Sexo y perversión en el Paraíso (2 de 3)

Eva se somete al director del hotel, porque sabe qué es la fantasía que ha soñado con tanta ansiedad durante sus años de vida. Espero qué os agrade, sobre todo a los seguidores de perversión. Un beso. Sandra Raquel.

Sexo y perversión en el paraíso (2 de 3)

El director se acercó con la copa en la mano y después de dar un trago generoso, se la acercó a los labios de ella, quién bebió un sorbito y cuándo él ya retiraba la copa, le pidió un poco más, acción que se vio gratificada con una sonrisa por parte de él al tiempo que la volvía a empinar en sus labios.

Dejó la copa, sobre la mesa y se acercó con el puro entre los dientes y lo encendió frente a ella, lanzándole el humo de las primeras caladas a la cara, mientras rodeaba sus costados con la otra mano, que sujetaba el mechero. Otras nuevas caladas más y le pasó el puro a ella, que dio dos fuertes y ansiosas caladas y los humos de ambos se fusionaron entre ellos dos.

- Estás guapísima Eva. Especialmente sensual. Va a ser verdad eso, de qué te gusta estar así, no te parece?.

- Mi Señor, ante Ud me siento volar de gozo. Me duelen terriblemente los latigazos, pero ante Ud todo se me pasa muy rápido y nunca me he sentido más feliz en la vida, mi Señor.

- Me alegra qué sea así. A mí me gustas mucho más de lo que creí que pudiese llegar a ser. Tienes un algo, una especie de halo qué me envuelve y también me hace sentirme bien a tu lado. Ni qué decir tiene, que tu cuerpo es cómo si hubiese sido diseñado para el sexo y el dolor. Me gusta verte sonreir después de semejante paliza. Pero más me gusta verte sonreír después de una mamada, o bien, después de haberte follado a conciencia.

- Muchas gracias por sus palabras, mi Señor. Ah, la ceniza se le va a caer y mis tetas están expectantes, mi Señor.

- Anda, pues es verdad. Teniendo tan maravilloso cenicero a mano, lo usaremos para quitar el exceso de ceniza.

Y el director, acercó la punta de la ceniza a uno de los pezones y quitó la sobrante. Eva sintió una extraña sensación, pero siguió mirando el puro como iba poniéndose más incandescente y de punta afilada, cuándo el director lo hacía rodar sobra cada una de sus tetas. Ni siquiera soltó un ay. Le miraba a los ojos y le sonreía como poseída. El director, retiró el puro de las tetas de Eva, sin haberla llegado más que a quemar suavemente y dando una fuerte calada, soltó el humo, sobre el rostro de ella. Y acto seguido, la colocó un fuerte beso en los labios, que la hizo palpitar de gozo.

- Bueno, un traguito y a seguir con la ardua tarea. Te voy a flagelar la espalda, los costados y las tetas con un látigo fino de cuero. Espero que te guste el contacto y sobre todo sus sensaciones. Es menos odioso qué la fusta, por lo qué nos divertiremos más.

- Muy bien, mi Señor. Estoy ya preparada y ansiosa.

- Jajajajaja, eres increíble Eva. Me encantas. Junto a tí se pasa el tiempo de un modo fantástico y muy agradable.

El director tomó un látigo corto y muy fino de un color azul intenso metalizado, qué entró por los ojos de Eva en cuánto lo vio y supo de qué color sería el juego de látigos qué le regalaría. Se acercó frente a ella para mostrárselo.

- Es precioso, mi Señor.

El director sonrió y le pasó el cuero brillante del látigo sobre las tetas, logrando que se le erizaran los dos pezones. Y separándose unos pasos, lo descargó sobre el costado izquierdo de Eva, que se removió en silencio. Y antes de qué ella pudiese asimilar el efecto, le asestó otro latigazo en el costado opuesto.

Durante 2 minutos, azotó alternadamente cada uno de los costados, sin darla respiro alguno. Y mientras Eva resoplaba y se debatía llena de sensaciones, qué la hacían temblar, el director cambió los golpes, ahora sobre las tetas y de un modo continuo, qué Eva acusaba, aunque cada vez que sus miradas coincidían ella le sonreía, aunque estuviese temblando y rabiando de dolor.

Cuándo las tetas estuvieron suficientemente marcadas, descargó fuertes latigazos debajo de las mismas y hasta el ombligo. Y sin detenerse para nada la rodeó y descargó otros 20 latigazos muy fuertes en la espalda de Eva, que temblaba, jadeando enloquecidamente.

Terminó con un nuevo par de latigazos muy fuertes en las nalgas, lo que hizo que Eva soltase su primer grito de toda la sesión. Pero el director, se situó frente a ella sonriente y le secó las lágrimas que seguían cayendo silenciosamente sobre sus tetas.

- No ha estado nada mal. Estás cubiertita de rayas coloradas. Osea, dicho de otro modo, preciosa.

- Gracias, mi Señor y perdóneme al haber gritado. No me esperaba esos azotes en las nalgas de nuevo, mi Señor.

- Cuándo estés con tu verdugo, es mejor qué no esperes nada de nada, porque seguramente te llevarás muchos sofocones por prever algo, qué no tiene por qué ser así. Cómo te sientes ahora?.

- Muy dolorida, pero muy contenta, mi Señor.

- Dispuesta a cenar?.

- Claro que sí, mi Señor.

- Bien, te desataré y pediré qué envíen la cena que ya solicité esta tarde, por el ascensor de cocina. Nos sentaremos en el sofá a terminar la copa y fumarnos de verdad un puro.

El director habló con el servicio de cocina y solicitó que les fuera enviada por el montacargas dentro de 30 minutos. Se acercó hasta el sofá en donde le esperaba Eva y se sentó, haciendo que ella se echara bocarriba en el sofá y dejara su cabeza apoyada en sus piernas.

- Te encuentras cómoda así?.

- Genial. mi Señor. Ante mi vista se revela el ser más maravilloso del orbe.

- Jajajajaja. Genial, Eva. Vaya, ya se me ha pegado lo de genial......jajajaja. Bueno, me encanta escucharte. Enciende tu el puro, por favor. Yo deseo contemplar esta maravilla de rayajos que tienes por el cuerpo.

Y mientras Eva encendía el puro y comenzaba a darle caladas el director, iba posando sus dedos en distintas zonas aún vírgenes del contacto de los azotes. Eva elevó su mano, en la que sujetaba el puro, hasta los labios de el, dejándole el puro entre los dientes, al tiempo que ella dejaba sus brazos a lo largo del sofá, por encima de su cabeza, soltando un suspiro de delicioso placer.

El director, chupaba del puro sin dejar de mirarla, al tiempo que con su mano derecha llegaba hasta la vagina de ella. Y con sus dedos separaba los dos pliegues de los labios mayores y hundía suavemente sus dedos en el interior de vagina, muy encharcada de flujos, comenzando con unas caricias suaves, que iban inundando de placer todo el ser de Eva.

No dejaba de mirarla, mientras fumaba y podía apreciar esa sonrisa sincera en los labios y ojos de ella. De vez en cuándo le pasaba el puro, para que diera unas caladas y después se lo volvía a poner entre los dientes, siempre sin dejar de acariciarla el clítoris qué ya había aparecido majestuoso y qué provocaba en Eva, inmensos e iniciales delirios de placer.

El director, dejaba caer la ceniza sobre el vientre o las tetas de ella, que le miraba y le sonreía agradecida y seguía disfrutando de la masturbación maravillosa que le proporcionaba su señor.

Eva, notó que iba a llegar al orgasmo y quiso decírselo a su señor, por sí él no lo deseara aún.

- Mi Señor, estoy a punto de orgasmar. Puedo hacerlo?.

- Claro que puedes preciosa mía. Disfruta cuánto puedas te lo mereces.

Eva asintió, pero antes de llegar al orgasmo, elevó su brazo derecho y le abrazó el cuello, al tiempo qué ayudándose del mismo, le quitó el puro de la boca, con la otra mano y le dio un beso enloquecedor de amor y pasión, del modo más sensual que hubiese conocido alguna vez él. Después volvió a dejar el puro en su boca y deslizó su cabeza y sus brazos, mientras comenzaba a pivotar de los anuncios previos del orgasmo. Jadeaba y se retorcía, ante cada presión de los dedos empapados del director, qué le masturbaba con vigor el clítoris inflamado.

Y mientras sus pensamientos volaban de frenesí y placer, se arqueó quedándose rígida y soltó un grito de placer largo y un resoplido mantenido, para continuar jadeando y revolviéndose del inmenso placer capturado. Y en unos segundos más, quedar cómo muerta sobre las piernas de él.

- Mi Señor......oh, mi Señor.....mmmmmmm......muchas gracias por hacerme disfrutar....aggggg.....uffff.

Eva, antes de terminar de serenarse del todo, se abrazó al director y le besó cada parte del rostro, hasta qué este retiró el puro de la boca y entonces ambos se enlazaron en un apasionado beso de amor y sensualidad. Y Eva, ya no se retiró de esa postura después del beso. Era cómo sí se hubiese quedado pegada a él, que siguió fumando en silencio y muy sonriente, dejando que ella se quedase así durante un par de minutos.

Pasados los cuales, Eva se separó d él y abriendo la bragueta le sacó la polla con signos de erección y se la metió en la boca, al tiempo que le miraba a los ojos y comenzaba a hacerle una felación suave y placentera, para quién ya era un Dios para ella.

El director, se dejó hacer encantado y sin dejar de fumar le sonreía a ella, cada vez que sus miradas coincidían. Sólo se escuchaba el chup chup del frotamiento de la polla dentro de su boca. Eva, a veces se la sacaba de la boca y lamía los testículos y la mayor parte de las veces se los metía dentro de la boca, mientras con sus manos seguía masturbando la polla.

El director, limpiaba ya la ceniza sobre el hombro izquierdo de Eva, porque comenzaba a sentir que se le venía encima un orgasmo tremendo. Deseaba seguir disfrutando más tiempo de esa boca y lengua mágicas, qué le hacían flotar de placer.

Y antes de qué fuese capaz de asimilarlo del todo, apagó con fuerza el puro en el hombro de Eva, que se contrajo de dolor, al tiempo que recibía dentro de la boca una corrida caliente e inmensa qué le hizo olvidar lo de la quemadura, tragando con verdadera fruición la lechada y lamiendo cada poco la polla, para qué su señor se vaciara del todo.

Cuándo el director, algo menos sofocado se dio cuenta de qué había aplastado el puro en el hombro de ella, se escupió en las manos y le pasó su saliva caliente, sobre la quemadura. Y en cuánto Eva se separó, atrajo su boca hacia la de él y la beso larga y profundamente.

Acto seguido, se levantó a por alcohol y la frotó la quemadura, para después aplicarla un ungüento especial, qué refrescó inmediatamente la zona quemada de Eva.

- Lo siento preciosa, se me fue la consciencia. Te duele?.

- No mi Señor. No se preocupe por mí, estoy perfectamente.

- Me alegro. Deduciremos que con placer, mejor no fumar, te parece una idea acertada?.

- Jejejeje, si mi Señor, es genial......

- Bueno, vamos a mear y lavarnos la boca y las manos. La cena debe estar a punto de aparecer. Tienes apetito?. O quizás ya con la leche de ahora, te has quedado llena?.

- Nada de eso mi Señor. Aunque sólo sea por hacer gasto, cenaré mi Señor.

- Jajajajajaja........jajajajajaja. Eres genial Eva, qué ocurrente.

Se levantaron los dos para ir al aseo y meó él, mientras ella le contemplaba la larga y cálida meada, cómo ensimismada. El director la miró y la preguntó, sin dejar de mear sonoramente.

- Eva, acaso estás pensando también en probar mi caldo?.

- Uy, si.......no........bueno no se, quizás si me gustaría probarla después de cenar mi Señor.

- Vale, habrá meadas de sobra, para degustes mis caldos. Venga ahora a mear tu, que la cena está ya por aparecer. Mientras me voy lavando yo la boca.

Y Eva se puso a mear sin el menos problema de qué estuviese el presente. Y cuándo terminó se lavó la boca y las manos, para salir del aseo, junto a él, abrazada a su cintura desnuda, ya qué también se había desnudado del todo.

- Fíjate, que acabo de correrme y ya me la estás poniendo dura otra vez. Bueno, mejor dura qué blanda, no te parece?.

- Claro que sí, mi Señor y además mucho mas bonita.

- Jajajajaja. Ha quedado de lo más cursi.......jajajajaja.

Eva le miró a los ojos y apretándose cariñosamente contra él, le sonrió sensualmente.

- Nos vamos a divertir con la cena. En lugar de hacerlo más serio, lo haremos divertido. Yo te doy de cenar a tí y tú a mí. Te parece?.

- Siiiiii, será genial. Además si se cae algo en su cuerpo, mi Señor, yo lo chuparé rápidamente.

- Estupendo. Mira, la lucecita de qué ya está aquí la cena, vamos a por ella. Estoy hambriento.

Eva miró el reloj enorme qué había en la pared y vio las 21.25 horas. Sonrió para sí misma, pues ya imaginaba que dormirían poco. Y además la cena se demoraría bastante tiempo, al observar el tipo de platos.

Mientras el director servía en un sólo plato las gambas a la plancha, Eva servía un vino blanco y muy frío en una sola copa, de la cual beberían los dos, cada uno por un lado.

Eva comenzó pelando una gamba, pero se quemaba los dedos de lo calientes que estaban. Terminó de pelar una y se la dio en sus dedos a su señor, que la paladeó y la masticó haciendo un gesto de placer. Y acto seguido él le daba la que había pelado a ella, que suspiró de placer también.

- Están riquísimas mi Señor.

- En efecto, toma cómete esta también, pero pela más rápido o me moriré de hambre.

Eva comió la que le pasaba él y a su vez le dio una también a él y después de tragarla ella cogió la copa de vino y se la ofreció para que bebiese él. Lo hizo y después se la pasó a ella, qué también bebió, siguiendo con las gambas los dos.

En cuánto dieron por terminado el plato de las gambas, entraron de lleno en carnes a la brasa sobre plato radiante.

- Cómo te gusta la carne, Eva?.

- Muy poco hecha, mi Señor.

- Estupendo, igual qué a mí. Sirve un poco de vino, pero mejor del tinto de esa frasca, está delicioso.

Eva sirvió el vino, pero esta vez en dos copas, por evitar que la grasa de la carne se mezclara en el vino y lo echara a perder.

Y así prosiguieron largo rato, dándose trocitos de carne el uno al otro, cuyas bocas y hasta el torso aparecían pringosos. Pero los dos se reían entre bocado y bocado. Y bebían animadamente. Eva, disfrutaba todas las veces qué él le pasaba su carne a medio masticar, pero aún con suficiente sabor. Y desde hacía un rato, ella sólo comía la carne cuando él se la daba de su boca y cómo tenía que aguardar un poco entre bocado y bocado, se dedicaba a mamarle la polla, deteniéndose para tomar el bocado que le daba él. Y después seguía lamiéndole la polla sin descanso.

El director, tragó el bocado que tenía en la boca y se corrió de nuevo dentro de la boca de ella, que se lo tragó cómo si fuese una porción más de carne. Pero en vez de limpiar bien la polla se irguió para tomar su bocado de carne que él le volvía poner en su boca, cubierta aún de esperma.

Pero a Eva, no parecía importarle el sabor y seguía comiendo animadamente, cómo si se tratase de una salsa de acompañamiento.

Siguieron comiendo carne durante media hora más y antes de terminar, Eva ya estaba metida de lleno en una nueva mamada qué esta vez fue mucho más rápida, aunque más bien por él que no supo controlarse y explotó con su lechada en la boca de Eva, qué tragó con verdadera fruición, hasta sorberle todo el flujo seminal de los huevos, dejándole qué no se podía ni levantar.

- Eva, cómo sigas haciéndome mamadas, me vas a dejar seco y me acartonaré.

- Uy, mi Señor, no diga esa cosas....jejejejeje.

- Jajajajaja....la verdad es qué me lo estoy pasando genial. Por cierto si descubres mi polla por algún lado me la das, qué no se donde la he puesto.

- Jejejeje......me encanta lo exagerado qué es Ud mi Señor.

- Exagerado yo?......mmmmm, bueno quizás un poco sí, pero todo gracias a tí.....y a tu boca......jajajajajaja.

Vislumbraron el postre y Eva se levantó para acercarlo un poco más. Natillas para empezar. Y después chocolates y tartaletas.

- Mi Señor, me gustaría tomar las natillas de su boca, podría ser?.

- Claro que podrá ser, preciosa. Pero antes enjuagaremos bien nuestras bocas con este vino. Así no se mezclarán los sabores. Ah y además quiero atarte las manos a la espalda y qué te sientes sobre mi polla, dejándola dentro de tí. Así te daré de comer el postre. Lo que chorree por tu cuerpo ahí se quedará, pero lo que chorree por mi cara o manos, lo lamerás tú.

- Genial, mi Señor. Venga átemelas fuerte y también por los codos, así quedaré más entregada a Ud mi Señor.

- Eva, piensas en todo preciosa. Muy bien, así te ataré. Trae dos cuerdas del armario aquel. Ah y ya de paso, en el estante superior hay una caja gris. saca dos campanillas con pinzas pequeñas de cocodrilo. Serán para tus pezones.

Eva se levantó y fue hacia el armario y vio las cuerdas. Cogió un par de ellas y se las puso al cuello. Vio la caja gris y vio las campanillas con las pinzas cocodrilo y eligió 2 de color azul intenso y eléctrico. Las probó a abrirlas y supo que le iban a doler mucho, así qué esas serían las ideales. Cerró el armario y se acercó de nuevo ante su señor y le entregó las campanillas en primer lugar, para qué se las colocara. Y las cuerdas las dejó sobre su cuello, porque así él las tendría a mano.

El director, hizo aflorar más y más un pezón y lo mordió con la pinza, dando un brinco Eva, ante el mordisco de la pinza. Pero se dejó poner la otra pinza, aunque con la misma sensación. Acto seguido, se quedó de espaldas a él, para qué le atase los codos y las muñecas. Eva se sentía volar de sensaciones tan extrañas y maravillosas al mismo tiempo.

Una vez atada muy fuertemente, abrió las piernas y se acopló sobre la polla de él, dejando que resbalara por su lubricada vagina hasta tocar con sus nalgas, las piernas de su señor.

- Cómo te sientes ahora, preciosa Eva?.

- Genial, mi Señor. Y con ganas de probar el postre del modo qué más le apetezca dármelo Ud.

- Te duelen las pinzas cocodrilo?.

- Mucho mi Señor, pero me alegra poder tenerlas puestas para Ud mi Señor.

- Perfectamente. A tomar el postre los dos, pues.

Y el director probó las natillas y le supieron de maravilla. Cuándo parecía que la iba a dar a ella la siguiente cucharilla, la pasó por sus labios y retirando la mano, también se la comió él, dejando ansiosa y con un gesto humillado el rostro de ella. La siguiente, sí se la acercó, pero a mala idea se la puso por encima del labio superior y pringándola toda la nariz.

Eva, mientras movía lentamente las caderas sobre la polla, intentaba cazar alguna de las porciones qué le tocaba recibir, pero hasta el momento no había tenido demasiada suerte. Una de ellas y ante el avance confiado de él, lanzó su boca hacia la cuchara y logró zamparse su primera ración. Y mientras la degustaba, movió sus caderas para qué la polla siguiera estando tan dura cómo una estaca. El director, sonrió al ver cómo su sumisa no se daba por vencida y así jugó todavía más con ella, hasta que decidió un juego nuevo.

- Eva, tus raciones las tendrás qué tomar directamente de mi boca o no tendrás postre.

Eva asintió sonriendo, pues eso aún la apetecía más. Y acercó su boca ansiosa y jugosa a la de su amo y de ahí tomó sus raciones, sintiéndose la chica más feliz del universo.

Durante, media hora estuvieron jugueteando con todos los tipos de postre, qué ella tomaba ya de la boca de su amo. A veces ya masticado y todo, cuando se trataba de bombones o bollería. Pero, para Eva eso era genial y divertido y no paraba de reírse, cuándo se liaban y empezaba a chorrear por sus barbillas.

Eva, hacía sonar las campanillas casi de un modo continuo, pues entre sus acercamientos para recoger su porción de la boca de su amo, cómo por su vagina qué se movía sin descanso, sus tetas se zarandeaban sin interrupción.

Los dos estaba embadurnados de hilillos variados de chocolates, natillas y babas. Y Eva seguía riendo y cabalgando, en esos momentos con mayor intensidad, porque veía el rostro de su amo lleno de placer y deseaba hacer qué se corriese lo más gratificantemente posible.

A los dos minutos, de cabalgarle más rápida y contumaz, su amo estallaba en una corrida monumental, qué Eva pensó para sí, llena de gozo, qué se le saldría la esperma por la boca.

Eva fue disminuyendo la presión con los músculos de su vagina para lograr que su amo siguiera soltando todo el torrente seminal almacenado en su interior. Y en cuánto se dio por satisfecho, Eva elevó sus caderas, hasta que la polla ya un poco flácida quedó colgando y soltando un hilillo de semen, que cayó sobre el muslo derecho de su amo y qué ella eficaz cómo siempre, lamió y tragó, para inmediatamente ponerse de rodillas entre sus piernas y terminar de extraer el restante flujo seminal de la polla. Y manteniendo la polla dentro de su boca, sin hacer un solo movimiento para evitar un desagrado por parte de él.

Unos minutos después, su amo la hacía levantarse y comenzó a liberarla de sus ataduras, aunque mantuvo puestas las campañillas en los pezones de un color rojo muy vivo.

- Mi Señor, podría comenzar a llamarle Amo?.

- No estás marcada aún, pero si te apetece, te lo permito.

- Gracias Amo. Jo, es genial esa palabra. Y poderle llamar así, mi Amo.

- Jajajajaja. Gracias por semejante honor, esclava mía. A cada segundo que transcurre me haces sentir mejor y mejor. Claro, qué seguro que cuándo te tenga qué azotar la vagina, el ano y la cara interna de cada muslo, de seguro qué ya no estarás tan feliz y risueña.

- Todo lo contrario Amo. Me sentiré muy feliz y orgullosa de que mi Amo y Señor, haya cubierto mi cuerpo con los latigazos del amor.

- Sinceramente, me tienes alucinado. Y has pensado ya, cómo y dónde te voy a colocar para azotarte esas zonas?.

- Ya se cómo puede hacerlo, Amo. Me permite que prepare yo el escenario?.

- Me encantará qué lo hagas y me sorprendas, esclava. Adelante, prepara el escenario ese. Mientras tomaré una copita, sólo para mí, hasta después de que te haya azotado, está claro?.

- Claro que sí, Amo.

Y ante la mirada cómo hipnotizada del director, Eva acercó una banqueta acolchada en cuero, de un metro de alta y con el asiento cuadrado de 30 x 30 cm, dejándola en una zona despejada de obstáculos. A continuación se fue a por otra cuerda y volvió recogiendo las dos cuerdas anteriores y se sentó sobre la banqueta, mirando a su amo, mientras sonreía.

- Bueno, explícate ya esclava, qué me tienes en ascuas.

- Es muy sencillo Amo, yo reposaré sobre esta banqueta, quedando apoyada en la zona lumbar. Ud me atará una cuerda en una de mis corvas y acto seguido, me hará elevar las piernas abiertas y pasará la cuerda por debajo de la banqueta, para atarla muy tensa en la otra corva. Después me hará doblar las piernas. Y cada tobillo y muñeca quedaran unidos por otra cuerda, qué también pasará por debajo de la banqueta. Y así me tendrá preparada con mi vagina y ano expuestos, al igual que la cara interna de mis muslos, pero además dispondrá de mi boca para descansar su polla. Y mis tetas y vientre para lo que le apetezca, Amo. Así después de ser azotada, me podrá follar en esas zonas sin tener qué moverme. Qué le parece, Amo?.

- Sinceramente, me has dejado perplejo, esclava. Sí no supiera que eres novicia en estas lides, diría qué ya lo hubieras hecho alguna vez. En fin, me place enormemente esa postura. Te ataré ahora mismo y mientras yo, me fumo un habano y me tomo la copa al tiempo qué contemplo a mi esclava favorita, en esa postura.

Eva, se limitó a sonreírle y aguardó a que su amo, la atase sobre la banqueta. Lo hizo con parsimonia y recreándose en el cuerpo expuesto de Eva. Le agradaba sobremanera esa chica.

- Estás deliciosamente apetecible, preciosa.

- Muchas gracias, Amo.

- No te molestará estar así, mientras te contemplo, verdad?.

- Para nada, Amo. Me encanta servirle de distracción y placer, Amo.

El director sonrió y le dio un par de pellizcos en los pezones y se separó para servirse más bebida y encender un enorme habano, con el qué pasaría cerca de media hora, antes de azotarla.

Dejó el enorme cenicero de cristal, sobre el vientre de Eva y su mano izquierda la acercó a los labios vaginales, qué estaban bastante humedecidos. Se limitó a separarlos y a hurgar suavemente en el interior. Los gestos de ella eran elocuentes y su mirada suave y tierna, parecían decir “Amo cómeme”.

Pero el director, sólo la acarició lo suficiente, cómo para qué ella comenzase a experimentar placer. Entonces sería el mejor momento para azotarla. Sabía qué era una crueldad, pero era lo mejor para ella. Así aprendería, para cuándo le sucediese con otros sádicos. Decidió qué usaría el mismo látigo qué para las tetas. La vagina y los muslos, le arderían de sensaciones fuertes, después de habérselos azotado. Entonces, la penetraría hasta qué ella, lograse comenzar a sentir placer. Y acto seguido se correría dentro de ella, sin dale tiempo a llegar al orgasmo.

Y así comenzó a azotarla la vagina abierta, mientras Eva resoplaba y hasta daba pequeños alaridos, debido a las sensaciones tan dolorosas que recibía. El director, alternaba la vagina con los muslos, sin darla tregua y haciendo que el dolor se fuera incrementando golpe a golpe.

Ya antes de finalizar los azotes, había colocado la polla dentro de la boca de Eva, por lo qué sus lamentos enmudecieron, al tiempo qué él sentía la erección dentro de la boca y se preparaba para sacarla y, nada más terminar de azotarla, clavársela en la vagina dolorida y escocida.

No tuvo que esperar más qué unos minutos y separándose de la boca, se clavó de un sólo golpe dentro de ella, qué la hizo soltar un alarido seco, para contenerse inmediatamente, pero entre enormes sufrimientos y odiosas sensaciones.

El director consciente del estado en qué se encontraba la vagina de Eva, la hizo gemir con salidas y vuelta a entrar de un solo golpe, para que sus escoceduras se agravasen más aún.

Y cuándo Eva, comenzaba ya a jadear de placer, el director se corrió dentro de ella, al tiempo que la abofeteaba las tetas fuertemente, por lo qué Eva gritaba de dolor, sin poderse controlar.

Pasados unos minutos la desató de aquella incómoda postura y la llevó hasta el baño, qué llenó de agua caliente. Después la hizo entrar en la bañera y la enjabonó todo el cuerpo y le lavó el pelo.

Dos horas después, con el pelo ya seco se fueron a la cama. Eva disponía de 3 horas para dormir y quedó dormida casi en el acto.

Cuándo el director la despertó, Eva estaba soñando con cosas agradables y se espabiló con algo de dificultad.

- Vamos, gandula, levanta ya y vístete. Un coche mío te está aguardando en la puerta para llevarte, ya qué para poder acceder a la urbanización hay qué estar reconocido y tú aún no lo estás. Una cosa más, Eva. Compórtate cómo si yo estuviese a tu lado. No le lleves la contraria y no regatees ningún producto. El elegirá en base a tu gusto, lo más asequible y bello para mí. Está claro?.

- Si Amo. No tendrá quejas de su sumisa esclava.

- Pues nada más, arréglate y sal ya. Luego, a la vuelta, me contarás cómo te ha ido. Aunque claro, antes abriré mi regalo en tu presencia.

Eva, meó, se lavó y bajó rápidamente hasta la puerta del hotel, en donde ya la esperaba un chófer y un coche fabuloso de color plata. Entró en el mismo, cuándo el chófer le abrió la puerta para qué entrara y se sintió de maravilla, en aquel enorme asiento de terciopelo azul.

El viaje duró cerca de hora y media, pero se la hizo corto, al rememorar todo lo qué había sucedido en el día anterior. Nada más llegar a las proximidades de aquella urbanización de super lujo, se quedó cómo embobada al ver las mansiones qué había a uno y otro lado.

El chófer, se identificó en 4 casetas de control y al final y después de recorrer casi 2 km llegaron hasta una enorme mansión oscura y silenciosa. El coche se detuvo en una zona de aparcamiento reservada para visitantes y Eva tuvo que recorrer a pie los restantes 50 m.

Llamó a un timbre y tras identificarse, la puerta se abrió y entró en la casa, con cierto sigilo y temor, pues nadie había abierto la puerta. Llegó hasta una enorme sala en donde aguardaba un hombre mayor, de aspecto siniestro, qué al verla la indicó que se acercase hasta él.

Eva, avanzó silenciosamente y en unas cuántas zancadas llegó hasta aquel hombre, a quién se volvió a presentar. Él le sonrió y su gesto se suavizó un poco, llegando a ser casi normal.

- Pase, señorita Eva. Ya hablé ayer con Don Carlos y sabía qué Ud vendría hoy, para elegir un elegante regalo, es así?.

- Sí Señor, justamente deseaba un conjunto de látigos de buena calidad, pero me gustaría poder ver de que tipos y calidades los tiene Ud.

- Nada más sencillo de agradarla, señorita, por favor acompáñeme hasta el sótano en donde tengo la exposición. Seguro que allí encontrará lo qué anda buscando.

- Muy amable, Señor.

Y bajaron hasta el sótano por un tramo de ancha escalera de caracol y llegaron hasta una enorme puerta de madera maciza. Aquel hombre abrió la pesada puerta, aparentemente sin esfuerzo y Eva pudo contemplar, algo angustiada, la gran cantidad de aparatos y objetos de tormento que allí se exponían.

- Señorita, qué le parece esta exposición?. Le asusta un poco, verdad?.

- Sí Señor, la verdad es qué impresiona un poco. Es todo tan tétrico.

- En eso consiste, preciosa. En causar terror y angustia. Pero no se preocupe, qué Ud viene a por otros aparatos. Veamos, mejor en aquella estantería. Sí, decididamente. Sígame.

Eva le siguió, ligeramente asustada de los aparatos y las maniquíes de látex, con excesivo realismo, qué había en cada uno de los aparatos. Y llegó hasta la estantería qué le indicaba aquel hombre, qué volviéndose a ella con una risita ladina, la pasó la mano izquierda por encima de sus hombros y la atrajo hacia él.

- Señorita Eva, está claro que estos látigos qué desea son para ser usados en Ud, me equivoco?.

- Bueno, yo solo deseo regalárselos a mi Amo, Señor. No sé si él querrá o no, usarlos conmigo, Señor.

- Da igual. En fin elija Ud misma según sus gustos y colores. Los qué me señale, yo se los mostraré de cerca y podrá tocarlos si lo desea.

- Muchas gracias, Señor.

Fue sacando látigos de diversas formas, tamaños y colores. Las texturas eran muy finas y a la vista estaban exquisitamente confeccionados. Eva se decidió por unos de color azul eléctrico y así se lo indicó a él.

Cuando los tuvo en las manos, apreció que eran una verdadera maravilla y qué definitivamente esos eran los qué deseaba regalarle a su amo.

- Quiero estos 5, Señor. Podrían ir en un maletín adecuado, Señor?.

- Por supuesto qué sí. Ha seleccionado un buen regalo, Eva. Su amo quedará muy satisfecho con la elección de su sumisa. Dispone de tarjeta de crédito, verdad?.

- Sí Señor, aquí tiene una visa oro, Señor.

Eva le entregó la tarjeta sin mostrar su dni y aquel hombre, la tomó de sus manos y la pasó por un lector de tarjetas. Su semblante cambió de la seriedad a una sonrisa qué se fue acentuando a medida qué por su cabeza pasaban algunos pensamientos perversos.

- Eva, la disponibilidad de esta tarjeta no cubre ni la cuarta parte del valor del producto. Tiene otra más?. Quizás entre las dos logremos completar la compra.

- No, Señor. Es la única que llevo. Pero tiene que haber mucho dinero Señor. No he tocado la tarjeta, más qué para el viaje.

- Pues es una lástima. Desea llevarse el regalo de todos modos, verdad?.

- Claro que sí, Señor. Pero podría decirme a cuánto asciende la compra?.

- Por su puesto. El total, con el maletín y otros detalles qué le regala la casa, asciende a 30.000 euros. Y su tarjeta tiene un límite de 12.534 euros en estos momentos. Por tanto, observará qué es bastante insuficiente.

- Señor, cuesta ésto, 30,000 euros?.

- Sí preciosa. Estas cosas son muy caras. Y tenga en cuenta, qué por ser la sumisa de quien es, le estoy dando un precio de risa. Este conjunto se vende aproximadamente por 50.000 euros.

Eva, se sintió alicaída al escuchar semejantes cifras. Y su tez se tornó ligeramente lívida, sin saber cómo reaccionar.

- Bueno, haré una excepción por ser quién es, pero comprenderá que yo gane mi dinero honrado, no le parece?.

- Claro que sí, Señor. Lo qué no se es cómo podré pagarle la diferencia. Sí puede aplazármelo hasta el mes que viene, entonces le pagaría el resto más los intereses negativos generados.

- Se lo aplazaré, pero a mi modo. Quítese toda la ropa y sígame en silencio.

- Señor, disculpe, pero no estoy presentable y no deseo desnudarme.

- He dicho qué se quite toda la ropa y me siga. Acaso su amo, no le indicó que no me llevara la contraria y que me obedeciera en todo?.

- Sí, eso es verdad, Señor. Pero no creo qué se refiera a lo qué Ud me obliga, Señor.

- Eva, no la estoy obligando. La estoy ordenando que se desnude y me siga. Y no se hable más.

Eva quedó blanca como la nieve, al escuchar el tono violento y altanero, con qué se lo dijo. Y tras pensarlo unos instantes, supo qué debía obedecerle sin oponer resistencia.

Se desnudó en silencio, con una vergüenza desmedida en ella. No era lo mismo desnudarse para ser azotada o violada, qué hacerlo para aquel hombre al qué había acudido para comprar sus productos, cómo regalo a su Amo.