Shots de cuarentena: la chica del bar
Alexa conoce a una chica mayor que ella en el bar donde trabaja y terminan teniendo una noche de pasión en su apartamento.
Shots de cuarentena: la chica del bar
La noche pintaba para ser una más, era jueves, esos días casi no había gente en el bar, al menos no por la noche, casi siempre había estudiantes o parejas pero en la tarde ya que al día siguiente trabajaban o estudiaban; los jueves ni siquiera había buenas propinas.
Llevaba ya dos años en el mismo bar, estaba justo en frente de la Universidad a la que asistía de lunes a viernes, estudiaba la licenciatura en odontología, una carrera muy absorbente, sin embargo necesitaba más de lo que mis padres podían ofrecerme, pues a lo largo de mi estancia en la universidad me pedían diversos materiales, no quería cargarle la mano a mis papás con eso; aún vivía con ellos y trataba de colaborar lo más que podía con el costo de mis estudios.
Mi único día de descanso era el domingo, puesto que los sábados doblaba turno en el bar que por cierto abría más temprano. Me sentía ya algo cansada, iban a ser las nueve de la noche, yo estaba de cuatro de la tarde a once de la noche en el bar, llegaba a mi casa a hacer tarea y dormir un poco para continuar con mi día, a veces cuando tenía horas libres mi mejor amiga y yo aprovechábamos para adelantar tareas o incluso para dormir un poco.
Era la encargada de la barra por lo que mi labor terminaba apenas media hora antes de cerrar, mientras que mis compañeros de cocina cerraban a las diez de la noche. Aún así, prefería estar en barra que ser mesera o que estar en cocina, en el bar es menos probable tener problemas con clientes y cocineros, sólo te concentras en atender bien los pedidos de bebidas y a uno que otro loco que llega a tomar solo en la barra; así que además de todo era como el clásico cantinero que era el confidente de aquellos amantes desdichados.
Llegó una chica morena, alta, de cabello oscuro y ojos grandes, primero le asignaron una mesa pero después se quiso cambiar a la barra, por lo que yo la atendería.
—Hola, buenas noches ¿te ofrezco algo de tomar?— le dije mientras le extendía la mano para darle la carta. —Hoy cerramos cocina a las diez de la noche—.
—Gracias, quiero una cerveza oscura por favor— su acento era como colombiano o de algún país de Centroamérica.
—Claro, en seguida— destapé su cerveza y se la coloqué al lado de la mano junto con un vaso con hielo.
—Gracias— respondió sin mucho ánimo sin voltear a verme, pues estaba concentrada en la carta.
Pasaron varios minutos y no se decidía por nada aún, mientras yo estuve atendiendo varias comandas.
—¿qué me recomiendas?— sus enormes ojos verdes me miraron directo a los ojos, me sentí intimidada por un momento y se me borró el casete unos segundos, no sabía qué responderle y ella se dio cuenta. —Me refiero de comida, la cerveza para mí está bien—
—Personalmente me gustan mucho los nachos con tocino, las hamburguesas y las papas puercas—
—¡Ah! ¿Cómo es eso chica?—
—¿qué? ¿Las papas puercas?—
—Ajá—
—Bueno— traté de hacer memoria —Son gajos de papas con especias, bañadas con queso cheddar, parmesano y trozos crocantes de tocino, además llevan un dip de la casa, es un poco picosito—
—Clásico de los mexicanos— me dijo riendo —pues ponte esas papas por favor—
—Enseguida—comandé su orden y la pasé a cocina.
—¿cómo te llamas?— me preguntó después de dos cervezas.
—Alexa— respondí mientras sería unos vasos con refresco —¿y tú?—
—Daniela—
—¿de dónde eres?—
—Colombia—
—Excelente, algún día iré a conocer—
—¿no quieres conocer a través de mí?— mi cerebro no pudo procesar bien, me estaba coqueteando.
Gracias a dios llegaron sus papas y se las coloqué en frente.
—¿a qué hora termina tu turno?— tomó una papa con el tenedor
—A las once— respondí timidamente
—¿no te gustaría tomarte algo conmigo?— preguntó directamente mientras le servía la tercera cerveza.
—Me encantaría, sólo que salgo tarde y mañana tengo clases temprano—
—¿qué estudias?—
—Odontología—
—Qué bien, una dentista— la vi un poco alegretas cervezas ya estaban haciendo efecto.
—Te acepto un trago en cuanto salga— le dije de inmediato
—Vale, aquí espero— me sonrió ampliamente
Terminé el turno y me serví una cerveza antes de cerrar barra, le serví una última cerveza a Daniela, ya era la séptima cerveza que llevaba, me senté a su lado y empezamos a platicar; me contó cómo llegó a México, en qué trabajaba y cuánto tiempo esperaba estar en el país.
—¿quieres ir a mi apartamento?— me preguntó de repente y la verdad me agarró en curva
—sí— no supe qué más decir, la verdad es que me parecía muy atractiva y me intrigaba.
Salimos del bar y nos fuimos caminando a su apartamento, la verdad no me había dado cuenta que estaba jugando con fuego hasta que llegamos al elevador del edificio y me besó sorpresivamente, colocó sus manos en mi cintura y su lengua entró en mi boca. Al llegar a su piso entramos tomadas de la mano y me llevó directamente a su habitación, me ofreció una copa de vino y antes de irse por ella me dio un corto beso en los labios.
Aproveché para enviarle un texto a mi mamá y explicarle que no llegaría a dormir ya que me quedaría con Paula, mi amiga, para avanzar en tareas, me respondió que tratara de no desvelarme mucho y que me quería mucho.
Daniela regresó con dos copas y una botella de vino tinto, me sirvió una copa y la verdad me la bebí de golpe, estaba entrando en calor.
Se acercó a mí ame dio otro beso en los labios, esta vez fue muy lento, recorrió con su lengua mis labios, recorrió lentamente mi cintura con sus dedos hasta llegar a mis hombros, luego bajó por mis pechos y me levantó la playera, mis sentidos estaban vueltos locos, no sabía dónde sentía más placer, su boca no le daba tregua a la mía por más que mi lengua luchaba con la suya. La tomé del cuello para acercarla más a mí, me separé de sus labios para hacer un camino de besos desde su boca hasta su cuello, di una leve mordida en él y continué besándola hasta llegar a su cabello. Acto seguido sus manos se apoderaron de las mías y me dirigió hasta un mueble y me subió a él.
Se acomodó entre mis piernas y siguió besándome pasionalmente, sus dedos recorrían mi espalda y lo único que atinaba a hacer era contener leves gemidos que comenzaban a salir de mi boca, introduje las manos entre su cabello para acercarla más a mí, deseaba que no hubiera ni un centímetro que nos separara. Soltó mi sostén y liberó mis pechos, ahí supe que ya no había marcha atrás, estaba a punto de suceder y lo deseaba ampliamente.
Bajó su boca por mi cuello hasta mis pechos y empezó a besarlos, succionó ligeramente un pezón y después se pasó al otro, estaba comenzando a sentir oleadas de placer. Desesperada metió una mano dentro de mi pantalón para llegar a mi intimidad, me encontró ya preparada para recibirla, llevaba ya unos instantes húmeda así que fue fácil que sus dedos empezaran a recorrerme, me bajé el cierre del pantalón y desabroché el botón, quería que estuviera ahí lo más pronto posible. Con ambas manos empecé a desabotonar su camisa azul para descubrir su hermoso sostén negro de encaje, desabroché su sostén lo más rápido que pude para sentir sus pechos contra los míos, claro que los de ella eran mucho más grandes que los míos, lo cual disparó adrenalina en mí.
Sus piernas en medio de mí comenzaron un ligero vaivén, desenredó mi cabello para que cayera sobre ella y quedamos ambas con el cabello suelto, empezó un camino de besos hasta mi ombligo, mis piernas y bajó a mi entrepierna, quitó mi ropa interior se apoderó de mi entrepierna, siguió besándome y pasando descaradamente su lengua sobre mis muslos hasta llegar a mi intimidad, introdujo su lengua lentamente entre mis labios y rápidamente localizó mi clítoris, di un pequeño grito cuando esto pasó, dejé que me succionara mientras la tomaba del cabello, no pude contener los gemidos por mucho tiempo y los dejé escapar, no pasó mucho tiempo hasta que llegué a un intenso orgasmo, eché la cabeza hacia atrás porque no pude contener las sensaciones de tan intenso orgasmo; la noche apenas comenzaba.