Shiva, mi nueva compañera de trabajo
Como mi nueva compañera de trabajo, la becaria, hizo de una noche algo especial
Hace ya algún tiempo que no hago más que imaginarme a Shiva, ella es una chica de estatura media, ojos marrones como la miel, el pelo moreno cortito y un culo impresionante, no el típico de la modelito de pasarela, sino algo más rellenito pero me encanta. Otra cosa que me gusta mucho de ella es la cantidad de zapatos y sandalias que tiene y como no podía ser de otra forma pues me he quedado más de una vez atónito y porque no decirlo empanado pensando en sus pies, en olerlos, recorrerlos como mi lengua, metérmelos en la boca. Shiva era desde hace tiempo una nueva becaria de la empresa que estaba formándose, pero para mí era mucho más y aunque la vergüenza e llevaba a decirle nada no podía dejar de pensar en ella y por las noches cuando llegaba a casa, me bastaba la memoria para tener una buena masturbación, pero con el paso del tiempo eso me empezó a saber a poco y quería algo más…
Para mi alivio o mi vergüenza un día encontré una nota sobre mi mesa, cuando la leí ponía:
- “Sé que me miras desde el primer día que llegue aquí, como recorres mi cuerpo todos los días con tu mirada y como te centras en mis pies. Si quieres conocerlos de cerca y pasar un buen rato, te espero esta noche en mi casa” Shiva.
Cuando acabe de leer la carta la verdad es que era más que notable mi alegría, pero por otro lado no sabía cómo iba a reaccionar esta noche, no sabía que me esperaba ni que sea lo que allí iba a pasar, pero las dudas no hicieron que no me presentara por la noche en su casa.
Al caer la noche me encamine a coger el coche y dirigirme a la casa de Shiva, una vez que llegue a su puerta, ella me recibió y me invito a pasar al salón y a sentarme en el sofá, delante de una pequeña mesita donde tenía preparadas un par de cervezas. En un primer momento la conversación estuvo centrada en el trabajo, en cierto modo era lo único que por el momento nos unía, pero poco a poco fue cambiando el tono de la conversación…
-Bueno y que es lo que te gusta en las relaciones? Eres tradicional o estas abierto a nuevas experiencias- Me pregunto
-Bueno ni un extremo ni el otro. La verdad es que me gustan ciertas cosas que bueno tampoco son digamos muy comunes pero no se alejan mucho de la realidad. Me gustan muchos, como ya te habrás dado cuenta, los pies y todo lo que tiene que ver en relación a ellos, digamos que es así un poco lo que destacaría fuera de lo habitual.
-Tengo que pedirte que me disculpes un momento, vuelvo enseguida.
Dicho esto se levantó del sofá y desapareció del salón. Después de un rato de espera apareció de nuevo en el salón, pero con un cambio de ropa que la verdad hizo que mi excitación subiera rápidamente. Se había puesto un corset ceñido al cuerpo, con unas medias de encaje rojas a juego y unos zapatos con un ligero tacón.
-Te gusta cómo me he vestido, es que tenía mucho calor- Si me apresure a decirle yo.
Se sentó a horcajadas sobre mí y comenzó a besarme, tenía unos labios dulces como el azúcar, tras unos cuantos besos me ofreció que nos fuéramos a la habitación que allí estaríamos más cómodos; y así lo hicimos.
Una vez en la habitación comenzó a desnudarme, mi excitación era evidente, me dijo que si quería quitarle los zapatos y comenzar a besar sus pies, obviamente no dude ni por un instante el hacer lo que me pedía. Sus pies desprendían un ligero olor, cosa que era muy excitable comenzó a besarlos y lamerlos por encima de la media, poco a poco mi excitación iba en aumento.
Después de unos minutos saco un antifaz y me lo coloco, me dijo que esperara quieto un rato, en un momento me coloco una de sus medias dentro de la boca y con la otra la puso alrededor de mi boca como si de una mordaza se tratara, después me tumbo en la cama atando mis manos a ella, y me quito el antifaz. Ella se sentó en una silla justo enfrente de mí y comenzó a jugar con su vagina, a acariciarla suavemente, poco a poco se podía ver su cara de placer, mientras que yo atado en la cama y sin poder hablar, solo podía redimirme y notar como mi poya estaba a punto de reventar de la excitación. Después de un rato se acercó y se colocó de nuevo a horcajadas sobre mí, paso por encima de mi cara su coño bien mojadito de la excitación, mi lengua deseaba salir entre las medias para poder lamer aquel precioso manjar, pero la única que después de ponerme los dientes largos comenzó a chupar fue ella, que comenzó a jugar con mi pene erecto, comenzó a recorrerlo con la lengua, en círculos poco a poco, sin previo aviso se la introdujo en la boca y siguió con la felación. Después de un rato me quito la mordaza de la boca y se sentó sobre mi cara dejando a mi disposición toda su vagina para poder lamerla y chuparla. Cuando ya estábamos muy calientes, cogió un preservativo y me lo coloco, comenzó a cabalgar encima de mí, no empezó lento para ir subiendo el rimo poco a poco, sino que las primeras veces fueron fuertes y profundas, luego ya bajo el ritmo. Después de un rato donde me miraba de reojo, se tumbó encima de mí, mi pene seguía dentro de ella, y mientras recorría con su lengua mi cara sin dejarme que la besara, seguíamos follando, sin descanso, sin prisa, sin pausa.
Después de un buen rato por fin me desato y se colocó a cuatro patas, yo me coloque detrás de ella y estaba dispuesto a devolverle esas fuertes embestidas del principio y así lo hizo, se la metí profunda y fuerte, luego ya decidido llevar un ritmo pausado, la cosa iba muy bien, la excitación de ambos era claramente palpable, después de un rato en la posición del perrito, le di la vuelta la tumbe sobre la cama y me coloque sus pies sobre mi cara, comencé de nuevo a penetrarla, sentía que estaba a punto de terminar y así fue después de unos minutos todo acabo en un pico de placer máximo.
Después de aquello nada volvió a ser igual entre Shiva y yo, de hecho me di un recuerdo para que nunca la olvidara y fueron unas manoletinas que ya no usaba, las cuales desprendían un aroma a sus pies que hacía que cada vez que las utilizaba para masturbarme la tuviera siempre en mente.