Shark - 8
La historia continúa...
Parte 8
Sobre las siete en punto se volvió a colar en la casa, por lo visto nadie se había dado cuenta de su ausencia, incluso parecían dormir tranquilamente. Se desvistió y las sábanas le arroparon todo el cuerpo, al menos dormiría una hora…
Mientras le vencía el sueño recordó la conversación con Chang, el muy cabrón se lo pasaba pipa haciendo planes, era un gran maestro de la táctica. Como Hugo, Chang tenía su pasado no tan ‘especial’ como el de Hugo pero algo parecido. Criado como huérfano en varias casas de acogida en China, luego pasó varios años en el ejército Chino para más tarde coincidir con Hugo. Tenían el mismo maestro Guan Xiu. Al estar ellos dos junto a su maestro les sirvió para hacer una gran amistad, al punto de contarse todas sus vidas, sin guardarse nada. Eran casi como hermanos.
Cuando Chang le contó cómo fue abandonado por sus compañeros en pleno desierto, tratado como un traidor para su patria, sintió pena. Después del entrenamiento con Guan Xiu se separaron aunque no perdieron el contacto. Chang se dedicó a hacer trabajos como sicario, robaba piezas de arte muy valiosas entre otras cosas y seguía siendo perseguido por el gobierno chino. Tuvo que cambiar de nombre y mudarse cada cierto tiempo para no ser encontrado.
Esta era la primera vez que Hugo le pedía ayuda con una misión. Tratándose de su propia familia y no confiando en nadie de la agencia no tuvo opción, ni siquiera confiaba en Azucena. Karen, Seth, Clare y Steve no permitirían que Hugo metiera demasiado las narices, estaba claro, por eso llamó a Chang. Él le ayudaría y no le mentiría en nada, solo lo tenía a él. Una misión dentro de la misión.
Hugo y Chang decidieron verse al día siguiente y empezar con sus planes, deshacerse de la mano derecha de Tanaka y quitarse de en medio un escollo. Matsumoto, como así se llama, sabía muchas cosas sobre los Yakuza y al mismo tiempo sobre la alianza que tenían los colombianos, japoneses, españoles y chinos. También se decía que algunos Neonazis tenían un papel importante en esa mafia. Son peligrosos, muy peligrosos, por eso tenían que descubrir que se traían entre manos aunque tuvieran que matarlos no dejarían que se saliesen con la suya.
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Victoria leía unos papeles que le había entregado Azucena.
-Mañana por la noche se reunirán todos y cada uno de los implicados, debes de colarte y enterarte de lo que hablen. –dijo Azucena mirándola fijamente.
-No será fácil, estarán todos… y no sé si… -dejó de hablar Victoria.
-Me da igual Victoria, tienes que ir y punto. –se levantó y caminó por la base- Mañana puede hacer su aparición el cabecilla de la triada china, es importante que veas su cara, tenemos la oportunidad de descubrir más cosas. –se cruzó de brazos- Es importante esto que te estoy pidiendo… puede que tengamos a uno de los nuestros traicionando a la agencia, traicionándome a mí. No podemos permitirlo…
-¿Quién podría traicionarnos? –preguntó Victoria dejando los papeles sobre la mesa- Tenemos que arrestarlo…
-Llegado el caso, tendrás que matarlo –dijo Azucena caminando hacia la puerta- No voy a permitir que nos descubran por algún imbécil que no sabe cuál es su lugar, no me van a estropear veinte años de sacrificio.
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En el comedor desayunaban todo el equipo al completo.
-¿Dónde fuiste esta noche? –preguntó Clare tras beber de su café negro.
-No podía dormir… -respondió Hugo masticando un croissant.
-Debes de informarme, informarnos de tus salidas. –dijo en tono enojado- Nos jugamos la vida… no sé si te das cuenta –dijo Clare alcanzando unas tostadas.
-No creo que tenga nada que decirte, deciros a ninguno –miró a los demás- Se cuidarme solo, cuidaros vosotros mismos. No voy a meteros en problemas por salir a tomar el aire por la noche, ¿o sí? –preguntó de forma chulesca Hugo.
No obtuvo respuesta, de nadie. Karen le miró pensativa al igual que Seth. Steve miraba la leve discusión ausente sin abrir la boca salvo para comer algo.
-No puedes meternos en problemas Hugo –habló Karen- Si quieres que te descubran hazlo tu solo, no nos metas a ninguno en tus idioteces, no lo voy a permitir. –se levantó enojada.
-¡Cierra tu maldita boca zorra! –gritó Hugo levantándose de su asiento y comenzando a caminar revolviéndose el pelo.
-¡Repite lo que has dicho hijo de puta! –gritó Karen corriendo hacia Hugo.
El primer golpe de Karen no lo vio venir y el puño impactó contra su cara. Con la mano acariciando su mejilla intentando apaciguar el dolor miró a Karen con rabia y confusión. Levantó el brazo para golpear con el puño cerrado pero Seth le agarró por detrás impidiéndoselo.
-¡Basta! –gritó Seth- ¿Estáis tontos? –dijo empujando a Hugo hacia atrás.
Clare y Steve se encargaban de una Karen fuera de si.
-No tengo la culpa de tu vida Hugo, no pagues conmigo los cuernos que llevas en tu cabeza, cabrón –volvió a gritar Karen.
De un solo golpe se quitó a Seth de encima y corrió hasta Karen que lo miró con miedo. Clare se interpuso en su camino, pero Hugo le dio un golpe en el cuello dejándola casi inconsciente. Steve intentó poner paz pero salió volando al empujarle Hugo con las dos manos abiertas. Volvió a mirar a Karen que parecía no poder moverse de lo aterrada que estaba;
-Repite lo que has dicho –dijo Hugo agarrando del cuello a Karen y levantándola en el aire- ¡REPITELO! –gritó Hugo.
No pensaba, no sentía, solo quería sacar toda la rabia que llevaba dentro sin importar. Al ver dos lágrimas cayendo por los ojos de Karen, la soltó y esta se desplomó en el suelo, aún respiraba y estaba totalmente consciente. Se arrepintió fuertemente de haber tratado así a Karen, era su amiga desde hace años pero sus palabras le habían sacado de sus casillas.
-No vuelvas a decir nada respecto a mi pasado –se alejó de la escena cerrando la puerta de un fuerte golpe.
Casi mata a Karen y lo habría hecho si las dos lágrimas no caían. Se sentía mal, como un monstruo sediento de sangre.
No era la primera vez que algo así pasa entre Karen y el. Las peleas entre ellos eran muy frecuentes cuando entrenaron juntos al conocerse. Pero esta vez era distinto, Karen no había movido ni un solo musculo cuando la cogió del cuello, ni siquiera habló tras soltarla, tenía mucho miedo, lo vio en sus ojos. Puede que la misión nublara su cabeza, seguro que era eso.
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Sigilosamente entró en la oficina de su prometido, tenía que darse prisa. Conectó el dispositivo USB en la clavija. Buscó en varias carpetas algunos documentos y los envió al aparato en cuestión. Por las ventana vio acercarse a su prometido, con nervios sacó el USB y se lo guardó en el bolso.
Se abrió la puerta.
-¿Qué haces aquí? –preguntó Alejandro cerrando la puerta.
-Te esperaba… quería darle una sorpresita a mi futuro marido –se acercó juguetona- ¿o molesto? –acarició el pecho de Alejandro.
-No es eso… sabes que no me gusta que entres cuando no estoy yo –se acercó a los labios de Victoria y la besó- Dame una chupadita de esas que tanto me gustan –empujó la cabeza de Victoria hacia abajo.
-Nos pueden ver Alex… mmmm –no la dejó hablar y sacándose el pene se lo introdujo en su boca.
Victoria con toda la boca llena del pene de Alex empezó a lamer y masturbar furiosamente. Acarició los testículos y los masajeaba para que eyaculara lo antes posible. No duró apenas un minuto cuando Alejandro llegó al orgasmo pringando todo el suelo de semen caliente.
-¡JODER! –gritó levemente- Como la chupas… ufff… -Victoria le sonrió- ¿Cuándo te la tragarás entera? Como aquel que dice somos marido y mujer… -se guardó el pene en el pantalón.
-No me gusta, eso es una marranada –mintió.
-Seguro que al bastardo de Hugo si se la comías con leche y todo –dijo cabreado Alejandro- Solo eres una puta para los que tú quieras ¿no? –la jaló del brazo y la empujó fuera de su oficina.
Cerró la puerta tras ella.
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Hugo llegó a la hora exacta, su amigo le esperaba escondido en un tejado cerca del bloque de pisos donde se encontraba Matsumoto.
-Llegas tarde… -habló Chang con los prismáticos todavía en los ojos.
-No he podido venir antes… -le quitó los prismáticos a su compañero y observó tras ellos- No parece haber movimiento, ¿está dentro o todavía no ha llegado? –preguntó Hugo.
-No ha habido movimiento por el momento, la casa ha seguido vacía desde que he llegado. –dijo Chang abriendo una maleta.
-¿Qué llevas ahí? –preguntó de nuevo Hugo señalando la maleta.
-El rifle francotirador que te enseñé anoche… -colocó una bala en el cargador- Entra y si pasa algo raro disparo, me da muy mala espina ese tipo… quizás encuentres algo en su piso. –miró sonriente a Hugo.
-Me caes como el culo, ¿lo sabías? –dijo Hugo comenzando a andar.
-I love you –soltó una carcajada Chang.
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Sin comerlo ni beberlo ahí estaba, en una maldita fiesta que le habían hecho sus amigas. Por supuesto que todo planeado por Azucena y Eloísa. Los machos de la casa se habían ido a cenar a casa de Don Pedro, negocios decían, y ella tenía que aguantar a todas las cotorras que tenía por amigas desde la Universidad. No tenía tiempo para estas pamplinas.
-¿Quien quiere más champagne? –preguntó Azucena- ¡Victoria! –gritó.
-¿Que...? –preguntó confundida.
-Que te nos duermes mujer –habló Sofía- Amiga estas en las nubes –rió a carcajadas contagiando a las demás mujeres presentes.
Victoria sólo asintió al comentario de Sofía e hizo una mueca parecida a una sonrisa. La fiesta prosiguió su curso y, por increíble que pareciera, se divirtió. Las sorpresas no quedaron ahí, que va. Las muy sinvergüenzas contrataron a una pareja de Boy’s para aumentar la fiesta. Victoria tonta no era, esa fiesta tenía toda la pinta de despedida de soltera o al menos un anticipo de ello. Aún faltaban dos meses para la boda.
Los hombres vestidos de policías, lo típico, empezaron a bailar insinuantes alborotando a todas las presentes. Azucena sonreía, Eloísa más de lo mismo y sus amigas desprendían sexo con las miradas llenas de lujurias que le dedicaban a los pobres muchachos. Lo peor fue cuando la sentaron en una silla y los Boy’s le bailaban con el pene al aire y duros como la piedra. Intentaron que se las chupase pero pasó de hacer nada con esos tipo. Con Sofía era otro cantar, a dos manos la muy guarra. Se pasaba una tras otra, los lamía y engullía como toda una experta, por supuesto que sin dejar de masturbar al otro.
**
Ya se encontraba en la puerta del piso de Matsumoto. Sacó su móvil antes de forzar la puerta y llamó a Chang.
-¿Algún movimiento? –preguntó Hugo.
-No, todo sigue tranquilo y las luces apagadas. –respondió al otro lado del móvil.
Con unos alambres de metal abrió la puerta y entró. Sacó su arma con la mano derecha y caminó despacio, sin hacer ningún ruido. El arma en todo momento mantenía el cañón hacia el suelo. Siguió el pasillo hasta llegar al salón. Un sillón de dos plazas, una mesa con dos sillas oscuras. Era difícil saber el color, todo se veía oscuro por la falta de luz. A través de la ventana veía a Chang haciendo gestos con la mano, miró y continuó con su cometido. Todas los cajones que encontró en el saló los abrió y con una pequeña linterna alumbró para poder ver el contenido. Nada. Siguió con el dormitorio y seguía sin encontrar nada de nada. La cocina, tampoco.
Solo faltaba el baño, entró. El mueble donde se sostenía el espejo lo abrió, bingo. Papeles. En la cisterna podría haber algo. Deslizó la tapa e introdujo la mano. Los malditos tubos no le hacía el camino fácil, aún así encontró una bolsa que contenía un arma de fuego. Al fondo otra bolsa pero con un pendrive dentro, de color oscuro. Lo guardó en uno de sus bolsillos y volvió a colocar de nuevo la tapadera. De nuevo alcanzó el móvil y pulsó la pantalla buscando el número de Chang. Caminó de nuevo por el pasillo para llegar a la salida cuando Matsumoto lo esperaba apuntándole con su arma.
-Mierda –dijo Hugo cuando la bala le dio en el brazo.
Se escondió detrás del sillón biplaza.
-¿Quién eres? –gritó el japonés.
Volvió a disparas, pero esta vez las balas chocaron con el sillón y la pared.
-Te manda Ortega hijo de puta –gritaba Matsumoto.
Se volvió a oír otro disparo, que esta vez rompió el cristal. No volvió a hablar, el cuerpo del japonés yacía en el suelo y Hugo respiró tranquilo, de momento. Se cercioró de que Matsumoto no tenía pulso y salió del piso como alma que lleva al diablo. Se tapó la cara con la capucha de la chaqueta todo lo que pudo y corrió. El móvil sonó.
-¡Joder tío! No respondías el puto teléfono coño –decía Chang.
-Al parecer no tenía cobertura o vete a saber –habló Hugo con la respiración agitada-Me han dado… ahh -soltó un gemido de dolor.
-¿Es grave? –preguntó preocupado- Sal por las escaleras del servicio, los japoneses han escuchado los disparos y están subiendo –gritó de nuevo Chang.
-Vete. –le dijo Hugo bajando las escaleras- Te llamo luego, no hagas nada y vete –colgó.
Al final de las escaleras se encontró a uno de los japoneses, pero esta vez estaba alerta. Saltó los últimos cinco escalones y le dio una patada en el estómago. El japonés respondió con un puñetazo certero que chocó en el pómulo derecho de Hugo.
-¿Quién eres? –gritó el japonés.
-El que va a matarte ahora mismo –sonrió Hugo.
Un golpe en el pecho, y con los nudillos acertó en la nuez sobresaliente de la garganta. Lo dejó sin respiración. Un fuerte giro en el cuello y dejó de latir su corazón.
-Valla… creí que me durarías mas. –salió del recinto.
**
Ya quedaban pocas chicas, se habían ido yendo como cuentagotas… pero ahora sólo quedaban Azucena, Eloísa, Sofía y Victoria. Por supuesto que los Boy’s se largaron tras ser devorados por las lobas.
-Azu, ¿has llamado a Hugo para invitarle a cenar? –preguntó Eloísa a su cuñada.
-Upps… se me olvidó –rió de vergüenza- No te preocupes que lo llamaré mañana mismo –cruzó las piernas y acomodó la cabeza de lado.
-Hay que ver este hijo mío que no me da ni siquiera su número de móvil… -Habló Eloísa con tristeza.
-Es cierto, Hugo… ha vuelto… -dijo Sofía- Es raro… ¿no? Después de diez años sin noticias de él y de repente salió de la nada. –miró a Victoria.
-Si… -asintió con la cabeza Victoria.
-Está muy guapo, el cambio es tremendo –se rió Sofía bajo los efectos del alcohol.
-Mi hijo siempre fue guapo… a su manera –las carcajadas de Eloísa contagió a las demás.
Si, estaba muy guapo. Pero ella no veía ni rastro de Hugo, no era el mismo de hace años, que va.
-Por cierto, la semana que viene vas a París ¿cierto? –preguntó de nuevo Sofía subiendo las piernas sobre el sillón.
-Si, tenemos que visitar el recinto que han comprado. Quieren construir un hotel… -alcanzó su copa de agua y bebió.
-Pues conozco unas Boutiques increíbles, tienes que ir si o si. –dijo Sofía ansiosa.
-Claro… -cerró los ojos.
**
Se había colado en casa de Karen y Seth. No podía ir en ese estado a su ‘casa’ y menos con Clare vigilando en todo momento. Por suerte en su poder tenía llaves de esa casa, no tuvo que colarse como un vulgar ladrón. El dolor del brazo era intenso, casi insoportable. No era la primera vez que una bala le rasgaba la piel, pero si era la más dolorosa hasta el momento. Las fuerzas le fallaban, todo daba vueltas a su alrededor… se sentó en el suelo y apoyó la espalda contra la pared. Desabrochó la camisa llena de sangre, su sangre, y miró la herida. Sólo era un rasguño, ¿pero por qué dolía tanto? No era normal. La visión se volvía cada vez mas borrosa, y la consciencia se alejaba de él, iba a desmayarse… o a morir.
-¡HUGO! –escuchó la voz de alguien- ¿Qué ha pasado? Dios mío estas herido –era Karen.
-No es nada, sólo es un rasguño –tosió- Aunque puede que la bala estuviera impregnada de algún veneno –volvió a toser.
-Dios santo… ¡SETH! Despierte joder… -gritó Karen- Tranquilo Hugo… te pondrás bien –lo besó en los labios- No te duermas, ¿vale? –acarició la cara pálida de Hugo- Vamos abre los ojos.
La veía borrosa. Sonrió al verla tan preocupada.
-L.. lo sien.. –tosió- mucho… perdóname –volvió a toser.
-Lo sé… -besó de nuevo los labios de Hugo- No te duermas por favor. -¡SETH! –gritó desesperada.
-¿Qué pasa? ¿Por qué tanto alboroto? –preguntó apareciendo por el pasillo, descalzo y sin camiseta- ¡HUGO! –corrió hacia él.
-Le han disparado, seguramente sea veneno… -informó Karen a su compañero- Abre los ojos Hugo –dio unas palmadas en la cara.
Sintió cómo alguien lo cogió en brazos y lo movía de un sitio a otro, lo depositaron en algún lado duro y frío. Eso fue lo último que sintió salvo la voz de Karen alejarse gritando su nombre
-Hugo despierta… -la voz se diluyó y todo quedó oscuro.