Sexo por caridad me sale caro
Les cuento cuanto entregué mi cuerpo para hacerle un favor a alguien que lo necesitaba y terminé pagandolo caro.
Federico es un hombre de 30 o 32 años que conozco de hace muchos años, era un chico del barrio de donde vivía con mis padres. Nunca traté con el, no era la clase de chico que me gustase, me llevaba como seis años, además siempre me miraba junto con sus amigos con cara de depravado y hasta solían hacer comentarios bastantes desubicados para una nena de mi edad en ese entonces. Por lo que siempre lo ignoré y nunca llegué a conocerlo.
Cuando el tenía unos 27 años tuvo un accidente con la moto que conducía y quedó muy mal. Quedó con problemas en el habla, problemas para caminar, y quedó con una mirada perdida como si estuviese en otro mundo.
Mis padres salían de vacaciones por un par de semanas y me pidieron si podía quedarme e la casa de ellos para cuidarla y encargarme del perro y del gato. Mi hermano menor también se quedaba, pero como había empezado a salir con una chica, y encima era su primer novia, creo que si me lo crucé 5 veces en esos 14 días es mucho decir, mas que yo trabajaba y estudiaba y el estaba en el secundario. Para ese entonces yo tenía 23 años recién cumplidos.
Pasaron un par de días que vivía en los de mis viejos, y una noche cuando volvía de correr del parque, veo a Federico sentado en la puerta de la casa de sus padres. Me había enterado por mi madre que después del accidente había vuelto a vivir a la casa de sus padres. Federico era un hombre muy alto, media cerca de 1.90 metros, pelo castaño oscuro desalineado, una barba recién crecida, ojos marrones y tenía algo de sobrepeso pero al ser tan alto lo disimulaba bien.
Cuando me vio, por la reacción de su cara me reconoció, aunque no me dijo nada solo se quedó mirándome fijamente. - Hola, como estás después de tanto tiempo? Le pregunté. No me contestó pero asintió con su cabeza. Yo me le puse a contar que estaba cuidando la casa de mis padres y otras cosas aunque solo fue un monologo, solo me asentía con la cabeza. Me despedí. Y por fin escuché su vos. - Chau. Me dijo con mucha dificultad. Me dí vuelta , le dediqué una sonrisa y seguí caminando.
Desde que lo vi sentí una angustia grande de verlo así, recuerdo que cuando tenía 14 o 15 años lo odiaba mucho por como me miraba y los comentarios desubicados que me decía, me daban tanta vergüenza en ese entonces que solo lo odiaba por hacerme sentir así. Mientras me duchaba pensaba, como sería su vida sexual, si tendría alguna y se me cruzó por la cabeza tener una atención del tipo sexual con el, me imaginé hacerle una mamada, tragarme su leche y listo, tantas veces había tenido sexo con hombres, que no me importaba hacerle un pete a un hombre que realmente lo necesitaba.
Al día siguiente, pasé por su casa pero no lo encontré, me desilusioné, no era que lo deseaba, pero quería darle su regalo y dejarlo feliz.
Al otro día volví y lo encontré sentado en su casa. Lo saludé, le hablé de algunas tonterías y no encontraba la forma de invitarlo a la casa de mis padres, me sentía acalorada por dentro, sentía que me ponía roja de vergüenza de solo pensar lo que le estaba por decir y no me animé. Me despedí de el y me fui. Sentía mucha impotencia, la verdad es que soy una chica muy pero muy tímida aunque a veces tengo actitudes que demuestran todo lo contario y que me sorprenden a mí y a los que me conocen, es como si en mí viviesen dos personas una extremadamente tímida que se pone colorada de todo y otra que es totalmente desinhibida, es algo que nunca pude dominar en mi vida y nunca supe porque. Pero esa noche venció mi lado tímido.
Al día siguiente, por temas de trabajo no pude pasar por la casa de los padres de Federico, pero al otro día lo hice. Esa noche corrí hasta quedar agotada, una de las cosas que aprendí es que al estar muy cansada me ayuda a ser menos tímida, como a algunos les pasa con el alcohol a mi con el cansancio.
Por suerte estaba el, lo vi desde la esquina, esos 45 metros hasta su casa los hice muy despacio, pensando como comenzar la conversación. Aunque cuando lo vi no me acordé que había pensado para decirle. Lo saludé y le dí un beso en su mejilla. Se asustó un poco, no se lo esperaba. Le conté que recién venía de correr, que había hecho mi mejor tiempo y otras tonterías solo decía cosas hasta tener el coraje suficiente. Finalmente, me animé a invitarlo a cenar a mi casa. - Te gustaría comer en casa? Es que mi hermano no viene y tengo comida de sobra.
Esperé su respuesta unos cuantos segundos, fue bastante incomodo. Hasta que me contestó con un simple:
- Si.
Se levantó con mucha dificultad y nos dirigimos a la casa de mis padres. Cuando llegamos le dije que se siente en la cocina, que se ponga cómodo que yo me tenía que bañar. Le encendí la televisión y fui a ducharme. Tardé mas de lo acostumbrado. Me cubrí con una toalla y fui a cambiarme al cuarto de mis padres donde tenía mi ropa. Pensé bastante en que ponerme, aunque decidí ponerme solo una bata corta que me llegaba a la mitad de mis muslos, de color verde agua, algo trasparente. No me puse ropa interior. Tomé coraje y fui al living donde estaba Federico.
Cuando entré se levanto con dificultad muy torpemente, no sabía si mirarme o girar la cabeza para otro lado, lo puse muy incomodo. Me acerqué a el y le dije que se quede tranquilo que le iba a hacer un pequeño regalo. Me arrodillé, le desabroché el cinto y el jean de color negro y se los bajé hasta sus tobillos. Usaba un boxer de color gris claro, bastante viejo, que le quedaba bastante suelto. Empecé a besarle su pene aún con el boxer puesto, tenía un bulto importante pude apreciar, aunque para mi sorpresa me dí cuenta que aun estaba flácido. Cuando se le empezó poner dura me dí cuenta el pedazo de pene que tenía. Cuando la tuvo bien erecta, le bajé el boxer y vi el pene mas grande que había visto en mi vida, no solo era largo, si no que era gordo y bien duro, no parecía que fuese de carne. En ese momento me di cuenta que no podría metérmelo en la boca, no había forma que me entre. Me desilusioné porque quería darle sexo oral. Aunque traté de hacer lo que pude. Agarré como pude la cabeza de su pija, y comencé a pasarle la punta de mi lengua por todo su tronco de arriba hacia abajo, le lamí sus huevos, aunque eran muy pequeños en comparación con su pene. En un momento sujeté su miembro con mis dos manos y empecé a mamarle la cabeza de su pija, no pude meterme toda la cabeza pero por lo menos mame su punta, mientras lo masturbaba con mis dos manos. Comenzó a hacer ruidos extraños no parecían de placer, eran como de dolor, me distraje un poco y sin que me de tiempo a reaccionar, eyaculo dentro de mi boca, fue un chorro impresionante el que largo, gran parte fue a parar a mi garganta, aunque una gran cantidad salió fuera de mi boca, bajando por mi mentón, para caer sobre el suelo. Empecé con arcadas y toser, estaba muy atragantada por la cantidad de semen que había tragado. Hasta me lloraban los ojos.
No había prestado atención, pero Federico estaba en el suelo boca arriba, por un momento me asusté, pensé que se había desmayado o algo. Pero estaba respirando mirando el techo. Con su mano derecha sobre el estomago. Cuando dejé de toser, me quedé contemplando su pene, me preguntaba como sería, tener algo así dentro de mi vagina. Y quise saberlo. Me quité mi bata, me senté a su lado y empecé a masajearle su pija y darle pequeños besos, aproveché a meterme su miembro en mi boca mientras estuviese flácida aunque duró poco en esa condición.
Unas vez dura, me puse sobre el, tomé su miembro con mi mano derecha y lo acomodé en la entrada de mi conchita depilada. Froté su cabeza por mi labios y mi tajito hasta que empecé a hundirla dentro mío. Nunca sentí mi vagina estirarse hasta ese punto, ni cuando perdí la virginidad, era muy doloroso pero a la vez quería saber hasta que punto aguantaría, costaba mucho la penetración, ni siquiera pensaba en Federico solo existía su pija para mí. Cuando su cabeza estaba dentro mió, solté su pija y me acomodé para dejar caer el peso de mi cuerpo, sobre su pene y que la gravedad haga su trabajo, ni siquiera tenía la mitad de su pene dentro mió, que el dolor ya pasó a segundo plano, aunque me dolía como nunca en mi vida, el placer era demasiado. Era tan duro e imponente que sentía como me hacía correr sobre su miembro. Deseaba tanto que sus manos me apretasen mis pechos con fuerza, pero no lo hizo y debí hacerlo yo misma. Mientras su pija seguía entrando de a poco en mi orificio, comencé a apretar mis pechos y acariciarlos con mis manos, mis dedos jugaban con mis pezones. Estaba fuera de mi, sentía mucho placer. Finalmente me corrí, sobre su pene.
Estaba hecha de momento, pero quería hacerlo acabar para agradecerle las sensaciones que me dio. Empecé a montarlo con fuerza, si bien le costaba bastante entrar su miembro en mi vagina, cada vez estaba mas dilatada y ya no dolía demasiado, puse mis manos sobre sus pechos y saltaba como podía sobre su pene hasta que luego de unos minutos eyaculó en mi vagina.
Me quedé sobre el, hasta que su miembro perdió su dureza y me levanté. Quise ayudarlo a levantarse pero me fue imposible, el triplicaba mi peso y al lado de el parecía una nena de 12 años. Le acerqué una silla y la usó para levantarse. Mientras yo me ponía mi bata.
Le dije que era todo un hombre que me había dado mas placer que nadie, por su expresión le encantó oír lo que le decía.
Le pregunté si se quería bañar, pero me digo que no, que estaba cansado. Me dí cuenta lo importante que es el sexo en las personas, se lo notaba algo mas relajado y por lo menos había hablado una frase en vez de monosílabas. Lo ayudé a subirse los pantalones y lo acompañé a la puerta. Se despidió y me lo quedé mirando mientras se iba hasta que me dí cuenta que estaba sola con bata trasparente y me metí rápido adentro.
Me sentía tan satisfecha como pocas veces, no son muchas veces en que una se siente completamente descargada sexualmente y Federico me dio mas de lo que podía esperar.
Me sentía bastante sucia, había traspirado bastante, aún tenía restos de semen en mi vagina, en mis muslos y mi mentón hasta lo sentía pegoteado de los restos de semen que habían salido de mi boca cuando Federico me eyaculó. Me bañé nuevamente y fui a acostarme, leí unas cuatas paginas de un libro hasta que me quedé dormida.
Me despertó el timbre de mi casa. Estaba muy cansada y en un principio pensé que era el despertador, lo apagué pero volvió a sonar el timbre y me dí cuenta que era. Lo primero que pensé fue que era mi hermano que se había olvidado la llave. Atendí el portero eléctrico. - hola, hola.
Colgué y volvió a sonar el timbre. - Si, quien es? Dije.
Fede, puede ser otra vez. Dijo.
Esperáme un minuto, le contesté. Todavía estaba atontada. No sabía que responderle, en realidad quería volver a dormir, pero me sentía mal en dejarlo con las ganas. Me fijé que mi hermano no hubiese regresado. Y fui a abrirle la puerta. Fui como estaba, toda despeinada.
Hola, perdona, pero quería mas. Me dijo.
Bueno, pero no podes venir a cualquier hora, a veces esta mi hermano.
Si, perdón. Me contestó.
Hacemos algo rapidito, que mañana trabajo, sabés?
Si, si, rápido. Me dijo.
Fuimos a la habitación de mis padres, me senté sobre la cama y le dije que se acerque. Le desabroché el pantalón y se lo bajé junto con el boxer, no se había cambiado y tampoco bañado, el olor a semen que tenía era muy fuerte.
Su pene ya estaba casi erecto, lo tomé la empezar a lamerlo, cuando me dijo: - No, quiero otra cosa.
- Que querés hacer? Le pregunté.
Me tomó del brazo y me hizo parar, me dio vuelta.
- Esta bien, espera un minuto. Le contesté.
Yo vestía una musculosa blanca y una tanga blanca. Me saqué esta última. Me escupí las yemas de mis dedos y me humedecí mi vagina con estos. Lo mismo hice con el pene de Federico, le escupí su cabeza, y con mis dedos lubriqué la cabeza de su pene. Si no, su pija sin lubricación sería algo brutal para mi vagina.
Me coloqué al borde de la cama, con mis pies en el suelo y mis manos sobre el colchón, mi cuerpo quedó en 90 grados, dejándole un buen plano de cola y mis labios vaginales aplastados entre mis muslos. Federico se situó detrás mío. Tomó unos segundos, y sentí la cabeza de su pene rozar entre mis labios vaginales para luego abrirse paso entre estos, fue muy brusco y me lastimó, dí un grito en seco. Pero pareció no importarle, sentí sus manos que me tomaban por la cadera, y sujetándome fuerte empujó mi cola hacia atrás contra su pelvis y pude experimentar llegar al límite del placer y del dolor a la vez, sentía como su pija entraba y recorría mi conducto hasta el final, llegando su pija a lugares que nunca había experimentado nunca. Gritaba como una loca, me daba tanto placer, no me importaba si llegaba mi hermano y me escuchaba gritar sentir como su cuerpo golpeaba contra el mió era todo lo que necesitaba. Sentir sus manos grandes y fuertes haciéndome suya, me hizo correr varias veces.
En un momento, no creo que lo haya hecho a propósito, pero de tanto meter y sacar su pene se salió de mi vagina y cuando volvió a embestirme esta vez encontró otro orificio. Su cabeza y parte de su tronco entro por mi ano. No sé si entro solo un poco o mucho, pero grite como si me estuviesen matando, la segunda embestida me desgarró por dentro, no me salían las palabras para decirle que pare solo gritos. Mis piernas y brazos se debilitaron de tanto dolor y mi cuerpo cayó sobre la cama. Federico sin sacar su miembro de adentro de mi cola también dejó caer su cuerpo sobre el mío y siguió embistiendo mi cola. Todo su cuerpo estaba sobre mí, me sentía ahogada, pero el dolor me hacía olvidar de todo lo demás, pude sentir todo su miembro dentro mió, y sentí miedo, estaba segura que me había roto algo por dentro. Era demasiado bruto y se había olvidado de mi, ahora solo era un agujero para penetrar. Lo único que pude hacer fue morder el acolchado y esperar a que acabe.
No tengo idea si duró un par de minutos o fueron 20 minutos, se que me fue eterno. Finalmente acabó en mis intestinos y me produjo una sensación de ir de cuerpo. Pensé que ya había pasado el dolor mas duro, pero cuando sacó su miembro de mi cola sentí un dolor muy fuerte por todo mi recto.
Federico se levantó como pudo, se vistió y me dijo: - Gracias, gracias, no te molesto mas, chau, chau. Esta abierto la puerta?
- Si, le dije a secas.
Me quedé bocabajo tal cual me había dejado Federico, tuve curiosidad de ver como me había quedado la cola, pero preferí no saberlo, en realidad me daba miedo. Ya no sentía dolor, sentía toda mi cola adormecida. No tuve fuerza ni para moverme, solo me tapé con la sabana por si venía mi hermano y no ve viese como estaba, y me dormí en esa posición, dejando mi cola para arriba.
A la mañana siguiente, me desperté eso de las 10.30 am, me había quedado dormida para ir al trabajo. Fueron un par de minutos en los que me había olvidado que me había pasado la noche anterior, pero cuando me quise levantar para ducharme y salir al trabajo, sentí una punzada muy aguda en mi ano que me llegó hasta el abdomen. Tuve que llamar al trabajo pidiendo parte de enferma.
Con mucho cuidado, me levanté, me logré parar al lado de la cama, cada movimiento que hacía me producía dolor. Me puse de espalda a un espejo que tenía en el cuarto y vi. como mi ano estaba realmente dilatado, todo rojo e inflamado, estaba desecho. Tenía sangre seca en partes de mi nalgas y en mis muslos interiores, quise tomar un baño de inmersión, pero cuando quise levantar mi pierna para entrar en la bañadera sentí un tirón que me hizo desistir. Me limpié como una gata con agua de la canilla, tomé mucho liquido y me volví a acostar.
Cuando no dormía y tenía que moverme por la casa era desgarrador el dolor. Caminaba cojeando realmente, con mis piernas lo mas separa posible, evitando como pudiese la fricción entre mis nalgas. Tuve que reposar unos cuatro días hasta que logre caminar dentro de todo normalmente. Aunque debí dejar de correr por unos meses. Después de unas semanas de seguir sintiendo molestias fue con una doctora, y me dijo que tuve una fisura anal, me dio antiinflamatorios. Me dio unos consejos y me preguntó si quería hablar de lo que había pasado, creo que se hizo la idea de que había sido violada por como me habían dejado la cola. Le agradecí pero lo que menos me interesaba era contarle que había pasado, me daba algo de vergüenza.
Federico no vino mas por casa, y yo no pasé mas por la puerta de el, fue una gran experiencia, me salió cara al final, pero cuando pienso el placer que me dio su pene debo decir que haría todo de vuelta.
Si bien esta no es la historia de mi primer anal es cuando me rompieron bien la cola.