Sexo furtivo -IV-
La PERVERSIÓN es sólo otra faceta de la vida. Pero hay que saber muy bien cómo llevarla a término. Es como respirar, comer, dormir Es como los grandes pintores, la diferencia que ellos usan óleo, acuarelas, pinceles y los pervertidos como yo usamos EL SEXO.
Amparo me localizó, aunque no le había dado mi número de móvil, se lo había trabajado, aunque conociendo a quienes conocía, tampoco le habría costado mucho. Estaba en una reunión y aunque el móvil lo tenía en silencio, recibí varias llamadas suyas, en ese momento sin saber que era ella, porque solo me reflejaba el número, pura lógica porque no la tenía entre mis contactos. Acabada la reunión no me moleste en llamar a ese número, no suelo hacerlo, salvo que los tenga en mis contactos y volvió a sonar.
Dígame…
Hola, hombre misterioso, podíamos quedar para comer o mejor aún… una cena con desayuno… jajaja… ¿Qué te parece?
Me caes bien, directa… hoy imposible del todo, pero si quieres después de comer hoy, que tengo una comida de trabajo, pero durará poco, podemos tomar un café. ¿Te viene bien a las 16:15 en la terraza de…”
Me viene perfecto y a ver si me cuentas mas de ti.
Eso ya va a ser un poco más difícil, date cuenta que según tú debo de ser un crápula, alguien indecente.
Me gustan las llamadas inesperadas. Iba muy liado, no tenía ni un minuto libre. Entre unas cosas y otras acababa llegando a mi casa más tarde de las once de la noche. Luego hacía cosas que tenía pendientes y al final me acostaba sobre la una y a las seis en pie. El café con Amparo me vendría bien, me despejaría un poco. Me llaman y me comunican que la comida ha sido suspendida. Aproveché para ir a el otro trabajo y ver como marchaba todo. Me comería unos sándwich y luego me iría a tomar el café. Después de hablar con varias personas del trabajo, Beatriz quiso hablar conmigo.
Carlos antes te quiero preguntar si podemos hablar de temas personales, como estamos en el trabajo…
Beatriz, joder… ahora estamos solos.
Jajaja… No soy de cotillear, pero como sé que te gusta, aunque no lo reconozcas Susana (que era de mi edad) está más caliente que una plancha y le atraes mucho.
Vamos a suponer que es verdad, ¿Por qué me lo cuentas? Y sabes que guarda demasiado las distancias, es imposible acercarse a ella.
Porque es una “desgraciada” hablo sexualmente, por lo que cuenta y porque tengo muchas fantasías, ya te dije que una era que mi marido me viera con otro y también tengo una fantasía recurrente, hacerlo con una mujer y como a ti me gusta Susana, porque demuestra mucha inexperiencia y pensar en hacerle descubrir otro mundo… me pone mucho.
Jajaja… pues difícil esta.
Si nos ponemos los dos de acuerdo, seguro que la podemos convencer. Pero tiene que ser ya, porque su marido se va unos días de viaje y ese será el momento.
No añadí mucho más, deje que elucubrara lo que quisiera y si sus planes me parecían adecuados, porque no. Termine de solucionar los problemas que había y me fui a tomar el café. Llegué el primero escogí una mesa de la terraza y me senté. Había tres hombres en una mesa enfrente mío y cuando les oí avisarse, para que miraran hacia mi espalda, supe que era por Amparo y no me equivoqué. Era una mujer escandalosa de ver y cuando digo esto, no es porque fuera exagerada, basta ni nada de eso, es que aunque viniera vestida de lo más normal, llamaba la atención.
Si a eso se le suma, que venía llamativa, con una minifalda no excesiva, normal, pero que hacía que sus largas piernas destacaran mas y un suéter fino, que marcaban sus buenos pechos, todo eso con el bamboleo de ir con tacones, normal que la miraran. Nos saludamos y al quitarse la mascarilla, saco un espejo del bolso y se retoco. Hasta haciendo eso se la veía interesante. La conversación la inició sin rodeos…
Me tienes desconcertada. Cualquier otro hombre, me hubiera llamado cada cinco minutos y tu… NI UNA LLAMADA. He tenido que buscarme la vida para conseguir tu móvil.
Jajaja… que exagerada, seguro que sé a quién has llamado para pedírselo.
Bueno, vale, es verdad. No ha sido tan difícil.
Y ya de paso te habrán contado más cosas de mí, ¿Qué te han contado? Pero la verdad, lo bueno y lo malo.
Jajaja… pues que no eres un traficante, jajaja… ya sé a qué te dedicas y que te gustan las mujeres mucho, que no te comprometes y que quien te la hace, que se olvide de ti.
Pues no han sido muy “malos” en sus opiniones… jajaja…
¿De todas las relaciones, cuanto ha sido la que más te ha durado?
Pues no te lo ibas a creer, pero muy poco, muy poco. A excepción de una que ha sido la más extraña y que ha sido la más especial, pero antes de que me lo preguntes, por la cabezonería de los dos y por sus silencios. Pero ya he hablado suficiente de mí y no hay más preguntas para contestar.
Pues ya es raro que ninguna te haya logrado calibrar bien y “atraparte” porque estas muy bien, en el sexo eres extraordinariamente distinto, simpático, sabes escuchar y no eres prepotente, aunque tu aire un poco chulesco me gusta.
Con lo de extraordinariamente distinto… ¿Qué quieres decir con eso?
Jajaja… te gusta que te regalen los oídos… pues que va a ser, seguro que te lo han dicho muchas veces, tienes una facultad y un empuje fuera de lo normal, jajaja… como ha sonado… jajaja…
Si tú lo dices, pues me alegro que me veas así.
Aunque me has dicho que no más preguntas, solo una, que busque la canción de Sam Fischer this city y la traduje. Parece que es una persona que llega a una ciudad distinta a la suya, como persiguiendo algo y dice varias veces que esa ciudad te va a romper el corazón. Deduzco que la ciudad es Valencia, que hay alguien que te trae a mal traer y que te rompe el corazón porque no la consigues. ¿Es así, has venido a Valencia por alguien?
Joooooooder… es una simple canción. Jajaja…
Entonces… ¿Por qué venir a vivir aquí?
Porque si, lo mismo el mar, que no puedo vivir sin él, por algún sueño que me indico venir, pero principalmente un impulso, aunque mido todo mucho, cuando me da un impulso no hay nada que me pare.
No me has contestado, lo preguntare de (Se interrumpe la conversación de forma escabrosa)
Una voz profunda de hombre, en un tono excesivo… “Serás cerda… esto es darnos un tiempo, aquí sentada con este fantasma… ¿Ahora que me dices?”, me fui a levantar y Amparo me agarró de un brazo pidiéndome de por favor que no lo hiciera. Después de un rato se tranquilizó y se sentó con nosotros. Ya estaba de sobra y no me gustaba estar en uno de esos momentos difíciles de pareja. Lo poco que vi y escuche, era una pareja tal para cual, se les veía todavía algo de chispa entre ellos y me dirigí a Amparo para decirle que les dejaba solos, ella me dijo que mejor y me marché. Cuando la vi llegar ya me había imaginado una buena tarde noche. Regrese al trabajo y Beatriz me dijo… “Si estás preparado y me sigues la corriente…”, me encogí de hombros y a los cinco minutos entraban en mi despacho.
Beatriz había buscado una excusa en una parte del trabajo que compartía con Susana. Me hacía gracia y es verdad que me atraía Susana, me hacía gracia porque cuando estábamos juntos la notaba nerviosa. Beatriz me contaba los supuestos problemas con los que se habían encontrado y terminamos con una proposición de Beatriz de pasar ellas mañana por mi casa y acabar todo. Susana la miro con estupor, sin saber que decir y por eso hable yo… “No mujer, vosotras tenéis familia y no me gusta robarle tiempo a nadie” y Beatriz como si lo hubiéramos ensayado me contesto… “Por mí no hay problema, porque se lo digo a mi marido y ya está, seguro que aprovecha para darse una vuelta con los amigos y Susana está sola, que su marido está de viaje de trabajo”
La expresión de Susana era de no estar creyéndose lo que pasaba y seguro que le daba vergüenza ser la nota discordante, aunque seguro que estaba pensando cómo evitar ese compromiso. Porque se estaba mordisqueando compulsivamente el lado izquierdo de su labio inferior. Les dije que de todas maneras ya me dirían, por si les surgía algo y no podía alguna, eso lo hice para darle una salida a Susana por si no quería venir. Salió Susana la primera, Beatriz se demoró unos segundos más y me dijo que atento a mi móvil. En ese momento estando de espaldas a Susana me llamó a mi móvil. Se fue con Susana.
¿Cómo me has podido hacer eso sin consultarme?
¿El que?
Como que el que, coño que has quedado con Carlos en su casa, pero has quedado en que vamos las dos. Es un cortazo y a ver como se lo digo a mi marido, sin que le entre un ataque de cuernos. Me has caído muy bien desde el principio, pero… menudo marronazo.
Mujer, no había pensado que te pudiera molestar y si te soy sincera pensé, son de la misma edad, se miran con ojos de deseo los dos, que mejor oportunidad que esta.
Que va, él no se ha fijado en mí ni un segundo y de todas maneras… ¿Es que tú ya has estado en su casa?
Si fuimos del trabajo y es muy buen anfitrión. Lo que te decía te mira con ojos golosos y para que lo sepas, me han dicho que follando es increíble y que tiene más rabo que el diablo.
Jajaja… que bruta que eres. ¿Quién te ha dicho esas barbaridades?
Una que tu conoces, pero no te voy a decir el nombre.
Da igual, además en cuanto se lo cuente a mi marido, me va a dar la barrila para que no vaya, mejor, me dirá que haga lo que quiera, pero me dará el sermón para que decida “voluntariamente” que no.
Pues dile una mentirijilla, que vas a mi casa.
Le llamó en ese momento y estuvo hablando con él hasta que se lo dijo todo… “Mira es que tenemos una parte del proyecto a punto y una compañera, me ha dicho de que fuera a su casa mañana noche y lo acabáramos allí. Le he dicho que creía que venía mi hermana a cenar, por si no te hacía gracia, ya tenía la disculpa”, no podía oír lo que su marido le contestaba y fue cuando le oigo hablar con Beatriz, por lo que supuse que ya había acabado de hablar con su marido… “No me lo puedo creer, me ha dicho que sin problema, lo único que le deje mañana tu móvil por si me quedara sin batería”
Beatriz se echó a reír e hizo comentarios sobre lo celoso que tenía que ser su marido. Ya estaba todo claro, a esperar al día siguiente lo que sucedía con Beatriz y Susana. Porque era como hacer un doble salto mortal por primera vez desde un trampolín para Susana.
Las vi en el trabajo al día siguiente, a primera hora y me marché, iban vestidas bien, pero demasiado discretas. Casi a la hora de comer tuve una llamada de la agencia de viajes, para solventar algunos pequeños problemas que habían surgido con mi viaje a finales de mes. Tuve que cambiar varias cosas ese día para ir a la agencia, solventado los problemas me marche para mi casa, porque si eran puntuales, llegaría con el tiempo justo.
Por una vez me alegré de la impuntualidad de alguien, me dio tiempo a darme una ducha relajante, con agua bien fría, que me despejaría del todo. Llegaron y como llegaron, se habían cambiado de modelitos, venían discretas, pero con un ligero toque libidinoso. Beatriz con un traje típico de ella de color marrón, pantalón ajustado y chaqueta cerrada, debajo se veía una blusa dorada, con brillos. Susana, venia con una falda corta azul, que dejaba ver el inicio de unos muslos bonitos y una camisa de manga larga por fuera de color blanca, con varios botones desabrochados y que en cualquier momento enseñaría algo.
El trabajo duró bien poco, porque Beatriz de forma “inesperada” dio con la solución del error. Cuando fui a la agencia de viajes aproveche para abastecerme de aperitivos para merendar. Nos les di opción de irse, les dije que iba a preparar una merienda. Beatriz dijo que me acompañaban a la cocina. Llamaron abajo y no me quedó otra que contestar, alucine, era Amparo, tuve que abrirla, cuando llego fui claro y directo, tenía visita e iba para largo, se enfadó y a pesar de que le dije que pasara a tomar algo, se dio la vuelta y se marchó.
Nos sentamos tranquilamente, ellas juntas en un sillón y yo en otro. Al principio la conversación era demasiado formal y luego, después de beber un poco y digo un poco, porque no bebieron mucho, se fueron relajando y ya fue más distendida la conversación, me limite a seguirlas, de momento no quería añadir ningún elemento nuevo. Beatriz llevo la conversación al sexo y la relación entre parejas, matrimonios… y subió de tono cuando afirmo… “Al principio no paras de tener sexo todo el día, luego se va distanciando y con el tiempo ya no es follar, es un mecanismo de costumbrismo”, hice un comentario al suyo… “Supongo que eso no será una generalidad y será según las parejas”, esperaba una reacción de Susana que no se produjo.
Beatriz que estuvo al quite… “Si no es lo mismo en todas, en la gran mayoría. Es como los hombres, que no todos saben dar placer a la mujer, que va, ni mucho menos… ¿A que tengo razón Susana?”, Susana se lo pensó unos segundos… “Creo que en parte tenéis razón los dos. No se pude generalizar y es verdad que según pasa el tiempo en una pareja, se va notando cierto desgaste… lo importante es darse cuenta para buscar soluciones” y aquí aproveche para ahondar más… “Ah, si… Y vosotras que lleváis tanto tiempo en pareja, ¿Que soluciones habéis buscado?”
Por la reacción de Beatriz, estaba esperando esa pregunta o alguna similar, porque respondió al segundo… “Yo ya le he propuesto hacer algún trío a mi marido, me da igual que sea un hombre o una mujer. Aunque ya se lo he dicho que con otra mujer mas no iba a dar abasto”, me tuve que aguantar la risa, porque la cara de alucine de Susana era graciosa y ella no sabía qué decir ni que añadir, hasta que Beatriz la “presiono” y por fin dijo algo… “Si no me ha sorprendido ni me ha asustado. Me ha llamado la atención que lo expreses tan alegremente y más delante de Carlos. Que de acuerdo, todas hemos tenido fantasías y tenemos, pero de eso…”
Había pensado que Beatriz propondría algún tipo de juego algo similar, pero llevaba un rato acariciando el brazo de Susana, de una forma nada casta. Se puso en pie, dijo que calor y ante los ojos de Susana y los míos, se desabrocho la chaqueta y se la quito. La blusa que llevaba, era dorada con brillantina y transparente, no llevaba sujetador y se le veían perfectamente los pechos, los pezones enhiestos y desafiantes. No me lo esperaba y la cara de Susana era un poema. Me pregunto por el aseo se lo indiqué y nos dejó solos. Antes de que pudiera Beatriz decir nada… “Creo que la acabas de escandalizar. No veo que vaya a entrar en nada” y con una sonrisa enigmática… “Tu di lo que quieras, pero me voy a tirar por primera vez a una mujer y va a ser a esta que es casi virgen”
La veía demasiado segura y se lo exprese, me dijo que si era verdad todo lo que le había contado en ese tiempo Susana, tenía que ser un volcán al punto de la erupción y me lo resumió diciéndome que Susana era muy sumisa, lo único que el marido no había logrado sacarle partido, porque era un egoísta de esos, que solo piensa en su satisfacción. Le pregunté de nuevo si se creía lo que decía y con una seguridad fuera de lo normal… “Conozco bien a las personas y esta mujer está desesperada, porque su cuerpo le pide una cosa y ella se asusta, porque se niega a reconocer que está equivocada, si te contara de su marido… te quedarías sin habla”
Antes de que regresara me pidió que me buscase una excusa para dejarlas solas diez, quince minutos. Al poco de estar sentada les dije que tenía una llamada de trabajo, que regresaba enseguida y las deje solas, pero quedándome en un sitio donde poder oírlas, para saber por dónde iba Beatriz.
Beatriz, ¿No te da corte enseñarles las tetas? Porque se las estás enseñando.
Ya lo sé, os la enseño a los dos y me gusta. ¿Pasa algo? ¿Te molesta?
No, no me molesta, tu sabrás lo que haces, eres libre. Pero… ¿Qué piensas que puede pensar él?
Pues si es inteligente y me consta que lo es. Pensara a estas dos zorritas me las voy a follar, porque han venido a eso.
No creo que piense eso. Porque hemos venido a lo que hemos venido y punto. ¿O no?
Yo he venido a que me folle y a follarte, así de claro.
Te ha echado algo en la bebida y estás desvariando.
Que no estoy desvariando, que ya me lo he follado o mejor dicho me ha follado. Porque es un auténtico empotrador y me encanta cuando se pone “violento” te puede zurrar bien el culo. Es muy salvaje.
No puede ser verdad, te estás quedando conmigo y si es una broma, ya está, pasemos a otra cosa.
No es ninguna broma, me has dicho que pocas veces has tenido un orgasmo y cuando los has tenido tu marido te ha llamado guarra porque te corres sin control y te voy a ayudar a tener todos los orgasmos del mundo.
Lo único que te pido es que no me comprometas y a mí me dejéis al margen.
La voz de Susana no era de seguridad y era más de compromiso, de querer quedar bien. Me hice el tonto cuando me senté de nuevo y la que estaba mas fuera de si era Beatriz. Que ahora mientras hablábamos, se sentó de lado, acariciaba el pelo de Susana, el brazo y seguía hablando tan normal. Paso a la rodilla de Susana, hacía como dibujos con un dedo en su rodilla y Susana estaba en tensión, con las piernas cruzadas y no me miraba directamente, distraía su mirada.
Yo hablaba con tranquilidad, como si no viera nada, como si no me diera cuenta de lo que pasaba. Si Susana era tan sumisa como decía Beatriz, pronto lo veríamos y si no lo era, se levantaría echa una fiera, la mandaría a la mierda y se iría. Me di cuenta como Beatriz usaba un poco de fuerza, para que Susana descruzara las piernas y esta se resistía. Era una contienda sin agresividad, envuelta en sonrisas, palabras y dulces gestos de tensión.
Beatriz no se daba por vencida y posó sus labios en el oído de Susana, vi que le decía algo, más bien le ordenaba algo y luego con un descaro monumental, le pasó la lengua por su oreja. Esta vez las piernas de Susana se descruzaron, aunque se quedaron pegadas y Beatriz logró lo que quería, meter la mano hasta arriba de los muslos de Susana, que hizo una exclamación involuntaria, cuando Beatriz llegó a su coñito, para luego con más o menos convencimiento Susana repetía una y otra vez… “No, no, para… no sigas, por favor… no, no, uufffff… madre mía… buffff… no sigas… uuummmm…” y Beatriz dijo bien en alto, de manera provocadora… “Menuda guarra, está empapada como una cerda… la que no quiere… si está a punto de nieve… déjate zorrita, que vas a disfrutar lo que no has disfrutado en tu vida”
Susana, ya no decía no, apretaba sus labios, trataba de no mirarme, aunque la tentación le podía y me miraba alguna vez. Trataba de besarle la boca y Susana cada vez que lo intentaba le hacía la cobra. Hasta que Beatriz se hartó, le agarró por la barbilla de malas maneras y le dio un morreo exagerado, al que Susana que al principio se resistió, luego se entregó placenteramente. Cuando dejaron de besarse, Beatriz hizo el comentario de que era la primera vez que había besado a una mujer y le había gustado mucho, que se había puesto muy cachonda. Desabrocho la blusa de Susana que se dejaba pero no colaboraba y se quedó con las tetas al aire, unas pequeñas tetas pero muy bonitas. Susana empezó a besarle los pezones y Susana evitaba que le salieran gemidos, pero al final alguno se le escapaba.
Beatriz después de darle un buen repaso a sus pezones, se arrodilló en el suelo y le quitó las braguitas. Le costó levantarle la minifalda pero lo hizo y le metió varios dedos en su coñito, aquí ya, Susana no puedo evitar los gemidos y cuando Beatriz poso su boca sobre su coñito, Susana se dejó hacer, acariciaba la cabeza de Beatriz, echaba la cabeza hacia atrás y se quedaba con los ojos cerrados. Sin que se enteraran me desnude, me puse un condón y me coloque detrás de Beatriz, que al sentirme, se colocó como toda una perrita y recibió mi polla muy gustosamente, dejando salir un “alarido” de su boca, lo que hizo mirar a Susana que me vio follándome a Beatriz.
Esta vez Susana no cerró los ojos y me miraba con excitación, viendo como penetraba a Beatriz. Que no aguanto mucho y se corrió con Susana, que no fue ni una décima parte de lo escandalosa que fue Beatriz. Se levantó y me decía que había sido sensacional, me dio un buen morreo diciéndome que seguro que este beso después de haberse corrido Susana sabía mejor. Termine de desnudar a Susana y colaboraba para que pudiera hacerlo, nos dimos un beso, de esos que empiezan suaves, se vuelven húmedos y acaban siendo pasionales.
La coloque en la misma posición en la que había estado puesta Beatriz, se colocó sin rechistar y suavemente le metí mi polla, me gustaba su coñito, aunque entró bien, se notaba más estrecho que el de Beatriz. Cada vez aguantaba menos su fuerza de voluntad para que no se la oyesen los gemidos. Se iba dejando llevar, aunque se puso en tensión cuando Beatriz se colocó desnuda, delante de ella y con las piernas abiertas, toda una invitación para que la comiera el coñito. Se resistía no quería y en ese momento Beatriz me demostró lo que me había dicho de Susana, le apretó con fuerza los pezones, hasta que se quejó y acto seguido le prohibió ninguna queja.
Dejó sus pezones tranquilos y le ordenó que se lo comiera. Susana seguía estando reacia y le dio un tortazo bien dado en la cara, fue a replicarle y le volvió a dar otro acompañado de las palabras… “Empieza ya de una puta vez… te vas a enterar cuando Carlos te dome, ya verás lo que es bueno”, no sabía porque le decía eso, si apenas nos conocíamos o mejor dicho, poco me conocía ella. Resultó efectivo, Susana obedeció y empezó a comerle el coñito a Beatriz. Que no dejaba de gemir y estaba como ida. Beatriz estaba en la gloria, sus jadeos eran audibles en kilómetros y empecé a embestir a Susana con todas mis ganas, lo que llevó a que no pudiera comerle el coñito a Beatriz, que me miraba echa una fiera. Entendió mi actitud y mientras me follaba bien follada a Susana ella se tocaba mirándonos.
Nos corrimos todos como las caídas de las fichas de dominó y Susana prometía, me gustaba como era. Estaba saboreando lo que era el inicio de la noche y de pronto, sin venir a cuento, Susana se puso a sollozar, diciendo que estaba mal lo que había pasado y cuando Beatriz primero, luego yo, tratamos de consolarla, dejó de sollozar para llorar directamente. En alguna ocasión me había ocurrido, pero nunca un arrepentimiento de tal magnitud. Trataba de vestirse atropelladamente y Beatriz recogió la ropa de las dos y se fueron al baño. Salieron y ya estaba más tranquila, pero ni se despidió de mí y Beatriz se fue con ella, que si se despidió y me hizo un gesto de que luego me llamaría.
No habíamos probado prácticamente los aperitivos, así que me los dejé para cenar. Me di una ducha y después me puse ropa de deporte, iba a aprovechar para salir a correr, que últimamente iba tan ocupado que no corría todo lo que quería. Me di una buena paliza corriendo y según llegaba a mi casa, vi en la puerta a Amparo. Lo primero que me dijo fue que iba a subir y el portero le dijo que había salido a correr, que me llamó y le saltaba el contestador. Mi respuesta era que no había salido a correr con el móvil y la invite a subir. Ni ducharme ni nada, quise dejar claras algunas cosas… “Amparo, a mi casa no se viene sin avisar… no me gustan las sorpresas, salvo que tuviéramos una gran amistad y el haber follado una vez, no es tener una gran amistad”
Note que me quería decir algo y que lo estaba pensando… “Pues perdona, creía que precisamente por eso… no sé, había algo más”, no quise contestarle y le dije que su sirviera lo que quisiera, que me iba a dar una ducha, porque la verdad venía bastante sudado y antes de que me fuera, no sé si para provocarme o para que… “Oye que sepas que no he venido desesperada ni necesitada de nada ni de nadie, no te confundas. Que casi seguro que vuelvo con mi marido, casi seguro no, que volveré, que lo hemos arreglado y no estés tan subidito, eres bueno en la cama pero… tampoco algo excepcional o extraordinario, que vamos, una puede vivir sin caer en tus brazos”, me reí y le dije que tenía toda la razón.
Me fui a duchar y me puse un pantalón corto y una camiseta de manga corta. Tenía que reponer un poco de fuerzas después de la carrera que me había dado. Ella estaba bebiendo algo, no sé si llevaba alcohol o no. Me hice un zumo natural y como un poco de todo sin pasarme. Mientras ella no dejaba de darme la chapa. Cuando acabé me llevé todo a la cocina y ella vino detrás. Lo lave todo y me puse a hacerme un café. Ella no quería y me lo tomé. Una vez me había tomado el café, me acerqué a ella, besé sus labios y se desató la tensión sexual que había.
Lo primero que hice fue azotar solo un poco su culito, no todo lo que a ella le hubiera gustado. La desnudé en un momento y la tumbé en la mesa de la cocina, le comía el coñito, mientras mis dedos la follaban, no paraban de decirme, lo bien que manejaba la lengua y mis dedos, que no me parara, que la volvía loca. Cuando vi que se tensaba, me detuve, no quería que se corriera, le molesto y con voz susurrante, mimosa, me decía que siguiera. Una vez que se había relajado un poco, inicie lo que había dejado, la comida de su coñito, esta vez tardo mucho menos en ponerse a punto y cuando de nuevo pare, rayo el mosqueo.
Me puse un condón y no me anduve con rodeos, empecé a follármela. Primero en la posición que estaba, tumbada boca arriba en la mesa y sus piernas sobre mis hombros, dándole unas embestidas más que formidables. Me gustaba ver su cara llena de placer, como se acariciaba sus pechos, sus pezones. En su cara veía la transformación que se producía en ella y su mirada me indicaba que estaba muy a punto, por lo que por tercera vez me paré y le saque la polla. Ahora la apoye en la mesa, quedando en una posición que la hacía mucho más deseable. La follaba con distintos ritmos, suave, fuerte, suave mucho más fuerte, suave, muy suave, apenas sin movimiento, embestidas profundas, parada casi en seco, azotes en sus nalgas y cuando trataba de que no se le notara que se iba a correr, me pare y me salí de ella.
Me miró y se quedó extrañada cuando me quite el condón. Tan extrañada que me dijo… “Ahora no tomo nada, ni tengo nada puesto, si lo vas a hacer así, por favor no te corras dentro” el chasco se lo llevó cuando le dije… “No te preocupes, por mí no te vas a quedar embarazada. Porque ya hemos terminado”. Se tenía que haber visto la cara, se creía que era una broma y le aclare que no y fui sarcástico… “Es que he recordado tus palabras, esas que vienen a decir que debo ser muy mediocre follando y no quería que te fueses con mal sabor de boca, por no estar a tu altura, que luego no quiero que me llamen subidito”.
Se empezó a vestir con mucha calma, como para ver si me arrepentía. La verdad que ganas no me faltaban, estaba muy bien, follaba estupendamente, se dejaba llevar, pero era la segunda vez que me atacaba innecesariamente. Viendo que eso no daba resultado, empezó a regalarme dulces y delicadas palabras, solo un ejemplo… “De Madrid tenías que ser, pues que sepas que eres un cabronazo, que no sabes follar, que te lo tienes muy creído, no me extraña que no estés con nadie… ¿Quién iba a querer estar contigo?...” y una vez que paro me pregunto si no iba a replicarle nada, de mi boca solo salió… “Seguro que tienes razón, seré todas esas cosas y alguna mas…”, cogió su bolso y como despedida un buen portazo, que manía de dar portazos, si la puerta no tiene ninguna culpa, es lo único que pensé.