Sexo sin barreras matrimoniales - X

Cuando mi esposa, sonriendo, separó sus glúteos para que yo viese el enorme agujero que la gruesa polla de Pepe le había hecho al follarla tan salvajemente, y cómo desde ese cráter anal salía su espeso y abundante esperma, supe que ya nunca abandonaría su nueva vida sexual. Nuestro matrimonio ya no era de dos.

Pues ya me tenéis de nuevo aquí con todos vosotros, para contaros una parte triste de mi vida y otra muy gratificante que marcó definitivamente mi destino de mujer superliberal y autentica devoradora de sexo.

Como ya os ha contado Toni en Matrimonio muy Liberado IX, después de aquella noche orgiástica relatada en VII y VIII, nuestra vida de novios íntima cambió mucho. Fui para mi novio la puta que él quería, follaba como él quería y no me negaba a ninguno de sus caprichos, pero era “más que puta” solo para él. Por otra parte, empecé con mis tres amigas del alma a mantener relaciones sexuales constantes, abiertas y sin ningún tapujo, mi bisexualidad era totalmente manifiesta y también con Ana y poco a poco con otras mujeres que me fueron presentando, mis deseos sexuales lésbicos eran imparables y maravillosos.

Lógicamente, ya que yo follaba con las mujeres que quería, le di permiso a Toni para que también él follase con quien quisiese, lo cual le encantó pero el muy cabrón empezó a follarse antiguas amigas ya casadas y las nuevas que elegía también eran casadas. Cuando una noche entre polvos y risas le pregunté el por qué, me dijo que ya que el era un cabronazo conmigo, quería implantar los cuernos a la mayor cantidad de hombres posible, cosa que me alegró y comprendí de inmediato. Es lo lógico “a quien le ponen cuernos… cuernos devuelve”. No me diréis que como metáfora no está bien. Podéis leer más detallado esto en Matrimonio muy Liberado IX.

Pasó más de un año desde esa noche y nos casamos. Pasaron otros 14 meses y me quedé embarazada. Como comprenderéis, todos nosotros y los familiares estábamos muy contentos y como era la primera de las amigas que lo estaba, me convertí en objeto de atención, cuidados y sexo muy especial, no todas pueden tener sexo con una embarazada, empezar a chupar de sus pezones lo que me ponía a morir y todo eso. Pero como ya os ha contado Toni en el capítulo IX, un desgraciado accidente me hizo perder el niño y quedarme estéril, perdí a mi madre y poco después a mi padre. Estuve largo tiempo de baja y en tratamiento psicológico y no quise saber nada ni del mundo ni del sexo ni de nada de nada. Y como esta parte es para mí muy dolorosa, pues os ruego leáis el IX donde Toni lo relata muy bien.

El tratamiento fue muy largo y doloroso para los dos. Rechazaba a mi marido y estuvimos más de un año sin follar. Yo porque no quería y Toni porque se volcó a mi lado día y noche y compartió mi dolor. Jamás agradeceré lo suficiente a mi esposo el cariño que siempre me ha dado y la puta en que me ha convertido. Fui haciendo caso a la nueva psiquíatra y poco a poco fui cambiando aunque muy lentamente. Como el pobre Toni no me podía follar por mi culpa y no iba con otras, pues su pobre polla se “vaciaba manualmente” y ya sabéis lo que quiero decir. Pero una noche, al pasar del salón al dormitorio, vi a mi esposo en el váter haciéndose una paja por mi falta de sexo con él, me acerqué y le pregunté:

  • ¿Necesitas ayuda o puedes solo?

Con cara de sorpresa Toni se giró, la puso frente a mi y separó sus manos, así que me arrodillé ante él y me quedé un poco parada, mi bestia interior me decía “MAMA” y un no se qué me paraba. Cogí esa hermosa polla con las dos manos y poco a poco la empecé a chupar y lamer. Recordé de nuevo el sabor extraordinario de ella y la empecé a mamar. Cuanto más la mamaba más ganas me daban de seguir haciéndolo y metérmela hasta el estómago y al poco rato la mamaba como una loca, me separé un poco el batín y comencé a masturbarme al mismo tiempo. Tuve una corrida inmensa y poco después era Toni quien se derramaba dentro de mi garganta que glotonamente sorbía toda su leche. Mi esposo cogió con sus dos manos mi cara y me llenó a besos mientras me abrazaba con toda su fuerza. Al levantarme, le miré a la cara y le dije:

  • Gracias Toni por todo. Nunca podré agradecerte tu amor por mí y a partir de hoy ya podrás follarme cuando quieras, solo te pido un favor, que si en un momento tengo un bajón no me fuerces, y que no me produzcas dolor. Ahora solo necesito amor, mucho amor y sexo normal, mucho sexo y ver si así puedo volver a ser la mujer que a ti te gusta, aunque nos cueste un poco.

Mi esposo me abrazó tiernamente, me besó y me intentó introducir la lengua en mi boca pero aunque yo le devolví el cálido beso, no dejé entrar su lengua. Seguí yendo por casa desnuda tal y como me dijo la psiquíatra para aumentar mi lívido y con tacones de 10 y 12 cm (me había acostumbrado hacía tiempo a esas alturas) y dos o tres días más tarde, estando así, en pelotas y con tacones de ascensor, entró Toni a casa y fui lo primero que vio, y debí impactarle mucho porque su bragueta aumentó de forma rapidísima, se acercó a mí, me abrazo y me dio un beso salvaje que devolví, me puso su lengua en mis dientes y esta vez si abrí la boca, la recibí con alegría y le devolví la pasión con la mía.

No se anduvo por las ramas y menos con el hambre de sexo que tenía el pobre. Me cogió en sus brazos, me llevó a la cama, me tumbó y en un abrir y cerrar de ojos tuve su polla dentro de mi coño, ni yo ni él tardamos en corrernos y yo ya no quise parar, le cogí la polla y me la introduje en la boca, le hice una de las mejores mamadas de mi vida y le volví a ofrecer mi coño que no tardó en ser penetrado y dilatado. Tal y como habíamos quedado no me golpeó las tetas ni los muslos o el culo, fue un polvo brutal pero con cariño, amor y hambre, mucha hambre que por mis circunstancias habíamos tenido. El bombeaba su polla dentro de mi sacando y metiendo con rapidez y con fuerza mientras me besaba, me acariciaba y yo se lo devolvía con intereses. Tuve una corrida detrás de otra hasta que de nuevo él se derramó dentro de mi, dejándose caer sobre mi cuerpo y al poco tiempo ladeándose en la cama y abrazándome.

Yo no pude más y empecé a sollozar mientras nos besábamos:

  • Gracias Toni por tu amor y por tu paciencia, ya ves que hago todo lo que puedo para poder ser la esposa liberal que tu quieres. Perdóname todo lo que te he hecho pasar y te prometo que poco a poco volveré a ser la de antes. Ya ves que empiezo a comer más y espero recuperar pronto el peso perdido para que también mis tetas se levanten un poco y no las tenga como ahora.

  • Amparo, deja de decir esas cosas. Has pasado por mucho en el último año y tu y yo no nos casamos por pasión, sino por amor. Ese amor que siempre nos ha mantenido unidos y que estoy seguro nos mantendrá unidos siempre, hagamos lo que hagamos. Te quiero con toda mi alma y lo más importante de mi vida eres tú y solo tú.

  • Gracias Toni, sé que me quieres y sabes que lo eres todo para mi. Te prometo que desde hoy vas a conocer una nueva Amparo, quizás la Amparo que siempre has deseado, puta y liberada. Solo dame tiempo.

Y así quedamos los dos, unidos, abrazados y aunque no os lo creáis, me quedé dormida. Eso no lo cuenta Toni, me dice que no lo recordó al escribir el capítulo IX. Así que me dejó dormir y no me desperté hasta el día siguiente ¡y con un hambre! Y no de sexo, sino hambre, hambre, porque no cené, por lo que os podéis imaginar lo a gusto que desayuné y la cantidad que me comí.

Con mis amigas salía poco pero salía, y una tarde que fui con Pilar de tiendas (el mejor sitio para las mujeres) la acompañé a su casa y al llegar dejamos las bolsas y me tumbé en el sofá, Pilar se sentó a mi lado y me preguntó qué me apetecía tomar:

  • Un buen coño Pilar, un buen coño y si está rasurado como el tuyo, mucho mejor.

Me miró como si viese un fantasma y me dijo si aquello era de coña o si iba en serio (recordad los meses que estaban todos pasando hambre sexual por mi culpa) así que cogí su rostro con mis manos, acerqué el mío al suyo y la besé con suavidad primero, con intensidad después y con loca pasión unos segundos más tarde. Mientras nos besábamos nos íbamos acariciando por todo el cuerpo y como comprenderéis, terminamos en la cama. En los días siguientes pasé por las camas de todas mis amigas y poco a poco me fueron presentando nuevas mujeres “para ponerme al día”.

Empecé a salir con Toni y a ir de cenas, bailes, copas y todo eso. Nuestras relaciones sexuales se fueron haciendo más intensas y salvajes cada día que pasaba y pocos meses más tarde, la psiquíatra me dio el alta definitiva y también volví al trabajo y vi el cariño de mis compañeros al recibirme tan bien. Pero como dice Toni en su relato, yo estaba cambiando mucho y de manera muy especial. Había tenido mucho tiempo para pensar, para pensar en mi vida profesional, la familiar y la sexual y había tomado una decisión muy radical. Si Toni me quería puta, yo iba a ser la mejor puta que Toni pudo soñar.

Una tarde llamé a Silvia a quien no veía hacía semanas y quedé con ella en su casa. Al llegar estaba sola y me dijo que había enviado a su marido “a follar por ahí” y así estaríamos las dos solas y sin problemas para poder hablar de mujer a mujer. Estaba sexi y provocativa, sinceramente era mi ideal de mujer liberada. Moderna, falda corta, tacones altísimos, bien maquillada y un escote de muerte que mostraba más que generosamente sus preciosas tetas. Me preparó un café, unas copas y sacó dos maravillosos puros a los que tan aficionadas nos habíamos hecho.

Le expliqué todos mis traumas de miedo a liberarme al sexo múltiple, lo mucho que disfruté en la orgia de su chalet (leed los capítulos VII y VIII) y que quería ser una mujer liberada como ella y hacer feliz a mi esposo como ella hacía con el suyo y al mismo tiempo, gozar yo del sexo como nunca lo había hecho. Estuvimos hablando durante más de 4 horas y al final llegamos a un fabuloso acuerdo. Ella iba a ver en una orgía especial, hasta donde era capaz yo de llegar en una relación sexual “apartada de lo normal” y si yo superaba esa prueba, entre ella y su marido Ramón harían de mi la puta que yo deseaba, sin complejos, sin fronteras y sin limitaciones de ninguna clase. Quedamos para el sábado de la semana siguiente y cuando llegué a casa se lo dije a Toni y casi se me muere de un infarto. Por supuesto, estuvo totalmente de acuerdo.

Y llegó el gran día. El pobre Toni me preguntó si había que recoger a alguna amiga con su esposo para llevarles y yo le dije que en esa fiesta los únicos conocidos éramos él, yo, Silvia y su marido Ramón. Vendrían unos amigos suyos y no sabía nada más, y que yo sería “la reina del baile”. Si durante todos esos meses mi querido esposo creyó que yo estaba loca, ahora era el momento para internarme en algún sitio. Su cara me decía bien a las claras que no entendía nada, pero con ese amor tan grande que siempre me ha tenido y tiene (y que yo devuelvo), me llevó hasta el chalet y los dos entramos dentro pensando cada uno una cosa distinta.

Detrás de nosotros entró otro coche y aparcamos juntos. Del otro coche salió un chico joven, Raúl, de 21 años y el conductor, Pepe de 48, nos saludamos y entramos al chalet, allí dentro Silvia que estaba en pelotas, nos presentó a otra mujer de su edad (48) Rosa que estaba solo con una blusa abierta y que se estaban masturbando mientras bailaban. Me hizo una señal, me desnudé y dejé la ropa encima de un sofá y solo con mis altos tacones me acerqué a ellas. Nos besamos, empezamos a movernos al son de la música abrazadas las tres, y nos besamos, nos acariciamos, y nos masturbamos unas a otras. Sin pasión ni nada por el estilo, simplemente para irnos conociendo y las dos me demostraron, que a la hora de mover sus manos y sus dedos y de besar, eran auténticas profesionales, entre ellas estaba muy bien y sentía que la noche prometía.

Cuando nos corrimos las tres, Silvia nos invitó a sentarnos, lo hicimos juntas y de una caja de puros sacó unos medianos (posiblemente un nº 3), los cortó uno a uno y se los introdujo en su coño lleno de sus jugos, los encendió ella misma, se los volvió a introducir en el coño y nos dio uno para cada una. Miré a mi alrededor y vi que todo el mundo estaba en pelotas y nosotras éramos su centro de atención. Hubieron unos minutos de silencio, solo fumando esos maravillosos puros y escuchando la música, hasta que Silvia se levantó y más o menos dijo:

  • Hola a todos y gracias por venir. Esta puta que tengo a mi lado (se refería a mi) quiere ser verdaderamente una puta pervertida y convertir a su marido, ahí presente, en el segundo cornudo mayor de Valencia, ya que el primero es y será mi propio marido. He hablado con ella largo y tendido y le he dicho, que mi  marido y yo solo entrenamos putas dispuestas a toda clase de perversiones sexuales sin limitación alguna, excepto marcas permanentes y ha aceptado a pasar esta prueba que le hemos preparado esta noche, que solo será una pequeña muestra del entrenamiento que va a recibir. Veremos todos si aguanta, o vamos a perder el tiempo con ella ¿Estás dispuesta Amparo a ser casi tan puta como Rosa y yo?

Yo asentí con la cabeza y con una amplia sonrisa. ¡Por fin había llegado el momento que durante meses había soñado y estaba segura, no solo de que iba a aguantar lo que fuese, sino que además disfrutaría como una loca de los placeres que me diesen! Me ordenó que me levantase y me fuese al centro del salón y que delante de ellos, con el puro siempre en la boca, me masturbase y me tocase todo el cuerpo, quería ver si era capaz de excitarme yo misma delante de todos. Lógicamente no había problema, allí me puse y mientras fumaba ese cigarro, mis manos acariciaban todo mi cuerpo, me pellizcaba los pezones, me agarraba mis tetas y cada rato con una mano me iba masturbando.

Fue algo muy raro, pero vi a Rosa con los pezones duros y casi todas las pollas duras apuntando al techo y me dije que si era capaz de hacer todo eso solo acariciándome, lo iba a hacer mucho mejor. Me dejé llevar y poco a poco entré en un éxtasis que nunca olvidaré, todo mi cuerpo vibraba y se balanceaba sobre mis 12 cm de tacones, mientras un suave sopor me invadía, y un enorme calor subía desde mi coño a mi cerebro.

De repente, el jovencito que había visto entrar, Raúl, se puso frente a mí, me abrazó y empezó a bailar conmigo, yo notaba su maravillosa polla pegada a mí y su mano se posó encima de la mía que me masturbaba y así, entre los dos, tuve mi primera corrida. Me cogió con sus manos en mis glúteos y entre sus brazos (era fuerte) y me levantó para clavarme su polla mientras estábamos así, yo le ayudé, separé mis piernas, abracé su cuello y me levanté un poco más, noté su polla en la entrada de mi cueva sagrada y como entraba, entonces él me soltó y me quedé clavada, y yo hice lo mismo y me quedé totalmente empalada en su magnífica verga, casi no llegaba al suelo a pesar de mis tacones y era la primera vez que estaba tan clavada a una polla, pero antes de darme cuenta, otros brazos me rodearon desde atrás y noté otra polla en mi culo.

Supe que por primera vez en mi vida, iba a tener dos pollas dentro de mí y encima de pie, sin estar en la cama. Lo que no sabía es que detrás de mi estaba Pepe ni el tamaño de su polla, no de larga, la de mi marido era un poco más larga, sino de gruesa, sigo con la duda de si era más gruesa que la de Ramón y esta es enorme de larga y de gruesa. Puedo aseguraros que no he probado en toda mi vida golfa más de tres o cuatro vergas más gruesas que esa. Noté en mis tetas el abrazo de quien estaba detrás de mí y como me las estrujaba sin piedad y también notaba su polla apoyada en mi culo. Me hacía ilusión probar esas dos pollas dentro de mi y así en vertical, pero cuando vi a Silvia acercarse con el tarro de la crema, algo no me gustó. Silvia untó bien mi ano, notaba sus manos rozando mi culo para poner crema a la polla que tenía detrás, y como se acercaban tanto Ramón como otro que ahora no recuerdo y eso me extrañó.

Noté como separaban mis glúteos y como esa polla intentaba entrar dentro de mi culo y no podía, lo que me extrañó, porque yo estaba muy bien dilatada y encima llena de crema, los dedos de Silvia penetraron y me fueron dilatando un poco más. Me cogieron entre dos y esa polla volvió a intentar entrar, cosa que no pudo. Yo ya ahí me eché a temblar, si “eso” no cabía en mi culo tenía que ser enorme de gruesa, o lo que me querían meter no era una polla. Dado que no entraba, le dijeron a Raúl que se bajase un poco para bajarme así clavada y poner mi culo en mejor posición, y ahí, sí que me cogieron firme, me separaron los glúteos y el cabrón que tenía detrás me agarró por la cintura, pegó un salvaje grito y empujó… metiéndola toda de una brutal embestida.

La que gritó más salvaje que él fui yo. El dolor que aquella penetración me hizo no es descriptible. Recordad que yo estaba clavada por el coño con la polla de Raúl, lo que estrecha el ano y encima aquella pollón clavándose dentro de mi. Pero no contento, el hijo de su madre de Pepe, no tardó en dar varios empujones para dejarla bien clavada y así de esa forma, clavada yo de las dos pollas, me volvieron a poner vertical con lo que yo estaba abrazada por los dos machos, haciendo como que bailaba y con las dos pollas dentro de mí con un dolor que no se me olvidará nunca. Por supuesto, cuando grité el puro salió despedido de mi boca. Intenté mantener el equilibrio y para eso Silvia estaba allí, ¡siempre hay una amiga “buena” en la vida de una mujer!

Cogió el puro del suelo y me lo puso otra vez en la boca aunque tampoco me duró mucho. Me quitó los zapatos y si con los altos tacones intentaba, solo intentaba, mantener el equilibrio, descalza estaba suspendida en el aire, mientras mis lágrimas caían al suelo ¡joder como dolía!. Solo estaba sujeta por esas vergas que empezaron a moverse cuando entre los dos cogieron mi cuerpo y empezaron a subirlo y bajarlo, solo eran unos pocos centímetros, pero mi coño ya no aguantaba y mi culo ya no sabía ni donde estaba. Desde detrás, Pepe se agarraba a mis tetas y Raúl me besaba como un loco. Su boca y su lengua empezaron a calentarme y poco a poco me fui olvidando del dolor. Mi pobre marido vino para convencerme de quitarme ese tormento y le pedí que lo dejara estar así.

Silvia recordó a Toni que todo eso era “solo” el principio de mi entrenamiento como devoradora sexual, y que solo yo podía decidir si paraba o seguía. Toni no estaba de acuerdo y me dijo que salía sangre de mi culo ¡joder si lo sabría yo que tenía ese tronco dentro de mí!, y chocando con el de Raúl. Y yo le dije:

  • No te preocupes Toni, he venido aquí para ver hasta dónde puedo y quiero llegar. Tu me querías puta y viciosa y eso es lo que quiero ser, y esta noche quiero ver hasta donde llego. Estoy dispuesta a llegar mucho más allá de lo que tú has previsto, y quiero ser la hembra que en tus peores sueños sexuales has soñado. Vete, siéntate y mira.

Pero el muy cabrón de Pepe estaba salido. Sabía que me estaba haciendo mucho daño tanto enculándome como aplastando mis tetas, y con ellas agarradas, subiendo y bajando mi cuerpo para que se clavase bien en las dos pollas que tenía dentro de mi. Raúl le dijo que apretase más, que el roce de su polla con la de Pepe dentro de mis agujeros lo estaba matando de placer, y que había que hacerme pagar ese placer que me estaban contagiando. Y realmente yo ya me había corrido varias veces, estaba muy caliente y el dolor ¡bendito dolor! que me estaban produciendo, aún me ponía más caliente.

Estaban sacando de mi una vena masoquista totalmente desconocida para Toni y para mí misma. Estaba totalmente dispuesta a entregarme con todo el dolor que quisieran producirme, y he aprendido el inmenso placer del dolor, de la entrega sin miramientos, sin condiciones y simplemente como un objeto para usar. Francamente, yo disfruto más siendo usada por mis amantes, que ellos/ellas usándome a mí para su placer. Y como os decía, Pepe estaba fuera de si y dijo:

  • Mira puta, si crees que sabes lo que es tener una gruesa polla dentro de tu culo, no tienes ni puta idea de lo que vas a tener dentro de pocas semanas, no solo tendrás mi polla dentro de tu culo, sino la de otro más. Vamos a romperte el culo y antes de que te des cuenta, te meteremos dos pollas por detrás y una por delante, o dos pollas en tu culo y el brazo de alguien en tu coño. Vas a estar tan dilatada por tus agujeros que podremos poner dentro de ti lo que nos dé la gana, y en cuanto a ti, Toni, mira cabrón los cuernos que te estamos poniendo. No solo nos estamos follando de mala manera a tu mujer delante de ti, sino que estamos fabricando una mujer tan puta, que ya no serás nada para ella, solo otro más en su colección de hombres, con la diferencia que algunas noches dormirá contigo.

Yo estaba ya al borde del desmayo, pero aún tuve ánimos para decir:

  • ¡Sois unos maricones de mierda! ¿No sabéis follar a una mujer en lugar de insultar a su marido? Deseo vuestra leche cabrones de mierda!

Y mi cuerpo fue aplastado por Raúl y Pepe y yo me volví a correr, y también mis dos amantes unísonos, primero Raúl que dejó mi coño rebosante, y luego Pepe que llenó mis intestinos con su leche ¿Verdad amigos que es una mierda eso de que tengamos ahora que follar con condones sin poder llenarnos de leche, con lo maravilloso que es sentirla calentita y pegajosa? Al corrernos los tres, soltaron mis tetas y me bajaron hasta el suelo, pero me tuve que coger de Raúl, porque estaba mareada y no me sostenía.

Me llevaron hasta un sofá, Silvia o Rosa pusieron creo que una toalla encima del mismo y se acercaron para “arreglarme” el culo. Al ponerse Pepe delante de mi pude ver su polla, y a pesar que ya estaba “casi” relajada, produjo en mi un sentimiento de asombro, si era así relajada ¿cómo cojones había podido entrar aquello en mi culo estando tiesa? Y claro, recordé lo que le costó y lo que me dolió. Así que me limpiaron y Toni se sentó junto a mi cabeza y me acariciaba, cosa que agradecí infinito ¡pobre marido lo que estaba pasando! Después de limpiarme me separaron los glúteos y miraron asombradas mi culo, con la cabeza hicieron una señal a Toni y Toni fue a ver mi agujero. Luego me contó que no había visto nunca un culo como el mío de hinchado y dilatado. El agujero era enorme, superinflamado y con varias grietas de las que manaban unas gotas de sangre. Nada especial, lo que pasa es que al mezclarse con mis corridas y el semen, pues todo aquello había alarmado.

Me pusieron unas cremas, me dieron un suave masaje ¡maravillosas manos las de Silvia!, y tanto me relajó que me corrí de nuevo, encendió el apagado puro del suelo Silvia y lo puso en mis labios para que fumase, y me dejaron descansar unos momentos. Pasaron unos minutos que aprovecharon para comer y beber algo de lo que siempre había en la mesita del centro, y Carlos Luis vino a por su parte, es decir, a joderme. Me cogió de las piernas, me ladeo en el sofá y se las puso encima de sus hombros y sin nada más, su polla de unos 25 cm me la clavó en el coño de un solo empujón. Pegué un nuevo grito de dolor y mandé a tomar el aire el puro. Con su larga (que no gruesa) verga me estaba dando unos empujones enormes en el fondo de mi operada matriz (recordad mi aborto por el accidente) y le dije que no fuese tan bestia que me la iba a sacar por el estómago pero el me dijo:

  • Mira puta, a mi me han dicho que haga contigo lo que me salga de los cojones y sin ningún miramiento. Vamos a follarte hasta que quedemos agotados nosotros, no tú, y además ya lo sabes, cuando quieras que paremos y nos vayamos a casa, lo dices, te conviertes en una honrada mujer casada y ya está, pero mientras estés aquí, eres nuestra.

Y para demostrarme quien era el amo, empezó a darme fuertes manotazos en mis tetas, en mis glúteos y en mis muslos, que muy pronto empezaron a ser naranja, rojos y morados, al mismo tiempo que su polla hacía que entrase a tope y chocase con el fondo de mi matriz. Me estaba haciendo daño, me estaba humillando y jugaba conmigo… y sin embargo ¡yo empezaba a correrme de nuevo una y otra vez! Un grito de placer brutal salió del fondo de mi alma y mi cuerpo se estremeció del inmenso placer que estaba recibiendo, no sé cuantas veces me corrí como una burra hasta que lo hizo Carlos Luis y este, con una mirada de desprecio me dejó.

Tal y como yo estaba situada, me deslicé del sofá al suelo. Toni vino a levantarme y le hice una señal que no hacía falta, me encontraba bien en el frio suelo. Silvia se acercó a mí, me acariciaba, me besaba, y con una enorme sensibilidad empezó lentamente a masturbarme otra vez, y yo empecé a encontrarme de nuevo en la gloria, pero como el cielo no está al alcance de una mortal como yo, le hizo una señal a Ramón (su esposo), este vino tranquilamente, puso su polla fláccida frente a mí, Silvia me abrió la boca y en lugar de meter esa verga para que la mamase, empezó a entrar su orina ya que se estaba meando en mí. Cerré la boca y los ojos y me caía en la cara, hasta que lo que me cayó de verdad fue una bofetada impresionante de Silvia, jamás me habían pegado así (aún me duele ¡la hija…!) y su orden de que abriese la boca.

Entre asustada y miedosa, abrí completamente mi boca, Ramón se arrodilló delante de mí y me puso su polla junto a mis labios… para poder orinarse dentro con poca pérdida de líquido. Sus manos sujetaban mi cara y se orinó dentro de mi garganta hasta que su vejiga quedó vacía, mientras yo tosía y me atragantaba, se levantó Ramón y ocupó su lugar Silvia y pronto un rio amarillo salió de entre sus piernas dándome en la cara, abrí mi boca y penetró casi toda en mi interior. Y eso no fue suficiente, ya que invitó a todo el mundo a que hiciesen lo mismo diciéndole a mi esposo:

  • Toni, la puta de tu mujer se va a beber los meados de todos nosotros ¿vas a dejar que todos se meen en tu mujer y tú no?

Y naturalmente, también Toni se meó dentro de mí. No os imagináis la cantidad de orín que tomé esa noche y las ganas de vomitar que tenía. El sabor era horrible y además el calor del líquido lo hacía aún más insoportable. Pero Silvia aún me quería arrastrar más allá, Carlos Luis se había ido al baño a defecar y le dijo que cuando terminase no se limpiase el culo, que eso se lo haría yo. Me levanté airada pero una sola mirada de Silvia fue suficiente, Carlos Luis salió sonriente del baño, se plantó delante de mi y se abrió los glúteos para que viese bien que su culo no estaba limpio. Nadie decía nada pero la mirada de Silvia lo era todo, me arrodillé frente al trasero de Carlos Luis, me lo pensé unos instantes pero metí mi lengua en su culo y empecé a limpiar, sorber y comer todo eso que vosotros sabéis. Mi asco era similar al miedo a que Silvia me echase y no pudiese seguir con mi aprendizaje, así que vencí al miedo y dejé impecablemente limpio su culo… pero minutos después empecé a vomitar.

Me dejaron allí tirada en medio de los restos de orines, del semen y de mis corridas y ahora de mis propios vómitos, no sé cómo me vería Toni, pero aquello me resultaba repelente a mí. Se me acercó alguien y me dio una copa de coñac hasta arriba, yo ya estaba prácticamente borracha, pero aquello eliminó parte del asqueroso sabor de mi boca, así que me lo bebí todo y Silvia animó la noche otra vez:

  • Bien, ya sabéis donde está el wáter para todos esta noche, en la boca de esta puta, así que usadlo bien.

Y os aseguro que me usaron bien. Todos se fueron vaciando esa noche dentro de mi incluido el cabrón de mi marido, y otros dos culos limpié. Estaba borracha perdida por primera vez en mi vida y aunque no lo creáis, era inmensamente feliz. Silvia me había prometido una vida de sexo salvaje y sin limitaciones si superaba la prueba de esa noche, solo habían dos límites, nada de heridas de sangre y nada de marcas duraderas o permanentes. No sé cuantas veces me había corrido pero sí sabía que ya jamás volvería a ser la de antes, tenía que aguantar hasta la salida del sol y a partir de entonces, entre Silvia y su marido Ramón, me convertirían en una depredadora sexual permanentemente hambrienta de sexo, y eso es lo que yo quería.

No solo quería ser la puta que deseaba Toni, sino la puta que deseasen todos aquellos (y aquellas) que, siendo mis maestros y educadores sexuales, me hiciesen suya complaciendo sus peores deseos. No se trataba de complacer mis deseos o mis instintos, sino de complacer yo los deseos y los instintos de todos los que me tuviesen para su disfrute. Y para eso me tenían que hacer una depravada sin moral, un cuerpo y una mente sexualmente pervertida.

Y bien que me lo demostró Pepe. Mi marido me quiso encular bastante rato después, pero al ver como tenía el culo se arrepintió y me dejó, cosa que no pasó inadvertida para Pepe, que se levantó con su polla a medio crecer, y le dijo a mi marido que se la menease un poco para que creciese y endureciese para penetrarme mejor:

  • Anda cabrón, ya que tú no quieres romperle de nuevo el culo a tu mujer, deja que se lo rompa yo, pero hazle un favor y menéamela, se tú, su marido, quien me la ponga dura para que le meta todo esto otra vez dentro y la termine de romper.

Y dicho y hecho, Toni le masturbó durante unos instantes, los suficientes para ponérsela otra vez dura y por primera vez esa noche se la vi ¡No era posible que nadie tuviese algo tan gordo entre las piernas! Pero ese mierda de tío sí lo tenía. Se acercó a mí, me dio la vuelta, me separó los glúteos y de un solo golpe me la metió. Grité una vez más, pero cuando empezó a moverse dentro de mí, una rara sensación me invadió, en lugar de cogerme por la cadera para meterla y sacarla, me cogió de las tetas mientras las oprimía como nunca y un placer salvaje nació otra vez dentro de mi. Grité una y mil veces pero no de dolor, de placer, de lujuria, de mil sensaciones desconocidas para mí que me hacían desear no terminase nunca ese momento. Pepe se calentó y empezó un mete-saca brutal incluso después de correrse, yo perdí la cuenta de las veces que me vine. Cuando la sacó, dejó mis tetas y me tiró sobre el sofá.

Yo estaba muy mareada, borracha y casi desmayada, pero jamás había sido tan feliz. Rosa se me acercó y me dio otra copa de coñac que bebí de un solo golpe, y Silvia dijo a los demás (a los tres hombres invitados, Carlos Luis, Pepe y Raúl) que ya se podían ir, que era muy tarde ya que eran más de las 6 de la mañana. Se acercaron a mí, me limpiaron un poco, Toni dijo que no me movieran durante un rato y Silvia le preguntó a Rosa que qué le había parecido yo. Que si creía que mi cuerpo, mi rostro, y lo que había aguantado era complaciente para ella, a lo que Rosa contestó diciendo:

  • Es la puta que andaba buscando, me la quedo. Además la podemos convertir en una gran sumisa y hacer mucho porno con ella ¿no os parece?

Ramón y Silvia asintieron, Toni no tenía ni idea de lo que estaban diciendo, pero como os dije antes, yo me sentía feliz. Prueba superada, y ahora solo tenía que convencer a Toni que me dejase ser enseñada y amaestrada, para ser lo que quería ser. Un maravilloso cuerpo perfectamente entrenado para ser usado.

Pero esto será en otro relato, el número XII, ya que el XI le corresponde a Toni. Así que hasta entonces amigos y un beso para todos y todas. Y perdonad mi retraso en devolver las respuestas a vuestras cartas ¡hago lo que puedo!

Amparo