Sexo en blanco y negro
No sabía nada, joven, virgen... y se convirtió en.. (con fotos)
No tenía ni idea. Aunque parezca mentira hoy en día existen muchos lugares dónde no sabemos nada de sexo. Mi familia era algo pobre, bueno, no me engañaré era muy pobre. Una historia bastante clásica hace unos años, y que a mi me toco vivir.
A los 19 años pactaron mi matrimonio, Juan, no era alto ni bajo, sus ojos oscuros a veces me daban terror, y sus labios no ebozaban demasiadas sonrisas...
No sabía nada, me entregaba al lobo feroz, cuando yo tan solo era caperucita. La familia de él tenía una situación económica y social más favorecida que la mía. Juan a sus 33 años parecía haberse encaprichado de mi aspecto juvenil, casi infantil diría yo...
Recuerdo el día de la boda, como si hubiera sido ayer. Me preparaba para la boda en mi casa, con todo lo que correspondía. Asustada por no saber ni que hacía. En mi cuarto, vistiéndome sola pensaba, pensaba, pensaba...
Luego, cuando todo sucedió, tenía ganas de llorar a cada instante, vestida de "princesita" pululaba entre la gente que alababa el buen gusto estético de mi imagen, la suerte hallada en la vida, mientras no paraban de hablar insistentemente cerca de mi rostro. Él bebía acelerado, con sus amigos y me observaba desde el otro lado de la barra como un depredador acecha a su presa.
Despreciaba ese aspecto de borracho salido que se reflejaba en sus ojos y le convertía en un perro baboso. Para entonces mis relaciones con el sexo opuesto se habían limitado a los sentimientos platónicos y la esperanza de encontrar ese príncipe que me sacara de la miseria... Pasaba los días en casa, con mi madre y mi abuela, escuchando rumores acerca de los vecinos de aquel pueblo, de sus vidas y pecados, mientras que en la mía nada ocurría. No íbamos de viaje de luna de miel, Juan tenía unos compromisos familiares que no nos permitían huir a algún lugar lejano. Esa noche, mis suegros habían habilitado una habitación en su casa donde pasaría mi primera noche de casada...
Nos retiramos antes que el resto de invitados, él algo recuperado ya de las copas me llenaba de soeces palabras camino de la casa de sus padres. Andaba enloquecido por descubrirme, romper en jirones el vestido de boda y convertirme en aquello que le llevara al delirio.
En el cuarto le sentí sentarse sobre la cama. Se quedo mirándome y sonrió:
Vamos desnudate, deja que te vea
Me intimidaron sus palabras, envueltas en un tono dulce, poco usual en él, me dejaron acobardada, y casi sin moverme...
Venga zorrita, quítate todo eso joder... ¿a qué esperas?
Me sentí fatal al escucharle, la palabra "zorra" en esos instantes me hizo disminuir tres o cuatro tallas.
Empecé a desnudarme, recuerdo que me temblaba el pulso, la falda cayó al suelo y me quede sostenida sobre los tacones, las piernas envueltas en medias y unas bragas blancas. No deseaba verme con nada, lejos de lo que pudiera pensar, él solo añoraba ver mi cuerpo... Juan, tenía fama de mujeriego, su familia lo había enviado a Paris para que ojeara unas bodegas y viera la posibilidad de apertura fuera de nuestras fronteras. Alli, se rumoreaba en el pueblo que había frecuentado todo tipo de burdeles, y su fama le convertía en un ser atrevido y bohemio. Me pidió que me bajara las bragas, con timidez agarré cada elástico y levante primero una y luego la otra de mis piernas.
Pero que coño es eso?- dijo con cara de asco- Joder, no te has pelado el coño ni el día de nuestea boda? Pero que clase de mujer eres tú?
En mi vida se me había pasado por la cabeza tal cosa, ni siquiera entraba dentro de mis posibilidades, miré hacia abajo y vi mi pubis ensortijado... Se levantó, me agarró del brazo y me sacó del dormitorio.
Vamos, anda, para delante, putita, que te voy a enseñar desde hoy mismo lo que desea tu marido, vale?
Abrió la puerta y salí semidesnuda, con el coño descubierto solo alzada en mis tacones y envuelta en las medias que cubrian la mitad de mi muslo, y el corpiño tapando mi torso. Llorosa. Avergonzada por poderme encontrar a sus padres, su hermana algun hermano, que aun debían andar en el banquete, iba arrastrada por el brazo camino del baño. Sus pasos no eran certeros, pero apretaba con decisión y me dirigía con autoridad.
Siéntate ahí, tumba la espalda lo que puedas y abre las piernas...
Levantó la tapa del inodoro, y me quede ahí sentada... Ridícula, humillada. Mojaba la brocha en la espuma y se ponía en cuclillas frente a mi. Agarró mis piernas y las puso sobre sus muslos. Tan indefensa en esos instantes. Sentí pavor, cuando el agua se escurría por mi pubis y su mirada se inyectaba en sangre y desesperación. El aroma a alcohol se expandía por los poros de su piel, mientras sonreía con lujuria. El triangulo que formaba la unión de mis piernas se cubría de blanco cuando la navaja aterrizó fría y afilada sobre mi piel...
¿Se puede saber qué cojones haces lloriqueando? Estate quietecita no vayamos a tener un disgusto, que te voy a dejar como una putita en condiciones.
El pulso le temblaba ligeramente, quizá mezcla de emoción, alcoholismo, desenfreno. Aquella espuma blanquecina se teñía de mi vello castaño bajo mi atenta mirada, y descubría un nuevo lugar plagado de pliegues, y sensibilidades para mi desconocida.
Empiezas a oler a excitación...- me decía mientras sumergía su cabeza entre mis labios genitales y apuraba en cada rincón....
Luego me dio la vuelta y se encargo del espacio que habitaba entre mis nalgas...
Mi vista se estrellaba contra el agua del fondo del inodoro, mientras mis manos se apoyaban en la taza, y una de sus manos se estrellaba repetidamente, hasta provocarme picor sobre uno de mis glúteos.
Luego, frente al espejo me mostró cual debería ser mi apariencia desde esa fecha en adelante. Alli, frente al espejo, con mi corpiño y las medias a caídas por los tobillos descubría la nueva apariencia del coño que ese día iba a descubrir.
Dejó todo en el suelo, esparcido por el baño de aquella extraña casa para mi y de nuevo me paseo por el pasillo de la vivieda camino del dormitorio. Uno de los zapatos se quedo enganchado en la alfombra y caí al suelo...
¡Quieres levantarte ya de una vez, o quieres que te dé otra tanda de azotes...!- Alcé la cabeza y le ví cuando yo casi estaba a gatas...
Venga vamos, serás buena hoy? Espero, no?
Yo solo asentí con la cabeza e intenté ponerme en pie antes de que nadie de esa familia pudiera encontrarme en tal situación.
Cerró la puerta, y continuo mirándome, sentado en el borde de la cama, con ojos casi de enfermedad, mientras desabrochaba el botón de sus pantalones y dejaba asomar una polla venosa, inflamada de perversiones que hasta tenía miedo de realizar.
Sigue desnudándote.- me ordenó
Me quite las medias, y el único zapato que me quedaba, ya solo aquella prenda, que cubría mi pecho era lo que quedaba para abandonarme y entregarme definitivamente
. Tuve que solicitar su ayuda para desabotonarlo ya que se anudaba en la espalda. Sus dedos gruesos, rugosos, unido a su embriagez no atinaba a deshacerse de él...
Se puso en pie, mostrándome su poder, su fuerza, su mando... Y ya desesperado, sin poder deshacerse de la tela que cubría mis tetas me metió su sexo hasta el fondo de mi boca...
Aun puedo recordarlo, son pasajes en blanco y negro que me trae la memoria, el primer sabor, de un sexo acalorado, con aroma a cava, a vino, con aroma a alcohol que parecía querer taladrar mi garganta... Escuché la palabra "puta" entre sus dientes mientras su glande hinchaba mis carrillos...
Yo ni siquiera sabía como debía comerla, mis dientes chocaban a trompicones con la piel de su sexo, y sentía mi boca tan llena que creía que la tarta de aquel día me subía a la garganta.
Venga sigue, asi, cuidado con los dientes, joder, ahhhh... asi, zorrita, sigue... Agarrame los huevos, con cuidado, pero agarralos...
Mi mano inexperta le buscaba, mientras su cuello se hinchaba, se cambiaba de color y sus labios parecían inflamarse. Empecé a saborear, a comprobar que con mi boca podía dominarle si lo deseaba. Mis experimento en movimientos daban resultados. Una vez bien ocultados los dientes, podía jugar con mi lengua y labios. Me gustó, cuando su mano dejo de empujar mi cabeza contra su vientre y me dio libertad, encontré el placer de mamarla. Ahí, en ese instante sentí por primera vez la piel fina de mi sexo irse impregnando de una sustancia más espesa, que me producía cosquillas y cierta ansiedad...
Gemía, cada vez dándome más seguridad en mi misma, le veía que se deshacía en mi boca, hasta que...
Me levantó...
Bien, Ines, asi bien. Déjame que vea tu aspecto de puta, tu boca empapada de chuparme, déjame que vea tu coño de niña...
Su voz se transformaba, esa mirada que me aterrorizaba, en esos instantes me calentaba, me excitaba. Me empujó sobre la cama...
Venga, dilo, di lo que eres- mientras me decía eso se arrodillaba entre mis piernas y me producía descargas, con aquello que nunca imaginé que se pudiera hacer. Su enorme boca envolvía mi entrepierna con succiones electricas que me hacían levantar la cadera...
Solo podía gemir, casi gritar, y disfrutar de esa locura que me envolvía. Me desaté, sacó ese ser de mi que nunca volvió a entrar en el caparazón. Mis piernas se abrieron solas...
Que lo digas Ines, dilo...- Me grito mientras se separaba de mi sexo, para abrir los dedos y dejarlos caer repetidamente en forma de castigo entre mis piernas. Sentí los azotes chocar contra mi clítoris, hasta cuatro veces- DI que eres mi puta, vamos... dilo...
Obedecí cuando vi como apretaba la mandíbula superior contra la inferior. Aún él estaba vestido. Me señaló con el dedo que bajara al suelo y lamiera su polla. No que lo metiera en mi boca, sino que le regalara lametones constantes mientras él mismo se desnudaba. Allí de rodillas, mi lengua se expandía por cada una de sus venas y amoratado sexo obediente.
Me gustó verle desnudo.
Eres virgen, zorrita? Me preguntó poniéndose detrás de mí de rodillas, y acercando su ronca voz a mi nuca...
Solo asentí, realmente lo era. Estaba asustada... Pero cuando su mano se posó en aquella piel recien afeitada sentí que podría hacer de mi todo lo que quisiera en su vida, a pesar de no amarle, de no admirarle, de creer que ni lo deseaba, en ese minuto supe que realmente toda mi vida sería su puta, compartirlo con otras tantas putas que cobran dinero, yo lo haría para devolver mi agradecimiento, por convertirme en lo que he sido...
Grité, cuanto grité al sentir ese pinchazo de su polla entrando bruscamente en mi. Mientras el se decía a si mismo y a mi lo evidente, que me estaba desvirgando, que él era quien estrenaba mi coño desde hoy para siempre.... Desde atrás agarraba mi pelo y se agitaba mientras en un vaiven incansable sentía sus huevos chocar en mis nalgas. Las abría para mirar mi ano, para escupir en él... Por lo menos ese día no intentó llegar más allá.
Fueron unos segundos, mientras su polla se hacía su espacio en mi, sus dedos volvían a intentar deshacerse de mi corpiño pàra a masar mis pechos, pero era imposible. No atinaba. Empecé a sentir que me adhería a él... Su mano buscaba mi clítoris mientras sudaba y me convertía en sal...
Era un placer especial, no podía describirlo, su cuerpo en mi me creaba contracciones, pero aun más cuando bajaba la cabeza y me veía sin un solo pelo en el cuerpo, sin observar mis tetas, solo una lampiña vulva desvirgándose, tan lejano a lo que yo creía que era un príncipe amando a su princesa... Pero tan carnal, tan voraz, tan loco, que me sumergí en gemidos, en deseos extraños.
Me voy a correr Ines, me voy a correr en tu coño ...
Agarró mi pelo y sentí las dos embestidas...
Recuerdos en blanco y negro en mi memoria, en blanco y negro... Fue el principio, lo marcó cuando su leche me lleno y salío de mi.... Unas gotitas de sangre resbalaban por mi pierna, beso mi frente, limpió con su ropa interior ese hilillo que caía, y llevo su mano a mi hinchado clítoris...
Solo me miraba, no hablaba... Entre sus piernas brillante un caído sexo, y yo en cambio crecida ante cada uno de los círculos... Abrió mis rodillas, y me quede tan expuesta... Su mano me lo acarició, lo frotó, en el silencio de mi único placer mientras su polla, se entretenía en sueños en observarme, y yo a ella. Calambres intermitentes, asi empezó la sensación, creí que me orinaría encima, intenté cerrar las piernas, pero no me dejó con una mirada autoritaria... Siguió, entre mis piernas según aumentaban los calambres escapaba una humedad mezcla de él y mia, que con cuidados sus dedos se encargaban de extender por cada parte de mi piel, en ese instante algo irritada...
Me corrí, exploté, alzando la cabeza, una imagen infantil, virgen, agitada sintiendo la sensación de un primer orgasmo, temblando el cuerpo...
Recuerdos en blanco y negro... el principio de mi locura, de mi obsesión... en blanco y negro!!!
Recuerdos del principio de todo esto que recurren a mi memoria sin color, solo irritando mis sentidos y de nuevo obligándome a salir a la calle en busca de alguien que me haga vibrar...
Cada postura, cada gemido... El placer desde aquella fecha, el principio de lo que viví. Asi está, sabía que con el tiempo debería compartirlo, lo comentaba antes, pensé que sería con putas de pago, pero todo llego más allá. Lejos de aquel pueblo, emigramos a la gran ciudad, donde decían que se podía ser más libre, y dónde yo he estado más atada a a una adicción..
Recuerdos que según se acercan al hoy, adquieren color, olor, sabor... mi realidad.