Si esto es lo que quieres

de vacaciones con mi padre.

Este año, por fin, había aprobado la selectividad y mi padre, encantado de la vida, me había dado permiso, y dinero, para pasar un par de semanas de vacaciones con un grupo de amigas. Nos fuimos a un pueblo de Cádiz, a un camping, durante la primera quincena de Julio, un sitio precioso donde nos lo pasamos fenomenal, juergas, desparrame a tope, sol, chicos… No faltó de nada. Mientras tanto mi padre, como de costumbre, se fue con mis dos hermanos pequeños, chico y chica, a un chalecito que tenemos en la costa murciana. Como el pobre hombre es viudo, decidí que después de mi escapada iría a terminar de pasar las vacaciones con él y así ayudarle con los críos, por una vez no tenía que estudiar durante el verano.

Dicho y hecho, una vez acabada nuestra estancia en Chiclana, dos de mis amigas que decidieron acompañarme y yo, cogimos la carretera de la costa mientras el resto del grupo volvía a Madrid. Tardamos casi doce horas en llegar; como buenas mujeres conductoras, solo nos perdimos tres veces y, de milagro, conseguimos coger la autopista del Mediterráneo. Menos mal que yo no conducía… En fin, al final logramos nuestro objetivo y, hacia la una de la madrugada, aterrizamos en nuestra casa veraniega.

Las chicas que me acompañaban, Lorena y Cristina eran dos auténticas monadas, con unos tipos estupendos, siendo yo la mayor de todas con 20 años. Si, ya sé que tardé un montón en pasar la selectividad, pero al final lo conseguí. Al llegar, mi padre nos estaba esperando, un poco nervioso debido a nuestra tardanza y a las veces que nos había tenido que dar indicaciones vía telefónica... Mis amigas quedaron flipadas con él. Se encontraron un hombre de 35 años, -yo fui un pecado de juventud de mis padres y me llevo 12 años con mi hermano César y 15 con mi hermana Isabel, de hecho, mi madre tenía 14 años cuando me tuvo-. A lo que iba, mi "viejo" está de impresión, más de 1,85 cm de estatura, antiguo jugador de rugby, pero no de los gordos, pelo castaño y unos ojos verde turquesa alucinantes. Nariz recta, unas espaldas como un frontón con brazos y piernas muy marcados, eso sin contar sus abdominales. Me encantaba presumir de papá, que mis amigas alucinaran… Siempre me hacía sentir en la gloria.

Nada más llegar y descargar los bultos, mi padre nos hizo sentar en la mesa del porche y nos sirvió una estupenda ensalada y unos huevos fritos con patatas, acompañado con un vino blanco estupendo. Nosotras no solíamos beber (en las comidas), así que el vino apenas lo probamos, comimos todo con muchísima hambre y, tras una charla relajada, nos fuimos a la cama, ya preparadas por mi progenitor. La verdad es que es un cielo de hombre.

A la mañana siguiente, bajamos a desayunar y allí estaban mis hermanos que nos dieron una bienvenida bestial, son realmente encantadores, y mi padre. No se me había pasado por la cabeza avisar a mis amigas o decirlas nada, así que aparecimos con braguitas y camisetillas de tirantes sin sujetador, tal como habíamos dormido. Papá nos miró alucinado e intentó hacer de tripas corazón, el pobre no era de piedra y desde la muerte de nuestra madre, durante el parto de la pequeña por una eclampsia, no había tenido ninguna relación con ninguna mujer (que yo supiera). Me llevó a un aparte y me sugirió que la próxima vez nos vistiéramos antes de bajar. Bueno, la cosa no pasó a mayores y nos preparamos para ir a la playa, a una un poco lejana pero que tenía un chiringuito donde hacían unas paellas que tenían mucha fama en la zona y donde mi padre había reservado una mesa para comer.

Después de jugar, nadar, tomar el sol y exhibirnos un rato largo nos fuimos al famoso chiringuito a comernos la no menos famosa paella. Allí, al borde del mar, tuvimos una comida fenomenal donde nos pedimos de todo y charlamos con mi padre de cualquier tema, totalmente liberadas, reconozco que él es un conversador nato y, sobre todo, sabe escuchar muy bien. Esto, unido a que él pagó todo como era normal, aunque mis amigas venían con la idea de cubrirse sus gastos, hizo que el ambiente fuera más distendido. En la sobremesa nos invitó a una botella de licor de hierbas que nos hizo soltar la lengua y la risa de lo lindo. En fin, todo estupendo. A media tarde volvimos a casa y, tras ducharnos y vestirnos, fuimos a dar un paseo con los niños y a llevarles a la feria para que mi padre pudiera descansar un poco.

Decidimos no salir esa noche y cenar en casa así que nos fuimos al súper a comprar el ron, limón y yerbabuena para hacernos unos mojitos y una botella de pacharán para mi viejo.

A pesar de todo, mi padre nos invitó a cenar a una pizzería cercana y luego volvimos para tomarnos nuestros mojitos y su pacharán. Tras acostar a mis hermanos, nos sentamos todas en el porche a beber y fumarnos unos canutos de maría, con el beneplácito de mi padre que se sentó con nosotras a tomarse el licor pero no a fumar. Nos lo pasamos muy bien haciendo muchísimas risas y terminamos a las tantas, con un globo más que considerable. Nos fuimos todos a la cama y caímos rendidas. Al cabo de un rato me desperté con la boca totalmente seca y pastosa, fui al baño a refrescarme y beber un poco de agua. Iba muy dormida pero me extrañó un ruido que salía de la habitación de mi padre. Me acerqué curiosa y oí claramente que papá estaba con alguien… Se oía el ruido del colchón y los gemidos de una mujer… Debían estar pasándolo de miedo, el sonido aceleraba y los gemidos eran grititos rítmicos que subían de volumen y anunciaban la llegada de un orgasmo… Unos minutos después oía un gemido muy fuerte de chica y otro más ahogado de hombre, habían llegado a la vez. Me di cuenta de que me había excitado bastante y había mojado las bragas, pero también estaba un tanto mosca por saber quién estaba con mi padre. Me fui a la cama y vi que Lorena no estaba en la suya. Tardé un poco en darme cuenta de que era posiblemente ella la que estaba con papá y me dio una rabia tremenda. Decidí esperarla despierta pero la bebida y los canutos pudieron más que yo.

A la mañana siguiente, cuando desperté, mis amigas ya se estaban vistiendo con biquinis y vestidos playeros para bajar a desayunar, miré a Lorena y tenía una sonrisa de lo más sospechoso y me saludó demasiado contenta. Antes de que me levantara ya habían bajado ellas, hice lo propio, me vestí y bajé a la cocina. Me puse una taza de café e iba a salir al porche cuando escuché a Lorena relatarle a Cris la fantástica noche que había pasado con mi padre. La estaba contando cómo, después de irnos a la cama, le habían entrado unas ganas tremendas de tener sexo con mi viejo

-Es que tía, el padre de Maite está que te cagas y es súper simpático y yo, con los mojitos y los canutos, pues tenía unas ganas de follar que no veas, así que me fui a su habitación con todo el morro. Tenía la puerta abierta, entré sin hacer ruido y él seguía dormido, me quité las bragas y la camiseta y me metí en su cama, estaba súpercachonda, enseguida le metí la mano por el pantalón de pijama que llevaba y me fui directa a por su polla. La tiene que te cagas, un pedazo de pollón que no veas y se le puso tiesa enseguida. También se despertó rápidamente y me miró extrañado, pero luego me empezó a acariciar las tetas y los pezones y me puso como una moto. Me estuvo acariciando un buen rato, las piernas, el coño… Joder tía, no veas como me estaba poniendo. Luego me empezó a besar el cuello y las orejas, las areolas y los pezones, yo estaba que no podía más y va el tío y mete la cabeza entre mis piernas y me empieza a pegar una comida de coño como no me lo habían hecho nunca, era alucinante, me chupaba y mordía los labios con suavidad, me metía la lengua dentro del coño y, de repente, me coge el clítoris con los labios y le daba rapidísimo con la lengua a la vez que me metió dos dedos en el coño y empezó a frotar la parte de arriba. Me corrí como una burra

Me estaba quedando alucinada con el relato y me estaba poniendo más cachonda que una perra en celo. Lorena le siguió contando a Cris

-Después tía, con el gusto que me había dado quise devolverle el favor con una mamadita, con el cacharro que tiene estaba que me moría de ganas, pero… ¡que va! Me cogió como si fuese una pluma, se puso sentado y me empaló de una sola tacada. Creí que me desmayaba, ¡qué gusto! Me la metió hasta la matriz y aún le faltaba polla por entrar. Me hizo dilatar la vagina a tope, tía. ¡Qué bestia! Me folló rápido, despacio, encima de mí, yo encima de él, a cuatro patas… Me estuve corriendo todo el rato tía, hasta que, al final, cuando él se iba a correr, aceleró a tope y tuvimos un súper orgasmo alucinante, me llenó de leche hasta las orejas tía, parecía que nunca acababa de correrse y yo creí que me había meado, pero no era pis tía, me había corrido casi como un tío. Puse la cama perdida tía, casi me muero del corte pero él, me sacó la polla y me dejó limpiársela con la boca. ¡Que polvo tía! El mejor de mi vida

Cristina miraba alucinada a Lorena y yo me había metido un dedo en el coño escondida tras la puerta. Me recompuse la braga del biquini, tuve que volver a la cocina a por una fregona (había tirado todo el café) y, haciendo un poco de ruido, salí también al porche con una taza nueva. Se callaron de inmediato e iniciaron una conversación intranscendente. Aparte de caliente, yo iba con un mosqueo fenomenal, no me hacía ni puñetera gracia que Lorena se hubiera tirado a mi padre.

-Ya he oído lo que le has contado a Cris, te podías haber cortado un poco, tía –Le dije a Lorena –No me hace ni puta gracia que te tires a mi padre ni que lo vayas pregonando como si fueras un tío, además, te podían haber oído mis hermanos. Imagina que lo hago yo con el tuyo-

-No te pongas así Maite, tía. Además, tu padre es viudo, no le ha puesto los cuernos a nadie y, por lo que nos has contado, ya va siendo hora de que se de alguna alegría-

-Si tía, pero no con mis amigas…-

-Venga Maite –Intervino Cris, -No pasa nada, que ya somos mayorcitas. Además, ¿qué prefieres, que se vaya de putas?

Yo seguía enfurruñada pero en ese momento apareció mi padre con los pequeños que venían de realizar algunas compras en el súper. Le dirigí una mirada recelosa, pero él estaba de lo más contento. Nos saludó a todas muy alegre y comentó que, en vista de lo bien que habíamos estado el día anterior en el chiringuito, había decidido repetir si no teníamos inconveniente. Lorena y Cris me preguntaron a mí, a ellas les daba un poco de corte y yo, viendo tan contento a papá decidí acceder a su propuesta.

Volvimos a aquella playa a bañarnos, reírnos, tomar el sol y lucir palmito… Se estaba en la gloria. En un momento dado, mi padre se fue a dar un paseo por las rocas, llamo "las rocas" al acantilado que cerraba la playa por uno de sus lados. Él comentaba que, desde pequeño, siempre le había encantado saltar por las peñas como una cabra, descubrir pequeñas cuevas… Lo llamaba "ir de aventuras". Me pidió que me encargara de mis hermanos pequeños pues para ellos era algo peligroso. Lorena se quedó conmigo pero, curiosamente, Cris decidió acompañarle. Me pareció curioso pero no le di mayor importancia. Estuvieron bastante tiempo y cuando me empezaba a preocupar, les vi venir por la orilla del mar. Al llegar hasta nosotros, mi padre dijo que era hora de ir a comer, recogimos las toallas y sombrilla y nos dirigimos al chiringuito que teníamos enfrente. Me fijé en Cris, tenía la cara arrebolada y el pelo desordenado y me temí lo peor. Por la pinta, seguro que se había lanzado con mi padre. ¡No me lo podía creer! ¡Mis dos mejores amigas, invitadas en mi casa, se tiran a mi padre! Se lo dije a Cris directamente.

-¿Se puede saber qué habéis hecho en las rocas? Habéis estado más de una hora por ahí-

-Si te lo cuento tía, ni te lo crees- Me dijo Cris riéndose –Parece que tu padre es un auténtico semental. No me habían echado un polvo así en la vida. Me he tenido que lanzar yo al principio, pero en cuanto se ha puesto en condiciones, ha sido un auténtico macho ibérico. Me ha sobado, comido enterita y follado con una energía alucinante, ya quisieran muchos jovencitos, por lo menos, cualquiera de los que conozco… En cuanto pueda, repito

¡Y me lo decía tan contenta! ¿No se daban cuenta de que era mi padre? Mi mosqueo subió de nivel hasta convertirse en auténtico cabreo. Sin poder aguantar más me encaré con ellas, les dije que se había acabado, que buscaran cualquier excusa con mi padre y, al día siguiente, se fueran de allí. No les hizo mucha gracia pero viendo mi enfado y que realmente tenía razón, aceptaron. Ahora bien, lo que quedaba de día lo iban a disfrutar, solo les pedí, por favor, que dejaran en paz a mi viejo.

Gracias a Dios me hicieron caso, al día siguiente cargaron sus cosas en el coche, se mostraron agradecidísimas con mi padre y tomaron el camino de vuelta a Madrid. Por un lado, me daba pena quedarme sola, por otro, estaba contenta por haberle quitado esos zorrones de encima. Sin embargo, me puse a pensar en él más que en mí. Seguramente había disfrutado mucho con Lorena y Cris, eran simpáticas y muy monas, había echado un par de polvos que, si me atenía a lo que me habían contado, habían sido de campeonato… A lo mejor a mi padre le había hecho una faena… Durante todo el día estuve pensando en ello: le miraba al jugar con mis hermanos en la playa, cuando fuimos a tomarnos un helado por la tarde, a la hora de cenar… La verdad es que estaba solo, siempre ocupándose de nosotros, de nuestros caprichos, apenas si tenía tiempo para él. Me sentí culpable por haberle privado de una buena distracción, también por haberme ido con mis amigas durante quince días mientras él se quedaba con los pequeños. Cuando los niños se acostaron, -tuve que quedarme con Isabel hasta que se durmió-, bajé al porche a despedirme de mi padre para irme a la cama. Estaba tranquilamente sentado, fumando un cigarrillo y bebiendo una copa de pacharán, solo como siempre.

-Hola papá ¿Qué tal?

-Bien hija- Me contestó -¿quieres tomarte algo conmigo? Ahora se está estupendo aquí sin tener a tus hermanos todo el día encima

Me dio una pena tremenda, tan joven y ya viudo, teniendo que tratar con tres hijos él solo… Era de admirar. Me sentí muy egoísta y decidí estar un ratito con él. Fui a la cocina y me preparé un cubata, salí al porche y me senté con mi padre, tenía la mirada perdida, fumaba y bebía

-¿Qué te han parecido mis amigas? ¿Son simpáticas, verdad? – Le dije de repente

Me miró de una forma rara, como calibrando si yo sabía algo. Debió pensar que sí, que yo estaba enterada de lo que había pasado pero se comportó de forma normal

-Sí, muy simpáticas y muy guapas. Aunque la morenita, Lorena ¿no?, es un poquito cría. La otra, Cris, es mucho más madura, no parecen de la misma edad.

¡Vaya! Pensé. En dos días ya las había calado.

-Si, Lorena es un poco cría. Como es hija única está muy consentida, creo que es por eso.-Le dije

-Quizás tengas razón. En fin, de todas formas era agradable tenerlas aquí, ha sido una lástima que se tuvieran que ir ¿No crees?-

Me sentí más egoísta todavía, estaba claro que mi padre sospechaba el verdadero motivo de su partida. Le di un trago largo al cubata y le dije que me iba a la cama, me sentía fatal por él. Subí a mi cuarto pero no podía dormir, daba vueltas en la cama, ¡pobre papá! Para una vez que se desmadraba un poquito e iba yo y le fastidiaba todo el tema. ¡Joder! Cada vez me sentía peor… Me fui a la habitación de mi padre y ya estaba dormido, quería pedirle perdón, quería decirle lo mucho que sentía haberle dejado solo… Abrió los ojos y me vio allí plantada, se incorporó hasta sentarse y me miró aturdido

-¿Pasa algo Maite? ¿Estás bien?

-Si papá, perdona que entre así. Quería pedirte perdón por haberles dicho a mis amigas que se fueran. Ya sabes por qué lo he hecho, pero ahora me siento fatal

-¿por eso?- me dijo –No pasa nada hija, tampoco a mi, ahora, me parece muy normal lo que pasó. Estoy muy desentrenado con las mujeres, y tus amigas son muy lanzadas, en mi época no eran así, eran más modositas..

-¿en tu época, papá? Si apenas me llevas quince años, conozco parejas que se llevan más edad. Casi pasaríamos por pareja tu y yo.

-¿Si? Bueno… Quizás… No sé, yo te veo un poco pequeña para mí, eres mi hija

Se me subieron un poquito los colores y, con cierto mosqueo le contesté

-Ya, un poco pequeña. Pues soy mayor que Lorena y Cris y con ellas no has tenido problemas –

Fue un golpe bajo para él, a mis 20 años me veía como toda una mujer, no me hacía gracia que me hicieran de menos, ni siquiera mi padre. No sé qué demonios me pasó entonces, me acerqué a la cama, rodeé su cuello con los brazos y le di un beso en la boca. Me mantuve así durante más de un minuto, intentando meter mi lengua y, aunque no colaboró, tampoco me separó. Al soltarle me miraba con cara hierática.

-¿Esto es, para ti, ser mayor? ¿Demostrar que puedes ser mujer de cualquiera, hasta de tu padre? Me parece que te estás portando como una auténtica niña mimada

Me quedé de piedra dándome cuenta de lo que había hecho, con una vergüenza tremenda. Quise salir corriendo pero mi padre me sujetó de una mano e hizo que me sentara a su lado… Me pasó un brazo por los hombros y me atrajo hacia sí, me acarició el pelo, parecía acunarme en su regazo.

-Anda hija, tranquila que no ha pasado nada. Por más que quieras, siempre serás mi niña pequeña. Fuiste nuestro pecado de juventud, pero tu madre y yo siempre te vimos como nuestro mayor acierto; visto el resultado, lo hubiéramos repetido mil veces. Eres una chica preciosa que ya va a entrar en la universidad, ya verás cómo te cambiará la vida por completo. Es un ambiente diferente a todo lo que has vivido y, al final, lo recordarás como la mejor etapa de tu vida

Me estaba entrando una congoja tremenda, debía estar especialmente sensible, las lágrimas corrían por mis mejillas sin motivo aparente. ¡Cómo quería a mi padre! Le acaricié el pecho, me acurruqué más en él y, casi sin pensar, subí la cara y volví a besarle. Lo único que sentía y quería transmitir era cariño y, juro que sin darme ni cuenta, se me fue la mano hacia su entrepierna. Al pasarla por debajo de la goma de su pijama mi padre me la sujetó, separó sus labios de los míos y me hizo un signo negativo con la cabeza. Me enervé más todavía, me zafé de su mano y volví a meter la mía con toda la velocidad que pude. Agarré su miembro apretando con fuerza para no soltarme de allí, hice que se tumbara con el peso de mi cuerpo y volví a besarle. Mi padre gimió, no sé si de placer o dolor, intentaba quitarme de encima suyo sin hacerme daño y cuanto más lo intentaba, yo peor era. Ahora le mordía los labios y, como podía, intentaba mover mi mano a lo largo de su cacharro. Se le había puesto enorme pero él seguía intentándome sujetar. Parecía una batalla campal, toda en silencio, hasta que se le ocurrió darme un pellizco en un pezón, solté un grito ahogado a la vez que su polla y le miré con rabia, deseo, amor… Él sudaba, con la mirada, me pedía que me fuera… No hice ningún caso y volví a la carga… Me eché otra vez encima de él, volví a besarle, volví a cogerle el miembro y a intentar masturbarle, volví a restregarme contra su cuerpo… Y otra vez me quitó de encima, me apartó y, esta vez sí, me dijo muy bajito

-Maite, no-

¿Cómo que no? Yo estaba cada vez más lanzada, ahora era una cuestión de orgullo, mi padre tenía que ser mío. Otra vez me tiré encima a besarle, tocarle, excitarle… Hubo un momento de duda y, por fin, una rendición. Dejó de luchar conmigo así que aproveché para sacar su polla al descubierto, vaya monumento, recordaba antiguos comentarios de mi madre acerca de la virilidad de mi padre y ahora veía el porqué. Estaba desaforada, me quité mi camiseta dejando las tetas al descubierto. No es por presumir, pero sé que tengo un pecho casi perfecto, uno de mis grandes atributos y la mirada de mi padre así lo atestiguó; sin esperar ni un segundo me lancé a su polla y me la metí en la boca, se la succionaba y hacía movimientos de mete saca con la cabeza, pero él seguía quieto. Al cabo de un momento me sujetó, me miró con cara de pena y dijo algo así como –si esto es lo que quieres…- Me izó con fuerza tumbándome con delicadeza en la cama, empezó a besarme el cuello y las orejas, a sobarme las tetas ¡Qué gusto! A pesar de las manos tan grandes que tenía, acariciaba con una delicadeza especial, fue bajando sus caricias por mi vientre a la vez que sus besos se dirigían a mis pezones. Tenía hasta las areolas excitadas y abultadas y los besos y caricias de mi progenitor no hacían sino aumentar mi excitación. Con suavidad bajó mis bragas e introdujo su cabeza entre mis piernas, besaba la cara interna de mis muslos mientras sus manos volaban por todo mi cuerpo. Cuando metió la lengua en mi cueva, casi desfallezco, pero cuando cogió mi parte más sensible, me corrí enseguida levantando el culo de la cama y arqueando la espalda, pero él seguía y seguía. Hubo un momento en que sentí dolor en el clítoris pero papá siguió chupando y dándole con la lengua, me metió un dedo dentro de la vagina y, no sé bien cómo explicarlo, me volví a correr, no una corrida cualquiera sino una y otra vez, era como un orgasmo inacabable, como los dientes de una sierra… Empecé a soltar un montón de líquido, de flujo, pero no tan denso… Estando en pleno éxtasis y, sin darme un respiro, se incorporó, puso su miembro en la entrada de mi vagina y me la metió, poco a poco pero sin pausa. Me estaba partiendo por la mitad, los picos de dientes de sierra se sucedían y llegó un momento en que no era placentero; justo cuando la tuve toda dentro papá se paró, teniendo su polla clavada en mí poco a poco me fui relajando, me había dejado hecha polvo, estaba empapada de flujos y sudor, jamás había sentido nada parecido. Cuando vio que mi respiración se normalizaba un poco, empezó a moverse. Lo hacía con una cadencia constante, ni rápido ni lento, era un ritmo machacón que golpeaba mi clítoris con su cuerpo en cada embestida y me daba la sensación de sacarme su pene por la garganta. Enseguida entré en una fase de placer de meseta, él tenía su cabeza en mi cuello y cuando le mordí su hombro con la llegada de otro orgasmo bestial, aceleró como una máquina, a toda velocidad, haciendo que mi corrida se prolongara como no había sentido jamás, levanté el culo de la cama, le clavé las uñas en la espalda, apreté los dientes en su hombro y se vació. Sentí cómo me inundaba por dentro golpe a golpe y cómo se relajaba encima de mí, me quedé medio muerta ... Los polvos que había echado en mi vida no tenían nada que ver con aquel, no sabía que se pudieran tener orgasmos seguidos, orgasmos dentro de otro orgasmo, había sido alucinante. Pero también había tenido una carga emocional increíble, la cara de mi padre era indescifrable, parecía sentirse culpable de algo pero yo no. Estaba tan satisfecha que no podía tener otro sentimiento en ese momento que el de plenitud, de amor, de amor verdadero. Me di cuenta de que no podría repetir esto con ninguna otra persona y… ¿me habría enamorado de mi padre?... La conclusión me cayó como un mazazo, no era posible… Le quería, claro, incluso me gustaba físicamente, me gustaba más que mucho… Era un hombre increíble, pero era mi padre. Entonces, ¿Por qué me había metido en su cama como una golfa, como una de mis amigas? Ahí estaba la cosa, me había sentido celosa de mis amigas… Quería a mi padre para mí sola, tenía celos de las demás, me parecía el hombre perfecto… Ergo estaba enamorada. Me acurruqué contra su cuerpo y lloré en silencio por mi causa perdida, por haberle llevado a acostarse con su hija, por todo lo que le debía, porque hasta en estos momentos había sido incapaz de hacerme daño.

Se incorporó un poco para taparnos con la sábana que había quedado a nuestros pies. No dijo nada, simplemente me abrazó y pareció dormir

-¿Papá? –Le llamé

-Mañana Maite, mañana hablamos. Ahora no puedo decirte nada.

Me acurruqué más en su abrazo y mis lágrimas fluyeron serenas pero con más intensidad. ¿Qué estaría pensando él? No creo que estuviera preparado para esto, además era un hombre creyente… Seguro que, desde su punto de vista, había cometido un pecado terrible.

Me desperté en su cama, aún era de madrugada, estaba molida física y psíquicamente y estaba sola. ¿Dónde había ido papá? Me vestí con las bragas y camiseta, bajé a la cocina y nada, no estaba, vi luz y salí al porche… Tenía un cigarrillo en la mano y una copa en la otra, me vio pero siguió callado, su cara era de preocupación, me senté en sus piernas con la consiguiente sorpresa.

-Papá, lo siento, siento si te he llevado a hacer algo que no querías, no sé qué me ha pasado, no lo he podido evitar- Le dije abrazándole. En esa postura no podía verle la cara… -Mira papá, he estado pensando, no me parecería mal seguir así, tu tendrías una pareja y yo… Yo te tendría a ti… -Esperé impaciente a que dijera algo, ante su silencio me separé un poco para verle la cara… -¿papá?

-¿Qué quieres que te diga hija? Estoy intentando entender que ha pasado… Me resulta increíble y más todavía que te sientes en mis piernas y me digas esto… No sé, Maite, esto no es lógico ni moral.

-¿Qué no es moral? –Dije levantando la voz -¿Y quién decide lo que es moral o no?

-Es simple derecho natural hija –Me contestó –No es algo que yo haya inventado, pero me han educado así y yo a vosotros. ¿Cómo es posible que quieras una relación con tu padre? Te he dado todo lo que he podido, a ti y a tus hermanos, creo que os he educado bien, no he sido especialmente estricto… No sé, en algo he tenido que fallar.

-Al contrario papá, has sido tan bueno, tan atento con todos… Al final yo he sido una fruta madura. Ahora no podría ni plantearme estar con otro chico, se me revuelven las tripas. ¡Te quiero tanto!

MI padre quedó pensativo, no sé que podría estar pasando por su magín. De repente me acarició el pelo y la cara mirándome con muchísimo cariño, me dio un beso muy tierno y me dijo.

-Si esto es lo que quieres

Han pasado unos meses y mi vida, tal y como dijo mi padre, ha dado un cambio radical. En efecto, la universidad es otro mundo, me he divertido mucho este primer año, pero no lo he podido terminar. A aquella primera noche con mi padre siguieron otras, casi todas. Me convertí en su pareja dándome cuenta de que, excepto el sexo, poco cambió. Lo del sexo merecería un capítulo aparte, he entrado en otra dimensión que me resulta difícil explicar, no sabía el placer que se puede llegar a experimentar con otra persona. Mi padre es un amante excepcional que me hace vibrar cómo y cuando quiere. Ahora que estoy cerca de dar a luz me tendré que centrar en el bebé y dejar de lado los estudios. Viviré la experiencia de la auténtica ama de casa y no me importa, me dedicaré por completo a mi padre-marido y a mis hermanos y seguro que lo voy a disfrutar. Como me dice siempre mi padre: -Si esto es lo que quieres