Shark - 10

Misión ¿suicida?... ¿Quien es el...?

Parte 10

-Te amo… -suspiró Victoria de nuevo.

Acariciaba la espalda desnuda de Hugo, las uñas de los dedos clavados en su piel, arañando toda la espalda. Se quitó el pantalón oscuro desabrochando los dos botones, los calzoncillos le siguieron rápidamente. Ella seguía besando el cuello de Hugo, sus manos bajaron hasta los glúteos de Hugo y los acarició suavemente apretando sus sexos el uno contra el otro. Una de las veces que acarició los brazos de Hugo se topó con una venda, iba a preguntar por esa tela que adornaba su brazo pero Hugo le quitó la mano y la besó de nuevo. Se dejó besar todo lo que hiciera falta, no hablaría salvo las palabras que él deseaba escuchar.

-Te amo… -volvía a repetir Victoria una y otra vez hasta que Hugo la penetró, toda ensartada dejó de respirar unos segundos, luego llegaron los gemidos.

No era dulce, nada cariñoso sólo la embestía con dureza, firme y salvaje. Le daba igual, al menos lo disfrutaba después de tanto tiempo, Hugo, el amor de su vida la hacía suya de nuevo. Sus bocas se juntaron de nuevo, y volvieron a luchar sin descanso, las lenguas se enredaban y los labios se mordían.

-Sigue mi amor… sigue por favor –decía Victoria con voz entre cortada.

Las penetraciones ahora eran mucho más duras, le molestaban un poco pero ya daba igual, estaba gozando con él. Las manos de Hugo rodeaban los pechos de Victoria y pellizcaban los pezones, se derretía con el tacto de sus manos. La apoteosis final llegó cuando los labios de Hugo hicieron contacto con el pezón del pecho izquierdo, lo mordió levemente, y Victoria explotó en un furioso orgasmo. Hugo la calló besando de nuevo sus labios, el llegó a su orgasmo unos minutos después descargando todo su fruto dentro de ella, caliente… maravilloso. Hugo descansó sobre su cuerpo recuperándose del orgasmo, ella seguía acariciando la espalda de su amado.

-Te amo, Hugo. –habló primero Victoria.

Hugo elevó su cabeza y se encontró con los ojos de ella, se miraron segundos, milésimas.

-Cállate –dijo seco Hugo levantándose de la cama y comenzando a vestirse.

La dejó allí acostada, boca arriba con las piernas abiertas y saliendo de su sexo el líquido blanco de Hugo. Deseaba que le dijera sus mismas palabras pero no fue así, ‘’cállate’’ era lo que salió de los labios de Hugo, ella obedeció cerrando su boca pero sin dejar de mirarlo.

**

Acababa de cometer un enorme error, el más grande de vida. Miles de palabras obscenas llegaron a su cabeza, todas dirigidas a él, era un imbécil, tonto… ¿Cómo había podido caer de nuevo bajo el hechizo de Victoria? Era demasiado sumiso a sus encantos, era como una droga. Maldita, mil veces maldita.

Entró en el baño para adecentarse un poco. Abrió el grifo del agua y con las dos manos mojó su cara, una, dos y tres veces. Aún seguía el sabor a ella en sus labios, hierbabuena, miel seguía oliendo como hace diez años, maldita. Alcanzó la toalla y secó su cara seguidamente las manos y salió en dirección al comedor.

Ella seguía allí, tumbada sobre su cama en posición fetal. Gemía pero ya no de placer ahora parecía llorar, la tentación volvió a él e iba a entrar y preguntarle por que su estado aunque por suerte la voz de Azucena fue como un ancla y quedó parado.

-Hugo, tu prometida te está buscando para iros a casa. –mirando a Hugo en el principio de las escaleras.

-Ya voy –caminó hacia atrás y dándose la vuelta caminó has Azucena.

-Ya he hablado con Smith y ha hablado con la frontera, el cargamento de Ortega entrará sin problemas –dijo en voz baja agarrando a Hugo del brazo- Luego ya veremos lo que hacemos.

Hugo la miró serio, todavía no se creía que su querida tía le hubiera preparado todos estos años para esta misión. Le desilusionaba inmensamente saber todas las mentiras de su tía, pero por otra parte es cierto que el algo intuía, nada sobre su familia pero sí que su tía era un agente de la CIA. Eso lo sabía perfectamente, el mismo día que marchó de España hasta el campamento de formación donde conoció a Seth y Karen, desde ese instante supo la verdad que ocultaban los viajes largos y repetidos de Azucena.

-Bien… otra cosa… -titubeó Hugo- Necesito que para mas tardar pasado mañana entre un cargamento por la costa de Cádiz, yo seré el responsable, yo seré el que salga en las noticias como presunto culpable y yo seré el que hablaré con la policía. –dijo Hugo sin dejar de mirar a Azucena.

-Sabes que no puedo permitir que hagas eso, no pienso joder veinte años por alguna estupidez que quieras hacer, no lo voy a permitir. –dijo cabreada.

-Al menos deja entrar ese cargamento, que llegue a los oídos de Ortega y los demás… por lo menos concédeme eso –reculó de sus palabras.

-Déjame pensarlo y mañana te doy una respuesta –soltó el brazo de Hugo de forma seca y caminó escaleras abajo, Hugo la siguió con paso ligero.

Sabía que se la jugaba con Azucena, ella era la cabecilla de toda esta misión y tenía que tener cuidado. No le convenía que lo sacaran fuera de el plan, el iba a descubrir que se escondía tras toda la pantomima del blanqueo de dinero y el contrabando de estupefacientes. Porque eso lo tenía más que claro, lo de el lavado de dinero, las drogas… eso era un entretenimiento para que la CIA y las demás agencias se entretuvieran, encerraban algo más grande, algo peor que las muertes a sangre fría de las que eran culpables.

-Una cosa más –dijo Azucena al llegar al último escalón- Nos han informado de la muerte de Matsumoto, y se ha encontrado sangre de uno de los agresores. –habló clamada.

-¿Agresores? ¿Es que hay más de uno? –preguntó Hugo haciéndose el ‘loco’.

-Si… lo que mató a Matsumoto fue el disparo de un rifle francotirador, el problema es que la sangre ha desaparecido del laboratorio y no sabemos quién ha podido ser – miró a Hugo inquisitiva esperando alguna respuesta.

-No tengo ni idea… -sonrió irónicamente.

-Bien, muy bien… -comenzó de nuevo a caminar- Ah, se me olvidaba –se dio la vuelta para mirar de nuevo a Hugo- Espero que te hayas recuperado de tu brazo –ahora era ella la que sonrió irónicamente a Hugo.

Hugo solo pudo nada más que sonreír la salida de su tía y seguir sus pasos hasta llegar al comedor.

-¿Dónde te has metido? –preguntó Clare levantándose del sillón- Bueno familia, nos vamos que ya va siendo hora –sonrió y dio dos besos a cada una de las mujeres.

-Estaba en el baño… -mintió Hugo mirando a su prometida.

-Hay que ver hermanito… hasta se te ha roto un botón de la camisa –dijo Leire acercándose a su hermano y tocando el botón que brillaba por su ausencia- Voy a tener que comprarte un par de camisas, eso sí, a mi estilo –rió con fuerza escapando de su hermano que tenía toda la intención de hacerle cosquillas.

-Eloísa dio dos besos a su hijo y se le quedó mirando fijamente a los ojos -  Te he echado mucho de menos –le dijo en un susurro cuando lo tenía abrazado fuertemente- ¿Quieres ir mañana a comer conmigo? –preguntó sonriente- Tu y yo solos que quede claro –se apresuró a dejar sus intenciones claras cuando Leire iba a hablar para apuntarse en el acto, claro que le cambió la cara cuando su madre explicó el plan, solo madre e hijo.

-Aguafiestas –sacó la lengua Leire a su hermano al verlo sonreír chinchándola.

El sonido de los tacones acercarse significaba que Victoria volvía, era el momento justo para largase de allí y poner tierra de por medio, de momento. Tirando de Clare a toda prisa, aunque disimulando sus ganas de marchar, se dirigieron a la puerta de salida dando por terminada la noche… infernal.

**

Con la mano derecha esparcía la crema por su pierna izquierda, está apoyada sobre el borde de la ducha descansaba con el masaje circular. Si por ella fuera sido no se habría duchado en años, el olor a Hugo pegado en su cuerpo la deleitó toda la noche. Por suerte Alejandro no apareció desde que acompañó a su abuelo a casa junto a su padre, gracias a ello se tiró toda la noche pensando en Hugo y ella dejándose penetrar por él, salvaje sin juegos previos.

Tras el desayuno salió junto a Azucena en dirección a la base, tenían mucho trabajo por delante. Esa misma noche se colaría en la empresa de importación de los Gálvez y si todo iba bien encontrarían alguna pista sobre una reunión donde estarían todos los mafiosos involucrados. Conocerían al jefe de la triada China, también harían su aparición la organización de ultraderecha rusa. Según la información de la CIA, esta organización se hacía cada vez más grande, los afiliados a este grupo eran cada vez mayor. Daba igual la edad que tuvieran los simpatizantes, no era necesario ser mayor de edad para ser socio. Para Victoria estos sujetos eran una mala copia de Ku Klux Klan, queman cruces católicas para meter el miedo e incluso usan algunas palabras del dialecto como Kleagle, que significa reclutador. Lo malo es que ahora sí los tienen en cuenta y no antes cuando se dieron a conocer como una banda cualquiera.

-Es simple, entras sin que te vean cubriéndote el rostro y entras en la oficina de Luis. –hablaba Azucena – Esta vez tendrás un compañero para la misión –informó a Victoria señalando hacia la puerta.

-A pasado un tiempo Vic –la voz masculina la sobresaltó.

-¿Jeff? –se levantó sorprendida -¿Cuándo has vuelto? –se abrazó con el hombre de pelo rubio.

-Acabo de bajar del avión, me han dado esta misión aunque no me esperaba que tu estuvieras en ella –pasó la mano por el pelo de Victoria.

Jefferson, su nombre completo es David Jefferson. Amigo desde hace mucho tiempo de Victoria, amigo con el que tuvo más de un encuentro sexual ocasional. Todo acabó el día que se supo enamorada de Hugo, hasta el día de hoy no lo había vuelto a ver quizás la vida quiera jugar con ella. Nunca se enamoró de Jeff, el si estuvo profundamente enamorado de ella, bueno… no se podría decir que era amor al cien por cien. La atracción física era evidente desde el principio, cuando Jeff abrió su corazón a Victoria, esta le dejo claro que lo suyo era puramente sexual sin ataduras de ningún tipo, luego de aquello conoció a Hugo y todo cambió en la forma de pensar de Victoria respecto al amor. No creía en ese precioso sentimiento y calló rendida a los encantos de su amor eterno.

-Esta noche entraréis, en la oficina de Luis hay una caja de fuerte en la pared, detrás del cuadro familiar. –dijo Azucena enseñando una foto del cuadro- No tenemos la contraseña así que os tenéis que buscar la vida, no vais a tener mucho tiempo para descifrarla. –se levantó del asiento- no quiero ningún problema esta noche. –dio por terminada la conversación.

Victoria y Jeff se miraron y se pusieron manos a la obra para lo que se avecinaba esa noche.

**

-Munición –dijo Hugo con el cargador de la pistola en la mano.

-Ahí tienes –lanzó Karen las balas- ¡Seth! –gritó- ¿Tienes preparados los chips de seguimiento? –preguntó colocándose el chaleco antibalas.

-No te preocupes ya todo está listo y bien configurado por Steve. –les dio a cada uno los chips junto con los pinganillos.

-¿Qué narices está haciendo Clare? –preguntó cabreado Hugo.

-Hablando con Smith –dijo entrando por la puerta – El almacén está lleno de soldados colombianos y japoneses –informó a sus compañeros- Dame mi chaleco –señaló hacia Karen.

Tras la comida con su madre, al llegar a ‘casa’ sus compañeros le dieron la magnífica noticia de la misión que tendrían esa misma noche. Hugo tenía pensado encontrarse con Chang esa noche y enterarse de las noticias que le tenía su compañero.

Sería la primera ocasión en el que trabajaría con Clare y Steve en el campo de batalla. Podrían morir todos… aunque eso no era lo que tenía en mente Hugo. Aún sentía el olor a Victoria en sus fosas nasales y se odiaba por ello.

-¿Estáis preparado? –preguntó Clare mirando a sus compañeros- Podemos morir, hay que tener mucho cuidado y no podemos dejar de hablar bajo ningún concepto. –se colocó el pasamontañas.

-No te preocupes pelirrojita –dijo irónico Hugo- Cada una de mis balas se alojaran en los cuerpos de esos hijos de puta –sonrió guardando su arma en la parte de atrás de su pantalón.

Bajaron del camión infiltrado y se separaron. Hugo entraría por la puerta trasera, sigilosamente se acercaba al punto exacto a la vez que colocó el silenciador en su pistola. Con la espalda pegada en la pared se deslizaba hasta que llegó a una de las esquinas, se asomó con cuidado y quitó el seguro de la pistola dispuesto a disparar.

-Probando… probando… a, e, i, o, u… si… si… -se escuchó por los pinganillos haciendo retroceder a Hugo que estaba a punto de apretar el gatillo.

-Maldito imbécil –susurró Hugo.

-Lo escucho todo Shark… -la risa de Steve se oía por el pinganillo- Wolf, de momento no podré escuchar tu voz toda la limpia que pudiera, parece que se entrecorta bastante –dijo Steve a Karen- Coco el tuyo va perfectamente… igual que el de Red. –nombró a Seth y Clare.

-Intenta cerrar tu boca por un rato sin explotar por ello, ¿vale? –ordenó Clare.

El soldado que tenía a tiro estaba fuera de diana, maldito Steve. Siguió moviéndose sin hacer el mínimo sonido. Unos cuantos pasos más y llegó a una de las puertas, abrió con cuidado y miró dentro del almacén, no había nadie.

-Por aquí está despejado, de momento –dijo esperando que sus compañeros escucharan.

-Igual yo… ya estoy dentro –dijo Clare.

-Dos bajas por mi lado, los muy cabrones brindaban con Sake… es el último que probaron –sonó irónica Karen.

-Nada por mi parte –dijo Seth.

Se adentró en el lugar escondiéndose tras las columnas. Se oían pasos acercarse, aguantó la respiración unos segundos hasta que salieron tres soldados. Por suerte no lo habían visto, se acercó por atrás disparando a bocajarro en la parte de atrás de la cabeza a dos y al otro le dio un duro golpe en el cuello partiéndoselo.

De repente se empezaron a escuchar disparos uno tras otro.

-¿Qué está pasando? –preguntó Hugo con el dedo índice en el pinganillo haciendo fuerza en el mismo.

-He perdido el contacto con Karen y Seth –dijo Steve con voz nerviosa- Están un piso debajo de ti y de Red- informó.

-¿Dónde está Red ahora mismo? –volvió a preguntar Hugo cerciorándose de la munición que le quedaba en el cargador.

-Estoy detrás de ti –dijo Clare.

-Bien… vamos a por ellos, cúbreme –comenzó a andar.

-Lo mismo te digo, Shark –siguió a Hugo a una distancia prudencial.

Cruzaron la primera puerta y bajaron las escaleras, en el camino batieron a cuatro soldados colombianos y otros tantos japoneses. Siguieron bajando escaleras hasta llegar al punto donde encontrarían a Karen y Seth. Hugo no lo vio venir cuando un colombiano lanzó una patada hacia la mano en la que sujetaba la pistola y esta caía al suelo. Tras el susto inicial comenzó una lucha cuerpo a cuerpo. Hugo bloqueó los dos primeros golpes de derecha e izquierda de su contrincante, el tercer golpe directo hacia el pecho lo bloqueó con el antebrazo derecho desplazando el puño de su oponente hacia fuera, siguió con el puño cerrado de la mano izquierda golpeando el costado derecho del colombiano, otro puño en la cara con el brazo derecho y terminó con un rodillazo en el estómago. Al dejarlo sin respiración fue mas fácil doblar la muñeca del colombiano y lo lanzó al suelo. No le dio tiempo para que se levantara y le reventó la cabeza contra el suelo.

-Vamos… -dijo Hugo respirando costosamente.

Entraron en la única puerta y se encontraron con sus compañeros.

-¿Estáis bien? –preguntó Hugo con la mano en el hombro de Seth.

-Si, no te preocupes… -guardó su arma en la cintura.

-Somos difíciles de matar –se carcajeó Karen viendo la preocupación de Hugo y Clare.

-¿A este tipo lo habéis matado vosotros? –preguntó Clare observando el cuerpo sin vida de un varón de edad por determinar.

-No, ya se encontraba en ese estado cuando llegamos –dijo Seth.

-¡Joder! –gritó Clare.

-¿Qué narices pasa ahora? –se acercó Hugo rápidamente hasta la posición de Clare.

-Mira, esto no es sangre… -apuntó la linterna hacia la boca del cadáver.

-Es de color negro… -susurró Hugo atónito- ¿Pero qué narices es esto? –preguntó sin dirigirse a nadie.

El cuerpo del hombre tenía varios cortes en la cara, sus ojos y boca desprendían un líquido negro y viscoso. La piel roja y los dedos de la mano doblados, seguramente por hacer fuerza en su último aliento de vida.

-Esto no es normal… que se lleven el cuerpo y que lo examinen de arriba abajo –dijo Clare a Steve que aún escuchaba desde su ordenador.

-Ahora mismo lo hago… -dijo Steve.

-Mirad aquí… -llamó Seth a sus compañeros en una de las esquinas de la habitación- Es una jeringa, seguramente le inyectaran algún tipo de veneno.

Hugo se acercó a Seth y vio la jeringa de la que hablaba su compañero, aún le quedaba algo de líquido en su interior. Puede que no sacaran nada en un analisis con tan poca cantidad, pero por probar no se perdía nada. Prepararon todo hasta la llegada de los científicos, había sido una noche bastante dura.

**

Salieron de la oficina de Luis Gálvez con las manos vacías, igual que entraron. La misión era un fracaso escrito en mayúsculas y con Azucena tan susceptible últimamente no podía fallar más. Siguieron el camino que habían hecho hace unos momentos y salieron por el garaje, se subieron al coche.

-No te preocupes por Alhambra… -habló Jeff por primera vez tras salir de la oficina de Luis.

-No es eso… es que he perdido la cuenta de los fallos que llevamos desde que empecé la misión- dijo Victoria taciturna.

-Seguro que conseguiremos algo pronto –pisó el acelerador.

Con todo el lío de la misión no tenía ninguna noticia de Hugo. ¿Estaría cabreado? ¿Feliz? No podía estar feliz… todavía se acordaba cuando la mandó callar, dejándola tumbada y desnuda. Suspiró. ¿Por qué tenía aquella venda en el brazo? No tenía pinta de ser un rasguño cualquiera y, la forma en que le apartó la mano de ella era más que sospechosa.

Llegaron a la base y Azucena ya les esperaba sentada con las piernas cruzadas y las manos jugueteando con un anillo en su mano izquierda. Por su cara sabía que la misión había sido una abochornante derrota para ellos.

-No hemos… -empezó a decir Victoria sentándose en frente de Azucena.

-Lo sé, lo que habéis hecho ha sido sólo una distracción. –dijo seria Azucena.

-¿Distracción? –preguntó Jeff.

-La verdadera misión ya lo han hecho otros agentes, siendo todo un éxito además –sonrió.

-¡Has jugado con nosotros! -espetó enfurecida Victoria.

-Bájame el tono de voz niña, yo soy tu superior así que me debes un respeto –se levantó de la silla- No quiero que metas tus narices en lo que no te llaman, por eso te mandé a esta farsa –se sentó nuevamente- Tengo buenas noticias, hemos encontrado un antídoto del que de momento ni nuestros científicos tenían idea de que existiera –informó a Victoria y Jeff.

-¿No se sabe su composición? –preguntó atónita Victoria.

-Nada de nada, pero pronto tendremos mas resultados. –volvió a levantarse y se paseó por delante de la gran pantalla de ordenador que tenían en la base, se encendió y en ella apareció una persona a la que era imposible ver su rostro, todo era oscuro.

-Hola, agentes… tal vez no hayáis oído hablar de mí, pero yo sí de vosotros. –la voz de la persona estaba modificada- Mi nombre es Lirio y soy el primer agente que entró en esta misión junto a uno de mis muchos compañeros que me han acompañado durante más de treinta años –era imposible saber de quién se trataba- Estamos un paso más cerca de nuestro fin, luchar por la justicia y terminar con la corrupción en el mundo. –bebió de un vaso- Mañana a las 20:00 matarán a Pedro Gálvez –dijo con autoridad- y vosotros no haréis nada para impedirlo.

La conexión se cortó dejando perplejos a Victoria y a Jeff.