Sexo en las alturas

Dejando el romanticismo y el miedo de lado se puede gozar plenamente de una noche de placer.

SEXO EN LAS ALTURAS

Es la historia de dos personas que descubrieron por primera vez que hay un mundo lejos del romanticismo y dejando atrás todos sus temores y sentimientos lograron tener el mejor momento de sexo de su vida.

Todo comenzó una tarde en la que después de haber estado tonteando durante semanas sin llegar a nada por miedo o cualquier circunstancia, lucia y yo volvíamos de dar clases juntos. El viaje era el de siempre: un quiero y no puedo o no debo hacerlo durante todo el trayecto. Por fin llegamos a la estación y volvimos durante algunos minutos juntos ya que su casa pillaba de camino a la mía. La situación era angustiosa, se olía la necesidad de sexo y la atracción pero como durante muchas semanas antes no había pasado nada.

En el momento de despedirnos hasta la siguiente semana de clases ese día algo cambio, no era la típica despedida de siempre, sino mas bien un hasta pronto o podría decirse que nació una mirada que expresaba: tómame ahora. Sin mas preámbulos ambos tomamos nuestros caminos pero sabedores de que pasaría algo especial

Eran las 7 de la tarde pero en esa época ya era de noche completamente. De repente se me ocurrió salir de casa y darme un paseo en coche por despejarme de las clases que había tenido. Cogí el coche pero me notaba excitado, normal en mi por otra parte, pero era otra sensación extraña. Al salir del garaje y tras recorrer unos minutos de viaje, me di cuenta de que había aparcado justo delante de casa de lucia. Me extrañe mucho ya que nunca había ido a su casa aunque ella me dijo donde vivía, pero ahí estaba sin saber porque: totalmente confundido pero a la vez excitado. De repente mi imaginación empezó a volar; miles de pensamientos surgían de mi cabeza, entonces sucedió algo que no podía esperar: justo detrás de mi estaba ella, asomo la cabeza por la ventanilla y me dijo: te estaba esperando.

Ella entro en el coche y por un momento sentí que no era dueño de mis actos. Ella solo dijo: llévame lejos de mi casa. Yo obedecí y la lleve al lugar mas tranquilo que conozco. mi trastero. Bajamos del coche y subimos al trastero, el cual conectaba con el garaje por lo que no tuve ni que pasar por casa. Una vez allí todo paso fugazmente, cerré la puerta y en menos de un segundo nuestras bocas estaban unidas, era un beso tan apasionado y caliente como ambos habíamos imaginado en nuestros mas oscuros deseos, era hora de dejar que pasara todo sin temor a la equivocación y nuestras manos empezaron a moverse buscando nuestros sexos con impaciencia. Por un momento habíamos olvidado todo ritual previo al sexo pero todo era demasiado erótico como para pensar en ello.

En poco tiempo ambos habíamos dejado de besarnos para centrarnos en lamer otras partes de nuestro cuerpo y jamás se deben dejar unos pezones sin tocar ni lamer. Nos tumbamos en un sofá buscando la comodidad y al meter la mano bajo su camisa descubrí algo que me excito aun más, no llevaba sujetador. Eso reventó mi verga que pedía a gritos salir de mis pantalones. Los gritos fueron escuchados por ella que desabrocho mis pantalones. La arranque la camisa como pude y deje ver sus erectos pezones los cuales me lance a chupar como un poseso, pero cuando estaba disfrutando realmente de su textura y había conseguido hacerla gemir de placer, me apartó de ellos con un beso y me tendió en el sofá. Llevaba rato sobandome la polla por encima de mi bóxer y amablemente me dijo: creo que la pobre debe dejar de gritar, y diciendo esto empezó a lamerla de arriba abajo como jamás hubiese imaginado que se podría hacer. Tenia una mano sobre mi polla, la otra sobre mis testículos y sobre todo su boca, madre mis que boca, haciéndome ver las estrellas a cada movimiento de su cabeza.

Se dio cuenta de que me iba a correr y no era eso lo que quería por el momento y en el mismo momento en el que despego sus labios, conseguí cambiar las tornas. La di la vuelta y sujetándola las manos empecé a chupar su coño como jamás pensé que sabría. Le abrí despacio sus labios y empecé a crear círculos alrededor de su clítoris pero sin tocarlo, alternaba esto con penetraciones de mi lengua las cuales la hacían gozar mas y ponerse mas cachonda. Me abrió mas las piernas y me dedique por completo a su clítoris, como gemía, era increíble saber que esa sensación de placer la estaba produciendo yo. En un momento se me ocurrió algo que podía hacerla gozar mas aún y la metí un dedo en su boca el cual fue a parar a su ano. Su cara cambió de repente, esperaba un rechazo total por su parte pero en vez de eso llevo de nuevo mi mano a su boca y me chupo 2 dedos. La estaba gustando mucho y empecé un increíble despliegue de chupar y meter dedos a la vez.

Ella empezó a subir sus caderas y a gritar. Tuvo si primer orgasmo de esa tarde. Me dijo que jamás la habían comido el coño y ni mucho menos meterla los dedos por el culo pero que quería mas. Volvió a meterse mi pija en su boca para que volviera a empalmarme y de espaldas a mi se la introdujo sin ninguna dificultad en su coño, la sensación de lubricación era increíble. Ella votaba encima mío y yo no podía, ni quería hacer nada. Solo me limite a acariciarla y pellizcarle los pezones con ambas manos lo que logro que sus gemidos aumentaran pero no llegaba al orgasmo.

En el momento en que paro para tomar aire la sujete de las caderas y conduje mi polla hacia su ano. Ella se asusto bastante pero tras unos minutos de dolor empezó a gozarlo de manera sin igual. Esta era la situación: ella encima de mi dándola por el culo en un trastero con un sofá y periódicos viejos como únicos acompañantes. Empecé a sentir que iba a explotar y queria sentir realmente su culo y la voltee dejándola de espaldas a mi subida en el sofa. La tipica postura pero que parecia disfrutarlo mucho mas. Comencé a meterla además tres dedos en su humedo coño y en menos de un minuto ambos nos corrimos y ambos tuvimos el mejor orgasmo inimaginable. Acabe dentro de su culo pero poco pareció importarla, me miro la polla y la limpio con su lengua hasta dejarla completamente seca.

Desde ese día compramos un consolador y probamos la doble penetración pero no sin antes dedicarnos a lo que mejor aprendimos a hacer: comernos los sexos. Aunque ese día jamas volvio a repetirse por su grado de excitación, cogimos el gusto a probar cosas pero esa sera otra historia.

Espero que te hayas disfrutado como yo al escribirlo.

Escriban a jaimetrompa@hotmail.com