Sexo y perversión en el Paraíso (1 de 3)

Eva, admite someterse a Carlos (director del hotel en donde se aloja) y sostiene con él encuentros perversos qué animan la animan cada vez más. Es la continuación de "Sexo en el Paraíso", pero todas las escenas son de alta violencia (NOTA para SENSIBLES). Espero que os guste. Sandra Raquel.

Sexo y Perversión en el Paraíso

Introducción

Es la continuación de “Sexo en el Paraíso”, pero con connotaciones de sexo fuerte y un alto grado de Sadomaso. Eva, decide entregarse al director del hotel y vivir una vida distinta pasando por cualquier tipo de perversión, tanto sexual, cómo sádica.

NOTA : Todo lo acontecido aquí es producto de la imaginación de la autora “Sandra Raquel”.

Sexo y perversión en el paraíso (1 de 3)

Eva, se sentía feliz de poder pertenecer ya, de algún modo al director del hotel. Y recordaba en silencio todo lo acontecido el día anterior. Pensaba qué en tan sólo dos días su vida había cambiado completamente y se sentía feliz de haber aceptado el trabajo que le ofreció esa mañana el mismo presidente del consorcio.

El director, también parecía un poco pensativo y ausente, mientras encendía un buen habano y con su mano derecha, acariciaba suavemente el hombro y el pecho desnudo de Eva, qué seguía a su lado, después de las breves pruebas de algunos aparatos.

  • Eva, estaba pensando en tí en este momento de impás. Y creo que deberías ir a ver a tus amigos, aunque han demostrado bien poco el término mismo, para averiguar por qué se han comportado así. No es qué me importe lo más mínimo, por supuesto. Pero se, qué a tí te vendría bien, para dejar de sentirte mal ante algo qué desconoces. No te parece?.

  • Sí mi Señor, la verdad es qué desearía saber el por qué de semejante distancia y alejamiento hacia mí. Pero si me lo permite, preferiría hacerlo un poco más tarde. Me gusta estar desnuda junto a Ud. Y me siento muy feliz de poder ser suya, mi Señor.

  • Eva, siempre tocas una fibra sensible dentro de mí. Me halaga enormemente que te sientas tan a gusto junto a mí.

  • Mi Señor, a una esclava incondicional como yo, le estaría permitido fumar?.

  • Te apetece fumar, Eva?. Quieres probar el sabor de este habano que acabo de encender?.

  • Me encantaría poder hacerlo, mi Señor.

  • Pues toma, dale unas cortas chupadas, pero no te tragues el humo, salvo un poco en la última calada. Sí te gusta, te permitiré fumar.

Eva tomó el puro que le pasaba el director y se lo acercó a los labios, realizando las caladas tal cómo él se lo había indicado y se sintió bien, al expulsar el humo azulado por su boca. Devolvió el puro al director y mirándole a los ojos, le sonrió gratificada.

  • Gracias mi Señor. Está buenísimo.

  • Bien Eva, desde este momento te permitiré fumar cada vez que estemos tranquilos y a solas. También lo podrás hacer en tu tiempo libre, claro está. Deseas que yo seleccione el tipo de puros que deberías empezar a probar?.

  • Se lo agradecería mucho, mi Señor. Me siento de maravilla. Jamás pude imaginar que se pudiese una, sentir tan equilibrada y feliz, mi Señor.

  • Me alegra conocer tu estado de ánimo. Así qué imagino, qué ya no sientes tanto pavor a estos aparatos, verdad?.

  • Les tengo pánico, para ser exacta mi Señor, pero junto a Ud soy capaz de volverlos a probar en cuánto Ud lo desee o decida. Aunque para ser totalmente sincera, aún prefiero más los azotes mi Señor. Me enseñará todas las clases de látigos que hay?.

  • Lo haré con mucho gusto Eva. Mira, mientras me fumo el puro, caminaremos por esta mazmorra y buscaremos cada látigo de los que tengo. Algunos son una verdadera obra de artesanía. Y te los iré mostrando sobre tu cuerpo. Creo que te encantará esta experiencia. Te agrada la idea, Eva?.

  • Oh si, muchas gracias mi Señor.

Eva, estaba feliz y cómo entontecida con su recién adquirido Amo, aunque jamás se lo dijese así. Pero el director debía de adivinar la devoción que ella le profesaba. Se levantó del sofá ayudado por las manos de Eva, aunque bien poca fuerza podía tener una jovencita de 55 kg de peso y 1,65 m, contra sus 90 kg y casi 2 metros de estatura.

El director llevaba unas bermudas y una camiseta de manga corta y en los pies unas deportivas sin cordones, mientras qué Eva estaba desnuda completamente, y se pegaba a su corpachón, dejando que el director tuviese su mano en la teta más cercana al pasar el brazo por sus hombros.

A Eva le gustaba estar desnuda y sentirse tan humilde y poca cosa la llenaba de orgullo hacia su señor.

El director, elevando la teta izquierda al tirar del pezón hacia arriba, quitó el exceso de ceniza del habano sobre la parte alta de la teta de Eva, que miró cómo lo hacía sin que hiciera el más leve amago de rechazo, hacia esa acción. Sintió un poco de calor, pero siguió abrazada a la cintura del director, con su brazo derecho.

  • Eva, alguna vez te han torturado con cigarrillos?. Es muy propio de estudiantes.

  • Nunca, mi Señor.

  • Pues lo probarás conmigo en algún momento, pequeña. Ya verás qué estremecimientos te producen. Jajajajaja. Pero por el momento, veamos mi arsenal de látigos, qué también pican lo suyo.

Eva, asintió sonriente mirándole a los ojos desde su posición baja. Sonrisa que fue devuelta por el director, pellizcándola el pezón.

  • Toma, sujétame el puro y dale unas caladas mientras abro ese armario. Ahí están todos los látigos buenos, bien colocados. Por cierto, que a partir de hoy mismo, uno de tus cometidos será adecentar y ordenar esta mazmorra, diariamente. Se que es un duro trabajo, pero se qué a tí te encantará tener limpia y ordenada la casa en donde vivirás momentos muy especiales.

  • Gracias, mi Señor. Será un honor y un placer para mí poderme dedicar a esta tarea.

  • Así me gusta que hables, Eva.

Mientras el director abría el armario y Eva miraba su contenido, sintiéndose maravillada de la visión, dio varias caladas al puro y se sintió genial.

El director le fue mostrando cada uno de los látigos que había en aquel armario. Todos estaban limpios y relucientes y Eva se los pasó por las tetas y los muslos, para sentir su caricia.

  • Mi Señor, son una delicia. Serán difíciles de mantener limpios, verdad?.

  • Es bastante tedioso su mantenimiento, es verdad. Pero te enseñaré cómo y con qué productos debes hacerlo. En cualquier caso, lo qué más trabajo te dará serán los aparatos de la mazmorra, pero claro al disponer de muchas horas libres, creo que te sentirás feliz de realizarlo. También a partir de este momento y en adelante, en esta mazmorra siempre estarás desnuda y descalza. Lo qué, cómo te imaginarás, supondrá que cuándo salgas de un aparato de agua no te podrás secar siquiera, salvo qué estés limpiando y ordenando.

  • Será un placer cumplir esa cláusula, mi Señor.

  • Así debe ser pequeño tesoro. Tienes que verte reducida a un poco menos qué nada ante los demás. Se qué es muy humillante, pero así es cómo lo deseo desde hoy y para siempre, Eva.

  • Entendido, mi Señor.

Siguieron caminando lentamente, aunque Eva aún llevaba el puro entre sus dedos de la mano izquierda y sin darse cuenta, dio varias caladas al mismo, expulsando el humo azulado para pasarle el habano después a su señor, sin qué este se sintiese mal por semejante acción. Más bien al contrario. Sabía qué Eva daría un magnífico juego de hoy en adelante, ante cualquier evento.

  • Eva debes saber aún unas cuántas cosas más. La primera es qué te enviaré a una clínica particular para qué te hagan un ligamiento de trompas reversible, de modo qué jamás puedas quedar encinta, hasta que te volvieran a operar. Espero qué me lo agradezcas esta noche después de cenar. También deseo comentarte que deseo que lleves una marca mía en alguna parte de tu piel. Existe el método de grabado con hierro de marcar y también el método del tatuaje. A mí me gusta más el de marcado con hierro candente. Qué opinas tú, Eva?.

  • Mi Señor, con respecto a lo la operación en cuánto Ud lo decida. Y con respecto a llevar una marca, pues sí a Ud le gusta con hierro, así es cómo también lo desearé yo, mi Señor.

  • Muy bien, muy halagado de tus respuestas, Eva. Ven vamos a tomar un sorbo de champán bien frío y dale un par de caladas a mi puro, mientras sirvo un par de copas.

Eva, cogió el puro entre los dedos de su mano derecha y contempló, mientras fumaba, al director sirviendo las dos copas y entregándole una a ella.

  • Brindemos por nosotros dos y una larga y estrecha relación.

  • Brindo por mi Señor, para qué goce con su esclava incondicional y sea feliz.

  • Brindaré por eso también. Chin....chin.

Y bebieron un largo trago de champán, qué estaba delicioso, dejando a continuación las dos copas en una mesita auxiliar. Y Eva le pasó el puro de nuevo, mientras se sujetaba las tetas con sus manos y se las ofrecía al director, para que limpiase la ceniza en alguno de ellos.

El director, sonrió y restregó la ceniza muy cerca del pezón derecho de Eva, qué se mantuvo quieta y tranquila, a pesar de qué esa vez si le quemó un poco la piel. Y cuándo la ceniza cayó al suelo, sin limpiarse el pecho de la ceniza se volvió a abrazar a la cintura de su señor.

Eva se sentía feliz de que su señor, le permitiese que fuera abrazada a su cintura. Era signo de que él se sentía a gusto con ella. Y Eva, le demostraría qué su fe en ella por parte de él, no se vería defraudada jamás, la hicieran lo que fuera. Incluso por su mismo señor.

  • Eva, sigamos el recorrido. He pensado que cuándo subamos a mi suitte te daré unos azotes allí mismo, así te sentirás mucho mejor. Lo haré antes de cenar los dos juntos. Me encantará verte recién azotada y sentada frente a mí. Y quizás, antes de acostarnos te vuelva a azotar. Esta noche dormirás marcada de latigazos, junto a mí.

  • Me parece genial, mi Señor. Muchísimas gracias.

Y siguieron el periplo, hasta llegar a la rueda en donde horas antes, Eva la había probado. En ese momento la veía menos siniestra y ni siquiera pestañeó ante las indicaciones qué le iba comentando su señor.

Eva, asimilaba rápidamente las indicaciones qué le hacía el director y asentía continuamente.

  • Mi Señor, cómo se logra qué el agua esté tan fría y tan limpia?.

  • Hay una depuradora debajo del vaso de la piscina y después de ser depurada, pasa por un circuito de enfriamiento. También, funciona con agua muy caliente. Ya lo probarás, preciosa. Ahora, creo que mejor te quitaré estas marcas, para qué puedas ir a ver a tus amigos, qué seguro estarán en la cala. Te parece bien?.

  • Sí, mi Señor. Sé que debo ir, pero sinceramente prefiero su compañía un millón de veces antes que a cualquiera de ellos.

  • Lo sé, pequeña. Lo sé. Pero debes afrontar tu realidad. Mientras estás atada y te aplico el líquido, te contaré más cosas sobre la vida qué te aguarda.

  • Lo qué Ud decida mi Señor.

Y Eva caminó junto al director, volviendo hasta la entrada a la mazmorra, en donde se dejó atar en aspa y luego dar un par de caladas del puro qué el director, ponía en sus labios. Expulsó el humo y se sintió de maravilla de estar desnuda, atada y expuesta.

El director se acercó con el frasco y la brocha y fue pintando de azul todo el cuerpo de Eva, en dónde tenía marcas. Y le contó algunas cosas que Eva asimiló, aunque en algunas no sonrió, debido a la crudeza qué le esperaba con algunas pruebas.

  • Eva, me voy a mear y a mirar mis mensajes arriba. Volveré en 30 minutos. Nadie entrará en la mazmorra, así qué tranquila. De acuerdo?.

  • Sí mi Señor. No se preocupe por mí, sabré esperar, mi Señor.

  • Muy bien, hasta luego pues. Te bajaré ropa y zapatillas.

Y Eva quedó a solas en la mazmorra, sin luz alguna, pues el director la había apagado al salir. Tan sólo la tenue luz que irradiaban dos braseros ya casi extinguidos. Sin embargo, no se sintió mal de estar sola, atada y desnuda. Sabía qué era una prueba de su Amo y Señor.

Mientras aquel ungüento iba haciendo desaparecer las marcas de su cuerpo, pudo pensar en lo qué había sido su vida, hasta ese mismo día. De su infancia apenas recordaba algo. Al ser huérfana, esos años se habían evaporado de sus recuerdos. Después en el instituto sí. Allí había logrado estudiar un montón de materias y además relacionarse con chicos y hasta hacer pequeñas guarrerías con algunos de ellos. Y en la universidad, había logrado alcanzar la meta qué se había trazado. Sin embargo, una vez licenciada en Imagen y sonido, no había tenido éxito para encontrar un empleo digno, por lo qué había optado por aprender idiomas. Y también alcanzó esa meta. Hablaba Inglés, Francés e Italiano sin problema alguno. Y el alemán, lo chapurreaba bastante. Sin embargo, tampoco la suerte logró que encontrase un buen empleo, salvo el de fotógrafa auxiliar para una revista del corazón. Y un sueldo miserable, para remate. Y ahora estaba desnuda y entregada a la perversión de su cuerpo y quizás de su vida, pero al menos se sentía llena de haber alcanzado esa fantasía oculta. Quizás se arrepintiera de esa decisión, pero al menos algo de lo que ella deseaba se estaba empezando a cumplir.

Sintió pequeños calambres en los brazos y llegó a la conclusión, de qué el tiempo había rebasado la media hora con creces. Además las brasas, se habían extinguido, por lo qué la oscuridad era total. Y estaba empezando a sentir frío. Quizás su señor, se hubiese tenido qué quedar en su despacho por alguna razón y no deseaba enviar a nadie a por ella. Eso le parecía bastante lógico, ya qué su señor no deseaba qué alguien supiera de ella, más qué la directora Lidia y él. O quizás estuviese reunido. No importaba, ella era de su señor y le esperaría el tiempo qué fuese necesario, en total sumisión.

Para quitar los pequeños calambres de los brazos y entrar de paso en calor, tiraba de sus muñequeras e intentaba flexionar los brazos, subiendo su cuerpo. Pero apenas lo lograba, ya qué sus muñecas eran el único soporte por arriba, sin qué pudiese ayudar de las manos. Pero al menos los calambres fueron remitiendo, aunque no así el frío qué la hacía tener la piel erizada.

Transcurrió otro enorme espacio de tiempo y cuándo ya comenzaba a desesperarse, se encendieron las luces y apareció su Amo y Salvador. Eva creyó correrse del placer qué le produjo su presencia en aquel instante de ansiedad.

  • Lo siento, pequeña. Una reunión me secuestró hasta hace un rato. Han pasado seis horas, pero pareces estar bien, verdad?.

  • Sí, mi Señor. Muy feliz de verle por fin.

  • Me alegra esa alegría. Te he bajado ropa, porque de seguro aún encontrarás a tus amigos en la cala. Al menos me han dicho qué estaban por allí. He avisado a un hombre de confianza para que te siga discretamente y entre contigo a la cala. Deseo evitar cualquier incidencia contigo. También deseo qué no te demores demasiado. Ahora son las 7 de la tarde. Te espero antes de las 9 en mi suitte. Cenaremos allí, aunque antes......en fin, ya sabes, verdad?.

  • Oh, gracias mi Señor. Sí, lo sé perfectamente y estoy ansiosa por verle disfrutar a Ud mi Señor.

  • Bueno, lo lograrás casi de seguro. Ahora vístete en cuánto te desate las manos, porque los tobillos ya están libres. Y cuidado no te caigas. Debes estar entumecida.

Eva asintió, con una sonrisa gratificante y tras dar unos pasos vacilantes, salió deprisa del hotel sin ver a nadie, pero estaba segura de que alguien la estaría siguiendo.

Llegó a la cala, algo sofocada. Se quitó la ropa en la caseta y la dejó en una taquilla y se acercó hasta el chiringuito, en donde descubrió a los tres y otra chica qué hacía tontadas con Lolo, mientras Manuel y Susy, estaban muy distraídos besándose descaradamente. Y se acercó rauda y veloz.

  • Hola Manuel. Hola Susy.......y Lolo. Qué os contáis?.

Se volvieron cómo electrizados al escuchar su voz.

  • Qué haces aquí?. Te ha dado permiso tu chulo?. O te envía a cobrar algún servicio?.

  • Manuel, no te entiendo. Hace menos de 20 horas eras el tío más feliz a mi lado. Sin embargo ahora me insultas y además tu y vosotros dos, me habéis dado de lado. Vaya amistad más gratificante. Se puede saber el por qué de vuestra actitud?.

  • Además de puta, eres cotilla. No quiero saber nada con una zorra cómo tú. Vete con tu chulo de mierda y ojalá se le vaya la mano y te deje inválida.

  • Manuel, me has defraudado. Lolo, Susy qué es lo qué ha sucedido, para qué me tratéis así?. Qué os ha contado este elemento.

  • Mira Eva. Sabemos de tu traición hacia Manuel. Le has dado con la puerta en las narices, por irte con ese tío. Podrías al menos, haberlo hablado con él. No te parece?.

  • Eso os ha contado?. Jajajaja. Qué cínico eres Manuel, me alegro no tener que seguir ya contigo. Eres el tío más falso y rastrero qué he conocido en mi vida. Pero, como nos dijo Lolo a todos, ayer. La confianza en los demás es lo importante y el contarse todo, esencial. Susy, Lolo, vosotros también habéis fallado. No sois dignos de tales predicamentos. En fin, ya veo qué aquí no pinto nada. Pero me habéis defraudado. Adiós y hasta nunca.

Y sin aguardar más y sin atender a las súplicas de Lolo, que había estado callado todo el tiempo, se dirigió a la caseta, se vistió y salió de sus vidas para siempre.

Camino del hotel, se fue relajando más y más y cuándo ya llegaba, se comenzó a sentir feliz de poder estar de nuevo junto a su amado Amo y Señor.

Entró en el hotel y atravesó el hall dirigiéndose al ascensor privado. Tecleó la combinación qué le había dicho su señor, porqué así no había paradas intermedias y se quitó toda la ropa, descalzándose también.

Cuándo las puertas del ascensor se abrieron, se encontró en la suitte y dejó la ropa sobre una mesita de rincón. Y enseguida vio a su señor, sentado en el sofá leyendo un libro.

  • Buenas tardes mi Señor, ya he regresado. Deseo no ser inoportuna, mi Señor.

  • Hola Eva. No te esperaba tan pronto. Pasa preciosa, ven siéntate junto a mí. Enseguida te caliento, pero siéntate y cuéntamelo todo. Quieres beber algo?. Quizás de mi copa?.

  • De su copa, si me lo permite mi Señor, me sentiría muy halagada. Gracias, mi Señor.

Eva se sentó junto al director y se dejó abrazar con la mano de él, arrebujándose en su cuerpo. Y se sintió segura de nuevo. El director le acercó su copa y se la puso en los labios para que bebiera un sorbito. Y Eva sintió el fuego revividor dentro de su cuerpo y agradeció el gesto de su señor, con un beso en el dorso de la mano que tenía sobre su pecho izquierdo. Y le contó todo lo que había logrado hablar con sus amigos. Y además le contó, qué había roto con ellos definitivamente.

  • La verdad es qué ese Manuel es un poco canalla. Y te insultó?.

  • Sí, pero ya no me importa, mi Señor. Ahora estoy ya con Ud y nada de lo demás tiene una mínima importancia, mi Señor.

  • Vale, zanjado pues ese asunto. Anda coge uno de estos puros pequeños y enciende uno para los dos. Nos lo fumaremos a medias y compartiremos el licor, te parece bien?.

  • Claro que sí, mi Señor.

Y Eva alargó el brazo alcanzando una caja con 6 puros y después de morderle la punta, lo calentó con una cerilla larga de madera para prenderlo a continuación, mientras el director asentía ensimismado con su joven sumisa.

Dio dos caladas fuertes y expulsó el humo, para a continuación dar otra calada más larga y aspirar el humo y expulsarlo lentamente después, al tiempo que le pasaba el puro a su señor.

  • Lo has encendido perfectamente y tira bien. Está muy bueno, si. Anda, desabróchame la bragueta, saca la polla y acóplala dentro de tu vagina. Así estaremos de frente, mientras hablamos y fumamos. De vez en cuándo haces una elevación y un descenso, pero despacio, para poder sentir placer sin correrme. Deseo que dure un buen rato.

Eva, le dio un montón de besos en la mano y acto seguido, se aprestó a bajar la cremallera y sacar la polla enorme de su señor y dándola un suave beso con los labios, se puso de rodillas a ambos lados de él y dejó que la polla se deslizase dentro de ella.

Se movía despacio y cada poco rato, sobre la polla que se deslizaba como la seda dentro de ella, mientras él le acariciaba los pezones lenta y metódicamente. A veces avivaba el puro soplando hacia sus tetas o vientre, pero a Eva le encantaba que lo hiciese.

  • Mi Señor, me gustaría hacerle un regalo especial.

  • De qué regalo se trata?. Me encanta qué me hagan regalos.

  • Me gustaría poder regalarle un estuche de látigos bonitos, mi Señor. Sabría Ud dónde podría adquirirlo?.

  • Sería un gran regalo, la verdad. Se del lugar apropiado, pero debes saber que cuestan mucho dinero. Sin embargo, con la simple idea, ya me siento bien y agradecido.

  • Gracias, mi Señor. Pero aún así desearía poder hacerlo.

  • Está bien, te indicaré la persona qué te lo aportará. Mejor aún, acércame el teléfono le llamo ahora mismo y le digo qué mañana por la mañana te acercarás a comprarme esos látigos. El sabrá aconsejarte y te ofertará lo mejor a buen precio. Si esperaras a fin de mes, ya tendrías dinero para poderlo pagar.

  • Mi Señor, es qué me gustaría regalárselo lo antes posible. Hay algún modo?. A crédito quizás?.

  • Bueno, tu ve mañana a la dirección qué te de y lo hablas con él. Hablas inglés?.

  • Si, mi Señor. Y también francés, italiano y un poco de alemán.

  • Anda, eso no lo sabía. Así qué eres una políglota. Interesante saberlo, preciosa. Nos vendrá muy bien para nuestros viajes o bien, para cuándo lleguen invitados de nivel. Mañana irás a la dirección que te de y preguntas por Mr. Prister. El sabrá atenderte. Vaya con mi Eva, jajajajaja.

  • Muy agradecida mi Señor.

Eva le pasó el teléfono, mientras seguía elevando y bajando las caderas, notando la inflamación de la polla dentro de su vagina encharcada de flujos. Se detuvo, para que su señor pudiese hablar tranquilamente con aquel hombre. Y se echó sobre él, para que pudiese hablar sin distraerse. Notó la mano derecha de él, acariciarla la espalda y se sintió volar de sensaciones placenteras.

  • Mr. Prister...un placer saludarlo.

.....

  • Sí, mañana le enviaré a mi protegida qué desea regalarme un buen juego de látigos. Ya sabe Ud de qué tipo deberán ser.

......

  • Sí, perfectamente.

......

  • Por supuesto que sí.

......

  • Si, claro. Sin problema alguno, lo que sea.

.....

  • Eva Rodríguez. Es española, pero habla perfectamente su idioma, así qué no habrá problema alguno.

.....

  • Ud mire lo qué puede sacar de la tarjeta de ella y lo demás lo apaña a su mejor criterio.

.....

  • Ok, un saludo.....bye.

  • Ya está todo arreglado, te aguarda mañana a las 9 de la mañana. Verás qué maravillas tiene allí. Ponte erguida de nuevo y sigue moviéndote, que se me enfrían los huevos.

Eva, se incorporó de nuevo y siguió con el juego de sus caderas sobre la polla, qué rápidamente volvió a recuperar la dureza y sentir su señor placer, según le escuchaba jadear. Le tomó las manos y se las colocó sobre los pezones inflamados, al tiempo qué él la sonreía y se los retorcía fuerte y lentamente, provocando ahora los jadeos en ella, qué no cesaba ya en su movimiento de caderas.

  • Sabes una cosa, pequeña?.

  • Qué es, mi Señor?.

  • Pues, que vas a tener que ir marcada de los latigazos de esta noche. No nos dará tiempo por la mañana, de hacerlos desaparecer.

  • No hay problema alguno, mi Señor. Iré marcada pues. Me pondré una blusa de manga larga y el pantalón vaquero, así no se notarán, le parece bien mi Señor?.

  • Una estupenda idea, es verdad. Bueno acelera el ritmo que deseo correrme dentro de tu vagina.

Eva asintió y comenzó a cabalgarle con un método suyo, qué en menos de 2 minutos lograba que su señor se agarrara a sus tetas violentamente y estallara en un delirio de placer estremecedor.

Cuándo comenzó a serenarse, Eva qué no se había separado de su polla, sentía la enorme lechada que la corría por dentro de su cuerpo y se sentía gratificada de haber logrado el placer de su Amo y Señor.

Unos cinco minutos después se fue separando lentamente, para evitar provocarle el menor dolor y en cuánto estuvo fuera de su polla, acercó su boca y con la lengua limpió toda la esperma contenida en el glande y sobre el pubis y los testículos, dejando todo limpio y fresco.

  • Un placer tenerte, preciosa. Haces del sexo un paraíso. Me siento encantado de haberte podido conocer y ahora tenerte conmigo.

  • Muchas gracias, mi Señor. El placer es de esta humilde sierva qué hará lo imposible para agradar a su Amo y Señor.

  • Muy bien preciosa, es la hora de flagelar este lindo cuerpito tuyo. Y comenzaré con los muslos, por delante y por detrás, con esa fusta qué tienes a tu espalda, sobre la mesa.

Eva, se giró y recogió la fusta. Era preciosa y muy fina y flexible. Y se la entregó a su señor sobre las palmas de sus dos manos en un gesto de respeto y sumisión total.

  • Gracias Eva. Quédate de pie frente a mí y coloca los brazos en cruz, con las palmas hacia arriba y no te muevas. Primero te azotaré la parte delantera de los muslos. Y después la parte trasera. 20 latigazos en cada parte. No quiero ni un sólo ay. Y menos aún que muevas los brazos. Te pondré una bola en cada mano. Sí se cae alguna, repetiré los azotes, comenzando desde el primero. Entendido?.

  • Sí, mi Señor.

Eva, con las piernas juntas y los brazos en cruz, se dejó poner las dos bolas, una en cada mano y aguardó el castigo en silencio. No creía que fuese capaz de no dejar caer alguna bola. Se relajó cuánto pudo, para asimilar cada latigazo sin pestañear.

Pero si, pestañeó y sus lágrimas saltaron de sus pupilas salvajemente, aunque a los 5 latigazos qué escocían mucho, aún no había movido las manos y tampoco se había quejado. Deseaba ardientemente ser atada, pero sabía que la crueldad estribaba en humillarla, lastimarla con rigor y que ella supiese asimilarlo todo desde dentro.

El director seguía flagelando los muslos por delante, que ya tenían más de 14 rayas muy rojizas. Contemplaba con una sonrisa maligna los estremecimientos de su joven sumisa. Y la seguía azotando con verdadero sadismo, hasta qué terminó la serie de 20 latigazos, entre el temblor de Eva en brazos y piernas. Respiraba aceleradamente y jadeaba sin cesar.

  • Muy bien preciosa, has superado la primera prueba. Toma bebe un trago de licor y prepárate para que te azote la parte trasera de los muslos, aunque esta vez te permitiré tener las manos sobre la cabeza. Pero ni un ay, ni mover los brazos, entendido?.

  • Si........si...mi....Señor.

El director comenzó a flagelarla la parte trasera de los muslos, con redoblada crueldad y Eva, apenas podía evitar el temblor en las piernas, qué al cuarto latigazo, sentía su piel en carne viva.

Desde la base de las nalgas hasta las corvas, estaba recibiendo aquel sádico tratamiento. Pero era lo que ella había buscado siempre. Intentó sacar placer de cada latigazo, pero sólo obtuvo dolor y un fuego que la quemaba sin poder evitarlo.

Llevaba soportados ya 13 latigazos, pero sus temblores eran tan acusados y su cuerpo se estremecía de tal modo, que el director, pensó si detener el castigo. Pero se dijo qué lo mejor era seguir azotándola y sin piedad. Las rayas que dejaba en la fina piel trasera de los muslos, eran verdaderos costurones sanguinolentos, pero no se había abierto herida, por lo que siguió en partes intactas hasta que al 20º latigazo, Eva simplemente se derrumbó, cayendo pesada cómo un fardo al suelo, pero sin haber soltado un sólo ay.

  • Te has comportado de un modo excelente, Eva. Me has gustado mucho. Aunque pareces un poco flojita. Esto era sólo el aperitivo, aún quedan muchos latigazos y en partes más sensibles aún. Deseas que te ate?.

  • Si, por favor, mi Señor, se lo agradecería mucho mi Señor, por favor siga castigando a esta simple sierva.

  • Vale, te ataré y quedarás ayudada por la cuerda qué colgaré de ese gancho. Claro que tendrás que enganchar tu la cuerda. Trae aquella banqueta.

Eva, aún debilitada en sus piernas y llorando sin consuelo, se levantó y se acercó para coger una banqueta acolchada y terminada en cuero. La cogió con gran esfuerzo y la aproximó hasta el lugar indicado por su señor.  A una indicación de éste, se subió a la banqueta, aún con cierta inestabilidad en sus piernas, qué estaban rigurosamente marcadas de los latigazos anteriores y ató a la cadena, la cuerda qué le pasaba su señor en ese instante. Quedando los dos extremos de la cuerda colgando. Eva, bajó de la banqueta, en espera de qué su señor la indicase algo.

  • Muy bien, cenaremos dentro de 2 horas, así que tendremos tiempo de dedicar un tratamiento refinado a tu cuerpo. Estás preparada?.

  • Sí, mi Señor.

El director, ató las muñecas juntas con varias vueltas de cuerda y tirando del otro extremo de la cuerda, las hizo pasar por encima de la cabeza de ella. La tensó bastante, hasta que sólo rozaba el suelo con las uñas de los pies. Eva quedaba colgada y muy tensada, con el fin de que los latigazos fueran más contundentes y dolorosos. El resto de la cuerda, la anudó a las muñecas de Eva, para qué no molestase.

  • Muy bien, preciosa. Estás sublime así. Ya sabes que vas a sufrir un poco más. Comenzaré por azotarte el vientre y después las nalgas, hasta qué el picor te parezca fuego. Con otro 20 latigazos en cada zona, será suficiente por esta noche. Y recuerda, nada de gritar. Debes soportarlo con dignidad.

El director se armó de nuevo con la fusta y ante Eva, se la restregó sobre el vientre, mientras ella se preparaba para la nueva serie de latigazos. Pero ahora, solo era cuestión de soportar el dolor. No tenía que preocuparse de mantenerse en pie. Y Eva, se sintió cómoda y ansiosa por recibir el castigo.

A partir del primer latigazo, Eva sabía qué eso era lo qué ella deseaba y ni protestó durante los 5 primeros azotes, qué por otra parte sí la hicieron retorcerse de dolor, marcando final líneas rojas entre el ombligo y la vulva.

El director, sabía que ella ahora sí lo soportaría mejor y decidió azotarla con mayor crueldad. Deseaba derrotarla, qué ella gritara, qué se rindiera o qué pidiera un descanso, qué él no le pensaba dar, pero Eva no protestó en los 20 latigazos, aunque sus resoplidos, lágrimas y contracciones anunciaran el espantoso dolor qué sufría en silencio.

Eva, se sentía fatal debido al inmenso dolor y escozor dejado por la serie de 20 latigazos. Pero por otra parte se sentía agradecida de semejante tratamiento por parte de su señor, de quién deseaba muchos más azotes y más crueles aún, aunque eso jamás se lo diría. Y ahora mientras se removía con las piernas, que cruzaba y descruzaba arrítmicamente, por las terribles sensaciones, esperaba los azotes en sus nalgas, qué estaba segura que pondrían a prueba toda su entrega.

La fusta era terrible en las carnes de Eva y sí además era manejada con destreza, podía resultar pavorosa. Y así era el caso con el director. Era muy experto en el manejo de la misma y sabía asestar cada golpe en el lugar preciso, sin tener que aproximar la fusta. Le gustaba principalmente, dar 2 azotes separados en unos 10 segundos, para después descargar 3 ó 4 muy seguidos y en la misma parte. De ese modo era demoledor el efecto de la flagelación y la víctima sufría una especie de espasmo múltiple.

El director era consciente de qué ese método no lo usaba nadie de sus conocidos en ese tipo de juegos. El lo realizaba así, precisamente por adiestrar más y mejor a su pupila. Y aunque disfrutaba haciéndola y viéndola sufrir, por dentro no le gustaba castigarla de aquel modo terrible.

Se situó a la espalda de Eva, que giró sus ojos inundados en lágrimas, para ver a su maravilloso señor, por el qué sería capaz de cualquier cosa. Y se preparó para un nuevo infierno en sus dos globos de carne. Sabía que sentiría mucho más dolor, pero estaba ansiosa, de qué comenzara ya el castigo.

Y no se hizo esperar. El primer latigazo, la cruzó la zona central de las nalgas y Eva soltó un bufido, aunque sin llegar a decir ay.

Los siguientes latigazos los recibió en la parte alta de las nalgas, entre enormes retorcimientos de ella y jadeos y bufidos continuos.

Cuándo el director, comenzó a flagelarla la parte baja de las nalgas, justo en la unión con los muslos, Eva no pudo evitar comenzar a temblar de un modo exagerado, retorciéndose de terror y sintiendo un dolor demencial, que la hacían llorar desconsolada y febrilmente.

Al 18º latigazo comenzó a resoplar de un modo como poseído y muy continuo. El director se percató qué en breve podría perder el sentido, así qué retardó un poco los tres últimos latigazos, para darla tiempo a serenarse en el lapso entre uno y otro.

En cuánto terminó la serie de los 20 latigazos, la abrazó desde atrás y la agarró las tetas fuertemente, pero sin hacerla daño, hasta que ella comenzó a serenarse un poco. Acto seguido, se situó frente a ella, que era un mar de lágrimas y la separó los cabellos pegajosos del sudor y las lágrimas, al tiempo que le acariciaba el rostro y la miraba enternecido.

Eva, sacó fuerzas de su interior y logró articular una media sonrisa, entre su respiración entrecortada y el sudor que invadía todo su cuerpo y qué se deslizaba desde sus axilas y cuello.

  • Eva, te has portado de un modo soberbio. Estás enfada conmigo?.

Eva, se lamió los labios resecos, para humedecerlos y poder hablar. Y aunque no logró a la primera articular una palabra coherente, enseguida fue capaz de hacerlo.

  • Mi Señor, jamás esta humilde sierva se sentirá disgustada con su Amo y Señor. Todo lo contrario, mi Señor. Le estoy muy agradecida de semejante tratamiento y atención, mi Señor.

  • Estás bastante marcadita ya. Prefieres qué lo dejemos ya?.

  • No, mi Señor. Estoy dispuesta a todo lo que Ud considere oportuno.

  • Muy bien, te dejaré descansar un poco, mientras enciendo un puro y preparo una copa. Para compartirla contigo, claro.

Eva, al final si pudo sonreírle abiertamente y asentir, sin apenas lágrimas, mientras el director destensaba la cuerda de la que colgaba y ponía las plantas de los pies en el suelo. Ya se sentía contenta de ser su víctima particular y mucho más de qué él compartiese hasta el licor con ella. Eso la hacía sentirse muy especial y maravillosa.