Sexting ii (15-16)
Segunda parte de "Un poco de Sexting"
15
Jorge caminaba deprisa, al final, se le había hecho tarde. Acababa de pasar por el médico para recoger el alta tras una semana de baja. A pesar de que había cogido cita a primera hora, tenía un par de personas delante que se entretuvieron más de lo previsto en la consulta. Mañana se incorporaría de nuevo al trabajo, pero esa tarde la seguía teniendo libre, así que había planeado hablar con Sonia.
Sabía que a las 16:00 volvía de comer y quería hablar con ella antes de que entrara a trabajar. Ahora llegaba muy justo de hora y por eso aceleraba el paso.
Estaba un poco nervioso pero sabía que no debía retrasar el encuentro. Le había pedido una semana y ella había respetado el plazo sin agobiarlo, ni molestarlo con llamadas y ahora le tocaba cumplir.
Si temes hacer algo, lo mejor es hacerlo cuanto antes. Le jodía admitirlo, pero se había dado cuenta que temía aquella reunión con su novia. En el fondo estaba convencido de que esto es lo que trataba de decirle Magda. Que debía afrontar la realidad aunque doliera. Pero ¿cuál era la realidad?
Porque para él la realidad es que no tenía nada del todo claro. No sabía si creer o no a su novia, respecto al tema de si había consumado o no la infidelidad, y tampoco sabía si creerla cuando le prometía que jamás volvería a hacer algo así. Pero teniendo en cuenta su relación hasta hacía apenas unos días y todo lo que habían vivido juntos, ¿no merecía el beneficio de la duda?
El problema es que darle ese beneficio significaba darse un tiempo más a ver si eran capaces de superar todo lo que había pasado, y Jorge, no estaba en condiciones ahora mismo de compartir con ella una relación: estaba demasiado dolido. Eso es lo que quería haberle explicado a Magdalena. Que era mejor estar un mes sin verse y luego, analizar cómo se encontraba cada uno y decidir si se daban una oportunidad. Magda tenía razón, eso sonaba a titubeo, pero ¿por qué tenían que tomar una decisión en caliente?
Seguía pensando que su solución era la mejor para todos. Un plazo, una tregua y luego ver lo que pasaba. Una semana después, seguía tan confundido como el primer día.
Pero ¿sería suficiente? ¿Y si después de un mes seguía igual?
Pues entonces ya decidiría lo que fuera, esta vez sin más plazos, se prometió a sí mismo.
Eran las cuatro y cinco minutos cuando finalmente cruzó la puerta de la empresa, tras la cual, Raquel acababa de sentarse en su puesto de mando como recepcionista y chica para todo. Lo miró con curiosidad un momento, hasta que sus ojos enfocaron a través del contraluz que formaban los rayos del sol de tarde, que se filtraba ahora en ángulo menos vertical a medida que iniciaba su vespertino ocaso. Entonces lo reconoció:
- Hombre Jorge, cuanto tiempo… dijo a la vez que se levantaba para estampar dos recatados besos en sus mejillas.
- Hola Raquel, sí que hace tiempo que no nos vemos… ¿está Sonia?
- Si, bueno, no… soltó una risita boba, sorprendiéndose de su propia contradicción. Se va a retrasar un poco, está aún en el restaurante con Víctor.
- ¿Víctor?
- Si, el chico nuevo.
- Ah, habéis contratado a alguien…
- No, que va, es un traslado, menudo siroco le ha dado, ya sabes…
- No, no sé, cuéntame tú…
- Pues de estos que de repente se lían la manta a la cabeza y se vienen a Madrid…hasta hace una semana tan tranquilo allí en Cuenca y de repente le da un avenate y se viene para aquí a ver si hace las américas…
Jorge palideció al escuchar que venía de Cuenca. Una repentina sospecha activó su atención. Hacía una semana estaba allí…en el mismo sitio donde Sonia le había sido infiel y de repente aparecía en Madrid, en la tienda de su novia que se quedaba a solas para comer con él. Demasiadas coincidencias ¿no? Con voz un poco menos firme de lo que hubiese querido, aunque Raquel no pareció apreciarlo, trató de tirar un poco más del hilo, a ver que pescaba.
- Y ¿le habéis conocido hoy?
- Si, bueno, no…ay, otra vez…jajjaajaaa…
Jorge le dedicó una sonrisa de circunstancias, que bien podía querer decir: Raquel eres boba, no, perdón, muyyyyyy boba . Como cabía esperar, ella se lo tomo como que le había hecho gracia la repetición.
- Yo sí, pero Sonia lo conocía de su viaje a la tienda de allí. Creo que por eso eligió la nuestra, se habían caído bien.
- ¿Cómo de bien?
- Ay Jorge, no seas malpensado, que el chico es muy majo…
- Era una broma mujer. Así que el chico os parece majo ¿Es guapo? Igual te lo puedes echar de novio…
Raquel no pudo evitar que se le subieran los colores a las mejillas y miro hacia la mesa como si tuviera algo muy importante que leer. Luego contestó en tono más bajo:
- No está mal…
Quizá fuera su confusión, la sorpresa o el repentino regreso al primer plano de sus celos, que hasta hace un momento creía controlados, pero lo que su celebro registró, no fue un cumplido de una chica a la que le había caído en gracia el empleado nuevo, sino una advertencia que en realidad le decía: “ten cuidado con éste” y se sonrojaba porque sabía que allí había algo más que relación laboral.
- Bueno, hasta luego Raquel, me ha encantado saludarte, consiguió articular antes de girarse para salir.
- ¿No la esperas? ¿Le digo algo a Sonia?
- No te preocupes que ya la llamo yo…
- Ea, pues, adiós… consiguió decir Raquel a una puerta que se acababa de cerrar tras salir Jorge apresuradamente.
Trató de llenar de aire sus pulmones y soltarlo lentamente, pero su cuerpo, envarado y tenso, se negaba a colaborar. En su cabeza todas las piezas del puzle encajaban sin que tuviera que hacer el menor esfuerzo en colocarlas. Y por más que trataba de ponerlas de forma diferente, éstas volvían siempre a adoptar la misma figura.
Una figura que tomó forma con brusquedad ante sus mismos ojos. Apenas salió a la calle se dio de bruces con Sonia y su acompañante que llegaban en ese momento. Si la película que se había montado con lo que había averiguado de boca de Raquel no era suficiente, la imagen que se le ofreció acabó de colmar el vaso de su recelo haciendo que éste se desbordara, transmutado en forma de un resentimiento que apenas podía ocultar.
Un sonriente chico caminaba junto a Sonia. Y no era una sonrisa de simpatía por el mundo en general, ya había visto esa expresión antes en otros tipos que se fijaban en su chica. La cara de ella cuando le vio tampoco dejó mucho lugar a dudas. Era de sorpresa, pero de sorpresa mala, de la que te llevas cuando te pillan metiendo la mano en la caja registradora o robándole la paga a tu hermano e intentas componer sin conseguirlo, un aspecto de “esto no es lo que parece”… observó cómo trataba de forzar una sonrisa y emitir un saludo pero este se le quedaba atrapado en la garganta, mientras los ojos se le humedecían.
Por otro lado, el maromo también fue dejando que la risita se le fuera descolgando hasta conformar una mueca absurda. Parecía empezar a entender la situación y ponerle nombre a aquel tipo que tenía enfrente. Evidentemente, tampoco era la cara de un simple compañero de trabajo recién presentado. Allí había algo más y los tres eran muy conscientes de ello. Tanto, que el silencio se volvió espeso por momentos, sin que ninguno se atreviera a dar el paso de romperlo.
Finalmente, la voz de Jorge deshizo la frágil tregua:
- Supongo que tú eres Víctor, el dueño de los calzoncillos ¿no?
Sonó seguro de sí mismo y con un tono burlón, como si aquello no le afectara. Jorge se sentía extrañamente tranquilo, a pesar de todo. Parecía sentirse aliviado, como si ahora el camino resultara evidente y solo tuviese que ponerse en marcha para recorrerlo. Eso sería relativamente fácil, una vez superada la fase de tomar decisiones que tanto lo estaba agobiando. Y conforme veía perder los papeles a esos dos, más seguridad podía transmitir. Víctor se quedó con la boca abierta y retiró la mirada a un lado. A Sonia se le escapó la sangre de la cara, quedándose muy pálida. Son la viva imagen de la culpabilidad, pensó.
- Jorge… ella no pudo pasar de ahí. El nudo que se le había formado en la garganta le impedía hablar. Retiró también la cara llevándose una mano a los ojos que empezaban a lagrimear.
- Ya veo que no has perdido el tiempo esta semana…
- No…no ha pasado nada, acabo de llegar hoy, te puedo asegurar que ella no sabía nada, ha sido una sorpresa… intentó terciar con cierta torpeza Víctor.
- Ya, pero ¿sabes qué? dijo Jorge sin dejar de mirar fijamente a su novia… desde hace unos días ya no me gustan las sorpresas.Exactamente desde que tú viajaste a Cuenca…
- En Cuenca no pasó nada que… intentó enunciar Víctor.
- Ahórratelo, no me vaya a mosquear y todavía te parta la cara. No me creo nada de vosotros dos…
Ella seguía sin poder articular palabra. Sonia no podía creerse lo que estaba pasando. Que su chico se presentara allí, en el peor sitio y en el peor momento, la había descolocado. Ninguno de los argumentos que había preparado para hoy, ninguna de sus defensas parecía valida frente a aquel golpe ¿Cómo podía decir nada con el estúpido de Víctor a su lado, delante de un Jorge que parecía haber atado todos los cabos, los ciertos y los falsos?
Solo pudo dar dos pasos y abrazarse a su novio, hundiendo la cara en su pecho y rompiendo a llorar, ya de forma incontenible. Jorge se dejó hacer. Lo veía todo como a cámara lenta y desde fuera de sí mismo. Cómodo espectador de la telenovela en que se había convertido su vida, observando y sintiendo pero pareciendo que la cosa no iba con él. Era una sensación que casi le resultaba placentera, en comparación con lo pasado esos días de atrás y también hacía solo un momento, cuando Raquel le puso sobre la pista. Dejó a Sonia llorar un buen rato, sintiéndola estremecerse y mojar su camisa con las lágrimas. Luego la tomo por los brazos y la separó con suavidad. Ella trató de volver a sus brazos, pero él se mantuvo firme, obligándola a mantener la distancia.
- Se acabó Sonia. Hemos terminado.
- Jorge por favor…no, así no…déjame hablar contigo a solas.
- Ese tiempo ya ha pasado. Me confundes cada vez que hablamos y ahora por fin tengo las cosas claras. Habla con éste, que seguro que te entiende muy bien. Ahora ya no hace falta que os escondáis.
- No te vayas por favor, dame solo un momento.
- Adiós Sonia.
- Jorge…. gritó desesperada…
- Ni se te ocurra seguirme. Déjame en paz , respondió él amenazante. Hasta ahora había mantenido la compostura pero estaba dispuesto a ponerse violento si le cortaban el paso.
Ella se quedó apoyada en la pared, con la cara entre las manos, mientras Jorge se marchaba.
Víctor apoyó una mano en su hombro.
- ¿Estas bien?
- ¡Como voy a estar bien so gilipollas! Le gritó ella. Arrancó a andar y se introdujo rápida en la tienda, pasando frente a una asombrada Raquel que había oído las voces en la calle, pero que por algún motivo no las había asociado a su compañera. Se metió en su despacho y cerró la puerta con un golpe que hizo vibrar los cristales.
16
Magda estaba encerrada en el pequeño aseo que tenían en la confitería, mirándose al espejo y comprobando que el maquillaje había quedado razonablemente dispuesto. Nada exagerado, dadas las circunstancias, solo un poco de colorete, sombra de ojos, pegote de rímel y la única concesión al descaro: barra de labios roja. Se había colocado el vestido que traía guardado en una bolsa. Corto y ajustado, dejando a la vista un generoso escote y la práctica totalidad de sus muslos y permitiendo adivinar lo que no se podía ver. Curvas generosas contenidas en fina tela, que lanzaban un mensaje casi más poderoso que si estuvieran al puro aire libre. Todo quedaría de momento semioculto por una elegante chaqueta cruzada, a la espera de que Magda decidiera si convenía mostrar más o menos, en función de cómo evolucionara la cita.
Lo cierto es que estaba nerviosa, ese día era importante y todavía no sabía que es lo que se iba a encontrar, si un Jorge libre y dispuesto a intimar aún más con ella, o a un chico aun confuso, que no había terminado de cortar amarras con aquella tipa que le había sido infiel. O peor: a un novio reconciliado por las malas artes de Sonia.
También era consciente, que fuera cual fuera la situación, no parecía muy buena idea usar ese momento para declararse o intentar ligárselo, debería darle tiempo incluso en el caso más favorable para ella, que hubiese consumado la separación. Pero como no sabía si esa sería su última cita, lo que sí tuvo claro es que trataría de presentarse como una chica atractiva y deseable. Quería que esa fuera la imagen que se llevara Jorge de ella esta noche, volvieran o no a verse mañana. Preparar el camino si la cosa iba bien, y si no, que supiera lo que se perdía.
Y además ¿Quién sabia como iban a transcurrir las cosas? La suerte es lo que sucede cuando la preparación y la oportunidad se juntan, pensó, mientras con un una sonrisa sacaba unas braguitas de lencería verde de la bolsa. Se quitó las que llevaba puestas, deteniéndose un momento en contemplar su coñito rasurado y limpio de vello. Se pasó la mano y lo notó suave. Casi sin querer, uno de sus dedos se escurrió entre los labios, recorriéndolos y acabando por tocar el capuchón de su clítoris. Un estremecimiento la recorrió y tuvo que espantar las fantasías que comenzaron a invadir su mente y sus sentidos. Se colocó la lencería e imaginó por un momento que estaba así, con el vestido levantado hasta las caderas, a la vista de Jorge, que hipnotizado contemplaba aquel carnoso y abultado sexo marcándose contra la seda verde. Se mojó levemente y tuvo la tentación de tocarse de nuevo, pero no era lugar ni momento, así que termino de componerse y tras echarse un poco de perfume salió fuera.
Su compañera le echó una mirada de arriba a abajo que ya hubiese querido el TERMINATOR tener un escáner capaz de hacer una revisión así. Magda sonrió; que más daba, las cosas ya estaban claras así que para que disimular con ella.
- Aquí huele a perfume…
- No me digas.
- Y del caro. Y también a tía en celo… ¿Quién va a ser el afortunado? Espera no me lo digas… ¿vas a consolar al afligido? ¿Es algo así como una misión religiosa? Hay por ahí un chico confuso y perdido que necesita que lo rescates, atrapándolo entre tus piernas para que no caiga en la desesperación ¿verdad?
- No te pongas en plan poeta que no te pega…
- Eso es verdad, sabes que me gusta ser directa: para que perder el tiempo si yo soy más de follar sin tanta tontería , dijo mientras se acercaba y le apartaba un mechón de pelo para observar la sombra de ojos que se había dado. Estas muy guapa, Magda, seguro que le gustas…
- Lucia, gracias por cerrar hoy sola…
- No seas gilipollas, eso no tienes ni que decirlo. Sal a buscarlo y esta noche me cuentas todo lo que ha pasado, sea la hora que sea cuando acabéis, me pones un WhatsApp…bueno, si acabáis. Si no, con que me mandes una carita sonriente ya sabré que estas en buenas manos…
- No creo que esta noche esté para muchas fiestas, pero ya te contaré.
- Un clavo con otro sale. Tú hazte valer, que los tíos raramente rechazan una oportunidad así ni aunque estén en el entierro de su padre…
Magdalena le dedicó una última mirada de agradecimiento y salió en busca de su cita.