Sexo oral: orgasmos a montones

Un chico es seducido por una amiga y se practican el mejor sexo oral hasta ese momento.

SEXO ORAL: ORGASMOS A MONTONES

Hola de nuevo a tod@s; éste es mi segundo relato que comparto y espero que tenga tanta acogida como el primero (sección gay).

Me presentaré: me llamo Daniel, mido 1.75 y tengo una complexión ancha, soy moreno ojos grandes marrones y una mirada muy clara y directa que hace que la gente (no sé porqué) se quede prendada. Sin ser guapo, suelen decir que soy muy atractivo, aunque yo no lo veo cuando me miro en un espejo. Lo que sí tengo claro es que soy elegante, siempre me gusta ir bien y creo que muchos de los intereses que despierto en la gente es precisamente por vestir bien (o lo que yo entiendo por vestir bien, que no es decir pijo). Soy músico y compositor, bisexual convencido y establecido y me encanta disfrutar de mi cuerpo. Ahora os voy a relatar el episodio más caliente que me sucedió con...

Tengo una amiga, a la que quiero un montón, que es muy atractiva y siempre llama la atención de todo el mundo (lo noto cuando voy con ella). No sé si la miran a ella o me miran a mí como diciendo – vaya suerte que tiene este tío-. La verdad es que a mí me encanta estar con ella, pues puedo hablar de cualquier tema y siempre lo tratamos a fondo. Ella es de mi estatura más o menos, morena, delgada, muy guapa, preciosas curvas y unos pechos que son la envidia de cualquier mujer: esbeltos, grandes (pero no demasiado), apetitosos, …, de esos pechos en los que todo el mundo estaría de acuerdo en decir que son perfectos.

Un día, a lo largo de una cena que compartimos y después de varias copas de vino, me confesó que tenía una fantasía conmigo. Aunque en un principio me quedé sin habla, pues imaginaros la imagen que yo tenía de ella y lo poco que me aprecio yo, rápidamente salté (literalmente) en mi butaca y puse gran atención para que me la contase.

Me dijo que le inspiraba mucha confianza, que yo conseguía hacerla sentirse mujer de una manera muy sensual, que le provocaba muchísimo morbo (siempre estoy rodeado de mujeres y hombres y me desenvuelvo bastante bien en mis tratos personales) el pensar acostarse conmigo,... y otra cantidad de cosas completamente eróticas que me siguen excitando ahora al contarlo.

He de confesar que siempre he sido una persona fiel y me encanta y valoro muchísimo el compromiso y la fidelidad a tu pareja. Tampoco me gusta, o mejor dicho, tampoco me gustaba la idea de irme acostando con la primera o el primero que pudiese, pues siempre he creído que el acostarse con una persona implica un mínimo de intimidad al que no se llega con la mayor parte de las personas que conoces.

Después de la confesión, le comenté que me halagaba muchísimo el que ELLA quisiese acostarse conmigo, pero le expliqué lo que yo pensaba de las relaciones sexuales. La verdad es que tengo que decir que, aunque esa era mi decisión, me tentó bastante la idea de tener un romance o una noche loca de pasión con ella.

Al cabo de unos meses, volvimos a cenar juntos y se volvió a insinuar. Yo creí que aquello que pasó meses atrás había sido fruto del alcohol y que no se volvería a repetir; pero en ese momento me dije – esta tía quiere guerra sin falta - . Esa noche no sucedió nada, ya que no estaba preparado para aquello y, aunque os parezca raro, a mi me gusta un montón organizar un encuentro de la manera más bonita posible. Realmente, me ha cambiado mucho mi forma de pensar últimamente, y aunque alguien te proponga una relación del tipo "Aquí te pillo, aquí te mato", siempre me ha gustado que las personas que se van conmigo a la cama se sientan apreciadas, queridas, deseadas y que vean que

l@s trato como se merecen.

Después de este rollo que sólo pretende ser una somera explicación de mi forma de pensar con respecto al sexo fortuito y rápido, os contaré que a partir de aquella segunda insinuación, comencé a organizar nuestro ansiado "encuentro", puesto que ella lo estaba esperando ansiosa.

Pocos días más tarde, quedamos otra vez para cenar y salir a divertirnos. Quedé además, con mis

amig@s para que la conociesen, pues no se conocían, ya que eran amigos de ciudades diferentes. Se conocieron, se gustaron e incluso me hizo gracia un comentario de un amigo muy gay que tengo que dijo: - porque a mi no me van los coños, que sino ésta es una tía para no dejarla escapar.

La verdad es que Cris era y es una tía que siempre llama la atención, y mis

amig@s se percataron de ello y se dieron cuenta aquella noche de lo "unidos" que estábamos (pienso que a alguno le di un montón de envidia por cómo la miraban). La cuestión es que aquella noche era la noche que yo tenia en mente para compartir con ella lo que me había pedido. La noche se fue alargando y no veía claro que ella tuviese ni idea de lo que yo pensaba: se lo estaba pasando genial con mis colegas y bailaba y bebía sin parar con unos y otros. Un rato más tarde le comenté que nos podíamos ir a casa y ella no opuso la más mínima resistencia. Vale – me dijo. Al rato ya habíamos llegado a mi casa y nos fuimos directamente a "su" habitación. La cosa se había enfriado un poco, ya que ella había bebido bastante y creí que lo único que quería era dormir. Así que me fui a dar una ducha, pues había bailado mucho yo también y me sentía bastante pegajoso. Al terminar de ducharme, salí a mi habitación y ella me llamó desde la suya. Me tumbé en su cama con mi albornoz y me comentó que estaba un poco mareada, pero que seguía pensando lo mismo. Yo le insinué que si quería podíamos intentarlo por la mañana, pero ella me dijo que ese momento era perfecto. Así empezó todo.

Lo primero que hice fue besarle el cuello, pasándole la punta de mi lengua detrás de la oreja y disfrutando de todo su contorno. Ella se dejaba hacer. Su pelo empezó a erizarse, lo que me dio a entender que estaba sintiendo mucho placer. Seguí con mi operación diciéndole que estaba de guapa subida aquella noche, que estuve toda la noche ardiendo, que cada vez que la miraba tenía más ganas de estar con ella a solas, lo cual terminó de enloquecerla. Mi boca terminó pegándose a la suya y nuestras lenguas comenzaron un forcejeo muy reñido que poco a poco se fue calmando. Su lengua sabía a menta y un toque ligero a tabaco, pero estaba muy fresca para ser las cinco de la mañana.

En todo ese tiempo me contuve en tocar sus pechos, pero llegados a este punto, estaba completamente desbocado: comencé por sus costillas, desde el lateral hacia el centro del tronco, subiendo mis manos para acariciar sus pechos desde abajo. Eran duros, turgentes, excitantes al máximo, así que empecé a desabotonar la blusa que llevaba, a la vez que le soltaba el sujetador. Entonces pude notar en realidad los pechos más maravillosos que nunca había tenido en las manos. Con avidez me lancé a morderlos y juguetear con ellos y con aquellos pezones que se me antojaban dulces y tiernos a la vez. Mi erección creo que la notaban los vecinos de abajo: me estaba doliendo la polla de lo empalmada que la tenía.

Ella se dio cuenta y trató de abrir mi pantalón y extraer el motivo del sufrimiento. Como pudo se deshizo de mis pantalones y mis calzoncillos: en un visto y no visto yo estaba en pelotas de cintura para abajo y ella todavía con la blusa puesta. Se tiró encima de mí y se quitó la blusa, dejando al aire aquella fruta de temporada que tanto y a tantos excitaba. De una manera muy sensual comenzó a quitarme la camisa; se levantó y se quitó sus pantalones. Yo, mirándola desde abajo (tumbado sobre la cama) no me podía creer que aquella MUJER y yo estuviésemos haciendo aquello: estaba en el séptimo cielo.

Poco a poco fue descendiendo y frotó mi polla contra su coño por encima de la braguita de encaje que tenía. La sensación era indescriptible, pero ella no quería que la cosa se parase ahí. Se fue agachando y se la metió en la boca sin pensárselo dos veces. Después del frotamiento, pensé que aquello me haría llegar al orgasmo antes de que se lo pudiera decir, sin embargo, ella lo debió intuir y fue relajando el ritmo de tan frenética mamada. Me chupó el capullo con glotonería, mirándome a los ojos como diciéndome – mira lo que te estoy haciendo sin que puedas hacer o decir nada - . Aquello era el éxtasis, el placer era infinito y sentí que no tardaría en correrme si seguía haciéndomelo así. Me la agarró con una mano y con la lengua se dedicó a comerme los huevos, a darles pequeñas chupaditas a cada uno, a lamerlos como si fuesen un helado. Yo ya no podía más y le dije que me corría, así que de nuevo se la metió en la boca, aceleró la mamada y yo agarrándome con fuerza a las sábanas me corrí con todo mi ser. Una corrida así, mientras te la siguen mamando es algo que no se puede describir con palabras, mis trallazos se fueron estrellando contra su paladar, y ella fue recogiendo mi néctar y saboreándolo con glotonería: aquello no era normal, estaba seguro que en algún momento me despertaría del sueño. Pero no desperté.

Acababa de tener el mejor orgasmo por sexo oral de mi vida y tenía que proporcionarle otro, como mínimo del mismo nivel. Así que me puse manos (y lengua) a la obra. La tumbé boca arriba y comencé a pasar mi lengua por todo su cuerpo, sólo la punta, haciendo que un hilillo de mi saliva quedase marcado a lo largo de mi ruta por sus carreteras. Llegué a su ombligo y me entretuve con ganas, sacando petróleo de aquel botón que me parecía muy sensual y que a ella le provocaba tanta excitación. Poco después seguí bajando para encontrarme cara a cara con su gruta. Era un coño depilado, muy bien depilado, con el pelo justo para querer quedarte allí mirándolo para siempre. Así que sin pensarlo me lancé a mi exploración. Le di un lengüetazo que la hizo temblar, y poco a poco fui descubriendo sus labios con mi lengua, separándolos y saboreándolos, de una manera que hasta a mí me estaba gustando. Ella se movía como una perra en celo, agarrada con sus manos a la sábana y apoyando sus pies mientras arqueaba su espalda. Cada vez hundía más mi órgano (lingual) en su rajita. Además, ella misma me estaba proporcionando el ritmo de la follada que yo le estaba dando con mi lengua. Después de quince minutos de placer mutuo, ya que yo estaba empalmadísimo de nuevo, ella comenzó a moverse con unos espasmos tan violentos que me asustaron en un principio, por lo que paré para ver qué le pasaba. Casi me gano una ostia. Al ver como se puso de acalorada volvía mi trabajo y comenzó su orgasmo; gritaba como una loca, síííííí, síííí, síííígueeeeeeeee, ahhhhhh, me cooooorroooo, ...yo estaba gozando más que ella al verla en semejante situación. Ya sabía que era bueno con mi lengua, pero aquello era demasiado. Finalmente, se corrió y tuvo un orgasmo larguísimo, disfrutando de mi lengua los cinco siguientes minutos, mientras poco a poco se iba calmando.

La verdad es que cuando ves a tu compañero sexual disfrutar así, tú gozas tanto o más que él o ella al ver que eres tú quien le estás provocando ese momento. La situación volvió a la normalidad y seguimos gozando de nuestros cuerpos toda la noche hasta bien entrada la mañana, pero eso lo contaré en el siguiente relato si éste os gusta.

Muchas gracias por leerlo y espero vuestras críticas (tanto las buenas como las malas) ya que eso ayuda a ver los posibles fallos en la redacción. Escribidme a: elsexomueveelmundo@gmail.com