Sexo en Granada

Primera noche de visita con mi novio en casa de mi cuñado...

Hace apenas dos semanas que regresé a casa después de nuestro viaje de verano.

Suele resultarme difícil retener en mi memoria cada detalle de lo vivido pero sé que esta es una de esas ocasiones en las que jamás podré olvidar tan si quiera un olor

Carlos y yo planeamos un viaje por el sur de la península y Portugal para así poder disfrutar parte del período post-exámenes juntos. La primera parada fue Granada. Este destino estaba totalmente programado puesto que allí vive Fer, el hermano menor de mi novio. Algunos de los que sigáis mis experiencias recordareis que meses atrás, Fer, Carlos y yo mantuvimos relaciones en mi casa, de manera que no podíamos desaprovechar la oportunidad de repetir el polvo. Ambos llegamos cerca del medio día a la pequeña ciudad. Yo lo hice vía avión, de manera que Fer me había pedido que lo esperase en el aeropuerto para así poder guiarme en la nueva ciudad hasta el hostal donde Carlos y yo nos hospedaríamos. El saludo de bienvenida fue cálido puesto que sin titubear me dio un largo beso en los labios. Fue el mismo tipo de beso que me dio tras haberme follado tiempo atrás y me gustó. Aquella mañana no ocurrió mucho más. El tren de Carlos se había retrasado unas pocas horas, de manera que descansamos durante la tarde.

Al llegar la noche quise comenzar a jugar con los chicos. Ya que habíamos descansado durante las horas previas, le planteé a Carlos salir a tomar unas copas. Podríamos aprovechar para llamar a Fer, le dije, a lo que él contestó con una mirada de complicidad y una sonrisa. "Claro. Quiero que te lo pases como nunca, guapa", dijo sin apartar su mirada del teléfono mientras marcaba el número de su hermano. Comenzamos a reír.

Aquella noche me puse un vestidito negro de tirantes que dejaba ver perfectamente mis largas piernas. Lo había elegido especialmente puesto que sabía cuan excitados se sentían los chicos al verme las piernas desnudas… debajo vestía un conjuntito de ropa interior negra. La braguita era especial. Estaba abierta entre las piernas, de manera que me permitiría follar cómodamente en cualquier rincón que se me antojase sin entretenerme. Pasada media hora bajamos al pub de la esquina y nos reunimos con Fernando. Sin dudar y como lo había hecho anteriormente en el aeropuerto, me besó. "Carlos, cada día está más guapa. Tienes suerte de poder follártela siempre que se te antoje", dijo. "Sabes que podrás aprovecharte de ella cuanto quieras estos días y sabes tan bien como yo que ella lo desea más que nosotros. Sólo tienes que ver la cara de putita que pone al vernos juntos", contestó el hermano mayor. En aquel momento necesité tomar un trago. Sé que suena muy varonil pero la situación me desbordaba y mi cuerpo pedía alcohol a gritos. No sé cómo ocurrió pero poco después me vi sentada en un taburete de la barra sobre Fer. Sentía la dureza de su polla bajo mi culo y sus manos largas y fuertes acariciaban la parte interna de mis muslos, llegando hasta mi húmedo coñito. Pude oír como me decía al oído que tenía el coño más suave que había tocado jamás, mientras Carlos se situaba ante nosotros y aprovechaba para acompañar en los tocamientos a su hermano. Su mirada de complicidad y excitación se hacían tan evidentes como el aumento de tamaño que había experimentado su entrepierna. Los dedos de ambos jugaban y se entrelazaban dentro de mí haciendo que con cada roce mi coño se humedeciese de flujo caliente más y más. Subimos a nuestra habitación cerca de las tres de la madrugada.

Una vez en la habitación sentí como mi cabeza daba vueltas. Apenas había bebido. Quizá fue la excitación pero lo que sí recuerdo es como habiendo cerrado ya la puerta tras de mí, todo mareo desapareció dejando paso a una incontrolable sensación de excitación y lujuria. Rápidamente me desprendí de las manos de Carlos para poder soltarme el pelo cómodamente. Mientras lo hacía sentía como mis pezones se endurecían y anclaban fuertemente a mi sujetador. Mis piernas comenzaban a flojear a causa de la excitación y mi coño parecía hincharse y latir… Tiré a los chicos sobre la cama y ordené que mostraran sus duras pollas mientras yo les obsequiaba con un erótico pero breve striptease. Regalé mis mejores movimientos mientras me deshacía de la prenda que cubría principalmente mi cuerpo. Mis manos jugaban a enredar la corta falda entre mis caderas mientras podía disfrutar de las primeras caricias que se proporcionaban mis dos amantes. Una vez liberada de parte de mi vestimenta me subí a la cama junto a ellos. Ahora debían trabajar ellos y desprenderme de lo poco que cubría mi sexo. Me sorprendió ver como Fer supo aprovechar las características de mis braguitas regalándome una más que placentera comida de coño. Me cogió fuertemente de las caderas una vez me había situado junto a ellos y dirigió mi coño hacia su cara de manera que yo me encontraba literalmente sentada en su boca mientras el descansaba tumbado sobre las sábanas. Su lengua dibujaba ochos sobre mi clítoris y sus labios comenzaban a humedecerse del flujo que mi sexo desprendía. Movía rápidamente la cabeza, de lado a lado, para así poder proporcionarme los más placenteros roces.

Me regaló suaves succiones segundos antes de que sintiera como las manos de Carlos comenzaban a desnudar mis tetas, duras y erectas, para completar el momento de placer que estaba sintiendo. Verte envuelta por dos hombres que únicamente quieren de ti lo que tú quieres de ellos, sexo, y que lo dan todo para tu disfrute personal es la mejor sensación que se puede experimentar, de manera que aproveche aquel momento en que los dos hermanos se dedicaban en exclusiva a mi placer para dejar la mente en blanco y dejarme llevar. Pocos minutos después Fer sintió como su boca comenzaba a recibir pequeños chorros de flujo. Me estaba corriendo como una perra y no quise deshacer el encanto callándome. Grité y grité hasta hartarme y tras haberlo hecho me tiré en la cama. Aquella era mi noche. Al fin me sentía con ánimo de ordenar todo aquello que me apeteciese, de manera que opté por decirles a los chicos que quería ver como se desnudaban el uno al otro lentamente. Carlos y Fernando se miraron fijamente. Ambos se encontraban arrodillados sobre la cama, uno al lado del otro, de manera que permanecían próximos entre si para poder comenzar a acariciarse. Fue Carlos quien dio el primer paso. Pasó una de sus manos sobre la pierna de su hermano y recorrió firme el camino hasta la cremallera del pantalón. Fernando permanecía inmóvil frente a los suaves tocamientos que le proporcionaba Carlos pero su polla no había perdido la dureza frente a las nuevas sensaciones, es más, juraría haber visto crecer su paquete durante aquellos minutos.

Quise incorporarme un poco para poder observar mejor el espectáculo que los chicos me brindaban en mi primera experiencia como voyeur. Carlos tumbó al más joven en la cama, a mis pies. Subió lentamente la camiseta hasta conseguir quitársela justo en el momento en que, con una de sus manos, liberaba la gorda y dura polla latente. Comenzó a producirse la esperada paja. Los ojos de mi cuñado se tornaban blancos de placer ante la inminente corrida pero quise que la experiencia fuese duradera y obligué a Carlos a cesar en sus tocamientos y comenzar a jugar con sus pezones, ingles y lengua… Los gemidos de Fer se hacían más audibles a medida que las manecillas del reloj corrían. Era momento de entrar en acción. Me dirigí gateando hacia él, me encaramé a su pelvis e introduje su enorme rabo en mi coño. Una vez habiendo comenzado a galopar sobre la polla que tanto ansiaba, cogí la de mi novio y sin dudarlo un instante hice realidad de nuevo una de mis posturas favoritas del cine erótico. Soñaba con follarme a un hombre mientras me comía la polla de otro y en este caso, la hermandad de los protagonistas hacía de nuevo más que morbosa la situación.

Mis labios, rojos y carnosos, dejaban caer gotas de saliva entre sus comisuras mientras mi lengua jugaba a recorrer el firme tronco y glande de la polla de Carlos. Mis tetas botaban con cada pollazo que me proporcionaba Fernando haciendo incluso dolorosa la situación, pero no por ello menos excitante. Una descarga atravesó mi cuerpo haciéndose especialmente con mi clítoris. Las gotas de corrida femenina pronto se abrieron paso entre las ingles de mi amante hasta empapar las sábanas. Carlos, al ver la situación me cogió y tumbó boca arriba. Se agachó un instante mientras yo recuperaba el aliento para lamer jugosamente la polla, húmeda de flujo, de Fer y una vez hecho esto dirigió a su hermano ante mi cara. "Ahora vamos a darle a nuestra putita lo que realmente busca. Córrete en su cara, déjala blanca y oblígale a saborearla". Así lo hicieron. Un instante después me encontraba recibiendo la más caliente ducha de semen. Mis dedos se deslizaban bajo sus huevos para estimularles más el orgasmo y así poder aprovechar para llevarme alguna de esas gotas a la boca. Una vez terminaron, cayeron apoyando sus mejillas en mis aún erectos pechos y comenzaron a dormir. Como buena chica que soy supe darles algunos extras de placer mediante suaves pajas mientras dormían