Sexo y tabaco

El primer día de trabajo después del Covid-19, me follé a la mujer del jefe de la empresa que visitaba, aprovechando el descanso del café y mientras ella se terminaba de fumar un cigarrillo

Después de varios meses de inactividad presencial, me requirieron urgentemente para hacer una presentación en las oficinas de un nuevo cliente, de un nuevo servicio de mi empresa especializada en coaching.

La operación de aceptarse, corría mucha prisa.

Iba dirigida a elevar el nivel de rendimiento de todos los trabajadores previniendo un estrés post-vírico, que pudiera ralentizar la producción de la empresa.

No diré ni el tipo de servicio en concreto, ni la empresa multinacional para la que trabajo a tiempo parcial, ya que podría complicar mi futuro como coach ponente especializado en la misma.

Me habían dado la ubicación y un número de teléfono del representante de la empresa. Con aquellos datos me era suficiente para llegar.

Llamé el día antes, solo para preguntar si el aparcamiento en la zona era suficiente y estaba asegurado, con el único fin de anticipar o no mi llegada para poder estacionar adecuadamente mi vehículo.

Pregunté por el nombre del contacto, era Luis Alfonso, pero no estaba. La amable voz femenina aunque no delicada que me atendía de nombre Marisol, me preguntó si podía ayudarme en algo. Me presenté y muy amablemente me dijo que ella misma podría resolverme cualquier duda, dado que era la esposa del jefe.

Su voz era algo ronca, pero su trato exquisito y educado, además de una amabilidad extraordinaria.

Me dijo que no habria ningun problema en el aparcamiento.

Cortésmente le di las gracias.

Al día siguiente,  sin problema de aparcamiento, y a la hora acordada hacia mi entrada en aquella empresa. Siguiendo las indicaciones del cartel de las oficinas, subí al primer piso de la nave en donde ya aprecié desde largo una bellísima madura de unos cincuenta y tantos años.

-          Hola Marisol. Le dije.

-          Hola José Miguel. Me contestó.

Su sonrisa era preciosa.

Sus ojos deslumbrantes.

Su voz seguía igual de poco femenina, pero despertaba en mí una atracción sin igual.

Aquella mujer me resultaba sensual a pesar de no ser una delicada damisela de encargo… Parecia un caballo, pero tenia mucho de bueno y deseable...

Se levantó a saludarme con el codo, como ahora es costumbre en esta época de crisis sanitaria o más bien ya gracias a Dios..., post-sanitaria.

Me percaté de muchos detalles al levantarse y verla en toda su hermosura natural

Una mujer altísima, quizás de mi altura. Yo mido casi 1,80. Vestida de verano, con uno de sus vestidos fresquitos de colores verdosos jaspeados que le llegaba hasta los tobillos.

Aprecié unos bellísimos y enormes pechos que luchaban por no salir de su encorsetamiento. Me apetecía desde aquel segundo sacarle aquellos majestuosos pechos que se vislumbraban maravillosos y habérmelos comido allí mismo.

No me daria tiempo a mamarselos...

Aprecie también sus pies desnudos con las uñas pintandas en un verde esperanza suave bajo unas sandalias doradas realmente encantadoras por su diseño.

Después de la correspondiente cortesía sobre el viaje, me dijo que su marido, Luis Alfonso, había tenido que salir a una urgencia profesional y ella representaría a la empresa, junto a tres de los encargados, el de compras,  el de ventas y el de mantenimiento.

Sus ojos me decían que tenía hambre de polla. No dejé de apreciar, como miró mi bragueta y como me sonreía de un modo especial desde el primer instante.

Iniciamos la presentación, que duraría casi toda la mañana.

En la sala de reuniones tenían la cafetera encendida y un cenicero.

Confesó que ella era la única fumadora de la empresa y que no cumplía con las normas habituales. Que la perdonase...

Deduje dos cosas evidentes al respecto: La primera, la razón de su ronquera. La segunda, que tenía cierto privilegio al ser la jefa…

Llegada la hora del tentempié, quedamos en parar durante media hora aproximadamente para poder desayunar, según la costumbre de la empresa en una cafetería cercana, allí  en aquel polígono industrial de las afueras de la capital.

Los tres encargados se fueron a tomar su refrigerio y quedamos en reanudar unos cuarenta minutos después la reunión de trabajo.

Marisol y yo tomábamos un café, mientras hablábamos del tiempo y sin dejar de mirarnos fijamente a los ojos. Ella no quería desayunar. Eso me dijo.

A los cinco minutos y habiendo tomado el café, se disculpó, pues quería ir al baño a fumar. Le dije que por mi parte no había ningún problema en que fumase allí. Se apreciaba que allí se fumaba por el olor de la sala de reuniones, además de por las colillas del cenicero.

-          No te preocupes, José Miguel, me apaño en el baño y así hago un pis mientras.

-          Estupendo. Le contesté.

El único baño, tenía una puerta de entrada en donde había un lavabo y un espejo y una puerta interior en la que obviamente estaba el inodoro.

Alentado por la ilusión de quizás poder hacer algo en aquel tiempo de descanso, pasé al baño a lavarme las manos como única excusa.

Abrí el grifo.

Ella abrió la puerta. Salía una tremenda humareda.

-          ¿Necesitas utilizar el baño José Miguel? Estoy solo fumando.

-          Si, pero no tengo prisa.

-          Pasa sin miedo…, no te voy a comer… (Me dijo)

Era toda una invitación a una fantasía calenturienta que se agolpaba en mi mente en esas décimas de segundo.

Se apartó y me dejó pasar. Se hizo a un lado dejándome el inodoro libre. Seguía fumando.

Parecía que no quería irse.

Ni corto ni perezoso mientras la veía exhalar humo del tabaco como impaciente y algo nerviosa, me saqué la polla e inicié mi micción que tuve que controlar un poco, para no salirme del adecuado sitio, pues se me estaba poniendo durísima por momentos y amenazaba con miccionar cualquier rincón incontrolado...

-          Vaya herramienta que tienes, José Miguel.( Me dijo casi babeando mientras expulsaba profundamente humo de su boca)

-          Me encantaría darle un chupetón…

Mientras me decía eso, puso su mano de manera cóncava aglutinando con ella todo mi glande, llegando a echarle unas ultimas gotitas de mi orín dorado, que procedió a oler y lamer de manera viciosa, sin dejar de mirarme a los ojos.

Apreté el pulsador y baje el asiento, pensando que querría sentarse para comerme la polla mucho más cómodamente.

Mi polla estaba absolutamente dispuesta para todo, cuando me volví hacia ella, dejándole sitio para que pasase a sentarse.

Se sentó y me devoró la polla con ansia por un lado y con mucha destreza por el otro. Se notaba que no desconocía el oficio de buena mamadora.

Estaba a punto correrme cuando me dijo que el tiempo apremiaba y que quería que la follase.

-          Espera que saque un preservativo…

-          No te preocupes José Migue, quiero tu leche dentro de mi culo mientras me hago un esquirting.

Se levantó, se subió su largo vestido que dobló hacia arriba con mucha precisión, hizo un segundo doblez y mordió para sujetarlo cpon su boca, para que no le molestase en la follada.

De media espalda para abajo, su cuerpo quedó desnudo tan solo con sus braguitas jaspeadas en verde, haciendo juego con su vestido y el esmalte de sus uñas tanto de los pies como de sus manos

Le bajé las bragas ý se las saque. Las olí. Olían a vicio…, a coño húmedo y deseoso de orgasmos.

Las guarde en mi bolsillo, no sin antes darme cuenta de su humedad latente que no deje de apreciar con la sensibilidad de mis labios. De paso las lamí brevemente.

Se acopló cara a la pared. Arqueó su espalda dejando su culo a medida de mi polla. Mientras su coño apuntaba al centro del inodoro.

Me ensalivé mi dedo corazón y empecé a dilatarle su preciado ano, que de inmediato taladraría con mi enorme polla. No era la primera vez sin duda que aquel enorme y precioso culo iba a ser empotrado.

Aproveché que su coño hacia chup…, chup…, cuando sus dedos se hincaban frenéticamente en él, sin esperarme. Le robé parcialmente algo de su ardiente lubricación con mis dos dedos principales para ayudarme en la dilatación de ese deseoso culo que de inmediato empezaria a hacer mio...

No tuve demasiado problema en meter mis dos dedos especializados en su culo. Su cueva anal estaba caliente y deslizante. Se notaba que aquel culo no era nuevo en aquellas lides…

La empecé a penetrar sin prisa… Mi polla atravesaba aquel culo sin cortapisas.

Una vez toda mi polla enterita hasta los huevos estaba dentro de ella, visioné mentalmente que había atravesado la mayor parte de su recto final despues de pasar su ano anulamdo temporalmente  su esfinter, noté con mi glande los primeros rebordes curvos  de su intestino grueso final, que van hacia la parte que se denomina sigma antes de llegar a la primera gran curva que desemboca al colon sigmoide.

Mi visión interna de su culo y proximidades se vio interrumpida por una súplica:

-          Córrete ya, que yo voy enseguida… Estoy a punto.

La saqué y la metí nuevamente mediante dos empujones majestuosos y profundos…, y al tercero, estando totalmente dentro de ella, empecé a correrme como un puto geiser, echando leche como nunca…

Llevaba si follar tres días, por causas ajenas a mi voluntad. El periodo de mi mujer se había interpuesto en mi camino y sus habituales mamadas de esos días fueron imposibles también por causa de una pequeña molestia dental. Su dentista estaba aún cerrado... Vaya putada.

Les cuento esto último para que sepan realmente mi situación…, que era de urgente necesidad de echar leche sin remedio y sin excusas.

Mientras yo me corría en su culo, mediante cuatro o cinco descargas más, Marisol no dejaba de meterse orquestadamente y de manera muy forzada sus dedos en el coño y empezó una décima de segundo después que yo a correrse como una verdadera bruja posesa.

No gemía…,  simplemente gruñía como una gata, apretando sus dientes en el vestido que sujetaba con su boca desde el primer momento. Enseguida noté como su esquirting pegaba “latigazos”en el fondo del inodoro, haciendo un ruido envolvente, como con algo de eco…

Estaba absolutamente extasiado terminando de correrme y por oír aquella descarda skeneana de Marisol.

No pude resistir meter mi mano derecha por encima de su cadera dirigiéndola a su coño para intentar añadir a mis dedos algo de aquel delicioso fluido de tan preciado sabor para mí.

Algo logré, pero no fue suficiente para cubrir mi necesidad obsesiva de fluidos de aquella enorme y al mismo tiempo..., sensual hembra.

Otra vez será. Pensé.

Al cabo de unos segundos se rehízo un poco. Respiró profundamente. Disfrutaba de sus últimos momentos anales con mi polla que empezaba a amorcillarse.

Ya no era la polla de mi juventud… ¡Lástima! Ahora aguanto mucho menos. Sin duda el ocaso va llegando poco a poco a mi sexualidad. Muy despacio, pero de manera inexorable…

La saqué poco a poco.

Salía impregnada de viscosidades de varios colores… ¿Lo suponen?

Mi gran polla había llegado a donde no debía llegar, o donde se alojaba un resto preparado para la siguiente “descomida” y se manchó algo de restos de mierda.

Puso su mano en su culo para recoger toda mi leche durante breves segundos y la olió. Me miró. Puso cara de vicio y se sorbió todos aquellos fluidos que llenaban la cuenca de su mano como si de una pequeña piscina se tratase.

Supuso sabiamente  que yo era también lamedor empedernido y vicioso... Acercó su boca algo cargada aún a mi boca. Me dió un beso blanco o casi blanco, que no dejé de disfrutar ni un solo momento…

Aquella boca sabia a semen caliente.

Mi polla si olía algo a mierda.

Lo remedié de inmediato lavandola en el lavabo con un jabón de manos que allí había. Me sequé con las toallitas de papel que me dejaron algunos restos de fibra de celulosa en mi polla.

El tiempo apremiaba. Marisol me miraba algo inquieta.

Salió.

Mr habia quedado con ganas de mamar aquellas sublimes tetazas. (En la proxima ocasión) Pensé.

Enseguida salí también del aseo. Ella estaba ya sentada en su sitio.

Me puse en el mío y empezamos a charlar como si tal cosa…

A los diez segundos o incluso menos..., la escalera traía el sonido de las pisadas en los escalone de los tres encargados que subían a terminar la reunión.

Por cierto, la reunión resultó genial, comercialmente hablando.

Al llegar a casa me fui a duchar enseguida. Conforme el agua recorría mi cuerpo, poco a poco y con la ayuda de la alcachofa me quite los pequeños restos de papel que aún quedaban en mi polla.

Me sequé y perfume.

Ya no olía a mierda, pero seguía oliendo a tabaco…

Revisé la ropa sucia antes de echarla en el cubo de la ropa para lavar a fin de evitar que en mi slip quedasen aún restos de papel.

Mi mujer Marga me esperaba especial y deseadamente aquella noche para sacarme la leche acumulada. Había acabado ya con su periodo…

Finalmente no me sacó toda la que ella deseaba, pero si la suficiente para sentirse bien.

Intrigada por el olor a tabaco que aún me quedaba, me preguntó la causa…

Si te lo digo no te lo vas a creer…

(Soy inocente de los cargos, señoría. Fue una involuntaria follada anal). Pensé.

Al final se lo confesría... Jamás le oculto nada, aunque a veces se me olvida decirselo en el momento que deberia... Al fin y al cabo soy un depravado..., No soy perfecto.