Sexo y turbulencias ¿Qué más se puede pedir?
Tu hermano y tus padres se pueden convertir en los mejores acompañantes para un viaje de placer.
Hacía tiempo que mi familia no hacía ningún viaje, todavía recuerdo cuando todos los meses nos íbamos a cualquier sitio, ya fuese bonito o no el destino, cualquiera excusa era buena para hacer las maletas e irnos todos de viaje. Sin embargo cuando llegó la crisis, la empresa de papá bajó bastante y ya no llegaba tanto dinero a casa como antes.
Pero bueno, esos tiempos ya han pasado y poco a poco la empresa de papá está remontando. Así que después de un tiempo apretándonos el cinturón, papá y mamá han conseguido tapar algunos agujeros y tener el dinero suficiente para irnos todos de viaje.
Aquel día recuerdo que no pude dormir de la emoción, además, era mi cumpleaños. ¿Existe mejor manera que cumplir los 18 años que viajando?
Papá y mamá no nos quisieron decir a dónde íbamos hasta antes de salir de casa; casi exploto de los propios nervios aunque verdaderamente exploté de emoción cuando nos dijeron que nos íbamos a París. El Louvre, la torre Eiffel, los campos elíseos, el arco del triunfo…
Cuando llegamos al aeropuerto no nos contó demasiado encontrar nuestro vuelo, estaba justo enfrente del control de equipajes. Así que tras tener algún que otro problema porque el cinturón de mi hermano Alejandro no pareció caerle muy bien al detector de metales, conseguimos pasar el control y llegar hasta nuestro vuelo.
-Voy un momento al baño les dije a mis padres.
-Yo también les repitió Alejandro.
Todos los retréteres del baño de las chicas estaban precintados, solo se podían usar los lavamanos, fue entonces cuando una mujer de la limpieza me vio y me dijo que los baños se estaban desinfectando y que solo estaban disponibles los del baño de hombres. Así que sin tener otro remedio me dirigí hacia el baño de hombres y me di cuenta de que algunos de ellos también estaban precintados excepto uno. Cuando toqué a la puerta para asegurarme de que no hubiese nadie dentro, la abrí y en ese momento vi a Alejandro sentado sobre la taza del baño con los pantalones bajados y masturbándose.
Nuestras miradas se clavaron en la del otro y nuestros rostros palidecieron a la misma velocidad. Para mi sorpresa no pude apartar la mirada de aquel miembro, era enorme y sobre todo duro. Todavía recuerdo la manera en la que la mano hueca de mi hermano recorría su pene de arriba abajo, haciendo así que la propia fuerza hiciese desplazar también sus testículos. Cuando pude escapar de aquel trance sexual, cerré de un portazo y salí de aquel baño como pude y volví con mis padres.
Papá miró los billetes y nuestros asientos eran los 26AB y 28AB. Tras preguntarle a la azafata, esta nos informó de que nuestros asientos eran los últimos, así que a medida que la gente iba introduciendo sus maletas en las cabinas de equipaje y sentándose en sus respectivos asientos, pudimos avanzar hasta llegar al final. Mamá y Papá se sentaron delante, en los asientos 26AB y Alejandro y yo detrás de ellos, en los asientos 28AB. Como nuestros asientos estaban justo al final papá y mamá sí que tenían a otra pareja al otro lado del pasillo, en los asientos 27AB, pero Alejando y yo no teníamos a nadie más, era como tener un reservado de nosotros.
El Piloto del vuelo nos informó de que el vuelo duraría aproximadamente dos horas y cinco minutos y tras aquellas palabras nos deseó un buen viaje. Durante unos minutos me puse a buscar en mi mochila, pero después me di cuenta que aun habiendo organizado con dos días de antelación la maleta, se me había olvidado algo tan básico como el libro de Harry Potter que quería terminarme. Más tarde pensé en ponerme con el móvil, pero teniendo en cuenta que no tenía internet, era absurdo usarlo.
Alejandro sin embargo estaba viendo algo en su teléfono.
-Qué estás viendo le pregunté.
Alejandro no hizo caso a mi pregunta y siguió con la mirada fija en su teléfono.
-Oye, es que no me escuchas o qué insistí.
-Déjame en paz pesada me contestó Alejandro al mismo tiempo que bajaba el respaldo del asiento de papá y se convertía en una mini mesa. Acto seguido Alejandro sacó de su mochila una botella de agua.
Los minutos fueron pasando y cada vez me aburría más, miré el reloj un par de veces y el tiempo parecía pasar más lento todavía. A medida que mi nivel de paciencia disminuía, el volumen del móvil de Alejandro iba subiendo, intenté decírselo a mis padres pero estos dormían desde hace rato, parece que el madrugón le venció la batalla a su emoción por irnos de viaje.
-Alejandro, baja el volumen vas a despertar a los papás.
Nuevamente Alejandro hizo caso omiso de mis palabras y siguió a lo suyo.
-Alejandro si no bajas tú el volumen lo bajo yo dije mientras me acercaba más a él. Fue en ese momento cuando resbalé de mi asiento y me apoyé sobre la mesita, tirando así toda la botella de agua sobre los pantalones de mi hermano.
-Pero qué haces dijo Alejandro cabreado.
-Lo siento, no era mi intención, yo solo quería bajar el volumen de tu teléfono y me resbalé.
-Mentira, seguro que lo has hecho apropósito.
-¿Qué ha pasado? Dijo mamá medio endormiscada desde su asiento.
-Que teresa es imbécil y me ha mojado todos los pantalones.
-Bueno, no pasa nada Alejandro eso se soluciona enseguida. Ahora en unos minutos veras como se te secan los pantalones con la calefacción del avión y todo vuelve a estar como antes. Y sino que te ayude Teresa dijo mamá de nuevo antes de girarse y dormirse otra vez.
-Lo siento Alejandro, de verdad que ha sido un accidente.
-¿Como el de antes en el baño no? Me reprochó él.
Ante aquella acusación no tuve otro remedio que permanecer callada, cómo iba a admitir que me había quedado embobada con la longitud y grosor del pene de mi hermano. Nunca pensé que un chico de 20 años pudiese tener una polla así.
Alejandro comenzó a airearse los pantalones agarrándolos por la cintura, moviéndolos así de arriba abajo como el que estira las sábanas con la intención de que se secasen cuanto antes. El problema de todo aquello era que la tela del pantalón pesaba tanto por culpa del agua, que cuando esta caía sobre su paquete, resaltaban todavía más su pene y sus testículos.
-Deja de mirarlos me repetía una y otra vez para mis adentros, pero me era imposible. Al cabo de unos minutos me di cuenta de que la tela oscura de mis mayas grises se tornaba de un color todavía más oscuro. No me lo podía creer, estaba mojando las bragas de lo cachonda que estaba.
- Oye Teresa, ¿no has escuchado a mamá? Ha dicho que me ayudases a que esto se solucionase me dijo Alejandro mientras me cogía mi mano con la suya y la conducía hacia su miembro erecto.
-Pero Alej…pero antes de que pudiese continuar, Alejandro me hizo un gesto poniendo su dedo índice sobre sus labios como mensaje para que guardase silencio.
-Si hacemos mucho ruido despertaremos a papá y a mamá dijo él con una tono suave y que consiguió ponerme a cien.
En aquel momento que introduje mi mano por debajo de su pantalón todavía húmedo pude notar la dureza de su pene, el cual comencé a masajear como a él le gustaba, es decir, como había visto en el baño. Alejandro comenzó a cerrar los ojos y a fruncir el ceño de placer. Por momentos este emitía ciertos gemidos pero rápidamente los silencié…
-No hagas ruido o despertarás a los papás le dije a Alejandro y acto seguido comencé a comerle la boca. Mi lengua luchaba contra la suya por ver quién era el más fuerte de los dos. Me encantaba como cada vez que le mordía el labio inferior a Alejandro, le besaba el cuello o incluso hacia el amago de comerle la polla este se retorcía de placer ¿Dónde estaba ese flipado que se paseaba por casa diciendo que tenía a todas las chicas a sus pies? Las tendría a todas pero a su hermana no.
Una punzada en mi estómago me avisaba de que hacía horas que no comía nada y ya era hora de ingerir algo. El miembro erecto de mi hermano me pareció el mejor desayuno posible; ¿a quién no le apetecería una buena polla para desayunar?
Sin apartar la mirada de Alejandro, fui dándole besos lentamente por el abdomen, así hasta descender del todo y llegar a su entrepierna. Aquel pene estaba tan duro que podría romper la mismísima ala del avión y que todo se fuese al garete, pero estoy seguro que cualquier pasajero moriría satisfecho de haber visto un pene de esas dimensiones.
Mis labios humedecidos por el contacto repetido de mi lengua con ellos, fueron acercándose poco a poco al capullo de mi hermano hasta tenerlo tan cerca como para dedicarle un beso.
No dudé ni un segundo en introducir la punta de mi lengua por la uretra del pene de mi hermano, el cual arqueó su cuerpo completo por el tremendo placer y dolor que le produjo semejante acción.
A continuación fui abriendo mi boca hasta que no pude más, fue entonces cuando mi hermano me agarró de la nuca con su mano y me indicó cómo quería que se la comiese. De manera paralela fui masajeándole los testículos a mi hermano. Era un placer indescriptible el hecho de estar viendo por el hueco de los asientos delanteros a mis padres dormir mientras le comía el pene a mi hermano y escuchar de fondo a este retorcerse de placer.
Alejandro se dio cuenta de que mis mayas estaban totalmente mojadas por lo que cuando estuvo lo suficientemente satisfecho con mi felación, me cogió por las caderas y me montó encima de él.
-Qué haces Alejandro, no podemos follar aquí en el avión le dije nerviosa y excitada.
-Bueno, corazón que no ve, corazón que no siente ¿no? Dijo él, fue entonces cuando me dio la vuelta y me dejó mirando hacia delante, pero con el peligro todavía de que yo seguía encima suya.
-Para Alejandro, esto es una locura.
Mi hermano consiguió hacer con sus dedos una abertura pequeña en mis mayas, pero esta se fue agrandado a medida que este introdujo su pene. Alejandro me cogió de las caderas y cuando estuvo seguro de que su polla estaba en la boca de mi vagina, aplicó una justa pero precisa fuerza y me la metió de lleno; quise gritar de placer pero eso significaría ponernos en evidencia de todos y que nos descubriesen así que mordí el asiento de delante que era justo donde estaba reposando la cabeza de nuestro padre.
Que curiosa era la escena, una padre durmiendo tan tranquilo y a escasos centímetro de él su hija mordía la goma espuma del asiento porque su otro hijo, es decir, el hermano de ella se la estaba follando.
Alejandro comenzó a moverse suave pero yo sentía que cada vez quería más, así que empecé a moverme yo. No podía verle la cara a mi hermano porque estaba detrás de mí, pero por la forma en la que le escuchaba respirar sabía que lo estaba gozando al máximo.
Unas turbulencias comenzaron a sacudir el avión, momento que aprovechamos Alejandro y yo para hacer que su pene y mi vagina conectasen todavía más fuertes y corrernos de una vez por todas. Cuando las turbulencias cesaron Alejandro y yo ya estábamos vestidos y más calmados que antes, nadie se atrevería a jurar que hace unos minutos dos hermanos estaban follando como unos descosidos.
-Madre mía, menudas turbulencias eh chicos nos dijo papá.
- Me alegra ver que ya estáis más tranquilos que antes decía ahora mamá al vernos tan juntos y tan contentos.