Sexo en l@ red

Mis aventuras sexuales con un hombre maduro al que conocí por Internet.

Solo había tenido un novio en toda mi vida. Novio serio quiero decir. Como todas y todos había tenido mis follamigos, mis relaciones de 3 meses y mis rollos de una noche. Nunca nada de eso me había llenado, me había realizado. Ni siquiera mi relación de 4 años. Había sido feliz, muy feliz, pero todo tiene un final y aquella relación acabó y no de muy buena manera. No había habido terceras personas, al menos no por mi parte, el final había sido muy sencillo y fácil de explicar. Se acabó el amor. Sencillo ¿verdad?.

Desde mi adolescencia siempre había sido muy exigente con los chicos y es algo que no cambió con los hombres. No era exigente en plan cuerpo de escandalo, dinero y buena polla. No. Eso lo puede conseguir cualquiera con una cara bonita y un par de tetas. Yo era mucho más que eso y merecía algo mejor que eso. No quería al típico cachas lleno de tatuajes. Ya me los había follado. No quería al recién licenciado con BMW. Ya me los había follado. Y tampoco quería al típico malotillo, que tras dejar atrás su pasado, conseguía un empleo decente y una hipoteca de por vida. Ya me los había follado. Como veis tenía difícil encontrar a alguien de mi edad ya que eran todos así. Allá a donde fuera siempre me encontraba con alguien de cualquiera de esos tipos. No los soportaba. No quería relacionarme con ellos no me habían llenado y no me llenarían jamás.

Y me preguntaba a diario si quizás me habría equivocado de época, si quizás tendría que haber nacido antes cuando los hombres cortejaban y respetaban a las mujeres cuando el amor tenía sentido. Siendo yo una anti-romanticismo era irónico.

Ninguna de mis amigas, de mis pocas amigas, sabía eso. Lo único que creían era que tras mi ruptura lo estaba pasando mal y que me resultaba difícil el volver a empezar. Y en parte tenían razón porque es verdad que lo había pasado mal pero el problema no era ese, el problema ya lo conocéis.

Las pocas veces que había salido me habían presentado a chicos guapos, sexys e incluso un par de ellos con conversación, pero nada había resultado porque yo me negaba a ellos. Eran todos una copia del mismo. A si que dejé de salir por las noches, perdí el contacto con muchas de ellas y me refugié en mis estudios y en Internet...

Las noches se habían convertido en tristes horas perdidas ante la pantalla de la TV. Películas, series y programas del corazón llenaban mi particular parrilla. Cuando acababa con mis dosis de telebasura me iba a la cama y me conectaba a Internet a través de mi portátil. Navegando entre la ciberbasura me saltó un gran anuncio de una página web de contactos. La página web prometía, que entre sus cientos de registrados, encontrarías lo que estabas buscando. El registro era gratuito y la pagina web te ofrecía un sistema de chat con foto, perfil con fotos y video, búsquedas personalizadas y lo más importante para mí. La posibilidad de eliminar tu perfil rápidamente. Con mi exigencia hacia los hombres y con mis prejuicios hacia internet era imposible que durara más de dos horas registrada en esa web. Pensando en que no podía caer más bajo le día a registrarse.

“Por favor introduzca sus datos personales”

Nombre: Aina

Edad: 26

Sexo: Femenino

Ciudad: Madrid

País: España

Estado: Soltera

Sexualidad: Heterosexual

Altura: 1,75

Peso: 57

Complexión: Atlética

Color de pelo: Moreno, largo.

Color de ojos: Miel

Vivienda: Con mis padres

Fumador/a: Sí

Mi registro se había completado satisfactoriamente. Solo me quedaba subir cuantas fotos quisiera. En ese mismo momento me hice una con la cámara web que incorporaba el portátil. Con mi pelo echado hacia un lado, una media sonrisa y abriendo bien los ojos. Salió algo oscura pero no me molesté en mejorarla, la subí a mi perfil y esperé a ver que pasaba.

Empecé a recibir mensajes sin parar, al ser nueva me pusieron al principio de la página y cientos de personas visitaban mi perfil y me mandaban mensajes.

“Hola nena cómo va la noche?” “Qué tal guapa, aburrida?” “¿Hablamos?” “Me has encantado, pásate por mi perfil y hablamos” Todos los mensajes parecían el mismo y parecían enviados por la misma persona. Lo que evitaba en la calle también lo encontraba en Internet. Chicos sin camiseta y semidesnudos, posando delante de sus coches, en la playa o poniendo morritos y vestidos horteramente en el garito de moda. Iba cerrando ventanas de conversación y contestando con monosílabos a la misma velocidad con la que me desanimaba. Millones de personas usan internet y yo solo encontraba a los mismos tíos que rechazaba en la calle con el agravante de que aquí estaban más salidos. “Sube alguna foto sexy guapa” “Aburrida? Por que no quedamos nos tomamos algo y vemos que tal?” “Te vienes a mi casa, estoy solo!” Era imposible que a alguno les funcionara eso. Mis minutos de fama se estaban acabando, desaparecí de la página principal y el numero de mensajes fue disminuyendo. Parecía que se había corrido la voz de que no me interesaba nadie y finalmente desistían en sus proposiciones.

Eran casi las 2 de la mañana cuando estaba desnudándome para acostarme cuando sonó la alerta de un nuevo mensaje. El usuario Madrid40 decía: “Hola, buenas noches”.

No voy a contar todo lo que hablamos hasta las 5 de la mañana. He olvidado mucho de lo que nos dijimos y tampoco es de vuestro interés. Lo que importa es que parecía que había encontrado a una persona especial, diferente, educada, inteligente y con las ideas claras. Coincidíamos en infinidad de temas y discrepábamos sobre otros tantos. Teníamos gustos parecidos en música, cine y en hobbies. A los dos nos gustaba el deporte, el salir por la noche con cabeza y sabiendo perderla e incluso nos gustaban los mismos modelos de coche. Él estaba casado, tenía 40 años y 2 hijos. Vivía en Madrid, no muy lejos de mi, tenía un empleo estable y de responsabilidad. Iba tres veces por semana al gimnasio y hacía natación. Se le notaba. Era atractivo, sexy. Joder estaba bueno. Y era la primera vez que se metía en una página web de contactos. Su historia es como la de tantos otros. Se casó con su única novia, la de toda la vida, se acomodó en su empleo en el que fue ascendiendo, tuvo 2 hijos bastante joven, se podía permitir 2 coches y 42 días de vacaciones al año. Ni siquiera le preocupaba la hipoteca porque llegaba de sobra a final de mes y estaba pensando en adquirir un chalet en la sierra. No tenía problemas con su mujer, me contó que tenía sexo con ella prácticamente todos los días, tenían escapadas románticas y no había perdido pasión. Seguía enamorado de ella. Parecía un hombre feliz, pero era precisamente en su felicidad donde encontraba su tristeza. Se arrepentía de haberse casado joven, odiaba llevar una vida tan organizada, tan rutinaria. Pensaba que sus mejores años se habían pasado, tenía dinero y tenía tiempo libre y no podía invertirlo en lo que quería. Todo se iba para la rutina. Otro coche. Otra casa. ¿Otro hijo quizás?

Necesitaba escapar sin abandonar a su familia, quería sentirse revivir para poder disfrutar de lo que había logrado. Se sentía mal por haberse registrado en la web, por estar hablando conmigo mientras su mujer dormía en la otra habitación. Pero había llegado el momento. Era ahora o nunca. Si esperaba más estaría atrapado para siempre. Y el chat era su escape. Yo era su escape.

No se anduvo con rodeos. Yo le había gustado. Le conté lo que ya conocéis y me entendió. Me dijo que parecía una chica que no encajaba en su entorno. O que si encajaba pero nadie era capaz de verlo. “Una chica como tú no merece a chicos como los de hoy” me dijo.

Apenas una hora y media de decirme “Hola, buenas noches” se había ganado mi confianza. Fuimos elevando el tema de conversación y ninguno de los dos se mostró tímido. Al final y al cabo el tema del sexo acaba surgiendo. Me contó lo que le gustaba hacer, yo le conté lo que me gustaba a mi y hablamos de experiencias pasadas. Habían pasado 8 meses desde mi ultimo polvo, desde mi ultima experiencia sexual. Y esa noche volví a sentirme viva, renacer. Estaba cachonda.

No se lo dije, el mismo se dio cuenta. Me dijo que había estado esperando el momento adecuado. Me pidió que por favor subiera unas cuantas fotos más. Que era una chica preciosa pero que quería ver, mi mas que seguro, precioso cuerpo. Me explicó que en mi perfil podía crear álbumes de fotos privados y que solo el que yo quisiera podría verlos, mis fotos serían solo para él. “Ok” le dije. Me haré algunas fotos para ti. Pero tardaré un rato porque no quiero hacérmelas con la web cam, me las haré con la cámara digital. “Tengo toda la noche” me dijo.

Todas nos hemos hecho alguna foto desnuda pero nunca se las había enviado a nadie. La idea me había excitado, estaba nerviosa, casi temblaba pensando en él. Le deseaba, quería que disfrutara antes de mis fotos que de mi cuerpo. Estaba decidida a llegar hasta el final, el parecía que también aunque quizás yo solo era su diversión nocturna. No lo sabía y me dio igual. Me había hecho sentirme de nuevo mujer y eso tenía premio. Me quité el horrible pijama que llevaba y saque del armario un tanga y un sujetador negro a juego. Me lo puse y cogí la cámara. No es fácil hacerse fotos a una misma y como cualquiera puede hacérselas ante el espejo decidí que las mías iban a ser mejor. Afortunadamente recordaba como poner la cámara de fotos en modo automático a si que no tendría problemas para hacérmelas. Me hice un par de ellas de prueba y comencé con mi particular sesión de fotos.

Coloqué las cámara en la estantería que tenía a los pies de la cama. Me tumbé en el ancho de la cama boca abajo y doble las piernas hacia mi culo con los pies entrelazados eché un poco la cabeza hacia atrás y el flash saltó. Me hice dos o tres en esa postura para asegurarme, cosa que hice en todas las fotos.

En esa misma posición levante mi cuerpo y me coloque a 4 patas mirando primero hacia la cámara y luego hacia las sabanas. Me giré completamente y me puse de cara a la cámara, también a 4 patas. Mirando el objetivo, mirándole. Luego agaché la cabeza y levante el culo, intentando que solo s eme viera un poco de la nuca y mi culo tomara todo el protagonismo. Lo conseguí. Me di la vuelta y esta vez en vez de la cara lo que le miraba era mi coño, mi ano. Empuje para que se me marcara bien el coño con el tanga y el flash saltó unas cuantas veces más. Me puse de pie en la cama, me aleje de la cama para salir entera. Me hice fotos de frente y luego de espaldas, levante de un lado la cadera saque culo gire mi cabeza y me metí un dedo en la boca. Estaba realmente cachonda, le deseaba tanto que empezaba a empapar el tanga. Me quité el sujetador dejando mis tetas al aire. Uso una 90 y tengo las aureolas y los pezones pequeños. Nunca he estado acomplejada de mis tetas, en palabras de los que las habían visto ·tenían el tamaño y la forma perfecta” Me coloque de nuevo a 4 patas mirándole y me las agarraba mientras saltaba el flash. Me puse de rodillas y eché mi cabeza hacia atrás sacando pecho y poniéndoselas en la cara. Pensé en quitarme el tanga y enseñarle mi coño depilado pero decidí que era mejor que lo viese en persona.

Saqué la tarjeta de memoria de la cámara, la metí en el ordenador y fui desechando las fotos que no me gustaron. Finalmente cree el nuevo álbum con 6 fotos bien calientes. Había tardado 30 media hora en hacérmelas, me disculpé y me dijo que no me preocupara que iba a merecer la pena el haber esperado. Le día acceso al álbum y esperé.

Pasaron casi 10 minutos hasta que me respondió. Me temí que yo solo había sido su ciberdiversion, su ciberputa por una noche. Me fume dos cigarros consecutivos y le escribí 4 veces que le habían parecido. Estaba histérica. Si se hubiera desconectado me hubiera hundido en la mierda y posiblemente al día siguiente hubiera acabado follandome al primer gilipollas o a mi ex. Pero su respuesta llegó y fue igual de ilusionante que su primer saludo.

“¿Cuándo quedamos? me dijo.

Habían pasado tres semanas desde que nos conocimos en ese chat justo en el momento en que yo llamaba a la puerta de una de las suites presidenciales del Hotel Eurobuilding de Madrid. No habíamos hablado más por Internet. Nos intercambiamos los teléfonos y habíamos hablado solo un par de veces. Una para ver si íbamos en serio y la otra para concertar la cita. Aprovechamos un fin de semana que hubo puente. El jueves por la tarde su mujer y sus hijos pusieron rumbo a la sierra a un chalet que había alquilado y que más tarde compraría. El se quedaría en Madrid trabajando. Y era verdad, ya que al trabajar para un empresa anglosajona se regían por el calendario laboral del propio país. A si que el trabajaría el Jueves y Viernes pero el Viernes solo iría por la mañana a fichar y luego volvería a la suite en donde me habría dejado tras pasar la noche conmigo. Ventajas de ser jefe.

Mientras esperaba a que él me abriera dejé la pequeña bolsa de viaje en el suelo, en la que había metido lo necesario; cepillo de dientes, de pelo, colonia, algo de ropa, el portátil, lencería, anticonceptivas, lubricante, un consolador y mi cámara de fotos.

Llevaba puesto un vestido rosa muy clarito ajustado en el que todo mi cuerpo quedaba bien marcado. Debajo, llevaba el mismo sujetador y tanga que en el de las fotos.

Estaba nerviosa, muy nerviosa. Quizás era un error el venir al hotel directamente sin habernos conocido antes, quizás esa química surgida se evaporara al conocernos físicamente. Quizás no abra la puerta, quizás se arrepienta a ultimísima hora....

No hubo tiempo para más quizás. La puerta se abrió y ahí estaba él. Uno de los rizos de su corto pelo le caía tontamente sobre la frente, sus ojos verdes me miraban tímidamente mientras sujetaba la puerta. Vestía traje y se había quitado la corbata. Nos quedamos mirando unos segundos sin saber que decir, como actuar hasta que cogí mi bolsa me acerqué a él y le di un tímido pico mientras entraba en la habitación.

Recorrí desfilando el pequeño pasillo moviendo mis caderas segura de que él ya me comía con la mirada. Dejé la pequeña maleta sobre una silla y me ofreció a sentarme con él en una mesa junto a la ventana en la que se enfriaba una botella de champan francés. Abrió la botella, me sirvió una copa y brindamos por los dos mirándonos cálidamente a los ojos. Hablamos y reímos relajándonos y bebiéndonos la botella entera. Puso a enfriar la segunda botella nos levantamos y brindamos de nuevo.

Bebí y dejé la copa en la mesa. Me acerqué a el le rodee el cuello con mis brazos y bailamos una música que no sonaba por ningún lugar. Sus manos se posaron en mis caderas bamboleantes me acerque a sus labios y se los besé. Nuestras lenguas se encontraron y exploraron nuestras juguetonas bocas. Me di la vuelta y baile pegándole el culo a su paquete. Esta vez sus manos ascendían por mi vestido agarrándome los pechos, mientras yo con la cabeza girada suspiraba junto a sus labios. Me volví a dar la vuelta y le agarre la cara mientras le besaba. Una de mis manos desabrochaba los botones de su camisa mientras la otra le agarraba y la manoseaba el paquete. Él agarro mi culo con fuerza y me levanto el vestido. Con sus dedos apartó hacia un lado el tanga y empezó a rozar mi coño con las yemas de sus dedos. Nos besábamos apasionadamente e intentábamos desnudarnos a la vez. Me apartó de él. Y se quitó la camisa. Su pecho era ancho y depilado. Era verdad lo del gimnasio y la piscina porque marcaba abdominales a sus 40 años. Le acaricie ese fuerte pecho mientras me levantaba con los brazos y me acercaba a la cama donde me tiró.

Metió sus manos entre mis piernas y me bajó el tanga.

“En las fotos no pude verlo, ahora no lo olvidaré” me dijo mientras metía la cabeza dentro de mi vestido.

Mi coño chorreaba pasión cuando me lo abrió con sus dedos. Metió la lengua y luego la boca. Subió, bajó, giró y creo que escribió su nombre con la lengua mientras yo me retorcía intentando llegar con mis manos a su cabeza. Gemía y chillaba intentándome quitar el sujetador y sacar mis pechos al aire porque sentía como me ahogaba con el calor que me provocaba su lengua. Jugaba con mi clítoris y metía y sacaba sin parar sus dedos de mi coño. Se puso mis piernas sobre sus hombros cuando empezó de nuevo a jugar con su lengua. Me agarré fuerte a las sabanas mientras gemía y miraba al techo casi mareada entre la mezcla de alcohol y lujuria. Bordeó mi ano con uno de sus dedos mientras me besaba el clítoris y cuando me lo introdujo dentro fue cuando me corrí. Mis piernas temblaron y su boca se llenó de mi placer. Jadeé lentamente hasta que él paró. Salió de debajo del vestido me lo subió y me lo quitó. Yo aún seguía tumbada cuando me quito el sujetador y empezó a lamer mis pechos. Ahora si pude agarrar su espalda y reaccionar al orgasmo lentamente. Aún no podía reaccionar estaba exhausta y permanecía tumbada con los ojos mirando hacia el techo. Escuché como se desabrochaba el pantalón. Como lo tiraba lejos de la cama y como se desacia de los bóxer. Levanté la cabeza y le vi de rodillas sobre la cama, con su polla totalmente erecta apuntando hacia mí.

Se me acercaba arrodillado con la polla entre una de sus manos. Se colocó justo junto a mi cabeza. Tenía su polla a escasos cm de mis labios. Estiré mi mano y se la agarré. Podía casi notar como le palpitaba la sangre bajo sus venas. Estaba durísima y caliente. Calculé unos 17cm, él me corrigió y me dijo que eran 21. Era magnifica. Empecé a pajearsela mientras su mano volvía a mi coño. Movía mis caderas empujando mi coño a sus dedos cuando giré mi cabeza y su capullo quedó encima de mis labios. Empecé a besársela y a mojársela con mi lengua. La deslizaba desde la punta hasta la base. De arriba a abajo y de abajo a arriba sin parar de pajearle. Me detuve en el capullo, tragándome sus líquidos y haciendo círculos con mi lengua. Empujé con mi mano hacia abajo y su polla entró en mi boca.

Empecé a chupar el capullo lentamente. Notándolo poderoso en mi húmeda boca. El gimió.

“¿Lo deseabas verdad?” le dije. Una de mis manos subía por sus abdominales y la otra estaba en mi coño, junto a la de él. Poco a poco su polla fue entrando mas y mas en mi boca. Él empujaba a la misma velocidad que yo chupaba. Giraba mi cabeza empapándosela bien, tragándome sus líquidos, notando su calor, su presión. Yo tenía los ojos cerrados, respiraba fuerte por la nariz concentrada, muy excitada cuando de pronto algo se iluminó. Un flash saltó. Cuando abrí los ojos le vi con la cámara de fotos en la mano. “¿Que coño haces?” le dije. “Inmortalizar el momento. Tu te hiciste fotos para mi ahora te las hago yo a ti.” me contestó “¿Y si las ve tu mujer?” le pregunté. “Mi mujer nunca las verá, porque son para ti contestó.” Un estallido ocurrió dentro de mi, me corrí en ese momento. La idea de tener fotos con él follando hizo que me excitara de tal manera que acabé corriéndome. Estaba tan excitada que conseguí tumbarle en la cama y seguí mamándosela sin parar, rápido, solo con mi boca. Le escuchaba gemir, se retorcía, su polla entraba ardiendo en mi boca una y otra vez. “Me cooorr…!!” fue la ultima cosa que escuché antes de que mi boca y garganta se llenaran con su leche. Me llenó la boca, se me escapaba por los labios y tragué algo de su semen. Seguí chupando hasta dejarle limpio. Me levanté, me fui al baño y me limpié con una toalla. Enseguida la toalla acabó empapada y me agaché para coger una de debajo. Fue ahí cuando sentí su mano en mi culo. “No te vayas tan rápido, aún no hemos terminado” dijo Me dio la vuelta y me besó. Me levantó y me puso sobre el lavabo pegada al gran espejo que tenía el baño. Tenía la cámara en la mano y me iba haciendo fotos. Su polla aún estaba dura tras correrse en mi boca. Me abrió de piernas, se las puso en sus hombros y me la metió. Creo que mis gemidos llegaron hasta la recepción. Empezó empujando fuerte, moviéndose bien a un lado y a otro. A veces me acercaba a él y le besaba mientras seguía haciendo fotos a su polla entrando en mi coño y a mis caras de placer. Yo no podía moverme bien porque estaba sentada y le decía de ir a la cama para estar mejor pero él se negaba. El polvo estaba siendo espectacular, de vez en cuando se acercaba a lamerme los pezones y a meterme un dedo en la boca. Yo se lo chupaba al igual que su polla y se lo mordía sonriendo. Al cierto tiempo paró, me hizo bajar, me dio la vuelta y me separó las piernas y me la metió de nuevo. Ahora si podía moverme yo mejor y empecé a empujar con mi culo hacia su polla bien rápido y duro. Escuchaba el clic de la cámara de vez en cuando y eso hacia que me empapara bien. Se acercaba a mi y me susurraba cosas al oído, me agarraba del pelo y de las tetas. En esos momentos creo que ya me había corrido dos veces más. Cogió mi pierna izquierda y me la colocó encima del lavabo para sujetarme mejor. Ahí es cuando empezó a empujar muy fuerte, me hacia daño en la rodilla pero no podía parar de gemir y gritar. De pronto noté que me había metido un dedo en el culo sin avisar cuando me quise dar cuenta ya me había metido otro. Estaban claras sus intenciones. Yo no era virgen de culo pero tampoco estaba muy experimentada. Él seguía empujando y excitándome él ano. Yo no podía parar de gritar, me sujetaba con una mano al cristal y la otra la tenía en mi pecho derecho. De pronto paró y noté la fuerza de su polla en mi ano. Le dije que fuéramos a la habitación, a la cama pero no me hizo caso. Empezó a meterme su capullo y me empezaba a doler ligeramente, a la cama le dije ahí podrás mejor. “Aquí puedo”. Y empujó y me la metió prácticamente entera en el culo. Ahora si que estaba convencida de que mi grito se escuchó incluso en el parking. Mi cabeza chocó contra el cristal. Creí que me iba a desmayar. Pero lo que ocurrió fue que me corrí. Jamás pensé que podría correrme sin tener una polla dentro de mi coño, pero así fue. Me preguntó si me dolía, pero en realidad no me dolía. Me dolió al principio nada más. Se acercó a mi y me susurró al oído y me besó antes de comenzar a follarme el culo. Lo hacía mas lento. Yo me movía con el bien despacio, a su ritmo. Luego empezó a darme fuerte. Me agarraba del pelo y me empujaba hacia él. Yo movía mi culo a los lados. Paraba y solo me movía yo. Me paraba y solo se movía él. Hubo un momento que paré y pude apartarme de él. Me arrodille y empecé a mamársela otra vez para humedecerle. Me agarró del pelo y me folló la boca lentamente. Me levantó y otra vez me la metió mientras me agarraba del culo. Yo no podía ir más rápido. Pero él seguía empujando y empujando. No parecía cansarse. Paró de nuevo y me dio la vuelta otra vez cara a cara. Me pasó la polla por el coño pero la metió en el culo mirándome a los ojos. Mis manos estaban por detrás de mi cabeza sujentando el cristal. Me corría de nuevo y le salpicaba. Me metía los dedos en el coño y la polla en el culo. No podía parar de sudar. Mi garganta estaba seca. Me estaba quedando afónica de chillar y gemir. Volvió a parar. Me arrodilló. Saqué la legua y me la golpeó con su polla. Puse mis manos en su culo y me la comí hasta la base. Ya no tenía la garganta seca. Mis babas caían al suelo. Él se retocía. Me levanté y me coloqué abierta con la pierna sobre el lavabo. Me la metió otra vez, esta vez más lento. Muy lento los dos nos movimos. Se que estaba a punto de correrse y quería disfrutar un poco más. Me dio un par de azotes mientras nos movíamos, él estaba muy rojo del esfuerzo, a mi me faltaba el aire pero no quería que ese momento acabase. Me dijo que se iba a correr que no aguantaba más. Estiré mi brazo y le agarré. Le acerqué a mi, no quería que saliera de mi. Le dije que se corriera dentro de mi culo. Empujó más fuerte, gimió, gemí y me llenó el culo con su leche. Cuando me la sacó su leche corrió entre mis muslos. No me quedaban fuerzas y me sujeté a él. Nos tiramos sobre el suelo del baño agotados. Permanecimos ahí tirados unos 10 minutos hasta que se levantó y me llevó en brazos a la cama. Dormimos unas 3 horas y follamos todas las siguientes. Cuando volví a despertar estaba sola. Una nota había sobre la mesilla. Se había ido a fichar al trabajo, volvería en dos horas. Me dijo que pidiera lo que quisiera del servicio de habitaciones y así lo hice. Me tomé un buen desayuno, me di una buena ducha y pedí que nos cambiaran las sabanas. Aproveché para echar un vistazo a las fotos de la cámara. Y ahí estaba yo, con su polla en mi boca llena de leche, en el baño mirando a la cámara mientras me follaba y ahí estaba mi culo con su polla dentro. Aproveché para borrar las que estaban movidas o no se veían bien. Decidí desnudarme entera y tumbarme en el sillón de la suite a esperarle. Por fin abrió la puerta. Llevaba dos botellas de champan. Me buscó por la habitación. Me vio tumbada desnuda. Se desnudó. Se acercó. Me besó. Y me dijo “Traigo estas dos botellas y una nueva tarjeta de memoria”

Como podréis imaginar nos pasamos todo el puente follando por toda la suite. Haciéndonos fotos y grabándonos en video. Bebimos y nos emborrachamos. Comimos como reyes. Vimos películas e incluso nos echamos la siesta unas cuantas veces jaja. Jamás nadie me ha hecho sentirme así. Nadie. Y no creo que nadie lo haga nunca.

Cada vez que hay un puente o algún día de fiesta nos vemos en la misma suite y ampliamos nuestro álbum fotográfico. ¿Sabes cuántos fiestas hay en un año?