SHAG ME 6 - Solo

Sin embargo la sensación física que más se agradecía y mejores estímulos producía, era la sumisión genital y anal.

La mente mantuvo conectado al cuerpo a sus recuerdos más recientes, y estos eran jirones encendidos o táctiles deseos de hacia solo unos minutos. Y los subrayaban los incandescentes rincones de ese todo humano, caprichosamente estimulados y que ahora se sentían ardientes, húmedos y pegajosamente hambrientos. Sin embargo la sensación física que más se agradecía y mejores estímulos producía, era la sumisión genital y anal. Y esta se garantizaba mediante el uso de un arnés con su pinza de castidad, que mamntenia amordazado en todo momento al viril musculo y dilataba su tiempo de alivio e imponía un control estricto del orgasmo y de la erección, y su constante y obligada frustración. Un tapón de silicona negra con forma de dedo gordo sujeto a ese mismo arnés y que el sumiso llevaba insertado en su culo, serà usado para un continuo estimulo ano-rectal, y dicho artilugio, tenía la excitante capacidad de hincharse y vibrar, acionando mediante un dispositivo de control remoto.

Unos cilindros finos de tacto suave iban dispuestos en el interior de unas fosas nasales, y estos estaban sujetos a la misma mordaza que mantenía esa boca siempre abierta, dilatada y lubricada. Un vapor frio primero y rabiosamente caliente después, licua la mente, y con ese líquido se encendía al cuerpo, poco a poco, muy despacio. Dejando estallar las nebulosas de vapores en liberadores jadeos, suspiros y exhalaciones entre cortadas que hacían estremecer en un mar de escalofríos, a brazos y piernas atados ambos a unas correas, que se contraían al intentar contener los espasmos y temblores tan excitantes, dibujados por la doma de ese cuerpo maduro. Los segundos que precedían, dejaban que el incendio se expandiera y se retrotrajera por una piel erizada con un placer, socialmente poco entendido. Luego los estímulos cesaban y se recuperaban latidos, el aire llenaba por completo unos pulmones que dejaban de respirar acelerados, y los músculos y los nervios, entraban en modo letargo. Sin embargo, esos silencios vacíos de cualquier estimulo provocaban en ese cuerpo, el querer postrarse de rodillas con las piernas separaradas dibujando un perfecto arco, con la espalda sostenida por unos definidos brazos y las duras redondeces de unas nalgas, equilibradamente velludas. Y en esa nueva posición corporal, no cabe el espacio para interrumpir en ningún caso. La comprensión de la orden que le indicará al muñeco, cuanto más o cuanto menos ojete se va a exigír mostrar, solo con cambiar el ángulo y la torsión del cuerpo o la flexión de las piernas.

Ese rosado rincón mostrándose tan lascivamente descarado argumenta mucho más su jugoso descaro, destilando su deseo en forma de finos hilos perlados, de descenso lento y pendular, que acababan pegados en los bonitos muslos que sostienen a ese cuerpo sometido, excitado y moldeado. Pegajosas y placenteras lagrimas conectadas a una vibración interior, originada quizás muy cerca o por encima de una próstata, que mantenía al culo de ese cuerpo extasiado, en un placer constantemente inacabado. Sus redondos y duros cachetes querían separarse más pero no podían, y sin embargo los pálpitos del caliente agujero reclamaban más volumen y atención. Sus rosados labios se fueron hinchando cuando el hoyo empezó a latir y a destilar el placer de su interior. Facilitando así que el entonces ya obediente objeto, se follara a si mismo con el artilugio vibrador, que hacía varias horas, le habían dejado metido en el culo.Pero ese mínimo y superfluo placer conseguido lejos de aliviarlo, aumenta más el deseo de ese hambriento agujero por aliviar la dureza de una polla, y lo conectaba de nuevo a un tiempo real. Sintiendose de nuevo sobre una agradable superficie acolchada y donde la aguda presión entre sus piernas, resetea su encendida mente, y lo baña de consciencia. Entonces se siente agradecido y terriblemente excitado.

Su acuosa mirada agradecida conocida por su joven machito; confirmaba que el sumiso realmente se encoraba en un estado de gracia, porque lo que había recibido de ese semental universitario no solo era un rico alimento, era uno de los premios con los que su nuevo y fijo compañero de juegos, solía premiarle cuando el muchacho gozaba inmensamente con los agujeros de su nuevo muñeco. Y últimamente este hecho, ocurría gratamente y cada vez más a menudo. Así que esta excitante agonía a la que era sometida su mente y su cuerpo; era morbosamente alimentada por el necesitado sabor de la espesa y dulzona leche del niño, con pollón de hombre; que hacia las delicias del maduro y permanentemente sumiso y excitado juguete.