Sexo sin barreras matrimoniales - IX
Cuando mi esposa, sonriendo, separó sus glúteos para que yo viese el enorme agujero que la gruesa polla de Pepe le había hecho al follarla tan salvajemente, y cómo desde ese cráter anal salía su espeso y abundante esperma, supe que ya nunca abandonaría su nueva vida sexual. Nuestro matrimonio ya no era de dos.
Después de esa noche que ya os conté en Sexo sin barreras matrimoniales-VII, nuestra vida se reanudó de forma casi normal. Lógicamente los primeros días fueron de un cierto desconcierto para mí, que no terminaba de entender como mi novia había follado tan intensamente y con tantas personas esa noche, había aguantado golpes y que se mearan encima… y luego se “retiraba del sexo” con esa tranquilidad, pero yo la apoyaba. Amparo, como mujer me comprendió y fue ella quien llevó la batuta los días posteriores, así que volvimos a nuestra vida habitual de trabajo y de follar por las tardes, aunque eso sí, lo hacíamos intensamente, sin prejuicios de ninguna clase y gozando cada segundo. Después nos íbamos a dormir a casa de nuestros padres, aunque el sexo con Amparo había cambiado muchísimo y para mejor.
Se había hecho mucho más puta y viciosa, ella me incitaba a follarla intensamente, a que la golpease mientras la follaba, y nuestro vocabulario en la cama era barriobajero total, incluso me compró unas paletas de ping-pong para que con ella golpeara sus muslos y glúteos. Amparo siguió teniendo relaciones sexuales con sus tres amigas y volvió a ser clienta de Ana y mantuvieron y ampliaron una buena relación de amistad, y también con ella tuvo relaciones sexuales cada vez más amplias.
Por mi parte y dado que Amparo me había dado permiso para follar con otras y eso me gustaba, pues con alguna antigua amiga mía reanudé mis encuentros, especialmente con dos recién casadas y tuve otras nuevas amantes y por vicio, siempre las buscaba casadas y con hambre de sexo fuerte. Me había gustado esa faceta y el poder poner cuernos a los maridos ajenos, al mismo tiempo que buscaba que, poniéndole yo cuernos a mi novia sabiéndolo ella, me devolviese los cuernos a mí haciéndose la puta que queríamos.
A fines de Septiembre, me ofrecieron un trabajo de los irrechazables, en una multinacional que se instalaba en Valencia como adjunto a dirección general, y con permiso de mis padres y mis tíos, abandoné la empresa familiar que dirigía y me fui a la nueva. Amparo y yo nos casamos y nos fuimos a vivir a su pisito, mientras buscábamos “algo” que no sabíamos qué, o piso en la ciudad o un chalet en las cercanías, pero como inversión, compré una parcela en una urbanización de La Eliana, a 15 km. de Valencia ya que se estaba construyendo una autopista, tenía conexión ferroviaria como metro de Valencia, y ese sería un buen sitio para construir un chalet con amplio jardín y piscina, o para venderlo con buen beneficio.
Pasaron 14 meses más y Amparo se quedó preñada, lo que nos llenó a los dos (y a las dos familias) de gran ilusión. Las amigas de Amparo se desvivían con ella ya que era la primera embarazada del “poker de damas” (cómo ellas se llamaban), así que dejó de fumar cigarrillos y cigarros (a los que se había aficionado enormemente después del compartido con Silvia la noche de sexo loco) y de beber licor, incluso el vino de mesa. Estaba loca con su preñez y orgullosa de ver cómo le crecía la barriga, las tetas y cómo estas empezaban a fabricar leche que le supuraba por los pezones. También Pilar y Amparín, se habían casado, y Felisa y su novio seguían sin querer saber nada de bodas.
Pero la vida no es de color rosa. Cuando estaba preñada de 6 meses, una tía suya muy querida, se murió en Teruel y ella quiso viajar con sus padres a su entierro, yo estaba de trabajo en Roma y me dijeron que no me moviese y siguiese con lo mío. Al volver del entierro hacía Valencia, en un desgraciadamente famoso puerto de montaña turolense, una rueda delantera del coche de mi suegro reventó y yéndose al barranco, provocó la muerte de mi suegra, graves heridas en mi suegro, y en Amparo, rotura de la clavícula izquierda y de los dos huesos de la pierna derecha… y la pérdida del bebé. Y cómo hubieron complicaciones, Amparo se quedó con pocas posibilidades de futuros hijos.
Este suceso fue horrible para nosotros dos principalmente. De una sola tacada, mi esposa se había quedado sin madre y sin hijo y yo, sin el hijo que tanta ilusión nos hacía y con la pérdida de mi suegra que era una persona excelente. Pero como no hay dos sin tres, mi suegro falleció cinco meses después del accidente, por un infarto. Nunca se recuperó del dolor de la pérdida de su esposa y de su primer nieto, conduciendo él.
Amparo se volvió loca. Cuando aún el primer dolor no había sido superado, viene lo de su padre… así que estuvo en manos de un psiquíatra durante meses y con baja del trabajo por motivos de salud. Como comprenderéis, todos nos volcamos con ella, pero ella se aisló del mundo. Incluso rechazaba enérgicamente las relaciones sexuales conmigo, y darle un simple beso en la boca (sin pasión y sin lengua) se me hacía complicado, por supuesto, también yo dejé mis aventuras sexuales ajenas. Le dio por fumar puritos por la calle o en bares y puros grandes en casa (las reuniones de amigos desaparecieron).
Viendo que aquello no avanzaba y que cada día estaba un poco más rara y que incluso me estaba afectando mucho a mí, en lo personal y en mi trabajo, hablé con las amigas de Amparo y les expuse crudamente la postura de mi esposa que ellas no conocían totalmente y empezaron a hacer gestiones, hasta que un día me llamó Silvia al trabajo y me dijo que conocía a una psiquíatra muy buena, y que además tenía algo especial para Amparo, era lesbiana, sexualmente abierta y entendía perfectamente los problemas internos de una mujer, y además, con la ventaja de conocer perfectamente las interioridades de una mujer como mi esposa, salvajemente sexual, pero totalmente incapaz ahora de pensar en nada, incluido el mínimo sexo.
Amparo tenía 28 años y yo a punto de cumplir los 34. Hablé con mi esposa, le expuse que necesitaba un cambio de médico y ella aceptó sin problemas. Así que el día que estábamos citados, acudimos a la consulta y nos encontramos con un recibidor, una sala de espera y un despacho muy funcionales, modernos, luminosos y con música ambiental. Nos recibió una enfermera joven y mona, muy agradable que nos hizo entrar en la salita, y unos pocos minutos más tarde fue la propia doctora quien entró, se presentó y nos hizo entrar al despacho. Realizó la ficha de rigor (la primera parte de la misma la había rellenado la enfermera) y le preguntó a Amparo cómo se encontraba y que le relatase todo lo que recordaba del accidente, Amparo se sorprendió y en principio se negó, pero la doctora se lo puso muy claro, o respondía a todas las preguntas tal y como se las hiciese, o nos íbamos a casa.
Cómo comprenderéis, fue todo muy doloroso para ella y para mí, y se interrumpió muchas veces por los sollozos. Cuando mi esposa terminó del todo su relato, nos dijo que ya era suficiente por ese día y nos dio otra cita para la semana entrante, le cambió y redujo la medicación que tomaba para que no estuviese tan adormilada y le dio unas normas. Cuando íbamos a salir le dijo a mi mujer que fuese al baño y que se arreglase la cara por los sollozos, y al marcharse al baño, cogiéndome del brazo, me dijo a solas:
- No te voy a engañar, tu mujer está francamente mal y en casos de no amistad, aconsejaría que la encerrases en un centro especializado durante una temporada. Tu mujer ha aguantado muchas cosas durante demasiados meses y está rota mentalmente. Por ser vosotros, la atenderé ambulatoriamente, pero debo prevenirte que puede recaer. Tienes que vigilarla y si ves avances o retrocesos, me informas, sobre todo si ves alguna recaída -y me dio su teléfono particular-.
Amparo entró en el coche lagrimeando y así estuvo hasta llegar a casa. En cuanto entró, rompió a llorar, se fue corriendo al dormitorio, se lanzó sobre la cama y siguió llorando un buen rato, pasando de mi. Y así estuvo también al día siguiente (yo pedí permiso para quedarme en casa) llorando todo el día encima de la cama y prácticamente sin comer. La obligué a cenar un consomé y un poco de pescado y se tumbó luego a mi lado en el sofá para oír un poco de música. Le pregunté cómo se encontraba y si me quedaba al día siguiente también con ella o me iba al trabajo, cosa que me dijo que debía hacer, que se encontraba mejor y que quedaría con Pilar. Me pareció esto muy bien y me levanté para ir a la caja de puros y coger uno, le ofrecí otro a Amparo y esta no lo quiso y me di cuenta que desde la visita a la psiquíatra del día anterior, no había fumado ni cigarros ni cigarrillos, así que tampoco yo lo encendí y lo dejé en la caja de nuevo. Pocos minutos más tarde, Amparo se durmió y como de costumbre, la cogí en mis brazos ¡estaba más delgada que nunca!, y la acosté en la cama.
Se animó a salir dos o tres tardes con las amigas al cine, pero en la cama se volvía de espaldas y me rechazaba. Volvimos a la médico el día acordado y nuevamente la hizo llorar, haciéndole recordar la pérdida del hijo y la frustración de tener dificultades para ser madre, pero diciéndole que eso la podía hacer mejorar en sus relaciones sexuales, ya que por las dificultades de quedarse embarazada no tendría miedo a hacerlo en ningún momento y que además, nos necesitábamos más que nunca el uno al otro y nos citó para la siguiente semana. Volvió en casa a llorar, pero no con la intensidad de la vez anterior y poco a poco empezó a comer algo más de lo habitual en estos meses. Acudimos a la consulta siguiente y la doctora le preguntó directamente cómo iba nuestra vida sexual, Amparo se calló y yo le dije que era un desastre, con lo que ella nos pidió explicaciones de nuestra vida sexual anterior.
Se la explicamos (ella ya la sabía por Silvia) y nos dijo que ella era lesbiana muy activa y que preferiría morirse antes que dejar el sexo, y que quería saber por mi esposa el por qué de esa inapetencia súbita, así que me hizo salir y se quedó con mi mujer casi una hora más (luego supe por Silvia que por esa razón nos dio la última visita del día para poder hablar con mi mujer sin tapujos) y al despedirnos y darle una nueva cita a Amparo para dos semanas más tarde, me dijo a mí que mientras ella no me llamase, que no volviese más a la consulta, que desde ahora sería cosa directa entre la enferma y su médico.
ADVERTENCIA: Amig@s, os he explicado todo esto tan extenso, para que podáis todos comprender el por qué del cambio de la anterior Amparo, a la nueva Amparo. De una auténtica puta-masoca dentro del matrimonio, a una puta de verdad, a una viciosa devoradora de sexo sin limitaciones, como lo ha sido y sigue siendo, lo cual nos complace a los dos.
Y siguiendo con lo de antes, al salir para casa y siendo ya tarde, mi esposa me preguntó si me apetecía cenar en un restaurante cercano a casa, lo que me alegró. No tuvimos una charla larga pero al menos, algo estaba cambiando dentro de ella y era para bien. Por supuesto, no me contó su charla con la doctora, ni tampoco me contaría las siguientes. Al llegar a casa se cambió y se puso simplemente un mini camisón transparente llevando solo la braguita, cogió un buen cigarro, lo encendió y me lo dio y otro para ella. Intenté abrazarla y besarla y ella aunque no me rechazó del todo, puso “distancia”, me pidió perdón y paciencia, que estaba haciendo lo que le había dicho la doctora para que, provocando en mí pasión y deseos, y ella estando provocativa y excitante, se iría calentando y le vendrían pronto ganas de sexo y volvería a ser la de antes y juntos los dos, abrazados y fumando nuestros cigarros, dejamos pasar el tiempo oyendo música suave de Johan Strauss, y juntos nos fuimos a la cama… sin sexo.
Ella empezó a ir por la casa desnuda o con ropita muy, muy sexi, otra vez empezó a ponerse los tacones altos de 10 y 12 cm, y a mí me ponía a cien mil. Ella se daba cuenta de que yo la tenía siempre empalmada y me tuve que masturbar muchas veces, pero no cerraba la puerta del baño para que ella se diese cuenta, me oyese y lo viese e incluso lo hacía sentado en el sillón del salón, hasta que un día, casi dos meses después de esta cita liberadora y al ver que me iba otra vez al baño empalmado, vino ella detrás de mí y al ver cómo me la sacaba, su dureza y su tamaño, me preguntó:
- Cariño ¿quieres que sea yo quien te la vacíe?
Dejé caer mis pantalones y se la ofrecí. Ella me miraba a mí, a la polla, se mojaba los labios y la verdad es que se lo estaba pensando mientras me la cogía con sus dos manos. Se arrodilló frente a mí, dejó mi capullo al descubierto y lentamente empezó a mamármela. Poco a poco se la fue introduciendo en la boca y no os podéis imaginar lo feliz que yo era, ¡casi un año sin una buena mamada! Lo bueno fue que ella se empezó a calentar y la empezó a mamar de verdad, luego también se empezó a masturbar ella al mismo tiempo, me corrí y me derramé dentro de su boca y ahí fue cuando ella cambió. Se tragó golosamente hasta la última gota de semen mientras paladeaba mi polla en su boca y seguía masturbándose, lo que le llevó a tener una buena corrida. Luego se quedó quieta y levantando su cara me miró a los ojos y me dijo:
- Perdóname Toni por haberte gastado esta putada tantos meses. Creo que se está despertando en mi el deseo sexual de nuevo. Desde ahora no tengas miedo de acercarte a mí para follarme, solo te pido dos cosas: que si digo no, no sigas adelante, y que no me produzcas dolor como antes. Necesito sexo, pero también amor y mucho cariño.
La levanté del suelo, la abracé con todo mi amor y la besé tiernamente en la boca y aunque ella abrió sus labios, no le quise introducir la lengua. Dos días más tarde y al llegar yo a casa, viéndola desnuda con sus tacones de 12 cm, con sus largas medias de rejilla negras, tan estilizada, delgada y con sus preciosas tetas ligeramente caídas al perder peso, apuntando al deseo masculino más animal, la abracé y besé intensamente y al ver que ella devolvía mis besos, la cogí entre mis brazos, la llevé a la cama y tuvimos nuestra primera y verdadera follada en casi un año.
Empezamos a follar de nuevo, me la empezó a mamar tan maravillosamente como antes, e incluso una noche, me ofreció su maravilloso y dilatado culo. Por fin Amparo estaba volviendo a la que era. Y no solamente conmigo, una de las tardes que salió con sus amigas, al quedarse sola con Pilar, le dijo que tenía ganas de lamer un buen coño, y por supuesto lamió el coño de Pilar y en los siguientes días el de sus amigas. Y como comprenderéis, no solo fue el sexo. Empezó a salir de nuevo, volvimos a irnos a cenar y a bailar y tres meses después de la primera visita, la doctora le dio el alta para el trabajo, aunque siguió visitándola durante unos meses más. Volvió a su trabajo anterior, con la alegría de todos nosotros y de sus compañeros de trabajo.
Pero Amparo dio entonces, lo que los chinos por culpa de Mao llamaron “el gran salto adelante”. Unas semanas más tarde, me comentó sin darle importancia, que el próximo sábado noche, en el chalet de Silvia y Ramón habría una orgía salvaje, que si me apetecía que fuésemos los dos. La miré con sorpresa y le dije que ella sabía de sobra que sí, pero el problema era de si ella estaba preparada y le recordé todo por lo que ella pasó en la única orgía que habíamos estado (contada en Sexo sin barreras matrimoniales VII) y su respuesta fue esta:
Por supuesto que lo recuerdo Toni y no solo deseo volver a pasar por todo aquello, sino que quiero ir mucho más allá. Tú siempre me has dicho que te gustaría que yo fuese la mejor puta del mundo, pues bien, hagámoslo juntos y cuanto antes mejor. Estos días me he acostado con Silvia varias veces y hemos hablado extensa y claramente. Ella y su marido pueden y desean hacer de mi, esa mujer sexual especial que tú y yo queremos ¿te atreves tú a que lo sea?
¿Qué ellos van a hacer de ti una puta? No lo entiendo ¿acaso no follamos nosotros dos como animales y nos portamos como bestias hambrientas de sexo? ¿No follas con tus amigas y otras mujeres sin limitaciones?
Si cariño, pero ellos me van a enseñar cosas que tù no sabes, no te atreverías a hacerme y que posiblemente nunca han pasado por tu cabeza. Quiero recuperar el tiempo perdido y deseo ser una yegua devoradora de sementales depravados. Tú siempre has querido hacer intercambios e ir a orgías, pues bien, yo te voy a llevar a esos placeres y a otros muchos que no conocemos aún, como hacer yo gangs-bangs como puta profesional. Confía en mí, porque ahora yo dirigiré nuestra orquesta de sexo.
Y así se quedó la cosa. Yo llamé a la doctora, le expuse esta conversación y ella se rió. Me explicó que después del trauma causado, al abrírsele de nuevo el apetito sexual, tenía hambre atrasada, así que solo había que darle de comer y que me relajara yo.
Llegó el sábado y Amparo me dio una nueva sorpresa. Al preguntarle yo si cada amiga (con sus maridos) iría por separado o nos juntaríamos dos parejas por coche, me dijo que de los conocidos solo estarían Silvia y su marido Ramón que iban a ser sus maestros, todos los otros, los que fuesen, serían todos desconocidos y que ella iba a ser la reina de la noche. ¡Y vaya si lo fue! Al llegar al chalet, tocamos el timbre y nos abrieron la puerta de entrada de vehículos, y aún no habíamos terminado de aparcar, llegó detrás nuestro un coche del que descendieron un chaval joven y musculoso (Raúl, de 21 años) y otro mayor (Pepe, de 48) y los dos de mi estatura más o menos.
En la puerta de la casa nos esperaba Ramón, nos presentó a los dos y entramos dentro. Allí estaba Silvia en pelotas besándose con otra mujer de 48 años, Rosa, que lo único que llevaba puesto era una blusa despasada, y sentado en un sillón y haciéndose una paja, estaba Carlos Luis, un mulato muy moreno dominicano y con una polla más larga que la mía, pero más delgada. Nada más entrar, Amparo se desnudó y se acercó a las dos mujeres que la estaban esperando y se pusieron sin más, a besarse y a masturbarse mutuamente, hasta que un poco más tarde, las tres se corrieron y se tomaron un respiro.
Mientras, Ramón nos había hecho una señal y pasamos a una pequeña habitación vestidor con armaritos de madera para dejar ropa y cosas y que ya habíamos utilizado la vez anterior y todos nos desnudamos, cogí la ropa de Amparo del salón y también la coloqué allí. Las mujeres se movían siempre por la casa con tacones inverosímiles y los hombres con zapatillas o descalzos. Una vez las mujeres satisfechas, se sentaron y Silvia les ofreció unos cigarros del nº 3 para cada una y una vez cortados, se los introdujo hasta el fondo del coño para darles más sabor, y ya todos en pelotas y sentados, nos presentó a cada uno y nos explicó el motivo de la orgía y los fines de la misma:
- Gracias a todos por venir a follar. Los que nos conocéis de antes, ya sabéis que mi marido y yo somos unos obsesos del sexo y nos encanta toda clase de perversión sexual, juntos o por separado. Hoy tenemos entre nosotros un nuevo matrimonio, Amparo y Toni, que dicen que quieren ser sexualmente libres y sobre todo Amparo, que quiere ser puta putísima y que entre todos tendremos que pervertir al máximo posible ¿dudas?
Como nadie dijo nada, ordenó a mi mujer que se pusiese en medio de todos y sin quitarse el cigarro (puro) de la boca, que se empezase a masturbar y a acariciarse como si estuviese bailando y dando vueltas para que todos la viésemos. Otra vez esa escena me puso a mil, su cuerpo desnudo, el vello de la entrepierna recortado, sus altos tacones de aguja de 12 cm que la hacían poner recta… y no solo yo estaba excitado, las mujeres se estaban acariciando sus coños y los hombres estábamos todos empalmados, y la verdad, es que por buenas pollas no se quejaría mi mujer esa noche, solo pensé que lo mejor es que Pepe no se la metiese por el culo, porque aunque no era muy larga, era la polla más gruesa que yo he visto en mi vida.
El crio, Raúl, tenía una muy buena polla y fue el primero en lanzarse, se levantó, se acercó a mi mujer y mientras con su brazo izquierdo le abrazaba la espalda como si estuviese bailando con ella, su mano derecha se puso encima de la mano de mi mujer que tenía en el coño y así la ayudó a masturbarse, con lo que la corrida no tardó y fue sublime de sonidos, sobre todo, porque tenía el puro en la boca y no la podía abrir bien. Una vez mojada mi mujer, se puso frente a ella, le abrió las piernas y le intentó penetrar por el coño, como no lo consiguió, la levantó con sus manos un poco y ella misma se la metió dentro y al soltarlas Raúl, se quedó totalmente clavada en esa polla. Amparo se sentía feliz, estaba siendo follada delante de su marido por un desconocido y tenía varios machos más esperando su turno.
Mientras los dos follaban, se movían como danzando, la diferencia de altura se compensaba con los altos tacones de mi mujer y así los dos bien unidos, se levantó Pepe con esa supergruesa morcilla y fue a hacer lo que temí que pudiese pasar, se puso detrás de mi mujer y la intentó penetrar por el culo, cosa que no pudo hacer. Al verlo, Silvia se levantó y cogió de una mesita un tarro de crema y poniéndose detrás de Amparo, la fue untando y metiendo dedos en su ano y también untó bien la polla de Pepe. Mi mujer sabia que le iban a dar por el culo y que estaría de pié y clavada en dos pollas, pero no había visto el terrorífico grosor de ese rabo.
A una señal de Silvia, Raúl y Pepe levantaron un poco a mi esposa para no sacarle la polla de Raúl de su coño, pero lo suficiente para ver de meterle la polla de Pepe, mi propia mujer, desconocedora de su tamaño, les ayudó separando sus glúteos con sus manos, pero una vez más fue misión imposible, así que Raúl sujetó fuertemente a Amparo y en lugar de subirla la bajó para que estuviese inclinada y facilitar así su penetración, y así sí fue posible, pero al entrar el capullo de Pepe, mi mujer dio un espantoso grito y se quiso salir yéndose el puro al suelo, pero entre Raúl, Pepe y con la ayuda de Ramón inmovilizaron su cuerpo, Silvia sujetó la polla de Pepe en la entrada del ano y sin ningún miramiento, con un par de empujones más, Pepe se la metió toda.
Mi esposa lloró, gritó, pataleó y quiso salirse de esas dos pollas dentro de ella, pero la levantaron para ponerla totalmente vertical como antes, y para que se quedase bien clavada por las pollas, Silvia le quitó los taconazos a mi mujer, con lo que la diferencia de altura sí se notó ahora y Amparo se quedó suspendida en el aire, clavada por una polla delante y otra detrás, con un hombre delante y otro detrás, que buscaban solo su placer personal y sin importarles el de mi mujer ni su dolor.
Me levanté para impedir ese dolor y que le rompieran el culo, ya que aunque lo tenía ya dilatado por mí, no para pollas como la de Pepe. Silvia me paró con un gesto y dijo:
Siéntate Toni, ya te ha dicho tu esposa que esta noche va a nacer una nueva puta y si ella quiere parar, lo tendrá que decidir ella ¿no te parece Amparo?
Si Silvia, por favor Toni no intervengas, déjame a mí y prométeme que solo yo decidiré lo que quiero hacer y lo que no y hasta donde quiero llegar. Tú solo mira y admira a tu esposa. Estas dos pollas me están gustando y estas lágrimas son de satisfacción, no de dolor. Son un sublime placer sentirlas.
Pero Amparo, de tu ano están saliendo gotas de sangre, tú no has visto el grosor de esa polla.
Es cierto cariño, no he visto el grosor, pero la tengo dentro de mi culo y se lo gruesa que es, noto la brutal dilatación que me produce y me está dando un placer enorme. No sabrás nunca lo que es tener dos enormes pollas dentro de ti, rozándose una con la otra, ¡me están volviendo loca y siento un calor celestial!
(Pepe) No sabes puta lo que es tener dos pollas gruesas dentro. Dentro de unas semanas te meteré dentro de tu culo mi polla y la de otro amigo y sabrás lo que es tener a la vez dos pollas verdaderamente gruesas dentro de tu culo roto. Por cierto Toni, te felicito, esta puta tuya es mucho más puta de lo que me habían dicho y me alegro de formar parte de los que la vamos a cambiar, y otra cosa ¿qué sientes cabrón viendo como se follan así a tu mujer y la pervierten para que sea la puta de todos los que la deseen follar?, porque eso es una puta, una mujer que folla con todos y en eso la vamos a convertir ¡veremos crecer tus cuernos!
Y dicho esto, le agarró desde atrás por las tetas y se las aplastó con sus manos. La estaba ordeñando, y con sus manos convertidas en garras se las apretaba de todas las maneras posibles y la subía y bajaba como quería. Raúl pidió a Pepe que la follara forzándola más, ya que eso le estaba dando placer a él y estaba a punto de correrse (mi esposa ya lo había hecho tres veces) y Amparo empezó a llorar de dolor pero diciendo:
- ¡Sigue así cabrón, sigue, arráncame las tetas, aplástamelas, clavadme esas pollas y dadme placer, no me importa que me rompáis el coño y el culo, soy una puta viciosa y me tenéis que tratar así! Llenadme de leche hijos de puta!
Rosa se acercó a mí y se sentó encima de mi durísima polla con ganas de hembra, clavándosela en el coño y ninguno tardó en correrse. Primero Raúl, luego yo junto con Rosa y el último Pepe, que sin soltar las doloridas tetas de mi mujer, le dio los últimos empujes para correrse con furia dentro de ella gritando de pasión y de placer, aunque no se cual fue más fuerte, si su grito o el de mi esposa al correrse junto con él. Tal y como se fueron calmando, sacaron sus pollas de sus respectivos agujeros, bajaron a mi mujer hasta el suelo y ella se abrazó a Raúl porque estaba un poco mareada, la ayudamos a sentarse junto a Silvia, que lo primero que hizo fue poner unos trapos bajo su culo para no manchar el sofá, ya que no solo estaban saliendo los jugos de sus corridas y el semen de los dos machos, sino también un poco de sangre de su culo.
Al girar la cabeza, Amparo vio la polla de Pepe ya casi normal y abrió los ojos como platos al pensar que eso lo había tenido dentro de su culo ¡y eso que ahora estaba relajada y vacía! Al estar mejor, Silvia junto con Rosa la giraron un poco para limpiar su culo y yo me asusté ¡menudo culo tenía la pobre!, un agujero enorme, unos bordes inflamadísimos y con varias pequeñas grietas de las que manaba un poco de sangre que al mezclarse con los jugos parecía ser más aparatosa y abundante. La limpiaron bien, le pusieron una crema y la dejaron descansar unos minutos, pero solo unos minutos.
Se levantó Carlos Luis y acercándose a Amparo en el mismo sofá, la corrió hacia adelante, le cogió sus piernas y se las puso sobre sus hombros y sin más, le metió toda su polla en el coño. Debería medir al menos 25 cm aunque era un poco más delgada que la mía. Amparo gritó:
¡Joder, me estás pegando en el fondo de la matriz! ¿quieres romperme lo poco de mujer que me queda ahí? (recordad la pérdida del hijo y la operación posterior)
Me importa un huevo tu matriz y tu. Yo he venido aquí a follarte duro y te juro que te voy a follar bien follada y más tarde te la meteré por el culo puta, y ya sabes, cuando quieras que paremos, paramos y nos vamos a casa, y ahora intenta aguantar esto.
Y dicho y hecho. Empezó a golpear con sus manos abiertas los muslos, los glúteos y las tetas de mi mujer, mientras esta empezaba a gritar de dolor de verdad. Su larga polla casi negra entraba y salía como quería del coño de mi esposa y su zona azotada empezaba a tener un color rojizo por los fuertes golpes. Le hice una seña a Silvia y esta me dijo “silencio y tranquilo”, pero yo no estaba nada tranquilo. Y de repente empezó a salir de la garganta de Amparo ese grito gutural de salvaje placer de su garganta que yo hacía más de un año que no oía. Ahora sabía que mi esposa estaba disfrutando a lo bestia de todas aquellas folladas y de los golpes dolorosos que la sometían.
Salía del fondo de su garganta un placer animal salvaje, y yo me alegré por ella. Empezó a correrse, tres o cuatro veces y cuando Carlos Luis se corrió también, el cuerpo de mi esposa se deslizó por el borde del sofá hasta el suelo, y cuando fui a levantarla, con una señal de su mano me retiré. Estaba reventada de tanto placer y de tantas corridas y en el frio suelo se encontraba mejor.
Silvia se sentó a su lado y empezó a acariciarla suavemente por todo el cuerpo, le besaba dulcemente en los labios y empezó a masturbarla con tranquilidad, sin prisas, al mismo tiempo que le hacía una señal a su marido que se acercó, cogió con su mano derecha su polla fláccida y apuntó a la cara de mi esposa, Silvia le abrió la boca y Ramón se puso tranquilamente a mear dentro de la boca de Amparo, esta cerró la boca y empezó a mover su cara para no recibir el chorro del orín, pero Silvia le pegó una gran bofetada en su mejilla izquierda y le dijo:
- Ya sabes, o haces lo que queremos, o te vas para siempre.
Ramón se acercó más y se arrodillo encima de ella, Silvia le abrió de nuevo la boca y la polla del hombre entró dentro de su boca, pero no para que se la mamase, sino para poder mear con toda tranquilidad directamente en la boca y la garganta de mi mujer. Amparo se atragantaba, incluso tosía, pero entre los dos mantuvieron esa polla dentro de ella hasta que Ramón vació totalmente su vejiga dentro de mi mujer. Silvia se levantó, se puso ligeramente espatarrada frente a Amparo y le dijo que abriese la boca, que ahora le tocaba a ella, mi mujer estaba sollozando, pero abrió la boca y del coño de Silvia empezó a brotar un hilo dorado de orina que entraba en la garganta de Amparo, que con bastante esfuerzo por su cansancio, comenzó a tragar de nuevo hasta que esa otra vejiga quedó vacía. Silvia, girándose hacia mí me preguntó:
- ¿Nunca la has meado, ni hecho nada parecido a la lluvia dorada con la puta de tu mujer? Pues ahora vamos a hacer esto y mucho más.
Y dicho y hecho, invitó a todo el mundo a mearse dentro de Amparo ahora y el resto de la noche, cosa que hicieron todos menos Pepe que no tenía ganas. Incluso yo me mee dentro de ella, si aceptaba los meados de los demás ¿por qué no iba a aceptar el mío? Por supuesto lo aceptó sin problemas y la cosa aún fue a más, ya que al ver que Carlos Luis iba al baño a defecar, le dijo Silvia que no se limpiase el culo al terminar, ya que la lengua de mi mujer haría de papel higiénico. Cuando oyó Amparo que tenía que limpiar culos con mierda y con su propia lengua, protestó, pero una sola mirada de Silvia, fue suficiente. Al llegar sonriente del baño Carlos Luis, se fue hacia mi mujer y le ofreció su culo, él mismo separó sus glúteos y le ofreció todo su culo bien abierto. No sé que vería mi mujer (ya os lo contará ella en el siguiente capítulo) pero le costó un montón acercar su boca a su culo pero poco a poco, su lengua se empezó a mover y a limpiar ese culo lleno de mierda. Su estómago subía y bajaba en señal de asco, pero ella siguió lamiendo hasta que llorando dijo que ya estaba todo limpio… y empezó a vomitar.
Le dejaron que descansase un momento, le dieron otra copa de brandy bien llena a pesar de que ya casi estaba borracha y seguimos con el juego. Yo también. Estaba muy caliente por lo que veía y además no entendía el por qué mi mujer pasaba por todo eso, así que si ella lo quería ¿por qué no participaba yo también? Si ella quería ser así, la íbamos a hacer muy puta, no sabía el por qué, pero estaba convencido de que ella tenía unos poderosos motivos de índole sexual y yo quería gozar de ellos, en realidad hacía años que la quería gozar así. Pasaron las horas y seguimos follando, comiendo algo y bebiendo de todo lo que había en la mesa.
Para no hacerlo demasiado largo ya que en los detalles entrará ella en su capítulo (el siguiente), follamos todos con todos y Amparo fue penetrada otras dos veces por el culo, incluso una vez que me la follé lo iba a hacer por el culo, pero al ver cómo estaba me dio pena y lo hice por delante, pero Pepe me vio y cuando dejé a mi mujer chorreando mi semen, Pepe fue a por ella, tenía su polla casi empalmada y me dijo que se la menease un poco para tenerla bien gruesa y dura, ya que le iba a reventar su culo y quería que, precisamente yo, se la pusiese a tope. Se la cogí y no la podía abarcar con mi mano ¡era enormemente gruesa! Pero una vez dura a su gusto, me apartó, tumbó a mi mujer sobre el brazo del sofá y sin miramientos de ninguna clase, se la clavó de un solo golpe por su maltrecho ano.
El grito de Amparo fue grande, pero se contuvo y no siguió con más, apretó los dientes y aguantó sin proferir ni una sola queja más, todos la mirábamos y estábamos cachondos. Pepe la enculaba con rabia, golpeaba sus nalgas y sus muslos, agarraba con fuerza sus tetas y se servía de ellas en vez de cogerla por la cadera, para follarla y metérsela una y otra vez hasta los huevos. Amparo estaba callada, llorando en silencio, solo salía de su boca cerrada un sonido ronco y gutural que yo bien conocía, y pesar del dolor de los golpes y de la forzada penetración en su maltrecho culo ¡se estaba corriendo y estaba disfrutando como loca! Pepe se corrió una vez más dentro de su culo y la dejó. Amparo ni se movió, así que la cogimos y la tumbamos en el sofá, estaba casi desmayada y Rosa le dio otra copa de brandy hasta arriba.
Silvia dijo que ya era tarde (casi las 6 de la mañana) y que se fueran a casa los tres hombres invitados. Una vez sin los otros hombres, Silvia y Ramón le preguntaron a Rosa qué le había parecido mi mujer, su físico, sus ansias de sexo vicioso y todo lo que había aguantado y por lo que había pasado incluso como sumisa y su respuesta escueta fue:
-Me la quedo ¡Es la puta que andaba buscando!
Y por hoy lo dejo así. Ya os contaré en el capítulo XI la continuación de esa noche que marcó nuestras vidas. Y ella os contará esta noche, desde su punto de vista, en el capítulo X. Os aseguramos que los dos, y los siguientes, serán muy interesantes. Y muchas gracias por vuestras cartas, las insultantes de nuestro modo de vida también.
Toni