Sexo en Aleppo
Notable abogada es reclutada por el CNI para operar en Aleppo.
Siempre fui un poco lanzada en comparación con muy amigas, ligerita de cascos diría alguna, pero yo a eso le llamaba sacarle todo el jugo a la vida.
No era yo la típica chapona sin amigos, sino todo lo contrario. Yo era sin duda la chica más inteligente de la clase, pero además de ello era la más deportista, la más popular, y por supuesto la que estaba más buena de todas.
Tarde poco en darme el primer morreo, en hacer la primera mamada e incluso en perder la virginidad. Siempre adelantada al resto de mis amigas. Si ellas iban en la B yo estaba acabado la M.
Eran años en las que nos convertíamos de niñas a mujeres que cantaba Julio Iglesias, cuando durante nuestras fiestas de COU mis amigas se conformaban con unos morreos en una esquina del bar que tocase y algunas incluso dejándose sobar las tetas, yo me retorcía de placer siendo follada en el coche de mi novio de turno. Ellas desde mi punto de vista no sabían lo que se perdían.
Mi paso por la universidad fue algo similar. Destacaba por guapa, por inteligencia y por competir en carreras extremas de obstáculos, un tipo de atletismo donde solía destacar entre el resto de las chicas. Me encantaba ganar pero también me encantaba restregarme entre el barro y llegar a casa hecha una mierda para poder transformarme dentro de la bañera.
Siempre he provocado las envidias de mis amigas, pero todas ellas sabían que estar cerca mía era el lugar donde había que estar. Las mejores fiestas, los mejores tíos, los mejores planes, incluso algún que otro apunte perfectamente ordenado y pasado a limpio.
A nivel sexual a pesar de mis escarceos con todo chulo que se ponía a tiro en mis noches de farra, mantenía una relación más o menos estable con Ernesto, profesor de derecho penal y quien me llevó a perfeccionar el noble arte del fornicio creativo. Ernesto me llevó a traspasar limites que nunca había imaginado, a realizar actos que nunca había leído o escuchado y a disfrutar de mi cuerpo como un mocoso de mi edad no era capaz. Con él bese a mi primera mujer, fui doblemente penetrada y participé en encuentros de sexo en grupo. También Ernesto inauguró mi único agujero que quedaba por inaugurar. Gracias a Ernesto descubrí el derecho penal y el sexo anal, le solía decir a mis amigas, en realidad fue el derecho penal y el sexo a lo grande.
Acabé la carrera y con ella con Ernesto, rápidamente fui contratada en un despacho de abogados de postín donde me dedique como no podía ser de otra forma al derecho penal, aquel en el que no solo destacaba sino que me perdía de lo mucho que me gustaba.
La verdad que aquella fue una época de mi vida que fue muy rápida y movida. Debido a ciertos abandonos del despacho, la mucha carga de trabajo y tener que hacer cosas muy por encima de mi supuesto nivel. En poco tiempo destapé como una gran pleiteadora, lo que repercutió en mi vida social. A mayor éxito más dinero.
Sexualmente me había vuelto extremadamente activa y exigente. Solía decirle a mi jefe, al cual me follaba de vez en cuando, que si no follaba un par de veces a la semana me ponía de muy mala hostia y en el fondo aquello era verdad. Durante aquellos años me había pasado por la piedra, como digo, a un socio del bufet, a mi jefe, varios de mis compañeros, un par de fiscales, varios clientes e incluso un juez.
Algo había que hacia que me maravillase eso de tratar con criminales. Eran, en general, por un lado repugnantes y faltos de valores, pero sin embargo algo en mi entrepierna hacía que me calentase teniendo contacto con alguno. Llegue como digo a follarme a más de uno, incluso a uno en la sala del juzgado donde esperábamos a punto de entrar pasar a oír la sentencia en la que le cayeron 10 años de cárcel, 10 menos de los que se suponía y 20 menos de los que merecía. El desgraciado debía de tener una sonrisa tonta mientras esposado le guiaban desde la audiencia hasta la cárcel de Soto del Real recordando como había puesto a su abogada contra la mesa y levantándole la falda la había follado hasta hartarse. Me imagino que se lamentará durante los próximos años el que no me diese tiempo a chupársela ante la llegada del alguacil. En fin, cosas de los juzgados.
Llevaba cuatro años currando y triunfando, cuando recibí una visita. Al principio me sorprendió un poco recibir a un funcionario publico en mi despacho, no era normal que acudiesen a bogados privados, pero me quede de piedra cuando vi lo que me proponía.
- Mira Ángeles, llevamos un tiempo siguiendo tu trabajo.
- Ah, me alaga.
- Bueno, tu trabajo y en general tu vida.
- ¿Perdona?
- Si, bueno, hemos estado haciendo un pequeño estudio sobre ti y otras chicas de tu perfil y finalmente hemos descartado al resto y tu eres nuestra candidata numero uno.
- ¿Disculpa?
- Si, te explico. En realidad no trabajo para el ministerio de asuntos exteriores, trabajo para el CNI
- ¿El CNI?, ¿los espías?
- Si, la agencia de inteligencia española
- ¿Y que quiere el CNI de mi?.
- Bien, estamos estudiando un plan y necesitamos una chica que nos haga un pequeño favor.
El hombre me estuvo explicando durante más de dos horas la situación en Siria, la amenaza que un tal Ali Abad representaba para España y el resto de Europa, y la necesidad que tenían de acercarse a él y conocer más en profundidad su manera de operar.
Por lo visto se habían fijado en mi por mis condiciones físicas, mis estudios, mi personalidad, mis ideas políticas conservadoras y sobre todo por que daba el perfil que Aba gustaba entre las mujeres. Al fin de cuentas estaba objetivamente muy buena, muy en forma, de derechas de toda la vida, de misa dominical, aunque me gustase más una polla que a un tonto un lápiz, y tenia la cabeza muy amueblada.
Nos reunimos más de 4 veces, yo me lo pensé mucho. Iba a tener que invertir en el tema un par de años y aunque con fondos reservados se me igualaba mi sueldo e iba a ser compensa a la vuelta de mi misión con 10 millones de euros, aceptar no solo significaba poner en riesgo mi vida sino que representaba romper con mi vida de lujos que tanto apreciaba.
Dudé durante semanas pero amante de los retos y sobre todo de España, como era de esperar, finalmente acepté.
La primera parte de mi misión consistía en introducirme en la mezquita de la M30 en Madrid. Lo hice de la mano de mi amiga Fátima, musulmana de familia marroquí emigrada a España cuando ella era una cría.
Empezamos cenando en el fantástico restaurante árabe de la mezquita y poco a poco me fui introduciendo en ella. La verdad es que Fatima me había invitado mil veces a acompañarla y siempre me había dado mucha pereza, por lo que ahora estaba muy alegre que me interesase por su cultura. Al cabo de un año y sin haber dejado mi trabajo oficialmente era una musulmana conversa. Había conocido a Ala y él me había hecho conocer la verdad. Objetivamente fui aceptada muy bien en la comunidad de la mezquita de Madrid.
En el trabajo alucinaban, yo siempre tan escotada pasé de la noche a la mañana a llevar trajes muy conservadores. No me ponía el pañuelo justificándolo ante mis nuevos amigos por que sino perdería el trabajo. Fuera del bufete y de la mezquita seguía llevando una vida más o menos de mi gusto. Follaba bastante aunque ya no salía de copas y con ello de caza. Tenía que repetir fijos discontinuos, que por supuesto no me faltaban.
Poco a poco en la mezquita me había unido al grupo más radical de feligreses, llevada por mi naturaleza acabe incluso siendo yo la que llevaba la voz cantante y les arengaba con consignas totalmente radicales. Había pasado de callar y escuchar a llamar a los hombres cobardes por no ir a Siria o Irak a continuar con la guerra santa, exaltaba a los musulmanes españoles que las noticias informaban que habían muerto en combate en esos países e incluso celebraba los atentados islamistas en Europa. Aquellos jóvenes me admiraban
- Tenemos que hablar – escribí un sms dirigido a mi controlador en el CSI
- Mañana, en el retiro - contestó.
Trabajé hasta la hora citada, dejé todo y baje los pocos metros que mi oficina me separaba del parque madrileño.
- ¿Qué era eso tan urgente? – me preguntó mi enlace.
- Me ha propuesto irme a Siria.
- ¿Quiénes?
- Dos de los más radicales. Mohamed y Ben.
- Dos mierdas. ¿a dónde?
- A Homs.
- Allí no se nos ha pedido nada. Proponles Aleppo.
- No sé si querrán.
- Inténtalo.
Convencí a los dos idiotas que en Horms no se nos había perdido nada y que Aleppo era donde nos necesitan y donde realmente se había podido acabar con la población Cristina y Judía y era de vital importancia que el Estado Islámico mantuviese la ciudad.
Planeamos el viaje para cuatro meses después.
Intensifiqué mi aprendizaje del árabe con él que tan buenos resultados estaba labrando en la escuela de la mezquita. Me preparé física y psicológicamente, iba a estar infiltrada durante meses entre barbaros con la única misión de acercarme a Ali Abad y sonsacar información de interés para España.
Parece una tontería, lo que peor lleve fue la orden de dejar de depilarme - ¿todo? - pregunte. Tenia que dejarme crecer el pelo de todo mi cuerpo y no pasar una chuchilla a nada. Coño, culo, piernas, pubis, sobacos. Todavía no se había dado una musulmana yendo a la guerra con la depilady en la maleta.
Después de un mes aquello era un horror, pero después de tres y a un mes vista de nuestra partida parecía un madril. Tenía más pelos en las piernas que un futbolista, mi siempre muy cuidado coño parecía el coño de una mujer de las cavernas, ya que aunque lo sospechaba, era increíble lo mucho y extendido que me nacía. Incluso tenia el culo con un montón de pelos cosa que en mi vida había consentido. Era sencillamente increíble la cara que mis amantes ponían al verme abierta de piernas cuando con la polla en la mano estaban apunto de penetrarme. Por primera vez en mi vida en lo relativo al sexo me sentía expuesta y vulnerable.
Mi ultima noche en España la pasé con Ernesto. Necesitaba sentirme amada y él sabia como hacerlo.
Cenamos en un bonito restaurante una increíble cena regada con dos botellas de tinto, nos tomamos un par de copas y sin dudarlo le propuse ir a mi casa.
Ni cerró la puerta, me empezó a comer la boca según entró por la puerta, rápidamente me lanzó contra la pared quedando de cara contra ella y sin dudarlo metió su mano en mi entre pierna
- ¿qué tenemos aquí?, a la señorita Pérez – Mateos le chorrean los pelos de su nuevo peinado.
- Calla y follame cabrón - le dije cabreada pero sabiendo que tenía razón.
No volvió a decir ni pio, sencillamente me desnudo, admiró mi cuerpo peludo y durante horas tomó posesión de él.
Me comió el coño apartando pelos y sacándose alguno de la boca a cada rato. Me hizo chupársela lentamente, luego aceleró mi ritmo hasta que acabó literalmente follando mi tráquea. Acabé extasiada antes de que sodomizase como a mi me gusta y por último cuando uno ya creía que la cosa no daba para más de si, me follo a lo misionero pero levantando uno de mis pies y chupándome los dedos algo que siempre ha hecho que reviente en un orgasmo tras otro.
Llegue temprano al aeropuerto. Vestía totalmente occidental. Cogeríamos un vuelo de Turkish Airlines hasta Estambul, desde allí nos desplazaríamos hacia el este del país para cruzar allí, cruzar la frontera en un punto señalado por la organización como un punto seguro. Viajábamos por separados ya que en teoría la policía buscaba a posibles idiotas que se presentasen como voluntarios a una guerra que no era suya, aunque el hecho de que jóvenes musulmanes viajaran a un país musulmán hacia muy difícil el control.
Pasamos en control de pasaportes sin novedad. Cada uno se sentó en un lado de la sala de espera.
El vuelo se desarrolló de manera muy tranquila. A la llegada a Estambul y en la cola de pasaportes vi desde los últimos lugares de la fila como la policía aparte de mis dos acompañantes sacaron a cuatro jóvenes más de la fila. Era lo esperado por mi. La policía había avisado a sus homólogos que en el vuelo iban dos terroristas que desde Estambul se dirigirían a Siria. Las autoridades turcas aparte de pillar a los buenos pillaban a unos cuantos desgraciados más con el perfil, era una manera de tapar cualquier tipo de soplo y por supuesto al confidente. Les caerían unas hostias y les soltarían, y a los dos míos seguramente les meterían en una cárcel de esas secretas donde se pasarían una muy larga temporada.
Pase la aduana casi sin mirar a mis compañeros que era sacados de la terminal a empujones y golpes. Me cubrí con el pañuelo.
Esa noche me alojé en una pensión de mala muerte en la parte más cutre de la ciudad. Comí un kebac de mierda y dormí rodeada de piojos rascándome toda la noche. Pronto me daría cuenta que aquella pensión de Estambul era en Ritz en comparación con lo que estaba por venir.
Muy temprano cogí un autobús que durante 18 horas me llevó desde la antigua Constantinopla a la fétida Adana. Seguramente la ciudad tenía su encanto pero no a la parte de ella a la que me dirigí. Dormí en un hostal aun peor que el de Estambul pero teniendo en cuenta lo muy cansada que estaba sencillamente me dejé llevar por el sueño.
Desperté tarde y sin posibilidad de coger el bus del día hacia Kırıkhan. Fui a la mezquita local a conseguir información y rezar como se le suponía a cualquier buena musulmana. Después de mis rezos y comer algo me dirigí a un baño publico a lavarme un poco pues desde que me duché después de que Ernesto me bañase en lefa mi ultima noche en España aun no había tocado el agua mi cuerpo.
El lugar era de una belleza decrepita todo cubierto de vaho y mujeres locales paseándose desnudas por las instalaciones. Mi cuerpo destacaba sobre el suyo. Yo delgada alta y musculada contra vacas con las ubres caídas y más pelo en el coño del que yo jamás tendría, a pesar de mis melenas del momento.
Dormí pero la siguiente noche y antes del alba cogí un bus hacía Kırıkhan, la ultima población más o menos civilizada antes de llegar a Siria.
El viaje no fue largo, digamos unas 4 horas.
A mi llegada, me instalé en una especie de campamento para refugiados que pretendían llegar a Europa y salvar el pellejo y su mierda de vida de la pobreza y el miedo a la seguridad de Europa, y donde no eran pocos los huéspedes que iban en dirección contraria a hacer la guerra santa desde distintos países occidentales – hay que ser idiota pensé a ver tanta gente que intentaba pasar hacia Siria. Allí conocí a varias mujeres que como yo iban a ayudar en lo que pudiesen en la guerra. Entre ellas destacaba Hellen, una holandesa conversa de gran belleza y que se dirigía como yo hacia Aleppo. Éramos de las pocas que hablamos ingles por lo que rápidamente hubo entre ambas una sintonía.
Aquella noche cenamos dátiles y un poco de pan y después de dormir juntas por eso del frio, por la mañana nos dirigimos hacia la plaza del pueblo con la esperanza de encontrar una furgoneta que nos llevase hasta la frontera.
Íbamos como sardinas en lata, 12 personas en una furgoneta para ocho, a pesar del altísimo precio a pagar. Hellen y yo nos lo tomamos a risa ante la mirada incrédula de los hiyaidines. La furgoneta nos dejó cerca de Cilvegözü a un escaso kilometro de las frontera.
Pasamos la misma campo a través sin problemas. En nuestro grupo íbamos solo mujeres, los hombres habían pasado por otro camino pues ellos podían encontrar más problemas que nosotras. Todo iba bien cuando un jeep con unos kurdos nos cortaron el paso y nos apuntaron con sus armas.
- ¿a dónde vais zorras?
- Viajamos a Kafr Nouran a visitar a un familiar.
- ¿Ósea que sois todas hermanas o familiares? - los dos guerrilleros discutían con grandes aspavientos entre ellos, se veía claramente que uno de ellos quería meternos una bala en la cabeza y el otro pensaba que no éramos un peligro para el Kurdistan. Sinceramente no teníamos ni idea de lo que iba a pasar. Hellen se adelantó se agachó ante el más desconfiado y ate su asombro, abriendo su bragueta y sacando su polla empezó a chuparle la misma como estaba segura nadie le había hecho antes. Era obvio que Hellen también tenía una vida de verdad antes de su conversión. El soldado soltó su arma y se dejó hacer, mientras su compañero con señas nos indicaba que él también quería. Nos miramos unas a otras, en realidad eran crias o viejas las que venían con nosotras por lo que di un paso para adelante e imité a mi compañera. Sin ser lo que más me gusta del sexo he de decir que chupar pollas me pone mucho, es el único momento del acto en el que la mujer domina al 100% al hombre por lo que como no podía ser de otra forma aquella polla con sabor a pis me hacia dirigir a ese idiota como yo quería. El chico imitó a su compañero y se apoyó en el Jeep dejando a mi y mi lengua que llevásemos el compas de su placer. El guerrillero de Hellen se corrió entre suspiros, llenando la cara de mi amiga de blanca lefa. El mío estaba a punto de caramelo cuando oí dos disparos. El infeliz al que se la chupaba cayó para atrás con una bala en la cabeza al igual que su compañero. Hellen se había apoderado del arma y le había dado uso sin tan siquiera pestañear.
- vamos al coche – dijo la holandesa
Nos subimos en el auto como pudimos y yendo campo a través nos fuimos acercando a ciudad derruida por la guerra. Desde la distancia podíamos ver distintas posiciones de los dos ejércitos, pero en la parte izquierda podíamos ver claramente la bandera verde de nuestros hombres, por lo que enfilamos hacia ellos y sacando una bandera blanca nos acercamos a su posición más adelantada.
A pesar de los resquemores de los combatientes hacia nosotras, cinco mujeres musulmanas siempre era bien recibidas en un lugar como aquel.
Nos interrogaron una a una durante dos días. Fuimos revisadas de arriba a bajo por si portábamos algo sospechoso y finalmente fuimos asignadas cada una a una labor.
Gracias a ser Europeas tanto Hellen como yo fuimos asignadas a una hospital de campaña donde gracias a dios no tuvimos que atender los casos más graves. Cuidábamos de los que aún estaban jodidos pero a punto de ser dados de alta. Entre nuestras obligaciones estaban la de limpiarles, darles de comer y una vez cada dos días por debajo de las sabanas machacarles la polla para que descargasen.
Fueron meses muy duros, las matanzas se sucedían, las bajas eran inmensas, nuevos yihaidines llegaban cada día para morir al día siguiente. Las tropa leales al gobierno apoyadas por sus aliados occidentales bombardeaban sin piedad barrios enteros causando graves daños entre la población civil. La situación pasaba de dura a muy dura, incluso en alguna ocasión enfermos y enfermeros habíamos tenido que tomar las armas para defender nuestra posición y nuestra vida. Yo me había cargado a tres en lo que llevaba de tiempo allí.
En ocasiones ante el volumen de desgracias teníamos que hacer incluso de ambulancias humanas, teniendo que ir a zonas bombardeadas a sacar entre los escombros a civiles masacrados pero aun con vida y como podíamos llevarlos a nuestro modesto hospital.
La vida era intensa pero muy monótona en Aleppo. De las 24 horas, pasabamos 12 horas en el hospital o alguna misión humanitaria fuera de el, los correspondientes rezos, ayudar en la cocina o repartir los alimentos entres los puestos avanzados o incluso pasarme por la piedra cada semana a cinco o seis de los terroristas más destacados en el combate de los días anteriores. Todas las mujeres estábamos destrozadas de cansancio, aunque nuestro porcentaje de bajas por bala era menor que el de nuestros camaradas.
Hellen y yo nos vimos rodeadas por el enemigo en el barrio cristiano, a un escaso kilometro de donde estuvo la mezquita y el zoco antes de ser destruidos. Habíamos ido a sacar desde los escombros a unos niños atrapados cuando llegó la infantería de Bashar al-Asad. Nuestra escolta resistieron como leones, pero uno a uno fueron abatidos por las fuerzas que les doblaban o triplicaban en numero. Hellen y yo cubrimos a los pocos niños vivos y cogiendo un AK47 cada una, los mantuvimos a raya durante más de 4 horas. Tuvimos suerte de tener una buena posición resguardada, pero más que los soldado gubernamentales no fuesen un desecho de valentía y no avanzasen con ganas hacia nosotras. Fuimos liberadas llenas de sangre y esquiladas de metralla cuando ya dábamos la situación por perdida. Nuestra gesta corrió como la espuma entre las líneas rebeldes y rápidamente todo el mundo sabía que las dos hijas de Ala venidas desde occidente eran mártires en vida.
Dos días después de aquello Ali Abad quiso conocernos en persona. Nos hizo llamar a su cuartel general en el imponente castillo local que a pesar de los bombardeos había aguantado estoicamente las bombas. La zona privada del capo de todo aquello era otro mundo. No le faltaba de nada en cuanto a lujo. Televisión de plasma, alfombras, y todo lo que una persona en guerra no se puede imaginar ni permitir y que por supuesto en todo el país poca gente se podía permitir. En cuanto nos vio hechas una mierda dio instrucciones que fuésemos lavadas, vestidas y volviéramos a su presencia.
Nos bañamos en un baño increíble, agua caliente, jabón, perfume, incienso… dos mujeres mayores nos enjabonaro, frotaron, perfumaron y peinaron hasta estar presentables. Por primera vez en meses me sentí mujer.
Ali Abad resultó ser un hombre encantador y educado. Cenamos increíblemente bien, hablamos hasta el amanecer y antes de retirarnos nos dejo caer un comentario sobre lo duro que eran las noche para un servidor de Ala solitario.
10 minutos después nos encontrábamos las dos desnudas y siendo montadas por el líder yihadista. A pesar del cansancio era para las dos un honor poder descargar a nuestro líder de todas sus tensiones, por lo que mientras Hellen era montada a lo misionero yo posaba mi peludo coño sobre su cara a la vez que me besaba con Ali. Fueron cuatro horas de lujuria y placer desenfrenado en la que el comandante de Aleppo nos hizo volver a sentir lo que era un hombre. Tanto mi amigo como yo recibimos pollazos por todos nuestros agujeros, jugando entre nosotras para el deleite de nuestro anfitrión.
Ya de vuelta en nuestro hospital, recibimos la noticia de que Abad nos solicitaba como parte de su equipo de asistencia.
El trabajo no estaba claro, pero se podía resumir como estar dispuestas a follar con Ali cuando él quisiese.
A pesar que otras muchas mujeres pasaron por su cama en los siguientes meses, Hellen y yo éramos las preferidas y al revés que el resto de chicas a ninguna de las dos nos volvió a poner una mano encima ningún otro soldado.
Recuerdo perfectamente como la tercera noche en el castillo fui llamada a sus aposentos. Alí me desnudo, me tumbo en su cama y sacando una navaja de afeitar empezó a pasármela suavemente por mi cuerpo. Mis pezones reaccionaron cuando empecé a sentir el filo de la navaja pasando por mi barriga, cuello y rodear mis pezones. Gentilmente Ali sacó jabón y una brocha de afeitar y poco a poco fue cubriendo mi bello con espuma y pasando la afiladísima navaja por mis pelambres. Me mantuvo más de una hora afeitándome poco a poco todas mis partes. Abría mis piernas, me hacia ponerme a cuatro patas, levantaba una de mis piernas y cuando finalmente mi cuerpo parecía sacado del mejor local de belleza de Madrid me folló dulcemente hasta el amanecer.
Hellen recibió el mismo tratamiento al día siguiente enseñándonos ambas nuestros coños calvos una vez estuvimos solas y entre risas. Las dos sonreíamos y dábamos gracias a dios por no tener que aguantar un minuto más el coño con tanto pelo como le gustaba a mujer de allí.
Me encantaba ver como Hellen era follada por Ali delante mía. Generalmente siempre dejaba que empezasen ellos para que a su vez Ali acabase conmigo la noche. A él le encantaba ser como la no follada se masturbaba viendo la escena de él montando a la otra. A Ali le gustaba interactuar con las dos de alguna manera y otra. En ocasiones nos hacia hacer 69 para ir metiendo el la polla en los distintos agujeros dependiendo de sus apetencias.
A Ali le encantaba atarnos a las cama y poseernos sin pausa. Gozábamos como locas y todo por Ala.
Llevaba meses allí y tenía acceso a un montón de información sensible, aunque ninguna manera de restarla y enviarla a España. Desde hacia casi un año el CNI no sabía sobre mi. La idea era que yo pasase información a través de los periodistas secuestrados y liberados por el ISIS, pero eso nunca se dio. Sencillamente era ejecutados cuando su información se había acabado o sus gobiernos se ponían chulitos ni uno solo salió de Aleppo allí.
Estaba gritando de placer mientras Ali me daba duramente por el culo mientras Hellen era lamida por mi, cuando el líder empezó a hablar.
- mis reinas del desierto, tenemos que hablar.
Las dos nos quedamos cortadas ya que nunca hablamos de nada importante mientras follábamos. Alí siguió bombeando hasta que llenó mi culo de blanca lefa y Hellen casi se arrancaba los pezones tirando de ellos de tanto placer que se provocaba con su dedo.
- la semana que viene parto hacia Europa, Ala me ha encomendado una misión allí.
- ¿Y nosotras? – dijo Hellen
- Vosotras podéis volver a casa o quedaros aquí y dar la vida por la causa.
Hellen decidió quedarse y yo volver a casa donde ISIS creía que podía ser de mayor ayuda para la causa.
Partimos después de una última noche de pasión una fría mañana de Enero. Ambos gozamos del cuerpo de Hellen por ultima vez. Tropas leales nos acompañaron hasta Dar Ta izzah y desde allí nos encaminamos campo através hacia la frontera turca. Íbamos pobremente vestidos, y nuestra historia era que éramos cristianos de Aleppo que finalmente huíamos de la guerra. Nos unimos a una caravana de refugiados que cruzaron la frontera por Bükülmez. Unicef nos acogió en un campo de refugiados donde pasamos dos semanas hasta que haciendo el camino contrario al hecho en mi viaje de ida, regresamos a Estambul donde nos quedamos en un piso franco de ISIS.
Aquella última noche Ali gozó de mi cuerpo y yo del suyo. Me encantaba sentirme poseída por aquel hombre fuerte, versado en la lucha, de educación exquisita y un gran amante. Ali sabía que seria la ultima de muchas noches sin catar a una mujer y yo que echaría de menos aquel cuerpo. Sencillamente le hice darme por todos lados y yo por mi lado le pase la lengua por todo su cuerpo. Posee su cuerpo dirigiendo toda la noche el polvo y haciéndonos a los dos recordar aquella noche por el resto de nuestras vidas.
Con los ojos llenos de ojeras por la falta de sueño yo me dirigí al gran bazar a comprar ropa occidental y Ali se despidió de mi una gento de respeto con la cabeza. El se adentraba en Europa por tierra a través de Bulgaria y yo cogía un avión hacia Madrid.
Una vez despedido, compre ropa sencilla y discreta, me metí en un internet café y mande un escueto mensaje de correo electrónico – hoy vuelo 22:15 turkish llego.
Por primera vez en un año tome una copa de vino el cual me ayudo a dormir todo el vuelo, nadie en el avión se podía imaginar mis aventuras pasadas y en realidad a nadie le importaban.
Llegados a Madrid no tuve ni que pasar el control de pasaportes ya que mi enlace en el CNI me recogió antes y me trasladaron a su centro en la A-6 donde pide dormir a pierna suelta en su residencia a pesar de quererme ir a casa.
Dos días duraron mis interrogatorios. En ellos relaté como habíamos llegado, les hable sobre Hellen, sobre nuestro trabajo, el hospital, las bajas, la moral de las fuerza, nuestro encuentro con Adad, nuestros polvos y sobre todo nuestro viaje de vuelta.
Occidente quedó en máxima alerta al saber que Abad estaba entre nosotros, y rápidamente se hizo notar su presencia. Bomba en el metro de Londres, 200 muertos, camión bomba en la opera de parís, 57 muertos, bomba en la embajada de USA en Helsinki, 38 muertos, bomba en Mezquita en Turín, 47 muertos, atentado en consulado del Reino Unido en Oporto, 14 muertos. Y solo llevábamos dos meses. Las autoridades sabían que se enfrentaban a un loco y ante un loco poco se puede hacer.
La situación era muy dura pero la inteligencia española junto a la francesa se estaban cubriendo de gloria y semana a semana desarticulaban células, detenían a lobos solitarios y descabezaban comandos terroristas.
Poco a poco fui retomando mi vida normal. Europa estallaba y yo con mi dinero retomaba mi vida como abogado abriendo mi propio bufet.
Un extraño eco en mi móvil me hizo suponer que lo tenía pinchado, cosa que un experto que me confirmo, pensé en quejarme, pero eso solo valdría para hacerles saber que lo sabía y conseguir que fuesen menos descuidados.
Ali Abad me contactó después de seis meses de atentado tras atentado. Lo que ISIS iba perdiendo en campo abierto, Ali Abad lo recuperaba causando el terror en las capitales europeas. Me quería ver.
No pasaron ni cinco minutos cuando mi enlace en el CNI me llamo para decirme que habían oído la llamada, ni siquiera se disculpo por tener mi teléfono intervenido, solo me quería ver él también.
- Se ha puesto en contacto contigo.
- Si, ¿cómo lo sabéis?
- No te hagas la tonta.
- Bueno, pues si. Se ha puesto en contacto conmigo
- Quiere verte y nosotros queremos que le veas.
- De acuerdo.
Después de mucho discutirlo quedamos que quedaría con Abad el miércoles a las 12 del mediodía al lado del Quijote de la plaza de España. La plaza estaría tomado por agentes que o bien le detendrían o acabarían con él preferiblemente la última opción.
Pasé el día alterada, no podía concéntrame en el trabajo y no se me ocurrió idea más feliz que llamar a Ernesto a ver que hacia. Después de año y pico sin saber de mi se sintió extrañado, pero vino a casa a tomar un vino.
- joder con Ángeles, o eres un mono peludo o ni un solo pelo en el cuerpo, como cambiamos.
- Calle y folláme, lo necesito.
Ernesto me folló con fuerza, ganas, elegancia, imaginación y resistencia. Sacó de mi muchos orgasmos que llevaban tiempo queriendo salir y grite su nombre mientras unos tras otro mi espalda reaccionaba a las sacudidas de placer que mi antiguo profesor de penal me proporcionaban. Jodimos en todas las posturas y formas.
- Siempre me ha encantado follar contigo Ernesto.
- Lo sé.
- Desde ese primer polvo en el que me metiste de dedo en el culo hasta ahora que te has corrido en mi cara he disfrutado cada uno de los milímetro de tu polla que han entrado en mi cuerpo.
- Lo sé.
- No tienes ni idea lo que has representado para mi.
Me pasé la noche en vela. Ernesto se había ido a las tres de la mañana, yo que no podía conciliar el sueño iba alternando libros con pajas, música o mandar emails.
Me levanté, no desayuné, me duche. Preparé mi indumentaria y me dirigí hacia la plaza de España.
Me puse debajo de la estatua sabiendo que mucho ojos me miraban en ese momento. Paseaba alrededor de la zona, miraba el reloj, me impacientaba, miraba hacia las azoteas y a la gente que me cruzaba o que leía el periódico o que paseaba al perro y Ali no llegaba. Me hubiese gustado no tener el móvil pinchado y poder haber disfrutado unas noches de él, pero eso ya no era posible.
Espere y espera y a las 13:30 un agente del CNI vestido de vendedor de barquillos me dijo que nos retirábamos que no iba a aparecer.
Hice ademan de irme a casa, pero me condujeron hasta una furgoneta del centro que nos llevo hasta las oficinas centrales de la agencia.
Entramos en un salón donde tanto los ministros de exteriores e interior, el director y subdirectores del CNI, embajadores de USA, Israel, Uk y Francia, así como diversos jefes policiales de la lucha anti terrorista me esperaban. Habían quedado para ver en video la captura del terrorista, pero viendo que no se producían querían una reunión conmigo.
Realmente no era sorpresa que todos estos estuviesen reunidos pues la captura de Ali Abad era un acontecimiento importante en occidente.
Todos deseaban verme y saber de primera mano lo que ya antes les había contado antes a los agentes que me supervisaban.
Activé el botón que salía de mi manga y el chaleco bomba adherido a mi cuerpo estalló llevándome por delate a todos esos criminales de guerra que tanto hacían sufrir al pueblo oprimido de Ala. Nadie salió vivo de esa habitación
Ali Abad siguió causando el terror durante muchos meses más a lo largo de Europa, aunque sin duda su máximo éxito fue el atentado en le CNI español. El mismo se inmolo meses después un domingo durante el ángelus en San Pedro del Vaticano.
Hellen hace tiempo que pasa sus días en Guantanamo después de que Aleppo cayese en manos de los cruzados y ella fuese rescatada entre los escombros con vida.