Si bebes, no conduzcas

No puede esperar, y se hace un dedito conmigo como espectador

En la madrugada suena el teléfono. Medio dormido alcanzo a descolgar el auricular y pregunto:

  • ¿si?, ¿Quién es?

  • Vale, vale... ¿dónde estás?... ahora voy. No te preocupes y tranquilízate.

  • ¿quién era? ¿tu hermano otra vez?, dice mi esposa desde el otro lado de la cama.

  • Si, es él. Se le ha estropeado el coche y me pide ayuda. Duérmete. Enseguida volveré. Esta cerca y voy a buscarle.

Le doy un beso antes de salir en busca de mi hermano menor, pero Miriam ya duerme.

  • No sé lo que le pasa a este trasto que me regalaste. ¡Vaya mierda de coche!. Siempre me deja tirado… cuando más lo necesito, dice mi hermano al verme llegar.

Su aspecto es lamentable, tiene un “ colocón” exagerado y no me extraña que el coche no arranque pues lo ha emborrachado como el mismo.

Mañana discutiremos como hacemos habitualmente. Sin embargo, hoy estoy contento de que haya tenido el suficiente juicio de llamarme y no poner en peligro su vida y la de las dos chicas que le acompañan.

Una de ellas es su novia y la otra amiga de ésta. Ellas también tienen un puntito nada despreciable y se toman a broma todo lo que está sucediendo. Dejamos mi viejo coche tirado en la cuneta y mañana volveremos a por él.

Se suben a mi espacioso coche familiar y tomo camino de regreso a casa. Mi hermano y su novia se sientan detrás; Berta se sienta a mi lado y me sonríe con expresión un poco boba como consecuencia del puntito que tiene por el alcohol y los porros.

En cuanto nos ponemos en camino, ella se acomoda en el asiento cruzando una pierna y sentándose sobre ella. Se pone de medio lado hacia mí y empieza a hacer mohines con la boca. No le hago demasiado caso pues su actitud es fruto del alcohol y además no tengo ganas de tener problemas con mi hermano que está en el asiento trasero.

Berta se desabrocha la blusa con clara intención de provocar. La miro de reojo y compruebo que tiene un par de tetas muy apetitosas. Miro por el retrovisor y veo que la pareja de detrás está dormida, uno encima del otro. En cambio, Berta parece muy despierta y con ganas de hacer alguna “locura”.

Se desbrocha aún más la blusa, y luego el cierre del sostén, para dejar que sus dos peritas salgan puntiagudas hacia delante. Aminoro la marcha para tener más tiempo a la vista tan rico manjar y porque prefiero prevenir una probable distracción por mi parte..

Se soba un poco las tetas dándose unos buenos apretones. Me lanza besos por el aire y juega con la lengua paseándola lascivamente por los labios. Se echa el sostén a un lado y me muestra sus tetillas. Los pezones están tiesos. Su boca lanza besos al aire sin parar, y sus suspiros se confunden con la profunda respiración de los “durmientes” del asiento de detrás.

  • ¡que caliente vas hoy! ¿Acaso no ha habido ningún chico que te haya querido comer el conejito?, le dijo mirando con descaro.

  • Si claro…muchos... lo que ocurre es que los chicos de mi edad son unos bocas y luego lo van contando todo.

  • Pues te tendrás que hacer un dedito al llegar a casa... no se me ocurre otra solución mejor, le digo mientras conduzco.

  • No quiero esperar. Me lo voy a hacer aquí mismo ¿te importa? Creo que me va a gustar hacerlo delante de ti mientras conduces, confiesa mientras hunde su mano entre las piernas.

Giro un poco más la cabeza y veo como la muy guarra se esta masturbando como una loca en el asiento de mi mujer.

  • Oye, oye que luego tu lechecita se queda pegada al asiento y mi mujer tiene muy buen olfato...luego se pensara otra cosa.

  • Esta bien...para el coche un momento y lo haré fuera.

Entro en el primer camino vecinal. Detengo el coche y apago las luces. Berta sale de inmediato, se pone delante del coche, apoya una mano sobre el capo y con la otra se empieza a frotar con furia.

Levanta la cabeza y me ve observándola.

Viene hacia mi lado, abre la puerta y empieza a frotarse delante de mí, enseñándome su chochito enrojecido. Empieza a gemir y suspirar de forma acelerada. Vencido por el morbo, la echo a un lado, salgo y la pongo de espaldas apoyada sobre el coche. Me pongo detrás y de un único empujón, le clavo la polla hasta el fondo.

Gime dolorida al sentir todo su estrecho coño completamente colmado con una buena estaca, y culea contenta. Le doy un par de empujones, le mareo un poco las nalgas y le doy un par de palmaditas.

Esto es suficiente para culminar la masturbación que ella había iniciado y llevarla a un lindo orgasmo.

Después de unos instantes de reposo, con mi polla completamente dura en su interior, da por finalizada la experiencia, se vuelve para darme un beso, arregla las bragas y la falda y se va a su asiento.

El golpe de las puertas al cerrarse sobresalta a mi hermano.

  • ¿qué ha pasado? ¿dónde estamos?, pregunta adormilado.

  • Duérmete otra vez, no pasa nada. He parado un momento porque Berta no se encontraba bien y tenía ganas de vomitar, le miento.

Instantes después ya estamos de nuevo sobre la carretera. Berta me lanza besos agradecida. Me pone la mano sobre el paquete y añade:

  • Lamento que te hayas quedado a medias... te debo una, dice entre dientes.

  • No te preocupes, cuando llegue a casa despertare a mi mujer. A ella se encanta hacerlo en la madrugada, pues así se puede quedar después un rato más en la cama, y contigo ya hablare otro día con mucho más tiempo.

Deverano.