Si de coger se trata...
La voz que me susurró al oído, sonaba como música para mí. Me encanta es culito...- Su mano se deslizó sobre mis nalgas y si por mí fuera me hubiera bajado los pantalones y la tanguita ahí mismo.
SI DE COGER SE TRATA...
La voz que me susurró al oído, sonaba como música para mí. Me encanta es culito...-
Su mano se deslizó sobre mis nalgas y si por mí fuera me hubiera bajado los pantalones y la tanguita ahí mismo. El viaje en el ascensor, duró 5 pisos, hasta llegar al departamento de Carlos, mi amante desde hace varios años. Jorge, quien deseaba mi cola, era su amigo, invitado a participar en una sesión de sexo con nosotros y quien bajó a abrirme la puerta de calle.
Entré al departamento muy caliente, el corto viaje acompañado recién hecho, habían abierto las puertas del deseo.
Luego de las formalidades de los saludos, presentaciones, etc. La ropa voló por los aires y los tres estábamos en la cama, brindándonos caricias y besos.
La pija de Carlos, ya super conocida para mí, siempre me había parecido del término medio para arriba., 19 x 5 reales, bien medidos, derechita y pareja, siempre bien dura y la verdad, el tamaño ideal para tenerla adentro en largas cogidas, propicia para el cambio de poses sin provocar dolor alguno y brindando placer en cada centímetro devorado. La novedad fue el tamaño del pedazo de Jorge, me dio vergüenza medirlo, pero calculo que fácil debía tener no menos de 23 cm de largo y mi mano no llegaba envolver su grosor. Daba placer acariciar esa superficie dura, caliente y reconocer a cada tramo el relieve venoso de toda la superficie.
Mi boca se rindió a esa cabeza morada y apetecible, devoré ese glande con ganas, mientras Carlos muy lentamente me penetraba aprovechando mi posición de perrito en la que me encontraba para chupársela a Jorge. Mientras disfrutaba chupándosela y acariciándosela a Jorge, Carlos había iniciado su mete y saca característico, su pija entra hasta el fondo, haciendo chocar sus huevos en mi cuerpo, la saca casi toda y embiste nuevamente, el ritmo asciende hasta hacerlo frenético, haciéndome delirar del placer, luego se frena y me la deja adentro, para recomenzar a pistonear nuevamente, así siempre por largos minutos, hasta que cambiamos de pose.
La pija de Jorge, daba la impresión de reventar, hinchada y durísima, no llegaba a entrar toda en mi boca, al sacármela Carlos de mi culito ya dilatado, Jorge ocupó su lugar, pese a la dilatación provocada por los largos minutos de los embistes de Carlos, la cabeza de su pija hacía fuerza para entrar, el dolor que me provocó su herramienta al ir entrando lentamente en mi culo, me impulsaba hacia delante, pero mis límites provocados al tener la poronga de Carlos en la boca y las manos de Jorge que me sujetaban las caderas impedían mi "escape" e irremediablemente su choto se metía inexorablemente en mi culo, haciéndome ver las estrellas. Su vientre al chocar en mis nalgas me indicó que la tenía toda adentro, despacio pero seguro, comenzó a pistonear, a meter y sacar esa herramienta viril que ya no me causaba dolor, el placer invadió mi cuerpo. Empalado por el culo y la boca, las manos de ambos pellizcando mis pezones duros y estirados, hacían que delirara del gusto. Las dos pijas me sacudían en un movimiento acompasado, los gemidos, casi gritos de Jorge, anunciaron su orgasmo. Sentí como mi culo se llenaba de leche y por los embistes que no cesaban, como se derramaba hacia fuera, chorreando por mis piernas, Carlos a su vez, sujetándome por la cabeza comenzó a lanzar sus característicos chorros de semen espeso en mi boca, yo devorando toda ese leche sentía como las pijas de ambos machos iban adormeciéndose en mi culo y boca. Mi pijita, sin tocarla escupió sus lechazos. Caí rendido sobre mi propio semen.
Me levanté de la cama y en el trayecto al baño, sentía como se volcaba leche de mi culo. Me metí en la bañera seguido por Carlos y Jorge.
La ducha tibia caía sobre nuestros cuerpos, mis manos enjabonaban sus pijas, los dedos de alguno de ellos, se metían en mi culo, quería más, me agaché y chupé esas porongas hasta tenerlas duras nuevamente. Me incorporé y con una pierna apoyada en el borde de la bañera y agarrado de la baranda de seguridad, Carlos ubicado detrás de mí, abriendo mis nalgas, me penetró nuevamente. Jorge , subido a los bordes de la bañera me la metió en la boca. Así, medio parado, medio inclinado, era cogido otra vez, por el culo y por la boca. El agua de la ducha, disimuló la leche que de mi pija salía, estaba acabando otra vez por el placer que me estaban brindando esos dos machos. Mis ganas estaban intactas, y los dos, Carlos y Jorge, seguían sin aflojar. Jorge la sacó de mi boca y cambió con Carlos. Nuevamente, sentí el grosor de su pija penetrando en mi abierto culo, y la pinga de Carlos metiéndose en mi boca. Durante varios minutos estuvimos así.
Jorge propuso volver a la cama, nos secamos y allí fuimos. Jorge se acostó boca arriba, no tuve problema en sentarme en su pija que apuntaba al techo, su gorda viga fue literalmente comida por mi hambriento culo, totalmente abierto. Carlos ubicado detrás de mí, comenzó a meter sus dedos encremados, entre la pija de Carlos y los bordes vencidos de mi ano. Cuando ya tres dedos habían entrado, los sacó y sentí como esta vez su pija se iba metiendo dentro mío. Lento, pero firme su choto quedó alojado junto al de Jorge.
Esta doble penetración a la que era sometido, me tenía en las nubes. Solo sentía alguna de las dos porongas entrar y salir, así cada vez más rápido y fuerte, por momentos pensé que me desmayaría producto del dolor y el placer. Pero, pese a mis gemidos, mezclados con grititos ya de una puta, sus pistoneos siguieron creciendo en intensidad, hasta que me volvieron a llenar de leche. El calor del semen derramado dentro de mí, me dio tal placer que acabé yo también. Los espasmos que tenía hicieron salir a las dos pijas de mi culo, ya blandas y coloradas, reposaban entre sus piernas.
Me merecía descansar, Jorge después de su nuevo baño, me saludó y se fue, pidiéndonos que lo invitáramos nuevamente. Obviamente, la despedida fue hasta la próxima, no era cuestión de no volver a tener otras sesiones de buen sexo, si de coger se trata, siempre estaré bien dispuesto.