Shauna y su gemela
Dos hermanas son siempre motivo de morbo, pero si además están buenísimas, son elegantes y .... gemelas.... El morbo es aún mayor.
Tras una noche inolvidable con toda la familia, el amanecer del domingo no lo fue menos. Lucía y Jessy se habían quedado a dormir conmigo y no recuerdo el momento exacto en que nos quedamos dormidos, pero os aseguro que fue muy tarde y por auténtico agotamiento.
Me desperté con la polla metida en la boca de Lucía, que al tiempo me acariciaba los huevos. Jessy que estaba a mi lado con su codo apoyado en la cama y mirándome, al verme abrir los ojos me sonrió y me dio uno de esos besos dulces que solo ella sabe dar, y que hizo que me excitase, incluso más que la mamada que su hermana me estaba haciendo. Mi polla alcanzó su esplendor en unos pocos segundos, pero yo no podía parar de besar a Jessy. Esta niña me volvía loco. Su pasión y su dulzura me tenían enganchado de un modo casi hipnótico.
Mientras mi mente y todos mis sentidos seguían centrados en el beso y las caricias que Jessy y yo nos estábamos dando, Lucía se subió encima, y sin dilación, se metió entera mi polla. Apoyó sus manos en mi pecho y me empezó a follar con un desenfreno casi impropio después de haber estado follando toda la noche hasta después de las 6 de la mañana. Es verdad que entre su madre, su hermana y ella, a lo mejor no habían tocado a demasiado, pero tras mis dos primeros orgasmos, el tercero me suele resultar inalcanzable y eso me había permitido follarlas a las tres repetidas veces y aguantar bien toda la noche. Aún así, Lucía nunca tenía suficiente, y me estaba follando con una violencia que dejaba bien claro que lo que quería era correrse cuanto antes. Y efectivamente, tras unos minutos follándome a ese ritmo, y con mis manos sobándole sus enormes tetas, convulsionó y se retorció sobre mí, mientras se corría sonoramente.
Entonces Jessy le dio un suave beso en los labios y le pidió que se quitase, que ella también quería su polvo mañanero. Y con Lucía recién bajada, aún con sus flujos impregnando mi polla, Jessy se la ensartó, y empezó a follarme mucho más a su estilo. Su follada era pausada, rítmica, mirándome a los ojos, sintiendo cada movimiento, cada milímetro de roce, de penetración, cada respiración era pasión. Le pedí que me besara, y se tumbó sobre mí, y totalmente pegado su cuerpo a mío, nos fundimos en un beso interminable mientras elevaba y bajaba sus caderas sobre mi polla, haciendo que mi polla casi saliese por completo.
En esa postura, y besándome de esa manera, y después de la follada que me había dado Lucía, yo sentía que no iba a aguantar mucho, así que le pedí que se corriese pronto, porque no iba a poder alargarlo mucho más, y ella me pidió que esta vez me corriese dentro. Aquello me confundía porque ella no tomaba nada, y era demasiado peligroso, pero su coñito empezaba a contraerse y eso era el síntoma evidente de que se empezaba a correr. Si una cosa era clara es que ahora mismo ella ya no pensaba parar ni sacarse mi polla hasta haber terminado su orgasmo, así que hice lo imposible por aguantar sus contracciones alrededor de mi polla.
Detuvo su respiración, gimió, se contrajo por fuera y por dentro, y de repente no pudo evitar un grito de placer que la obligó a separar su boca de la mía. Pegó su boca a mi cuello y me gritaba
Jessy – Siiiii, si si si, me corroooooo, fóllame, dámelo, vamos, dámelo dentro que te sienta
Y me empezó a follar con más violencia. Aquello fue ya imposible para mí, y empecé a correrme abrazándola fuerte contra mí mientras ella seguía moviendo su culo arriba y abajo haciendo que mi polla eyaculase todo el semen en su interior. Cuando ya mi orgasmo llegaba a su fin, le pedí que redujese el ritmo, y nos volvimos a besar. Al final acabó quieta sobre mí, sin sacarse mi polla de su interior, besándonos con una dulzura extrema.
Al quedar en silencio tras el orgasmo, escuché a Lucía a nuestro lado masturbándose de nuevo.
Lucía – Joder, que cachonda me pone veros follar así. Me voy a correr otra vez
Y entonces Jessy y yo, nos reímos y nos fuimos los dos a por ella, y mientras yo le besaba la boca, Jessy le comía los pezones, estallando Lucía en otro orgasmo, tan ruidoso como el anterior que había tenido follándome.
Tras recuperar la compostura, me levanté y me di una ducha, y mientras ellas se duchaban, preparé café y unas tostadas. Estuvimos charlando sobre todo lo que había pasado desde la noche anterior, y las dos me dijeron que querían repetir cuanto antes, y que sin duda su madre y su padre también querrían, porque les habían visto disfrutar de lo lindo a los dos. Finalmente a media mañana se fueron las dos para su casa.
El lunes volví al trabajo con una sonrisa difícil de disimular, y la mañana se me iba pasando bastante rápido. Cuando tuve un rato, escribí a Shauna un SMS, proponiéndole comer juntos. Tardó un poco en contestar, pero cuando lo hizo me dijo que tenía solo media hora y que solía comer algo allí en el centro comercial donde trabajaba, pero que si yo me podía acercar, estaría encantada de comer conmigo. No era lo ideal, pero para una primera toma de contacto, podía ser suficiente.
A la hora acordada la estaba esperando donde habíamos dicho. Shauna era una mujer negra, de 35 años, de 1,70 aproximadamente, caderas anchas y pechos generosos. No estaba gorda, pero era una mujer con formas muy femeninas. Venía muy elegante y sexy, con una falda de cuadros por la rodilla, un jersey negro ajustado que hacía aún más prominentes sus pechos, y unos zapatos de tacón alto también negros, que estilizaban aún más unas ya de por sí bonitas piernas. Tenía el pelo negro, una media melena lisa que resaltaba su cara. Era una mujer muy guapa, de labios gruesos y una cara muy armoniosa.
Nos saludamos muy educadamente con un apretón de manos, y nos sentamos en unos taburetes junto a la barra. Estar allí me permitía verla de cuerpo entero, y la verdad es que resultaba difícil no desviar la mirada de sus ojos mientras me hablaba, porque su cuerpo era tremendamente atractivo y femenino. Sus piernas subidas en esos tacones eran una delicia para los transeúntes, que no perdían detalle de sus formas al pasar junto a nosotros.
Nos estuvimos contando por encima nuestras vidas, y dado que nuestra cita tenía unos objetivos muy claros para los dos, nos estuvimos hablando con total claridad. Ella me dijo que estaba casada, pero que su marido era marino militar, y que por su trabajo pasaba mucho tiempo fuera de casa. Me dijo que no quería que yo pensase que eso lo hacía habitualmente, pero que mi atrevimiento al darle mi número el otro día, la había excitado, y le había hecho sentirse deseada de nuevo, que tras varios años con su marido hacía tiempo que no se sentía así. Le dije abiertamente que no pretendía interferir en su matrimonio, pero que me resultaba terriblemente atractiva, y que me gustaría conocerla mejor, si a ella también le parecía bien. Finalmente acordamos que me escribiría a lo largo de la semana para intentar cenar el viernes o el sábado.
Pasé el resto de la semana bastante ocupado por el trabajo, por lo que no había podido quedar con ninguna de “mis chicas”, y sin recibir tampoco noticias de Shauna. El mismo viernes por la mañana me escribió, diciéndome que podríamos quedar esa misma noche, pero que se tendría que venir también su hermana, dado que era la única forma que pudiese salir sin despertar sospechas, pero que su hermana era de total confianza. Me preguntaba si habría posibilidad de que algún amigo mío nos acompañase para una doble cita con su hermana.
Podía intentar proponérselo a algún compañero de trabajo, pero francamente no me apetecía mezclar a nadie en mi vida privada, así que le dije que lo intentaría, aunque en realidad no pensaba hacerlo. Y menos sin saber cómo era su hermana, que igual era un coco, y luego me tocaba a mí aguantar los reproches del que la tuviese que entretener. Decidí que era mejor contestarle con sinceridad y decirle que no tenía a nadie de confianza a quien mezclar en esto para no dar explicaciones de mi vida. Temí que eso acabase con mis posibilidades con ella, pero al rato me dijo que su única forma de poder salir sin despertar sospechas, era con su hermana, y me preguntó que si tendría yo algún problema en cenar con las dos. No era lo ideal, pero Shauna estaba demasiado buena como para no intentarlo, así que accedí.
Me presenté a la hora acordada en el bar donde habíamos quedado. Era un Sports Bar de esos donde hay montones de televisiones por todas partes, en el centro de la ciudad. Cuando entré, ellas ya estaban allí, y eso que yo iba pronto para no hacerlas esperar, pero me habían ganado por la mano.
Shauna estaba de frente a la puerta y enseguida me vio entrar y se le iluminó la cara con una bonita sonrisa. Su hermana estaba de espaldas, pero me sorprendió que era físicamente tan atractiva como Shauna, y tan elegante como ella. Ambas iban con zapatos de tacón alto y faldas, pero esta vez con colores más vivos que el día que quedé para conocerla. Al darse le vuelta para saludarme, me quedé de piedra. Eran iguales!!! Mi cara debió de ser todo un poema, porque las dos rompieron a reír. Shauna nos presentó. Vanessa y Shauna eran gemelas. Resultaba difícil distinguirlas por su cara, pero es que físicamente también eran calcadas. Afortunadamente el color de su ropa era distinto, así que no había posibilidad de confundirlas.
Les entregué una rosa a cada una que había comprado de camino a la cita, y eso ayudó a crear un ambiente muy distendido y agradable. Vanessa era también encantadora, y de carácter incluso algo más jovial que Shauna, que pese a su simpatía, era algo más tímida. Me estuvieron contando que Vanessa estaba recientemente divorciada de otro militar, y bromeaba diciendo que esperaban que yo le hubiese presentado a algún amigo español tan atractivo como yo.
Lo malo de quedar con unas gemelas, es que entre ellas la conexión era total, y había veces que solo con mirarse se entendían y se echaban a reír sin saber yo muchas veces de qué iba el asunto, pero la verdad es que me lo estaba pasando de maravilla. Y además, era el centro de las envidias de los hombres del bar, que no dejaban de mirar a mis dos acompañantes.
Después de tomar varias cervezas, nos fuimos al restaurante donde había hecho la reserva para cenar. Yo no sabía si querrían ir en un solo coche, o Vanessa llevaría el suyo para luego irse por su cuenta y dejarnos solos, así que esperé a ver qué proponían. Finalmente nos montamos todos en el mío. Vanessa se montó atrás, y pese a ir en el asiento del medio, iba todo el camino muy pendiente de la conversación. Mientras conducía, observaba que me miraba por el retrovisor con una sonrisa pícara que me estaba incluso excitando, pero pese a sonreírle también, no quise dar ningún paso en falso, porque eso podría estropear del todo cualquier posibilidad con su hermana, y ahora mismo, el plan principal era conseguir intimar con Shauna.
La cena transcurrió igual que las cervezas previas, de un modo muy divertido con las dos hermanas, que sin duda se sentían muy cómplices y hasta atrevidas al estar juntas, y unido a los efectos del vino, empezaban a hacer bromas picantes, e incluso a provocarme.
Shauna y yo estábamos sentados juntos en el mismo lado de la mesa, y mientras hablábamos, de vez en cuando nos cogíamos de la mano, y en un momento que nos quedamos mirándonos, me acerqué y la besé. Fue un beso breve, pero repetí y esta vez juntamos brevemente nuestras lenguas. Entonces Vanessa se empezó a quejar
Vanessa – Eh, no os paséis que me da envidia…
Shauna – ¿Entonces te parece que mi hermana le habría gustado a algún amigo tuyo?
Yo – No tengo ninguna duda. Y si no le gusta, me la quedo yo también, jajajaja
Vanessa – Jajajajaja, me parece buen trato. Aunque un solo hombre a lo mejor se queda un poco corto para dos hermanas como nosotras… - y dijo esto último acompañándolo con un movimiento de sus manos recorriendo su silueta y acercándose las dos haciendo el gesto como de besarse
Yo – Jajajaja, bueno…. Nunca se sabe lo que un hombre puede llegar a hacer cuando está tan bien motivado con dos bombones como vosotras. De todas formas, no me creo que una mujer tan atractiva necesite que yo le presente a alguien. Vanessa, tú eres una mujer preciosa y puedes tener a cualquier hombre que quieras.
Vanessa – ¿Y si el hombre que quiero es el mismo que el que quiere mi hermana?
Me quedé callado sin saber qué contestar para no meter la pata, y ellas rompieron a reír al unísono. Se disculparon y se fueron juntas al baño.
Aquella estaba siendo una cita de lo más atípica. Por un lado, al estar Vanessa delante, no había podido intimar casi nada con Shauna, y por otro, Vanessa no paraba de soltar indirectas en el sentido de que yo le gustaba, lo cual me tenía un poco desconcertado. Me empezaba a temer que hoy me iban a calentar entre las dos, pero que no iba a comerme nada, y que me tendría que conformar con algún beso a Shauna, y tendría que esperar a la siguiente cita para proponer algo más directo.
Cuando volvieron del baño venían muy risueñas, pero no me quisieron decir por qué. Se sentaron y Shauna se me quedó mirando, como esperando que la besara, así que me acerqué y la besé, pero esta vez, en vez de ser un beso suave y tímido como los de antes, enseguida ella abrió la boca y me besó con deseo. Algo habían hablado en el baño que venía distinta. Más atrevida… De hecho incluso se entretuvo más, no fue un beso tan breve, así que le pasé la mano por la cintura y pude por primera vez notar su cuerpo duro. Me empecé a excitar.
Me separé y esperaba algún comentario de queja de Vanessa, pero curiosamente estaba callada mirando, mordiéndose el labio pero con una sonrisa, en una mueca llena de morbo. Me miró a los ojos y me dijo
Vanessa - ¿Bien?
Yo – Jajajaja, muy bien.
Entonces las dos se empezaron a reír, y en ese momento me di cuenta del motivo. Se habían cambiado la ropa en el baño, y a quien había besado ahora pensando que era Shauna era a su hermana Vanessa. Aquello me hizo excitarme muchísimo. Definitivamente la noche acababa de ponerse muy interesante.
Cogí de la mano a Shauna por encima de la mesa y a Vanessa que ahora estaba a mi lado y me reí con ellas, y antes de que la situación se quedase en una mera anécdota, volví a besar a Vanessa al tiempo que apretaba la mano de Shauna, que me devolvía el apretón. Aquello era síntoma evidente de que no me estaba cediendo a su hermana, sino compartiendo.
Terminamos de cenar ya entre risas y mucho morbo, y les propuse ir a mi casa a tomar una copa. Al principio se quedaron calladas mirándose, pero Shauna no dio opción a la duda.
Shauna – ¿Vas a tener “alcohol” suficiente para las dos? - Lo dijo haciendo hincapié en la palabra alcohol, con evidente doble sentido –
Yo – Eso vamos a tener que averiguarlo entre los tres…
Nos reímos y aceptaron la propuesta. Nos dirigimos primero a recoger el coche de Vanessa, y de ahí nos fuimos para mi casa. Por el camino a casa, cuando ya Vanessa iba en su coche, Shauna y yo nos íbamos besando en cada semáforo en rojo. Besaba realmente bien, y con sus labios gruesos era una delicia. Sus besos me habían provocado una erección importante, y ella empezaba a sobarme la polla por encima del pantalón.
Sonó el teléfono de Shauna, y cuando lo miró era Vanessa. Descolgó y puso el altavoz.
Vanessa – Eh baby, haz el favor de dejar algo para mí, que veo que te lo vas terminar antes de llegar
Shauna – Jajajaja. De momento solo le he comido la boca, pero tendrías que ver lo que está tocando mi mano ahora mismo. Está muy duro, y tiene pinta de tener buen tamaño…
Vanessa – Pues contrólate y deja algo para compartir.
Aprovechando que llegábamos a otro semáforo, sin colgar la llamada, Shauna desabrochó mi pantalón y sacó mi polla que estaba durísima, y ante la vista de su hermana que había parado en el semáforo justo a nuestro lado, se agachó y me la empezó a chupar. Al sentir el calor de su boca rodeando mi glande, emití un gemido y bajé la ventanilla para que Vanessa supiera bien lo que ocurría, que también bajó la ventanilla derecha y le decía a su hermana que parase. Sin embargo, yo le sujeté la cabeza abajo para que siguiera con ello. Me la estaba chupando realmente bien, hasta que se puso el semáforo verde, y al arrancar, se levantó de nuevo y me dejó allí con la polla durísima y llena de su saliva, y riéndose le hacía gestos a su hermana y le decía por el teléfono lo deliciosa que estaba.
Al llegar a mi calle, me recompuse un poco y bajamos del coche. Esperamos a Vanessa y caminamos juntos, con una agarrada a cada brazo hasta entrar en mi casa. Les pedí sus abrigos, y al ayudarles a quitárselo, les di a cada una un beso en el cuello, y aproveché para palparles bien sus enormes tetas.
Nos fuimos hasta el comedor, donde les di a elegir entre una copa o abrir una botella de vino español, pero las dos tenían claro lo que querían y a estas alturas de la noche, no era alcohol. Se acercaron a mí cada una por un lado, y nos empezamos a besar, primero una y luego la otra. Eran dos verdaderos bombones, igual de apasionadas besando, y acariciando mi cuerpo con todo el descaro y el deseo del mundo. Mientras me besaba apasionadamente con Shauna, Vanessa me empezó a desabrochar el pantalón y sin pensárselo, se arrodilló y sacó mi polla para metérsela en la boca sin ningún pudor.
Me empezó a masturbar suavemente al tiempo que me hacía una fantástica mamada. No sé si era casualidad o que las mujeres negras tienen una habilidad especial, pero aquella mamada era, al igual que la que me había hecho su hermana en el coche, extraordinaria. Succionaba con fuerza del glande mientras la metía y la sacaba de su boca. La empezó a meter hasta el fondo, donde notaba que mi glande hacía tope contra su garganta.
En un momento determinado, al hacer tope en el fondo de su boca, se quedó quieta y haciendo presión, metió lo que quedaba de mi polla dentro de su boca, haciendo tope con su nariz contra mi pelvis. Noté como el glande se colaba por su garganta que estaba mucho más estrecha que el resto de la boca, lo cual me provocaba un placer más intenso. La sacó entera y tras masturbarla un par de veces, volvió a repetir la operación. Aquello me estaba poniendo como loco. Lo hacía con vicio y al ver que me gustaba tanto, empezó a hacerlo más de prisa, consiguiendo que la sensación en mi glande fuese como si le estuviese follando la garganta.
Shauna al ver mi cara de placer y morbo le habló a su hermana
Shauna – Baby, para, que se va a correr, y nos queda mucha noche por delante.
Vanessa se la sacó de la boca y mientras me masturbaba, me miraba para arriba con los ojos vidriosos por la penetración tan profunda, al tiempo que reía y se relamía.
Les invité a irnos a la cama, lo cual hicimos besándonos los unos a los otros, y fue la primera vez que las vi a ellas besarse. Al llegar a la habitación quería desnudarlas, pero no me dejaron. Me desnudaron ellas a mí y me pidieron que me subiera a la cama. A continuación, ante mi mirada atenta, empezaron a besarse entre ellas, y a desnudarse la una a la otra.
Lo fueron haciendo sin prisa, mientras yo me acariciaba la polla y disfrutaba de las vistas. Cuando se lo hubieron quitado todo, les pedí que por favor no se quitasen los zapatos y que viniesen ya a la cama. Parecían dos diosas. Tenían unos cuerpos que sin ser perfectos, se veía que estaban cultivados por el deporte. Sus tetas de buen tamaño estaban aún muy bien puestas, y tenían los pezones duros con aureolas muy oscuras y grandes.
Ahora desnudas empezaba a tener problemas para diferenciarlas, pero Shauna tenía una fina tira de vello púbico sobre su coñito, mientras que Vanessa lo llevaba totalmente depilado. Venían a gatas por la cama hasta donde yo estaba, y al llegar justo delante, Vanessa se paró, y abriendo las piernas, se sentó sobre sus talones y empezó a masturbarse, invitando a su hermana a que fuese ella quien tomase primero posesión de quien esa noche iba a ser un mero juguete para esas dos pedazo de hermanas.
Shauna vino sobre mí, y se agachó para chupar mi polla, pero lo hizo brevemente, con el único objetivo de ensalivarla bien. A continuación se pasó sus dedos por su coñito, que al tener las piernas abiertas, se le veía con un clítoris muy negro y grande que sobresalía ligeramente de sus labios vaginales. Agarró mi polla y tras frotarla por todo su coñito, jugó un poco en su clítoris, y tras ponerla en su entrada, empezó a dejarse caer sobre ella. Cuando llegó hasta el fondo emitió un gemido mudo de placer, y empezó a moverse y a follarme.
Estaba notando su coñito ardiendo rodeando mi polla, que entraba y salía sin ninguna dificultad en su coñito chorreante. Nos empezamos a besar mientras me follaba, y cuando pensaba que Vanessa estaría aburriéndose, noté que en realidad empezaba a acariciarme los huevos mientras su hermana me estaba follando. Al mismo tiempo Shauna empezó a gemir más alto, y enseguida supe por qué. Vanessa con la otra mano le estaba metiendo un dedo en el culo. Lo supe, porque una vez dentro apretaba con el dedo hacia la vagina, dándome aún más placer al notar la presión de su dedo sobre mi polla al entrar dentro del coñito de su hermana. Estaba siendo un polvazo súper intenso para mí, pero quizás lo era más para Shauna, que cuando su hermana le metió el segundo dedo en el ano, empezó a correrse sonoramente acelerando el ritmo sobre mi polla y separándose de mí, lo cual me permitió agarrarle de sus tetazas mientras se corría.
Cuando terminó de correrse, Vanessa puso su coñito sobre mi boca y aunque yo no lo veía, empezó a besarse con Shauna, y a acariciarse mutuamente las tetas. El coñito de Vanessa estaba chorreando, literalmente me estaba ahogando con tanto flujo. Tuve que empezar a tragar algo, porque me chorreaba por la cara, y succionaba de su enorme y negro clítoris mientras Shauna había vuelto a moverse con mi polla dentro de ella.
Al cabo de un rato así, las dos se empezaron a correr, y Vanessa tuvo un squirt sobre mi boca, que gracias a que por la intensidad del orgasmo retiró su coñito de mi boca no me ahogó con tanto líquido que eyaculó. Sin embargo, todo ese líquido me cayó sobre el pecho dejándome completamente mojado. Shauna la terminó el orgasmo con su mano, lo que hizo que aún soltase varios chorros más.
Cuando las dos se hubieron terminado de correr, se tumbaron una a cada lado, pero yo aún seguía con la polla como una piedra. Le pedí a Vanessa, a la que aún no me había follado, que se tumbase boca abajo con las piernas juntas, y le puse una almohada bajo la tripa para que su culo quedase ligeramente levantado. Una vez estaba en esa postura, me senté a horcajadas sobre ella, y ensalivando mi polla, la dirigí por detrás a la entrada de su coñito, que al estar tan mojado, se tragó mi polla sin ninguna dificultad en cuanto que empujé.
Apoyé mis manos en sus riñones y empecé a follarla bien fuerte, con violencia. De vez en cuando le daba un buen azote, y ella gritaba y gemía cada vez más fuerte, pero como su coñito estaba tan encharcado, yo cada vez estaba empezando a sentir menos, así que empecé a jugar con su culo. Mojé mis dedos en sus flujos, y empecé a meter primero un dedo, después dos, y cuando llevaba tres dedos metidos y noté que entraban sin dificultad, saqué la polla de su coño, y apuntándola a su culo, apoyé el glande sobre su ano, y empujé. Lo hice casi de modo brusco porque estaba como loco por correrme. Ella ni se quejó. Solo apoyó su cara contra la almohada y metió su mano por debajo para masturbarse el clítoris mientras yo le follaba el culo.
En esta postura mi placer era mucho más intenso, pues su culo sí que estaba estrechito, así que empecé a notar que me iba a correr. Le di un último azote en el culo bastante fuerte, que esta vez sí le hizo quejarse, lo cual me terminó de poner más cachondo y empecé a correrme, eyaculando todo mi semen dentro de su culo.
Cuando aflojé el ritmo porque mi orgasmo llegaba a su fin, Shauna se acercó y mientras acariciaba a su hermana, me besaba a mí con la misma dulzura que me había besado al principio de la noche en el restaurante. Parecía mentira que después de tanta lujuria, pudiésemos estar besándonos con tanta dulzura. Esa mezcla siempre me ha encantado.
Me dejé caer sobre Vanessa sin sacársela del culo, y la besé, y le susurré al oído.
Yo – Eres una mujer deliciosa. Espero no haberte hecho daño.
Vanessa – En absoluto. Me ha encantado. Y me encanta lo dulce que eres con estos besos.
Me quité de encima de ella, y dándose la vuelta nos volvimos a besar y dejamos que su hermana se uniese a nosotros.
Tras todo el morbo y provocación que habíamos vivido hasta el momento, fue uno de los momentos más dulces entre los tres, pero fue solo el principio de una noche en la que descubrí que las hermanas tenían mucha historia sexual juntas.
Eran más de las tres de la madrugada cuando salían de casa. Antes de salir, Vanessa le preguntó a su hermana delante de mí que si le importaba que me diese su teléfono y que ya que ella estaba divorciada y tenía más tiempo, saliese ella sola conmigo alguna vez. Shauna le dijo que por supuesto que no, pero que no nos fuésemos a olvidar de ella de vez en cuando. Me lo dio, y quedamos en vernos pronto.