Shots de cuarentena: El aeropuerto

—Si adivinas por mi aliento de qué sabor es, dejo que me des un beso—

Shots de cuarentena (3):

El aeropuerto

Llevaba tres cafés cuando escuché que mi vuelo había sido cancelado, estaba en Beijing por vacaciones, tuve dos semanas para conocer los lugares más emblemáticos de China; mi vuelo se canceló debido a un brote de un virus nuevo que estuvo afectando a algunas provincias. No entendía por qué cancelaban mi vuelo si no estábamos en Wuhan.

Decepcionada me bebí las últimas gotas del vaso de papel que contenía mi americano, llamé a mi madre para contarle lo que sucedía, ella como siempre me reconfortó, me hizo reflexionar en que por algo pasaban las cosas, que quizá la vida me tenía algo preparado, y vaya que así fue. Me dirigí a hablar con la aerolínea para saber bajo qué condiciones estábamos varados.

Debíamos guardar cuarentena de 14 días antes de salir de país, para evitar la propagación del virus en caso de ser portadores, de mala gana hablé al hotel donde estaba hospedad y me dijeron que estaba lleno, no había espacio. La aerolínea se ofreció a darnos hotel en el aeropuerto o en alguno cercano para resguardarnos esos catorce días.

No podía creer lo que sucedía, jamás me imaginé estar en una situación similar. Elegí desde luego un hotel cercano al aeropuerto, así que una van de la aerolínea se encargaría de trasladarme hasta ahí, sin embargo al llegar nos indicaron que los espacios estaban llenos, por lo que debíamos esperar a que se desocuparan habitaciones, nos ofrecieron acampar en el living, o regresar al aeropuerto.

Ya había oído hablar de los hoteles en los aeropuertos, espacios reducidos, algo así como cápsulas para dormir; no me quedó de otra que irme a una cosa de esas. Dejé mis maletas en el pequeño camarote que tenía, apenas unos centímetros más grande que un sarcófago, conecté mi teléfono a cargar mientras me recostaba unos instantes.

Minutos después salí del pequeño camarote para fumar un cigarrillo, me sentía extremadamente estresada por la situación. El dinero que llevaba para el viaje era apenas contado para los días que se suponía iba a estar de aquél lado del mundo. Para pasar catorce días más iba a necesitar echar mano de mis tarjetas de crédito y la comida en el aeropuerto no era precisamente económica.

Mientras me fumaba un cigarrillo de manzana me encontré con unos ojos verdes que me miraban, instintivamente sonreí, que cautivada por ellos y no perdí oportunidad de verla con descaro. Unos instantes después nos pidieron utilizar mascarillas, las cuales nos iban a repartir a todos los que estábamos en ese momento en el aeropuerto.

Vi como esa chica se acercaba al área de camarotes donde se encontraba el que me habían asignado, me acerqué detrás de ella, apagué mi cigarrillo antes de entrar y le hice una mueca en forma de saludo.

—Hello— respondió

Me pude dar cuenta de su acento al escuchar su saludo.

—¿hablas español?— pregunté estando casi segura de la respuesta.

—Colombiana— extendió su mano para saludarme.

—Mexicana— respondí de inmediato.

—¿varada aquí sin escapatoria?—

—Y sin opción a hotel decente— dije entre risas.

—catorce días es mucho— habló tranquilamente.

—Espero sobrevivirlos con el barbijo y todo este protocolo—

—¿Estás de viaje por negocios o placer?— me pregunto sin titubear.

—Son mis vacaciones decembrinas, trabajo en una escuela como docente y sólo puedo salir en temporada de vacaciones escolares— suspiré— ¿y tú?

—Una capacitación de la empresa donde trabajo— me sonrió, pude verlo a pesar de la mascarilla —trabajo en una cervecera mexicana, y viajo mucho entre Colombia y México y ahora me tocó capacitar aquí en China—

—¿Te apetece un cigarrillo?— pregunté de golpe.

—No me va eso del humo— respondió seria.

—Entiendo— respondí sin saber bien qué hacer.

—Te invito a mi camarote, tengo unos vaporizadores de sabores increíbles, eso si me gusta—

—Vale— respondí casi sin pensarlo.

Y para qué iba a pensarlo si era una hermosa mujer despampanante; tenía el cabello largo negro, su piel morena estaba perfectamente bronceada, sus verdes ojos destellaban un hermoso brillo.

Entramos muy apenas a su camarote, cerró por dentro y encendió una tenue luz neón, ambas nos quitamos las mascarillas y continuamos conversando por un rato mientras de su vaporizador las dos probábamos los deliciosos sabores que tenía. Traía consigo una caja de treinta sabores, de repente habló.

—Si adivinas por mi aliento de qué sabor es, dejo que me des un beso—

Su comentario me descolocó, pero a la vez me hizo darme cuenta que ese juego de coqueteo que traíamos desde la sala de espera era real, que no sólo yo me estaba imaginando cosas.

—Estoy de acuerdo— dije un tanto nerviosa.

Clocó el nuevo sabor, dio una bocanada y de inmediato pensé en naranja, definitivamente era naranja.

—Naranja— dije segura de mi olfato

—¿Estás segura? Sólo tienes una oportunidad—

—Estoy segura— respondí con un hilo de voz.

Acto seguido ella giró el frasco y pude comprobar que era naranja.

Se acercó lenta y peligrosamente a mis labios, dándome a desear su boca; sin llegar a tocarme se acercó y me dejó con ganas de besarle.

—Ganaste, puedes besarme—

Sin poder articular palabra alguna, me acerqué muy lentamente, coloqué mi mano derecha detrás de su cabello, la acerqué a mis al sentir el contacto de mis labios con los suyos sentí el impulso de introducir la lengua en su boca, la cual me recibió con ese rico sabor a naranja, sus carnosos labios sabían moverse muy bien. Fue un beso cargado de muchas emociones, era la primera vez que hacía algo así, por unos instantes me sentí la chica escolar que fui, siguiendo siempre mi instinto.

Prolongamos el beso lo más que se pudo hasta que se tornó pasional, ella se colocó por encima de mí, apagó La Luz del diminuto camarote y se quitó la blusa; dejó al descubierto sus senos, tomó mis manos para llevarlas a ellos y descubrir que portaba un brasero de encaje en algún color oscuro.

Acomodó una pierna de cada lado de las mías, mientras con mis dedos desabroché su brasero y dejé libres ambos senos; mi impaciente boca buscó sus pezones para darles atención mientras introduje una mano a su pantalón para buscar la entrada de su vagina, me topé con un gran clítoris que reclamaba mi atención.

De inmediato comencé a tasajearlo mientras ella se movía haciendo que sus caderas rebotaran en mi pelvis, estuvimos así por unos instantes hasta que no aguantó más, me tomó por el cabello jalándome más hacia ella y culminó en un delicioso orgasmo.

Alejé mi boca de sus senos y la dirigí a su cuello, me tomó por la cabeza y me atrajo hacía ella y muy suavemente me dijo:

—Ahora me toca darte placer—

Y supe que nuestro encuentro apenas llevaba un round y a mi cuarentena obligada le quedaban 14 días más.

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Muchas gracias por sus comentarios y valoraciones, espero que esta historia les agrade.

Me encanta leer sus comentarios; gracias a Giovanna por su comentario en mi relato anterior, espero este te guste también.

Me gustaría saber si de alguno de los shots les gustaría que haga una historia con más capítulos.

Mil gracias por todo

Clauxs