Sexting ii (20-21)
Segunda parte de "Un poco de Sexting"
20
Jorge entró a la cafetería, con una parroquia muy reducida como siempre a esas horas. Algún abuelo madrugador y también gente que como él se dirigía al trabajo.
Fue directo hacia donde estaba Magda, que en ese momento acababa de poner el pan recién salido del horno en el estante correspondiente. No lo vio llegar hasta que se dio la vuelta y se lo encontró al otro lado del mostrador, con cara de preocupación y culpabilidad.
- Lo siento , fue lo único que pudo decir, permaneciendo después a la espera a ver cómo reaccionaba ella.
- Ya... ¿Qué pasó? ¿Te olvidaste?
- Si, no voy a negártelo, ayer tuve una tarde muy complicada... Perdí la noción del tiempo. Fui a casa de mis padres y cuando me di cuenta que tenía el móvil apagado… vi tus mensajes pero ya era demasiado tarde para llamarte. Supuse que estarías acostada. Pensé en escribirte algo o llamar aunque que te despertara, pero ya que tenía que disculparme decidí que lo mejor era venir y dar la cara. Lo siento mucho Magda. No era en absoluto mi intención plantarte, solo es que... bueno, ayer después de mucho tiempo por fin me sentí libre y apagué el móvil para evitar que Sonia me llamara. Estaba agotado de todo esto…
- ¿Va todo bien? pregunto Lucía mientras se plantaba a su lado, cruzada de brazos y le dedicaba una mirada asesina a Jorge.
- Todo bien, Lucia ¿vas a querer café?
- ¿Eh? si gracias…
- ¿Le podrías poner un café con leche a Jorge?
- Claro , dijo ella mientras arrugaba la nariz y le lanzaba otra mirada de aviso al muchacho. Como los pistoleros en el salón del viejo oeste, retirándose a su rincón pero con la mano en el revólver y sin perderle la vista, como advirtiéndole de que estaba en su territorio y que tuviera cuidado con meter la pata con su compañera. Te estaré observando forastero…
- ¿Qué tal te fue? Preguntó ahora con tono más conciliador ¿tomaste al fin tu decisión?
Magda procuró que no se le notara demasiado el interés, pero por su forma de aguantar la respiración y la palidez que se iba apoderando de sus mejillas, era evidente que necesitaba una respuesta.
- Si, ahora lo veo muy claro. Tú tenías razón. No puedo volver a confiar en alguien así.
- Entonces…
- Hemos cortado. Ya no es mi novia.
Ella tuvo que contenerse para no reír o llorar, que en cualquiera de las dos cosas podía desembocar la tensión que le oprimía el pecho y ahora pugnaba por salir. El rubor sustituyó a la palidez en su cara y temió perder la compostura.
- Oye, déjame compensarte: te invito a cenar esta noche.
- No tienes que compensar nada…
- Sí que tengo, además, no es solo por desagraviarte, es que …Se detuvo un momento como si midiera muy bien las palabras que iba a decir…. es que me apetece mucho poder contártelo todo y estar un rato contigo. Seguimos siendo amigos ¿no?
A Magdalena no le pasó desapercibido el tono de súplica. Se sintió bien, muy bien, después de lo de ayer había temido que Jorge quedara fuera de su alcance. No podía haber imaginado mejor inicio del día. Miró a Lucia que la interrogaba con la mirada. Hizo un gesto como si fuera a escupir en la taza de café que acababa de preparar y ella la detuvo con un gesto de la mano, a la vez que dejaba escapar un acceso de risa.
Jorge la miraba un poco desconcertado. Estaba de espaldas a su compañera y no había visto nada.
- Mira Jorge, te voy a dar una segunda oportunidad, comento ella con tono falsete de severidad, pero si me vuelves a dejar plantada…
- Jamás, te juro que…
- Suficiente. Siéntate que ya está tu café…
- ¿Me lo servirás tú? Preguntó mientras miraba precavido a Lucia…
Magda volvió a soltar una risa breve:
- Claro, ahora voy…
- Creo que le caigo mal …dijo mientras la señalaba con la cabeza.
- Casi toda la humanidad le cae mal, pero no te atacará mientras yo no se lo ordene, no te preocupes…
21
Sustituyeron la cena por una hamburguesa y una Coca-Cola rápidas, antes de retirarse al que ya se había convertido su rincón particular en el pub chillout del bulevar. Ambos tenían prisa por levantar el invisible muro que los protegía del resto del mundo para poder iniciar el relato de sus intimidades. Cada vez se sentían mejor juntos y a solas. El plantón del día anterior ya había pasado al olvido y deseaban retomar su rutina de confidencias.
Jorge evitó contar la escena con su novia y el amante en la puerta de la tienda. Bastante idiota se sentía ya. Magda le había advertido que algo así podría volver a ocurrir y por algún motivo que todavía no se atrevía a analizar, le importaba demasiado no parecer estúpido a sus ojos.
- ¿Cómo fue? ¿Ella lo aceptó de buen grado?
- No, no le sentó nada bien. La esperé a la entrada del trabajo y le dije que lo dejábamos. Hubo algunas voces y un poco de histeria, pero me mantuve en mi sitio. Ya no puede engañarme. Lo siento mucho, fue emocionante, al fin y al cabo nos queríamos, pero es mejor así.
- Entiendo, asintió Magda. ¿Puedo preguntarte por qué cambiaste de opinión? No parecías muy decidido a cortar de forma radical la última vez que hablamos.
- Reflexioné mucho sobre lo que me dijiste. Eso de que volvería a hacerlo en el futuro, que la confianza se había roto, quizá para siempre…y tenías razón. Además, hubo un último detalle que me acabó de empujar…
- ¿Cuál?
- Creo que seguía teniendo contacto con el tío de Cuenca …dejó caer Jorge con cuidado. No era toda la verdad que quería contar, pero se le parecía mucho. Esperó a ver su reacción, que no se hizo esperar…
- Menuda hija de puta… estalló Magda ¿así empleó el tiempo que os disteis para pensar? ¿Follándose al otro?
- De eso no estoy seguro, de que se vieron, sí.
- Pffffuf… gruño ella molesta y dando a entender lo que opinaba del asunto ¿Sabes que te digo? No me gusta meterme en otras relaciones, pero creo que has hecho lo mejor.
- Ya está, cuanto más vueltas le dé peor, así que hablemos de otra cosa, como me sugirió en cierta ocasión una buena amiga…
Ella sonrió divertida. Aquella complicidad le sonaba a música celestial.
- Vale, cambiemos de tema ¿de qué quieres que hablemos?
- Juguemos a preguntas y respuestas. Tú empiezas.
- Bien…pero voy a ser un poco mala ¿vale?
- Ok, averigüemos si te va ese papel…
- Me gustaría saber de ti y de cómo te ha ido desde que dejamos de…bueno, desde el instituto hasta que conociste a Sonia ¿Cuántas novias has tenido?
- Dos. Bueno en realidad no sé si llamarlas novias, digamos que salí con dos chicas.
- Voy a ser un poco más indiscreta ¿con cuál perdiste la virginidad?
Jorge rio levemente su vergüenza y Magda hizo un gesto indicando que se había pasado.
- Está bien, no contestes…
- De eso nada, voy a decírtelo porque luego me toca preguntar a mí, así que vete preparando. La primera vez fue con Sonia.
- Vaya, lo siento, la idea era no volver a ella…
- No te preocupes, no pasa nada. Estuve con otras dos chicas pero una no quiso pasar a mayores y la otra…digamos que era yo el que tenía mis dudas.
- ¿No te gustaba?
- Físicamente sí, pero es que…a ver como lo digo finamente…no éramos almas gemelas.
- Para hacer eso tampoco tiene que ser el amor de tu vida, solo tener ganas de pasarlo bien ¿no?
Jorge le lanzó una mirada pícara y su gesto se suavizó antes de contestar:
- Era tonta, Magda, tonta del culo…y yo idiota por no darme cuenta antes.
- ¿Tonta? Magda se llevó la mano a la boca sin poder contener la risa. Pero como…
- Insoportable, cansina, una vampira psicológica…
Ella ya no pudo reprimirse y estallo en una carcajada.
- Pero Jorge, a pesar de todo…
- ¿Por qué no follé con ella? Si, la verdad es que estaba muy buena pero, es que mira, mejor te lo cuento entero: Era la hermana de un amigo. El primer día que me la presento y me ofreció salir con su novia y él, no me lo creía. Salimos los cuatro juntos y la verdad, es que tenía que haber sospechado. La chica era muy callada y parecía un poco rarita, pero es que estaba muy bien. Muy mona y con estilo. Era muy extraño que mi colega tuviera que buscarle citas a una muchacha tan apañada, pero claro, yo solo me fijaba en lo que me fijaba. Estuvimos saliendo un par de meses y empezó a soltarse y a abrirse a mí conforme fue cogiendo confianza.
- ¿Y?
- Y cuanto más se abría menos me gustaba lo que descubría. No coincidíamos en nada. Pija, superficial, incapaz de mantener una conversación mínimamente interesante, egoísta, con un genio de mil demonios, mandona y controladora. En fin, una joyita: deseando estaba su hermano de colocársela a alguien y loco estaba yo por quitarme de en medio. Tenía que haberlo hecho por las bravas, aunque Miguel dejara de hablarme, porque no había forma, no pillaba o no quería pillar ninguna indirecta, me llamaba a todas horas y venía a buscarme al instituto. A mí me entraban unos sudores cada vez que la veía…y mis compañeros flipados: ¡joder Jorge vaya bombón! ¿Cómo lo has hecho? Y yo venga a presentarle amigos, a ver si me la quitaba de encima, pero nada, ella tenía clara cuál era su presa.
En fin, que a todo esto, íbamos haciendo manitas y bueno, lo típico, enrollándonos, ya sabes, yo pensaba me merecía disfrutar un poquito.
¿Era buena?
Estaba buena que es diferente, pero luego, a la hora de la verdad era la tía más sosa que te puedas imaginar: no había feeling, era (no sé cómo decirlo), como si fuera una muñeca hinchable de esas que hay ahora nuevas que son perfectas pero qué no tienen alma, ni morbo, ni es posible tener complicidad.
El caso es que ella sabía que de alguna forma tenía que compensarme para tratar de mantenerme a su lado. Ya se había hecho su película y daba por supuesto que nuestra relación iba en firme, por mucho que yo tratara de indicarle lo contrario.
Así que cuánto peor nos llevábamos, más lejos me dejaba llegar. Hasta que un día se presentó la oportunidad. Habíamos quedado y le dije que teníamos que hablar en serio. Creo que se olió que iba a intentar cortar con ella. La verdad es que lo nuestro no iba a ningún sitio y yo ya había tomado la decisión.
Así qué trato de retenerme de la forma más sencilla.
Me lo puedo imaginar.
Pues sí, fue una encerrona en toda regla. La recogía para salir a tomar algo y ella me propuso que cenáramos en su casa y ya salíamos luego, que podíamos pedir una pizza. Casualmente ese día estaba sola. Ni mi colega, ni los padres, se ve que había preparado bien la cita. O había sabido elegir el día o simplemente se las había ingeniado para echarlos de casa.
Esa noche hizo todo un esfuerzo por parecer simpática y agradable y la verdad es que estaba muy sexy. Una minifalda de goma muy corta que cada vez que se sentaba se le subía hasta el mismísimo... Y una camiseta muy ajustada. En fin, que yo me deje llevar...
Jajaja te atacó con toda la artillería. Y ¿qué paso?
Pues que estábamos allí en el sofá, empezamos a meternos mano y no recuerdo muy bien cómo fue la sucesión de hechos, solo sé que paso lo que tenía que pasar, que acabé encima suya. Ella con la falda por la cintura, la camiseta tirada en el suelo y yo... Bueno, eso, intentando penetrarla.
¿Era su primera vez también?
Pues si te lo quieres creer no te puedo decir: es un tema del que nunca quería hablar.
¿No sabías si era virgen o no? No me lo puedo creer.
Pues era rara hasta para eso. Las pocas veces que lo hablamos me decía que ya me enteraría a su hora...
Bueno y llegó la hora ¿no?
Si, llegó la hora, pero no pude.
Vaya ¿un gatillazo?
No qué va, ningún problema con eso. Al revés, estaba frenético. Pero es que no sé qué me paso. De repente, me vi allí encima de ella, entre sus piernas, a punto de estrenarme con una chica que sí, que estaba muy buena, pero que en el fondo me caía como el culo. No sé, fue algo muy extraño. Ya sabes que los tíos, bueno, pues con tal de meterla no nos importa nada, pero yo…
Jorge se interrumpió, como si no supiera cómo explicarlo, pero Magda asintió con la cabeza.
- Tú no eres como los demás, ya lo sé.
- Vamos a ver, que no es que sea un tiquismiquis, pero joder, es que era mi primera vez y pensaba: toda la vida me voy a acordar de esto. Que no es que yo quiera estrenarme enamorado hasta los huesos, pero tampoco se trata de que la primera vez sea con una tía que me cae fatal. Cada vez que me acuerde de mi debut se me va a revolver la tripa.
Así que decidí que no, que no lo iba a hacer con ella. Me daba igual con cualquier otra chica, pero con ella no.
Y ¿cómo se lo tomo?
Pues nada, le dije que estaba regular, que me había sentado mal la pizza…
Y se lo tragó…
Si, o hizo como si lo tragara, que para el caso a mí me daba igual. Le dije que necesitaba salir a tomar el aire y en 0,2 segundos se recompuso y nos fuimos a la calle. Pasó de estar a punto de tener sexo conmigo a prepararse para salir de paseo, como quien cambia de conversación de un tema a otro. En fin, me daba la impresión de que era una chica incapaz de empatizar. La cosa no tenía demasiado arreglo y durante toda la noche estuve pensando cómo cortar con ella, pero tenía claro que de ese día no pasaba. Y ella a su bola, como si esa tarde no hubiera pasado absolutamente nada.
Cuando la dejé de nuevo en casa me armé de valor y se lo dije. Que era mejor que lo dejáramos.
- ¿Cómo reaccionó?
- Pues mal. Primero no se lo creía. “Vete a casa a dormir que estas un poco tontito hoy”…me dijo. Luego, cuando vio que iba en serio, me montó el espectáculo allí mismo en la acera delante de su portal. ¿Qué por qué me tiene que pasar esto a mí? Que si otra vez, que si los tíos somos todos unos mierdas...se ve que ya la habían dejado unas pocas veces…al día siguiente vino a buscarme Miguel, a pedirme explicaciones. Se lo dije muy clarito, le conté lo que habíamos estado a punto de hacer la tarde anterior y que si prefería que me aprovechara de su hermana, que no tenía inconveniente en seguir, pero que lo nuestro no iba a prosperar.
- ¿Lo entendió?
- Si, estuvo un mes sin hablarme, pero luego volvimos a ser amigos. Ella no me volvió a dirigir la palabra nunca más.
- Eso que te ahorraste…
- Desde luego… ¿Sabes? Me alegro de verdad de no haberme acostado con ella. Ahora, el recuerdo que tengo es muy bueno. Con Sonia …Jorge se detuvo un momento, como si la evocación le hubiese traído un ramalazo de melancolía, con Sonia fue todo lo que no hubiera sido con esta chica: excitante, placentero, bonito…tengo que reconocer que le debo un buen estreno.
Magda asintió con semblante serio, aceptándole el mérito a su rival: contra el pasado no podía competir. Tras un embarazoso momento, Jorge reaccionó.
- Bueno, es mi turno. Ahora te toca a ti hacer la lista de los novios que has tenido hasta hoy. Con todos los detalles íntimos, por favor…
Magda se acomodó, como si se preparara para una entrevista en la tele. Jorge la miraba ansioso por entrar en materia, animándola con la mirada ¿Hasta dónde debía contar y hasta qué punto era mejor callarse? Decidiría sobre la marcha, pensó Magda. En principio era bueno desviar la atención sobre sí misma, pero no convenía mostrar aun sus cartas. Paso a paso, que el chico estaba convaleciente y no quería espantarlo. Vamos a satisfacer su curiosidad y convirtámosla en interés…
- Bueno, a ver, fueron…Magda fue contando con los dedos y al llegar a once se detuvo y puso cara de duda… ¿oye, los gemelos cuentan como uno o dos?
Él se quedó con la boca abierta, hubiese podido desfilar un batallón entero de moscas por ella que ni se habrían rozado con sus labios…
- Jajaaajaaaa, que cara has puesto…
Jorge retiró la mirada y bufó divertido, consciente de que se acababan de quedar con él.
- Tres. He estado con tres chicos. Y perdí la virginidad con el primero.
- Ajá, ibais en serio…
- No, nada de eso. Era mi vecino y solo nos llevábamos bien. A veces quedábamos para ver pelis en mi casa o en la suya cuando no estaban los padres. Simplemente un día sucedió. Nos apetecía y lo hicimos. Ya está.
- ¿Ya está…?
- Veras, es que yo no le doy una especial importancia a este tema. Lo de la desfloración y todo eso. Para mí ha sido más un engorro que otra cosa. Me apetecía disfrutar y bueno, pues había que quitar el precinto. El sexo es un regalo y para disfrutarlo hay que romper el envoltorio ¿no?
- Si, te entiendo. Entonces ¿lo pasaste bien?
- Al principio no, estaba un poco molesta. No es que me hiciera daño ni nada, pero ya sabes, la primera vez…luego repetimos otros días y…¡¡¡¡bienvenida al mundo del sexo!!!! Entonces ya pude disfrutarlo.
- Y el vecino aquel…
- Se tuvo que marchar a Barcelona con sus padres.
- ¿Lo añoraste?
- No follaba mal para ser también principiante. Eso sí lo eché de menos. Lo probé y me gustó, así que volver a la autosatisfacción resultó un poco frustrante. Por lo demás, sentimentalmente hablando, no íbamos en serio, solo éramos follamigos, así que no supuso un gran problema para mí.
- Y ¿los otros dos?
- El segundo fue también ave de paso. Apenas unas noches. Un chico ingles que estaba aquí de erasmus. Me llamó la atención porque era muy simpático y muy amable. Me invitó a ir a Inglaterra y todo, pero nada, perdimos el contacto. Supongo que ya ni se acordará de la chica española con la que se acostó.
- Seguro que se acuerda, créeme…los tíos nunca nos olvidamos de estas cosas. Yo al menos no me habría olvidado de haber estado con una chica como tú.
Ella agradeció con un leve asentimiento el cumplido. El caso es que estaba de acuerdo, no creía que ese inglés se olvidara de los polvos que habían echado. Él se lo pasó pipa. Ella…no tanto. Se enrolló con ese chico atraída, como dijo, por su simpatía y esa deferencia amable que mostraba con ella. Parecía sacado de otra época: larguirucho, pálido y delgado como un quijote británico. E igual de idealista y trasnochado, pero precisamente por eso, adorable y amigo. Se dio un festín de carne ibérica, con sus orondas curvas y su predisposición latina al sexo, aunque él, era más bien pasivo y paradete. Con todo, una experiencia que Magda catalogaba como buena, que no todo iba a ser sexo y desfogue salvaje.
- ¿Vamos con el tercero?
- Vale. Ese era un muchacho que nos traía suministros a la panadería cuando no teníamos obrador propio. Lucas se llama. Ya no trabaja con nosotros.
- Y ¿qué tal con él?
- Pues bien, nada serio pero estuvimos casi un año.
- Para no ser nada serio fue mucho tiempo ¿no?
Magda se rio. La verdad es que Lucas cumplía muy bien su función, que no era otra que darle placer sexual y nada más. No buscaba más en ese chico. Pero eso lo hacía muy bien, por ello duraron tantos meses, hasta que el chaval se echó novia formal. Decidió intentar darle algo de celos a Jorge:
- Bueno, no estaba enamorada ni nada, pero es que el tío era… ¿Cómo lo definió mi compañera Lucía? Ah, eso, un buen empotrador.
No pudo menos que sonreír ante la cara de pasmo de Jorge. Estaba claro que había conseguido sorprenderlo. Recordaba perfectamente como el chico se turbaba al verla y como Lucia la provocaba:
- A ese lo traes loco. Te mira y te desnuda.
- No creo que sea para tanto…
- Nena, es como si tuviera la piel de cristal, es tan trasparente que hasta puedo ver las erecciones que le provocas ¿a ti te gusta?
Magda recapacitó y llegó a la conclusión de que la verdad, es que el chico no estaba mal. Muy inseguro, incapaz de decidirse a entrarle, pero a la vez con el deseo pintado en la cara. Fuerte y guapo a su manera, rebosante de testosterona y con un punto algo animal. A eso se refería Lucia con lo de “empotrador”. Era un toro deseando que le abrieran la puerta para embestir contra el objeto de su deseo, que no era otra que ella, y Magda descubrió que eso la ponía cachonda.
- No está mal. Para un desahogo puede servir…pero es algo tímido ¿no?
- Pues claro nena. Esos son los mejores para un revolcón. Todo potencia y fuerza bruta…y lo de tímido, pues que quieres que te diga, eso igual hasta viene bien. Si es un poco paradete mejor, así lo vas domando y enseñando a tu gusto. Si ya llegan toreados y maleados no hay quien los meta por vereda. Pero si el chico viene nuevo de fábrica, tú lo puedes enseñar para que haga lo que te guste y te venga bien. Lo primero que aprenda a hacer una buena comida de coño. Que luego empiezan con que si eso me da asco, que si no sé…pero bien que les gusta a ellos que se la chupes y te lo tragues todo.
- Que bruta eres Lucia…
- Venga mujer, dile algo que lo tienes loco. Mira que si no te lo follas tú yo ando también un poco necesitada y lo mismo ataco…
- ¿Tú necesitada? Me extraña…
Sí, Lucia era un poco bruta pero tenía más razón que una santa. Realmente Lucas cumplió como un campeón. Sexo duro y sin contemplaciones, en un acto animal que más recordaba a la copula salvaje de dos perros en celo que a una pareja convencional. Solo era sexo, pero era muy buen sexo. El chico follaba casi con desesperación, cada polvo era como si fuera el último de su vida. Llegaba a provocarle hasta dolor, un dulce daño que se mezclaba con el placer de sentir como arremetía contra ella como si tratara de derribar un muro, llegando a lo más hondo de sus entrañas, superada y desmadejada, sin nada que pudiera hacer más que entregarse a la cópula y rezar para que el condón no se rompiera, porque sabía que no había manera de pararlo una vez que entraba en ese frenesí loco. El único final era sentir como se corrían ambos, el un estallido brutal él, y en un orgasmo intenso y prolongado ella, que la hacía convulsionar de gusto y que la dejaba rota, incapaz de reaccionar o moverse, pero sensible al más mínimo roce.
Un chico intenso sí, y además, como había pronosticado su compañera, totalmente manejable. Él solo requería permiso para entrar en ella, y lo demás, lo dejaba en sus manos. Magda decidía cuándo, cómo y dónde, y también de que manera. Jamás se negaba a nada que ella le pidiera o tan solo sugiriera. Era la dueña y señora sus momentos juntos, la que marcaba el itinerario y le enseñaba entre otras cosas, que tenía que hacer para darle placer en cada momento. Si le apetecían preliminares, si deseaba pasar directamente a la penetración, si rota por un polvo previo, ella le pedía tan solo sexo oral, etc…
La verdad es que no necesitaba más, su corazón seguía ocupado y lo único que requería (en una expresión más propia de Lucia que suya, aunque igualmente verdadera), era llenar bien su coño de una verga joven y potente.
- ¿Y bien? ¿Me vas a explicar eso de un buen empotrador?, interrumpió Jorge sus recuerdos…
- ¿Hace falta que te lo explique? Pues eso, que una está necesitada ¿o tú no lo echas de menos cuando no lo haces en mucho tiempo?
- Claro, claro concedió… pero me ha sorprendido un poco en ti oírte esa expresión…
- Ya te dije que no es mía, sino de Lucía. Pero la verdad es que era solo eso, un chico que cumplía bien en la cama y poco más. En ese momento yo no estaba aún lista para tener una relación más seria.
Esa respuesta era una invitación a la siguiente pregunta, en la que Jorge no pudo evitar caer.
- ¿Y ahora? ¿Estas lista?
Magda le sostuvo la mirada. Lo pensó brevemente y luego contestó enigmáticamente:
- Si llega el momento creo que lo sabré.