Sexo exquisito y al grano.
Unos de los tantos polvos que eche con la persona que mas amé. Su dulce vagina me volvía loca.
Deslice mis dedos por tu coño y empeze a penetrarte.
Estabas mojada y apunto para mi. Los incline de esa manera que a ti te volvía loca y me deje de romances, penetrandote fuerte, lo hice rápido; hacia dentro, hacia fuera, una vez y otra vez mas. Era agradable oírte gemir y notar con mis dedos tu vagina por dentro. Tu dulce vagina abierta solo para mi. Creo que te corriste en cinco minutos, yo te pedía mas pero tu no pudiste aguantarte y ahora no era mi turno, porque el sexo no es un juego de ajedrez en que si uno mueve ficha primero y penetra, el otro esta obligado a hacerlo de igual manera. Pero tu querías, me lo decían tus ojos húmedos y excitados asi que así si, me deje hacer. Ahora me tenías solo para ti y ompletamente excitaba deseaba cada olor de tu cuerpo, todos me gustaban. Me parecías soberanamente excitante. Te pusiste encima mio, abierta de piernas para poder rozarnos los clítoris y me miraste a los ojos. Tu sabías que eso me volvía loca y supongo que mi cara te lo desveló porque empezaste a moverte con esa sonrisa pícara que delataba tu inseguridad i nerviosismo, te agarre del culo para guiar tus sacudidas a mi compás, me encantaba notar tu clítoris encima del mío me volvía tan loca que consigueste que me corriera de una manera casi mágica... pero no pude dejar de abrazarte, eras tan excitante .. que lamí tus pezones apresuradamente y al tercer chillido ya estaba buscando otra vez tu vagina, tu dulce vagina, y cual gata me puse encima, así como a ti te gustaba. Tu eras mi sumisa favorita. Notaba tu cuerpo cerca del mío moviéndose arriba y a abajo y volví a penetrarte , todo empezo de nuevo.
Y esta es una de tantas dulces anéctodas sexuales entre tu y yo.