Sexo en la comisaría

Era un polvo de una noche y se convirtíó en la noche más placentera de mi vida.

Había salido a bailar con unas antiguas amigas y me había arreglado para la ocasión. Llevaba una camiseta blanca con un generoso escote y una mini de color granate bastante corta, medias de rejilla y botas de tacón de aguja. En mi opinión bastante sexy.

Era tarde y ya había bebido más de la cuenta. Mis amigas se fueron y me dejaron bailando sola aunque no me importó.

Sonaba una canción bastante caliente y yo estaba muy excitada.

Mientras bailaba, noté una mano en mi cadera y alguien que se arrimaba a mí desde atrás. Giré la cabeza lo justo para verle y la verdad es que era un chico muy guapo. Me pegué más a él y sentí que también estaba excitado. Me volví hacia él para tenerle de frente y enseguida deslizó las manos hasta mi culo. Yo notaba la tremenda erección que tenía bajo sus pantalones y eso me puso muy caliente. Empecé a restregarme contra él y fui bajando poco a poco, moviendo las caderas, hasta casi rozar la cintura de su pantalón con los labios, momento en el que empecé a subir de nuevo hasta testar a su altura. Me cogió de las caderas con fuerza, se pegó a mi cuello y comenzó a besarme y a morderme, subiendo hasta mi oreja.

"Si tu cuello sabe así, no puedo imaginar como sabe el resto de tu cuerpo"

Aquel susurro me hizo estremecer y deseé que me lo hiciera allí mismo.

Busqué sus manos y le cogí, le llevé fuera del garito y me dirigí hacia mi coche. Nos montamos y arranqué. Me dijo que le gustaba hacerlo en el coche así que fui hacia las afueras, a un sitio lo bastante apartado como para que nadie nos molestara. Paré el motor y le faltó tiempo para arrastrarme hasta el asiento de atrás.

Me desnudé despacio para que pudiera disfrutar de las vistas. Y cuando solo me quedaba el tanga me detuvo. Me rodeó el cuello y me besó con tanta pasión que casi no podía respirar. Fue acariciando mi cuello, mis hombros, hasta llegar a mis senos. Su boca siguió a sus manos y noté su lengua sobre mis pezones. Me los succionaba, lamía y besaba. Yo estaba loca de placer. Noté un mordisco y un gemido salió de mis labios.

Siguió bajando hasta mi estomago, dejando un rastro húmedo. Y llegó a mi vientre y al borde del tanga. Era de gasa así que no le fue difícil romperlo con los dientes. Y con mi sexo ya libre de aquel estorbo sus manos se deleitaron a su antojo. Notaba sus dedos moverse entre mis labios mientras que sus besos iban subiendo hacia mi cuello de nuevo. De pronto se separó de mí y me miró a los ojos mientras que introducía dos dedos en mi agujero. Di un respingo de placer y él empezó a mover su mano dentro de mí. Yo gemía pero no aparte la mirada de sus ojos ni un instante. Cada vez se movía más rápido y el orgasmo llegó tan repentino como intenso. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su cara.

Me sentía agotada y muy satisfecha. Había llegado el momento el momento de recompensarle. Apoyé mi mano en su paquete para notar su dureza y me asombré de que el pantalón no hubiera reventado. Le desabroché los vaqueros y saqué su magnifica polla. Se la acaricié y él puso sus manos en mi cuello incitándome a que se la chupara. Le di un beso en la punta y mientras que le miraba a los ojos se la fui lamiendo de abajo a arriba. Cerró los ojos así que me la metí en la boca y ayudándome de una mano comencé a mamársela. Los gemidos de placer me indicaron que le estaba gustando. Me agarró del pelo y aceleró mi ritmo. Me avisó que se iba a correr por lo que aceleré hasta notar su leche inundando mi boca. Cuando hubo descargado del todo me aparté despacio y fue entonces cuando unos golpecitos en el cristal no llamaron la atención.

Dos policías estaban allí parados mirándonos. Nos hicieron señas para que saliéramos así que sin vestirme ni nada, nos bajamos los dos del coche.

"Usted caballero puede irse pero la señorita tendrá que acompañarnos."

Asintió con la cabeza y se fue. Hice el amago de coger mi ropa pero uno de los agentes se me adelantó, mientras que el otro me guiaba hacia el coche patrulla. Se montó en la parte de atrás conmigo y el que había recogido mi ropa se montó al volante. Durante el trayecto, el que iba sentado a mi lado, me puso una mano sobre la pierna desnuda mientras me comía con los ojos y yo estaba otra vez excitada.

Llegamos a la comisaría y me hicieron bajar del coche. Me metieron en una sala cerrada y sin ventanas donde había una mesa y un par de sillas y en la pared de enfrente de donde yo estaba sentada un espejo. Di por echo que era uno de esos dobles y me imaginé a un montón de agentes detrás de ese espejo. Me excité tanto que comencé a tocarme y en ese momento se abrió la puerta y entró el agente que había estado sentado conmigo en el coche.

"Ahora mismo te podría acusar de exhibicionismo y escándalo público, aunque creo que no sería justo. He pensado que te mereces una oportunidad para librarte de la condena. Serás una chica buena y harás lo que yo te diga ¿verdad?"

Supuse lo que me iba a pedir así que asentí con la cabeza deseosa de que me follara.

Me indicó que me inclinara sobre la mesa. Mis pechos rozaron la fría superficie de la mesa, dejando mi culo a la altura de su polla. Se agachó y su lengua me recorrió de una pasada toda la raja. Se detuvo en el agujero de mi culo y comenzó a chuparlo y a humedecerlo. Me metió un dedo y empezó a moverlo en círculos mientras que seguía mojándolo con su saliva. Poco a poco me fue metiendo otro dedo, y otro, y otro. Se dio por satisfecho cuando sus cuatro dedos estuvieron dentro. Los sacó y cogió la porra de su pantalón. Me la metió por el coño para que se humedeciera y la subió hasta mi culo. Poco a poco me la fue metiendo.

"A mi no me gusta dar por culo pero tengo que allanarles el terreno a los que vengan detrás ¿no crees?"

La introdujo mas o menos hasta la mitad y allí la dejó. A mí me dolía muchísimo y las lágrimas resbalaron por mi rostro.

Se bajó un poco los pantalones y noté como buscaba mi coño con su polla. Me la metió y comenzó a moverse despacio. Su cuerpo daba ligeros toques a la porra lo que junto con su verga, comenzó a darme un inmenso placer. Mis gemidos eran continuos y fue acelerando. Cada vez más deprisa y con más fuerza. Sentí mi primer orgasmo y grité, grité de placer con lo que él aceleró todavía más. El segundo orgasmo fue mutuo.

Se separó de mí y se colocó los pantalones.

"No te muevas cielo que ahora viene alguien a hacerte compañía"

Con las mismas salió de la habitación y yo me quedé allí echada en la mesa y con la porra incrustada en mi culo.

Al poco entró otro agente en la habitación, se colocó detrás de mí, se bajó los pantalones y me sacó la porra del culo para metérmela en el coño. La dejó allí y me metió la polla por el culo. Primero despacio pero acelerando gradualmente. Me dio por culo durante lo que a mí me parecieron horas. Yo tenía un orgasmo tras otro y gritaba con cada uno de ellos.

Uno tras otro me fueron follando todos los agentes que estaban en la comisaría en ese momento.

Cuando todos me habían gozado, me trajeron mi ropa. Me vestí y salí al pasillo donde la luz del sol me deslumbró. Era de día y yo había pasado unas 8 horas allí metida.

Apenas podía andar y estaba afónica aunque me sentía muy bien.

Había sido la puta de aquella comisaría durante toda la noche.