Si la primera es buena; la segunda aún es mejor

Después de una iniciación acelerada viene la segunda parte y habrá más

SI LA PRIMERA ES BUENA; LA SEGUNDA AÚN ES MEJOR.

(después de una iniciación acelerada) Parte II

La putón empezó a comportarse como lo que era en realidad pero necesitaba ayuda para satisfacer a la manada y le interesaba mi amistad. Me dejó kleenex para que me limpiara la boca y luego una toallita perfumada. Los demás habían empezado a desfilar camino del comedor para el almuerzo. Nosotros dos (¿o debería decir nosotras?) les seguimos a continuación después de quitarnos las ropas femeninas y el putón a desmaquillarse. Por el camino y con un tono conciliador, me contó que no valía la pena oponerse porque lo podía pasar muy mal; ella (cuando se refería a si mismo siempre usaba el femenino; poco después hacia lo mismo al referirse a mi) ya estaba acostumbrada y además gozaba con el sexo en grupo. Aunque no lo dijo lo intuí, que gozaba con el sexo en grupo siempre que tuviera el protagonismo, todos alrededor y ella en medio.

Me explicó que tipo de lubricante usaba para el ano y que me dejaría usarlo, porque evidentemente yo no llevaba. También se brindó a dejarme ropa femenina, peluca y maquillaje. Había traído de todo y doble porque cuando se enteraron que yo me había apuntado al grupo estudiaron la estrategia para "putearme", lo que no esperaban es que les hubiera salido también y en la primera mañana. Esta revelación debiera haberme dejado más que frustrado, pero ¡mira por donde! empezaba a encontrarlo sexualmente divertido.

Después de comer todo el mundo se fue a ver la televisión, a dormir o a jugar a las cartas. Yo me quede solo en mi habitación viendo una aburridísima película en la tele. Me quede dormido hasta que me despertó la puta mañanera a la que no reconocí al principio. Venía con una melena larga castaño claro, ojos muy maquillados, camisa blanca y minifalda tableada. Calzaba unos zapatos con tacón discreto. No estaba mal la tía y parecía bien entrenada a ser o parecer mujer. "Venga hermana, no vayamos a cabrear a los machos, hay que bajar ya y tengo mucho que arreglar en tu cuerpo serrano". La miré sin hacer ningún gesto considerando que el que calla otorga y pensando que si me llamaba hermana habría venido en son de paz y ayudar en lo que pudiera. . Del bolso que llevaba sacó todo lo que consideró necesario. Empezó por depilarme las cejas y luego me recortó el pelo del pubis y lo dejó en forma de corazón. En el culo y las piernas no encontró nada que depilar. Me colocó cuidadosamente una peluca muy morena y corta. Después empezó con lo que más me gustó; vestirme de tía (de mujer quedaría mejor, pero aun era un niño y no me molestaban las rigideces del lenguaje). Camisa abotonada por detrás y vestido corto (muy corto mejor dicho) de tirantes, zapato negro casi plano. Me pregunté a mi mismo (a mi misma) porque no me rellenaba un sujetador con trapos como el que ella seguramente llevaba, imaginé que a mí me habían reservado el papel de puta infantil. La verdad es que al menos en el espejo de mi cuarto quedé resultona, no me atrevo a decir que guapa y sexi porque habría sido un milagro.

Bajamos al salón de la tele con la esperanza y el miedo míos de encontrar algún monitor del campamento. Estaba claro que todos menos yo, sabían de qué iba la fiesta.

La entrada en el comedor fue casi apoteósica, ya se encargó Renata, nombre de guerra de "la puta", de llamar la atentación antes de abrir la puerta. Todos aplaudieron al vernos entrar lo que tuvo la virtud de ponerme rojo (o roja) como un pimiento de Murcia. Renata en cambio estaba en su salsa y ya había empezado a disfrutar de la situación. Sin hacernos demasiado caso empezaron a jugar a la carta más alta. No hizo falta ser muy lista para saber que el premio íbamos a ser nosotras. Las reglas eran muy simples, el que ganaba elegía "mamadora". A mí me eligieron la primera, era un tipo gordo y grande; Me arrodillé, le abrí la cremallera, metí la mano y lo que encontré, o mejor dicho lo que no encontraba era su aparato. Un tío tan grande y con una polla mucho más pequeña que la mía. Hubo que bajarle los vaqueros y los boxers para poder cogerla con dos dedos, acariciarla y chuparla. Me encantó tenerla entera dentro de la boca, hasta el punto que jugaba con ella con la lengua y le podía lamer el pubis o el escroto. La sensación en la lengua de cómo la varita se iba poniendo dura y prácticamente sin crecer era muy excitante para mí. Se puso a cien inmediatamente y me pidió, exigió sería más adecuado, que me levantara la falda dándole el culo. Así lo hice, me apartó el tanga hacia un lado e intentó meterla; la cosa tenía su gracia porque era tan corta que casi no llegaba al agujero. Dio varios empujones sin atinar, hasta que en uno de ellos entró, o mejor dicho se asomó dentro de mí. Lo noté correrse sin que me hubiera dolido en absoluto.

Mientras tanto, Renata ya tenía cliente; era el tipo de la polla larga y delgada. Le hizo un trabajito de lengua de sobresaliente y ella misma se levantó la falda por delante, se tumbó de espaldas en la mesa y levantó las piernas. El muchacho, apartó el tanga y la ensartó sin pensarlo, hasta el fondo. Yo esperaba que a Renata le saliera la polla por la boca de larga que era. El hombre se aplicó solo a su placer con un mete-saca cuidadoso y metódico, quería seguramente retrasar la apoteosis. Desde luego el tío sabía follar gozando y hacer gozar a su pareja. Mientras me tocó a mi otro tío del grupo. Esta vez era de estatura media, ni guapo ni feo y sin personalidad. Lo tendré que hacer todo yo sola, pensé. Y así fue, lo desnudé entero, yo también tenía derecho a disfrutar de las buenas vistas y le chupe las bolas, no hizo falta llegar hasta el mango; el solo se empalmó. Me quité el tanga lentamente y a la vista de todos sin esconder ninguna parte de mi anatomía. Empezaba a comportarme como una experta profesional. Me coloque sobre la mesa como había visto hacer a Renata, levante las piernas orientando mi cuerpo para que lo pudieran disfrutar los más posibles y espere sus embestidas. El lubricante que me había aplicado Renata hacía milagros; las pollas entraban y salían de mi culo sin enseñar el pasaporte y el dolor "en la aduana" era nulo o irrelevante.

Sin ponernos de acuerdo Renata y yo decidimos no movernos y esperar preparadas al siguiente "cliente". Mientras uno nos follaba, el que venía a continuación nos metía el rabo en la boca y así hacíamos dos en uno. Uno nos follaba el otro recibía su mamada. Poco a poco empecé a gozar y mucho con la situación, sobre todo cuando alguno me chupaba la polla o me acariciaba la bolsita de los huevos. También las caricias por muslos, pecho y vientre quedaban de cine. Esto si que es una buena posición para follar, si le levantan las piernas al elemento pasivo (en este caso yo) hasta que el culito se separe de la mesa, el agujerito queda que ni pintado para una buena embestida; entra el mango hasta los huevos y no entra más porque los huevos no tienen permiso ni de entrada ni de residencia. Al que inventó esta combinación habría que ponerle una medalla y, además debería venir su biografía en la Wikipedia esa de los cojones.

Lo peor es que ni Renata ni yo llegamos a corrernos, no era justo, tanto dar placer y los machos a lo suyo. Estuve a punto de pedir a alguien, a cualquiera, que me hiciera una mamada larga y tranquila, hasta correrme. Pedirle a alguien darle por el culo en esos momentos me pareció una temeridad, aunque yo también estaba necesitada de dar un buen polvo. La providencia, en forma de Renata, vino en mi auxilio. Adivinando mis intenciones me llevó aparte y me dijo "aquí tú y yo somos las putas, solo se nos permite dar placer. No te preocupes que todo se arreglara". Y así fue, con la excusa de arreglarnos las ropas y repasar el maquillaje, me llevó a mi habitación me desnudó completamente y se desnudó ella también. La pinga le colgaba flácida y suelta. Ya habíamos visto por la mañana la falta de actividad de dicha polla. La mía en cambio estaba con ganas de guerra, cosa que Renata sabía apreciar.. Me dio un masaje por todo el cuerpo después de untarme con leche corporal (no tendría otra cosa a mano) con especial atención a la zona de la próstata. La tía sabía lo que se hacía y de vez en cuando me daba un beso en la boca, mis primeros besos. De allí pasó a la zona perineal, para acabar metiendo y sacando suavemente dos dedos juntos. Me dio la vuelta para poder masajearme el ano y follarme con los dedos al mismo tiempo que me daba una mamada de infarto. Pero antes me dio un beso introduciendo su lengua en mi boca; la excitación que me provocó aquella nueva experiencia es imposible de relatar. Volvió a mamar mi polla y cuando consideró que estaba a punto de explotar, retiró su boca, me dejó respirar y me ofreció su culo estando de pie y doblando la cintura como un contorsionista. La metí hasta el fondo para lo cual y como había aprendido por la mañana hace falta abrir los cachetes con ambas manos. Todavía creo que me estoy corriendo dentro del guante de terciopelo que para mi polla resultó ser el sieso de "mi hermana".

Ahora ya podía decir .. y las vacaciones acaban de empezar.