Sexo en el Malecón
Este relato es una vivencia, y se trata de como el destino hace que dos seres se encuentren para alcanzar juntos el maximo placer, unidos en comunion de sus sexos.
Sexo en el malecón
Este relato es una vivencia, y se trata de cómo el destino hace que dos seres se encuentren para alcanzar juntos el máximo placer unidos en comunión de sus sexos.
El , muy moreno, bajito, 1.63, robusto, ojos cafés claros, picaros, pelo negro ondulado boca chica, labios medianos, nariz grande, muy atrevido y malicioso, con 40 años bien vividos y disfrutados sexualmente.
Ella: guapa, un poco mas alta, 1.70, morena, pelo negro a los hombros, llenita pero de formas rotundas, un poco inocente a sus 24 años y con poca experiencia sexual, debido a su formación familiar que no le permitió tener novios y por lo tanto escarceos sexuales.
El encuentro es muy normal, en el centro de la ciudad, se encuentran de frente, al cruzarse las miradas, sienten la atracción, el la mira fijamente y ella sonríe, dando pie a un saludo, el cual ella contesta con cierta timidez.
El, con la malicia de las múltiples batallas amatorias, empareja el paso y le pregunta de cosas triviales para ganarse su confianza, ella, no puede ocultar la atracción casi animal que le ocasiona el desconocido.
Le pregunta su nombre a lo cual ella muy tímida le responde me llamo Socorrito -, - Mario para servirte contesta El, nace la invitación a un lugar para tomar algo fresco, la cual es aceptada de inmediato a orillas del rió que cruza la bella ciudad Villahermosa, Tabasco, México, el lugar es encantador y muy propicio para los escarceos amorosos, con un malecón con vista divina a los astros y cubierto de una esponjosa capa de hierva fresca, recortada y limpia.
Muy juntos van platicando de cosas cada vez mas intimas, Mario le toma la mano, le besa el dorso y le mira profundamente a los ojos, Socorrito se rinde cada vez mas a su mirada encantadora, y le deja que sus manos avancen por sus brazos, sus mejillas, su pelo, sus hombros, hasta que como en un descuido le roza el nacimiento de sus senos apenas visibles en el pequeño escote de su vestido vaporoso, adecuado a las altas temperaturas del lugar.
Socorrito se acerca aun mas a Mario para sentir el calor que emana de su robusto cuerpo, le permite que la abrace para sentir esa fuerza que se nota en sus gruesos brazos y que la hacen sentir protegida, El aprovecha para darle un beso rápido en los labios, Ella al sentir el dulce contacto levanta la cara y abre los labios, como cuando el sediento siente la gota de agua.
Ya con la confianza del rendimiento total de Ella, Mario, planta su boca voraz sobre la delicada prenda bucal de Socorrito y siembra un beso excitante, soberbio, que la hace sentir en el cielo, la vuelve a la realidad la gran humedad que de pronto explota en su entrepierna y que la hace gemir de pasión.
Mario, riega con besos eróticos todo el cuello de Socorrito y comienza a descender abriendo el vestido, el cual solo tiene un listón a la cintura, ella baja sus brazos para hacer caer la prenda, la cual rueda por sus brazos y cae al césped, mientras Mario alcanza los pechos ardorosos de Socorro, desabrocha el sostén y libera los senos cual palomas para cubrirlas con sus labios y lamerlas hasta que los pezones están erguidos de tal manera que parecen corchos por lo duro.
Mientras sus manos recorren la espalda, provocándole sensaciones electrizantes que contribuyen a que socorro alcance su primer orgasmo, así, de pie, las piernas le tiemblan, el lo percibe y lentamente la va recostando en el pasto, sin dejar de lamer los senos y acariciar el cuerpo femenino, ella se deja hacer, esta conquistada por ese hombre que es todo ternura infantil y pasión avasallante.
Al estar cómodamente recostada, ella le urge para que continúe con su labor amatoria, a lo cual, El, no se hace del rogar y continua descendiendo en aras de llegar a la parte mas intima de Ella, lo cual logra después de recorrer el camino de su hermoso ombligo y su recortado monte de Venus, al llegar, enrolla lentamente el fino bikini de algodón que cubre unos bellos labios vaginales de los cuales se prende Mario, absorbe el dulce jugo que escurre de su interior, mientras socorro se aferra de su grueso cuello para urgirlo a un mayor contacto.
Sus manos inquietas acarician los turgentes senos y los altivos pezones, provocando escalofríos de placer en socorro, la lengua alcanza el clítoris inflamado y se prende a el como un naufrago al primer madero que se cruza delante, ella gime escandalosamente al momento que alcanza un orgasmo múltiple, mientras su cuerpo tiembla como una delicada hoja ante el embate de un enfurecido tornado.
Mario se hinca en el pasto para quitarse la ropa que aun conserva, dejando al descubierto un cuerpo cubierto completamente de bellos, espesos y tupidos, lo cual genera en socorrito una especie de afrodisíaco natural y sucumbe ante lo erótico y sexual de esa situación, enajenada se abraza a Mario y cubre de besos su cuerpo, queriendo dejar grabado cada uno de ellos.
Al llegar a la inhiesta verga de Mario, la toma con veneración y la cubre con su delicada boquita, haciendo un esfuerzo por introducir la cabeza en ella, prodigándole todo el amor que siente en ese momento por quien la ha hecho gozar de esa manera tan particular.
Como no puede avanzar mas en su esfuerzo por tragarla toda, se conforma con chupar fuertemente el glande, al mismo tiempo que su lengüita inexperta da largos toques a la punta, provocando en Mario un mar de sensaciones que lo hacen llegar al éxtasis, inundando la cara de Socorrito de las bastas eyaculaciones hirvientes.
Un poco mas calmado, Mario vuelve a acariciarla, sus mejillas, sus orejas, al mismo tiempo que le susurra lo bella y exquisita que es, Ella de nuevo entra en delirio sexual y le pide que por favor la penetre, que ya no puede mas, que lo necesita dentro para sentirse realizada como mujer.
El, imponente y con la verga en todo lo alto, la cubre con su fornido cuerpo, abre con sus gruesas piernas las largas y delineadas de ella y con una delicadeza impropia de alguien tan fuerte como Mario, la penetra suavemente, sin apresuramientos pero con firmeza, profundamente.
Socorro se siente morir de tantas sensaciones que recorren su bello cuerpo, Mario, inicia un va y viene muy cadencioso, muy erótico, que la eleva y le provoca orgasmos a cada embestida, ella esta eufórica, grita, gruñe, gime, y se deja llevar por la pasión desmedida, iniciando una bestial danza de vientre, tan sensual que domina a Mario y lo envuelve en la vorágine sexual de ella, los testículos le duelen a Mario, quiere descargar y vaciarse pero al mismo tiempo quiere seguir disfrutando de ese marasmo de lujuria que comparte con socorrito.
Al fin el clímax llega a lo máximo y con los cuerpos a una temperatura que evapora las aguas del rió, Mario y socorrito explotan en un súper orgasmo que los hace aullar de frenesí, vaciándose en un mar de líquidos corporales tal, que hace charco.
Los cuerpos quedan lacios uno sobre la otra, no hay quejas, solo un gran sentimiento de laxitud, así permanecen por un buen rato hasta que la energía corporal le permite recobrar sus movimientos.
Mario, libera de su peso a socorrito y se recuesta de costado para poder admirar ese rostro, bello pero con una expresión de felicidad inaudita, bailando entre sus divinos ojos y su bella boca.
Después de algunos besos castos de complicidad, se visten muy lentamente como no queriendo dar por terminado ese divino momento, al fin, ya vestidos caminan un poco por el malecón, jurándose volver a encontrarse para repetir esa grandiosa experiencia sexual, sin compromisos y sin falsas promesas, pero con mucho amor y placer.
Es el primero, por favor, sus comentarios contribuirán a que gane experiencia y por lo tanto sea más prolífico en mis entregas literarias.