Sexting ii (12-13)
Segunda parte de "Un poco de Sexting"
12
Sonia se había levantado de mal humor. Los últimos días había conseguido dormir algo mejor, pero anoche apenas había pegado ojo. Hacía ya una semana que se había visto con Jorge. Hoy expiraba el plazo que le había demandado para decidir, durante el cual, respetó escrupulosamente su petición de que no le llamara ni le enviara mensajes. A veces, el dedo se le iba a su teléfono, jugueteando con la intención de contactar, a pesar de que sabía que eso solo empeoraría las cosas. Pero es que la incertidumbre la mataba y la paciencia nunca había sido su compañera de viaje. Se suponía que hoy hablarían. Por eso, la víspera se la comían los nervios: ¿qué habría decidido? ¿Qué es lo que sucedería a partir de ahora con su relación? ¿Seguían siendo pareja?
Despertó somnolienta pero algo más calmada, aunque solo fuera de puro agotamiento, así que decidió ir al trabajo andando: eso la despejaría. Durante el camino, nuevas dudas: ¿debía tomar la iniciativa o esperar su llamada? El frescor matutino le vino bien para aclarar ideas. Decidió que esperaría al mediodía. Durante la pausa para comer lo llamaría ella, si es que Jorge aun no le había dicho nada.
Cuando llegó a la tienda se detuvo un instante en la puerta, tomando aire varias veces y expulsándolo despacio. Venga Sonia, vamos a por el día …se dijo a sí misma, tratando de animarse. Luego, entró decidida a ocupar su mente en las próximas ocho horas, dejando el menor tiempo posible al agobio y la preocupación.
- Hola Sonia.
- Hola Raquel ¿cómo viene la jornada?
- Pues un poco cargadita. Tenemos retraso con las entregas y hay que revisar los pedidos a proveedores. Vanessa me ha pedido que te encargues tú personalmente.
- ¡Cómo no! En fin, pásame el listado.
- Lo tienes en el correo.
- Vale, voy para dentro, necesitó un café ya mismo ¿te traigo uno?
- No, gracias, ya he tomado. Ah….por cierto, el nuevo te está esperando, que se me olvidaba decírtelo.
- ¿El nuevo? ¿Qué nuevo? Nadie me había dicho nada.
- A mí tampoco, se ve que se ha incorporado hoy mismo. Ahí dentro lo tienes… Hizo un gesto con la cabeza, señalando el interior, en una invitación a que ella misma se hiciera cargo de ese tema.
- Y ¿qué hace en mi oficina?
- No sé, dice que te conoce…
Sonia puso cara de extrañeza. Sin decir más, se dirigió a su estudio con paso ligero. Tenía una vaga sensación de vacío en el estómago, como si previera que la sorpresa no iba a ser agradable.
Cuando abrió la puerta, su sospecha se confirmó. Si ya tenía un día complicado por delante, en lo personal y en lo profesional, la cosa acababa de empeorar bastante.
- Pero ¿Qué haces tú aquí?
Un sonriente Víctor se acercó a ella, con la evidente intención de darle un abrazo y un par de besos. Sonia dio un paso atrás y extendió las manos, a modo de parapeto. Él se detuvo, sin que pareciera importarle el gesto de la chica y anunció con tono triunfal:
- He pedido el traslado a Madrid. Me vengo aquí contigo.
El efecto de vacío se transformó en un mareo que amenazó con hacerla perder el equilibrio.
- ¿Co...como que conmigo?
- Bueno, a trabajar quiero decir, lo otro…será si tú quieres, claro.
- A ver, a ver, para quieto un momento ¿Te has venido trasladado a Madrid a buscarme?
- Mira, es como hablamos en Cuenca, necesito dar un cambio a mi vida ¿recuerdas?
- Más bien es como hablaste tú, yo no te dije nada de que vinieras. Joder, si solo hemos estado una noche juntos.
- Bueno, no te enfades, en todo caso también lo he hecho porque quería venirme a Madrid un tiempo, necesitaba salir de allí, dar un giro a todo.
- Vale, perfecto, pero a mí no me metas en la paranoia esta.
Víctor estaba un poco desconcertado. No se esperaba ese recibimiento. Vale que era cierto que ella no le había animado en el plano sentimental, pero recordaba perfectamente su conversación mientras cenaban, y cómo le había dicho que para prosperar en su empresa, Madrid era perfecto. Allí tendría muchas más oportunidades.
- Sonia, no entiendo tu enfado.
- Víctor, te presentas aquí sin avisar, habiendo cinco tiendas en Madrid tienes que elegir la mía, y además…
- ¿Además?
- Tío, que tengo novio.
- Sí, me acuerdo, el que te llamó cuando estábamos…
- ¡No estábamos nada! Óyeme bien, si alguien te pregunta, no nos conocemos.
Sonia se quedó paralizada durante un segundo. Mierda, mierda, mierda…era tarde, el muy imbécil ya se lo había dicho a Raquel y seguramente a todas con las que se había cruzado esta mañana.
- Mierda, lo has comentado ¿verdad?
- Si, no creí que tuviera importancia.
- Y ¿qué más has dicho?
- Nada joder, que te crees ¿Qué soy idiota?
Ella lo miró con una ceja levantada, mordiéndose la lengua para no empeorarlo todo: si hijo, eres idiota y lo peor es que no te das ni cuenta . En fin, necesitaba que se mantuviera callado, así que mejor no decir lo que pensaba.
De repente, una voz irrumpió en la habitación.
- Así que estáis aquí…
- Hola Vanessa. Buenos días.
- Bien, veo que os habéis presentado. Aunque según Raquel parece que ya os conocíais de la tienda de Cuenca ¿no?
Sonia echo una mirada asesina a Víctor, antes de musitar entre dientes:
- Si, coincidimos en el montaje.
- Pues perfecto. Enséñale todo a Víctor. Empezará reponiendo y echándote una mano en las instalaciones. Cuando no tenga actividad ayudará como dependiente.
- En los montajes siempre me asiste Paqui…
- Paqui prefiero que siga en lo suyo ahora que tenemos refuerzos. Mira, yo hoy estoy liada, pero llévate a Víctor a comer al mediodía, así le enseñas la zona y que se vaya situando. Bueno, me voy que tengo trabajo que hacer. Bienvenido Víctor, ya sabes dónde está mi despacho para lo que necesites.
- Adiós Vanessa. Gracias por todo.
Sonia no dijo nada: no compartía la energía ni el optimismo de su nuevo compañero. Resopló con enervada furia. Le esperaba ciertamente un día muy largo.
13
- Me voy con vosotros…esperad…
Raquel se levantó rápida y tomó su bolso. Sonia la miró extrañada. Podía ver el tupper con la comida a un lado de la mesa. Raquel no era de las que se saltaban su régimen, ni era habitual que saliera a almorzar. Observándola con más detalle vio que se había vuelto a pintar los labios y se había dado un poco de colorete y rímel. El pelo aparecía ahora suelto y peinado, en vez de recogido en una larga coleta con gomas, como esta mañana.
Sonia terminó de atar cabos: por la forma de sonreír a Víctor y la vocecita de tonta que puso, parecía que el motivo de alistarse inesperadamente para comer estaba claro. Un embrollo más, que no sabía si en su caso, le perjudicaba o le beneficiaba. Respiró hondo y se encaminó a la puerta, seguida de cerca del chico que de momento iba a su estela, sin prestar demasiada atención a la risueña Raquel.
Había conseguido evitarlo casi toda la mañana, pero con el tema de la comida no le quedaba más remedio que coincidir. Hubiera sido mucho peor ponerse en evidencia con una negativa que nadie hubiese entendido. Lo malo es que no podría aprovechar para llamar a Jorge como había previsto, tendría entonces, que buscar un hueco en el trabajo por la tarde. Saldría a la calle y haría la llamada desde allí. Le pediría quedar para hablar. Si él aceptaba, sería sin duda buena señal. En caso contrario…bueno, mejor no pensarlo, los problemas mejor en fila india.
¿Y qué hacer con el almuerzo a tres que se le presentaba? Pensó que ya que no podía evitarlo, aprovecharía para dejarle a Víctor algunas cosas claras, pero claro, no contaba con que a Raquel le iba a hacer el coño chiribitas al conocer al chico. Tampoco podía reprochárselo, la verdad es que el muchacho no tenía mala planta. Justito de luces, visto lo visto, pero guapete, alto y echado para adelante. A ella misma le había llamado la atención, en mala hora.
Raquel, por su parte, la había sorprendido. Debía de haberle entrado muy bien por el ojo el chaval, porque era una sosa que apenas tenía iniciativa para los chicos. Que se hubiera puesto las pilas para colgarse de ellos en la comida era bastante impropio de ella. Raquel era simple y transparente como un cristal, por lo que sus esfuerzos para agradar y hacerse la interesante inflando su aportación a la empresa, no pasaron muy desapercibidos, incluso para un Víctor que no resultaba ninguna lumbrera, pero que podía oler las hormonas revueltas a un kilómetro de distancia…
Sonia observó como a pesar de (teóricamente), venirse a Madrid en su busca, él no dejaba de sonreír y reír las gracias bobas de su compañera. Si no hay carne, que me pongan pescado, el caso es comer…pero que simples son los tíos, pensó malhumorada. Asegurándose un rollo alternativo, conmigo en cuerpo presente, como si fuera tonta o no me enterara de nada. Y seguro que en cuanto nos quedemos a solas vuelve a insistir como si nada.
- Bueno chicos, hay que volver que tengo que abrir la tienda.
- Enseguida vamos Raquel, nos tomamos un café y en 15 minutos estamos allí, que al final no me ha dado tiempo a poner a Víctor al día de un par de temas.
- Vale, pues yo me voy yendo…
Sonia observó como Víctor la seguía con esa mirada que ponen los tíos cuando valoran lo que hay, igual que si estuvieran en una feria de ganado. Apostaría sin dudar todo lo que tenía en su cuenta corriente, a que podía adivinar lo que le pasaba por la cabeza. Seguro que dudaba. Raquel era corpulenta como ella misma pero más alta, con lo cual daba un aspecto de maciza pero algo más proporcionada y estilizada. Piernas largas, buenos muslos, un culo grade, carnoso pero prieto y unas tetas firmes y prominentes que formaban un busto atrayente. La parte que echaba para atrás a los chicos era su sonrisa caballuna en una boca dientuda, que unida a una nariz un poco torcida, daba a su rostro un aspecto algo extraño y desencajado. Evidentemente la cara no acompañaba a un cuerpo más que interesante para los chicos. Un carácter fuerte e interesante, acompañado de una buena dosis de seguridad en sí misma, tampoco hubieran venido mal para compensar, pero no era el caso. Raquel era bastante sosilla en todos los aspectos, incluida una buena dosis de simpleza mental y de mojigatería pija, que le daba más aspecto monjil que de chica que explota las cualidades de su cuerpo para ligar.
Pero está visto que para un tío, con que una tía pegada a un buen culo y unas tetas bien puestas le haga cualquier tipo de señal, ya es suficiente.
Bueno, al grano que había que aprovechar el tiempo.
- Víctor, aun no sé qué haces aquí, pero tenemos que aclarar algunas cosas ahora que estamos solos ¿Qué esperas tú de mí?
- Bueno, pensé que tal vez podríamos volver a vernos, lo que sucedió en Cuenca… para mí fue algo muy especial, solo quería verte para, bueno para saber si también lo fue para ti.
¿Qué os había dicho? ¿Que seguro que en cuanto nos quedemos a solas vuelve a insistir como si nada? En fin, sigamos, pensó Sonia.
- Mira Víctor, que hayas decidido dar el salto a Madrid está bien, realmente creo que aquí tienes futuro, hay mucho que aprender y más oportunidades de progresar que en Cuenca. En eso voy a ayudar todo lo que pueda, pero en lo otro…quiero que tengas claro que no se va a repetir lo que pasó allí.
- Vale, si lo quieres así…pero no te entiendo ¿Qué es lo que ha cambiado? Allí no pusiste tantas pegas para que nos viéramos. Si lo que quieres es discreción, puedo ser el tío más reservado del mundo…por lo de tu novio digo… aclaró Víctor, como si fuera necesario hacerlo…Este tío es gilipollas o ¿es que no se entera? Pensó Sonia dando un resoplido que le levantó un mechón de pelo. Bien, habría que explicarle las cosas como a un niño pequeño para que fuera consciente de la situación.
- Víctor, a ver cómo te lo digo…mi novio ya sabe que estuvimos juntos esa noche.
La cara del joven compuso una sinfonía de muecas, que se fueron sucediendo una tras otra, como si no supiera con cual quedarse.
- Pero… ¿cómo se ha podido enterar? Yo te juro que…
- Por las fotos que le mandé esa noche , abrevió Sonia sin paciencia para dejarlo digerir la noticia. Le resultaba molesta su incapacidad de seguir el ritmo que requería la situación.
- Pero yo no salgo en ninguna de las que hiciste ¿o sí? , preguntó, inseguro ya de sus recuerdos.
- No idiota, pero salen tus calzoncillos…
Él miró sin comprender. Una vez más tocaba empujarlo un poquito hacia la luz.
- Te dije que recogieras todo y te apartaras mientras me hacia las fotos, pero te dejaste los bóxer encima de la cama. Me envió la foto ampliada, donde se pueden ver perfectamente.
Jorge desvió la mirada, girando la vista alrededor, como si temiera ver aparecer al novio de Sonia de un momento a otro con una porra en la mano.
- Pero ¿no has podido contarle alguna trola? Solo son unos calzoncillos.
- ¿Tú te crees que mi novio se chupa el dedo? Nos pilló, Víctor, y ya está ¿Qué trola le iba a meter? No me dejó ni hablar con él. Al final tuve que admitirlo, cualquier otra cosa hubiese sido aún peor.
- Y… ¿Qué hacemos ahora?
Ahí quería yo llegar, pensó Sonia. A ver si sacamos algo positivo de toda esta mierda de conversación.
- Él no sabe quién eres. Recuerda que no sales en las fotos.
- Cierto , respiró Víctor en un amago de ilusión, no tiene por qué enterarse que fui yo quien…
- No tendría si no le hubieras contado a Raquel y a todo el mundo en la tienda que me conoces de Cuenca. Te he dicho que Jorge no es tonto ¿Cuándo tardara en atar cabos si se entera de que nos conocimos allí, precisamente en el viaje donde pasó todo? por eso es tan importante que dejes de seguirme y de tratarme con esa familiaridad en el trabajo. No sé si al acabar el día seguiré teniendo novio, pero si es así, por favor ignórame como si yo no existiera . Sonia recalcó cada silaba de esta última frase, como si le estuviera hablando a una persona corta de entendederas, que podía ser perfectamente el caso.
- Vale, claro como el agua, no te preocupes.
- Eso no es todo. Si llegara el caso que se enterara, hay otra cosa que tienes que hacer por mí.
- Yo creo que no se va a enterar si no…
- Víctor, atiende: ya no depende solo de nosotros. Con lo que han oído y visto esta mañana es suficiente para que haya algún comentario. También sabe mi novio que estuvimos juntos en aquella habitación del hotel, así que no podemos evitar que él pueda hablarlo alguna vez, dios sabe por qué, pero estas cosas pasan. Lo importante es lo que te voy a decir. Jorge sabe que estuvimos juntos, así que si alguna vez se entera que fuiste tú y habla contigo o con alguien, nuestras versiones deben coincidir.
- ¿Nuestras versiones?
- Si, de lo que sucedió esa noche.
- Pero ¿no dices que le has contado…?
- Le he contado la verdad, que su llamada nos cortó el rollo y no pudimos follar. Eso es lo que debes decir.
Otra vez aquella cara de lelo que no entera ¿pero cuánto retardo tiene este tío?
- ¿Esa es la verdad? Bueno Sonia, la verdad es que no follamos a partir de la llamada, pero antes…
- Antes no habíamos hecho nada aun…
Víctor se echó hacia atrás, dejándose caer en el respaldo de la silla. Suspiró mirando al techo a la vez que asentía con la cabeza. Madre mía, que trabajito había costado que entendiera por fin de que iba aquello.