Sexo sin más
Por fin nos atrevemos a entrar en un local de sexo sin límites.
Pues si.
Al final fuimos, nos atrevimos, ella y yo. Dos amigos unidos por los relatos, por la lujuria y por la aventura.
Muchos relatos a medias, alguna quedada esporádica, citas por el Messenger, masturbaciones por teléfono.
La idea la habíamos hablado alguna vez, pero siempre hipotéticamente, nunca en serio, hasta que un día ella lo propuso: Ir a un local "liberal" que había en nuestra ciudad.
Las cosas arriesgadas no se deben de pensar mucho, así que no hubo tiempo de dudas y mi respuesta fue un si rotundo.
Ninguno de los dos tenía pareja estable, solo amigos o amigas con el famoso "derecho a roce" que tanto se lleva en estos días.
Fue un viernes a las 24.00 quedamos en la esquina de enfrente del local. La puerta estaba cerrada y, tanto la cristalera, como la propia puerta daban ese aspecto de "puti-club" barato y "roñoso"
Nuestras caras eran de nerviosismo absoluto, apenas nos dimos dos besos al encontrarnos. 28 y 32 años eran muy pocos para lo que íbamos a hacer, para lo que nos íbamos a encontrar, para lo que íbamos y nos iban a hacer.
Tania susurro con una sonrisilla nerviosa que debíamos de haber bebido algo antes. Yo asumiendo el papel de mayor y protector, le dije que si íbamos era para hacer y sentir todo, y que el alcohol no nos dejaría hacerlo al 100% .
Abrí la puerta y lo de "las damas primero" pasó a un segundo termino. Entré primero y Tania después.
Oscuro, tenue luz roja, música a lo lejos, olor a humo . Miro a Tania, me toma la mano, me sonríe nerviosa, sigue avanzando. Nos encontramos con un gorila que al vernos se cuadra en medio del pasillo y nos mira como diciendo que nos hemos equivocado. Nos saluda con un leve movimiento de cabeza y antes de que diga nada, me adelanto y, acercándome a el, le digo que es la primera vez que venimos, que si podríamos pasar. Nos estudia con la mirada y se detiene en mi morena acompañante.
Nos dice que si, pero que está prohibido entrar con cámaras de video y/o fotos señalando un cartel que lo anuncia.
Le digo que no llevamos nada y con un gesto me dice que me apoye contra la pared. Así lo hago y con un leve cacheo en lugares donde el sabe que puedo llevar algo, me da el visto bueno. A continuación mira a Tania, y con una casi imperceptible sonrisa, le hace el mismo gesto. Ella, supongo que inconcientemente, se da la vuelta, se apoya contra la pared y abre ligeramente sus piernas. Me pregunto si habrá visto muchas películas de policías.
El mastuerzo, le cachea en los mismos lugares que a mi, pero antes de acabar, le dice que se de la vuelta. Ella sumisa, lo hace y el le palpa los tobillos, sube hasta sus ingles por las costura de su vaquero ajustado, se las palpa, sigue por su cintura, la rodea con su mano, llega hasta sus pechos y con las dos manos, se los aprieta . no creo que el cuerpo de policía aprobase el cacheo que le hace durante 3 o 4 segundos. Tania me mira y yo solo puedo abrir los ojos, ella me hace un gesto mezcla de disgusto y de sorpresa (agradable?). El tío la toma por sus hombros y le vuelve a dar la vuelta, le toma por los hombros y se los acaricia, subiendo sus manos por su cuello hasta llegar a la nuca, donde se para e introduce sus dedos por su pelo suelto . Me parece oír y leve gemido espero que no sea el.
Nos dice que estamos limpios, que bajemos por la escalera de enfrente y que allí está la sala principal.
Así lo hacemos.
Mientras bajamos le digo a Tania, para romper el incomodo silencio, que si le ha molestado que el segurata la haya sobado tan descaradamente. A lo que ella me responde que no se lo esperaba, pero que estamos aquí y todo puede pasar, que está preparada para todo.
No me gustó su cara cuando ha dicho eso. No sé si estaba asustada y muy segura.
Llegamos a una sala redonda, grande, con una tenue luz blanca. A la izquierda hay sillones, mesas, sillas, sofás. En el centro parejas bailando y a la derecha una barra paralela a la pared, con un chico y una chica detrás. Nos aborda una mujer, cuarenta y pocos, delgada, atractiva, rubia, le saco un parecido a la protagonista de la serie "Sexo en Nueva York". Vestida como una encargada de un restaurante de cinco tenedores, nos aborda con un "hola" y una sonrisa en su rostro.
Nos dice que el portero le ha informado que venimos por primera vez y que ella nos va a mostrar como funciona "su" pub.
Nos dice que la primera copa es gratis, pero que después se pagan y no son especialmente baratas, que la parte de los sofás es para entablar amistades y trazar los planes. Si queremos bailar ahí está la pista y que se pueden pedir canciones, aunque pocos lo hacen. Al fondo se abre un pasillo donde hay unos ventanales grandes y amplios y detrás de cada ventanal una habitación.
Cada habitación tiene dentro muebles variados, cama, silla, mesa, potro, camilla
Cada mueble tiene encima una persona, hombre, mujer
Cada persona tiene a su alrededor, como mínimo otra persona.
Todas las personas están desnudas.
Taina me vuelve a tomar la mano.
La mujer nos dice que la única condición para entrar en esas salas es entrar desnudo, puedes ver, tocar, chupar, lamer, follar, pero siempre desnudo.
Al final del pasillo de los ventanales, hay una puerta cerrada. La mujer la abre y dentro solo hay una luz arriba, tenue. En el centro de una sala cuadrada hay una cama enorme, donde piernas, cabezas, penes, coños, tetas, manos, pies, pelos, se entremezclan.
Solo se escuchan jadeos. Los masculinos suenan más que los femeninos, pero creo que hay más mujeres que hombres en la cama.
Así nos lo confirma la mujer: Es la sala de las orgías, solo se puede entrar desnudo y siempre tiene que haber más mujeres que hombres.
Tania me sorprende y le pregunta por qué.
La mujer se gira y sonriendo le dice:
¿Tu no eres de las que opina que las mujeres dan más placer a su propio cuerpo?
Tania se ruboriza y sonriendo asiente. La mujer se gira hacia mi y me pregunta:
¿Entrarías en una cama donde haya más hombres que mujeres?
No me ruborizo, pero asiento con cara traviesa.
Con un leve movimiento de hombros da por concluida la sesión de dudas.
Cierra la puerta y se dirige a nosotros diciéndonos que ya conocemos todo su local y que ahora deberíamos beber algo.
Una vez en la sala principal, la mujer que dice que se llama Cloe, nos trae una botella de Champán y tres copas. Nos dice que tiene que seguir trabajando y que lo pasemos bien.
Tania y yo nos miramos y empezamos a fijarnos en la gente.
Me doy cuenta de que no hay gente joven, eso lo suponíamos, pero tampoco vejestorios. Enfrente nuestra hay una pareja de unos treinta y pocos, ella está gordita pero es bonita de cara, el n para de mirar a Tania. Le doy una lave patada en su pie y ella se gira para ver al hombre. El no aparta la vista, Tania tampoco. El hombre dice algo al oído de su acompañante y se levantan los dos.
Una vez delante nuestra es la chica la que habla, preguntando si se pueden sentar con nosotros. Tania dice que si sin pensarlo mucho. El hombre se sienta a su lado, es atractivo, delgado y alto. Ella se sienta a mi lado, es más bonita de lo que parecía de lejos.
Se llaman Juan y Ana, me da que no son sus nombres verdaderos, pero nosotros si decimos los nuestros.
Empezamos una conversación que creo que es típica en estos sitios: Si habíamos venido más veces, si conocíamos estos sitios, si éramos pareja, si estábamos casados, todas esas cosas. No recuerdo ni nuestras respuestas ni las suyas, mis nervios y la risa de Tania me hacían estar a todo sin enterarme de nada.
Entre las primeras risas, Ana empieza a apoyarse en mi rodilla y a tocarme la rodilla y el hombro. Juan a su vez, empieza a decirle a Tania algo al oído. Creo que desde hace unos minutos ya no existo para Tania.
Es extraño, siento una mezcla entre celos y excitación que no sabía que existía. La verdad es que es una sensación tan nueva como interesante.
Tania se separa unos segundos de el y me dice al oído que le ha propuesto ir a una de las habitaciones pero los cuatro. Cojo la copa de la mesa y la apuro de un solo golpe.
Me levanto, tomo a Ana de la mano y les digo que adelante. Juan se levanta, y tomando de la mano a Tania, comienza a caminar hacía el pasillo. Me extraña que dos parejas se levanten a la vez que nosotros y nos sigan.
Llegamos a una habitación vacía donde solo hay un sofá, azulón.
Entramos vestidos, pero Ana y Juan no tardan en desvestirse por completo, sus cuerpos son muy diferentes, el delgado, musculado, alto. Ella, regordita, muy bonita de cara, poco pecho y firme.
Los cuatro estamos desnudos, Ana toma a Tania por la mano y la sienta en el sofá junto a ella.
Juan se acerca a Tania y poniendo su ya crecida polla delante de su boca. Tania tiembla, Tania me mira, Tania mira como Ana ya tiene mi polla en su boca. Tania agarra con una mano la carne de Juan y comienza a mamarla. Las dos armas de los hombres no tardan en ponerse duras, muy duras. Tania ya no tiembla, solo chupa. Ana lo ha hecho más veces: me masajea los huevos mientras me la chupa con maestría.
Noto ruido en la habitación, giro la cabeza y veo a una pareja desnuda sentada en la silla de al lado de la puerta. Ella encima de el, follándolo con calma. Me excito mucho.
Veo a Tania masturbando con la mano el enorme pene de Juan, mientras le da lametazos en el glande. Noto como Ana para de comérmela y me hace girar y ponerme de espaldas a ella. Noto como me besa las nalgas y como pasas sus manos por delante para empezar a masturbarme. Noto como la lengua de Ana empieza a buscar algo en mi culo. Noto que lo encuentra y cono como empieza a lamer mi ano. Creo que me voy a correr.
Miro a la pareja de la silla, ella ha empezado a gemir con fuerza y el a sobarle sus tetas excesivamente grandes.
Ana para de darme placer. Tania la mira y para también.
Ana le dice a Tania que se ponga de rodillas en el sofá. Tania obedece y las dos muestran sus culos delante de nuestras pollas. Juan no espera. Se acerca al coño depilado de Tania y comienza a lamer y a meter su lengua por el. Yo, algo más desconfiado, meto dos dedos en el coño de Ana y noto que está mojadísimo. Bajo la cabeza y le doy varias lamidas. Está dulce, muy dulce, nunca había probado uno así. Me gusta y sigo comiéndole los bajos.
Ana me pide que se la meta, yo obedezco sin rechistar. Me gusta como entra mi pene en su sexo. Apretado y húmedo. Ana empieza a gritar. A sus gritos se les unen dos diferentes: Tania esta siendo follada a gran velocidad por Juan, y la chica de la silla esta gritando como una posesa.
Ana levanta una mano, la acerca a la cabeza de Tania, le tira levemente de los pelos hacia ella, gira su cabeza también y entre empujón y empujón, logra besarla y meterle su lengua en la boca. Los gritos de las chicas se ahogan ligeramente con ese beso. Tania sigue el juego y el morreo es escandaloso. Voy a correrme.
Ana me pide parar y paro.
Juan también para y nos ponemos los dos mirando a las chicas que se dan la vuelta. Se sientan en el sofá y se juntan mucho la una a la otra.
Ana toma la mano de Juan y lo acerca a ella. Tania le toma la polla y comienza a chuparla, cada 4 chupetones se la devuelve a Ana y ella da los mismos. Hasta que con un grito sordo, Juan se corre y le ha tocado a Tania que se lo guarda en su lengua y labios y se lo traga sin pensarlo. Tiene los ojos de una loca. Ahora me acerco yo sin que me llamen.
Hacen la misma operación, pero yo no aguanto tanto como Juan, vuelve a beber Tania, que me clava las uñas en mis nalgas.
Ellas se apoyan en el respaldo del sofá, cansadas. Yo me siento en uno de los brazos del mismo. Miro a la pareja que no ha parado de follar desde que entramos en la habitación. Ella sigue gritando como una loca en cada embestida de su pareja, mientras sus tetas no dejan de bailar al ritmo de yo que sé que música.
Ana se levanta y dice que va al baño, Tania se incorpora también y la acompaña. Nos quedamos Juan y yo. Hablamos de si nos ha gustado, de si repetiremos, de si Ana me la chupó bien y esas cosas que seguramente son comunes en estos sitios.
Continuamos mirando a la pareja. Una de dos, o el se ha corrido y sigue dentro de ella, o no se va a correr jamás y ella es la mujer más afortunada del mundo. No lo sé y no me importa. Pero a Juan si.
Se levanta y va hacía ellos. Coloca su aun húmeda y morcillota polla enfrente de la cara de la chica y esta entre grito y grito, abre los ojos y ve ese nuevo regalo que le ha dado Juan. No se lo piensa y comienza a chupar, la polla ahoga sus gritos, pero no del todo, ahora son más guturales. Comienzo a empalmarme otra vez.
Me fijo por primera vez en la ventana grande que hay enfrente del sofá y veo que hay cuatro o cinco personas mirando, vestidas, pero con cara de vicio, mucho vicio. Me pregunto desde cuando estarán ahí.
Hace ya cerca de diez minutos que Tania se ha ido y no ha vuelto. Me estoy poniendo nervioso y celoso y ya es una sensación que no me gusta. No es lo mismo verla a mi lado chupando pollas, que esté por ahí dándolo todo . Sin mi. Me levanto y me visto solo con el pantalón. Salgo de la sala diciendo a Juan que voy a dar una vuelta, intentando que no se me note mi preocupación. El ni siquiera me oye o ve. Las tetas de la mujer que le está chupando la polla, son más imponentes que mis palabras.
Busco por las diferentes salas. Hay mucha más gente que cuando entramos. No sé que hora es, pero debe de ser tarde. Hay más gente joven ahora. Me alegra saberlo, pero no encuentro a Tania.
En la sala de la cama hay tres mujeres, dos adultas de cerca de cincuenta y una joven de menos de treinta. Las mayores le están comiendo el coño a la joven a la vez se pueden oír sus gritos a través del cristal.
En la sala de la silla una chica de poco mas de treinta, esta masturbándose con un gran consolador, mientras varias personas, de pie, la miran mientras unos se masturban y otros solo se acercan a ella para verla mejor.
En la sala del potro, una mujer de más de cincuenta, y bastante gorda, esta apoyada, boca abajo, mientras una fila de siete hombres se la está follando uno tras otro.
En la sala de la mesa, hay una mujer, alta y muy bien proporcionada, boca arriba, abierta de piernas y con los brazos en cruz, con todo su cuerpo lleno de algo que parece nata o flan, o algo comestible, puesto que la mesa está rodeada de hombres y mujeres que lamen, muerden y comen de su cuerpo.
Mi polla vuelve a cobrar vida. La preocupación sobre donde esté Tania empieza a disiparse y lo que ahora quiero es follar a alguien . Creo que lo tendré fácil.
Llego a los baños, asomo la cabeza con timidez en el de las mujeres y pienso que menuda estupidez hacerlo con cuidado cuando todos estamos desnudos y con las piernas abiertas. Allí solo está Ana con un tanga puesto arreglándose un poco el pelo. Me ve a través del espejo y se gira sonriente. Le devuelvo la sonrisa y le pregunto por Tania.
Me responde que cree que está en la sala de las orgías. La miro con sorpresa y me dice que cree que la ha pillado el gusto a esto.
Ahora siento más celos que preocupación.
Ana me toma de la mano y salimos al pasillo, justo enfrente de la puerta de l habitación de las orgías. Antes de abrirla, noto dos manos en mi culo. Después del sobresalto, pienso que es Tania y me relajo, me giro y me llevo la (¿des?)agradable sorpresa de que no es ella. Es una chica, rubia, pelo largo y liso, delgada, preciosa, casi perfecta, cerca de los cuarenta.
Oigo a Ana decir que es Bea, una amiga del local que suele venir con ellos normalmente. Le voy a dar dos besos, pero ella se me adelanta y me da un morreo que casi me hace un lavado de estomago con su lengua. Me da un abrazo y noto que Ana me lo da también por detrás. Me empalmo mucho y aprieto las nalgas de Bea. Se ríe.
Ana abre la puerta y entramos.
Muchas piernas, muchos brazos. Nos quedamos de pie cerca de la pared. Busco lo que tengo que buscar. Encuentro a quien tengo que encontrar.
Tania esta presa por cuerpos.
Solo grita, solo gime, ojos cerrados con fuerza. ¿Le duele?, ¿Le gusta?.... no lo sé
Intento que mis ojos se adapten a la semi oscuridad que hay en la sala y poco a poco veo la escena:
Tania esta a cuatro patas, con un hombre debajo de ella taladrándole el coño, otro detrás dándole por el culo, dos pollas delante de ella, casi al mismo tiempo en su boca y dos chicas robándole las tetas. Hay tres chicas más (cumpliendo la norma de la habitación). Una gimiéndole el culo al "porculador" de Tania, las otras dos morreándose a los que están dándole pollas en su boca.
Tania grita como puede, cierra los ojos con fuerza, los abre mucho, hincha su cara con aire que toma, hincha su cara con las pollas que le entran. Se corre casi una vez por minuto. Los dos hombres de su cara, se corren casi a la vez, veo como sus corridas resbalan por las comisuras de sus labios. Noto como ella está en trance.
Me acerco con mis dos mujeres, una a cada lado de mi. La miro y me mira a los ojos, con sorpresa y con cara de arrepentimiento. Ana y Bea me bajan los pantalones y mi polla queda libre delante de su boca. No lo piensa, me la empieza a chupar sin miramientos.
Los dos hombres que la están taladrando comienzan a gritar casi a la vez y se corren. Ella cierra los ojos en un gesto entre el dolor y el placer.
No voy a tardar en correrme. Mientras Ana y Bea están al lado de Tania haciendo un increíble 69.
Me corro en la boca de mi acompañante.
Grito.
Los cuatro hombres están siendo limpiados por las restantes chicas.
Me desplomo en la cama.
Los hombres empiezan a irse, las chicas también. Me incorporo y le digo a Tania que deberíamos pensar en irnos.
Tania me mira y me dice que ella se queda un poco más.
La habitación empieza a llenarse de gente de nuevo. Entre ellos Juan y el chico de la silla, entre ellas, la chica de la silla y la gorda del potro.
La miro y me sonríe.
Me pongo los pantalones y salgo de la habitación.
Pido una cerveza en la barra.
Si que es cara si.