¿Sexo seguro?
No son los condones el único medio para la seguridad en el sexo... mi experiencia es reciente y no fue nada protegida, no culpo a nadie...
Siempre me ha gustado esa sensación de la cercanía de un hombre peludo y macizo, acariciando su entrepierna y dejando notar un gran bulto para luego abrir su pantalón y dejar libre su vergota para ponerla frente a mi boca.
En esta búsqueda de oportunidades eróticas, siempre encuentro a alguien igualmente predispuesto para la acción. He sido afortunado en ese sentido y ya lo he compartido con los lectores de la página.
La semana pasada, el primo con el que comparto la casa salió en un viaje de negocios por cuatro días y entonces decidí que, teniendo la cancha libre podría hacer una conquista y traerla a casa. Me di un buen baño, me apliqué loción generosamente y luego tomé un pomito portátil de crema humectante para usar en caso de ser necesario como lubricante. Yo ansiaba mamar una buena verga pero también ser penetrado. Tenía ya varias semanas sin disfrutar una verga en el trasero.
Me fui directamente a un cine que se encuentra en el centro de la ciudad y aunque no es específicamente porno, al final de la sala, atrás de las butacas hay un espacio vano en el que otras veces había descubierto algunos cabrones haciéndose caricias osadas., masturbándose o metiéndose mano unos a otros.
Apenas entré a la sala y ocupé un asiento para ir acostumbrando mi vista a la oscuridad. Lo que ví en la pantalla me calentó enseguida: no eran escenas porno, eran simplemente escenas en las que aparecían hombres de diversas edades y corpulencias, pero destacaba uno que, mostraba un pecho peludísimo, un bigote ancho muy atractivo, una mirada feroz y una entrepierna sumamente abultada.
Yo había salido de casa tan caliente que allí mismo, abrí el cierre, baje un poco mi pantalón y mi calzoncillo, empecé a puñetearme y, en ese momento se sentó un tipo enseguida mío.... yo ya no podía detenerme. No entendía como yo, siendo un hombre maduro y consciente de lo que estaba haciendo no dejé mi faena.
El hombre aquel que en la penumbra destaqué como muy atractivo, sin más ni más puso su mano sobre mi tranca. Como no lo rechacé, se dio ánimo y me empezó a frotar, primero suavemente, luego de manera más vigorosa. Yo no aguanté mi calor y le bañé su mano de mi abundante esperma.
Se acercó y me dijo que iba a comerse mi leche, que le fascinaba el sabor a hombre. Lo hizo en ese momento, yo lo vi engolosinado.... inmediatamente me dijo que lo había dejado "a medias", me tomó la mano y la colocó sobre su propio paquete. ¡Qué bárbaro!, era una enorme verga, como me gustan, como estaba deseando.
Me propuso ir a la parte posterior pero yo me negué diciéndole que mejor lo invitaba a mi casa.
Apenas llegamos, cerramos la puerta y me besó salvajemente. Me encantó su saliva, que me rodaba la comisura de los labios. Nos desvestimos rápidamente y nos fuimos a la alfombra. Empezamos los dos a puñetearnos mutuamente.... su verga era deliciosamente estética: gruesa, cabezona, sin circuncidar, olía a hombre limpio y sus huevos eran como dos enormes aguacates sostenidos en un prepucio suave y firme a la vez..... yo estaba muy contento.
Nos hemos recetado un 69 que nos dejó secos, los dos soltamos nuestra leche en la boca del otro. El olor en el ambiente era a sexo, a placer, fabuloso.
Yo le pedí penetrarme, pero él sólo empezó a jugar con dos y luego tres de sus dedos en el agujero de mi culo, excitándome, calentándome más, besándome y yo lamiéndole su rica, enorme y poderosa verga.
Me calentó tanto que desée sentirlo dentro de mi, pero consideré necesario ir al wc para estar limpio y dispuesto al ataque. Le ofrecí que tomara algo mientras yo me preparaba y estuvo de acuerdo.
Ya en el retrete, leí un poco, fumé un cigarrillo y sobaba mi verga ya lista para lo que viniese, al menos eso creí, pero cuando terminé mi ritual y salí al encuentro de mi golosina, Daniel ya no estaba. No se veía su ropa. Le llamé a gritos, yo estaba desnudo todavía, tomé mi pantalón y lo sentí muy liviano... De inmediato supe lo ocurrido:
El muy cabrón se llevó mi billetera con el dinero de mi quincena, mis tarjetas de crédito y demás documentos personales.
Me sentí un pendejo, un imbécil que había llevado a mi casa al que habría de partirme la madre de esa manera.
Me autocastigué llamándome puto.
Amigos: No hagan lo que yo acabo de hacer, ubíquense.... en este camino no se encuentra el amor. Es un mercado de cabrones que no se quieren ni a sí mismos y que peor que las mujerzuelas se venden y se cobran a su modo, basándose en que son poseedores de ese atributo que enloquece a todos los que nos gusta el sexo entre hombres.
Les aseguro y me prometo a mí mismo no meter nunca más un desconocido a mi casa aunque tenga la verga de un burro semental.
Espero comentarios en: hermes_2003@hotmail.com