Sexo en la oficina
Como basta un café para poseer a una de las mujeres más lindas de la oficina.
Yolanda es una mujer de 39 años y es una mujer casada con una linda niña. Yolanda es delgada y de cabello corto, mide aproximadamente 1.65 de altura, sus piernas son delgadas, es poseedora de una bonitas nalguitas que están bien paradas y redondas. Si cintura es delgada y sus senos son un poco grandes para su complexión.
Yolanda es una mujer muy elitista, por lo que le gusta vestir correctamente, casi siempre anda de pantalón de vestir, blusas y zapatillas, es muy raro que ande de falda o vestido a menos que la ocasión lo amerite. Usa casi siempre lencería blanca la cual no siempre se puede apreciar por el tipo de sus blusas.
Las preferencias de Yolanda son: hacerlo en los lugares públicos, que la insulte, el sexo oral y la famosa lluvia dorada. Así como que eyacule en su cara.
Esa mañana llego a la oficina y veo una nueva empleada, nuestras miradas se cruzan de una forma especial cuando el director me la presenta, es muy bonita y con un hermoso cuerpo. Muy pronto comenzamos una amistad, ella era casada, los días se sucedían, y yo notaba que ella igual que yo, sentía un afecto especial hacia mi, las miradas que nos cruzábamos lo decían, pero no nos animábamos a dar ese paso ninguno de los dos.
Ya habían pasado más de seis meses que trabajaba junto a mi, en el mismo despacho, teníamos que terminar un trabajo para el día lunes a primera hora, acordamos con Yola que eso podríamos hacerlo fuera de horario de trabajo al día siguiente. Ese sábado solo estábamos los dos, como si fuera casual cuando le pasaba algún expediente rozaba con mis manos alguna parte de su cuerpo, habíamos almorzado unos sándwich y casi teníamos el trabajo listo:
Quieres un café, preciosa ella giro su cabeza, me miro sonriente y dijo
Si lindo, me encanta como lo haces
Me levanté para ir a prepararlo, llené la cafetera de agua, coloque el café y la encendí, mientras estaba listo me coloque detrás de Yola que estaba sentada escribiendo en la PC, puse mis manos en sus hombros, note que ella se ponía tensa, sus pechos se agitaban, jugué disimuladamente masajeándola mientras le hacía preguntas del trabajo que estábamos realizando, deslice mis manos hacia delante acercándolas a sus pechos ella no se resistía, todo lo contrario le daba placer, era el momento que esperaba, desde el día que la conocí fui deseándola, ya no escribía mas, tome sus manos y la hice parar, nos miramos y nos abrazamos dulcemente, comenzamos con un simple beso poniendo en contacto nuestros labios, ella tomo mi cabeza e introdujo la lengua dentro de mi boca, yo comencé a succionarla, nos besamos frenéticamente, todo ese tiempo que nos deseamos sin decirlo explotaba de golpe, era un combate entre nuestras lenguas tocando con ellas los dientes y el paladar, los dos estábamos sedientos de placer. En medio de esa pasión recordé que el director tenía su habitación que utilizaba para descansar después de almorzar, la tome en mis brazos y avance de una oficina a otra hasta llegar a ese lugar tan deseado. Al fin llegue abrí la puerta, había una cama en el centro de la habitación , dejé a Yola sobre ella, estaba recostada de espaldas, tenía sus ojos cerrados, se había abandonado al placer de nuestro encuentro, me desvestí rápidamente y luego comencé a sacar su ropa despaciosamente, me ayudo a quitar su vestido debajo tenía un sostén y una tanga haciendo juego con encajes que resaltaban sobre su cuerpo, desabroche su sostén quedando libres unos hermosos pechos, sus pezones estaban erguidos, excitados.
Comencé por sus pies masajeándolos frotando sus dedos hasta llegar al talón, chupe sus dedos mas pequeños, su cuerpo vibraba, coloque sus tobillos en mis hombros, los masajee hacia atrás, los bese de un lado y de otro haciendo círculos con mis dedos, levante una de sus piernas, recorrí con mis labios su pierna lamiéndola, besándola, hasta llegar a la parte trasera de su rodilla, su cuerpo respondía a mis caricias, ella se excitaba, le quite su tanga, abrí sus piernas , acaricie la parte interior y exterior de sus muslos con mis dedos y mis labios sin acercarme a su vagina, ella se movía deseaba que la penetrara, pero yo buscaba mas excitación, la di vuelta haciéndola quedar boca abajo, recorrí su espalda con mis manos acariciándola, corrí su lacio cabello, hice masajes en sus hombros, en su cuello, acerque mis labios al lóbulo de su oreja mordisqueándolo, diciéndole lo que ella me producía:
Te quiero, me vuelves loco desde el primer día que te vi., deseo transmitirte todo lo que siento por ti.
Fui descendiendo hasta llegar a su cuello, besándolo, lamiéndolo, mordisqueándolo, descendí por su espalda con mis labios saboreando su piel hasta llegar a su glúteo, su excitación había llegado al máximo, su voz era un susurro:
Me haces olvidar de todo, el placer que siento es incontenible, quiero sentirte adentro.
Mi verga estaba dura, todos mis sentimientos que fueron juntándose día a día estaban liberándose, necesitaba hacerla mía.
Alce su cuerpo quedando en la posición del perrito, abrí sus piernas, mis manos recorrieron los labios de su vagina, sentí mis dedos empapados , sus jugos bañaban toda la zona, me puse de rodillas y mi gruesa verga quedo en la puerta de esa hermosa concha, presione y de golpe la penetre profundamente, ella dejo escapar un grito al sentirse perforada por mi miembro, empecé a moverme, el placer que le daba mi verga hizo olvidar el dolor y comenzó a gemir , nos movíamos, mas y mas aceleradamente, sus gemidos delataban que ella estaba por venirse, mi respiración estaba muy agitada, el orgasmo llego produciendo espasmos en su vagina, mi verga al sentirse oprimida produjo la explosión y mi semen inundo su vagina.
Me recosté a su lado, nos besábamos ahora dulcemente, ella me miro dulcemente y me dijo:
Me siento extraña con todo lo que sucedió, me gustas lo admito, siento algo especial por ti, pero nunca me había sucedido desde que me case jamás le había sido infiel a mi esposo, eres el segundo hombre en mi vida.
Ella me había contado que se caso muy jovencita, acaricie su rostro, la besé, me levanté y le dije:
Cuando cruzamos miradas día a día he notado lo que nos sucede, ese tierno beso cuando me saludas por las mañanas o al despedirnos, has despertado un deseo en mi que estaba dormido ven nos daremos una ducha.
Fuimos tomados de la mano al vestuario del personal, ahí teníamos duchas, abrí los grifos, el agua caía sobre nuestros cuerpos, comencé a enjabonar su cuerpo, mis manos se deslizaba por su hermosa piel, ella también enjabonaba mi cuerpo, nos excitábamos nuevamente, mis labios se unieron a los suyos, sin darnos cuenta estábamos fuera de la ducha, aun enjabonados, acariciándonos , mi verga ya erguida buscando penetrarla, jugando en la entrada de su vagina, excitando su clítoris, el movimiento de nuestros cuerpos, hizo que penetrara.
Nuestras bocas estaban unidas como el resto del cuerpo, ya respirábamos agitados, de pronto mi placer llegó al límite y mi semen comenzó a brotar, ella al sentirse inundada explotó también en un orgasmo interminable, sentía su cuerpo convulsionarse, estábamos abrazados fuertemente, deseándonos no separarnos más.
El agua caía sobre nuestros cuerpos nuevamente, nos mirábamos sonrientes, la mirada de felicidad estaba en los dos, nos secamos y fuimos en la búsqueda de nuestras ropas, y pusimos en orden todo para que nadie notara lo sucedido. Minutos después ella salía con rumbo a su casa y brazos de su marido, mientras que yo me regresaba a Cuernavaca después de un agotador día de trabajo.