Sexy, contenta y confiada (5)

(con fotos)Cuando saqué a bailar al hermanito de mi novio, sentí un bulto duro que yo acomodé contra mi entrepierna. Fué entonces que decidí que debía estrechar lazos con mi futura familia. Así que cuando Mi novio Miguel se fué para la facultad, yo me fuí a su casa, sabiendo que Carlitos estaba solo...

Sexy, contenta y confiada (5)

Por Bajos Instintos 4

Bajosinstintos4@yahoo.com.ar

En la fiesta de fin de año lo saqué a bailar a Carlitos, el hermanito de mi novio Miguel, que tiene doce años y es un poco tímido. Yo quería animarlo, pero tengo que reconocer que también soy un poco perversa, así que le froté la polla con el muslo hasta que se le puso dura. Y después seguí frotándosela, mientras la respiración del chico se iba agitando. Y cuando sentí que estaba a punto no pude resistir la tentación de hundirle la cabeza entre mis pechos, al tiempo que presionando su cintura contra mi cuerpo pude sentir los estremecimientos de su polla contra mi intimidad mientras acababa. El primer paso hacia una amistad había sido dado. Y era importante, pues quiero compenetrarme con la familia de mi novio. Así que el otro día, sabiendo que mi novio estaba en la facultad y el chico estaba solito, me caí por la casa. Y le pedí a Carlitos que me mostrara su cuarto.

La habitación era chica, de modo que nos sentamos en la cama. Yo aproveché para pegar mi muslo al suyo, para acentuar la confianza. Y bueno, ya sabes para que más... Por eso también dejé que mi corta faldita dejara al aire la mayor parte de mis hermosos muslos.

Le dije que el otro día, mientras bailábamos había sentido algo que me dio gusto. Carlitos me miró dubitativo. "Sentí una cosa muy dura contra mi muslo", agregué, observando como su cara se ponía colorada. "¿Era tu pito?" El chico se puso aún más colorado y asintió, muerto de vergüenza. "No sientas vergüenza, Carlitos, el pito duro es una parte muy importante de los muchachos... a menos que me estés engañando y no fuera tu pito..." dije con malicia. "¡Sí que era mi pito!" saltó el chico.

"Hmm... no sé... no sé..." poniendo en duda su palabra.

"¿Querés que te lo muestre?", dijo el chico, dispuesto a todo por defender su honor.

"Sí, mejor, tendría que verlo, para estar segura de que no me mentis... A ver, sacalo..."

Carlitos se bajó el pantaloncito, dejando a la vista su hermoso pito, camino a la erección. El cachondeo de la charla estaba haciendo sus efectos.

"Oh, ¡que lindo pito, Carlitos! Pero no está duro..."

"Bueno, es que me da vergüenza..." Tomé su pito con dos dedos, apretando suavemente. "A lo mejor, si te ayudo un poquito..." y le acaricié el pito con los dedos. Inmediatamente conseguí su erección. "¡Guáu, que linda erección, Carlitos!" Y se la seguí tocando mientras continuaba hablando. Era un pito de más de diez centímetros y me daba mucho gusto acariciárselo. Tan calentito, suave y duro.

"¡Uy, si mi hermano nos ve, me mata!"

"No te preocupes, Carlitos, yo no le voy a decir nada..." y cerré mi mano sobre el duro pito, cada vez más duro. "Lo que pasa es que Miguel es muy celoso,,," agregué mientras subía y bajaba mi cálida mano, pajeando su virilidad. Al nene se le desenfocaron los ojos. "¿A vos te parece bien que tu hermano sea tan celoso?" y comencé a pajearlo más rápido. "N-no, no..." alcanzó a jadear el chico con la respiración cada vez más agitada. "A mi tampoco me parece bien", dije apretándole cada vez más su duro y hermoso nabo, en una paja más y más intensa.

Y el chico se corrió, soltando su blanca leche, que recogí en el cuenco de mi otra mano.

"¡Ay, Carlitos, qué hermosa lechita!" dije, lamiéndola de mi palma. Al ver esto el chico abrió los ojos como dos platos. "¡Te lamiste mi leche...!" "Es que es una leche muy rica, precioso..." dije terminando de lamerla toda, limpiando mi palma. "¿No te gustaría regalarme una poquita más, amoroso...?" Enseguida vi que sí, que le gustaría, porque su pito volvió a enderezarse. "Para que no se pierda nada, la voy a recibir en mi boca" dije, comenzando a chupárselo. "¡Me estás chupando la pija...!!"

El niño no podía creer la suerte que tenía. Y tanto lo calentó la situación, que en menos de tres minutos, su pija me entregó otra ración de leche, que lamí y succione hasta que se acabó. "¡Muchas gracias, hermanito, estaba muy rica!"

El chico se quedó mirándome con ojos embobados. "Si querés más, podés seguir..."

"No, mi amor, no debo ser tan egoísta, ahora te toca a vos alimentarte un poco de mí." Y bajándome la bombachita puse me hermosa conchita ante sus ojos. "¿No querés lamérmela un poquito? Enseguida empieza a soltar jugos y te los podes lamer todos..."

El nene hundió su cara entre mis muslos y comenzó a besarme la conchita. Yo lancé un gran suspiro y avancé la pelvis, para que su lengua pudiera llegar mejor. Estaba muy caliente, por el erotismo de la situación, así que el chico pudo comenzar a saborear mis flujos casi inmediatamente. Yo dejé escapar un gran suspiro y me entregué a las sensaciones que me producía su lengüita lamiendo mis mieles. "¡Tragá, precioso, podés tragártelos todos!"

Después de un ratito coloqué su boquita sobre mi clítoris. "Chupá ahí, mi cielo, y también dame muchos besitos,,," Carlitos entendió perfectamente, y se aplicó con tanto empeño a satisfacer mi pedido, que a los cinco minutos me tenía gimiendo, jadeando y acabando.

"Estaba muy rico" dijo Carlitos con su polla nuevamente tirante. La tentación me pudo, y acomodé su cuerpo para que su enhiesta polla apuntara a la entrada de mi sabrosa concha de chica de diecinueve años. El chico me miró con ojos de adoración, y guiado por mi mano penetró mi ardiente intimidad. "¡Qué caliente que está!" se admiró con voz ronca. "No hables y movete, mi vida..." dije, tomándolo de la cintura para que terminara de enterrarse en mí. Y ahí el chiquillo comenzó a moverse con ganas. Entonces lo atraje para sumergir su cara entre mis pechitos, pechotes, bah. Y para facilitarle las cosas los saqué afuera. El chico puso su boca hambrienta sobre uno de mis pezones y comenzó a chuparlo. "¡Así, Carlitos, asíiii . " exclamé, apretando con pasión su cabeza contra mi hermosa teta. Y a las primeras lamidas me corrí, en medio de apasionados jadeos. El chico sintió los latidos de mi conchita, estrujando su enhiesto pito, y también se corrió, con todo su cuerpo temblando.

"Muchas gracias, Carlitos, me has hecho sentir muy rico..." y estrechándole contra mí le di un gran beso de lengua. El chico lo recibió con total entrega.

Y su polla, nuevamente al palo, indicaba su disposición a seguir. Pero me negué: "No Carlitos, por hoy es bastante. Además si siguiéramos yo le estaría siendo infiel a Miguel. Pero otro día voy a dejar que sigas jugando conmigo..."

"Pero podés hacerte todas las pajitas que quieras, recordando lo que pasó recién" le dije, apretándole cariñosamente la polla. Y dándole un lindo beso en la boca, me fui.

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