Si las paredes hablaran=

Después de buscar a autores que escriban bien, mejor decidi compartir, en base mi experiencia, las mejores historias que he leido en esta web...

Se ha perdido tanto la buena lectura en este sitio web, la mayoría de los autores llevan al sexo sin una buena historia

El relato que a continuación pondré no es mío pero sin duda uno de mis favoritos… espero y lo disfruten.

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"Si las paredes hablaran"

¿Sabes? Es curioso como el insomnio y las cavilaciones nocturnas te llevan a pensar las cosas más inverosímiles, más extrañas, más interesantes

Supongo que alguna vez has tenido una de esas noches donde no puedes conciliar el sueño; curiosamente en esas horas de vigilia los pensamientos fluyen de manera extraña llevándote a pensar mil cosas. Pues bueno, ese es mi caso; por diversas razones padezco de insomnio desde hace años; y aunque suene raro termine acostumbrándome.

En esta fría noche de luna llena mi mente se perdió en una línea de pensamiento muy particular: "Si las paredes hablaran..." reza el dicho popular; pero si esta frase fuera tomada literalmente ¿Qué clase de cosas podría contarte una pared? Seguramente te enterarías de cosas muy interesantes; desde la historia de la gente que ha habitado entre esas paredes, pasando por sus problemas y hasta sus secretos más íntimos. Pero no hablemos solo de una pared, ¿que tal cuatro paredes? O mejor aun un edificio completo; ¿de que clase de secretos te enterarías? Tal vez lo que debería preguntar es: Si las paredes hablaran ¿qué clase de preguntas les podría hacer? Seria divertido ¿no?

En mi caso, si pudiera preguntarle a una pared, me gustaría enterarme de los secretos mas ocultos, los más oscuros, las historias mas íntimas, los encuentros más ardientes... Al fin y al cabo todos tenemos secretos ¿o no? Lo más curioso es que todos los secretos siempre se relacionan con otros secretos, o alguien comparte ese secreto en mas de una forma... Si las paredes hablaran... En verdad seria divertido...

Por un momento consideré absurda mi idea pero a mi mente vinieron las palabras de un gran hombre que dijo: "algunos ven las cosas como son y se preguntan ¿Por qué?, Yo prefiero ver las cosas como podrían ser y preguntarme ¿por que no?" Así que, siguiendo esta filosofía y creyendo en mi idea me acerque a la pared mas próxima. Estaba tibia, lo que me resulto extraño dado el frío clima; lentamente acerque mi oído a la pared y espere...

Primero el silencio, este resultado me decepciono, y estaba a punto de regresar a mi cama cuando de súbito lo escuche: era un murmullo, un crujido, un sonido sordo, una voz gutural que me llamaba desde las entrañas de la piedra. Mi primera reacción fue el miedo, me aleje del muro de concreto; Dude por un segundo pero la curiosidad pudo mas y nuevamente acerque mi oído y escuche; aquella extraña conjunción de sonidos comenzó a tomar forma, y lentamente se transformo en una voz gutural que parecía salir de la piedra misma. Esa voz parecía haber estado escuchando todas mis cavilaciones nocturnas y había decidido romper el silencio milenario de la piedra para complacer mis deseos. Y esto, fue lo que me contó:

  • 1° Relato –

"Las Cosas No Siempre Son Lo Que Parecen"

Un Acto De Pasión

  • ¿Conoces a ese chico que vive en la planta baja del edificio? – Murmuró la pared – Ese lindo muchachito de ojos miel y cabello rubio; creo que su nombre es Ángel – Tras un breve silencio durante el cual me avoque a recordar al muchacho, el muro continuó su relato - Hace tiempo que alguien lo observa, unos ojos verdes, penetrantes que siempre lo miran; Tu sabes a quien me refiero, a ese chico con cara de pocos amigos, ese tal Gabriel - Por un segundo me ensimisme en mis cavilaciones, al mismo tiempo que recordaba la imagen de Gabriel.

El chico vivía, al igual que Ángel, en la planta baja y era hijo de la encargada del edificio; tendría unos 19 años; era alto, media cerca de 1.90; de piel blanca y cabello corto de color negro azabache; tenia un cuerpo fornido, que junto con su altura le daba una apariencia imponente; Sin embargo lo que mas llamaba la atención de Gabriel eran sus ojos; unos ojos verde brillante que le daban a su mirada una sensación siniestra y a la vez atrayente; similar a la atracción que debe sentir un pequeño animal antes de ser devorado por una majestuosa pantera. Siempre se vestía con ajustados pantalones que marcaban un bulto prominente y un trasero de ensueño; su torso iba cubierto con camisetas o playeras sin mangas; unas enormes botas militares, además de una arracada de plata en su lóbulo izquierdo coronaban aquella apariencia de rebelde que tanto llamaba la atención. En general el chico atraía miradas, sin embargo nunca se le vio con alguna chica ni mostraba interés en nadie; Durante el día solo se le veía vagar por las calles, a veces acompañado de sus hermanos menores, un par de chicos de 17 y 16 años; y en las noches, casi de madrugada, regresaba a su casa, donde solía discutir con sus padres.

En resumen, Gabriel era el prototipo de chico solitario y rebelde al que nada le importaba, o eso parecía. Sin embargo el comentario que había hecho el muro acerca de el me intrigó, ya que no solo había mencionado a Gabriel, si no también a Ángel, su vecino, sabia que se conocían; sin embargo esto no parecía ser la razón por la cual el muro me contaba de esta extraña relación. Intentando descubrir el por que estos dos tenían algo que ver, recordé algo que, al parecer, nadie mas que yo había notado; y esto era que Gabriel mostraba cierta atracción por aquel chico de 16 años. En mas de una ocasión lo descubrí mirándolo discretamente desde las escaleras o espiándolo desde el patio trasero del edificio; esto me pareció extraño en sobremanera, sobre todo por que Gabriel gozaba torturando al muchacho en cada ocasión que lo encontraba de frente, pero cuando nadie mas lo veía se dedicaba a observarlo de una manera casi obsesiva

  • Seguramente estas pensando en que tienen que ver estos dos ¿Cierto? – Susurró la pared interrumpiendo mis pensamientos – Permíteme continuar y te darás cuenta de que las cosas no siempre son lo que parecen – Guardé silencio y el muro continuó - Todo ocurrió hace unos días, aunque ciertamente esta relación nació hace mucho tiempo atrás… esto te lo explicare después – Agregó el muro en tono enigmático.

Hace unos días Ángel estaba en el patio trasero del edificio lavando su ropa. El chico estaba ensimismado, mientras que escuchaba, a todo volumen, el radio; era tal su abstracción del mundo exterior que comenzó a cantar y bailar. Después de dar una pirueta se dio cuenta que Gabriel estaba tras el observándolo desde hacia rato

  • ¡Huy! me salió artista la niña, Te voy a meter a la academia – Dijo Gabriel burlándose

  • ¡Gabriel! Yo este... – Balbuceó Ángel mientras el color se le subía al rostro

  • ¿Qué? ¿Ya estas aprendiendo a lavar tus calzones? – Agregó Gabriel mientras acercaba al lavadero y levantaba despectivamente la ropa que Ángel lavaba, -unos boxers- un ataque de risa amenazó con escapar de los labios de Gabriel

  • ¿Y a ti que te importa lo que yo lave? – Respondió Ángel molesto, mientras le arrebataba los boxers a Gabriel

  • ¡Ay dios! el mariquita me va a rasguñar

  • ¡Ya cállate y déjame en paz! – Gritó Ángel y enseguida se dio media vuelta para seguir lavando

  • Te voy a dar otra cosa para que talles – Respondió Gabriel llevándose la mano a la entrepierna

Ángel se volvió para encarar a Gabriel, sin embargo al ver lo que el muchacho hacia no pudo evitar sonrojarse de nuevo

  • Ya quisieras… – Susurró Ángel sin poder dejar de mirar aquel enorme bulto en los apretados pantalones de Gabriel. El muchacho levanto la mirada lentamente y se encontró con los verdes ojos de Gabriel, con esto se recupero de la impresión y exclamó - ¿Sabes que Gabriel? ¡Ya estuvo bueno!, me voy a mi casa, ahí te ves – y de inmediato se enfilo hacia su casa

  • ¡No chiquito! Tu no te vas – Exclamó Gabriel mientras lo tomaba del brazo

  • ¡Suéltame, me lastimas!

  • ¡Ángel, escúchame! Tengo que decirte algo... – Dijo Gabriel suavizando su tono de voz. A Ángel le extraño este súbito cambio de actitud, por lo que se volvió y miro a Gabriel con extrañeza, Ángel se quedo clavado en el suelo, como hipnotizado por los profundos ojos verdes de Gabriel; sin embargo una voz los interrumpió

  • ¡Gabriel! – Era Aldo, uno de los hermanos de Gabriel

  • ¿Qué haces con ese mariquita?

  • ¿¡Que chingados quieres!? – Interrumpió Gabriel molesto - ¿Qué no ves que estoy ocupado?

  • Vente a ver el fut – Respondió Aldo sumiso

  • Al rato voy

  • Pero Wey... Es la final...

  • ¡Si me sigues chingando te voy a partir la madre, cabrón! – Y mientras decía esto soltó a Ángel quien aprovechando el descuido de Gabriel se metió a su casa corriendo

Gabriel contempló impotente como la puerta de la casa de Ángel se cerraba de un portazo. Fúrico, golpeó el muro y enseguida, con la mirada llena de odio se volvió hacia su hermano, quien salió huyendo al ver como Gabriel se dirigía hacia el con no muy buenas intenciones.

Entretanto, Ángel seguía recargado contra la puerta de su casa; estaba asustado, pero no tanto por lo que Gabriel podía hacerle, si no por lo que iba a decirle; de alguna manera esto lo había inquietado mas que cualquier amenaza que le hubiera hecho

  • Ángel podrías... – Ángel brincó asustado ante la súbita petición de su madre - ¡Hijo! ¿Qué te pasa?

  • Nada mamá... Solo me asustaste... – Respondió Ángel mientras recuperaba la compostura - ¿Querías algo?

  • Oye ¿no estaba Gabriel aquí afuera? ¿Ya se fue?

  • Si mamá ¿Por qué?

  • ¡Ay! Es que quería pagarle a su mamá el dinero que le debía – Y volviéndose hacia Ángel preguntó – Oye hijito ¿Podrías llevárselas?

  • ¿Ahorita? – Preguntó Ángel con temor - ¿No puedes ir tu después?

  • No hijo, yo tengo que salir y sabes que después no tengo tiempo, además no quiero tener problemas, así que por favor llévaselas

  • ¡Pero mamá!

  • ¡Ángel escúchame bien! Si regreso y ese dinero no esta en manos de la mamá de Gabriel no te la vas a acabar – Y con esto salió de la casa dejando solo a Ángel

El muchacho miro el dinero y dando un suspiro de resignación lo tomo y se dirigió al departamento de Gabriel esperando que algún milagro lo salvara.

Tan lento como pudo, recorrió los tres metros que separaban la puerta de su casa donde vivían Gabriel y su familia. Cuando por fin llego, se quedo largo rato frente a la puerta, mirándola, reuniendo valor para tocar; por alguna razón se sentía demasiado atemorizado, a tal punto que no se podía mover; Ángel estaba a punto de dar media vuelta e irse, prefería enfrentar la ira de su mamá que a Gabriel, sin embargo en el momento justo en que daba el paso para regresar la puerta se abrió. Ante el estaba Gabriel, con una sonrisa de satisfacción

  • ¡Vaya, vaya! Mira nada mas quien termino en la boca del lobo – Exclamó Gabriel mientras sus ojos brillaban con intensidad

  • Hola... Este yo... mi mamá me pidió que trajera esto y... Ya me voy – Ángel Dio media vuelta, pero Gabriel lo tomo del brazo y lo metió a la casa. Enseguida Ángel vio con horror como la puerta se cerraba tras el – Oye Gabriel me tengo que ir...

  • ¡Nada, nada! Tu te vas a quedar aquí – Exclamó Gabriel

  • Oye ¿y tus hermanos? – Preguntó Ángel mientras buscaba frenéticamente la manera de salir

  • Los mande a la chingada por haberme interrumpido hace rato, así que tu y yo estamos solos – Y mientras Gabriel decía esto se acerco a la puerta y cerro con llave

Ángel estaba aterrorizado, estaba encerrado, solo y a la merced de Gabriel, intento abrir la puerta pero fue inútil; desconsolado miró a Gabriel y con voz suplicante exclamó

  • ¡Por favor Gabo! Déjame salir, me van a regañar, ¡En serio!

  • ¿Quieres la llave? – Preguntó Gabriel burlón, Ángel movió la cabeza afirmativamente – Pues ven a buscarla – Continuó Gabriel mientras metía su pulgar entre el pantalón y su vientre y dejo caer la llave en su ropa interior, una sonrisa sarcástica se dibujó en su rostro mientras daba media vuelta para dirigirse a su cuarto

Los ojos de Ángel se abrieron como platos al imaginar lo que tendría que hacer para obtener la llave; la idea le resulto tan terrible que, dando tropezones contra todo lo que encontró en su camino, corrió hacia la ventana y torpemente intento abrirla

  • No te va a servir de nada – Exclamó Gabriel desde su cuarto, como si adivinara las intenciones de Ángel – Las ventanas están enrejadas ¿Recuerdas? No podrás salir por ahí

Ángel lucia desesperado mientras contemplaba los gruesos barrotes que le impedían salir por cualquiera de las ventanas. Tristemente se dio cuenta de que la única salida que tenia estaba en la entrepierna de Gabriel, por mas que pensó no encontró manera alguna de salir del embrollo en el que estaba metido, así que tomo aire y se dirigió al cuarto de Gabriel. Temblando caminó por el pasillo, desde donde podía escuchar una melodía proveniente del cuarto de su carcelero. Conforme avanzaba por el pasillo Ángel podía sentir el acelerado latido de su corazón, amenazando con estallar. Finalmente se acerco al umbral de la puerta y desde allí recorrió el cuarto con la mirada: la ropa tirada, las revistas, el desorden general y mientras lo hacia se encontró con un lugar extrañamente familiar, por alguna razón el cuarto de Gabriel le parecía demasiado conocido.

Enseguida la mirada de Ángel se posó en la cama; mas específicamente en el cuerpo de Gabriel. El muchacho yacía tendido boca arriba, con los ojos cerrados y las manos debajo de la cabeza; sus enormes botas negras estaban tiradas a un lado de la cama; una de sus piernas estaba flexionada, mientras que con la punta del pie que tenia extendido, llevaba el ritmo de la música que reproducía el estereo. Ángel recorrió con la mirada la anatomía de su captor y no pudo evitar sentir un pinchazo de excitación. Por alguna razón el ver ahí a Gabriel, lo había calentado; tal vez eran los pantalones ajustados, o las formas definidas y firmes que se adivinaban bajo la ropa; quizás era debido a los mechones de oscuro vello que se asomaban en las axilas. Ángel no podía saber por que, pero el conjunto que tenia ante sus ojos: El cuarto y Gabriel, habían encendido en el una vieja y poderosa pasión ya olvidada

  • Tu cuarto se me hace conocido – Susurró Ángel olvidando por un segundo la desesperación que lo había invadido – Creo que alguna vez vine aquí… contigo... pero no recuerdo bien...

  • ¿No recuerdas? – Preguntó Gabriel sin abrir los ojos, pero en su rostro se dibujo un gesto de decepción - ¿Quieres recordar? – Continuó, y esta vez abrió los ojos mostrando un brillo siniestro

  • No se... – Respondió Ángel titubeante, mientras veía con fascinación los verdes ojos de Gabriel, algo en ellos era irresistible, pero Ángel no podía definir que era. Por un lado esos ojos le daban una sensación de peligro, como si algo terrible le fuera pasar; pero al mismo tiempo le transmitían una belleza sensual e incitante que lo obligaba a no moverse, a no huir. A Ángel le costo mucho encontrar las palabras que describieran esos ojos, pero finalmente lo logro; era la belleza del depredador

Gabriel se levanto de la cama y comenzó a avanzar lenta, e inexorablemente, con movimientos ágiles y sensuales, casi felinos; paso a paso se acercaba mas y mas a Ángel y con cada paso el miedo del muchacho aumentaba. Súbitamente, Ángel sintió como si estuviera en uno de esos programas de animales que pasan en la televisión; se sentía como un indefenso y pequeño animal acechado por un inmenso depredador felino; es mas por un segundo casi pudo ver como Gabriel se transformaba en una inmensa pantera negra

  • ¿Sabes que Gabriel? Ya me voy, mi mamá se va a enojar – Exclamó Ángel saliendo de sus fantasías y dando media vuelta intentó escapar, pero Gabriel le cerro el paso y enseguida cerro la puerta del cuarto

  • Angelito... Ya te dije que no te vas a ir a ningún lado, además ¿No querías acordarte de por que mi cuarto te parece tan familiar?

Ángel se armó de valor, y plantándose con firmeza en el suelo respondió:

  • ¡Si!, si quiero – pero enseguida su voz se quebró y continuo titubeante – Tu... ¿me puedes decir?

  • Puedo hacer algo mejor que eso – Respondió Gabriel mientras acorralaba a Ángel contra la pared – Puedo mostrártelo

Ángel cerro los ojos y se preparo para todo, excepto para lo que paso. Primero sintió las pesadas manos de Gabriel en sus hombros, enseguida, las tibias manos se deslizaron por su espalda, lenta y suavemente, para terminar posándose sutilmente sobre su cintura; enseguida Ángel sintió como Gabriel lo apretaba contra su pecho, en un abrazo lleno de ternura y pasión. Ángel abrió los ojos, aun confundido pues nunca pensó que Gabriel fuera a hacer algo así. La situación le trajo un oscuro recuerdo a su memoria, sin embargo era demasiado impreciso y confuso como para poder discernir algo, pero una cosa era segura, el recuerdo era infinitamente agradable.

La dulce remembranza de Ángel ceso de súbito cuando empezó por sentir una ligera incomodidad a la altura del estomago, lentamente Ángel se dio cuenta de que algo largo y duro presionaba contra su abdomen; al abrir los ojos se dio cuenta de que era el pene de Gabriel, erecto y luchando por escapar de sus apretados pantalones. Por un segundo pensó en huir, pero ese oscuro y placentero recuerdo que luchaba por salir a flote lo convenció de quedarse. Ángel levantó la mirada hasta encontrarse con el rostro sonriente de Gabriel, quien lo miraba con una expresión indefinida

  • ¿Ya recordaste? – Susurró Gabriel

  • No se... no estoy seguro... – Respondió Ángel

  • Tranquilo, relájate... déjame ayudarte a recordar ¿si? – Dijo Gabriel mientras pasaba la palma de su mano por los ojos de Ángel para cerrarlos.

La caricia de Gabriel había logrado, de una manera extraña, que Ángel se sintiera seguro y confiado, y no solo eso, sino que con los ojos cerrados sus demás sentidos se agudizaron de una manera increíble; con esta nueva percepción de las cosas se abandonó a las sensaciones y al mismo Gabriel.

Con los sentidos al limite, Ángel sintió como las fuertes manos de Gabriel comenzaban a desabotonar su camisa. Le pareció increíble como manos tan grandes, fuertes y toscas eran capaces de semejante sutileza. Botón a botón, la camisa de Ángel quedo abierta, dejando descubierto un pecho blanco, suave y hermoso; Gabriel contemplo con fascinación aquel bello torso adolescente; Los músculos, sutilmente delineados bajo la piel blanca y lozana; los pezones pequeños y rozados; el dulce aroma de niño que se convierte en hombre; la piel suave y cubierta de un finísimo vello rubio que le daba la apariencia de un durazno. Ángel, escucho como Gabriel soltaba un suspiro de excitación al contemplar tan bella imagen. Enseguida sintió como las toscas manos se posaban por debajo de la camisa y sobre sus hombros; basto un ligero movimiento para que la camisa resbalara por sus brazos dejándolo con el torso desnudo. Acto seguido, Gabriel lo levanto en brazos. Ángel Abrió los ojos asustado, pero el rostro sonriente de Gabriel lo tranquilizo

  • No te preocupes – Susurró sonriente Gabriel – Te voy a llevar a mi cama

Y así lo hizo, con suavidad sentó a Ángel en el borde de la cama, y comenzó a quitarle los zapatos seguidos de los calcetines; Ángel vio con asombro como Gabriel comenzaba a besarle los pies desnudos. El muchacho estaba asombrado; ya no pensaba, solo sentía. Con cada caricia Gabriel había ido despertando un deseo reprimido, un deseo que había sido enterrado mucho tiempo atrás y que Ángel solo había experimentado en forma de sueños. Al mismo tiempo estaba observando a un Gabriel que hasta ese día le resultaba irreconocible; el muchacho rebelde, tosco y maleducado que solo se dedicaba a torturarlo de alguna manera se había convertido en una persona gentil y complaciente.

  • ¿Aun nada? – Preguntó Gabriel mientras se sentaba recargándose en la cabecera de la cama

  • Creo que algo... – Respondió Ángel dubitativo – Esto se parece a un sueño que tengo muy seguido...

  • Un sueño ¿Eh? – Exclamó Gabriel algo decepcionado – Creo que tendré que hacerlo mejor – Y le guiñó un ojo a Ángel – ¿Por que no te acercas?

Ángel se acerco y se sentó entre las piernas de Gabriel, dándole la espalda; al sentir los fuertes brazos de Gabriel rodeándolo se sintió seguro, ya no tenia miedo, de alguna manera todas y cada una de las cosas que le atemorizaban se habían esfumado, ya solo quedaba esa dulce sensación de placer y deseo, justo como en su sueño. Gabriel comenzó a besar el aromático cuello de Ángel; el muchacho se retorció al sentir esos tibios labios sobre su piel. Tras los labios, las manos de Gabriel comenzaron a acariciar el torso desnudo de Ángel, quien no pudo evitar que un suspiro de placer escapara de sus labios; la sensación lo embriagó al mismo tiempo que lo dejaba deseando mas, y así sintió la necesidad cada vez mas apremiante de corresponder esos besos y caricias. Ahora era esclavo de los deseos de su cuerpo, y no se resistió a ellos, al contrario se entrego a ellos y por ende a Gabriel.

Por su parte, Gabriel, se sentía el ser mas feliz del universo, por mucho tiempo había esperado la oportunidad de tener a Ángel así, entre sus brazos. Por eso lo molestaba, por eso lo seguía, por eso lo espiaba, por que lo amaba, por que lo deseaba con todas sus fuerzas y ahora que estaba con el no iba a permitir que escapara de sus brazos. Por un segundo separo sus sedientos labios del cuello de Ángel y miro a ese hermoso niño que tanto había deseado. Sus ojos se pasearon por la dulce anatomía y se regocijaron con cada detalle; el cabello castaño, siempre despeinado y con dulce aroma a Shampoo; los ojos color miel, con esa expresión juguetona; continuó en el torso, donde esa piel suave de durazno marcaba con suavidad los músculos fibrosos y definidos. Con avidez contemplo la imagen y deseó que ese momento no terminara nunca. Finalmente volvió su mirada a los ojos de Ángel y en un suspiro exclamo:

  • ¿Me dejas seguir?

Al escuchar esta pregunta Ángel sintió un escalofrío, y no era por que no deseara que Gabriel siguiera, si no por que podía sentir con claridad que Gabriel estaba tan nervioso como el. La respiración agitada, los brazos temblorosos, la piel fría; incluso podía sentir como el corazón de Gabriel latía incontroladamente. De esta forma Ángel supo que Gabriel estaba tanto o mas asustado que el; esto lo incito aun mas y entregándose al deseo que ya invadía su cuerpo tomo valor y acerco sus finos labios a los de Gabriel besándolo como respuesta. Al principio fue un beso inocente, donde solo juntaron sus labios, pero poco a poco sus bocas se abrieron dando paso a un beso como ninguno de los dos había tenido antes; un beso de pasión pura. Las barreras habían caído, ahora se pertenecían mutuamente, como si siempre hubiera sido así

Mientras el beso seguía, las manos de Ángel se encargaron de despojar de la camiseta a Gabriel dejándolo, al igual que el, con el torso desnudo. A Ángel le resulto increíblemente grato aquel contacto piel a piel, la comunión física que sentía con su antiguo vecino era cada vez mayor; Ángel pensó que las sensaciones que estaba experimentando no podían ser mas intensas, pero pronto se dio cuenta de que tan equivocado estaba.

Gabriel, por su parte, sabia perfectamente lo que hacia; con cada caricia le mostraba a Ángel placeres nunca antes sentidos. Con suavidad recorrió cada milímetro de aquella suave piel, bajando cada vez mas hasta llegar al limite marcado por el pantalón. Con una facilidad que solo da la experiencia, y sin dejar de acariciar y besar a su pequeño amante, comenzó a desabotonar el pantalón y a bajar el cierre.

Ángel dio un respingo al sentir sobre su ropa interior las tibias manos de Gabriel; el muchacho no esperaba esto, nunca nadie había llegado a "profanar" esa zona tan intima, sin embargo el contacto le resulto agradable así que puso sus manos sobre las de Gabriel alentándolo a continuar

Gabriel no se hizo del rogar, al obtener el permiso de Ángel para seguir con las caricias, sus manos se colaron rápidamente dentro de su trusa. Gabriel comenzó a acariciar el miembro de Ángel con una suavidad tal como si fuera a romperlo si no tuviera cuidado. Aquel delicioso toqueteo provoco una rápida erección en Ángel, quien seguía asombrado al contemplar ese lado tan delicado de Gabriel. Sin embargo no tuvo tiempo de meditar mucho en el cambio de actitud, pues ahora experimentaba una serie de sensaciones únicas, e infinitamente agradables: besos, caricias, toques, roces; todas y cada una dirigidas a causarle un estado de hedonismo puro, y el causante de todas ellas era Gabriel.

Gabriel se encargo de dirigir a Ángel por un sendero de placer de proporciones épicas, sin duda sabia lo que hacia y su propósito era que el chico que se retorcía entre sus brazos pasara un momento inigualable; cada pensamiento y acción estaba dirigido a darle placer a Ángel; De igual manera Gabriel gozaba ese contacto, era como si con cada caricia, con cada beso dejara libre esa ansia de amar que lo volvía loco y violento, gozaba estar con el, gozaba hacerlo gozar. Al tiempo que sus grandes manos masturbaban el ahora duro miembro de Ángel, y sus labios lo cubrían de besos; Gabriel se dio cuenta de que había descubierto la fuente del placer eterno: darle placer a alguien mas

Ángel gemía y se agitaba entre los fuertes brazos de Gabriel, el chico estaba maravillado no sabia que tal placer pudiera ser sentido; Rápidamente y como consecuencia del hábil trabajo de las manos de Gabriel, el pene de Ángel comenzó a contraerse, anunciando la llegada del orgasmo; Ángel cerro los ojos buscando experimentar de nuevo ese aumento sensorial que Gabriel había provocado antes, de esta manera el momento de su orgasmo se volvió exquisito, pero insignificantemente corto; hubiera deseado que el momento hubiera durado mas pero la recompensa del placer orgásmico que acompaño su potente eyaculación lo hizo olvidarse del mundo por un segundo. Cuando abrió los ojos nuevamente pudo ver la blanca línea trazada por sus disparos de semen, incrédulo toco el espeso jugo; aquella línea blanquecina plasmada sobre las sabanas de la cama de Gabriel era la prueba fehaciente de que no estaba soñando, de que el placer que sintió no era fantasía. Gabriel interrumpió esta meditación besando nuevamente a Ángel, esta sensación terminó por convencer a Ángel de que esto no era ninguna ilusión onírica, era la realidad mas pura que jamás había experimentado y aun estaba lejos de terminar.

Ya sin dudas en su corazón Ángel se dio la vuelta y fue el, el que comenzó a besar a Gabriel. Sus labios ahora ansiaban ese contacto tan suave, tibio y ardiente, cada beso de esos carnosos y sensuales labios le fundía el alma, marcándola con un sello de pasión que lo obligaba a rendirse ante aquel quien le había enseñado esas sensaciones: Gabriel.

En un principio, Gabriel se sorprendió del súbito cambio en el comportamiento de Ángel, el chico tímido y dulce se había convertido en un ser que solo vivía para buscar placer; y eso a Gabriel le gustaba, si bien es cierto que estaba acostumbrado a ser el quien llevaba el control, le pareció agradable dejarse llevar por su adorable y pequeño vecino

Ángel, Torpe y ansiosamente, beso a Gabriel, primero en los labios, luego en el cuello; poco a poco sus labios recorrieron cada palmo de piel y cada rincón del fornido torso de Gabriel. Sus manos se regocijaron acariciando cada centímetro de aquel lampiño y suave pecho que lo enloquecía. Lamió los erectos pezones y gozo el curioso sabor que tenían; su lengua rodeo y penetró aquel ombligo llenándolo con su tibia saliva; Y como siguiendo un mapa, su lengua siguió la línea de suave y oscuro vello que bajaba desde el obligo de Gabriel, perdiéndose dentro de su ajustado pantalón, como indicando el limite donde, si se atrevía a cruzar, perdería toda oportunidad de volverse atrás. Reflexionando en esto alzo la mirada y contemplo el rostro de Gabriel, el muchacho jadeaba y temblaba con los ojos cerrados; Ángel no supo si era de placer o de miedo. Gabriel, como anticipándose a lo que Ángel pensaba susurro sin abrir los ojos

  • No voy a obligarte a hacer nada que no quieras – hizo una pausa mientras con su mano derecha acariciaba el suave pelo de Ángel – pero en verdad me gustaría que siguieras

Estas palabras disiparon las dudas de Ángel, aquella expresión indefinida que Gabriel tenia plasmada en el rostro era de un placer infinito, y al igual que Ángel había hecho antes, pretendía alargarla e intensificarla cerrando sus ojos, como si no pudiera creer que aquello en verdad estuviera pasando, como si en cualquier momento fuera a despertarse de un dulce sueño. Ángel sonrió satisfecho al saber que podía causarle tal placer a Gabriel y se decidió a seguir.

Con manos temblorosas, Ángel comenzó a desabotonar el pantalón de Gabriel; Lenta y juguetonamente comenzó a bajar el sierre; Ángel no pudo evitar sonreír al contemplar un gesto de desesperación en el rostro de Gabriel, sin darse cuenta su nerviosismo no había hecho mas que acrecentar el deseo de Gabriel a un punto indecible. Finalmente Ángel tomo el pantalón y lo deslizo suavemente hacia abajo, descubriendo unos ajustados boxers que poco podían hacer para contener un bulto de proporciones colosales. El aroma de aquel pene era delicioso, olía a masculinidad, a deseo, a placer; Ángel se embriago de estas fragancias mientras se relamía los labios imaginando a que sabría aquel tibio manjar. Sin mas preámbulos metió su mano dentro de la ajustada prenda y extrajo un firme y blanco miembro de unos 19 cms de longitud, no muy grueso y surcado por delgadas venas azules; maravillado se detuvo un segundo en la contemplación de aquel pene, la vista le parecía casi gloriosa esto acrecentó aun mas, si se podía, su deseo y sacando la lengua toco suavemente la punta de la enrojecida cabeza

Gabriel soltó un gemido de satisfacción al sentir ese primer húmedo y tibio contacto, era poco, si, pero infinitamente agradable. Todas las caricias que Ángel le había brindado como preludio lo habían llevado a un éxtasis sin igual, casi le parecía imposible contenerse, pero no iba a permitir que ese tan ansiado momento terminara tan pronto; Reunió toda su voluntad y logró controlarse solo para flaquear segundos después, al sentir como la golosa e inexperta boca de Ángel intentaba devorar aquel pedazo de carne. Gabriel no pudo evitar abrir los ojos, y la visión que contemplo lo maravillo: ahí estaba Ángel, su vecino, aquel chiquillo que conocía desde hacia años, con los pantalones a la mitad de las piernas, hincado frente a el, devorando su erecto miembro y en su dulce rostro la expresión de gozo mas bella que Gabriel hubiera visto jamás. Para desgracia de Gabriel la gloriosa vista duro poco, pues al sentir como la caliente boca de Ángel comenzaba a succionar y mamar su miembro le fue imposible mantener los ojos abiertos; de su boca escaparon gemidos descontrolados. Aquella inexperta boquita le estaba brindando una mamada como nadie mas se la había dado antes.

Ángel también estaba gozando como nunca; el pene de Gabriel resulto ser un manjar digno de los dioses; Aquella verga sabia a placer, a hombre, a sexo. De igual manera se sorprendió al notar que su boca se movía con una naturalidad increíble, era como si siempre hubiera mamado aquella verga de exquisito sabor: la mordía, la chupaba, la lamía, la hacia entrar y salir de su boca, casi podía adivinar los pliegues, dimensiones y longitudes de cada vena, de cada pedazo de piel y de carne. Sus labios, su lengua y sus dientes parecían entrenados para chupar el pene de Gabriel. Pero lo mas increíble de todo es que el estaba gozándolo tanto o mas que Gabriel. Ángel nunca imagino que mamar una verga fuera tan exquisito; cuando veía a una actriz en alguna película porno, deshacerse de placer al llevarse un pene a la boca y chuparlo hasta hacerlo eyacular le parecía tan falso. ¡Que equivocado estaba! El sabor, el aroma, la sensación de unión, la visión de Gabriel gozando formaban un erótico cocktail que enervaba sus sentidos como si se tratase del mas intenso orgasmo. Este "placer sensorial" que Ángel experimento lo llevo a mover su boca cada vez mas rápido. Para Gabriel esto resulto demasiado, la boca de Ángel había logrado subirlo a una montaña rusa de placer que culmino con un gran orgasmo acompañado de una abundante explosión de semen que Ángel intento beber pero fue incapaz de manejar semejante cantidad de crema masculina; como resultado su rostro, pecho y parte de la cama terminaron cubiertos por el esperma de Gabriel.

Cuando Gabriel se recupero de la explosión orgásmica abrió los ojos y contemplo la mas bella imagen que jamás hubiera imaginado: Ángel, con el rostro bañado de su semen. El chico aun tenia los ojos cerrados; su lengua, rosada y juguetona, lamía los restos de semen que lograba alcanzar; sus mejillas estaban encendidas; todo esto coronado por una inigualable expresión de satisfacción cubierta en barniz blanco. Era demasiado; Nunca en su vida Gabriel había sentido tal placer, y no era solo la satisfacción sexual, no, era el amor que sentía por Ángel lo que lo hacia tan exquisito; en ese momento se dio cuenta de que estaba temblando de placer y felicidad. Gabriel se desplomo sobre sus temblorosas piernas mientras seguía embelesado con la imagen de Gabriel bebiéndose su esperma

Ángel aun no podía reaccionar, sus sentidos estaban al limite, se encontraba sobre estimulado de placer. Apenas podía controlar el torrente de gloriosas sensaciones que había experimentado en tan poco tiempo. Su lengua degustaba el mas fino de los fluidos corporales; contrario a lo que imagino, el semen de Gabriel resulto ardiente, dulce y embriagante; de olor robusto y rico y de una textura como la seda; o al menos así lo sentía Ángel, quien seguía a gatas, con los ojos cerrados intentando alargar aquel momento tanto como podía. Debido a esto, el súbito contacto de los tibios labios de Gabriel sobre su rostro cubierto de semen, lo tomo por sorpresa. Ángel abrió nuevamente sus ojos y se entrego a las caricias de Gabriel.

Beso a beso, Gabriel fue limpiando el rostro de Ángel de su propia leche, y mientras lo hacia lo tendía en la cama. Ángel descubrió que el semen de Gabriel sabia aun mas exquisito aderezado con la saliva de su nuevo amante; casi con desesperación, Ángel se paseaba las manos por el cuerpo intentando aumentar mas las sensaciones, llevar el olor de Gabriel a cada poro de su piel, hacer que aquel aroma, aquel sabor, aquella sensación se metiera en el y no dejarla salir nunca.

Gabriel, al igual que Ángel, estaba frenético aquel contacto era lo que siempre había deseado, y lo que era mejor: aun había mas por delante. Una vez que había limpiado el rostro de Ángel de leche, Gabriel dirigió su lengua al cuello del chico, y lentamente serpenteo bajando cada vez mas y mas, pasando por el pecho, deleitándose en cada erecto y salado pezón, cosquilleando en el abdomen, penetrando el ombligo, bajando, bajando. Ángel ahora gemía sin reparo invadido por el placer. Gabriel sonrió, pues sabia que si esto tenia a Ángel enloquecido de placer, cuando finalmente lo hiciera suyo, lo llevaría al paraíso.

La boca de Gabriel siguió su húmedo recorrido, lameteando y chupando levemente el dorado miembro de Ángel. Gabriel se detuvo un segundo a contemplar aquel glorioso pene que se encumbraba frente a el; media cerca de 18 cms, - nada mal – pensó, y al igual que la piel Ángel era de un color rosa pálido, las venas, apenas se vislumbraban en la tensa piel del cuerpo; el glande, estaba cubierto por un trozo de piel algo mas oscura que el resto, y en la punta, relucía brillante el ciclópeo ojo de la cabeza de aquel pene que olía a durazno y a inocencia. Con deleite, Gabriel lo chupo un par de veces, lamió dulcemente las lampiñas bolas que colgaban bajo aquel bello miembro mientras escuchaba complacido los gemidos de Ángel. El chico estaba caliente, no había duda y le habría encantado mamar ese bonito pene, sin embargo su objetivo estaba mas abajo aun; ya tendría tiempo para mamar como obseso la verga de Ángel, ahora lo que quería era su culito

Con delicadeza, Gabriel, levanto y separo las piernas de Ángel lentamente, dejando al descubierto el pequeño orificio anal del chico. Sus ojos se regodearon con placer al contemplar aquel pequeño y sonrosado capullo aun cerrado y virgen; como si esperara a que su contacto carnal le diera vida. Sutilmente acerco su rostro y olió la dulce piel; tomando aire saco su lengua y la estiro hasta que, solo con la punta, rozó el suave culito de Ángel.

Al sentir el ataque lingual de Gabriel, Ángel dio un ligero respingo; no sabia como reaccionar; Sabia que aquella lengua que reptaba entre sus piernas, intentando hacerse un lugar en su apretado y virgen canal anal, era solo el preludio de lo que el pene de Gabriel haría después. Tenia miedo, pero también lo deseaba. Su duda pendía hacia un lado y al otro mientras aquella viviente y tibia lengua empezaba a penetrar sus entrañas, llenándolo de placer y de una húmeda sensación que no deseaba que terminara.

Ángel comenzó a retorcerse frenéticamente mientras sentía como la lengua de Gabriel entraba y salía de su ano; pero no solo era la lengua, también podía sentir su respiración caliente, la seda de sus labios. Todo el conjunto lo obligo a llevar sus manos a su hinchado y erecto miembro que clamaba por que le brindara atención. Con singular alegría, Ángel comenzó a masturbarse; sin embargo la excitación que sentía era demasiada; todo el placer que Gabriel le había obsequiado se junto dentro de su piel como si de una presa se tratase; esto causo que con solo un par de caricias, el orgasmo de Ángel explotara en toda su gloria bañando su pecho y el cabello de Gabriel con su blanca esperma; incluso algunas gotas llegaron hasta su rostro donde resbalaron dulcemente mientras Ángel contemplaba el techo con la mirada perdida de placer.

Gabriel se dio cuenta que nuevamente había provocado un orgasmo en Ángel. El ano del muchacho comenzó a contraerse espasmódicamente, lo que le indico que había alcanzado su objetivo. Con una sonrisa de satisfacción, separo su rostro del húmedo y apretado ano de Ángel; solo para contemplar al muchacho completamente desmadejado por el placer, contemplando el techo, incapaz de mover un músculo. Lo que permitió a Gabriel tomar el control total del cuerpo de Ángel.

Sin quitar la sonrisa satisfecha de su rostro, Gabriel se irguió totalmente, puso sus brazos uno a cada lado del torso desnudo de Ángel y recargándose con los puños en la cama contemplo a su bello amante. Delicadamente acerco su rostro al del muchacho, y después de besarlo tiernamente en los labios le susurro al oído:

  • Quiero hacerte mío… quiero que me tengas dentro de ti… - Hizo una pausa para morder con suavidad el lóbulo de Ángel, y después, con un tibio suspiro continuó: - no voy a mentirte, puede que te duela… y yo… - Gabriel callo súbitamente al sentir las temblorosas manos de Ángel acariciarle la espalda; acompañadas de unas susurrantes palabras en su oído

  • Yo ya te pertenezco

Gabriel no espero mas. Con la aprobación de Ángel, se irguió nuevamente, acomodo las piernas de Ángel sobre sus hombros; y mientras que con una mano tomaba la base de su erecto pene, con la otra separaba cuanto podía las nalgas de Ángel dejando al descubierto el húmedo y rosado ano que dentro de poco su verga penetraría.

Primeramente, Ángel pudo sentir el contacto de la tibia y húmeda cabeza a la entrada de su recto; el roce fue placentero y lo hizo vibrar. Enseguida el purpúreo glande comenzó a empujar lenta, pero firmemente contra las apretadas paredes anales. Ángel ahogo un grito de dolor al sentir como aquel enorme miembro empujaba los músculos de su ano estirándolos y haciéndolos amoldarse a aquel pene que entraba mas profundamente cada segundo que pasaba. Por su parte, Gabriel se mostraba paciente y cariñoso con su pequeño amante; avanzaba tan lentamente como su creciente excitación se lo permitía; se detenía cuando veía el rostro de Ángel contorsionarse en rictus de dolor y cuando Ángel contenía un grito con los dientes apretados lo besaba tiernamente; pero de ninguna manera detuvo su avance. Después de lo que para ambos había parecido una eternidad; ya sea debido al dolor o al placer contenido, Gabriel toco fondo y su cadera se pego completamente al trasero de Ángel. Por un segundo se quedo inmóvil, gozando la comunión física y esperando a que Ángel se acostumbrara a la sensación

El primero en moverse fue Ángel, quien, dando un suspiro de alivio, noto que el taladrante dolor que lo invadía disminuía en proporción a una nueva sensación indefinida que lo empezaba a llenar. Mientras intentaba tomar aire extendió una temblorosa mano hasta su trasero donde, con sorpresa, noto que Gabriel lo había penetrado completamente. Ángel estaba maravillado; ¿Cómo era posible que en su pequeño culo cupieran los 19 gruesos centímetros que conformaban el pene mas maravilloso que jamás hubiera contemplado? podía sentir cada milímetro de aquel pedazo de carne dentro de el, y la sensación resultaba única; era como si su ano siempre hubiera estado incompleto y era aquel pene, el pene de Gabriel, el que lo llenaba dejándolo completo nuevamente. Ángel sonrió complacido.

Gabriel, al ver aquella dulce sonrisa, rebosante de deseo, supo que era el momento de continuar; y con un suave y delicado movimiento movió su cadera hacia atrás retirando casi todo su miembro de las ardientes entrañas de Ángel, solo para, segundos después, empujar y penetrar nuevamente a Ángel hasta el fondo. Gabriel sintió como el orgasmo cosquilleaba en lo mas profundo de su ser; Aquel apretado, tibio y glorioso culo que tanto había deseado era al fin suyo; aquel placer que mucho tiempo atrás le fue negado recorría ahora con nuevos bríos cada milímetro de su piel invitándolo a dejarse llevar y a estallar en la mas gloriosa sensación de placer. Pero Gabriel no quería que terminara tan rápido y por la expresión en el rostro de Ángel, supuso que el tampoco lo hubiera deseado así. Reuniendo toda la voluntad de la que era capaz contuvo su orgasmo, a costa de un doloroso placer que le mordió los testículos.

Para Ángel, el placer no podía ser mas exquisito. El, por ahora, lento y delicado mete y saca de Gabriel lo lleno de jubilo: Cada vez que el miembro de Gabriel salía de su estrecho ano, un frío vacío llenaba de tristeza su alma; esta sensación era erradicada cuando, como por gloria divina, la verga de Gabriel llenaba de nuevo aquel espacio que siempre le había pertenecido. Ángel experimentaba esto una y otra vez con cada acometida. Si antes se había sentido en el paraíso con todo el preludio que Gabriel le había obsequiado, esto no tenia modo alguno de describirse; el placer que ahora sentía era majestuoso.

Con cada arremetida, el ritmo, potencia y fuerza aumentaban. Al cabo de unos momentos Gabriel se movía frenéticamente mientras su pene entraba y salía con rapidez del trasero de Ángel; ahora ambos gemían complacidos, sus respiraciones agitadas, acompañaban a compás el sonido del golpeteo de la cadera de Gabriel contra el trasero de Ángel. Ambos estaban al límite; el placer que había logrado alcanzar era tan perfecto, tan glorioso, tan único, que no podía durar demasiado.

Para Ángel culmino cuando contemplo la imagen de Gabriel. Ahí estaba su vecino; aquel que lo molestaba, aquel que le había declarado su amor, Gabriel; con su firme y musculoso tórax subiendo y bajando conforme su agitada respiración se lo pedía, sus masculinas facciones estaban transformadas como si un doloroso placer le llenara el cuerpo. Toda su blanca piel cubierta de finas gotas de sudor y su ardiente y rígido miembro llenándolo una y otra vez; y sus ojos, sus bellos ojos verdes resplandecían como si de una fulgurante llama se tratase. Fue demasiado; Un grito de placer escapo de los pulmones de Ángel mientras que su ano comenzaba a convulsionarse anunciado su orgasmo. Su erecto pene estallo, sin que Ángel lo tocara, lanzando su blanca carga salpicando nuevamente su pecho, el de Gabriel y los rostros de ambos con su semen.

Gabriel también gozo del orgasmo de Ángel; la eyaculacion del chico provoco una intensa oleada de contracciones en todos sus músculos anales; músculos que acariciaban el pene de Gabriel, quien al sentir tal contacto, apenas alcanzo a extraer su enrojecido miembro de la deliciosa cueva de Ángel, la oscura cabeza comenzó a disparar su carga sobre el sudoroso pecho del muchacho, quien la recibió encantado. Enseguida, Gabriel se desplomo exhausto sobre el cuerpo de Ángel.

Durante unos minutos se quedaron ahí, tumbados, agitados, piel contra piel, aun incrédulos de lo que acababan de hacer. Un placer tan intenso como el orgasmo que acababa de amainar los lleno, no era un placer sexual, mas bien era el placer de la realización de un sueño largamente añorado. Ambos estaban felices y deseosos de mas. Esta vez fue Ángel quien rompió el silencio:

  • Fue… Es maravilloso… nunca me había sentido así… - sonrió mirando el complacido rostro de Gabriel. Fue entonces que sintió como su ano palpitaba, no de dolor, si no de deseo; ahora que había tenido dentro de si a Gabriel le iba a ser imposible vivir sin el. Lentamente se separo de su vecino y con movimientos felinos se encaramo sobre el y acercando mucho su rostro al de su amante le susurró – Si no te molesta… – Continuo Gabriel algo apenado – Me gustaría que me volvieras a llenar… Quiero sentirte dentro de mi de nuevo, quiero que me hagas el amor hasta que no pueda mas… quiero sentirte mío y quiero ser tuyo por siempre – Y mientras decía esto, se alejó de Gabriel moviéndose como un gato y se acomodo de frente a la cabecera de la cama, dejando su trasero en alto, mostrándoselo orgulloso a Gabriel

  • Los deseos de mi príncipe azul son ordenes para mi – Respondió Gabriel encantado

Gabriel se hico sobre la cama, de frente al enrojecido ano que Ángel le ofrecía goloso; y el no iba a despreciar semejante manjar. Sin mas preámbulo se preparo para atacar de nuevo: con un gesto lleno de sensualidad se llevo los dedos índice y corazón a la boca, enseguida, y con sumo cuidado metió el par de ensalivados dedos dentro del maltrecho conducto, lubricándolo tanto como pudo; enseguida escupió en su palma y lubrico su aun erecto pene con su saliva. Y tomando a Ángel por la cadera lo penetro

Esta vez la férrea verga de Gabriel entro sin dificultades. Ángel al sentir aquella sensación de nuevo gimió complacido, A si mismo Gabriel dejo escapar un sensual suspiro cuando sintió como aquel apretado y tibio ano le daba la bienvenida. Sin mas dilaciones las acometidas de Gabriel comenzaron, pero a diferencia de la vez anterior, estas eran mas largas, mas firmes y sin duda mas placenteras. Habiendo reducido la pasión brutal que los carcomía, esta cogida resulto mas pasional, mas prolongada, mas entera.

Ambos cuerpos se movían al unísono en perfecta armonía, como si hubieran sido hechos para hacerse el amor mutuamente. Las poderosas embestidas de Gabriel eran complementadas por un cadencioso movimiento de caderas de Ángel que no hacían mas que compenetrarse en una comunión sexual inigualable

  • ¡No mames wey! – Exclamó una voz desde el pasillo – Es el Gabo – La Voz pertenecía a Cesar, uno de los hermanos menores de Gabriel - ¡Y se esta cogiendo bien rico a una vieja!

  • ¿¡En serio?! – Susurró la segunda voz, perteneciente a Aldo, el otro hermano de Gabriel - ¿Quién es?

  • No se, pero deja ver

Al escuchar esto, Ángel se sintió amedrentado, y por un segundo intento huir, pero Gabriel lo sujeto con firmeza y mientras le levantaba el torso le dijo al oído:

  • No te preocupes amor – le susurró mientras lo besaba en la oreja y sin dejar de mover su cadera – Desde donde están no pueden verte, piensan que eres una mujer – Ahora las manos de Gabriel se unieron al festín sexual acariciando el pecho y los pezones de Ángel – No temas, nadie se va a enterar… Velo como una diversión, vamos a darles de que hablar

Al escuchar esto, en el rostro de Ángel se dibujo una sonrisa de complicidad.

  • Que así sea – Exclamó, para después besar a Gabriel dejando que las lenguas de ambos imitaran a sus cuerpos.

Incitados por las indiscretas miradas; Ángel y Gabriel continuaron su pasional encuentro, que se prolongo durante otros 20 minutos. Sus cuerpos, cubiertos de sudor y semen, se rindieron lentamente al orgasmo. El primero fue nuevamente Ángel, quien estimulado por la segunda penetración anal, las constantes caricias de Gabriel y su experta mano masturbándolo, eyaculó entre placenteros gemidos. Enseguida Gabriel hizo lo propio, esta vez llenando el culo de Ángel de su esencia masculina, como si se tratara de una marca que le dejaría para que nunca lo olvidara.

Nuevamente se desplomaron en la cama, aun mas cansados y satisfechos. Sonrientes se besaron compartiendo el silencio que ahora reinaba en su habitación

  • ¿Cómo salgo sin que se den cuenta? – Susurró Ángel después de un rato

  • Yo me encargo – Respondió Gabriel confiado – Tapate con las sabanas, ahorita regreso – Agregó mientras se levantaba.

Antes de abrir la puerta le guiñó un ojo con malicia a su nuevo amante y Ángel correspondió con una dulce sonrisa mientras se ocultaba.

  • ¡Carnal! ¡Eres chingón! – Alcanzó a oír Ángel

  • Wey ¿quien es? ¡Dinos quien es!

  • ¡A la chingada ustedes dos! ¡Quien les dio permiso de estar fisgoneando! – Exclamó la autoritaria voz de Gabriel

  • ¡No seas mamon! – Replicó uno de los muchachos

  • ¿Por qué no nos la prestas tantito? – Secundó el otro

  • ¡Miren par de pendejos! Se me quedan encerrados en su cuarto ¡y ay de ustedes si abren la boca! – Gritó Gabriel – Por que no saben de lo que soy capaz

El silencio que siguió a la amenaza de Gabriel fue la señal que Ángel necesitaba para descubrirse

  • ¿Ya puedo salir? – Preguntó en un susurro

  • Con toda confianza mi rey – Respondió Gabriel

Ángel se levanto de entre las sabanas y contemplo a Gabriel; estaba recargado en el marco de la puerta de su cuarto, seguía desnudo, su blanca piel irradiaba un extraño fulgor; su pelo aun estaba húmedo y despeinado debido al sudor y su majestuosa verga colgaba, ahora en reposo, pero no por ello dejaba de ser hermosa. Ángel no pudo evitar sentir un nuevo pinchazo e excitación

  • Ahora veo que lo del rebelde sin causa es solo una fachada – Dijo Ángel sonriendo mientras se levantaba y ahora fue Gabriel quien tuvo oportunidad de disfrutar de la vista del cuerpo desnudo de Ángel

  • Siempre te has visto muy bello después de hacer el amor – Susurró Gabriel contemplando aquel cuerpo que ahora le pertenecía - Vistete con calma, ese par de weyes no van a salir en un rato

Ángel sonrió nuevamente y comenzó a vestirse. Y mientras lo hacia, la escurridiza memoria que lo había eludido por tanto tiempo le llego a su encuentro de manera espontánea: No era la primera vez que hacia el amor con Gabriel. Años atrás, siendo ambos pequeños ya habían tenido relaciones, pero en una ocasión la madre de Gabriel los había atrapado in fraganti. El pequeño Ángel estaba aterrorizado pues temía el castigo de sus padres y al ver la reacción de la madre de Gabriel se temió lo peor. Tan rápido como pudo se vistió y corrió hasta su casa, se encerró en su cuarto y no salio si no hasta muchas horas después.

Durante días temió que la madre de Gabriel fuera a acusarlo, pero no paso así. La mujer temiendo que la mamá de Ángel los fuera a demandar, guardó silencio y volcó su ira hacia Gabriel quien a partir de entonces discutía con frecuencia con sus padres.

Por su parte Ángel, tuvo una fuerte impresión y debido a tan traumática experiencia enterró ese recuerdo en su memoria, al menos hasta ese momento

Ángel estaba en shock, ahora entendía el comportamiento obsesivo de Gabriel para con el. Había sido tan ciego. Mientras salía de la habitación y caminaba por el pasillo recordó lo que le dijo a Gabriel mientras salía de su casa años antes. Cuando estuvo frente a la puerta se volvió y encaro a Gabriel en cuyos ojos había un dejo de nostalgia y dolor

  • Ahora lo recuerdo Gabriel… - Exclamó Ángel de súbito – Perdóname yo no quise lastimarte, pero fue tan terrible para mi… tenia tanto miedo… que lo olvide… se que no es disculpa pero

  • Lo se – Respondió Gabriel secamente – Discúlpame tu por no entenderlo

  • No hay nada que disculpar – Y lentamente salio de la casa de Gabriel, no sin antes volverse para besarlo y susurrarle al oído – Pienso cumplir mi promesa

Gabriel correspondió el beso y vio a Ángel alejarse por el patio. Lentamente cerro la puerta y mientras lagrimas de alegría escapaban de sus ojos recordó la promesa que el pequeño Ángel le había hecho aquel fatídico día

  • Gabriel te quiero mucho, te amo… y nunca te voy a dejar de amar