Sexo oral con mi primo, soy su putita
Esta vez les quiero contar la historia de la primera vez que practiqué sexo oral y de cómo el afortunado fue mi querido primo...
Hola, soy Lola de Argentina, tengo 20 años. Algunos ya me conocerán por los relatos anteriores. Hoy vengo a contarles algo que pasó hace ya varios años, no tenía experiencia en el sexo. Fue uno de mis primeros encuentros y siempre lo recuerdo con cierto morbo. Por aquel entonces yo tenía el pelo muy largo, por abajo de la cola, mis tetas ya estaban dentro de todo bastante formadas y mi culo no era todavía lo que es hoy, pero era una nena bastante bonita, que solía llamar la atención de varios hombres mayores. Tengo un primo que es apenas dos años mayor que yo con el que siempre me llevé genial, de chiquitos jugábamos juntos y lo pasábamos bien pero su familia se mudó a otra provincia y empezamos a vernos muy poco por la distancia. Un verano nos vimos después de casi no vernos por un año, un año en el que ambos habíamos cambiado mucho. Él estaba altísimo, un metro setenta, jugaba al fútbol y quería dedicarse a eso así que entrenaba mucho todos los días. Su abdomen estaba bien marcado, al igual que sus brazos tonificados. Su piel morena me daba envidia ya que siempre fui muy blanca. Cuando íbamos a la pileta lo veía casi con culpa cómo caían las gotas por su espalda. Por mi parte, yo había crecido de otras formas. Ahí todavía medía un metro cincuenta y algo, tenía la cinturita estrecha y mis tetas bien blancas con pezones rosas que la gente comenzaba a notar. Recuerdo cómo debajo del agua me frotaba el clítoris suavemente viendo cómo él pasaba sus manos por su cuerpo al ponerse protector solar. Era una putita muy morbosa, pero sabía que no pasaría nada entre nosotros. O eso creía...
Su familia se estaba quedando en mi casa, su papá es el hermano de mi papá así que no iba a permitir que paguen hotel. Mis papás dormían en su habitación, al lado de la mía, y los suyos abajo, en el living. Como de chiquitos solíamos dormir juntos sin problemas, lo mandaron a dormir a mi cuarto, en un colchón al lado de mi cama. Una noche muy calurosa nos fuimos a dormir con la ventana abierta, pero a la madrugada me desperté por el ruido de los mosquitos en mis oídos así que me paré a cerrarla. Como estaba Mateo, mi primo, durmiendo en el colchón, no podía acostarme con mi pijama usual que consiste en una tanguita y nada más. Me había puesto una remera y pantaloncitos cortos, de esos que se te meten entre las nalgas y dan una buena vista del culo. Cuando me paré, estaba todo a oscuras así que como pude cerré la ventana pero al volver a mi cama, estando medio dormida, tropecé con el colchón y caí arriba de mi primo. Él se despertó de un susto y yo comencé a disculparme.
-Perdón, es que estaban entrando mosquitos y quería...
Paré de golpe cuando sentí que algo crecía abajo mío. Literalmente había caído sobre él, y su erección se estaba haciendo más grande a la altura de mi obligo.
-No pasa nada Lolita, hace mucho que no dormimos así juntitos, no?
-Es verdad primo, te extrañé mucho - le dije yo, todavía arriba suyo-.
Él agarró mi cabeza y me dio un besito en la frente para luego abrazarme con brazos y piernas, apoyándome aún más su bulto.
-Y si dormimos juntos? -preguntó-. Como en los viejos tiempos.
-Bueno, pero vení, subite a mi cama -accedí yo-.
Él se acostó en mi cama y me dijo
-Vení Lolita, ponete como estabas recién arriba mío que me gustaba.
Me acosté arriba suyo, aprovechando para posicionar su pene a la altura de mi clítoris. Estuvimos un rato así acostados, pero era claro que ninguno de los dos quería dormir. Él me abrazó y comenzó a acariciarme la espalda, pero cada vez iba bajando más hasta que llegó a la altura de mi culito.
-Qué linda estás Lolita, te lo había dicho? Creciste bastante.
-Gracias Mateo, vos igual estás muy bonito.
-Tengo calor, te molesta si me saco la remera?
-No, para nada, yo igual me la sacaría si pudiera -dije pensando en lo mucho que me gusta dormir sin ropa-.
-Y por qué no podrías?
-Porque estás vos primo
-A mí no me molesta bebé
Me corrió un poco y se sacó la remera. Yo dudé un segundo, pero decidí sacarme la ropa yo también. Quedé en tanguita, una de esas tipo hilo dental, blanca, preciosa. Mateo quedó en boxer. Entraba un poco de luz de la calle por la ventana, la necesaria como para ver nuestras siluetas y notar su gran erección.
-No puedo dormir -dije luego de unos minutos en silencio-.
-Yo tampoco, y si jugamos a algo?
-Algo como qué?
-Podemos jugar a verdad o reto -comentó-.
-Bueno, dale...
-Verdad o reto?
Dudé un segundo, empecé tranquila eligiendo verdad.
-Alguna vez viste un pene?
-Mm sí, vi un par pero nunca toqué uno -confesé-.
-Y te gustaría tocar uno?
No supe qué responder así que lo besé. El beso comenzó siendo suave pero de a poco fuimos aumentando la velocidad. Él puso sus manos en mi culo y empezó a manosearlo mientras yo me movía sobre su bulto con las manos enredadas en su pelo. Se alejó y me dijo
-Te animás a tocarlo?
Yo acepté gustosa aunque con un poco de miedo. Metí la mano en su bóxer y lo saqué cuidadosamente, con temor a hacerlo mal. Tenía la verga bien dura y húmeda por el líquido preseminal. Él se sentó en la cama e hizo que me arrodillara frente a él.
-Qué se supone que debería hacer?
-Probalo Lola, ponelo en tu boquita y chupalo. Chupalo como la puta que sos. Te voy a coger la boca pendeja hermosa.
Lo agarré con mis manos chiquitas y pasé la lengua desde la base hasta la punta, como si fuera un chupetín. Repetí eso varias veces hasta que él agarró mi cabeza y la hundió, metiendo así todo su pene en mi boquita. Sentí que me quedaba sin aire pero para mi sorpresa eso sólo logró excitarme aún más. Mi tanguita estaba empapada y mientras con una mano masturbaba a mi primo, con la otra me metía dos deditos en la vagina. Él respiraba fuertemente, mientras agarraba mis tetas y las manoseaba. Su pene estaba bastante bien para su edad, y tenía buen sabor.
-Lola, me voy a correr, necesito que te levantes y me des algo para acabar.
-No puedo tragarlo?
A pesar de la oscuridad, pude ver cómo le brillaban los ojos.
-Querés tragarlo, Lolita? Querés tomarte mi leche tibia? Qué puta que sos, cómo se nota que lo disfrutás.
-Por favor dame tu semen, dejame probarlo. Quiero sentir cómo tu líquido recorre mi garganta.
Eso pareció calentarlo mucho porque apenas lo dije, el semen empezó a brotar de su pene. Lanzó un buen chorro que probé gustosa, y me encantó tanto que lo tragué todo. Me sentí como una putita morbosa, seguía muy caliente. Mientras mi primo recuperaba el aire, yo empecé a masturbarme tirada en el colchón, con la tanga corrida a un costado.
-Te puedo devolver el favor? -me dijo una vez que estuvo listo-.
Asentí y me acosté abierta de piernas, dejando mi conchita depilada al aire. Él puso su cabeza entre mis muslos y comenzó metiendo un dedo y después dos, jugando en mi interior. Pasó la lengua por toda mi vagina, la metió en mi huequito y yo me retorcía de placer. Mordía una almohada para no gemir, ya que nuestros papás podían escucharnos. Con mis piernas intentaba atraer más su cabeza a mi clítoris, que estaba palpitando del placer. Aumentó la velocidad de las lamidas, haciéndome tener el mejor orgasmo que había tenido hasta ese momento. Él limpió mi vagina con su lengua, y después nos acostamos juntos, con su bulto clavado en mi culito. Lo repetimos todas las noches que estuvo en mi casa e incluso al día de hoy cuando nos vemos lo recordamos, poniéndonos calientes. Quién diría que me iba a convertir en la putita de mi primo.
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Besos, Lola.