Sexo y amor

No estaban solos en casa, pero eso dejó de importar cuando él susurró en su oreja...

Entonces decidiste poner un alto al coqueteo intrascendente. Pusiste tu mano sobre mi hombro y me dijiste suavemente: "Nadie se va enterar"

Se me escarapeló el cuerpo, había gente en la casa, pero mi deseo era más grande que mi vergüenza, tu mano bajó a mi entrepierna, hurgaste debajo de mi falda, hiciste a un lado mis bragas y comenzaste a tocar mis labios vaginales, tus dedos se deslizaban con tanta facilidad,

¡Dios mío! Tienes manos mágicas - pensé.

Todo mi cuerpo empezó a contraerse, me di la vuelta y rocé mi cola intencionalmente contra tu miembro, estaba duro...

Lo palpé por el encima de tu ropa y ¡Dios! era un mástil por salir del pantalón, yo ardía por dentro.

Me seguiste tocando, sobabas mi clítoris y con la otra mano te desabrochaste la correa, bajaste el cierre y me lo restregaste en el culo, entonces pude tocarlo... ¡Estaba durísimo! Era suave al tacto, pero tan firme y tan duro que no pude reprimir las ganas de lamerlo... Me arrodillé y lo lamí, como un chupetín, 1, 2, 3 veces.... M-i-a-u ¡que rico! Sabía salado, lo envolví con mis labios y lo empecé a chupar, a succionar mientras te miraba.

Para ese momento ya estaba fuera de mí, nada me importaba. Te empujé a la cama, te sentaste y me subí encima tuyo, me acomodé perfectamente y poco a poco, despacio, comencé a bajar, me lo comencé a incrustar... Quería sentir cada sentir centímetro de tu pene dentro mío ¡¡Dios!! que delicia. Estaba tan apretado, tan mojado... Me sentía tan llena de ti... Y me senté hasta el fondo, me lo metí toditito, hasta los huevos...

Y estando adentro comencé a apretar y a soltar, apretar y a soltar...

Entonces me levanté de encima tuyo y comenzamos de nuevo, me volví a incrustar, me lo volví a meter, pero esta vez con más fuerza, sentía como tu pene palpitaba dentro de mí... Lo sentía latir... Lo sentía caliente, te sentía caliente, tus ojos, tu boca ardían...

En eso, me tomaste de las piernas, me cargaste, me recostaste en la cama, me abriste de piernas y te dispusiste a hundirme tu falo una vez más, pero esta vez a tu ritmo ¡Y que ritmo! ... Me diste una y otra y otra vez... Hasta que casi ya no pude sostener el orgasmo y te pedí que pares... Y paraste y nos besamos y comencé a moverme en círculos.... Y noté en tus ojos que sobrevenía el orgasmo, "para" - me dijiste.

Y nos besamos, y seguimos subiendo, el placer era cada vez mayor, esta vez ambos empezamos a movernos al mismo ritmo, todo tu miembro estaba dentro mío, estábamos unidos en una perfecta sincronía, y el placer aumentaba con cada movimiento.

"Mírame" - te dije

Y una corriente eléctrica nos conectó a ambos, era un orgasmo continuado, mi cuerpo vibraba completo, tus ojos brillaban y yo brillaba a través de ellos.