer paso sería mejorar mi conducta.. Inicialmente puse empeño en puntualidad, responsabilidad y participación en los eventos sociales. Dí por logrado mi cometido al comprobar que el temible período de evaluación había concluido, y yo permanecía en mi puesto.

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En otoño mi tío llegó sorpresivamente con él a casa, celebrábamos el santo de mi padre e hijo, que coincidía con el suyo. Durante la tarde pude apreciar la cara alegre que no le conocía, su sentido del humor, su faceta civil me era atractiva; me enteré que aún estaba soltero y que su familia era de provincia.

Casi al servir la cena regañé a mi chiquillo, que hacía sus tareas en la mesa del comedor

Eric, ni te atrevas a entregarle ese papel todo cochino a tu profesora. NO quiero ver más tareas sucias ¡ o te daré tus buenas palmadas ¡

Mi madre lo defendió de inmediato. Ellos jamás me amenazaron así.

¡¡ Ni un pelo se te tocó a ti de niña ¡!! – dijo escandalizada

Y bien que te lo mereciste mil veces – acotó con un guiño mi tío, añadiendo en voz baja – una chica buena no necesita que le salven el pellejo en su trabajo.

Comprendí en sus palabras que su amistad con el capitán me mantenía en la Fuerza Aérea todavía. Mi jefe exhibió un picaresco gesto con la palma de su mano, confirmándome la verdad en aquello. Contento de haber pasado la situación a su favor, el pequeño rehizo su labor de forma impecable, le felicité con orgullo de madre.

Esa noche, con una copas de más, bailé abrazada a aquel piloto que volvería a ser mi superior el lunes. Se me escapó el goce que significaba para mí enojarlo, y pareció causarle gracia. Nos dimos fugaces besos en los labios, se despidió con un enigmático "Pórtese bien" al poner en marcha su camioneta.

La semana empezó como de costumbre, aparecí escurriéndome de la cuenta como a las diez de la mañana. A la hora de almuerzo escuche el cuchicheo de las secretarias acerca de la reunión del capitán con gente importante de la institución. Como nunca puse interés en aprender los grados, desconocía específicamente a quien se referían. El caso es que si me retiraba temprano pasaría desapercibido ya que él volvería pasadas las 17 hrs. Estaba invitada a una despedida de soltera de una amiga menor, universitaria, y quería lucir joven como el resto de las muchachas. Supongo que ellas podían faltar a clases sin provocarse mayores complicaciones, en cambio yo...

El martes desperté con resaca ¡ a mediodía ¡. La casa estaba vacía. Recordé que eran las festividades del colegio de Eric, su curso organizó un paseo a la playa, papá y mamá iban de voluntarios para cuidar de aquella montonera de niños. Ningún inconveniente para tramar una excusa y aprovechar mi día libre mandando correos a mis conocidos virtuales. Mi cerebro no estaba muy ocurrente así que marqué la opción "todos los contactos" y escribí:

"Necesito una buena mentira para disculparme por no llegar hoy a la pega. ¡ No les puedo decir que me emborraché en la fiestecita de la Pauli !. Nada que incluya doctores poruqe ya tengo su par de licencias falsas y sería sospechoso"

Varias ideas sonaban bien. Agradecí seleccionando 3 interesante, reenviándolas con el mensaje: "Mañana les diré cuál es la afortunada ganadora jejeje "

Dando las cuatro y media del miércoles me dispuse para regresar a pie. El condominio quedaba cerca, las crujientes hojas en medio del temporal de viento harían culminar una feliz jornada. Algunas compañeras vinieron a darme ánimo para superar el ataque de asma de Eric: la causa de mi inasistencia el día anterior.

¡ Esa contaminación endemoniada ¡

Satisfecha , apagué el computador tras cumplir mi compromiso de felicitar la idea ganadora de Pablo, uno de mis ex – pololos (es un novio que dura corto tiempo).

En el pasillo, mientras buscaba las llaves, distinguí la silueta del capitán marchando hacia mí. Con el índice golpeaba su reloj, faltaba un cuarto para las cinco. Los papeles bajo su brazo derecho me hicieron presumir que traía el informe para ser presentado el viernes. Pestañeé insinuantemente y le susurré

Te lo dejo en el escritorio el jueves ¿ya?

¡¡AY!! Si hubieran visto el fuego furioso en esas pupilas. Instantáneamente me atemoricé, y también me sentí conquistada. Carraspeó midiendo el tono de cada letra.

La espero a las mil setecientos en punto

Me entregó una carta de unas 30 líneas. Calculé que me demoraría lo justo para terminarla, y me pasaría unos minutillos para hacer notar que me quedaba tiempo extra. Mi tío al ver la luz prendida entró a charlar, se ofreció para avisar en casa que yo llegaría más tarde de lo habitual.

Si pues, "coleguita" , la autoridad toma en consideración estas recuperaciones de horario cuando uno desaparece sin pedir permiso por anticipado.

¡Cielos! Mi corazón dio un brinco ¿El capitán le habría preguntado a él por mi ausencia?

A las cinco veintiocho puse el timbre en el documento, agarré mi cartera rumbo a la oficina de mi jefe. En la base sólo quedaban los oficiales de servicio y la guardia. Se me vino a la mente lo dulce que sería retozar con Eric (el capitán) en el pasto, o recorrer los hangares de su mano.

Distraída, algo romántica, le pasé la hoja. Sin emitir sonido la metió en la impresora por el lado blanco. Lápiz rojo en mano procedió a corregir mis típicos defectos al tipear. Me lo alargó enumerando de memoria

Tierra con 3 erres, apellido en minúsculas, coronel con 2 eles, marca de lápiz labial – me sonrojé ligeramente , puesto que el sábado me había declarado que le gustaba el color y sabor "pero no en papel"

Timbre equivocado – concluyó – ahora voltee la página- ordenó.

Con desgano, aburrida de que no me tuteara aprovechando la circunstancia, demoré en leer el primer párrafo, algo sobre sanciones disciplinarias al personal...

De pronto le escuché decir

La afortunada ganadora es: la de Pablo

La frase me era extremadamente familiar. ¡OH, OH! ¡¡¡ Lo olvidé: había puesto su dirección electrónica entre mis contactos el sábado ¡!!!

Eso tenía en mis manos, una copia del correo que yo había enviado pidiendo auxilio para engañarlo.

¡¿Qué hago ahora?! – pensé

Era obvio que él tenía un plan. El rostro reflejaba su disfrute previo.

Código 528.7 artículo 13 respecto a la puntualidad...- era increíble, tenía cada una de las reglas aplicables a mis faltas, y un cuadernillo con estas falta puntualmente detalladas, incluso con fechas correspondientes a su época de teniente.

Estaba atrapada. En sólo esta semana le había hecho el quite a la cuenta, incumplido los horarios y entregado trabajos indignos. Aguardé la sentencia con un nudo en la garganta. Tosió, guardó las "evidencias" en un cajón y se sentó en su silla con rueditas.

¿ Es usted la mamá que le pegaría a su prole por un trabajo mal presentado? ¿Qué haría entonces, frente a todas estas travesuras?

Me descolocó. Yo esperaba un auténtico regaño, un chantaje o hasta un sobre azul fulminante. Sin embargo el apelaba a mi conciencia moral como motivándome a que yo decidiera lo que sucedería.

Por favor Eric, ... capitán, por favor, ... soy mamá soltera... conoces a mi familia... de ahora en adelante seré buena... esteee

¿Qué haría usted?- insistió – son demasiadas maluladas

Su talante era cariñoso, se diría que me acariciaba en cada inflexión de voz. Bajo sus pobladas cejas unos ojos severos me atravesaban, mas sonreía. El que mencionara "travesuras" y "maluladas" para etiquetar mis actos aliviaba en algo mi espíritu. Seguramente entenderán que el comportamiento infantil que me rea propio me hacía razonar generalmente en excusas, más que en soluciones.

No, no lo sé... – contesté – tal vez no ver televisión hasta fin de año... – me mordí los labios, con voz temblorosa arranqué de mi lengua la revelación que me helaba por dentro- lo que merezco ,en verdad, es una tunda

Estoy de acuerdo- replicó calmado, sobándose las manos- a lo hecho pecho

Atónita, fui testigo de el primer apunte en verde, al costado izquierdo de su cuadernillo que estaba fechado miércoles tanto y tanto de mayo de ese año. Era la suma de 3 cifras de 2 dígitos, total 96, acompañada de la terrible expresión: correazos

Como en cámara lenta le observé desatar la hebilla de su cinturón, pasar por la pretina, cimbrarlo y doblarlo por la mitad. Oí el pestillo de la puerta, la obertura 1812 en la radio, las persianas al cerrarse. Era cierto, el capitán iba a castigarme. El chasquido de sus dedos me devolvió a la realidad

¿Acaso quiere que vaya a buscarla?

Se acomodó en la silla giratoria, de un tirón quedé extendida sobre sus rodillas, patalee para zafarme pero no pude. Con su puño izquierdo mantuvo mis brazos en mi espalda, mientras con la derecha desnudaba mis nalgas. Sin preámbulo inició la primera secuencia de correazos. Mis glúteos saltaban al contacto con el cuero, el dolor me era desconocido, gigantesco, ardiente. En la docena clamé pidiendo perdón. Implacable, y continuando con mayor rudeza su paliza a mi trasero , me explicó que podía renunciar el jueves, si era mi voluntad, o atenerme a las consecuencias de la manera en que ahora lo hacía. Significaba que pagaría mediante zurras progresivas todas las anotaciones de su cuadernillo.

Las alternativas son al contado o a crédito- rió- hoy todo lo que resista, ya que no hay nada que me convenza de soltarla ahora que la estoy domando, señorita.

Necesario es aclarar que la determinación de la culpa me había llenado de remordimientos. Eric aplicaba cinturonazos con precisión milimétrica en las blandas carnes.

¡!!PLAS - PLAS – CHAS- CHAS- PLAS!!! – perdí la cuenta, las lágrimas caían tan velozmente como los azotes, me quejaba y retorcía – por Diosito Santo , ¡para! ¡para! ¡pare! – rogué- hijo de p..., por la conchesu... – le insulté

Respiró hondo con su brazo en alto

¿Le agrego eso a su cuota actual o a la semanal?

Descargando con energía una nueva ronda de azotes, me dejó meditar mi destino. Contrita, sinceramente arrepentida, tomé valor para hablar entre gemidos.

Eric... ayyy... de acuerdo...ayyy... de aquí a fin de ayyyy.... semestre... ayyy... arreglas cuentas ayyy con mi culito... ayyyy....Verás que mejoro.... ayyy...Trátame como en tu ayyyy ... santo. Tutéame...ayyyy....No le diré ayyyy a nadie ayy ¿tu tampoco? Ayyyy

¡¡¡POR FIN!!! , es oficialmente secreto. Avisa a tu familia que tienes "lección de disciplina" de lunes a viernes de seis a ocho, y los fines de semana nos juntamos en mi departamento.

Con el rabillo del ojo avisté su cara triunfante

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si deseas que continúe... pues sé "mi capitán", estaré pendiente (nick: nalguitas)