Sexo sin barreras matrimoniales - I

Cuando mi esposa, sonriendo, separó sus glúteos para que yo viese el enorme agujero que la gruesa polla de Pepe le había hecho al follarla tan salvajemente, y cómo desde ese cráter anal salía su espeso y abundante esperma, supe que ya nunca abandonaría su nueva vida sexual. Nuestro matrimonio ya no era de dos.

Como todos los lectores de esta sección de Relatos, nosotros hemos experimentado ilusiones, sueños, deseos y también experiencias. Después de leer tantos relatos diversos, mi mujer y yo hemos querido que conozcáis nuestras experiencias que ya hace 25 años iniciamos y de las que nos sentimos muy felices, hemos disfrutado de muy gratas sensaciones y hemos gozado del sexo a tope y sin problemas, ya que los dos somos infieles por deseo propio y nada tenemos que reprocharnos.

Todo este relato completo, que será de varios capítulos, lo vamos a realizar de dos formas, los capítulos impares (como este que es el I) los escribiré yo, Toni. Y los pares (II – IV…) los escribirá mi mujer, Amparo, y así tendréis la oportunidad de leer los mismos sucesos, bajo el punto de vista y los sentimientos de los dos. Yo os contaré mis sensaciones personales y Amparo os contará las suyas, sobre los mismos sucesos.

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Cuando conocí a Amparo (mi esposa) ella contaba 21 años (hoy tiene 51) y yo 26 (hoy 56) y los dos habíamos acudido a una conferencia en la Universidad de Valencia. Los dos ocupamos asientos juntos y antes de iniciar la charla, los que estuvimos charlando fuimos nosotros con otras dos personas en la cafetería, sobre la importancia de la misma, que era sobre la economía de esa época. Cuando terminó se había hecho tarde (la conferencia se alargó por su interés y debates) y como Amparo decía las ganas que tenía de llegar a casa para cenar, la invité a una cafetería cercana donde yo pensaba, precisamente, cenar algo.

Me miró con un poco de asombro y de suspicacia y yo le dije que aquella cafetería no era una discoteca y que yo no estaba hablando de ligar, además los bocatas estaban buenísimos y era barato como casi todas las cafeterías en áreas de estudiantes. Aceptó, cenamos, hablamos de todo un poco y al despedirnos le pedí su teléfono, ella se rio, no me lo dio, pero me dijo que los sábados solía ir a la discoteca XX o a la XXX, siendo la primera, la preferida por ella y sus amigas.

Así que el primer sábado que vino, salí a cenar con los amigos y luego les convencí de que cambiáramos de discoteca porque me “habían aconsejado” otra. No encontré a Amparo, ni tampoco los dos sábados siguientes, por lo que mis amigos, viendo mi fijación y sin saber por qué era, me dejaron solo y se fueron a los sitios de siempre. Pero dos sábados más, cuando ya llevaba casi una hora dentro, vi a Amparo con otras 4 o 5 amigas con un par de novios y me fui directo a ella, que al verme sonrió. Le di la mano y además se la besé románticamente (recordad que esto hace 30 años) y sus amigas y ella misma, se rieron y al decirle que a pesar de no darme su teléfono allí estaba yo para volverla a ver, todas sus amigas me lo dieron enseguida con el “enfado” de ella.

La llamé al día siguiente, nos llamamos, y empezamos a quedar. A mí me gustaba un montón porque estaba buenísima, era muy mona, media 168 cm, pesaba unos 50 kilos y tenía 98 cm de pecho, pero no se dejaba coger de la mano, me costaba un montón cogerla del hombro, y ya no os digo lo que era besarla en la boca a pesar de que la notaba muy caliente, y en la discoteca se cambiaba la ropa (como la mayoría de chicas para que los padres no dijeran nada al salir de casa) para estar más sexi y provocativa, y poco a poco fue mostrando más sus pechos y calzando tacones más altos, lo que me la ponía bien dura y me tenía que aguantar o irme al WC a desahogarme, hasta que un día una amiga celebró un guateque en su casa aprovechando la ausencia de sus padres, y ese día, Amparo fue totalmente mía y ya para siempre.

Os he hablado de Amparo pero no de mi. Me llamo Antonio (Toni), mido 182 cm no estoy nada mal de cara, soy extrovertido, pesaba 78 kilos, me gustaba vestir bien y tenía un rabito que espero no haya encogido mucho con los años, de 21 cm y bastante grueso y soy bastante activo sexualmente, con la ventaja de que puedo estar follando sin correrme un buen rato, y soy físicamente activo ya que practico el atletismo. En aquella época trabajaba de ayudante de dirección en una empresa familiar, y Amparo, como he dicho estaba estudiando, y por esa razón, yo disponía de dinero (pero poco...) y de un coche que me compré de segunda mano pero en muy buenas condiciones, un Seat 127.

Así que como os he dicho, ese día pude estar muy centrado en ella, ya que no es lo mismo una discoteca, que solo seis o siete parejas en una vivienda amplia y sin control paterno. Casualmente, Amparo y yo éramos los únicos que no formábamos pareja oficial, todas las demás eran de novios. Y para que nadie se llevase el “engaño” de por dónde iba a ir la cosa, la dueña de la casa dijo que ¡esta fiesta es para pasarlo de muerte, así que fuera sostenes y que las tetas floten!

Las chicas empezaron a reírse y a quitarse el sostén sin complejos (recordad que hace 30 años) quitándose antes los jerseys o blusas que llevaban puestas, y alguna ya no se puso la prenda de arriba con lo que quedó en top-les. Los chicos nos quedamos alucinados y totalmente empalmados, y vosotros os preguntareis ¿y qué hizo Amparo?, pues Amparo se fue al baño, se quitó también el sujetador… pero nadie le vio sus tetas.

A través de su blusa abierta, vi sus pechos sin el sujetador marcando sus pezones en la blusa y claro, me puse a mil ¡aquello prometía!. Se puso música de esa época, bailamos durante unos 15 minutos más o menos decentemente viendo aquellos pechos moverse sin parar al compás, hasta que la primera chica se fue a por su novio con hambre y desaparecieron, los demás les mirábamos, y poco a poco, fueron a por sus parejas, algo así como si hubiesen levantado la veda.

Yo cogí a Amparo por la cintura y por la nuca, le besé primero con cariño y al ver que me devolvía el beso con lengua y todo (era la primera vez), no me aguanté, le solté la nuca y le cogí el pecho derecho por encima de la blusa y ella no solo se dejó, sino que se aplastó más hacia mí y pase a la segunda fase, le desabroche totalmente la blusa y aparecieron sus preciosos 98 cm de duros, jóvenes y provocativos pechos, con sus pezones bien gruesos y duros en el centro de una areola normal. No eran grandes, pero si gruesos, y era la primera vez que los veía y los tenía en mis manos. Me desabroché la bragueta y me saqué rápidamente la polla, pero Amparo solo la miró y me dijo:

  • Aquí no Toni, vámonos.

  • ¿Y donde quieres que vayamos? ¿Con tus padres o con los míos? -dije bromeando-

Ella sonrió y me dijo que me guardaba una sorpresa... si tenía paciencia. Miró mi polla sin decir nada, se arregló la blusa y la falda y sin despedirnos de nadie nos fuimos. Cogí el coche y ella me dio una dirección y cuando íbamos a llegar me dijo que aparcase por allí. Aparqué, desconecté el motor y como ella guardaba silencio y estaba pensativa, yo me callé y esperé. De repente y sin mirarme me preguntó qué sentimientos tenía por ella y se inició esta pequeña conversación:

  • Dime Toni ¿qué sientes por mi? ¿Solo sexo o algo más?

  • Mira Amparo, ya te he insinuado varias veces que me gustas un montón y no solo por el sexo, sino por ti misma. También te he dicho que me gustaría ser algo más que un amigo, pero eres tu quien cortas siempre estas conversaciones.

  • Lo siento Toni pero tienes razón. Tengo miedo a comprometerme y tengo miedo también a tener relaciones sexuales. Si mis padres se enteran no se qué harán y no veas como me quede embarazada. Además solo lo he hecho una sola vez y fue una mierda, los dos estábamos casi borrachos. Prácticamente soy virgen.

  • No sabía eso de ti y en cuanto a comprometerme, solo dime que si y seremos novios, es más ¿quieres ser mi novia de verdad, oficial y todo eso desde este mismo momento? Te presentaré a mis padres, me presentas a los tuyos y ya está, y así podremos salir juntos y sin problemas familiares. Yo tengo un título con muy buenas notas, tengo trabajo, tengo un buen sueldo para mi edad y total libertad de mis padres para salir y entrar en casa, pero y tú, ¿sientes algo por mi?

  • Si Toni y por eso he ido cortando cuando te insinuabas, creo que estoy enamorada de ti,  nunca lo he estado, pero creo que lo que siento por ti es amor y por eso voy a dar el paso que estás esperando. Como sabes, mi abuela falleció hace varios meses, pero lo que no sabes es que su pequeño piso me lo dejó a mí, es mío y es allí donde vamos a ir ahora si tu quieres, estaremos solos y lo tendremos siempre que lo queramos y solo para nosotros. Lo tengo bien limpio y allí me escondo muchas veces para estudiar y pensar. Espero no se lo digas a nadie y tampoco a mis padres, no saben que me escondo allí.

Yo me quedé de piedra. No sabía nada de ese pisito (de dos amplias habitaciones) y menos que fuese de ella. Así que bajamos del coche, andamos unos metros, subimos al piso, entramos… y Amparo al cerrar la puerta, apoyó su espalda en ella y con voz baja me dijo:

  • Solo espero que me hagas feliz y lo seas tú. Tú tienes mucha más experiencia que yo, así que me tendrás que enseñar y prometo aprender pronto para poder hacerte todo lo que me pidas.

Y mientras hablaba, se iba despasando lentamente la blusa, y por cierto, seguía sin el sujetador que se quedó en la otra casa. La abracé con cariño, con miedo a hacerle daño y fue ella misma quien se aplastó contra mí, besándome con pasión, chocando nuestras lenguas. Estábamos los dos simplemente abrazados, acariciándonos y besándonos pero con pasión y lujuria, mientras nuestras piernas se cruzaban y se frotaban. Le pregunté donde estaba el dormitorio y la cogí en brazos mientras ella se reía y la blusa se caía por los lados mostrando sus maravillosos pechos. La deposité en la cama, ella se terminó de quitar la blusa y al mismo tiempo, yo le iba quitando la falda y las bragas.

Pronto estuvo totalmente desnuda ante mí. Ella me miraba fijamente a los ojos, pero yo miraba totalmente su cuerpo, delgada, con unas tetas enormes para su cuerpo y una gran mata de pelo negro en su entrepierna (hoy lo tiene depilado con laser). Yo empecé a desnudarme quitándome la camisa lentamente y viendo como ella se pasaba la lengua por los labios, me quité al mismo tiempo el pantalón y los calzoncillos, saltando con fuerza mi pollón que Amparo se quedó mirando con un poco de miedo en sus ojos.

  • Toni, no me vas a meter todo eso ¿verdad?

  • Hasta los huevos cariño, solo hasta los huevos.

  • Yo no sabía que eran tan grandes las pililas (así la llamó), el único con quien lo he hecho no la tenía tan grande ni tan dura.

  • No te preocupes cariño, las hay más grandes y más pequeñas, pero tu piensa solo en la mía que desde ahora será tuya para siempre.

Empecé a lamer su chochito ya húmedo y eso a ella la puso a mil, era verdaderamente una inexperta. Introduje mi lengua en su interior y con los labios y los dientes empecé a jugar con su clítoris mientras mis manos masajeaban su cintura, sus glúteos y sus muslos, y para mi sorpresa, tuvo su primera corrida. Lanzó un pequeño grito como de sorpresa y se estremeció totalmente cerrando sus piernas y cogiendo así mi cabeza. Me vino de maravilla porque pude de esta forma seguir lamiendo y jugando con su clito, mientras intentaba saborear sus flujos que eran bastante intensos.

Era la primera corrida de mi novia conmigo y yo estaba más caliente que ella, así que dejé de chuparla, me puse arriba y me tendí sobre ella, besando su boca que se abría con ilusión y placer, introduciendo mi lengua que se enroscaba con la suya y mis dedos jugaban con sus pezones retorciéndoselos, pellizcándolos y acariciándolos, mis manos jugaban con sus duros pechos y ella empezó a retorcerse de placer, sus manos no sabía dónde ponerlas ni por donde acariciarme, sus piernas no se estaban quietas y de nuevo explotó; un enorme estremecimiento la sacudió y esta vez no fue un gritito, sino un salvaje sonido gutural que aún sigue emitiendo hoy día y que calienta sobremanera, tanto a mí como a sus amantes.

Fue tanta su satisfacción sexual de ese instante, que me pidió parar un momento, cosa que hicimos. Ella empezó a respirar profundamente para relajarse un poco, lo que aproveché, instantes después, para acercarle mi polla a su cara para que la viese en toda su extensión y dureza, se la froté un poco por su boca que abrió un poco, la chupó con su lengua y la besó con sus labios.

Yo no quise perder esta oportunidad, me estaba encontrando una Amparo más caliente de lo que daba a entender y con la mano izquierda le levanté un poco la cabeza, con la polla le fui abriendo la boca y ella comprendió lo que quería yo, así que abrió la boca y se la fui introduciendo mientras le pedía que se acordarse de respirar por la nariz, como hacía con la natación.

Fue su primera mamada. Con su lengua me la fue envolviendo y llenando de saliva, me clavaba sus dientes y sus ojos estaban fijos en los míos y así nos entendíamos, mirándonos a la cara. Cuando tiempo después comprendí que me iba a correr, la saqué de la boca y le dije que iba al salón a coger un condón que siempre llevaba conmigo, pero para mi sorpresa, ella me dijo sonriendo:

  • Toni, abre el cajón de la mesita y allí tienes condones.

Y efectivamente, Amparo había comprado una caja de 12 unidades. Cogí uno, me lo puse ante su mirada y solo me dijo:

  • No me hagas daño, tu polla es enorme.

La calmé y se ella misma cogió mi polla y la puso en la entrada de su divina cueva, le separé un poco más sus piernas y empecé a metérsela, poco a poco. Yo estaba loco de alegría y de ilusión, su caverna era cálida y por los flujos anteriores no fue dificultosa la introducción. Ella tenía abiertos los ojos y me miraba con una mirada rara de sorpresa, placer y miedo. La fui metiendo y sacando lentamente para que Amparo se diese cuenta que lo importante ya estaba hecho y no existía dolor, y la cara de ella fue cambiando. Su mirada ya no era la misma y además iba cerrando los ojos, también sus piernas se iban cerrando a mi alrededor, y sus manos iban cogiendo las sábanas, y un sonido desde lo más profundo de sí misma -su personal grito de guerra- se iba levantando y con una potencia como el anterior y un fuerte estremecimiento, volvió a tener otro orgasmo.

Yo no lo dudé ni un instante, ella ya había tenido varios orgasmos y yo estaba con ganas de tener el primero, así que empecé un mete-saca fuerte, con verdaderas ganas de follarme aquella maravillosa mujer y ella, que al principio me miraba con miedo al sentirla así de rápida, contrayendo y dilatando sus músculos vaginales, al sacarla y meterla, empezó a moverse y a no estarse quieta. De nuevo sus gritos guturales (¡maravillosos y divinos sonidos!) estallaban en mis oídos y me excitaban sobremanera.

Sabía que ella estaba disfrutando con ese placer hasta ahora desconocido y también lo estaba haciendo yo, y así, metiendo y sacando con rabia y ganas, jugando con sus duras y perfectas tetas, pellizcando sus pezones que estaban gordísimos y teniendo bajo mí un cuerpo que se estremecía constantemente y no se estaba quieto, tuve mi primera corrida con Amparo.

Y mientras aún me estremecía yo y la tenía clavada en lo más profundo de su vagina, un nuevo orgasmo de Amparo la sacudió y la volvió loca de placer, agarrándose a mí y clavándome sus uñas en la espalda. Poco a poco nos fuimos relajando, besé sus labios, su nariz, sus ojos ¡cómo la quería y la sigo queriendo!, y me tumbé a su lado. Los dos mirando el techo, intentando calmarnos y respirando cada vez más lento; unimos nuestras manos y simplemente eso, dejamos pasar el tiempo, no sé cuanto ni me importa, solo recuerdo que fueron unos momentos tranquilos y relajantes.

Amparo se dio la vuelta para ponerse encima mío lateralmente y expresó un pequeño gemido y una frase:

  • Joder Toni ¡me duele el coño!

Y al mirárselo, otra frase:

  • La leche ¿qué me has hecho?, tengo sangre.

Y era verdad, no era una cantidad excesiva de sangre, pero habían tantos jugos que aquello se había extendido, pero el color rosáceo y no rojo, denotaba que era sangre mezclada, pero… ¿no había sido penetrada por el otro en su primera experiencia?, pues por lo visto, estaban tan borrachos y ella tan nerviosa, que no fue penetrada realmente y hasta ese momento había sido realmente virgen. Los dos nos reímos y sobre todo ella se quedó así más tranquila. Pasaron unos minutos y me volvió a sorprender, me dijo que como ya se había hecho de noche y tendríamos que irnos a casa, ella había tenido varias corridas y yo una sola, me debía algo.

Así que, quitando el condón, se puso a chupar mi arrugada y pringosa pollita, y esta, empezó de nuevo a crecer y engordar y ella se volvió a excitar, ya que para ella, era la primera vez que lo deseaba hacer plenamente, y lo dejó un momento para colocarse adecuadamente y preparar un 69. Ya puesta, siguió mamando mi polla ya semidura y ofreciéndome su coño peludo, pringoso y sanguinolento y su cerrado culo (hoy extraordinariamente abierto). Le fui chupando y mordisqueando ambos agujeros, y cada vez que le metía un poco la lengua por el culo, se estremecía. Ella empezó a masturbarme la base de la polla mientras la mamaba cada vez más rápido y yo le devolvía el placer en sus otros agujeros.

Me di cuenta que si seguía así me correría en su boca y a mí me apetecía abrirle el culo, así que con la polla dura durísima, se la saqué de su boca, di la vuelta a su cuerpo y le fui untando con mi saliva y sus jugos el anillo anal y dilatando un poco sus músculos con mis dedos y ante los quejidos de dolor de ella, pero yo estaba muy caliente y quería ese culo bien abierto desde ahora mismo.

Apoyé mi polla contra su agujero y lo forcé, pero su ano era estrecho y sin estrenar y solo conseguí meter un poco el capullo y que ella se quejara más. Empujé dos o tres veces más (intentando siempre no hacerle demasiado daño) hasta que conseguí introducirle unos 3/4 de su tamaño. Ahí me detuve por dos razones: Amparo estaba llorando débilmente y yo no tenía ninguna prisa. Simplemente movía lentamente mi polla para que mi novia la notase, pero sin demasiado dolor, y al mismo tiempo, que sus músculos se fuesen distendiendo. Nunca dejé de besarla ni acariciarla, ni tampoco ella me pidió que la sacase.

Cuando noté que ella se había relajado un poco, levanté sus caderas y puse su culo de manera más apropiada a nuestra posición en la cama. Saqué un poco mi polla y me dejé caer encima de ella clavándosela entera hasta los huevos. Me imaginé que gritaría y con mi mano tapé su boca, y lentamente, bastante lentamente, empecé a follar ese precioso culo. Tan pronto noté que mi novia se había relajado, aparté mi mano de su boca, y mientras con mi mano izquierda agarraba su cadera, puse mi mano derecha bajo su cuerpo y empecé a masturbarla. En cuanto noté cómo su cuerpo intentaba acompasar mi ritmo, empecé a follarla con intensidad y a masturbarla con la misma intensidad. De esa forma, conseguí que el placer fuese superior al dolor.

El cuerpo de Amparo volvió a excitarse y ya no paré de mis dos acciones, follarle el culo y masturbarla. Pero esa tarde, había sido muy especial y agotadora para ella y no tardó en correrse de nuevo, pero esta vez ya no pudo más y su cuerpo se quedó tendido en la cama, hundido, desmadejado, agotado. Así que hice lo que cualquier otro hubiese hecho, sacar casi toda mi polla, masturbarme con casi media polla dentro de su culo y correrme dentro de ella, y esta vez, como era analmente, sin condón. Así supo mi amor, lo que era el semen, espeso, calentito... y placentero, muy placentero. Saqué el resto de la polla y me tendí un rato a su lado mientras la cubría de besos y caricias.

Cuando miré el reloj, casi me asusté porque era tardísimo y tenía que llevar a Amparo a su casa. Nos dimos una ducha fría y rápida para despejarla, bajamos, cogimos el coche, la llevé a  casa de sus padres (en adelante cuando me refiera a  “su casa” será el pisito), nos dimos un beso y nos despedimos hasta dos días más tarde. Mientras iba yo conduciendo y durante los dos días que tardamos en vernos, estuve pensando en esta mujer que acababa de descubrir. Me había demostrado que no era lo que creí ver en ella hasta hoy, el sexo le gustaba mucho más de lo que se podía pensar, conociéndola tal y como ella me dejó conocerla hasta entonces, pero eso sí, tenía miedo.

Miedo a quedarse embarazada, miedo a ir contra la moral de aquella época, miedo a lo que sus padres pensaran de ella, y sobre todo, miedo a ella misma y a que el placer de lo que estaba haciendo, le gustase demasiado. Así que me planteé como tarea principal, el ir quitándole el miedo, el demostrarle que el sexo es sobre todo placer y goce, y que lo importante de cada persona es gozar y disfrutar de la vida todo cuanto se pueda… lo que los dos hemos hecho durante estos años, pero no desde el primer día y eso lo podéis comprender todos. Pero ese día, el mismo primer día, perdió la virginidad vaginal y anal. Y eso me demostró su hambre y que sus miedos podían eliminarse. Todo era cuestión de quitarlos lentamente y aumentar su apetito sexual ¿no lo creéis así?

Y ahora le toca a Amparo contaros esta primera experiencia suya conmigo, en Sexo sin barreras matrimoniales II.

Toni