Sexo, Drogas y Rock & Roll. Vol. 9 FINAL

-Lo siento mamá. Hago muchas cosas por el sexo, he cogido con muchas personas y no me arrepiento. Lo haré toda mi vida porque es lo que me gusta.

NOTA: SOLO LEANLO…….

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UNA SEMANA DESPUÉS

-Sí, dame más, dame más. –Dije. Estaba a punto de tener el segundo orgasmo y no quería que parara. La persona estaba encima de mí y se movía rápido y me daba fuerte. Mis piernas estaban en sus hombros y sentía muy profunda su verga. Me llegó el segundo orgasmo. –Levántate. –Le dije.

-¿Para qué? –Preguntó.

-Quiero que te vacíes en mis tetas. –Le dije. El tipo se salió de mí se quitó el condón, apuntó su verga a mis tetas y se empezó a masturbar, a los 30 segundos sentí como chorros calientes caían en mis tetas. Se acostó a mi lado. No había estado nada mal el sexo.

-Lo haces muy rico y eres muy complaciente. –Me dijo agitado.

-A la orden. –Le dije.

-Me tengo que ir. –Me dijo viendo el reloj. –Me espera mi esposa en casa. –Vi el reloj y eran pasadas de las 8pm.

-Sí, está bien. –Lo vi mientras se levantaba y se ponía su ropa. –Anota mi número para que me llames cuando quieras hacerlo de nuevo. –Le dije. Había comprado un nuevo celular pero mantuve el mismo número. Lo anotó y salió.

Me quedé acostada en la cama de un cuarto de un motel de la ciudad. Agarré la bolsita de cocaína que traía y esnifé un poco.

Este era el tercer hombre desconocido en una semana. Había visto una vez a Victor y una vez a Rafa.

Me levanté y me metí a lavar al baño. Me arreglé y salí rumbo a mi casa.

VARIOS DIAS DESPUES

Tenía casi 15 días sin ir a la escuela y no se me antojaba para nada ir. Estaba totalmente metida en las drogas y la soledad. No había nada que me motivara.

Hasta que un día sonó mi teléfono de un numero de otro estado de la república mexicana.

-Hola. –Contesté.

-Prima. Hola. –Escuché la voz de mi prima de 15 años.

Recordé que esta niña quería ayudarme a empezar un negocio de prostitución en otra ciudad.

-¿Qué pasó? ¿Cómo estás? –Pregunté algo animada.

-Muy bien, y ¿Tu? –Me dijo. -¿Ya te olvidaste del negocio?

-Para nada, pero quería darte tiempo y esperar a que tú me hablaras para no presionarte.

-Pues te tengo excelentes noticias. –Me dijo.

-Cuéntame. –Le dije poniendo totalmente atención.

-Hablé con unas amigas sobre esto. –Me dijo. Escuché. –Les dije que si aceptarían dinero a cambio de que tuvieran sexo con otras personas.

-¿Qué dijeron?

-Ya tengo a 5 amigas que dijeron que sí. –Me dijo y se le notaba emoción en su voz.

-¿En serio? Que emoción. –Dije también emocionada y me sentí importante. -¿Cómo quedaste con el pago?

-Les voy a pagar $1,000 por cada amante que tengan. –Me dijo.

-Es mucho. –Le dije.

-¿Es mucho? –Me preguntó. –Y a mí se me hacía muy poco.

-Imagínate que en un día se metan con 5, ¿Les vas a pagar $5,000 a cada una? –Le dije. –No sale el negocio.

-Entonces, ¿Qué hago?

-Tienes que darles un sueldo base, semanal. Estarían bien unos $800 para empezar. Siempre con la promesa de que si se expande, van a ganar más.

-Bien, hablaré con ellas.

-Sí. –Dije. -¿Ya tienen un lugar? –Pregunté.

-Mi idea es que vayan a visitar a las personas que las soliciten.

-Eso está bien o está mal. –Dije.

-¿Por qué?

-Primero bien, porque no se gasta en hotel. Para las personas es un gasto extra que no quieren hacer. Y mal, porque muchos de los que vayan a buscarlas es porque quieren huir de sus esposas. No creo que las vayan a querer llevar a sus casas.

-Tienes razón, pensaré en algo. –Me dijo.

-¿Cómo se van a dar a conocer? Recuerda que son niñas de secundaria. –Le dije.

-Sí, lo que haremos es que unos días al mes, nos vamos a salir a la escuela y vamos a andar por las calles. No falta quien nos eché piropos y de ahí vamos a iniciar. Que pasen la voz despacio.

-Muy bien. –Le dije. Me gustaba la iniciativa que tenía mi prima. Seguimos hablando un poco hasta que colgamos.

Me tiré en la cama. Escuché la puerta tocar y abrí la puerta del cuarto de hotel donde estaba.

-Tardaste. –Le dije viendo a aquel hombre desconocido.

-Disculpa, mi novia no se iba. Pero ya estoy aquí. –Me dijo. Cerramos la puerta y nuestras bocas se empezaron a comer. Nos tiramos en la cama…

2 SEMANAS ANTES DE MI CUMPLE NUMERO 18

EL CHAVO GORDO.

Me había metido otra vez en el mundo virtual. Tenía pláticas calientes con hombres y de vez en cuando intercambiaba fotos. Cada día que abría mi MSN, se llenaba de ventanas de chat y fotos de hombres y mujeres desnudos. Cierto día entré nuevamente a latinchat a buscar nuevas experiencias.

-¿Algún hombre disponible? –Publiqué. Rápidamente me llegaron alrededor de 10 mensajes privados. Descarté unos y me quedé con 3. Los ánimos empezaron a calentarse e intercambiamos MSN donde empezamos a conocernos más físicamente.

Esa noche me masturbé riquísimo imaginando todo lo que esos chavos me harían.

Luego de eso, cerré todo y me arreglé un poco. Pensé en mis muchachos. Los tenía demasiado abandonados y ellos lo notaron. Ese día tenía que hacer algo para que no se desesperaran.

Me arreglé media coqueta y abrí mi MSN para ver si alguno de ellos estaba en línea y en ese momento coger con él. Vi en línea al gordo.

-Hola. –Le hablé. No contestó. Esperé. El ocio despertó mi calentura y volví a entrar a latinchat.

Empecé a leer los comentarios que la gente ponía. Nada interesante. Estaba a punto de salirme cuando leí uno que me llamó la atención, “Buscamos jovencita que deseé intercambiar fotos, somos pareja madura”. Lo leí y mis ojos se llenaron de lujuria. Abrí su chat privado y le mandé mensaje.

-Hola, ¿Buscan a alguien? Yo estoy disponible. –Le escribí. Tardaron un rato para responder y lo hicieron.

-Hola, ¿Eres mujer? –Me preguntó.

-Sí.

-Pásame tu MSN para seguir hablando por allá. –Me dijo y se lo pasé.

Rápidamente me llegó la solicitud de amistad que acepté.

-¿Podemos verte por cámara? –Me preguntó. –Solo para asegurarnos que eres mujer. Luego la quitas.

-De acuerdo, yo también los quiere ver porque me interesó que sean pareja. –Le dije.

-Perfecto. –Y encendimos la cámara.

Eran dos personas, un hombre y una mujer. No estaban nada mal aunque se veían un poco mayores.

-¿De dónde eres? –Me preguntaron.

-México, y ¿Ustedes?

-Colombia. –Dijeron. -¿Qué edad tienes?

-18… -Mentí. –Y ¿Ustedes?

-45 yo y mi mujer 40. –Estaban muy bien conservados. –Estás en una edad muy rica. ¿Podemos verte completa? –Asentí y me puse de pie. Di un par de vueltas y luego me senté. –Estás divina.

-Gracias.

-¿Podemos ver que hay debajo? –Preguntaron.

-Quiero verlos a ustedes primero. –Les dije.

Para mi sorpresa la mujer estaba desnuda de abajo, tenía una panochita rasurada, totalmente. El hombre, igual, su verga era grande, estaba erecta y no tenía ni un pelo encima. La mujer guio su mano a la verga del hombre y empezó a masturbarlo lentamente. Sentí como me mojaba.

Al cabo de un 1 minuto, se volvieron a sentar. Yo me había empezado a tocar por encima de mi pantalón.

-Ahora queremos verte. –Me dijeron. Me quité mi blusa y quedé en brassier. Vi como vieron mis tetas sin quitar la vista. Empecé a jugar con ellas. -¡Wow! Son preciosas.

-Y eso que no las han visto mejor. –Le dije y me quité el brassier. Cayeron un poco mis tetas. Las vi, mojé mis dedos con saliva y empecé a tocar mis pezones.

-Son preciosas. Aun no se cuelgan y son enormes. –Yo leía. Me levanté y me quité el pantalón y la tanga que traía y quedé totalmente desnuda. Di un par de vueltas frente a la cámara para luego sentarme. –Tienes algo hermoso entre tus piernas, rasuradito se miraría mejor.

-A mis hombres les gusta así. –Les dije. –Por eso no me rasuro.

-¿Tienes novio? –Preguntaron.

-Sí, pero tal parece que él no tiene novia.

-Aquí estamos solo nosotros 3. –Me dijeron y me quedé un rato pensando. Esto de tener ciber sexo con alguien era muy placentero, tenerlo con una pareja, era mucho mejor, pero tenerlo con tu pareja y otra pareja era una fantasía que quería cumplir. Lástima que ni Rafa ni Victor estuvieran disponibles. Vi el chat del gordo y estaba brillando, me había mandado mensaje.

-Oigan, invitaré a alguien para que me vean en acción y yo también pueda verlos en acción. ¿Les parece? –Les pregunté.

-Sí, nos parece muy bien. –Dijeron.

-Espérenme. –Abrí el chat del gordo.

-Entonces, ¿Cuándo? –Me había preguntado.

-¿Puedes ahorita?

-¿Ahorita? Vives un poco lejos y ya está oscuro. –Me dijo. Apagué la cámara de la otra conversación y se la puse al gordo. La aceptó.

-Así te estoy esperando, desnuda y caliente. Dispuesta a todo. –No respondió inmediatamente, sino que tardó.

-Llego enseguida. –Dijo y cerró el video.

Reí. Me acomodé el cabello y abrí la ventana de la pareja.

-Disculpen. Estaba poniéndome de acuerdo con una persona para que viniera y tenía que motivarlo.

-¿A tu novio? –Preguntaron.

-Claro que no, a alguien más.

-¿Tienes amantes?

-Tengo muchos amantes, no soy fácil de llenar. –Y no dijeron nada. -¿Qué les parece si iniciamos? –Les dije. Encendí la cámara y aceptaron rápido. -¿Qué tal la mamas? –Le pregunté a la señora. No dijo nada y se agachó a mamar.

Empezó pasando la lengua de arriba abajo por todo el palo, luego se la metió toda a la boca y empezó un arriba abajo. Después se la sacó y empezó a masturbarlo mientras me miraba. Tenía una cara de excitación. Golpeó la cabecita de la verga con la lengua.

Me mojé, pasé un dedo por mi lengua y luego lo bajé a mi entrepierna, que empecé a tocar. Sobé la parte de arriba de mi rajita. No perdía detalle de la mamada. De nuevo se metió la verga a la boca pero ahora el hombre, con su mano en la cabeza de su mujer, llevó el ritmo. A los 5 minutos:

-¿Te gustaría mamar la verga de mi hombre? –Me preguntó la esposa.

-Claro que quisiera mamarla ahorita mismo, metérmela a la boca completa y que me dé su leche. –Metí un dedo en mi panocha y lo moví rápido hasta alcanzar el primer orgasmo. Gemí rico, despacio, fuerte.

La pareja festejó.

-Muy bien. –Y aplaudieron. Sonreí un poco apenada. Apenas me recuperé.

-¿Qué tal sabes montar? –Le pregunté.

-Mira y aprende. –Dijo la mujer. Se separaron un poco y el hombre se sentó en la silla. La mujer, dándome la espalda, se puso y se clavó en la verga de su hombre. Primero empezó a moverse despacio, sus caderas, atrás adelante. Luego empezó a brincar sobre la verga, rápido, y gimió como loca.

Yo estaba hipnotizada viendo. De pronto un sonido provocó que me despertara. Me sobresalté e instintivamente apagué el monitor de mi computadora. De nuevo se escuchó el sonido y lo reconocí, era la puerta de la casa la que tocaban. Pensé en mi amigo el gordo. A esa era sun duda sería él.

-Oigan. –Les hablé. El hombre asomó la cabeza a lado de la señora que seguía brincando. –Ya llegó mi amigo, ahora le toca verme en acción. –Les dije.

El hombre le hizo una señal a la mujer para que se detuviera. La mujer se bajó y de nuevo se acomodaron frente al monitor.

-De acuerdo. –Dijeron.

-Pero apagaré el monitor, él no sabrá que ustedes lo estarán viendo. Quizá no le guste que lo vean. –Les dije y la pareja asintió.

Acomodé la cámara para que se viera la silla completa.

Sin recordar que estaba desnuda, bajé corriendo a abrir la puerta. Apenas la abrí y el chavo gordo me comió con la mirada de pies a cabeza abriendo sus ojos lo más que pudo.

-E… e… estas… de… -No terminó la frase

-Sí, estoy desnuda y con ganas de mamarte la verga. –Le dije, lo jalé hacia dentro de la casa y cerré la puerta. Apenas me volteé, lo abracé y nos besamos. Lo empujé y sonreí. –Alcánzame. –Y salí corriendo rumbo al cuarto subiendo la escaleras. Entré al cuarto y me puse frente a la silla. Entró el chavo gordo agitado. –Siéntate. –Le dije señalando la silla.

Lo hizo. Me le acerqué y pude notar muchos nervios que tenía el chavo.

-Espera, ¿Qué…que…? –Dijo.

-Tu guarda silencio y has lo que yo te diga. –Puse mis tetas frente a su rostro, agarré sus manos y se las puse en mis tetas. El chavo gordo entendió y empezó a mamarlas y masajearlas. Bajé mi mano directo a su paquete que ya se le notaba. Sentí algo chico.

-Espera, harás que me venga. –Me dijo.

-¿Tan rápido? –Le dije sorprendida.

-Sí, lo que pasa es que mi primera vez y nadie me la había tocado y no creo aguantar.

Me puse de rodillas frente a su bulto y empecé a quitarle su pantalón y ropa interior. Saltó una verga de algunos 13 cm ya erecta y tenía forma de plátano. Sin dudarlo, abrí mi boca y me la metí a la boca. Rápido, pasé un par de lengüetazos y luego me la saqué rápido.

-¿Qué tal se sintió? –Le pregunté.

-Riquísimo, como lo imaginé. –Me dijo.

-Con la práctica, las mamadas que recibirás serán mejores. –Le dije levantándome. Caminé hasta mi buró y saqué un par de condones de varios tamaños, se los aventé. –Usa el que mejor te quedé. –Le dije. Me acosté en la cama abriendo mis piernas. –Aquí te espero.

Vi como el chavo me miraba con una cara de tonto mi panocha. Rápido se levantó y se puso un condón. Se quitó el pantalón y caminó hasta que se puso encima de mí. Agarré su verga con mis manos y la puse en la entrada de mi panocha. Al instante, sentí como entró. El chavo se puso duro y empezó a moverse despacio mientras gemía.

-No dejes de moverte. –Le dije.

El chavo, batallando un poco y de manera torpe, se movió encima de mí. No dejaba de gemir. A los 30 segundos se dejó caer encima de mí y luego se salió para acortarse a un lado. Me levanté y vi su condón lleno de leche.

-No fue como lo imaginé pero fue muy rico. –Dijo.

-Te lo imaginaste como en el porno, ¿Me equivoco? –Le dije.

-No te equivocas. Así me lo imaginaba, poniéndote en todas las posiciones posibles.

-Con la práctica lo podrás conseguir. –Le dije. –Espero que no olvides esta experiencia.

-Nunca lo olvidaré. –Me dijo levantándose de un brinco. –Me tengo que ir, salí a la tienda, debo regresar rápido.

Se puso rápido el pantalón y salió corriendo del cuarto. Lo vi salir y cerrar la puerta. Otro hombre que me dejaba en la cama desnuda y sola. Ya se había hecho esto costumbre.

Reaccioné y recordé la cámara. De un brinco corrí a la computadora y encendí el monitor. Se miraba a la mujer abriendo su boca y lista para recibir la leche de aquella verga que tenía apuntando a su boca. A los 10 segundos salió el primer chorro, luego el segundo, hasta que sacó la última gota que la mujer tragó con gusto. Volteó al monitor y me vio sonriendo. Se limpió los rastros que le había caído en la cara y luego se levantó. El hombre desapareció de la cámara.

-Oye, no duró ni 10 segundos. –Me dijo.

-Era la primera vez del chavo. –Le dije.

-¿Él te buscó o tú lo buscaste? –Y le platiqué la historia del chantaje. –Entonces, ¿Ahorita lo haces por gusto?

-Sí, quiero prepararlos para que sean buenos amantes. Me faltan dos más. –Y pensé en algo. -¿Les gustaría verlos cogiendo conmigo?

-Nosotros encantados. –Me dijo la señora.

-Mañana los espero a las 3pm. –Dije.

Platicamos un rato hasta que me dormí.

EL CHAVO FLACO

Llevaba cerca de 10 minutos mamando aquella verga de 15 cm con erección. Me la saqué y empecé a masturbar al chavo flaco.

-Entonces tú no eres tan serio. –Le dije.

-Pues ya me conoces. –Me dijo. Agarró mi cabeza y me guio hasta su verga, la cual de nuevo mamé.

Me había platicado que él, junto con sus primos contrataba prostitutas desde hace años para cogérselas.

Tenía experiencia.

Me puse en 4 en la orilla de la cama y el chavo me la metió y me dio durante algunos 10 minutos en esa posición. Con fuerza me volteó y me puso boca arriba para después abrir mis piernas y metérmela. Fueron otros 10 minutos hasta que me hizo hincar, se quitó el condón y me tragué su leche.

Me había dado una excelente cogida.

-Me gustaría que nuestra relación se hiciera más unida. Quiero mostrarte algunas cosas que sé hacer. –Le dije antes de que se fuera. Y era verdad. En él había descubierto un buen amante y quería seguir viéndolo.

EL CHAVO CON ESPINILLAS

Tragué la leche que había soltado a los 10 segundos que empecé a mamársela.

-No te vayas a ir. –Le dije en tono de súplica. Aquel chavo tenía una verga de 25 cm y muy gorda. Necesitaba sentirla dentro. –Quiero que me la metas por el culo. –Y de nuevo me agaché a mamársela hasta que de nuevo tomó forma. Me empiné en la cama. –Métemela por el culo pero hazlo con cuidado, lo tuyo es grande. –Le dije.

Sentí una de sus manos abriendo mis nalgas y luego la cabeza de aquella verga tocando mi culo y aplicando fuerza. Entró la cabeza y sentí un dolor enorme.

-¿Te lastimé? –Me preguntó con duda.

-Poco, tú sigue. Así lo estás haciendo bien. –De nuevo empujó y solté un grito de dolor. Sentí que entró la mitad pero empujaba y ya no entraba. –Hasta ahí, detente. No la saques ni te muevas hasta que te diga. –Mi culo se empezó a acostumbrar al dolor y al tamaño. –Muévete despacio.

Lo hizo, y en cada movimiento me propinaba un dolor inmenso. Sentí como su verga empezó a mojarme y resbalaba dentro de mi culo y despacio el dolor se convirtió en placer.

Se inclinó a agarrar mis tetas mientras se movía. Lo hacía muy torpe pero sentir una verga de ese tamaño dentro mí, era lo máximo.

De pronto se detuvo y en mi oído empezó a gemir, mientras sentía como su verga se hinchaba y me llenaba el culo de leche. Se quedó un rato sin mover, dentro de mí. Despacio, su verga se empezó a poner flácida y lo sentí. Me moví para que se saliera y por mi panocha escurrió la leche que había llenado mi culo.

Me tiré en la cama con un dolor enorme en mi culo y muy agitada. No podía moverme sin sentir dolor.

El chavo se acostó a mi lado también agitado.

-Muy buena herramienta la que tienes. –Le dije mientras estiraba mi mano para agarrarla. –Te daré un entrenamiento especial para que la sepas usar y llenes a muchas mujeres. –Me vio con los ojos muy abiertos. Me acerqué y nos besamos.

Puso sus manos en mis tetas y las masajeó. Bajé una de mis manos a su verga y lo empecé a masturbar.

El beso continuó por 5 minutos, luego bajó su mano a mi panocha y empezó a masturbarme. Me mojé rápidamente y me calenté. Mi panocha me pedía a gritos que me metiera aquella verga que estaba masturbando. Pero seguía flácida.

Dejé de besarlo y nuevamente me agaché a mamársela. Abrí mi boca lo más que pude. En mi boca no cabía ni siquiera la mitad y recordé a mi hermana Olga, ella si podía comerse una verga de tal tamaño. Sentí envidia. Igual, eso no me detuvo para darle una excelente mamada. A los 10 minutos, su verga empezó a tomar tamaño.

Me acosté boca arriba y abrí mis piernas y estiré mis brazos.

-Ven, cógeme. –Le dije y el chavo asintió.

Se puso encima de mí, agarré su verga para guiarla a mi panocha y de un empujón me la metió toda. Mi saliva en su verga y con lo mojada que andaba, no batalló nada en entrar.

Solté un gemido, arqueé mi espalda y disfruté del orgasmo que me llegó nada más al entrar su verga.

Empezó a moverse algo tonto y besó mi cuello y barbilla. Mi cuerpo estaba flojito, estaba satisfecha. Rodeé su cuello con mis brazos y puse mis piernas alrededor de su cuerpo y me puse a esperar a que terminara.

No tardó ni un minuto cuando su verga explotó dentro de mi panocha. Su leche saltó fuera y escurrió por mis piernas.

Se quedó un rato encima de mí. Pasé mis manos alrededor de su cabello, acariciándolo.

-Mis bebés. –Dije al aire, mientras pensaba en los 4 chavos que acaba de complacer. Le di un beso en la mejilla. Me sentía feliz de tener a 4 chavos inexpertos y enseñarles lo mejor del sexo. –Ustedes conmigo, aprenderán mucho sobre el sexo.

El chavo se levantó y se acomodó a lado de mí y a los 5 minutos escuché como empezó a roncar. Se había dormido. Me dio mucha ternura. Me levanté a mi buró y esnifé cocaína. Luego caminé a mi computadora y encendí el monitor. Vi a la pareja teniendo sexo, el hombre le daba de perrito a la mujer y casi a los 20 minutos sacó su verga para llenarle la espalda de leche.

Terminaron agotados. La mujer se acostó en la cama y el hombre caminó hasta el monitor.

-Que rica exhibición nos acabas de dar. –Me dijo. –No esperábamos encontrar a una mujer que disfrutara así del sexo. Nos has dejado sorprendido y nos has hecho ver que nosotros estamos muy lejos de lo que queremos.

-Gracias. –Le dije. Me sentí orgullosa por su comentario. –Mi plan en los próximos días será ir a verlos. Ustedes con esto, me han provocado una excitación que no había sentido y necesito probar lo que siento con ustedes.

-¿Tienes recursos para venir? –Me preguntó.

-Tengo todo para ir, solo termino de atender a estos chavos. –Le dije.

-Nos complace escuchar eso. –Dijo la mujer que se había acercado al monitor. –He compartido poco a mi esposo y ninguna mujer se me hace tanta mujer para estar con él. Pero ahora estoy segura que quiero que tú te cojas a mi hombre y lo complazcas en todo. –Me dijo. –Que hagas que te recuerde toda la vida.

-Así será. –Dije y volteé a ver al chavo de las espinillas. –Podría invitar a mi novio para que se coja a tu mujer. –Le dije al hombre.

-Tráelo. Mi mujer nunca ha estado con ningún otro hombre y contigo sentimos una conexión total, que mejor que tú hombre sea el primero de mi mujer. –Se escuchaba una felicidad total en su voz.

-Por lo pronto me gustaría que ustedes me vieran coger con estos muchachos al mismo tiempo. –Le dije.

-¿Qué? –Dije al unísono.

-Sí, ya tenía planeado hacerlo el día de mi cumpleaños, que es la semana próxima. Pero para ponerle más excitación al asunto, quiero público y que mejor que ustedes viéndome mientras me los cojo. –Y empezamos a hablar sobre el asunto.

Dieron cerca de las 7pm y el chavo seguía dormido. La pareja se fue a esa hora. Me levanté y esnifé más cocaína. Me acerqué a su verga y empecé a mamársela. El chavo empezó a moverse. Su verga comenzó a tomar tamaño.

Me levanté y me puse encima de él. Despacio empecé a clavarme hasta meterme la mitad. El chavo medio abrió los ojos y soltó un gemido. Me incliné y puse mis tetas en su rostro, las sintió y rápido abrió la boca para comerse un pezón.

Me disponía a mover mis caderas cuando mi celular sonó. Me levanté, me clavé toda y solté un gemido. Tardé en recuperarme.

-Espera, no te muevas. –Le dije. El chavo asintió mientras se tallaba los ojos.

Vi un número que no conocía. Contesté.

-Hola. –Dije.

-July, que bueno que respondiste. –Escuché a Karla, estaba llorando.

-¿Qué pasa? –Le pregunté asustada y me levanté. Fui corriendo a buscar un pantalón y una blusa.

-Tengo muchos problemas y necesito verte para que me ayudes. –Me dijo.

-¿Dónde te veo? –Le pregunté. Me apuré en ponerme la ropa y unos tennis.

-En tu casa, pero en la otra, que es la de tú tía. Llego en un rato. –Me dijo. –Llega rápido. –Se escuchaba muy mal.

-¿Qué pasa? –Me asustó mucho.

-Te espero… -Y colgó.

Sin pensarlo y sin ver el chavo, salí del cuarto, de la casa y subí a la camioneta. Arranqué y en 10 minutos estaba llegando a la casa de mi tía. Bajé corriendo y entré. Vi a Karla sentada en el sillón de la sala y a lado a mi hermana Olga. Corrí me senté a su lado, la abracé.

-Ven. –La levanté y la llevé al cuarto de mi tía. Me encerré con ella. –Tranquila. –Le dije mientras nos sentábamos, la acaricia y ella se acomodaba en mi pecho. –Cuéntame, ¿Qué pasa?

-Tengo un problema enorme.

-Dime, ¿Qué pasa? Ahorita no hay problema que no podamos resolver. Incluso si yo no puedo, Edith nos podría ayudar. –Le dije.

-Edith también es parte de mi problema. –Me dijo y mi corazón latió muy deprisa. Si Edith era parte del problema, entonces sería difícil resolverlo. –He estado viendo a uno de los jefes de otro lugar, me llevó de viaje a donde él vive y allá estuve un tiempo…

-Por eso faltaste a la escuela… -Dije.

-Sí, prácticamente ya había empezado una vida con él. –Y soltó el llanto. –Pero cometí un error.

-¿Qué pasó?

-Pues una nada más se junta con esas personas por el dinero y el poder. En sí la persona ni es guapo ni tiene buenos sentimientos, incluso no es tan bueno para coger…

-Te metiste con otro… -Me detuve y pensé. –Tenías un amante y él se enteró, ¿Me equivoco?

-Sí, lo conocí, muy guapo, me trataba muy bien y todo. Me enamoré de él. Tuvimos sexo y todo bien, hasta que se enteró. –Me dijo y no dejaba de llorar. –Me amenazó con matarlo y a mí me golpeó. –Se quitó la ropa y quedó en ropa interior. Me enseñó los golpes en su espalda, en sus caderas, en sus piernas. Traía golpes muy fuertes. –Un día el muchacho me ayudó a escapar pero creo que a él lo agarraron y… y… y…

Silencio. Parece que no pero todo se había complicado y grave.

-No te puedes quedar aquí en la ciudad, es en el primer lugar que vendría a buscarte. –Le dije.

-Lo sé.

-Y Edith no nos podrá ayudar, primero me regañaría a mí sí sabe que te ayudo y segundo, la otra persona es un cliente y fuerte, no puede darte preferencia.

-Eso también lo sé. –De nuevo silencio y mi cabeza empezó a trabajar en una solución. Hasta que llegó.

-Te voy a ayudar, sacaré dinero del banco y te vas a vivir hasta el otro lado del país.

-Pero… -Dudó. Luego habló. –Yo no sé hacer nada. Solo prostituirme.

-No te preocupes, tengo mucho dinero y mientras tenga, te ayudaré para que estudies y luego trabajes. –Me dio un beso en la boca y luego me abrazó.

-Muchas gracias, July. Eres una gran amiga. –Me dijo.

-Vámonos a la otra casa y allá te quedarás. Mañana saco el dinero y te vas mañana mismo.

Salimos del cuarto y de la casa. Subimos a la camioneta y arrancamos a la otra casa. Nos dormimos en el mismo cuarto. Estaba temblando de miedo y no quería estar sola.

Al siguiente día, lo primero que hice fue ir al banco. Durante el camino al banco recibí una llamada de mi mamá.

-July, necesito que vengas de inmediato. Tenemos un problema familiar.

-¿Qué pasó? Mamá. –Pregunté asustada. “Más problemas”, pensé. –Estoy ocupada, no puedo irme ya.

-Te lo estoy ordenando. –Levantó la voz.

-Me asustas. ¿Qué pasa?

-Tú prima de 15 años está desaparecida.

-¿QUE? –Grité.

-Sí, tú hablaste con ella cuando estuvo aquí y necesitamos que vengas. –Y olvidándome del banco y Karla, arranqué en la camioneta rumbo a la casa de mis papás.

Llegué en 20 minutos. Bajé y entré a la casa. Mis papás estaban sentados en el comedor. Mi papá hablaba por teléfono, al parecer con mis tíos. Llegué y me senté a lado de mi mamá.

-Siéntate. –Me dijo y temblando lo hice. –Guarda silencio.

Mi papá colgó.

-July. –Me habló y me llegaron unos nervios enormes. -¿Qué te dijo tu prima cuando estuvieron aquí? Ella se identificó mucho contigo.

-Pues… pues… -Tartamudeé un poco. –Nada… papi… solo me preguntaba sobre mi vida, mi novio, mis estudios. Esas cosas. ¿Qué pasó? ¿Cómo está ella? –Pensé en nuestro negocio y que al exponerla de tal manera le pudo haber pasado algo malo.

-En la escuela, algunas de sus compañeras dijeron que ese día no fueron a la escuela ella y algunas amigas. –Se hizo el silencio y como que batalló en decir las siguientes palabras. –Las niñas comentaron que ella y sus amigas hablaban mucho de sexo, que las escucharon decir que se saldrían de clases unos días para irse con hombres. Incluso las llegaron a ver con mucho dinero. –Se le llenaron los ojos de lágrimas a mi papá. – ¿Sabes algo al respecto? –Me preguntó.

Pensé en millones de cosas. Todo esto estaba pasando por mi culpa y me solté a llorar. Quise hablar pero no pude, no podía confesarles la verdad.

-No papá. No me comentó nada de eso ni de nada. –Dije llorando. –Cuando vino se miraba una niña muy buena.

-Si, por eso no nos explicamos que está pasando. –Dijo mi papá. –La policía ya se anda moviendo. Nos queda esperar.

No aguanté y corrí al baño. Me encerré y esnifé cocaína. Me quedé un rato ahí. Se escuchaban las voces de mis papás. Cuando ya me estaba haciendo efecto la droga, salí.

-No aguanto, me iré a la escuela, necesito distraerme. –Les dije.

-Oye, a todo esto, ¿En qué viniste? –Me preguntó mi mamá asomando la cabeza fuera y viendo la camioneta. -¿De quién es?

-Que te interesa. –Le respondí de manera grosera.

Subí a mi camioneta y salí rumbo a la ciudad. Estaba muy alterada y aceleré la camioneta sin pensar en nada más. Afortunadamente el camino estaba despejado. Llegué a la ciudad y me dirigí a mi casa.

Entré y caminé al cuarto donde estaba Karla. Me vio y en su rostro se dibujó una sonrisa. Yo no traía la mejor de las actitudes. Se puso seria.

-¿Qué pasa? –Me preguntó.

-Necesito que te vayas. –Le dije dándole la tarjeta.

-Oye… -Me quiso gritar y volteé a verla enojada. Mi mirada al parecer la intimidó porque ya no me dijo nada. Agarró la tarjeta. –Gracias. –Y salió del cuarto.

Agarré mi teléfono y marqué el número de mi prima. Timbró pero no respondió. “Contesta”, pensé.

Marqué una, y otra y otra y otra vez todo el día y nada. No salí para nada de mi cuarto, la cocaína fue lo único que me acompañó en ese momento. Llegó la noche y entró una llamada de un número desconocido.

-Prima. –Dije.

-No.

-Eres tú. –Dije y mi corazón se llenó de rabia y de ira.

-Necesito dinero y tú necesitas que no publique tus fotos.

Estaba enojada y no pensaba con claridad.

-Te mataré.

-Sí, pero antes publicaré tus fotos y se las mostraré a tus papás.

-¿Por qué me haces esto? –Dije y lloré.

-Porque quiero y porque puedo.

-Te odio maldito.

-Te espero, pero ya no en el hotel, te veo en las parcelas. En tal brecha, te espero en media hora y quiero el doble. –Y colgó.

Nuevamente tiré mi teléfono a la pared y se quebró. Pataleé en la cama, lloré y grité. Estaba cansada, harta de todo lo que pasaba.

Esnifé cocaína y agarré las llaves de la camioneta. Salí rumbo a la casa del velador de la casa.

-OIGA. –Le grité. Tardó un rato en salir pero salió. –Necesito un favor.

-Dígame.

-Háblele a dos… de esos matones que usted puede conseguir. Los necesito. –Le dije enojada.

-Señorita, espere. Así no funcionan las cosas. –Me dijo en tono tranquilo.

-Esos están a mi disposición y ahorita los necesito.

-Debo insistir en que no puedo hacer eso.

-¿Cómo qué no? ¿Acaso no recuerda porque estoy aquí? –Le pregunté.

-Claro que lo sé…

-¿ENTONCES? –Le grité. –CON ESTO QUE HARÉ, LE DEMOSTRARÉ A EDITH QUE ESTOY LISTA PARA ESTE TRABAJO. –Enojada lo empujé con todas mis fuerzas. El señor cayó de espaldas y me vio sin mostrar sentimiento alguno. Yo seguía muy alterada.

Se puso de pie muy tranquilo.

-Yo la acompaño señorita, solo cierro la casa. –Me dijo. Lo vi y luego salí corriendo a mi casa, entré, agarré las llaves de la camioneta y luego me subí a la camioneta que encendí rápido.

A los 2 minutos llegó el señor y se subió. Sin decirle ninguna palabra, arranqué la camioneta y salí rumbo a las parcelas.

-¿A dónde vamos? –Me preguntó. No le respondí. Agarré la brecha. Avancé un poco hasta que vi un auto parado con las luces apagadas. -¿Quién es?

-Ese pendejo, es un tipo que me está sacando dinero. –Le dije. Me metí cocaína.

-¿Cómo?

-Tiene unas fotos mías donde estoy teniendo sexo con un compañero de la escuela y me dice que se las va a mostrar a mis papás si no le doy dinero cada que me pida.

-Y ¿Cómo llegaron esas fotos a sus manos? –Me preguntó.

-No lo sé y ahorita ya no quiero averiguarlo, solo deseo ponerle fin a esto. –Le dije y me enojé mucho más. –Tengo demasiados problemas en mi cabeza y no puedo acabar hacer que se terminen. ¿Trajo un arma? –Le pregunté estirándole la mano.

-Esa no es la solución. –Dijo el señor.

-Le aseguro que metiéndole una bala, dejará de chantajearme.

-Pero usted no debería hacerlo. –Me dijo. –Le hablaré a unas personas para que hagan este trabajo.

-Sí, y esta persona nos va a esperar hasta que lleguen. –Le dije en tono de sarcasmo.

-Eso depende de usted. –Y diciendo estas palabras, me desarmó. Lo miré en silencio y entendí rápido lo que quería decir.

Haría lo que mejor sabía hacer para entretener a esta persona mientras llegaban las personas.

Bajé sin decir nada y caminé hasta el auto de aquel hombre. Me subí a lado del copiloto y con una sonrisa:

-Hola, papi. –Le dije mientras me acomodaba en el asiento.

-Y ¿El dinero? –Me dijo con tono algo fuerte.

-Tranquilo, no te desesperes. Estamos tú y yo solos, entre las parcelas, tenemos toda la noche. –Le dije. Doblé mis rodillas y las puse sobre el asiento. Pasé una de mis manos por su pecho y lo acaricié. –Vamos a disfrutar un rato, ¿Quieres? –Y le planté un beso en la boca, que me respondió. Nos besamos. Me tomó de la cintura.

Dejé de besarlo en la boca para pasar a su cuello.

-Que buena puta me conseguí, me pagas por cogerte. –Me dijo.

-Y yo disfruto por eso. –Me levanté y me quité mi blusa, quedaron mis pechos solo con el brassier. Jalé la cabeza del hombre hacía mis pechos que se los empezó a comer.

Me estaba gustando este juego, entretener al hombre con sexo mientras llegaba el momento. Me excité.

-Sácate la verga, papi, quiero mamártela. –Le dije. El tipo se empezó a bajar el pantalón. Me bajé del auto y me quité la ropa, para solo quedar en ropa interior.

Subí al auto, puse mis rodillas en el asiento, apunté mis nalgas a la ventana y me incliné sobre el hombre para después comerme aquella verga que ya tenía una erección. Empecé con un arriba abajo, luego golpeé su cabeza con mi lengua. Perdí la noción del tiempo hasta que:

-Espera, ¿Quiénes son ellos? –Me dijo muy asustado mientras, con mucha fuerza, me levantaba. Vi a lado de mi camioneta, otras dos camionetas paradas. Me limpié mi boca de la saliva que había tirado para llenarle su verga y sonreí.

No se alcanzaba a ver nada por las luces que las camionetas que nos apuntaban. De pronto vi a dos tipos a lado del auto apuntando con sus armas. Me asusté mucho. Abrieron la puerta del conductor y de un estirón en el brazo bajaron al hombre que vi que cayó de espaldas al suelo.

Abrieron mi puerta.

-Baje despacio, señorita. –Me dijo aquel hombre mientras me ofrecía su mano para bajar.

De pronto me perdí totalmente.

Todo mundo gritaba. Vi que varias personas se pusieron alrededor del hombre que habían puesto de rodillas. El señor, el velador, me hablaba pero yo no escuchaba, no entendía que decían.

Caminé directo al hombre hincado, que me hablaba con lágrimas en los ojos. Noté que tenía sangre en la nariz y en una ceja. Me suplicaba algo. Yo solo sentía odio hacia esa persona.

De pronto un hombre lo agarró de la cabeza y lo tiró y luego le dio una patada en la espalda. Se escuchó un grito aterrador.

Volteé a ver a las personas, algunos sonreían viendo al hombre gritar de dolor. Otros me miraban con una sonrisa de complicidad. Yo no entendía que estaba pasando. Me sentía muy débil y mi cabeza empezó a dolerme.

Vi al hombre tirado, gritando, con dolor en sus ojos. Y como si alguien moviera mi cuerpo, le di una patada con todas mis fuerzas en su estómago. No hizo ningún movimiento el hombre, pensé en que el golpe debió ser muy débil. Me llegó más coraje y le solté un par de patadas más hasta cansarme.

Escuchaba gritos de felicidad y aplausos festejando mi actitud. Volteé a ver a cada una de las personas que estaban a mí alrededor y todas me miraban sonrientes, aprobando mi actitud. Les sonreí nerviosamente.

Alguien se acercó a decirme algo, que no entendí pero sentí un enorme susto. Asentí. Mi sonrisa desapareció y sentí unos nervios terribles.

Agarraron mi mano, en ese instante me sobresalté, me dijeron algo con una sonrisa. Me pusieron un arma en las manos.

-Hágalo. –Escuché. Vi el arma y al hombre que de nuevo lo habían puesto de rodillas.

Mi cuerpo me pesó mucho, era demasiada la presión…

Me vi encima de la camioneta, boca arriba, con mis piernas alrededor de alguien y mis manos alrededor de su cuello.

-Dame más cabron. –Le dije a esa persona, que seguía empujando su verga dentro de mi panocha con muy poca fuerza. –No sé cómo le hacía para cogerse a Edith con tan poca fuerza.

-Los años no pasan en vano, señorita. –Me dijo.

Andaba manejando la camioneta y pasé por la plaza donde vi a muchas personas. Vi a un par de amigas y una de ellas me gustó. Le toqué el claxon, con duda se acercó.

-Hola, hermosa. –Le dije.

-Hola… -Me dijo viéndome con un poco de miedo.

-No tengas miedo, no te haré nada que no quieras. –Saqué dinero de mi bolsa, no supe de donde había salido y lo mostré. –Son $10mil pesos, te los daré a cambio de sexo.

-¿A mí? Estás loca. –Me dijo y salió corriendo. Sonreí.

Estaba en mi cama besando aquella niña que me había rechazado. Ya la tenía desnuda y me comía sus tetas chiquitas.

-Tú enséñame a hacerlo. Nunca lo había hecho. –Me dijo. Me levanté a besarla y luego me bajé a comerme su panocha.

Abrí los ojos. El sol entraba por la ventana y pegaba en mi rostro. Me moví y sentí algo a lado de mí. Estaba dormida la niña, desnuda completamente. Tenía una pequeña mata de bello en su entrepierna.

Y de pronto recordé todo lo que había pasado en la parcela. Caminé por todo el cuarto, de un lado para otro, lamentándome de lo que hice.

-¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? –Me repetía mientas me agarraba la cabeza.

Me puse ropa y salí del cuarto. Caminé rumbo a donde estaba el señor. Me vio. Lo vi. Corrí y lo abracé. Me solté a llorar.

-Tranquila. –Me dijo mientras acariciaba mi cabeza. Yo solté el llanto y el grito. Me desplomé en el piso.

-Dígame, enséñeme. ¿Cómo le hace para no sentir esto que siento? –Le pregunté. No dijo nada, me levantó y me llevó a su casita.

Me sentó en su mesa, luego encendió su estufa y puso a calentar agua. Sacó un vaso y una botella de whisky.

-Con esto. –Me dijo mientras servía y me daba el vaso. Lo vi y luego de un trago, bebí todo el contenido.

-Esto no ayudará. –Le dije mientras tocía. –Solo me lo quitará un momento y luego me acordaré de nuevo y me sentiré mal.

-Tome otro. –Me dijo y lo hice. Cuando menos acordé ya llevaba 5 vasos y me sentí algo mareada. Y los pensamientos empezaron a desaparecer.

Me contaba un par de chistes, anécdotas y yo sonreía feliz.

-Oiga, tengo a una niña en mi cuarto. ¿Puede mandar a alguien a que se la lleve? –Le dije interrumpiendo su anécdota sobre su paso por USA y que inventó unas palabras en inglés. –Le dije que le iba a dar dinero, pregunte si se lo di y sino, páguele. –Y asintió.

Por un momento me dejó sola y me quedé viendo al vacío. A los 10 minutos regresó.

-¿En qué me quedé? –Me preguntó. –A sí, entonces…

No salí de esa casita en toda la mañana. Ahí comí, y ahí descansé un rato. Para eso de las 3pm me levanté y me fui a dar un baño. Me acosté en la cama desnuda. Para las 5pm, me levanté y me vestí. Iba a ir a ver a mis papás. Quería refugiarme un rato con mi familia.

En cuanto abrí la puerta vi a Edith frente a mí. Al instante noté en su mirada mucha irá.

-Estás bien pendeja. –Me dijo y me dio un puñetazo en el rostro. Me hizo retroceder. Sentí un dolor enorme en mi nariz y me hizo lagrimear.

-¿Qué pas…? –No me dejó terminar y me empujó, caía sobre una mesa, que con la fuerza del empujón, provocó que la tirara. Caía a lado de las cosas que se habían caído de la mesa.

Me agarró del cabello y me azotó dos veces contra el suelo y sin dejarme respirar, me dio un par de cachetadas.

El dolor que sentía fue enorme. Nuevamente agarró mi cabello y me levantó.

-¿Qué tienes en esa cabeza que no piensas? –Me dijo viéndome fijamente a los ojos. Por inercia, levanté mi mano y le solté una cachetada que hizo que volteara su rostro. No se lo esperaba.

-Perdón. –Le dije como pude. Sonrió y sentí dos puñetazos en el rostro, directamente en el ojo-ceja. Y de una patada en mis piernas, me tiró al suelo.

No tenía fuerzas para levantarme. Puse mis manos en mi rostro, en donde sentía dolor. Abrí mis ojos y vi a Edith apuntando un arma hacía mí. Levanté mis manos.

-Nada me impide ahorita mismo apretar el gatillo, y desaparecerte. Nadie se enterará de esto. –Me dijo. Mi corazón latió de prisa.

-Te explico Edith. –Le dije.

-HAZLO. –Me gritó. Su grito fue tan fuerte que sin duda lo escucharon en toda la ciudad.

-Este tipo tenía fotos mías teniendo sexo y me estaba chantajeando…

-¿De qué chingados estás hablando? –Me preguntó interrumpiendo.

-De lo que hice anoche. –Le dije.

-No me interesa eso en lo más mínimo. –Me dijo.

-¿Entonces? –Le pregunté levantándome con mucho dolor.

-Ven. –Y me jaló del brazo. Me llevó hasta su camioneta. Abrió la puerta y vi a Karla, golpeada y amarrada con dos hombres a su lado. –Hablo de esto. –Y apretó su arma contra mi cabeza.

Mi corazón dio un vuelco. Se me quería salir del cuerpo.

-¿Ka… Ka… Karla? –Pregunté con duda. Edith me empujó, rápido regresé a verla.

-¿Sabías tú que la andan buscando? –No respondí. –Uno de mis clientes, ella lo traicionó. Y me habló esa persona y me dijo que la buscara en mi ciudad. Y me llevé con esta sorpresa.

Mi cabeza, con dolor, se puso a trabajar rápido.

-Sí, ella vino a buscarme y a pedir ayuda. Pero Edith, no la ayudé.

Cerró la puerta de la camioneta.

-Al inicio le creí a esta puta. Me dijo que no la habías ayudado. Pero con un poco de tortura y sobre todo con esto, aclaré mis dudas. –Y me mostró la tarjeta que le había dado a Karla.

-Edith, yo… -Sentí como golpeó mi rostro con el arma. Caí al suelo. –Por favor Edith.

-No puedes ayudar a las putas. Las putas son putas y listo. Ellas están para complacer a los clientes y si ellas deciden irse, y la cagan, como ella, es su pedo. No puedes poner a una puta encima de ti y menos encima de mí. –Me dijo y nuevamente apuntó su arma a mí.

Lloré. Sentía que de un momento a otro, una bala saldría del arma y atravesaría mi cuerpo. Cerré mis ojos y pensé en toda mi vida y mi familia.

-Te… te… prometo… que… sí… vuelvo a cagarla, recibiré cualquier castigo que me impongas con gusto. –Le dije. –Pero estoy aprendiendo y con esto aprendí la lección.

La vi y me vio. Levantó su arma.

-Toma. –Sacó un teléfono celular de la bolsa, me lo aventó. –Háblale a la persona. Se llama tal y vive en tal ciudad. Dile que ya encontraste a la muchacha y que unas personas la llevarán, para que esté listo.

Agarré el teléfono temblando. Edith nuevamente me agarró del cabello y me llevó hasta la camioneta. La abrió y me hizo llamar en ese mismo lugar.

Marqué el número.

-Hola. –Me respondieron. No contesté. -¿HOLA? ¿EDITH?

-Ho…hola… no…no…no… soy Edith, soy… Julia, la que… a… a… ayuda a… a… a… Edith con el negocio. –Le dije con la voz más temblorosa que podía tener.

-Hola Julia, ¿Cómo estás? Dime, ¿Alguna novedad?

-Este… sí. Encontramos a la puta. –Le dije con un dolor en el corazón más grande que el físico que sentía por tanto golpe.

-Me alegra escuchar eso. Iré por ella. –Dijo.

-No te preocupes, mandaré a un par de personas que te la lleven. –Le dije.

-La espero entonces. Muchas gracias, Julia. –Colgué sin decir nada más.

Salí corriendo a mi casa, cerré la puerta y me encerré en mi cuarto.

Mi vida se estaba volviendo un caos.

EL DÍA DE MI CUMPLEAÑOS

Los sucesos en días anteriores me habían golpeado mucho en lo anímico, estuve encerrada todos los días, todo el día. Edith y el señor velador, se habían esforzado para ayudarme a no caer, y fueron de mucha ayuda, me animaron un poco e hicieron que olvidara lo malo que había pasado o que había hecho.

Llegó el día de mi cumpleaños y decidí que a partir de ese día, sería una nueva persona. Cumpliría mis 18 años y sería mayor de edad y por fin empezaría a meter mis manos con más confianza en los negocios.

Ese día tenía planeado tener sexo sin control con Rafa, Victor y sin duda, mi mayor regalo, con los 4 muchachos nerds.

Rafa me había confirmado desde temprano y para las 10am, lo tenía en mi cama cogiéndome. Me dio un collar precioso de regalo y unas flores.

Para la 1pm se había ido por su trabajo. A las 3pm recibí a Victor que aparte de la cogida, me dio flores y chocolates.

A las 4pm se fue por algo de su escuela y me dio todo el tiempo del mundo para prepararme con mis muchachos.

Ya había recuperado mi teléfono. Le hablé al gordo que me confirmó rápido. Luego al alto flaco y me dijo que sí pero que tardaría en llegar. Luego al de espinillas y confirmó lo mismo que el flaco, tardaría en llegar. Al final le hablé al muchacho que empezó el chantaje pero él me dijo que no podía porque tenía problemas familiares.

Para las 6pm, llegó el gordo. Ninguno sabía que había invitado a sus amigos, les cayó por sorpresa cuando le dije que esperábamos a sus amigos.

-Les había comentado que quería una orgia con ustedes. Pero falta el otro muchacho, dice que no puede.

-No importa, él se lo pierde. –Dijo el gordo. –Yo si me animo a hacerlo.

-Pero quiero grabarlos mientras me cogen, ¿No te da pena?

-A mí no, al contrario me gusta más. –Me le acerqué y nos besamos.

-¿Qué pasó con el que no quiere venir? ¿Qué problemas tiene? –Le pregunté mientras nos sentábamos.

-Su papá está desaparecido desde hace días. –Y no sé porque se me vino a la mente el señor que me chantajeaba.

-¿De quién sospechan? –Dije muy nerviosa.

-No, la policía no sabe nada y lo andan buscando. –Dijo el gordo. –Mi amigo dice que hace un tiempo llegó con algunos regalos y con dinero en mano. Creen que andaba en malos pasos, tú entiendes. –Asentí.

Pensé en el señor, “¿Cómo habrán llegado las fotos a sus manos?”, y empecé a armar un rompecabezas en mi cabeza. Solo una persona tenía esas fotos y ese era el chavo que me chantajeaba. Casualmente, apareció una persona con esas fotos. Yo no conocía a su papá.

-¿Cómo era el señor?

-¿Cómo te explico? –Pensó. –En su fotolog tiene fotos de él. Vamos a abrirlo en la computadora.

Me levanté muy nerviosa y temblando. Y ¿si era él? No quería ver y al mismo tiempo si quería.

El niño gordo abrió el fotolog y en 5 minutos ya me estaba enseñando fotos de ellos, y luego me mostró una del señor. Solté un grito ahogado y me tapé la boca mientras veía la foto.

Ese señor era el que me chantajeaba, y era el papá del niño que me chantajeaba.

-¿Él… Él… es el papá de…? –No terminé la frase. Estaba totalmente sorprendida.

-¿Lo conoces? –Me preguntó.

-Sí. –Le respondí sin pensar. No le quitaba la mirada a aquel señor. –Yo… yo… yo…

-¿Sabes dónde está? –Me preguntó mientras se levantaba y con sus manos me sacudía. –Cualquier ayuda es buena, él es un señor honrado, quizá no es cierto que esté metido en malos asuntos.

Le solté una cachetada al niño gordo.

-Él no es buena persona, me chantajeaba con mis fotos, con decirle a la gente que era puta si no le pagaba dinero. Y un día me violó. ¿Sabes lo que sentí? Asco de esa persona. Y sí, si te lo preguntas, yo fui quien le hizo daño a esa persona y no me arrepiento. –Lo dije tan rápido que me quedé sin aire.

Luego pensé en lo que había dicho y me arrepentí.

-Debería decirle esto a la policía. –Dijo el niño gordo y me dio la espalda.

Y como si todo pasara en una novela, agarré un vaso de agua que tenía cerca y le pegué en la nuca. El niño gordo chilló de dolor y cayó en el suelo. El vaso se quebró totalmente. Me corté en las manos. Sentí mucho dolor. Vi al niño gordo abriendo y cerrando sus ojos desconcertado y agarrándose su cabeza.

Sin pensarlo, tomé en mis manos algunos vidrios y le raspé los ojos. Me levanté asustada. El chavo gordo gritó lo más que pudo.

No sabía que estaba haciendo. Bajé rápido a la cocina y tomé varios cuchillos, subí al cuarto y entré. El chavo gordo seguía igual, medio desmayado. Agarré y esnifé cocaína…

-Señor… velador… -Le toqué la puerta al señor. Al minuto me abrió.

-Señorita, ¿Cómo está? –Vio mis manos. -¿Qué pasó? –Me preguntó mientras me pasaba a su casita. Me senté en su mesa. Agarró un trapo y empezó a limpiar todo mi cuerpo.

Le conté lo que había pasado.

-Tengo muchos problemas en mi cabeza y no sé cómo detenerlos. Mi irá… no puedo controlarla. Yo no soy esta persona pero estoy haciendo estas cosas. ¿Qué hago? –Le pregunté llorando.

-Le recomiendo que se vaya de la ciudad, inicie algo nuevo en otro lugar, con nuevas personas. Yo hablo con Edith, ella entenderá. –Me dijo. –Despeje su mente y cuando esté mejor, regrese a este lugar que es su casa.

Lo vi con los ojos llorosos y sin duda era la mejor opción.

-¿Qué va a pasar con el chavo gordo? –Pregunté.

-Yo me encargo de todo, no se preocupes señorita.

Empacó mis cosas y me acompañó hasta la central de autobuses. Sentía nervios y miedo terribles. Me imaginaba a todos viéndome y diciéndome que yo era culpable.

-Tomé la tarjeta. –Le dije. –Edith sin duda me rastreará y no quiero eso todavía. Quiero estar sola. Dígale que regresaré siendo la persona que necesita este lugar.

-Pero si no tiene dinero, ¿Cómo le hará allá para empezar? –Me preguntó.

-Traigo algo para aguantar algunos meses. –Le dije y le di unos golpes a mis bolsas.

-Cuídese. –Me dijo. Nos despedimos y se fue dejándome sola.

No pensaba en otra cosa más que en todas las cosas malas que había hecho.

Timbró mi teléfono y era mi mamá.

-Hola. –Dije con una voz muy apagada.

-July, tu prima… -Habló mi mamá rompiendo en llanto. Se me hizo un nudo totalmente en mi corazón.

-MAMÁ, ¿QUE PASÓ? –Le grité sin importarme que todo el mundo escuchara.

-La encontraron… -Me dijo.

-Dime mamá, no te detengas.

-La encontraron sin vida, violada, golpeada. –El teléfono se me cayó de las manos.

Lo que le pasó había sido mi culpa. Agarré nuevamente el teléfono y en tono tranquilo.

-Mamá, esto es mucho para mí. Desde que mi hermana salió embarazada, luego que traen fotos mías teniendo sexo, hice que mi mejor amiga terminara con su novio porque me metí con él, cojo con profes para que me pasen de año.

-¿Qué me estás diciendo? Julia. –Me dijo.

-Lo siento mamá. Hago muchas cosas por el sexo, he cogido con muchas personas y no me arrepiento. Lo haré toda mi vida porque es lo que me gusta. –Le dije y agarré aire. –Me tomaré un tiempo a solas y en otra ciudad. Lo necesito, para madurar y encontrar mi camino ya que no lo encuentro. Estaré bien, no se preocupen.

-July, te prohíbo…

Le colgué antes de que terminara de hablar.

Me levanté y caminé hasta la ventanilla.

-Disculpe, ¿Puede cambiar mi boleto? Deseo ir a otra ciudad. –Le dije.

-No podemos cambiarlo.

-Entonces véndame otro a tal ciudad. –Pensé en mi prima, en el niño gordo, en el señor que me chantajeaba. Lo tecleó y lo pagué en cuanto lo imprimió. –Y tome este, regálelo a la próxima persona que venga. Pero regálelo. –Le dije. Asintió viéndome.

Me senté y al cabo de 20 minutos, salió mi autobús.

Cerré mis ojos y me acomodé para recibir con gusto mi nueva vida.

Continuará.