Sexting ii (25-26)

Segunda parte de "Un poco de Sexting"

25

Sonia no hacía más que darle vueltas a la cabeza. Hacía ya varios días de su encontronazo con la tipa aquella y algo no acababa de cuadrarle. Una vaga sensación de que la conocía de antes. Pero no era posible, se acordaría seguro, ella tenía buena memoria. Jamás olvidaba la cara de un cliente, de un proveedor, de un compañero…en fin lo había dejado estar, pero el run run continuaba, como sonido de fondo cada vez que pensaba en Jorge. Igual que el eco amortiguado de la autovía que pasaba cerca de su casa, el goteo de la cisterna rota o el ladrido del perro del vecino. Te acostumbras, parece que dejas de oírlos, pero están ahí.

Y ahora precisamente estaba pensando en él. En qué hacer para que no pareciera que entregaba las llaves de su relación. Sonia era de las peleonas, bastante problemas había tenido de pequeña y adolescente para ahora volver a dejarse pisotear por una recién llegada.

De repente, un presentimiento cruzó por su mente ¿una recién llegada? No, no era una advenediza que acabara de conocer a Jorge. Eso lo intuía. Y creía que sabía dónde buscar. Espoleada por la idea, abrió el portátil y examinó en sus carpetas privadas. Allí tenía una buena cantidad de fotos de su novio y ella juntos. A Jorge le gustaba mucho la fotografía y solía hacer montajes de los dos, añadiendo música y efectos de todo tipo. En concreto, tenía un video con imágenes que transcurrían de su niñez a la edad actual, que se iban combinando hasta llegar a una última pose, juntos y besándose, como si sus caminos hubieran discurrido paralelos hasta su encuentro y el final de todo, hubiera sido su confirmación como pareja. No pudo evitar un triste sentimiento de pena al saber que ese final se empezaba a alejar del que había supuesto.

Pero en una de esas fotos…en concreto en una del instituto…allí estaba. Era ella. A tres personas de distancia de Jorge y semioculta en el grupo, sin llamar la atención pero con la cara bien visible. Apenas habrían pasado tres o cuatro años pero parecía una persona muy distinta y a la vez inconfundible. Distinta, porque la expresión que vio el otro día no era la de la chica apocada y tímida de la foto. De esas que saben que están fuera de lugar, sin complicidad ni empatía con el resto. De las que sobran en la foto del grupo y además son conscientes de ello. La otra tarde, Sonia se había enfrentado a alguien muy distinto, a una mujer dispuesta a defender con uñas y dientes su territorio, que era tanto como decir su nuevo novio… ¿era Jorge su novio? Da igual, ella estaba claro que pensaba que sí y le devolvió golpe por golpe, estocada a estocada, hasta obligarla a retirarse…de momento. Pero a la vez era inconfundible, porque su cara y su aspecto apenas habían cambiado. Mas aniñada entonces, menos arreglada, pero exactamente los mismos rasgos que había vuelto a ver cuando entró a la confitería.

Recordó que Jorge le había enseñado aquella foto, mientras comentaba anécdotas y datos de algunos de los chicos y chicas. Al llegar a Magdalena, se había detenido y le dijo algo así como “con esta estuve saliendo unos días”, lo que provocó que Sonia mostrara más atención. De eso la conocía. No la había visto nunca en persona pero sí en imagen. Y no era lo único que le había despertado curiosidad. El tema degeneró en una serie de confesiones mutuas acerca de sus primeros novios/as. Jorge le dijo que había estado con tres chicas. De dos de ellas hablo sin demasiado énfasis, sin afectación y pareciendo que no había demasiado que recordar. Aves de paso, paradas en el camino, relaciones como fondas de comida y cama, baratas e inevitables, de las que luego uno desecha el recuerdo para dejar espacio a sentimientos y experiencias más importantes. Estaba claro que no habían significado nada para él. Pero esta…la forma en la que detuvo su dedo sobre la cara, el cambio de tono y sobre todo, el respeto con que habló de ella, la pusieron enseguida en alerta. Pocas palabras pero sentidas.

La chica con la que se podría haber estrenado y con la que sin embargo cortó.

- ¿Por qué? preguntó ella.

- No estaba bien, respondió él… yo no la quería y no me pareció honrado hacerlo…

¿Qué es lo que no estaba bien? Nunca le quedó demasiado claro, pasaron por ello de puntillas, como si a Jorge le incomodara el episodio. Pensó que tal vez fuera porque se reprochaba la oportunidad perdida, los nervios del debutante. Pudo haberla tenido pero disfrazó de honestidad su falta de decisión. O quizá fue lo contrario: haber llegado demasiado lejos con ella. Hacerle creer sentimientos que no tenía para poder divertirse. Y al final una parada en seco sobre la misma línea de meta, consciente de que era la última barrera que no debía franquear. O simplemente, algo tan sencillo como lo que había dicho. A veces nos empeñamos en retorcer las palabras o en buscar trasfondos enrevesados a lo que es muy fácil. No estaba bien, no me pareció honrado . Conociendo a Jorge era muy probable. Se lo pasó bien hasta que comprobó que la relación se le iba de las manos. Por ella. Claro, ahí debía estar la clave. Esta joven se lo tomó demasiado en serio y Jorge se asustó. Eso sí que encajaba.

Y ahora estaban juntos de nuevo…

Sí, eso era…la muy cochina había visto una segunda oportunidad. Quizás seguía enamorada, o simplemente era para sacarse la espinita. No, joder, era la primera opción. Eso explicaba la furia de su mirada y su aspecto retador. No solo estaba defendiendo su territorio, era algo más. Recordó sus palabras:

-  ¿Y las que son infieles sí? seguro que está encantado contigo…

Allí había un matiz extraño, más allá del deseo de dejarla mal, de defenderse ella misma. Estaba cabreada por él. Porque el chico había sufrido.

- ¡Joder, sí, eso es! Exclamó. Se preocupaba por Jorge, luego es que sentía algo por él. Tenía lógica, por fin le ponía orden a todo esto. Ella estaba enamorada. Y muy probablemente, esto venía de lejos. Y ahora, ella, como una gilipollas se lo había puesto en bandeja. La muy pendeja. Allí esperando su oportunidad, que Sonia cometiera un error o que él se hartara. Y Sonia confiada porque sabía que Jorge no es de los que se hartan, pero descuidando la parte de no cagarla y aprendiendo las lecciones como mejor se aprenden en la vida: dándote una ostia contra ella.

¿Quién se va a enterar? Lo que pasa en Cuenca se queda en Cuenca…pues ya ves bonita, que fácil es joderte la existencia. El destino se ríe de una chica contenta. Cuando crees que todo te va genial, patada en el coño. Y en este caso además, te la has dado tu misma.

En fin, lamentarse no sirve, la pregunta es: ¿Qué vas a hacer ahora, Sonia?

Mira el lado positivo. Pero ¿esta mierda tiene algún lado positivo? Que sí mujer, esfuérzate un poquito...vale, primero, ya no tengo nada que perder, peor no pueden estar las cosas:

Me han pillado en una infidelidad, he quedado como el culo, mi novio me ha dejado, tengo a un imbécil rondándome en el trabajo, hay una puta que quiere aprovecharse y sustituirme, evitando cualquier posible reconciliación…bien, suficiente, no sigas que te vas a deprimir. Hemos dicho que ya solo podemos mejorar. Lo único que puede pasar es que si lo intentas, recuperes a Jorge, o al menos, le jodas los planes a esa camarera, pensó con una extraña satisfacción.

Otra cosa positiva: ya sabes a que te enfrentas. Has averiguado que existe y sabes de qué va esta tía. Así que elabora un plan y ponlo en marcha, ya no estas a ciegas. Pasa a la ofensiva. Lo bueno de estar acorralado, es que nada puedes perder.

Bien, se acabó entonces el pedir perdón e ir de arrepentida. Eso no había funcionado. A Jorge le gustaban decididas, con personalidad y juguetonas. Ella sabía bien de sus preferencias y deseos morbosos. Pues al ataque.

26

Sonia vio la cara de Jorge en la pantalla del móvil, movida y emborronada por la vibración. Vaya, pues mira que bien, así se ahorraba buscar una excusa para llamarlo.

- ¿Hola? contestó con tono neutro, sin saber muy bien que esperar.

- Oye ¿De qué vas tú? escuchó su voz furiosa al otro lado ¿Cómo se te ocurre ir a molestar a Magda a su puesto de trabajo?

La cosa empezaba fuerte, pero Sonia ya había pasado la fase de los lamentos y de darse pena a sí misma. Tenía que manejar la situación y llevarla a su terreno. Para el golpe, controla y contraataca, que tú eres una chica guerrera, precisamente por eso le gustabas a Jorge.

- Solo quería conocerla. Al fin y al cabo es la que me está intentando quitar el novio…

- Yo no soy ya tu novio.

- Si, posiblemente ella esté ayudando a eso…

- Lo que yo haga a ti no te importa ¿Qué sabes tú de ella para acusarla de nada?

- Sé que te quiere, que posiblemente ya te amaba de antes y también que esto le ha venido de perlas. El error ha sido mío, y ya te he pedido perdón. Sabes que es la cosa de la que más me arrepiento en toda mi vida, pero estoy seguro que ella te aconseja en contra mía.

Jorge permaneció en silencio unos segundos, apenas un par de ellos o tres, pero suficientes para que las sospechas de Sonia se confirmaran.

- Lo que hablemos no es de tu incumbencia, ya no.

- Sí lo es si me afecta a mí. Está boicoteando nuestras posibilidades de solucionar lo nuestro. Ni siquiera lo hemos intentado, Jorge. No me has escuchado, no me has creído en ningún momento, no me das ninguna opción para hacerme perdonar. Estás enfadado y lo entiendo, pero solo la escuchas a ella ¿verdad? Y lo que vierte en tus oídos no son precisamente palabras amables hacia mí.

- Mantente alejada de Magdalena. No tiene nada que ver con lo que nos ha pasado. No la mezcles en todo esto.

- Pero ella sí que puede opinar y entrometerse ¿no?

Jorge expulso el aire con fuerza al otro lado de la línea. Esto estaba tomando un cariz que no le gustaba. Era hora de cortar la comunicación, estaba claro que no se iban a poner de acuerdo.

- Mira Sonia, vamos a dejarlo ya. Lo único que te pido es que no molestes a la chica…

- ¿Y tú? ¿Qué hay de lo que tú le estás haciendo?

- ¿Qué quieres decir?

- Jorge, piensa por qué la dejaste ¿Lo recuerdas?

Hubo un silencio significativo al otro lado. Vas por buen camino Sonia, insiste…

- No querías hacerle daño ¿Cierto? La chica te cae bien, es posible que incluso te guste, pero no estás enamorado de ella. No como lo estabas de mí… Sonia notó un estremecimiento al oírse decir esas palabras. Tragó saliva y continuó. ¿Vas a hacerle ahora el daño que no le hiciste entonces? ¿La vas a dejar que se haga ilusiones? Tú no eres así, te conozco bien. Tienes un corazón que no te cabe en el pecho y por eso…por eso creo que podrías perdonarme. Jorge, lo nuestro es real, nos queremos, no es una ilusión. Jamás volveré a fallarte, dame solo una oportunidad de demostrártelo.

- No, no puede ser… dijo él con la voz apagada y casi inaudible, antes de colgar.