Si Las Paredes Hablaran - 2do Relato -

¿Que clase de secretos te podría contar una pared? tal vez te pueda decir los secretos mas oscuros de los habitantes de un edificio. Esta vez sera la historia de un padre y su hijo que se encuentran por primera vez

- 2° Relato –

"De Tal Padre, Tal Hijo"

Un Acto Prohibido

Me tomo un momento asimilar todo lo que había escuchado. Por alguna razón lo que el muro había relatado sonaba tan real; era como si su voz profunda y grave le diera la solidez de la piedra a la historia; ¿O seria solo que ya había intuido el asunto y el muro solo confirmo lo que yo sospechaba?

  • ¿Dudas de mi historia? – Pregunto el muro interrumpiendo mis pensamientos.

  • No… Al contrario, es solo que… - Un detalle llamo mi atención en ese momento, parecía ser la clave de todo este asunto – Espera, mencionaste a alguien mas, a un voyeur que contemplo el amor que Ángel y Gabriel se profesaban.

  • Así fue.

  • ¿Quién era? Suena… interesante.

  • Forma parte de un todo. Siéntate de nuevo y presta atención a mis palabras. Tal vez logre cautivarte nuevamente con esta historia.


Alex se bajo del taxi y tras estirar su adolorido cuello, contemplo los edificios que se levantaban ante el. Las moles de concreto dominaban la calle con su agradable color azul. Tras verificar la dirección el chico se prestó a sacar su pesada maleta del auto; el taxista ya lo esperaba al lado de la cajuela; tras recuperar su equipaje, pagar y agradecerle al conductor, emprendió su camino  hacia el que esperaba fuera su nuevo hogar.

Verifico su reloj, apenas pasaban de las 2, lo peor es que nadie sabía que estaba ahí; bueno, tal vez su madre lo imaginaria pero últimamente estaba tan alterada que solo dios sabía lo que pensaría en ese momento. Además ella ya no importaba, no mas, no después de lo que había hecho; quien era importante era el mismo y la persona que vivía en ese edificio y que no sabía nada de su presencia ahí en ese momento.

¿Cómo iba a explicarle? ¿Entendería? Tenía que hacerlo, se suponía que se parecían, su madre se había asegurado de dejar eso muy claro. - No debería temer – Se dijo. Después de todo ya había escapado de su casa y tomado un vuelo desde Monterrey hasta el Distrito Federal, este último paso debería ser mas fácil; así que reuniendo todo su valor echo a andar de nuevo.

Tras avanzar algunos metros, Alex se dio cuenta que había entrado por la parte incorrecta del edificio. Ante el se extendía un camino empedrado que cruzaba un prado muy bien cuidado, con setos rodeando los muros, algunas flores y un enorme árbol al centro.

  • No está mal – Se dijo en voz alta – Es un buen lugar para correr en las mañanas.

Curioseando por el área, se asomo a la ventana más cercana, la cual yacía semi oculta por las ramas del seto al pie del muro. Dentro contemplo la habitación de alguien; a pesar del desorden general el cuarto parecía amplio y agradable. Pero no fue si no hasta que contemplo con mayor atención la cama que se dio cuenta de lo que había sobre ella: Frente a el, desnudos y enlazados en un abrazo carnal había dos chicos, el mayor era bastante alto; tenía un físico impresionante, de espaldas anchas y pecho poderoso, brillante por el sudor que corría por su piel; su rostro de facciones angulosas estaba contraído en un rictus extático. Sus caderas embestían con furia a otro chico visiblemente mas pequeño, de cuerpo delgado y piel blanca, quien se retorcía frenéticamente presa de dolor o de placer; Alex no podía decirlo. La visión de aquellos chicos entregándose el uno al otro lo habían dejado embelesado;  Había cierta sordidez, cierta furia en aquel acto, tal vez por eso le parecía tan deseable.

Un súbito gruñido del chico mayor devolvió a Alex a la realidad. Dándose cuenta de su precaria posición de mirón indeseado, se tiro al suelo esperando haber pasado desapercibido.  ¿Lo habían visto? ¿Harían algo al respecto? ¿Podría asomarse de nuevo? ¿Podría robarle una mirada mas a esa envidiable intimidad que el no había podido experimentar aun?

Alex intento levantarse, su corazón golpeaba febril contra su pecho, una sensación de miedo y deseo le corrió por las venas, quería ver mas. Con el deseo por lo prohibido acicateándole la razón se irguió lentamente; tras lo que le pareció una eternidad se encontró de pie frente a la ventana nuevamente.  Buscando un mejor ángulo encontró un pequeño rincón donde las espesas ramas del seto lo ocultaban parcialmente, y a menos que lo buscaran activamente sería difícil de descubrir.

Asegurado su anonimato, Alex se lleno de aquella visión. No era solo el simple placer del voyeur, era algo mas aun que contemplar lo prohibido; era el acto, el como aquellos dos chicos unían mas que sus cuerpos y almas. Y es que a pesar de la fuerza de todo el acto, era como ver a un demonio haciéndole el amor a un ángel. Alex se quedo ahí llenándose la mirada y el corazón de aquella intensidad al mismo tiempo que la envidia lo envenenaba, pues sabía que se pertenecían el uno al otro y el no le pertenecía a nadie.

Un ruido en la puerta del cuarto interrumpió a los amantes. Alex considero prudente retirarse en ese momento; sin el contacto que mantenían aquellos chicos su atención podría dirigirse a su escondite. De mala gana se alejo de la ventana, se arreglo la ropa y siguió su camino no sin antes desearle lo mejor a los amantes a los que les acababa de robar un momento de su intimidad.

Había pasado poco mas de una hora en esa ventana,  a pesar de que nadie lo esperaba decidió darse prisa. Cruzo el jardín con pasos veloces y rodeo el edificio hasta que dio con una puerta de cristal, su primera frontera. Tras probar la puerta y ver que estaba abierta, inicio la penosa subida hasta el sexto piso; el ascenso resulto una paliza, a pesar de que Alex estaba en forma, el subir seis pisos cargando una mochila y una enorme maleta, ambas llenas a rebosar, resulto un reto.

Al llegar al sexto piso se tomo un descanso para recuperar el aliento y masajearse el adolorido y tenso cuello, no sabía en que momento se lo había torcido, pero llevaba rato molestándole. Ya mas recuperado levanto la mirada; frente a el estaba la puerta a la que debía llamar. Con aprensión contemplo cada detalle, la textura, el material, las formas.

  • ¡Por dios! – Se dijo tras 5 minutos de inmovilidad – si, es una puerta, sigue siendo de madera, y sigue teniendo el numero 6b enfrente… es solo una maldita puerta, no va a cambiar aun si la miras otras dos horas. Solo toca y acaba con esto.

Alex junto toda su fuerza de voluntad, nunca pensó que llamar a una puerta fuera a resultar tan difícil. Pero finalmente logro hacerlo; dio tres toquidos y espero. Un profundo silencio fue la única respuesta que tuvo; dudoso llamo de nuevo, esta vez con mas fuerza, en esta ocasión si obtuvo respuesta: desde dentro del departamento una profunda y masculina voz exclamo:

  • ¡Un momento por favor!

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Alex al oír esa voz. Quería saber a quien le pertenecía y al mismo tiempo deseaba salir corriendo y no averiguarlo nunca. Su estomago se retorcía presa de de sentimientos encontrados; por un segundo pensó que tomaría sus cosas y saldría corriendo escaleras abajo, pero antes de que pudiera mover un musculo la puerta se abrió. Un hombre de treinta y tantos años, alto, mal rasurado, de torso desnudo y complexión atlética miro a Alex con desconcierto.

  • ¡¿Alejandro!?

  • Hola… Papá  -El súbito silencio sobrecogió a Alex, tal vez había ido demasiado lejos llamándolo papá, después de todo era la primera vez que se veían, al menos que el recordara. Con angustia miro el rostro del hombre y vio pasar a una velocidad increíble la mas amplia gama de emociones: sorpresa, temor, confusión, angustia, alegría.

  • …Eh… Perdón… Señor Héctor, yo… - Balbució Alex sin saber que hacer, el silencio ya se había prolongado demasiado, tal vez había esperado demasiado; después de todo se apareció de la nada esperando ser recibido.

El hombre no lo dejo continuar, de improviso envolvió a Alex en un fuerte abrazo; el chico se perdió en la sensación de los fuertes brazos rodeándolo y un sutil aroma que le pareció muy familiar.

Sorprendido por la reacción de su padre, tardo en corresponder el abrazo. Con torpeza extendió los brazos y rodeo el torso desnudo de Héctor sintiendo la textura de la suave piel y la firmeza de los músculos.

  • Alex, lo siento, lo siento tanto… - Susurro Héctor en un tono que denotaba que había roto a llorar.

El muchacho entendió enseguida, su padre se disculpaba por su ausencia, por no estar presente. Había una gran sinceridad en esas lagrimas; incluso si Alex no hubiera sabido la verdad lo habría perdonado. Aquel contacto, las palabras, las lagrimas, actuaron como un bálsamo sobre Alex; toda su angustia se disipo, ahora estaba en casa con Héctor, su padre.

Rindiéndose al sentimiento, Alex se fundió aun mas en el abrazo; clavando su rostro en el amplio y tibio pecho de su padre. El aroma que había percibido antes lo lleno mas profundamente, se desprendía de aquella suave piel, Su tono almizclado y agradable lo devolvió a su infancia. Tras varios minutos fue Héctor quien puso fin al contacto; Alex se separo de mala gana y cuando levanto el rostro vio en la cara de su padre una enorme sonrisa, aunque sus ojos estaban enrojecidos.

  • ¿Por qué lloras? – Pregunto Alex al mismo tiempo que notaba sus propias lagrimas bañaban su rostro.

  • Porque estoy muy feliz de verte aquí – Respondió Héctor para después besar precipitadamente a su hijo en la frente, las mejillas, los labios – Pero entra, por favor, hay mucho de que hablar. La invitación saco a Alex de su sopor, había estado pensando en lo suaves que eran los labios de su padre, o ¿Debía llamarlo señor Héctor? Aun no lo sabía. Mientras meditaba en esto tomo sus cosas y entro al departamento.

La sala estaba decorada de una manera sencilla pero con buen gusto; una gran pantalla de plasma dominaba la pared mas lejana y mas allá se distinguía un comedor y la cocina; mas al fondo había un pasillo que probablemente conduciría a las habitaciones.

  • ¿Te gusta? No es mucho, pero cuando quieras esta es tu casa.

  • Gracias Pa… ¡Digo! Señor Héctor.

  • Asunto complicado ¿no? – Replico Héctor riendo – Nunca me habían llamado papá.

  • Te… ¿Le molesta? – Inquirió Alex mientras se sentaba en la amplia sala.

  • En absoluto, pero creo que difícilmente me eh ganado ese apelativo ¿No crees? Me parecería injusto pedirte que me llames papá así como así. Pienso que tu debes decidir como llamarme: Papá, Héctor, Sr de la Huerta…

  • ¿O sea que puedo decirte Héctor? ¿Y hablarte de tu? – Pregunto Alex con un brillo travieso en los ojos.

  • ¡Por supuesto! – Respondió Héctor sonriendo con alegría – Al menos así sabré que cuando me llames papá es porque me lo eh ganado.

Alex apenas podía creerlo. Su padre resulto ser un hombre inteligente y comprensivo; nada que ver con la negativa imagen que su madre había alimentado durante tantos años.

  • Ahora – Exclamo Héctor retomando el hilo de la conversación – Se que es un tema delicado, pero necesito saber que haces aquí ¿Recibiste mis cartas? ¿Tu madre sabe que viniste a verme? ¿Por qué no intentaste comunicarte conmigo antes?

Alex dejo escapar un suspiro. Era aquí donde la cosa podía ponerse fea ¿Debía contarle de los contantes problemas en su casa? ¿Qué sabia toda la historia de Héctor y su madre? ¿Debía decir que estaba al tanto de sus preferencias sexuales?  ¿Cómo expresar tanto?

  • Encontré tus cartas hace poco – Empezó Alex luchando con el nudo que sentía en la garganta – Mi madre las oculto durante todos estos años… Las leí todas. Lo se todo; no tienes porque disculparte de nada, lo entiendo… Si no me puse en contacto antes es porque no sabía que yo te importaba.

  • Tu eres lo mas importante en mi vida.

  • Eso lo sé ahora.

  • Sin embargo eso no explica que haces aquí. Aun eres menor de edad, legalmente no puedes elegir con quien vivir, no al menos hasta que cumplas los 18 años en seis meses. Así que asumo que te escapaste de casa de tu madre – Alex asintió - ¿Por qué?

  • Ella ya no quería verme, y yo no podía soportar vivir así, con ella ignorándome.

  • ¿¡Por que hizo eso?! – Exclamo Héctor visiblemente molesto.

  • Porque… decía que… me parezco demasiado a ti.

Un tenso silencio cayó sobre ellos. Héctor sopeso las palabras de su hijo y entendió inmediatamente. Una vez mas se acerco y envolvió a Alex en un abrazo lleno de amor y comprensión. El chico temblaba mientras que lagrimas de rabia escapaban de sus ojos.

  • Shh, tranquilo, no llores, se lo que estas pasando y aunque casi no hemos convivido créeme cuando te digo que te amo como eres.

Alex se tomo unos minutos mas en calmarse, tras los cuales levanto el rostro, se seco las lagrimas e intento sonreír.

  • ¿Sabes? – Exclamo Alex con vos pastosa – Cuando leí tus cartas vi que eras una buena persona, muy amable y que podía contar contigo, por eso vine aquí.

  • No apruebo el medio – Replico Héctor – pero hiciste bien en venir aquí, aunque hubiera preferido que te hubieras comunicado antes, podría haberte ayudado mas… Pero bueno, lo importante es que estas aquí. De hecho sabia que vendrías.

  • ¿A que te refieres?

  • Pues, si leíste las cartas sabes que esperaba que pudieras visitarme  una vez que cumplieras los 18.

  • Lo sé.

  • Entonces ven, te tengo una sorpresa.

Héctor se levanto del sillón y le tendió la mano a Alex. El chico obedeció y se dejo conducir por el pasillo hacia el fondo del departamento. Tras pasar de largo un par de habitaciones se detuvieron frente al último cuarto del lugar. Héctor, con una reverencia teatral le invito a su hijo a entrar. Al asomarse, Alex vio un cuarto amplio, bien iluminado y en claro proceso de remodelación, lo que explicaba el por qué Héctor había abierto la puerta con el torso desnudo; estaba trabajando en el cuarto.

  • Este es tu cuarto – Explico Héctor – O lo será cuando este arreglado y amueblado. Te me adelantaste por seis meses.

  • ¡Me encanta! ¡Gracias papá! - Invadido por la alegría Alex pego un brinco y abrazo a Héctor por el cuello, plantándole luego un beso en la mejilla.

  • No es para tanto.

  • Si, lo es, lo hiciste pensando en mi - Esta vez fue Alex quien beso a su padre en los labios presa de la emoción.

  • ¡Vaya! Efusivo el niño ¿Eh?

  • Perdón.

  • No te preocupes.

  • Sin embargo hay algo que me sigue preocupando mucho – Exclamo Héctor mientras se deshacía del abrazo de su hijo y lo encaraba con expresión seria. Alex se sintió sobrecogido ante aquella intensa y masculina mirada. Encontraba ese rostro de facciones angulosas y barba mal rasurada terriblemente atractivo – Tenemos que llamar a Erika.

Aquello fue todo lo que Alex necesito para apartar el pecaminoso pensamiento que empezaba a reptar en su cabeza. Incomodo, se alejo de su padre sin saber que decir. Tras un par de segundos Alex recupero la compostura lo suficiente como para susurrar una pregunta.

  • ¿Por qué tienes que llamar a mi madre?

  • Porque es necesario – Alex torció el gesto, pero su padre no se amilano – No me malentiendas, creo cada palabra que me contaste pero no quiero que piense que te secuestre o algo así. Quiero tenerte aquí, conmigo – Aseguro Héctor – Y será por las buenas ¿Entiendes?

Alex estaba sorprendido. Su padre había sabido lo que pensaba incluso antes de que abriera la boca. Sin duda era debido a que tenía experiencia tratando con adolescentes; pero lo mas importante, había demostrado que confiaba en el. Con esto en mente, asintió, en respuesta a la pregunta que su padre le había hecho.

Sonriendo, Héctor se volvió y entro a su habitación en busca del teléfono; Alex lo siguió distraídamente hasta el umbral del cuarto y tras recargarse en el marco de la puerta dejo sus ojos vagar por la fisonomía de su padre.

Mientras su padre hablaba por el auricular, Alex se sorprendió de no haberlo notado antes; a sus 35 años Héctor tenía un físico envidiable, fruto de una vida de ejercicio, sin contar su trabajo como entrenador de un equipo de natación en una escuela particular. Sus 1.85 de altura armonizaban con un torso delgado, definido, de pectorales firmes y abdomen bien esculpido; Las caderas eran estrechas y aunque la parte inferior del cuerpo estaba cubierta por un holgado pants, se adivinaban las formas de unas bien redondeadas nalgas y unas piernas de firme constitución. Sin embargo lo que mas llamo la atención de Alex fue el suave vello que ayudaba a definir aquel cuerpo de Adonis. A diferencia de la costumbre de los nadadores, Héctor no se rasuraba el vello, de hecho todo el pecho estaba cubierto de una aterciopelada sombra de vello que bajaba por el abdomen en una línea que rodeaba el ombligo y se perdía dentro del pants.

  • Alex – Exclamo Héctor en voz alta devolviendo al chico a la realidad de golpe – Quiere hablar contigo.

La mente de Alex tardo un par de segundos para reaccionar. Tras mirar a su padre a la cara se dio cuenta de que no había nada que quisiera escuchar de su madre. Su escape había expresado todo lo que quedaba por decir. Con suavidad negó con la cabeza, su padre entendió.

Héctor hizo amago de llevarse el auricular al oído, pero tras pensarlo un segundo lo aparto nuevamente y agrego:

  • Esto puede tardar… Y probablemente se ponga feo. No me molesta si te quedas y oyes la conversación, pero si quieres esperar en la sala sería lo mejor.

Alex asintió, su padre tenía razón, el no quería estar ahí; dio la vuelta y se encamino a la sala. Mientras caminaba por el pasillo la mente del chico comenzó a dar vueltas. Lejos de preocuparse por el resultado de la conversación sus pensamientos estaban enfocados en una pregunta ¿Qué eran esas ideas que empezaban a surgir? ¿Por qué, por un momento, había visto a su padre con lujuria? No hacia ni media hora que había clavado su rostro en el pecho de su padre y no había sentido ninguna atracción; por el contrario se sintió protegido, como un niño pequeño. Luego estaba el beso… había sido accidental ¿Cierto? O ¿tal vez significaba algo mas? Un pinchazo de vergüenza le invadió el cuerpo. ¿Qué estaba pensando? Ese tipo de cosas no eran normales en una relación padre – hijo, luego entonces tampoco sabía mucho del asunto. Sacudiendo la cabeza Alex intento apartar la cuestión de su mente. A través de la casa le llegaba el amortiguado murmullo de la discusión de sus padres,  pero sus propios pensamientos gritaban mas fuerte. Desesperado busco el control de la TV y la encendió, necesitaba algo que acallara su mente; con esta distracción se acomodo en el sillón y desconecto sus pensamientos.

Al cabo de 45 minutos Héctor entro a la sala y se sentó en el sillón contiguo. Alex, ansioso, miro a su padre. Se había puesto una playera holgada y cómoda y en su rostro se reflejaba el mal rato que acababa de pasar.

  • Siento que haya tomado tanto tiempo, pero ya sabes, tu madre es bastante obstinada – Inicio Héctor rompiendo el silencio.

  • ¿Qué te dijo?

  • Bueno… me explico de manera bastante… “florida” lo mismo que tu me habías dicho; me llamo por varios apelativos que prefiero no repetir y termino deseando que disfrutáramos nuestra eternidad en el infierno.

  • Si, suena como ella… Papá… Ella… No quiere saber nada mas de mi ¿Verdad? Eso era lo que quería decirme ¿No? – Héctor no dijo nada, pero su silencio era respuesta suficiente.

  • Alex lo siento mucho. Lo importante es que nos la quitamos de encima y que ahora tienes un hogar conmigo.

  • Gracias – Alex abrazo nuevamente a su padre, pensó que rompería a llorar, sin embargo solo sentía un desagradable vacio al confirmar lo que ya sabía. Ahora su madre era cosa del pasado.

  • Se que debe ser muy difícil para ti, pero… no la odies- Ella ah sufrido mucho, claro, fruto de sus decisiones, pero aun así, mas que odiarla deberías compadecerla.

  • ¿Por qué dices eso?

  • Bueno… no sé si sabes esto, pero cuando estábamos en la preparatoria ella era mi mejor amiga. Sabía todo de mi, incluso mi orientación y a pesar de saberlo se enamoro de mi.

Los ojos de Alex se abrieron con sorpresa, nunca imagino que su madre, aquella mujer tan rígida y fría hubiera sido joven y conocido el amor.

  • Cuando me entere del asunto – Continuo Héctor – Hable con ella, le dije que me sentía alagado pero que no podía corresponderle. Ella se enojo conmigo, pensé que con el tiempo ella entendería y volveríamos a ser amigos, pero no fue así; se encapricho mas. Luego llego el día de la fiesta de fin de curso, nos pusimos una borrachera monumental y bueno, ya sabes lo que paso.

  • ¿Cómo te enteraste que estaba embarazada? – Pregunto Alex.

  • Ella me lo dijo. Creí que lo correcto era ser responsable y casarme con ella – Alex lo miro incrédulo - ¡No me mires así! Era otra época, además hable con ella. Le deje claro que lo hacía por ti, no por que estuviera enamorado de ella pero al parecer nunca lo entendió. Intente por todos los medios que funcionara, pero al cabo de un año la situación era insostenible, sus padres intervinieron, luego el divorcio y me quitaron la custodia. Lo demás supongo que ya lo sabes.

Alex asintió, ya había leído esa historia en las cartas.

  • entonces entenderás que Erika vivió siempre así; amargada, aferrada a un amor que no podía corresponderle en vez de buscar la felicidad con alguien mas. Se lleno de ese odio y desafortunadamente cuando ella empezó a sospechar de tu orientación…

  • Creo que lo entiendo, fue demasiado para ella.

El odio que Alex sentía amaino un poco. La perspectiva de su padre le hizo ver lo triste que su madre estaba y decidió que tal vez,  algún día podría perdonarla.

Un súbito y escandaloso gruñido escapo del estomago de Alex. Apenado se llevo las manos al abdomen y se encogió en el sillón sonrojándose.

Héctor se rio ante la cómica reacción de su hijo. Alex se sonrojo aun mas.

  • ¡Lo siento hijo! – Se disculpo Héctor. No me había dado cuenta de la hora, Dime ¿Te gusta la pizza? – Alex asintió – Bien, déjame pedir algo ¿Ok?

Héctor se levanto del sillón y tomo el teléfono de la sala. Al cabo de un par de minutos la orden estaba hecha.

  • Te van a gustar estas pizzas, están cerca y son deliciosas, las como mas seguido de lo que debería.

  • Entonces como haces para mantener ese físico – Soltó Alex descuidadamente y se sonrojo al instante.

– Bueno en mi trabajo quemo muchas calorías -  respondió Héctor, para tranquilidad de Alex no había malinterpretado el comentario de ninguna forma – Por cierto, también tienes buen físico ¿ejercitas?

  • Un poco… - Balbució el chico luchando contra su bochorno que estaba aumentando de manera escandalosa.

  • ¿Qué haces? – Insistió Héctor.

  • Eh… corro y hago gimnasia.

  • ¡Se nota! Se ve que los pectorales y los brazos los trabajas bastante.

El timbre interrumpió la conversación, Héctor se volvió mirando la puerta.

  • Debe ser la pizza – Alex le dedico una nerviosa sonrisa como respuesta, tras la cual el hombre se dirigió a recibir su pedido.

Alex se dejo caer en la silla sintiendo como si sus piernas fueran de goma ¿Qué había sido eso? Su padre había notado su cuerpo, Sin embargo no hubo malicia o perversidad en aquel comentario ¿Entonces por qué lo había hecho sentir así? Alex no pudo dar rienda suelta a sus pensamientos; su padre conversaba con alguien en la puerta y el sonido de aquella platica, por alguna razón lo molestaba en demasía.

  • ¡Sr H! ¿Como esta?

  • Excelente, ¿Qué paso contigo? No te eh visto en estos días.

Alex se inclino hasta un ángulo incomodo donde lograba ver con claridad al interlocutor de su padre. Era un chico de unos 20 años, masculino, de tono musculoso y bastante apuesto. Mientras mas lo contemplaba mas sentía su estomago retorcerse, no le agradaba aquel tono familiar que tenia con su padre, casi parecía que le coqueteaba ¿Y qué pasaba con Héctor? ¿Es que no se daba cuenta del descaro del chico? ¿O era que su padre consentía ese sutil coqueteo? Justo cuando estaba por estallar, el chico se despidió y su padre cerró la puerta.

  • ¿Te pasa algo hijo? – Pregunto Héctor al dar la vuelta y ver la incómoda posición en la que Alex estaba sentado, pero sobre todo al notar la expresión de su rostro.

  • ¿Quién era ese? Replico Alex dejando traslucir mas desprecio del que quería en sus palabras.

  • ¿El repartidor? Es un ex alumno se llama Mateo ¿por? No me digas que…

  • ¡No, papá! No es… - Balbució Alex al darse cuenta de que sufría los síntomas de un ataque de celos.

  • Te gusto ¿Cierto? – Héctor sonrió con complicidad y tras menear la cabeza dijo en tono sutil – No te culpo, es bastante atractivo – Súbitamente el hombre cambio su tono y expresión por uno mas autoritario - ¡Pero es demasiado mayor para ti! Además es hetero… o eso creo, le coquetea a todo lo que se mueva, es todo un don Juan.

Una sonrisa se reflejo en el rostro de Alex. Era lindo ver a Héctor tomar el papel de padre preocupado, sin embargo había algo que lo molestaba. El tal Mateo había sido un alumno y Héctor había admitido que era “bastante atractivo”; además si fue su entrenador lo había visto en traje de baño, tal vez incluso desnudo. Además estaba al tanto de sus coqueteos ¿Le había seguido el juego?

  • Alex, ¿seguro te sientes bien?

  • Si, bien... – Respondió el, deteniendo su tren de pensamiento, no le gustaba a donde se dirigía de todas formas – Es que… me duele el cuello y la espalda.

  • ¿Te paso algo?

  • Fue en el avión – Replico rápidamente justificando su pretexto – ya sabes como son de incómodos los asientos en clase turista.

  • Entiendo – Héctor hizo una pausa para tomar una rebanada de pizza, tras lo cual agrego – Si quieres después de cenar te das un baño y te doy un masaje, con eso segura se te quita el dolor.

  • Suena genial - Respondió haciéndose también de una rebanada de pizza.

La cena fue tranquila y agradable. La conversación, para tranquilidad de Alex se desvió a temas mas mundanos. Su padre estaba muy interesado en conocer sus gustos y opiniones. Por su parte Alex hizo otro tanto preguntando acerca de la vida de su padre. Todo lo que escuchaba le ayudo a reafirmar aquella imagen de hombre confiable y comprensivo.

Tras un par de horas de platica, Héctor se levanto de la mesa y estirándose exclamo:

  • ¡Vaya! Ha sido un día largo y mañana tengo que trabajar.

  • Discúlpame, te estoy desvelando.

  • Nada de eso. Es solo que han sido muchas emociones en un día y aun hay ajustes que hacer.

  • ¿Cómo cuales?

  • Ven – Respondió Héctor tomando la maleta de su hijo y llevándola por el pasillo hasta su habitación. Alex entendió enseguida; mientras no compraran los muebles para su cuarto solo tenían una cama. Viendo el entendimiento en la mirada de su hijo, Héctor exclamo – Estoy dispuesto a cedértela.

  • ¿Y donde dormirás tu?

  • En la sala.

  • De ninguna manera – Replico Alex – yo soy el invasor, yo duermo en la sala.

  • No lo permito, eres mi hijo y te quiero en la cama, además la sala no es muy cómoda para dormir.

-¿Y por qué vas a dormir tu ahí entonces?

  • Alex…

  • Tengo una idea mejor – Intervino el chico – Podríamos dormir ambos en la cama.

  • No es mala idea, la cama es grande y si no te molesta compartirla.

  • Por supuesto que no papá, además será solo por unos días ¿no? – Héctor asintió.

  • Bien, solucionado esto me urge darme un baño ¿Te molesta si voy primero?

  • No, me da tiempo de acomodar mis cosas.

Tras asentir satisfecho, Héctor comenzó a desvestirse. Alex no se lo esperaba, su padre se desprendió de su playera y pants con una soltura impresionante y al cabo de un par de segundos estaba desnudo ante el. Alex no pudo evitar regodearse la mirada con semejante espectáculo; Aquel fornido torso que había contemplado antes con avidez; armonizaba, como ya sospechaba, con un par de piernas delgadas y musculosas; unas redondeadas y respingonas nalgas remataban las caderas estrechas y firmes, pero lo que mas maravillo a Alex fue el miembro de su padre. A pesar de estar en reposo tenía una dimensión respetable. Con elegancia colgaba flácido al frente de los testículos cubriéndolos por completo; el oscuro y mullido vello que lo rodeaba contrastaba con el hermoso color rosado de aquella intima parte.

  • ¡Discúlpame! – Exclamo Héctor al notal la mirada sorprendida de su hijo – Cuando vives solo te acostumbras a andar desnudo  cualquier hora y como en el trabajo andar en los vestidores así no es raro…

Alex sacudió la cabeza intentando eliminar las imágenes de su padre desnudo caminando por todos lados.

  • No, no te preocupes… No hay problema… Solo me tomo por… sorpresa.

  • Eres un gran chico – Exclamo Héctor acariciándole la mejilla – Nos llevaremos de maravilla.  Y con esto salió del cuarto llevándose una toalla consigo.

Alex se tiro sobre la cama; una potente erección se abultaba en su entrepierna y su corazón latía a mil por hora. El sonido del agua lleno el silencio de la casa y Alex vio su mente llena de imágenes del cuerpo desnudo de su padre cubierto de gotas de agua. Su erección aumento; Ansioso, rodo hasta quedar boca abajo en la cama. Su mente era un desastre, no podía seguir así. Haciendo uso de toda su fuerza de voluntad intento controlarse repitiéndose una y otra vez “es mi padre” “no debo pensar así en el”. El mantra pareció funcionar; al cabo de un par de minutos había logrado contener sus pensamientos y su erección. Sentándose en la cama dio un prolongado suspiro; No lograba entenderlo sabia que Héctor era su padre, sabía que debía quererlo y dado el tipo de persona que era, no resultaba complicado. Pero ¿La atracción? ¿De dónde salía? Hasta donde el sabia sentir una atracción así por tu padre era antinatural, pervertido; pero la relación que iniciaba con Héctor distaba mucho de ser normal. Tal vez con el tiempo y la convivencia esos lazos emocionales aparecerían y asfixiarían la atracción que sentía por el o al menos eso esperaba.

El sonido del agua ceso, Héctor estaba por salir. Alex se espabilo, extrajo un par de cosas de su maleta y se prestó a salir del cuarto.

  • Veo que estás listo – Exclamo Héctor mientras salía del baño. Llevaba una toalla enrollada en la cintura y con otra se secaba el oscuro y lacio cabello.

  • Si… - Respondió Alex balbuceante, no atino a decir nada mas. Toda su concentración estaba enfocada en no mirar aquel cuerpo que lo hacía imaginar las escenas mas pecaminosas.

  • Bien, en el baño hay todo lo que necesites. Si se te ofrece algo dímelo.

  • Si…

  • ¡Ah! Y no te vistas cuando salgas.

  • ¿Perdón? – Los ojos de Alex casi se salen de sus orbitas al oír estas palabras.

  • Si, por lo del masaje, ¿el dolor del cuello?

  • ¡Ah! Claro.

Alex se escurrió hasta el baño antes de que su excitada imaginación se llevara lo mejor de si. Tras cerrar la puerta suspiro aliviado y comenzó a desvestirse.

  • Soy un idiota – Se dijo mientras se despojaba de su ropa – Incluso si la atracción que sintiera por el fuera “normal” ¿Por qué habría de hacerme caso?

Héctor era un hombre muy atractivo, Alex lo sabía bien. Seguramente saldría con alguien, aunque no hablaron de ello, era natural; con esa apariencia y siendo soltero. Alex se encontró pensando cuantos hombres habían pasado por la cama de su padre, seguramente hombres tanto o mas apuestos que el, hombres de verdad, no adolescentes sin experiencia.

Alex se miro al espejo contemplando su cuerpo desnudo. No era mal parecido; había heredado de su padre los rasgos angulosos, los hombros anchos, la estatura; sin embargo sus ojos dorados y su cabello castaño y rizado los había heredado de su madre. A sus 17 años tenía un cuerpo delgado, definido y bien desarrollado; fruto de un esmerado entrenamiento en la gimnasia, incluso había ganado algunos torneos. Con manos temblorosas acaricio su cuerpo, paso sus dedos por sus pectorales y su abdomen marcado, recorrió las líneas de vello claro que sombreaban su piel.  Alex sabia que tenia atractivo, después de todo lo había heredado de su padre.

Alex no pudo evitar preguntarse ¿Qué clase de hombre le gustaba a su padre? Recordó al tal Mateo; a pesar de estar vestido, Alex se dio cuenta del magnífico cuerpo que el chico poseía; su padre lo había entrenado. Tal vez a su padre le gustaban los jóvenes de cuerpos fibrosos y ejercitados, después de todo había aceptado los coqueteos de Mateo y si era así, ¿Cuantos de sus alumnos habrían pasado por su cama? ¿Mateo había sido uno de ellos? Sin darse cuenta su mente regreso a la imagen de su padre desnudo bajo la regadera, relajándose tras un día de practica con sus alumnos; tal vez Mateo o tal vez algún otro, alguien como Alex se acercaría a el, también desnudo, listo para recibir las caricias de su entrenador.

Aquella idea fue lo que detono todo. Alex sintió su piel ardiendo, su miembro se endureció de manera inmediata extendiéndose en toda su longitud, reclamando ser satisfecho. Casi sin darse cuenta llevo su mano hacia su miembro y con fuerza comenzó a masturbarse; la fantasía que dominaba su mente: era lo que guiaba sus movimientos. Se vio en un sórdido y oscuro vestidor, estaba vacío y junto a el estaba Héctor, su entrenador, desnudo, sudoroso, jadeante y con una erección bestial. Se imagino tocando aquel cuerpo, cediendo a sus mas bajos instinto, dejándose poseer de todas las maneras posibles por ese glorioso espécimen masculino que era su entrenador y también su padre. Había tanto placer en esa entrega,  tanta satisfacción y realización que no pudo contenerse. Alex abrió los ojos, la imagen que reflejaba el espejo le sobresalto: su mano izquierda acariciaba su cuerpo, su boca abierta ligeramente, mostrando un sutil gesto de satisfacción; su mano derecha aun estaba sujetando su miembro, erecto como nunca, la violácea cabeza aun goteaba semen y la mayor parte de su reciente eyaculación yacía escurriendo en el espejo, trazando blancuzcas líneas. Alex profirió un escandaloso gemido, tanto de satisfacción como de sorpresa.

  • Alex ¿Estas bien? – La voz de Héctor tenía un dejo de preocupación.

  • ¡Si! – Respondió Alex sobresaltado – Es que me pegue en el dedo gordo del pie.

  • ¡Ok, ten cuidado!

Alex reacciono al instante. Limpio los restos de su reciente eyaculación del espejo y enseguida abrió la regadera y se puso bajo el chorro de agua. Tras un par de minutos se hizo evidente que su excitación era extremadamente intensa, pues su erección se negaba a desaparecer; su pene aun reclamaba su atención, engrosado por la ardiente sangre que circulaba por sus venas. Tuvo que pasar varios minutos bajo el chorro de agua helada hasta que su excitación remitió lo suficiente como para salir del baño y encarar a su padre.

Luego de asegurarse de manera casi obsesiva que la toalla que se puso rodeando la cintura no denotara el bulto en su entrepierna, Alex se prestó a salir. Al entrar en la habitación su padre lo recibió vestido solamente con un ajustado bóxer. El chico se reajusto la toalla al sentir que su erección cobraba fuerzas una vez mas.

  • ¡wow! – Exclamo Héctor mientras contemplaba a su hijo – En verdad haces ejercicio. Tienes un cuerpo muy bien desarrollado.

  • Gracias… - Replico Alex abrumado.

  • En serio, quien te haya entrenado ah hecho un buen trabajo. Mencionaste que practicas gimnasia ¿Cierto?

  • Si.

  • Mis respetos, en verdad tu cuerpo es ideal.

Las palabras de su padre perturbaron a Alex, y dado su reciente incidente en el baño, solo lograron aumentar mas su ya inaguantable nivel de excitación. Intentando evitar que Héctor se diera cuenta del ahora notorio bulto en la toalla, se dio la vuelta y pregunto:

  • Oye… Lo del Masaje.

  • ¡Ah, cierto! Acomódate en la cama, boca abajo – Héctor hizo una pausa, como si quisiera decir algo mas, pero tras un par de segundos continuo – Y déjate la toalla puesta… por favor.

Aunque el tono extraño a Alex, decidió no darle mas importancia y se acostó en la cama agradeciendo que ahora podía esconder su vergonzosa erección.

  • Esa molestia que tienes – Continuo Héctor – es tensión y estrés. Ya sabes que la presión antes de alguna competencia puede ser horrible, así que empecé a hacer esto con mis alumnos si estaban muy tensos ¡Funciono de maravilla! Se relajaban y daban todo en la competencia.

  • Suena genial… – Replico Alex mientras luchaba por acomodar su erecto pene entre la cama y su abdomen de tal manera que pasara desapercibido.

  • Dicen que tengo manos mágicas – Agrego el hombre riendo - ¿Listo?

  • Eso creo.

Alex cerró los ojos y se preparo. Su mente aun estaba alterada y el cuello volvía a molestarle; probablemente su padre tenía razón, solo era tensión acumulada… tensión sexual al menos. El chico sintió como su padre tomaba su pie izquierdo y con un suave movimiento empezó a masajearlo; En ese momento Alex entendió lo de las “manos mágicas”. Con destreza recorrió cada musculo, estimulando tendones, presionando músculos y eliminando las molestias. Las palmas de su padre se sentían tibias, firmes, ligeramente rasposas e increíblemente agradables.

Con maestría masajeo ambos pies y tobillos para después subir por las piernas en dirección a los muslos. Alex se alegro al notar que su padre evitaba la zona de la cadera y continuaba en la espalda baja. Desde allí extendió sus movimientos con las palmas recorriendo toda la espalda y los brazos. No fue si no hasta ese momento que Alex se dio cuenta de que tan cansado y tenso estaba. El mansaje de su padre estaba obrando maravillas deshaciendo su tensión y brindándole un intenso y relajante placer.

Héctor comenzó a maniobrar, esta vez con sus dedos y nudillos sobre ciertas áreas en la espalda de su hijo. El chico no pudo evitar gemir; era como si su cuerpo sintiera la mas intensa caricia y se perdiera en ella y con cada toque de la mano paterna se hundía mas y mas en aquel pozo de satisfacción. Para cuando las manos de Héctor llegaron al cuello y los hombros de Alex el dolor y la tensión habían desaparecido reemplazados por una intensa sensación de placer obligándolo a gemir sugestivamente con cada movimiento de su padre.

Súbitamente Alex dejo de sentir las manos de Héctor sobre su piel. Un silencio ominoso lleno el cuarto; desconcertado se volvió, su padre seguía ahí junto a el, sin embargo su rostro reflejaba un gesto extraño y confuso. Asustado Alex lo miro con mas calma y tras incorporarse lo tomo del hombro.

  • ¿Papá, estas bien? – Héctor pareció volver en si en ese momento, la funesta expresión desapareció.

  • Parece que el dolor se fue – Exclamo Héctor con un tono desencajado y ausente.

  • ¿Qué tienes?

  • Nada, es solo que olvide algo… Acuéstate, descansa, yo iré al estudio un rato y luego vendré a dormir. No sé cuanto pueda tardarme. No me esperes.

Alex asintió confuso y antes de que pudiera replicar algo, su padre salió del cuarto y se encerró en el estudio. Durante un rato, se podía escuchar como Héctor caminaba de un lado al otro, revolviendo papeles y cajones. Sin saber que hacer, Alex se puso su ropa interior y se preparo para dormir. Mientras se acostaba constato que su erección al igual que la molestia en su cuello habían desaparecido, sin embargo fueron reemplazados por una profunda confusión causada por la extraña reacción de su padre. El baño y el masaje habían cumplido su cometido. Se sentía relajado y cansado. A pesar de sus esfuerzos para mantenerse despierto en espera de Héctor no logro vencer al cansancio y pronto se quedo dormido.

Alex se despertó sintiendo una suave tibieza sobre su piel. Su conciencia se negaba a despertar, la cómoda y aterciopelada paz de los sueños lo envolvía tan dulcemente que no quería deshacerse de aquel abrazo. Tras un rato de semi inconsciencia un rayo de sol se coló por la ventana dándole de lleno en la cara; la molestia fue suficiente para traerlo al mundo de la vigila de manera definitiva. Por un segundo no reconoció el lugar donde estaba; poco a poco su mente empezó a recuperar los fragmentos de la noche anterior. Tras recordar donde estaba, se volvió de manera impulsiva, si padre no estaba a su lado. La cama parecía haber sido usada, Alex lleno sus pulmones con aquel masculino y agradable aroma que pertenecía a su padre y que aun manaba de las sabanas.

Una nota en el buro al lado de la cama llamo su atención; escrito en una elegante caligrafía estaba el siguiente mensaje: “Espero que hayas dormido bien. Tuve que salir temprano y no quise despertarte. Descansa y tomate tu tiempo, recuerda que estas en tu casa. Te dejo un poco de dinero por si se te ofrece algo y un juego de llaves por si quieres salir; si lo haces no vayas lejos, aun no conoces la zona y no me gustaría que te perdieras. Paso por ti mas tarde para que cenemos juntos. Te quiere: Héctor, tu papá”.

Tal como prometía la nota había un juego de llaves y un par de billetes en el mueble; también encontró una tarjeta de presentación con el número telefónico de su papá, detrás, escrito con la misma caligrafía otro mensaje “llámame si necesitas algo”. Alex no sabía que pensar; tras el cambio de actitud que su padre tuvo la noche anterior este mensaje tan familiar y cariñoso le ponía las cosas aun peor ¿Qué estaba ocurriendo? Necesitaba pensar, y el salir a correr siempre le ayudaba a aclarar sus ideas, así que tras estirarse como un gato salió de la cama, se puso su ropa deportiva y salió del departamento.

Tal y como Alex había pensado, el área verde que rodeaba los departamentos era ideal para correr y hacer ejercicio. Inicio con una caminata ligera y al cabo de un rato aumento el ritmo hasta convertirlo en un apresurado trote. Mientras sentía su pulso acelerarse y el oxigeno llenar sus pulmones medito nuevamente acerca de su padre lo que sentía por el y lo que había pasado hacia unas horas. Tras media hora de carrera y varias vueltas al edificio estaba justo donde empezó: confundido y sin respuesta. Cansado se detuvo junto al árbol por donde había pasado el día anterior. Al notar donde se encontraba busco la ventana donde había espiado a los amantes y tras localizarla se asomo discretamente, esta vez el cuarto estaba vacío.

  • ¿Espiando a los vecinos?

Alex dio un salto al saberse descubierto. Apenado se volvió solo para encontrarse al repartidor que les había llevado la pizza ayer, El ex alumno de su padre, Mateo.

  • No te culpo - Continuo el otro ignorando la mirada asesina que le dirigía Alex – El tal Gabriel es un agasajo a la vista, pero tiene un genio de los mil demonios.

Antes de responder, Alex le dio una mirada apreciativa al chico, no estaba nada mal; era mas alto que el, probablemente de la misma estatura que su padre; a pesar de que su rostro era de rasgos comunes resultaba armónico y masculino; Algo en sus ojos castaños y en su actitud beligerante le daban un aire atractivo; no llevaba la playera puesta, al parecer también estaba corriendo y se la acababa de quitar; su piel blanca y apiñonada brillaba húmeda dándole a su torso definido un brillo sensual. Tras contemplarlo largamente, Alex exclamo:

  • Mateo, ¿Cierto? – El chico asintió - ¿En qué te puedo ayudar?

  • En nada en particular. Solo estaba corriendo y te vi por aquí y decidí saludar al nuevo “boy toy” del Sr H. – Tras decir esto coloco sus manos detrás de su cabeza y le regalo a Alex una cínica sonrisa.

El chico soltó un bufido. Mateo era atractivo, no cabía duda; pero le agradaba cada vez menos. Cada palabra, su tono, su pose, era tan irritante para Alex; era como si lo retara y le coqueteara al mismo tiempo. Tenía ganas de molerlo a golpes.

  • Mira, no sé quien te creas pero…

  • ¡Tranquilo! No quiero molestarte – Replico Mateo sin quitar la sonrisa del rostro – Además a mi no me consta nada, solo repito rumores que…

  • Héctor es mi Papá.

  • ¿¡Eres su hijo?! Yo pensé… perdón… es que – Tras la sorpresa inicial fue Mateo quien barrio con la mirada a Alex – Ahora que lo dices… si, tienen un aire similar y el atractivo de familia es innegable – Tras decir esto le guiño un ojo a Alex de manera casi obscena.

Presintiendo la furia de su interlocutor, Mateo dio un salto hacia atrás y tras agitar la mano en forma de despedida dio la vuelta y salió corriendo. Alex estaba muy alterado, no era solo la actitud de Mateo, lo que acababa de decirle le había calado muy hondo. Mas confundido que antes, decidió regresar al departamento donde intento hacerse de desayunar, pero su cabeza estaba en otro lado y tras quemar sus huevos se dio cuenta de que tampoco tenía apetito.

Tras limpiar su estropicio en la cocina, decidió que también debería ordenar sus cosas y hacer la cama, era lo mínimo que podía hacer después de haber dormido allí. Mientras arreglaba las palabras de Mateo le daban vueltas una y otra vez. ¿Seria cierto? Y si así fuera ¿Qué implicaría?

¿Seria esa la razón por la cual Héctor había cambiado su actitud de un momento a otro? ¿Sentiría algo por Alex?... Pero era un rumor, ¿cierto? ¿Habría forma alguna de confirmarlo? Espoleado por esta idea decidió revisar la casa en busca de aquella prueba. Con el mayor cuidado posible rebusco en cada cajón y espacio de la habitación de su padre, poniendo especial atención en dejar todo como estaba tras haberlo revisado minuciosamente. Ropa, cajas, documentos, enseres personales… Tras un par de horas de larga investigación la frustración de Alex estaba al tope. No había encontrado nada, al menos nada esclarecedor. Su padre parecía un hombre de rectitud impecable y era eso lo que resultaba mas sospechoso; incluso el, siendo virgen e inexperto, tenia condones y algo de pornografía escondida en su habitación; con mayor razón Héctor, siendo un adulto soltero, atractivo y con necesidades, debía tener semejantes objetos; pero si los tenia, Alex no había podido encontrarlos. Sin embargo no se rendía, aun debía buscar en el estudio.

Justo cuando estaba entrando al estudio, el teléfono sonó sobresaltando a Alex; tras recobrar el aliento contesto fingiendo la mayor naturalidad posible.

  • ¿Bueno?

  • ¡Alex! ¿Cómo estas? ¿Qué tal tu día? – Pregunto la voz de su padre en tono jovial.

  • Bien, gracias.

  • ¿Hiciste algo especial?

  • No… Solo… Salí a correr en la mañana y eh estado ordenando algunas de mis cosas y perdiendo el tiempo.

  • Me da gusto que no dejes tu entrenamiento… Oye, ya termine aquí, ¿Te parece si vamos a comer y al cine?

  • Si claro, me encantaría.

  • Muy bien, paso por ti en una hora.

Tras cortar la comunicación Alex se quedo ahí parado con el auricular en la mano y sin saber que hacer. La voz de su padre sonaba tan cordial y cariñosa, sin rastro de la frialdad de la noche anterior ¿Se estaría imaginando todo? Tenía poco tiempo, reaccionando con lentitud colgó el teléfono y fue a asearse. El estudio debía esperar… O tal vez lo dejaría por la paz.

Tal como lo había dicho, Héctor llego al cabo de una hora. Alex ya estaba listo, así que bajo a toda prisa y tras saludar a su padre, subió al auto y ambos partieron. Héctor se mostro cálido y amable, justo como lo había hecho por teléfono; sin embargo también había cierta tensión que Alex no pudo ignorar del todo. Durante el viaje, la cena y la película fue lo mismo; sus palabras eran gratas, pero había algo en su actitud, era casi como si quisiera evitar el contacto con Alex. Al principio, el chico pensó que era su imaginación, sin embargo mientras transcurría la tarde, el alejamiento físico se hizo mas obvio. El colmo fue al llegar al departamento; Alex intento agradecer la atención con un abrazo, el cual Héctor esquivo de manera sutil y casi casual dejando caer sus llaves y agachándose por ellas. La incredulidad de Alex no tenia limite, el estomago se le retorció de frustración ¿Qué significaba todo esto? Apenas ayer lo abrazaba y lo besaba y hoy ni si quiera se le acercaba. Furioso, se dirigió al cuarto, era temprano aun pero deseaba estar solo.

  • ¿Te vas a dormir tan temprano? – Pegunto Héctor desde la puerta de la habitación.

  • Si, me duele la cabeza.

  • ¿Quieres una aspirina?

  • No gracias, durmiendo se me quita – Estas últimas palabras salieron con mas amargura de lo que deseaba expresar.

  • Bien… yo… creo que me dormiré tarde, tengo mucho que hacer aun, estaré en el estudio.

Alex no respondió. En cuanto su padre se fue, se desvistió y se metió en la cama. Le costó mucho quedarse dormido. Durante un largo rato dio vueltas en la cama agobiado por sus pensamientos, lentamente se adormilo, su mente se vio en un estado de semi inconsciencia, atrapada entre el mundo real y el onírico; el tiempo parecía extenderse infinitamente mientras su imaginación reproducía escenas caóticas que mezclaban su entorno real con fantasías sin sentido. Este rizo infinito se vio interrumpido por una vaga y agradable sensación. Al principio fue muy sutil pero conforme los minutos pasaban el sueño se hizo mas claro.

Alguien estaba tras el, podía sentir el calor que manaba de ese cuerpo, enseguida noto como su acompañante retiraba con delicadeza la manta que lo cubría y con esa misma delicadeza le acariciaba el cabello, su mano bajo después por el rostro, el cuello y el hombro, para después pasar por su costado y seguir hasta su cadera; La caricia casi hizo arder su piel. Alex no quería despertar; sabía que estaba soñando y no quería que su fantasía terminara, deseaba mas. Sin abrir los ojos se giro lentamente, como si buscara una posición mas cómoda y al hacerlo se vio acurrucado en el pecho desnudo de su padre. Sabía que seria el, lo sabía por el olor, por el tacto de sus manos y por el suave terciopelo de su piel; y claro, siendo un sueño Héctor no lo rechazo, por el contrario lo abrazo con fuerza y entrelazo sus piernas con las suyas aumentando el contacto. Alex sonrió, ahora solo tenía que abrir los ojos y levantar el rostro para besar aquellos gruesos y masculinos labios, y así lo hizo.

Al principio Alex no entendió lo que pasaba. Le tomo varios segundos darse cuenta de que en efecto había abierto los ojos, pero la escena que contemplo le rompió el corazón; no había nadie junto a el; el lado de la cama donde su padre había dormido estaba vacío, frio. El sol entraba por la ventana iluminando la cruel realidad, todo aquello había sido un sueño y el único rastro de su padre era una nueva nota informándole que llegaría tarde ese día, Desconsolado, arrugo la nota y la tiro al piso, No podía creerlo, había sido tan real, tan agradable y excitante. ¿Por qué le dolía tanto? Con miedo Alex se dio cuenta de que se había enamorado de Héctor.

Su estomago se retorció de solo pensarlo, pero no había otra explicación y lo que era mas importante, no le interesaban los lazos biológicos que los unían, lo deseaba y lo amaba y era lo único que tenía cabida en su razón. Con ánimos renovados se levanto de la cama y fue directo al estudio, decidido a encontrar esa prueba que lo ayudaría a sacar la situación adelante.

Lo primero que intento revisar fue la computadora, pero no pudo iniciarla ya que estaba asegurada con pasword; ¿seria que su padre le ocultaba algo? Dudaba que la computadora tuviera pasword antes de que el llegara. Sobre el escritorio no había nada mas que un lapicero y una foto donde un jovencísimo Héctor sostenía a un bebe en brazos; Alex tomo la foto y la contemplo largo rato para luego dejarla donde estaba y continuar con su búsqueda. Mientras buscaba en los cajones revisaba cada papel, no quería que se le escapara algún detalle, pero lo único que hayo fueron documentos oficiales, cuentas, certificados. Minuciosamente volvió a poner todo en su lugar, para después centrar su atención en los libreros. Le tomo un largo rato, pero checo cada uno de los libros esperando hallar una foto, una carta, una confesión, algo que le diera esperanza y sentido a lo que estaba pasando. Tras varias horas Alex estaba harto. Tal vez – pensó – se estaba volviendo loco, tal vez se imaginaba cosas y todo era producto de su mente adolescente llena de hormonas. Estaba a punto de rendirse y en ese momento lo encontró.

Era un álbum, casi parecía común y corriente, Alex lo abrió ávido de conocer su contenido; entre las fotos había de todo, familia, amigos, paisajes, viajes, pero sobre todo había fotos de sus equipos de natación. Héctor llevaba 10 años trabajando como entrenador y por supuesto varios equipos estuvieron a su cargo. Las fotos, a simple vista parecían normales: Héctor posando con su equipo o con algún miembro en particular, sin embargo un análisis mas cercano le revelo a Alex lo que buscaba. Era sutil, casi imperceptible, pero en ciertas fotos y con ciertos chicos había miradas y toques que implicaban mucho mas… El lo sabia mejor que nadie, era la misma manera en la que el miraba a Héctor. Absorto en las imágenes se llevo el álbum a la sala; por horas analizo las fotos desde cada ángulo intentando decidir si se había vuelto loco y veía visiones o en realidad había algo allí. Fue así como Héctor lo encontró: Reclinado sobre el álbum con la mirada alienada y casi desnudo.

  • Alex ¿Estas bien? ¿Qué haces allí?

  • Héctor…

  • ¿Te pasa algo? – Exclamo el hombre acercándose a su hijo, justo cuando estaba por tocarlo se detuvo, era como si recién se hubiera dado cuenta de que Alex estaba semidesnudo.

  • ¿Por qué no quieres tocarme? – Pregunto Alex - Con ellos no parecías tener tales reservas – Mientras decía esto extendió las fotos que había estado mirando toda la tarde; Héctor palideció.

  • No sé a qué te refieres… Son solo fotos.

  • Luego esta lo que dijo Mateo.

  • ¿Qué te dijo?

  • Pensó que yo era tu nuevo “boy toy”.

  • ¡Alejandro, esas son tonterías! Mateo es así, nunca habla en serio.

  • Lo que mas me molesta Héctor – Exclamo Alex levantándose del sillón y acercándose a su padre de una manera casi amenazadora – Es que seas tan hipócrita conmigo.

  • No te entiendo… - Balbució Héctor mientras daba temblorosos pasos hacia atrás tratando de alejarse de su hijo.

  • Si, ahora te alejas, pero anoche me tocaste, me abrazaste y dejaste que te besara.

Al escuchar estas palabras, Héctor perdió el poco color que le quedaba, se derrumbo en el sillón y se llevo las manos al rostro.

  • ¡No!, ¡no!, ¡no!, ¡no!, ¡Esto no está bien! Se supone… yo no…

  • Héctor no me mientas ¿Sabes por qué se con certeza que esos chicos de las fotos fueron tus amantes? – Héctor levanto la mirada dudoso esperando una respuesta – Te ven de la misma manera que yo… y tu los ves así… los deseas lo puedo ver en tus ojos y también sé que me miras así.

Alex se hinco frente a su padre, sus rostros quedaron frente a frente. Héctor se descubrió el rostro, sus manos se contorsionaron como si lucharan por sujetar algo sin poder lograrlo.

  • Héctor ¿Me deseas? – El hombre giro el rostro, no quería responder – Héctor, por favor, si me quieres aunque sea un poco respóndeme.

Héctor empezó a negar con la cabeza. Alex no sabía si le estaba respondiendo o si estaba negando la situación. Desesperado lo tomo por los hombros y agitándolo le grito:

  • ¡Héctor, por favor!

  • ¡Esta bien! ¡Está bien! – Respondió el otro en el mismo tono – Si, te deseo, te deseo desde que abrí la puerta y te vi. Al principio pensé que eras un chico cualquiera, el chico mas hermoso que hubiera visto, pero de inmediato caí en cuenta de que eras mi hijo – Mientras hablaba extendió sus manos acariciando el rostro de Alex de manera frenética – Pensé que se me pasaría, que podría controlarlo, pero cuando te vi medio desnudo y después de tocar tu piel… supe que estaba perdido – Gruesas lagrimas corrieron por el rostro de Héctor. Alex vio toda la desesperación que su padre ocultaba en su mirada y a el también se le llenaron los ojos de lagrimas – Intente alejarme, no quería que en un momento de debilidad la tentación me venciera y terminara haciendo una locura…

  • ¿Es que no te das cuenta de que siento lo mismo? – Replico Alex con la voz quebrada.

  • Pero es que no está bien… eres mi hijo.

  • Y tu eres mi padre y no quiero estar bien.

Con una fiereza insospechada, Alex tomo la cabeza de su padre y le planto un beso en los labios. Al principio Héctor no respondió, pero la tibieza y suavidad de esos jóvenes labios termino venciendo sus reservas y de pronto se vio correspondiendo apasionadamente el beso que su hijo había iniciado.

Alex estaba en las nubes, Aquel beso era lo que mas había deseado; los labios tibios, la lengua húmeda, aquel sabor a deseo oculto en cada caricia, en cada movimiento. El instintivo deseo que guiaba sus labios pronto convirtió el beso en un toma y daca; Alex hacia lo mejor que podía para imitar los movimientos de su padre, le encantaba como su lengua se rozaba con la suya, al poco tiempo ambas lenguas se debatían en húmedo  abrazo de placer.

Héctor se separo un momento de los sedientos labios de su hijo. Lo miro con avidez, sus ojos se llenaron de aquella joven y masculina belleza. Si, lo deseaba y toda objeción que hubiera existido antes dejo de ser importante, lo único que contaba era el aquí y el ahora. Atrajo a Alex hacia si una vez mas y tras besarlo frugalmente en los labios le beso el cabello, los parpados, las orejas, el cuello. Héctor deseaba devorar ese cuerpo y con tal de hacerlo rodeo el torso del chico con mas fuerza, obligándolo a subir al sillón y ponerse a horcajadas sobre su regazo. Héctor se encontró con la mirada de Alex; ambos pudieron ver el deseo reflejado en los ojos del otro. Ambos deseaban esto, no había dudas ni vuelta atrás.

Alex sintió la mano de Héctor recorrer su espalda desnuda, desde la base del cuello hasta su cadera, un momento después la otra mano de su padre le acariciaba el pecho enredando sus dedos en el suave vello que nacía en sus pectorales y vientre. El chico no pudo evitar sentir Un escalofrío  recorriéndole toda la piel.

  • Eres el joven mas hermoso que eh visto en toda mi vida - Tras estas palabras Héctor acerco su boca a uno de los pezones de su hijo, se relamió los labios y comenzó a lamerlo con deleite.

Alex soltó un gemido al sentir aquella caricia, su cuerpo se estremeció y el placer empezó a aumentar en oleadas conforme sentía la ardiente boca de su padre chupar y morder su virgen pezón ahora erecto y sonrosado, Héctor sonrió al notar la reacción de Alex, quería obsequiarle el mayor placer del mundo, después de todo era su hijo y solo quería lo mejor para el; así que puso a trabajar la destreza que había adquirido con los años moviendo sus labios por el torso y abdomen del chico; lamiendo, mordiendo, succionando, prodigando caricias y arrancando suspiros de satisfacción. Mientras degustaba el sabor de la juventud que yacía en aquella piel, Héctor ocupo sus manos en recorrer nuevamente la piel de la espalda de su hijo, bajando cada vez mas para después colar sus manos dentro del ajustado bóxer donde masajeo con deleite las redondeadas nalgas.

La intensidad de las caricias era demasiada, Alex casi sentía desmayarse, así que se aferro al cuerpo de su padre, clavo los dedos en su espalda  obteniendo como respuesta un sordo gruñido y un aumento en la intensidad del toqueteo, al parecer Héctor se estaba dejando llevar por la excitación, porque lo que siguiente que Alex sintió fue como, en un arranque de pasión, Héctor rasgaba sus bóxers arrancándoselos del todo y dejándolo desnudo y sobrecogido.

Finalmente Héctor podía contemplar a su hijo, el bello adonis tal como había llegado al mundo: Desnudo, indefenso e infinitamente hermoso. Ya antes había deleitado no solo sus ojos si no también sus manos en aquel torso de blanca piel y definidas proporciones, salpicado de un sedoso vello castaño. Sin embargo esta vez pudo contemplar en toda su gloria el joven miembro de Alex. Su proporción era hermosa, de unos 17 cms de largo, con un grueso y venoso tronco sosteniendo una cabeza brillante y violácea que apuntaba mas allá de su ombligo. Al tacto resultaba férreo y palpitante, y el glande escurría profusamente un brillante liquido que lo hacía ver mas apetitoso. Héctor apenas podía creer que hacía 17 años, el mismo había ayudado a concebir a este joven efebo y mas aun que estuviera por desflorarlo.

Alex sintió como la mirada de su padre le quemaba la piel, le encantaba ser objeto de aquel obsceno deseo. Se quedo inmóvil, esperando pacientemente a que Héctor saciara su visión. El antes ya había tenido oportunidad de contemplar el cuerpo desnudo de su padre y supuso que seria justo dejar que el hiciera otro tanto. Una tibia y húmeda sensación lo tomo por sorpresa; bajo la mirada para ver como Héctor engullía su miembro y empezaba a mamarlo con suavidad. La lengua paterna recorrió su hombría de punta a punta lamiéndolo como si fuera un helado. Enseguida los labios se unieron al festín, cubriendo con delicadeza el glande para después masajearlo lentamente. Alex se maravillo contemplando como su miembro desaparecía por completo en la húmeda boca de su padre para después sentir su lengua, como llama ardiente acariciando su miembro, regalándole un placer único. Al mismo tiempo las manos del hombre ya trabajaban en el trasero de Alex, los hábiles dedos de Héctor se abrieron paso por entre las apretadas nalgas llegando hasta el apretado ano y acariciando los bordes de aquella apetitosa entrada. La combinación fue muy poderosa, Alex  se perdió: Su voluntad comenzó a rendirse, su cuerpo se sentía desmadejado por una marejada de placenteras sensaciones. Las caricias en su piel habían logrado estremecerlo a tal punto que su mente se desconecto; Por un momento fue solo un cuerpo inundado por el placer, no había nada mas, simplemente era demasiado para el. Solo logro mantenerse erguido, gimiendo como poseso con la mirada perdida, mientras su padre lo sometía al mas intenso placer.

Fue durante este estado de abandono que Alex comenzó a sentir algo extraño. Inicio como un ligero cosquilleo que se coló por su piel llegando a sus entrañas e incluso pudo sentirlo en los huesos. Aquella sensación comenzó a concentrarse en su vientre formando una vorágine que exploto sin previo aviso inflamando su cuerpo con la mas exquisita sensación que jamás hubiera sentido.

Héctor sintió como el cuerpo de su hijo se convulsionaba presa del placer. Las manos del chico le arañaban la espalda y se aferraban a su cabello; Su boca se vio llena de una dulce y espesa sustancia que aquel joven pene disparaba con fuerza; fue tal la intensidad que no pudo contenerla y pronto el semen le escurría por las comisuras de su boca. Habiendo degustado todos los disparos de delicioso esperma que su hijo le regalo, saco el erecto miembro de su boca y con deleite lamio los residuos que quedaron adheridos a la piel. El sabor de aquella blanca leche le resulto una exquisitez, tenía una cualidad agridulce que le alegro el paladar, Si por el fuera no querría probar nada mas en su vida.

Cuando Alex logro recuperarse del orgasmo que había sufrido, abrió los ojos y bajo la mirada, la visión de su padre relamiéndose los labios cubiertos de semen lo recibió. Una exclamación de satisfacción escapo de sus labios, aquel sonido invito a Héctor a mirarlo.

  • Esto es un manjar de los dioses – Susurro el, con notoria satisfacción.

  • Me gustaría probar el tuyo… Las madres alimentan a sus hijos cuando son pequeños; Siendo mi padre deberías alimentarme con tu leche para que pueda convertirme en todo un hombre… Para que me convierta en tu hombre… aunque tendrás que guiarme, nunca eh hecho algo así.

Héctor no pudo evitar sonreír ante estas palabras.

  • Eso no está bien, siendo el más bello de los efebos deberías tener un harem de hombres a tus pies listos a cumplir todos tus deseos.

  • Lo dices solo porque soy tu hijo – Replico Alex apenado – Además el que tiene un harem de jovencitos eres tu.

  • Créeme tu Alex, tu vales mil veces mas, eres lo único que deseo y lo único que deseare de ahora en adelante.

Alex estaba arrobado, aquellas palabras significaban mucho. No encontraba como contestar a tan bellos sentimientos, solo atino a inclinarse y responder con un profundo beso, Aquellos labios lo recibieron con su dulce sabor ambarino, ahora mezclado con su semilla masculina convirtiendo la saliva de su padre en una sustancia densa y de sabor fuerte que invitaba a pecar una y mil veces mas.

Sin interrumpir el beso, Héctor se levanto del sillón, ahora era el quien tenía que inclinarse ligeramente para besar a Alex. Esta vez fueron las manos del chico las que ansiosas y llenas de deseo intentaron recorrer el cuerpo de su padre, pero al encontrarse con la barrera de la ropa redirigieron su esfuerzo y se empeñaron en desabotonar la camisa que llevaba puesta; tras conseguirlo se colaron entre los pliegues de la prenda en búsqueda de su piel febril. Aquellas jóvenes manos recorrieron la geografía del torso de Héctor, acariciaron cada musculo deleitándose en la aterciopelada piel cubierta de vello. Alex sintió la necesidad de probar aquella piel, así que se inclino e imitando a su padre comenzó recorrer cada centímetro de piel con su lengua, disfrutando del sabor y perdiéndose en la sensación de aquel cuerpo tan varonil. Con fascinación recorrió cada parte de aquel torso, bajando cada vez mas. Pronto estuvo hincado en el suelo contemplando el prominente bulto que su padre guardaba en su entrepierna. Con una mirada expectante, Alex vio como su padre se prestaba a cumplir su deseo, con parsimonia bajo su cierre y del interior de su pantalón extrajo su erecto y pulsante miembro, parecía descomunal y aunque ya antes había tenido oportunidad de verlo en reposo, nada se comparaba a contemplarlo en toda su erecta gloria. Era notoriamente grueso y de color cremoso; tenía una envergadura de unos 20 centímetros; el glande, ligeramente mas grande que el tronco, palpitaba como si de un corazón se tratase. En conjunto resultaba gigantescamente bello.

Mientras estaba ahí, hincado con aquel miembro sobre su rostro, Alex se lleno de un sentimiento de adoración. Allí estaba el instrumento que le había dado vida. De aquel mismo pene había salido la semilla que le dio origen. Este enorme y turgente cetro de carne era su objeto de adoración y el se convertiría en su acolito y haría de su cuerpo un altar donde le rendiría pleitesía. Sabía que la blanca semilla generada por su padre le había dado vida y sabia que ahora podía comulgar con ella. Debía recibirla y guardarla dentro de si. Lleno de fervor, abrió su boca, extrajo su lengua y comenzó a ungir el pene paterno con su saliva. Alex gimió al degustar su sabor, era similar al almizclado aroma que desprendía su piel solo que infinitamente mas delicioso. Mientras recorría con su lengua cada centímetro del ciclópeo miembro de su padre, Alex empezó a sentirse sobrecogido, ¿Como haría para meterlo todo dentro de su boca? Quería complacer a su padre, quería probarle que las palabras que había dicho eran ciertas, que valía mil veces mas que cualquiera de sus jóvenes amantes. Intentando lograr el truco unió sus labios al festín y pronto hacia esfuerzos por mantener aquel inmenso pedazo de carne dentro de su boca. Logro introducir poco mas de la mitad cuando las arcadas se dejaron sentir en su garganta. Apenado se saco el miembro de la boca.

Héctor estaba orgulloso de su hijo; sin dificultad imito todas las caricias que había practicado en el, se notaba como hacia lo posible por brindarle el mismo placer y por dios, lo estaba logrando. Sin embargo era obvio que por mas esfuerzos que hiciera su inexperta boca no podía recibir un miembro como el suyo, era demasiado grande para una boca novata.

  • Alex no te preocupes, es cosa de práctica y te prometo que practicaremos mucho - Exclamo Héctor acariciando el cabello de su hijo para después guiñarle el ojo.

El chico sonrió, había entendió el mensaje. Luego de corresponder la sonrisa volvió al ataque. Nuevamente saco su lengua buscando saborear aquella delicia. Improvisando, busco la manera de masajear aquella carne turgente; chupo la cabeza, masajeo el tronco con los labios y con cada intento noto como su padre empezaba a gemir cada vez mas y mas complacido. Alex estaba cada vez mas animado y excitado, las reacciones de su padre eran notorias y su placer palpable. Con mas seguridad intento nuevamente introducir el enorme miembro en su boca, sabía que no lo lograría, así que esta vez cubrió tanto como pudo con su boca y con sus manos cubrió la base; poco a poco sincronizo sus movimientos, al instante se dio cuenta de que iba por buen camino; la férrea erección de su padre cobro mas firmeza y pudo saborear con claridad su espeso néctar pre eyaculatorio; era único, salado y robusto como si de un licor se tratase.

  • ¡Alex, por dios! No te detengas… es delicioso

El chico sonrió complacido y continuo su labor acelerando el ritmo poco a poco, provocando gemidos cada vez mas escandalosos de parte de su padre.

Héctor no soporto mucho. Era increíble, nunca pensó que un chico virgen fuera capaz de darle la mamada mas deliciosa de su vida; o tal vez no era solo eso, tal vez era el hecho de que el chico mas hermoso que jamás hubiera conocido y que de casualidad era su hijo, El hijo que deseaba beber la blanca esencia que manaba de su miembro, la misma con la que lo había concebido años atrás. Esa imagen fue el detonador, Sin poder controlarse mas, Héctor experimento un orgasmo lleno de intensidad; sordos gruñidos escapaban de su pecho, su cuerpo se estremeció con fuerza y su miembro expulso chorros y chorros de blanca esperma que Alex se apresuro a beber.

La intensa eyaculación de Héctor fue demasiado para Alex; aquella blanca y ardiente metralla pronto le lleno la boca. Temiendo ahogarse se separo del miembro de su padre recibiendo otros tantos disparos en el rostro. Alex cerró los ojos disfrutando aquella tibia y gloriosa sensación que cubría su rostro y escurría por su pecho; se sentía como la tierra seca que recibe la lluvia tras un largo tiempo de sequia; y aquel sabor… el sabor del blanco licor de Héctor le lleno el paladar descubriendo que era algo que siempre había deseado y de lo que nunca se cansaría. Se sentía bendecido: su padre lo había bañado con su semilla de creación, Abrió los ojos y pudo ver como las últimas gotas de aquel elixir resbalaban por el glande de su progenitor; con fervor se acerco y libo los residuos de aquel néctar divino. No pensaba dejar escapar ni la mas mínima gota.

Héctor tardo un poco en recuperar el aliento. El orgasmo que sintió había sido extraordinario. No lograba entender a que se debía; su vida sexual había sido amplia y variada, pero ninguna de sus experiencias le habían dejado tan satisfecho y ansioso al mismo tiempo, pero tenía la seguridad de que si continuaba podría averiguar de que se trataba. Abrió los ojos solo para contemplar lo que considero la imagen mas sensual que jamás había visto: Alex aun yacía hincado con los ojos cerrados y el rostro apuntando al cielo; su boca, cara y pecho estaban rebosantes de su esperma; pero lo que mas le sobrecogió fue la expresión en el rostro de su hijo: fervor, placer y éxtasis. Sin poder contenerse se hinco frente a Alex y comenzó a besarlo y abrazarlo. Tenía la insaciable necesidad de grabar sus labios en aquella joven piel. Alex lo miro a los ojos y ambos compartieron una mirada de intensidad y la mutua e intolerable necesidad de satisfacer sus deseos; era un hecho, si aquella pasión no era apagada los terminaría consumiendo hasta morir.

Héctor sintió su miembro latir con fuerza ansiando llenar las entrañas de su hijo, pero sabía que seria complicado siendo Alex virgen, debía tomar el control. Con algo de brusquedad recostó al chico, tan largo como era, en el sofá; se desprendió de sus últimas prendas y se hinco frente de el, entre sus piernas. Complacido escucho el suspiro de Alex y disfruto la mirada de obscena fascinación que le bullía de los ojos. Sin dejar de sonreír tomo las piernas de su hijo y las levanto dejando al descubierto su oscuro y apretado agujero de placer, el miedo de Alex fue notorio, el chico también intuía que el pene de su padre podría lastimarlo. Héctor le obsequio con una  confiada sonrisa para después inclinarse y hundir su rostro entre las nalgas de su hijo. Aquel rosado ano le pareció perfecto; parecía tan apretado y tibio que se relamió los labios de solo pensar en lo mucho que lo disfrutaría. Con ansiosa excitación estiro su lengua y rozo tímidamente los bordes del ano de Alex; el chico se estremeció al sentir el sutil contacto, Héctor emitió un pequeño gruñido de asentimiento para después reiniciar su ataque, esta vez con mayor fuerza.

Alex estaba a punto de gritar. Sabía lo que su padre estaba haciendo, pero nunca soñó, ni en sus mas locas fantasías que semejante caricia fuera tan placentera, su zona perineal resulto muy sensible, podía sentir con claridad la húmeda lengua de su padre reptando como serpiente entre sus mas íntimos rincones produciéndole un escalofrío que le lleno de placer cada poro del cuerpo. Sus gemidos se hacían cada vez mas fuertes y no lograba mantenerse quieto, su cuerpo se convulsionaba presa del placer. De pronto la sensación cambio, la lengua de Héctor comenzó a abrirse paso a través de la estrechez de su ano penetrándolo suavemente. Una nueva exclamación nació de la garganta de Alex. La lengua de su padre estaba dentro de el rozando su mas recóndita intimidad; cada caricia iba dirigida a aumentar su placer, a prepararlo para lo que vendría; cuando Alex se dio cuenta de esto último no pudo evitar comparar: si la lengua de Héctor era tan placentera, ¿Qué tanto mas placentero seria tener aquel glorioso miembro dentro? Apenas podía esperar para sentirlo.

Héctor estaba disfrutando como nunca el estar atrapado entre las suaves nalgas de Alex; el provocar aquellos gemidos de placer le proporcionaba mucha alegría y al cabo de unos minutos su excitación aumento mas al sentir como el canal trasero de su hijo se relajaba y empezaba a distenderse; era hora de dar el siguiente paso: sin separar su lengua de la cavidad anal de Alex, extendió su mano y con firmeza tomo el pulsante y erecto miembro que el chico poseía; tras masajearlo un poco dirigió su lengua a un punto distinto, con deliberada lentitud repto por el perineo para después dedicar sus caricias linguales a los testículos que colgaban lánguidos, como invitándolo a jugar. Alex se retorció gustoso y separo aun mas las piernas dejándole el camino aun mas libre a su padre. Héctor esperaba esto, aprovechando la disposición de su hijo uso su otra mano y extendiendo sus dedos comenzó a penetrarlo lenta y suavemente.

Las sorpresas no se detenían y ante cada caricia Alex enloquecía mas y mas a causa del placer. Ya no solo era la fuerte mano de su padre masturbándolo y su serpenteante lengua acariciando sus testículos, ahora eran también sus dedos entrando y saliendo de su intimidad. Al principio la sensación le resulto extraña y hasta un poco incomoda, pero la magia de su padre ya estaba operando y para cuando introdujo el segundo y tercer dedo su cuerpo ya estaba en éxtasis nuevamente. La multitud de caricias lo tenía frentico, de alguna forma su padre había encontrado todos sus puntos sensibles y los estimulaba al mismo tiempo convirtiendo cada caricia en una descarga de placer que invadía su piel cortándole la respiración; la satisfacción era casi insoportable. Un grito escapo de sus labios, su cuerpo  se contorsiono, se llevo las manos a la cabeza intentando aliviar la sensación de que estallaría de placer en cualquier momento; sin embargo el estallido ocurrió en otra parte; sin darse cuenta empezó a eyacular incontrolablemente, su pene disparo varias descargas de semen con tal fiereza que le llegaron hasta el rostro; un inenarrable placer recorrió su ser solo para abandonarlo después de unos momentos, dejando solo un agradable agotamiento en su cuerpo.

Héctor se separo de la deliciosa entrepierna de su hijo y mientras alzaba la mirada se quedo sin palabras; lo que vio le parecía indescriptiblemente bello: Aquel joven adonis que era su hijo yacía desnudo, sudoroso, ardiente; su pecho subía y bajaba en visible agitación, sus firmes brazos sujetaban su castaño cabello dejando al descubierto sus axilas cubiertas de crespo y oscuro vello; los pezones erectos; el suave vello del pecho húmedo, adherido a la piel y delineando los músculos; el pene semi erecto y aun escurriendo esperma; el rostro invadido de sudor, semen y con un gesto de infinito placer. No había palabras para describir semejante belleza. Una vez mas se lleno de aquella indescriptible e innombrable sensación; aun no lograba explicarla, pero hacia de cada segundo que pasaba con Alex la experiencia mas placentera que jamás hubiera tenido.

  • Todos los jóvenes son iguales – Exclamo Héctor saliendo de su estupor – Desperdiciando su dulce néctar en vez de guardarlo para sus amantes – Alex abrió los ojos y correspondió la sonrisa de su padre, su dramatismo era encantador. – Estas hecho un asco – Continuo Héctor – Tendré que limpiarte.

En un ágil movimiento Héctor se inclino y comenzó a lamer le glande de su hijo, quien gimió satisfecho.

  • Pero por favor, padre – Agrego Alex entre risas y gemidos e intentando igualar el tono dramático de Héctor -. Tengo tanto para dar… Además mi néctar no se compara con el tuyo; es como un buen vino añejado con la edad, en comparación el mio es dulzón en insípido – Agrego el chico relamiéndose los labios.

  • He oído eso antes – Replico mientras acicalaba a Alex con la lengua – Sin embargo creo que el tuyo es mejor; Si, es un néctar joven, pero de buena cosecha… Además – Agrego mientras limpiaba algunas gotas de semen acumuladas en el pezón de su hijo – El sabor me parece familiar.

  • ¡Pero claro! Es de familia.

Nuevamente unieron sus labios y sus cuerpos, sus pieles se ungieron en sus jugos de placer haciendo cada caricia mas intensa y placentera. Alex acerco sus labios al oído de su padre y tras morder juguetonamente su lóbulo le susurro ansioso.

  • Héctor… Papá… Quiero tenerte dentro de mi. Quiero que me penetres. Quiero que me llenes con ese mismo miembro con el que me concebiste, quiero llevar tu semilla dentro de mi. Bendíceme con ella, aliméntame con ella, hazme hombre, hazme tu hombre – Mientras hablaba Alex coloco sus piernas alrededor de la cintura de su padre, para después extender su mano y tomar el miembro incandescente de Héctor y apuntarlo hacia sus entrañas.

Héctor se sorprendió al escuchar en labios de su hijo el deseo que lo corroía por dentro. No necesitaba mas, era ahora o nunca. Tras afirmar las rodillas en el sillón empujo su cadera y enseguida sintió como la cabeza de su pene impactaba contra el aun virgen ano de Alex. El chico suspiro con placer al notar el contacto y asintió sutilmente incitando a su padre a continuar; dándose por enterado, Héctor comenzó a empujar con mas fuerza logrando introducir el glande de un golpe. Alex gritó; su rostro, antes tranquilo, ahora mostraba un gesto de dolor

  • Tranquilo hijo, es parte del proceso -  Susurro Héctor mientras besaba el rostro de su hijo – Relájate, pronto pasara - Alex asintió nuevamente y Héctor reanudo su labor tal lenta y suavemente como le fue posible.

Una dulce tortura lleno el cuerpo de Héctor. El deseo de penetrar a su hijo era irascible e incontrolable; si por el fuera  habría entrado en el violentamente, de golpe y se hubiera saciado en sus entrañas hasta venirse. Sin embargo también deseaba con locura que Alex disfrutara cada minuto, cada segundo; quería obsequiarlo con el placer mas grande que hubiera sentido; aunque eso significara que su miembro reventara de deseo.

Al principio también resulto doloroso para Alex. Cando el glande de su padre estuvo dentro de el sintió un dolor terrible, casi como si se fuera a partir por la mitad. Todas las caricias y preparación que Héctor había practicado resultaron insuficientes; el pene de su padre era enorme y el era virgen. Sin embargo Alex no quería que se detuviera por nada del mundo, ansiaba sentir aquel ardiente miembro completamente dentro de el, solo debía acostumbrarse. Estoicamente aguanto la acometida aferrándose alternativamente al sillón y a la espalda de Héctor. Finalmente tras lo que le pareció una eternidad, sintió como los testículos de su padre se posaban sobre sus nalgas. Por fin tenia cada centímetro de la virilidad de su padre dentro.

Por un momento se quedaron inmóviles, silenciosos; el único sonido en la sala era la respiración contenida de Héctor y los apagados gemidos de Alex. Preocupado por el bienestar de su hijo, Héctor beso una y otra vez su rostro, su cabello, sus labios, pero no se retiro ni un centímetro; no solo porque aquel apretado canal le brindaba un placer inmenso, si no porque su hijo le había pedido que lo convirtiera en su hombre, y si quería serlo debía no solo soportar su miembro, si no disfrutarlo también; así que dio el siguiente paso y con tanta suavidad como le fue posible, extrajo su miembro casi por completo para después volverlo a introducir con mucha lentitud.

Alex bufaba y resoplaba intentando relajarse, pero el dolor parecía no disminuir; de hecho aumento cuando su padre comenzó a moverse. Podía sentir con claridad como aquel gigantesco pedazo de carne entraba centímetro a centímetro en sus entrañas para después retirarse dejando un enorme espacio vacío. Sin embargo, tras un par de acometidas algo empezó a cambiar: inicio con el espacio vacío que sentía cuando Héctor salía de el; había una especie de tristeza, un ansia de volver a sentirse lleno. Luego, cuando volvía a entrar el dolor lo destrozaba, pero cuando el firme miembro llegaba a lo mas profundo, cuando mas lleno de su padre se sentía, el bulboso glande tocaba un punto que al instante convertía todo el dolor en un placer de la misma magnitud y cada vez que se repetía aquello el placer era mayor y mayor, pronto sus quejidos se convirtieron en auténticos gemidos de satisfacción.

Héctor noto que la tensión en el cuerpo de Alex desaparecía; lo había logrado, había domado el culo de su hijo. Sabiendo que ya no le causaba dolor, comenzó a envestir una y otra vez, cada vez imprimiendo mayor fuerza y velocidad a sus acometidas; restregando su erecta virilidad contra las estrechas paredes anales de Alex, El placer era inexorable. Ya antes había tenido oportunidad de desvirgar a otros chicos, pero este era especial; y no solo por que era el mas hermoso o por que fuera su hijo; era algo mas, algo que tenía en la punta de la lengua y que aun no era capaz de expresar, pero de alguna manera sabia que en ese acto sexual, en esa comunión cuerpo a cuerpo, padre a hijo hallaría la respuesta.

  • Esta dentro de mi – Pensó Alex una y otra vez mientras sentía la cadera de su padre moverse como un pistón bien engrasado – Mi padre está dentro de mi, somos uno.

Alex hubiera querido expresar estas palabras en voz alta, pero el placer que sentía había hecho colapsar la parte racional de su mente y ahora solo era capaz de gritar de placer. Aquella sensación era única, nada podía superarlo, de hecho quería mas, quería sentir a su padre dentro día y noche sin descanso. Buscando expresar su sentir extendió sus manos y tomo las palmas de de Héctor para después estirar el cuello y besar los labios de su padre.

Así, con las manos, labios y sexos unidos experimentaron juntos el orgasmo. El pene de Héctor se endureció aun mas y su grosor pareció aumentar por momentos, al mismo tiempo que un espasmo recorrió su cuerpo. Alex pudo ver como su padre cerraba los ojos y contraía su rostro en un gesto que podía ser de dolor o de placer, su respiración se agito aun mas, casi parecía que su pecho iba a explotar; pero lo que estallo fue el miembro de Héctor. Alex lo sintió con claridad. El engrosado miembro comenzó a eyacular chorros y chorros de ardiente semen, era como si lo llenara de ardiente lava. Esta sensación detono el orgasmo del chico; su propio miembro disparo sus fuegos artificiales bañándolo a el y a su padre con su blanca esencia. Para ambos el orgasmo fue épico. Durante un rato se quedaron ahí tumbados, uno sobre el otro, sucios, sudorosos, agitados y muy complacidos.

Héctor fue el primero en moverse, intento retirarse del interior de Alex, pero el chico no lo permitió; apretó con sus piernas y se aferro a la espalda de su padre. Extrañado, Héctor miro a su hijo; sus ojos mostraban un febril placer que lo amedrento.

  • No, no te vayas – Suplico Alex – Si sales de mi vas a dejar un vacio que nadie podrá llenar. Quiero tenerte así siempre, dentro de mi. Eres el único que me haría sentir tan… completo.

Alex por fin había podido expresar lo que sentía. Héctor entendió y sonriendo susurro:

  • Así que era eso- Pensé que te estaba haciendo mío, pero en realidad el que me poseyó fuiste tu – Alex sonrió en respuesta – Pues entonces que así sea, Ahora eres mi hombre y yo soy el tuyo.

Un nuevo beso sello este pacto y mientras sus lenguas se acariciaban, Alex sintió el pene de su padre adquirir nueva fuerza. Sin romper el contacto se levanto del sillón encaramándose sobre su padre y quedando a horcajadas sobre su regazo. Ahora era su turno, el tenia el control, esta vez seria el quien le hiciera el amor a su padre.

Toda la situación tomo a Héctor por sorpresa, cuando lo noto, Alex ya lo estaba montando, su pene aun estaba dentro de el y el chico subía y bajaba buscando mas placer. Alex se movía como si bailara; con gracia y sensualidad, restregando su tibia y húmeda piel contra la de Héctor, acariciando su cuerpo, apretando sus músculos anales al compas de sus movimientos, en busca de los puntos de placer de su padre. Ya no era un muchacho, su hijo se había convertido en la pasión encarnada y como tal buscaba ser satisfecha. Héctor se dejo llevar; el erótico movimiento de las caderas de Alex lo conducía lentamente por la senda del placer. Orgulloso miro a Alex, tan hombre, tan hermoso, nuevamente beso su pecho, chupo sus pezones, limpio su piel del sudor  y las anteriores venidas; una vez mas comprobó que no había manjar mas delicioso que la semilla de su hijo; goloso rebusco las gotas esparcidas por el torso de Alex y las devoro.

Alex danzo sobre el miembro de su padre con tanta sutileza que el acto se prolongo ampliamente; padre e hijo sintieron como el mundo y el tiempo dejaban de existir, solo existían ellos dos. Nuevamente llegaron al orgasmo juntos, esta vez mas que una explosión fue como una dulce lluvia.

Alex sentía el semen y el miembro de su padre dentro de el y pensó que no habría nada mas glorioso en el mundo. Por su parte, Héctor vio como los ojos de su hijo reflejaban una luz especial, una luz que le entibiaba el pecho y lo llenaba de agradables sensaciones; en ese momento lo entendió, Aquella satisfacción, aquel extático placer que no tenía que ver con el sexo si no que lo complementaba… ahora sabía que era.

  • Te amo Alejandro – Susurro Héctor, verbalizando su idea sin darse cuenta.

  • Te amo También Papá – Respondió Alex sin dudar.

  • ¿Sabes hijo? Es triste aceptarlo, pero acabo de darme cuenta… es la primera vez en mi vida que hago el amor.

  • Me da gusto, fue la primera vez para mi también.

Se besaron nuevamente, ninguno quería romper el intimo contacto. Sin embargo Héctor sintió miedo, ya pasada la tormenta de pasión las dudas comenzaban a rondar su cabeza ¿Seria el amor que sentía suficiente para acallarlas?

  • Alex ¿Qué vamos a hacer?

  • Amantes, vamos a ser amantes

Con estas contundentes palabras el muro termino el relato. Mi mente tardó en volver a la realidad, las vividas imágenes aun daban vueltas por mi mente. En mi fuero rogué por que aquellos dos, Padre e hijo, encontraran una forma de hacer funcionar lo que sentían entre ellos

  • Veo que estas conmovido

  • Si… no logro entender lo que sienten el uno por el otro, pero si su amor es verdadero, ¿que mas puede importar? – Respondí soñador

  • Solo el tiempo lo dirá, tal vez si me escuchas mas tiempo el destino de Héctor y Alejandro se revele en otras historias. El tejido de la realidad es amplio y los caminos se cruzan de manera extraña – Exclamo el muro en tono misterioso

  • Cuéntame mas…

  • Entonces siéntate y escucha con atención… Recuerdas a Mateo…

Me gustaría hacer algunas aclaraciones con este relato.

Evidentemente es la continuación de un relato mas largo, la primera parte la pueden encontrar accediendo a mi perfil y si, habrá mas partes por venir a su debido tiempo.

Mucha gente me pregunto si lo continuaría, o porque no lo había hecho; incluso se que algunos se preguntaran porque me anime a continuar después de (literalmente) años de haber escrito el primero.

La razón es simple. Cuando inicie el proyecto de “si las paredes hablaran” y mas particularmente el primer relato, una serie de situaciones muy difíciles se presentaron en mi vida. Obvio nada relacionado con el relato directamente, pero termine relacionando es sensación de desasosiego con la historia y por mucho tiempo la deje empolvarse; solo hasta hace poco tuve el valor de enfrentarme a esa parte de mi pasado y con ello retome este proyecto.

Si, se que paso tiempo pero esta vez planeo terminarlo, las siguientes partes aparecerán periódicamente, pero no me pregunten cuando. Las iré creando poco a poco, dándoles el tiempo justo para que florezcan; eso si, no tardaran tanto como esta, se los aseguro

También aprovecho para agradecer a toda la gente que me escribió y comento en el relato anterior, créanme que sus comentarios son una gran fuente de inspiración y espero que esta nueva serie les guste tanto como lo que eh escrito antes

Finalmente les paso mi correo electrónico, por si quieren compartir opiniones, quejas, chistes, comentarios y demás ¡Siempre son bien recibidos! faktorkhaos@hotmail.com

Gracias